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TUMORES INTRACRANEALES

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TUMORES INTRACRANEALES
Concepto y clasificación
Los tumores intracraneales comprenden las neoplasias primarias o secundarias que afectan a estructuras intracraneales. La incidencia presenta un pico en la infancia, donde los tumores cerebrales son la segunda causa más frecuente de cáncer después de la leucemia. En la infancia predominan los tumores infratentoriales y de línea media (gliomas de tronco y cerebelo, meduloblastoma). En la edad adulta, el tumor más frecuente en vida es el meningioma seguido del glioblastoma, los tumores de la hipófisis y los neurinomas. Los gliomas predominan levemente en varones, mientras que los meningiomas son más frecuentes en mujeres
La etiología es desconocida. Algunas enfermedades hereditarias (facomatosis, síndrome del carcinoma basal celular nevoide múltiple, enfermedad de Cowden, adenomatosis poliendocrinas) presentan una incidencia elevada de tumores intracraneales
Cuadro clínico
Los síntomas y signos de los tumores intracraneales se dividen en focales y generales y varían según la localización del tumor y sus características biológicas. Así, tumores de crecimiento rápido y/o localizado en áreas elocuentes dan cuadros clínicos más precozmente que los de crecimiento lento o situados en regiones cerebrales relativamente silenciosas
Los síntomas focales: incluyen crisis parciales, paresias, afasias, apraxias, agnosias, afección de pares craneales, etc. Son producidos por la masa tumoral y el edema peritumoral, muy acusado en ciertos tumores.
 Los síntomas generales se atribuyen a un aumento de la presión intracraneal e incluyen trastornos cognitivos, cefaleas, náuseas, vómitos, mareos y convulsiones Los síntomas generales no siempre están relacionados con la presión intracraneal, pudiendo observarse alteraciones de la personalidad, astenia, cefaleas (a veces de predominio nocturno o matinal), mareos y náuseas en fases iniciales.
Según su forma de presentación clínica más frecuente se pueden clasificar como tumores que se presentan con:
· Síntomas focales, signos generales o convulsiones: tumores de los hemisferios cerebrales (glioblastoma multiforme, astrocitoma, oligodendroglioma, metástasis, meningioma y linfoma primario).
· Hipertensión intracraneal sin síntomas locales o de lateralización: meduloblastoma, ependimoma del IV ventrículo, hemangioblastoma, pinealoma, quiste coloide del III ventrículo y craneofaringioma.
· Síndrome intracraneal tumoral característico: craneofaringiomas, neurinomas del acústico y otros tumores del ángulo pontocerebeloso, meningioma del ala menor del esfenoides y del tubérculo olfatorio, gliomas del nervio óptico y del quiasma, glioma pontino, cordomas y otros tumores que erosionan la base del cráneo.
Tumores del sistema nervioso más frecuentes y su localización predilecta
	Localización general 
	Localización especifica 
	Tumores 
	Tumores
supratentoriales
	· Tumores de los lóbulos cerebrales y ganglios basales
· Meninges
· Tumores de la silla turca/base del cráneo
	· Glioma (astrocitoma y glioblastoma),infomas, metástasis
· Meningioma
· Adenomas hipofisarios; meningiomas,cordomas
	Tumores
infratentoriales
	· Tumores del ángulo pontocerebeloso/basedel cráneo
· Tronco cerebral
· Cerebelo/cuartoventrículo
	· Neurinoma del acústico; meningioma
· Gliomas
· Meduloblastoma,astrocitoma, ependimoma, hemangioblastoma
	Médula espinal
	· Meninges/vainas nerviosas
· Parénquima
	· Meningioma, Neurinoma
· Astrocitoma, ependimoma, hemangioblastoma
	Clasificación de los tumores del sistema nervioso basada en la propuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2016)
	· Tumores del tejido neuroepitelial: Tumores astrocíticos, Astrocitoma pilocítico, Astrocitoma difuso con o sin mutación de IDH1, Astrocitoma anaplásico con o sin mutación de IDH1 y Glioblastoma con o sin mutación de IDH1
· Tumores oligodendrogliales (1p/19q codelecionados): Oligodendroglioma Oligodendroglioma anaplásico
· Tumores ependimarios: Subependimoma. Ependimoma mixopapilar Ependimoma Ependimoma anaplásico
· Tumores neuronales o mixtos neurogliales, Gangliocitoma, Ganglioglioma Ganglioglioma anaplásico Neurocitoma,Tumor neuroepitelial disembrioblástico,Tumores de la región pineal, Pineocitoma, Pineoblastoma, Tumores embrionarios, Meduloblastoma
· Tumores de las vainas nerviosas y meninges,Schwannoma (neurilemoma, neurinoma), Neurofibroma, Meningioma, Meningioma atípico, Meningioma anaplásico, Hemangiopericitoma
· Tumores de células germinales:Germinoma, Tumores mixtos de células germinales
· Otros tumores: Craneofaringioma, Adenomas de hipófisis, Linfomas cerebrales primarios, Metástasis cerebrales
Tumores que producen alteraciones de conducta, síntomas focales o convulsiones
Glioblastoma multiforme: Es un tumor de origen glial maligno que representa el 15,1% de los tumores intracraneales. Ocurre con mayor frecuencia entre los 50 y los 75 años y es rara su aparición antes de los 30 años. Predomina en el sexo masculino (2:3). Se localiza sobre todo en los hemisferios cerebrales. En el 10% de los casos su origen es multicéntrico. Es un tumor muy vascularizado con áreas de necrosis y edema peritumoral 
Histológicamente se caracteriza por la presencia de células pleomórficas con mitosis, necrosis, proliferación endotelial y hemorragias. 
El cuadro clínico inicial consiste en convulsiones (25%) y síntomas generales, como cefaleas, trastornos del comportamiento y cognitivos, o inestabilidad. Pocas semanas después se instaura un síndrome focal más definido (frontal, temporal, parietooccipital). En algunos pacientes, el comienzo es brusco por hemorragia o crecimiento rápido de un quiste intratumoral. 
El tratamiento es poco satisfactorio. Incluye intervención quirúrgica, que ha de ser lo más amplia posible respetando la función neurológica, radioterapia (alrededor de 60 Gy en el área tumoral) y quimioterapia (ciclos mensuales de temozolomida). Este tratamiento consigue que alrededor de un 30% de los pacientes vivan más de 2 años, pero las supervivencias a 5 años no alcanzan el 10% y superiores son excepcionales. 
Astrocitoma
Ocurre con más frecuencia en la infancia y entre los 30 y los 50 años. Según el grado de malignidad, se clasifica en pilocítico (más benigno); astrocitoma difuso de bajo grado de malignidad, o de grado II, y astrocitoma anaplásico, o de grado III de la OMS. En la infancia, se localiza sobre todo en la línea media, el tronco cerebral y el cerebelo. Algunos de estos tumores de línea media con comportamiento agresivo son portadores de la mutación K27M en el gen de la histona H3.1, considerándose de grado IV por la OMS. 
En la edad adulta, se localiza en los hemisferios cerebrales y predomina la variedad anaplásica (tumor infiltrante de crecimiento más lento que el glioblastoma multiforme que se manifiesta por crisis epilépticas y déficits focales). El astrocitoma de bajo grado de malignidad (grado II) se trata con cirugía. Si la extirpación no ha sido completa o el paciente es mayor de 40 años, se recomienda la radioterapia focal, que alarga el intervalo libre de progresión, pero no la supervivencia. Recientemente, la quimioterapia con el esquema PCV (procarbazina, CCNU, vincristina), secuencial a la radioterapia, ha demostrado mejorar la supervivencia. 
El tratamiento del astrocitoma anaplásico después de la cirugía es la radioterapia seguida de temozolomida usando las dosis del glioblastoma. No está claro aún el papel de la temozolomida concomitante a la radioterapia.
La supervivencia del astrocitoma de bajo grado de malignidad a los 5 años es del 60%-70% y se reduce a menos del 20% en el astrocitoma anaplásico. La mutación de la IDH1 es frecuente (superior al 70%) en los astrocitomas de grado II y se asocia a un mejor pronóstico. 
Oligodendroglioma
Representa el 5%-7% de los gliomas intracraneales. Predomina en la tercera y cuarta décadas de la vida. Es un tumor de crecimiento lento que se origina en la sustancia blanca de los hemisferios (50%-70% en el lóbulo frontal) y que tiende a infiltrar la corteza e, incluso, las leptomeninges. Se hallamuy vascularizado y calcificado en un 65% de los casos. 
Histológicamente está formado por células uniformes, de núcleo redondeado y oscuro, rodeado por un estrecho halo, pálido, de citoplasma o por células heterogéneas con signos de malignidad (mitosis atípicas y células gigantes o multinucleares: variedad anaplásica). 
Clínicamente, produce convulsiones (50%), cefalea (30%) y alteraciones del comportamiento, dada su localización preferentemente frontal. También puede presentar síntomas y signos de hipertensión intracraneal o síntomas neurológicos focales
El tratamiento es similar al de los astrocitomas de grado II, aunque su pronóstico es mejor. En los oligodendrogliomas anaplásicos, el tratamiento con radioterapia y quimioterapia (esquema PCV) alarga la supervivencia global. En el oligodendroglioma anaplásico con pérdidas cromosómicas la supervivencia media es de 14 años, frente a 2 años si la pérdida no se documenta.
Meningioma
Se origina en las células de la aracnoides y suele ser benigno, encapsulado, bien delimitado y de crecimiento lento 
Histológicamente está formado por células uniformes, agrupadas en nidos o alrededor de cuerpos psamomatosos. Tiende a localizarse en regiones características: seno sagital superior y región parasagital (25%), convexidad (18%), ala menor del esfenoides (18%), tubérculo olfatorio (10%), supraselares (8%), fosa posterior (7%), peritorculares (3%), fosa temporal (3%), región del ganglio de Gasser (2%), intracerebrales (2%) e intraorbitarios (1%).
El meningioma parasagital (silviano y de otras zonas de la convexidad) se manifiesta clínicamente por síntomas generales y focales.
A menudo, por su lento crecimiento los síntomas anteceden al diagnóstico durante años. Otros meningiomas (surco olfatorio) producen síndromes característicos. En los casos accesibles, la escisión total del tumor produce una curación permanente. Si la extirpación es incompleta, el tumor suele recidivar. La radioterapia está indicada en los tumores que recidivan o en los que histológicamente se definen como atípicos o anaplásicos.
Linfoma cerebral primario: Representa menos del 2% de los tumores cerebrales. Su incidencia es particularmente elevada en pacientes inmunodeprimidos (sida, trasplantes renales y cardíacos, ataxia-telangiectasia, enfermedad de Wiskott-Aldrich y otros tipos de inmunodeficiencias congénitas). 
Histológicamente son linfomas de células grandes y con marcadores de superficie que los relacionan, en la mayor parte de los casos, con los linfocitos tipo B.
En el 85% de los casos, el linfoma se presenta como una o varias masas supratentoriales que captan contraste de forma homogénea en la RM. En raras ocasiones, aparece de forma difusa con distribución periventricular. En algunos casos, responde al tratamiento con glucocorticoides, pero indefectiblemente reaparece si no se aplica otro tipo de tratamiento. Aunque no presenta diseminación sistémica, un 15%-20% muestra en el diagnóstico afección vítrea o meníngea.
El tratamiento consiste en resección quirúrgica, seguida de protocolos combinados de quimioterapia y radioterapia que incluyan metotrexato y citarabina en dosis elevadas más radioterapia holocraneal o trasplante autólogo de progenitores hematopoyéticos, como tratamiento de consolidación. La respuesta inicial suele ser buena, pero la mayoría recidiva; la supervivencia media en los que reciben tratamiento completo es de alrededor de 36 meses.
En pacientes mayores de 60 años, el riesgo de neurotoxicidad derivado fundamentalmente de la radioterapia indica el uso solamente de quimioterapia en su tratamiento. 
Tumores metastásicos 
Tumores que se manifiestan inicialmentepor signos de hipertensión intracraneal
Meduloblastoma
Es un tumor propio de la infancia, que en el 75% de los casos se origina en el vermis cerebeloso y crece hacia el cuarto ventrículo. En pacientes adultos es más común en los hemisferios cerebelosos. 
Los síntomas iniciales son vértigo, cefalea, desequilibrio en la marcha y papiledema. Estos tumores son malignos, de histología característica. Con frecuencia metastatizan en las paredes ventriculares y el espacio subaracnoideo.
El estudio de los meduloblastomas debe incluir examen del líquido cefalorraquídeo (LCR) y RM espinal para evaluar el grado de diseminación. Es importante su clasificación molecular en cuanto al pronóstico y para potenciales tratamientos dirigidos. Los asociados a activación de la vía WNT (del inglés wingless-related integration site) (grupo 1) representan el 10% de los meduloblastomas y tienen un mejor pronóstico. El 30% de los meduloblastomas tienen activación de la vía SHH (del inglés sonic hedge hog) (grupo 2) y responden mal al tratamiento, excepto en niños pequeños con variedad desmoplásica en la histología, en los que presentan muy buen pronóstico. 
Los meduloblastomas del grupo 3 suelen tener amplificación del oncogén Myc y diseminación metastásica en el momento del diagnóstico.
El grupo 4 de meduloblastomas es el más frecuente y no tiene un marcador genético determinado. El pronóstico dependerá del grado de diseminación en el momento del diagnóstico. Los pacientes sin evidencia de diseminación y con mínimo o ningún resto tumoral posquirúrgico se tratan con radioterapia holocraneal (36 Gy), sobre el lecho tumoral (55 Gy) y espinal (36 Gy). El tratamiento adyuvante con quimioterapia (CCNU, cisplatino y vincristina) se recomienda en niños, ya que alarga la supervivencia y permite reducir la dosis de radioterapia holocraneal y espinal a 23 Gy, pero se desconoce su impacto en adultos. La supervivencia global a los 5 años es del 80%. El subgrupo de pacientes con alto riesgo de recidiva (exéresis subtotal, diseminación, edad inferior a 3 años) presenta supervivencias inferiores al 50%.
Ependimoma
Este tumor representa el 5% de los tumores intracraneales y el 50% de los gliomas espinales. El tipo histológico más común se localiza preferentemente en el IV ventrículo y aparece en las dos primeras décadas de la vida. El ependimoma mixopapilar es una variante casi exclusiva de la región del cono y la cola de caballo. La variante anaplásica es más rara y puede aparecer de novo o como malignización del ependimoma.
El tratamiento es quirúrgico. Si la resección es completa, no está indicada la radioterapia, a menos que sea un tumor anaplásico. La supervivencia a los 5 años oscila entre el 30% y el 80%, dependiendo del grado de resección. El papiloma del plexo coroideo es un tumor intraventricular (lateral, 50%; III ventrículo, 10%, y IV ventrículo, 40%), típico de la infancia que se presenta con hidrocefalia y papiledema.
Otros tumores menos frecuentes
El hemangioblastoma del cerebelo cursa con un cuadro de hipertensión intracraneal y ataxia. Estos angiomas a veces forman parte de la enfermedad familiar de von Hippel-Lindau, caracterizada por hemangioblastomas del sistema nervioso central, con frecuencia múltiples, angiomatosis de la retina, quistes renales y pancreáticos, y carcinoma de células renales.
El craneofaringioma es un tumor derivado de restos epiteliales presentes en la porción tuberal del tallo de la hipófisis. Se manifiesta clínicamente antes de los 15 años de edad. Es quístico, de localización supraquiasmática y, con menos frecuencia, intraselar. Al crecer puede comprimir el lóbulo frontal o el III ventrículo, el hipotálamo y el quiasma óptico. Clínicamente presenta síntomas de hipertensión intracraneal o de disfunción hipotalámica, hipofisaria y quiasmática. El tratamiento consiste en la aspiración del contenido del quiste, seguida de la extirpación de la cápsula, si es posible en su totalidad. 
Tumores que producen un síndrome intracraneal característico
Neurinoma del acústico
Se origina en la división vestibular del VIII par craneal, dentro del conducto auditivo interno. Crece hacia la fosa posterior, para ocupar el ángulo pontocerebeloso, y comprime los pares craneales VII y V y, con menor frecuencia, el IX y el X. Predomina en la quinta década de la vida y afecta a ambos sexos por igual. El 20% de los pacientes con neurofibromatosistipo 2 padece neurinomas del acústico, a menudo bilaterales. Es una neoplasia benigna, bien encapsulada, con una histología característica (células fusiformes agrupadas en fascículos y empalizadas). Los síntomas iniciales más frecuentes son disminución de la audición, cefaleas, sensación de mareo e inestabilidad en la marcha. El tratamiento consiste en la extirpación quirúrgica del tumor. En pacientes ancianos o con riesgo quirúrgico elevado estaría indicado el tratamiento conradiocirugía.
Otras lesiones que producen un síndrome del ángulo pontocerebeloso semejante al del neurinoma del acústico son: neurinoma del ganglio de Gasser, meningioma del ángulo pontocerebeloso, colesteatoma del hueso temporal, tumor del glomo yugular, metástasis, malformaciones vasculares y plasmocitoma del peñasco.
Otros tumores menos frecuentes Incluyen: 
a) tumor de la región pineal, que causa parálisis de la mirada vertical (síndrome de Parinaud) y dilatación pupilar con conservación del reflejo de la acomodación, pero no el fotomotor; 
b) meningioma del surco olfatorio, que produce anosmia, ceguera unilateral y trastornos mentales; 
c) adenoma hipofisario ( Enfermedades del hipotálamo y la adenohipófisis); 
d) glioma del tronco cerebral, que aparece en la primera década de la vida y produce parálisis unilateral de pares craneales y síntomas de afección de vías largas contralaterales; 
e) glioma del nervio óptico, que produce pérdida de visión monocular progresiva y proptosis; en ocasiones aparecen síntomas de afección hipotalámica; cordoma del clivus, propio de adultos jóvenes, con tendencia a la invasión local, radiosensible y que produce afección variable de los pares craneales II a XII, unilateral o bilateral, 
f) tumores del agujero occipital (neurinomas o meningiomas) que cursan con dolor occipital, cuadriparesia espástica, parálisis atrófica con reflejos abolidos de extremidades superiores, signo de Lhermitte, afección de los pares craneales X, XI y XII y elevación de proteínas en el LCR.
COMPLICACIONES NEUROLÓGICAS DEL CÁNCER
Metástasis cerebrales
Constituyen la complicación más frecuente y están presentes en el 15% de las autopsias de pacientes con cáncer. Los tumores primarios más frecuentes son cáncer de pulmón, cáncer de mama y melanoma maligno, mientras que otros, como los cánceres de próstata, de estómago o de páncreas, raras veces las producen. Las metástasis cerebrales suelen ser supratentoriales y, en alrededor del 30% de los pacientes.
El cuadro clínico se caracteriza por la aparición, en días o semanas, de un déficit neurológico, que dependerá de la localización de las metástasis, cefalea por hipertensión intracraneal o crisis epilépticas.
El método diagnóstico de elección es la RM con administración de contraste (gadolinio). En pacientes con cáncer conocido, la aparición en la RM o la TC craneales de una o varias lesiones redondeadas que captan contraste de forma homogénea o en anillo y rodeadas de edema es suficiente para establecer el diagnóstico de metástasis cerebral, si bien la imagen en sí no es patognomónica. En pacientes sin evidencia de cáncer, la presencia de una o varias lesiones en la TC o la RM craneales obliga a descartar una neoplasia sistémica. Si estos estudios son negativos, el diagnóstico ha de confirmarse por biopsia de la lesión cerebral o extirpación de esta si es única y accesible. 
El tratamiento incluye el uso de dexametasona para mejorar los síntomas causados por el edema circundante. La dosis ideal no es bien conocida, pero oscila entre 4 y 16 mg/día de dexametasona por vía oral. En pacientes con metástasis cerebrales múltiples, únicas no accesibles quirúrgicamente, o cáncer sistémico no controlado, el tratamiento paliativo mediante radioterapia holocraneal no ha demostrado ser más eficaz, ni mejorando la calidad de vida ni incrementando la supervivencia, que el tratamiento de soporte con dexametasona. En pacientes con cáncer primario controlado sin evidencia de metástasis diseminadas y una única metástasis cerebral accesible quirúrgicamente, la cirugía o la radiocirugía es claramente superior al tratamiento con radioterapia sola y consigue una supervivencia media de 8-12 meses. La tendencia es a realizar radioterapia focal de la cavidad quirúrgica y omitir la holocraneal, ya que esta última, si bien previene la aparición de nuevas metástasis, no incide en la supervivencia y existe peligro de deterioro cognitivo. 
Metástasis epidurales
Las metástasis epidurales ocurren en el 5%-10% de los pacientes con cáncer, y sin un diagnóstico y un tratamiento precoz suelen causar compresión de la médula o las raíces espinales que determina una grave disminución de la calidad de vida. Los tumores primarios más frecuentes son el cáncer de mama, el de pulmón y el de próstata.
En más del 90% de los casos, el cuadro inicial consiste en dolor de espalda intenso, a veces con componente radicular y que empeora con el decúbito. Si se deja evolucionar, la compresión del tejido nervioso causa una mielopatía o un síndrome de la cola de caballo, según el nivel de la metástasis, de evolución subaguda. La prueba de elección es la RM de la columna.
El tratamiento de elección es la radioterapia, que debe iniciarse de forma inmediata si hay afección medular. En este último caso también debe asociarse dexametasona para reducir el edema medular causado por la compresión. El tratamiento quirúrgico estaría indicado en los pacientes sin cáncer conocido, cuando se sospecha que la lesión epidural no es una metástasis (p. ej., absceso o hematoma) o si existe progresión de la metástasis después de la radioterapia. En pacientes con metástasis compresivas únicas, la cirugía radical con exéresis de la masa tumoral vertebral que comprime la médula seguida de radioterapia se demostró más eficaz que la radioterapia sola en el control del dolor y la mejoría de la deambulación
Meningitis neoplásica
El término meningitis neoplásica indica la invasión de las leptomeninges por un cáncer sistémico. La causa más frecuente de este proceso es la leucemia aguda linfoblástica, seguida de algunos tipos de linfomas de alto grado de malignidad, otros tipos de leucemias agudas, el cáncer de pulmón y el de mama.
El cuadro clínico se caracteriza por la aparición de síntomas multifocales, en particular hipertensión intracraneal, parálisis de nervios craneales, específicamente los oculomotores, el facial y el auditivo, y afección de la cola de caballo. La TC suele ser normal o evidenciar signos de hidrocefalia cuadriventricular; asimismo, el 30% de los pacientes presentará también una RM craneal normal. En el 30%-40% de los casos se observa captación difusa o local de contraste por las meninges. El examen del LCR casi siempre muestra pleocitosis discreta, normalmente inferior a 200 linfocitos/μL, hiperproteinorraquia variable y valores bajos de glucosa en menos del 30% de los pacientes.
 El diagnóstico definitivo se establece al demostrar en el examen citológico células malignas en el LCR. En la primera punción lumbar la citología es negativa en el 50% de los pacientes, por lo que es necesario efectuar una segunda punción para incrementar la sensibilidad diagnóstica de la prueba.
El pronóstico de la meningitis neoplásica depende del tipo de tumor y del momento de su aparición en relación con el cáncer. 
En la meningitis por leucemia aguda linfoblástica en el momento del diagnóstico o como primera recidiva, el tratamiento con metotrexato intratecal, asociado a radioterapia en las áreas sintomáticas, junto con el tratamiento de la leucemia, puede determinar una remisión completa. En pacientes con meningitis secundaria a linfoma o tumores sólidos el pronóstico es malo y el tratamiento con quimioterapia intratecal, asociado o no a radioterapia, raras veces determina remisiones o la curación
Síndromes paraneoplásicos
Se trata de síndromes que aparecen en relación con un cáncer, generalmente oculto, y cuya causa no es aún bien conocida. Los síndromes paraneoplásicos son poco frecuentes, con una incidencia inferior al 1% de los pacientescon cáncer, y pueden afectar a diversas partes del sistema nervioso. Tienen en común la aparición subaguda del cuadro clínico, generalmente grave, en ausencia de evidencia de cáncer, que no suele manifestarse hasta meses o años después del síndrome neurológico. Dada su escasa incidencia y la ausencia del tumor al inicio de la enfermedad, el diagnóstico requiere un alto índice de sospecha. Se han descrito autoanticuerpos antineuronales muy específicos que permiten orientar el diagnóstico
Los síndromes neurológicos paraneoplásicos centrales más frecuentes son la degeneración cerebelosa y la encefalomielitis paraneoplásica. 
La degeneración cerebelosa paraneoplásica se caracteriza por la destrucción aislada de las células de Purkinje del cerebelo, que origina un síndrome pancerebeloso de rápida evolución. Suele asociarse a cánceres de ovario, mama, pulmón y linfoma de Hodgkin. La encefalomielitis paraneoplásica se caracteriza por pérdida neuronal e infiltrados inflamatorios parenquimatosos y perivasculares en diversas localizaciones del sistema nervioso. El cuadro clínico depende del área afectada. 
La encefalomielitis paraneoplásica puede manifestarse por un cuadro de trastorno de la memoria (encefalitis límbica), alteración de pares craneales y cerebelo (encefalitis de tronco) o una neuropatía sensitiva por lesión del ganglio raquídeo posterior o, con frecuencia, por una combinación de los síndromes descritos. El tumor asociado es casi siempre un carcinoma de células pequeñas de pulmón. Además de la neuropatía sensitiva, otros síndromes paraneoplásicos del sistema nervioso periférico son el síndrome de Eaton-Lambert, que se asocia hasta en el 50% de los casos a un carcinoma de pulmón de células pequeñas, y la dermatomiositis, que suele asociarse a adenocarcinomas, sobre todo de mama.
La evolución clínica es variable, ya que algunos síndromes (p. ej.,síndrome de Eaton-Lambert) suelen mejorar con el tratamiento antitumoral e inmunodepresor, mientras que otros (p. ej., degeneración cerebelosa subaguda) se caracterizan por la destrucción neuronal, por lo que el cuadro clínico es irreversible, aunque puede estabilizarse tras el tratamiento del tumor

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