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Drenaje de abscesos

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Drenaje de abscesosMANUAL DE PROTOCOLOS Y ACTUACIÓN EN URGENCIAS
Capítulo 132 | 1269
• Un absceso es una colección de pus localizada en la dermis o en el espacio celular subcu-
táneo de una zona anatómica concreta. Está formado por restos de leucocitos degrada-
dos, bacterias, tejido necrótico y exudado inflamatorio.
• Clínicamente, se manifiesta como un nódulo eritematoso doloroso, fluctuante, en el
que se pueden observar signos inflamatorios locales (calor, dolor, rubor y tumor), con un
área de induración más extensa que la zona de acumulación del material purulento. La
fluctuación (sensación táctil de líquido a la palpación superficial) es el signo más caracte-
rístico del absceso y nos indica la localización correcta para el drenaje.
• Los abscesos pueden ocurrir en individuos sanos sin factores predisponentes. Los pacien-
tes con riesgo de este tipo de infecciones son los de edad avanzada, inmunodeprimidos,
diabéticos, quienes sufren vasculopatía periférica, obesos, en sitios donde existe una inte-
rrupción de la barrera cutánea e inflamación de la piel (eccema, psoriasis).
• Las complicaciones de los abscesos engloban bacteriemia, endocarditis, artritis séptica,
osteomielitis y sepsis.
ETIOLOGÍA 
La etiología de los abscesos es polimicrobiana, originados por bacterias de la flora normal 
de la piel y de las mucosas cercanas. El microorganismo más frecuentemente implicado 
es Staphylococcus aureus, aunque en pacientes inmunodeprimidos y situaciones especiales 
(cáncer, diabetes mellitus o determinadas localizaciones), se pueden encontrar otros microor-
ganismos como Streptococcus spp. o incluso anaerobios en tejidos poco oxigenados. Es 
inusual encontrar colonización por micobacterias, blastomicosis, nocardiosis y criptococosis.
EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA
1. ANAMNESIS
• Debemos interrogar al paciente sobre sus antecedentes personales, las enfermedades
importantes que padece, sus antecedentes quirúrgicos y, en especial, si sigue tratamiento
con anticoagulantes o antiagregantes, ya que pueden interferir en el drenaje del absceso.
Es importante llevar a cabo una anamnesis minuciosa y obtener información como, por
ejemplo, antecedente de traumatismo, diabetes mellitus, cirrosis, neutropenia, mordedu-
ras, uso de drogas intravenosas o subcutáneas.
MANUAL DE PROTOCOLOS Y ACTUACIÓN EN URGENCIAS
INTRODUCCIÓN Y CONCEPTOS 
DRENAJE DE ABSCESOS
MANUAL DE PROTOCOLOS Y ACTUACIÓN EN URGENCIAS
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• Los abscesos de las extremidades suelen estar asociados con lesiones en la piel (herida, 
erosión, punción, cortes). Por otra parte, en las regiones axilares, inguinales y perineales 
es más frecuente las lesiones por hidradenitis supurativas. El mecanismo fisiopatológico es 
la obstrucción folicular, y no un trastorno apocrino como se creía en las teorías pasadas. 
El hiperandrogenismo no desempeña ninguna función demostrada en la enfermedad. El 
proceso se exacerba por la higiene deficiente, el tabaquismo, el consumo de alcohol y la 
afectación bacteriana. 
2. EXPLORACIÓN FÍSICA 
Prestaremos atención a los signos vitales del paciente que nos indicarán si existe afectación 
sistémica y, por tanto, si nos encontramos ante un cuadro de mayor gravedad. El absceso 
se manifiesta como un nódulo eritematoso, doloroso, fluctuante, con o sin celulitis circun-
dante. Se puede observar alguna adenopatía regional. Es importante que en la palpación del 
absceso localicemos la zona de mayor fluctuación y señalar el lugar idóneo para realizar la 
incisión evacuadora. 
3. PRUEBAS COMPLEMENTARIAS 
El diagnóstico del absceso es clínico. Las pruebas complementarias no estarían indicadas en 
pacientes con infección no complicada en ausencia de comorbilidades o complicaciones: 
• Si presenta fiebre o descompensación hemodinámica, se puede realizar una analítica san-
guínea con hemograma, bioquímica y coagulación.
• Las pruebas de imagen como radiografía simple, ecografía o tomografía computariza-
da quedan reservadas para los abscesos de localización especial, como los de la región 
cervical o perianal. También están justificadas en pacientes con inmunosupresión sub-
yacente, diabetes, linfedema y pacientes con síntomas sistémicos persistentes. En caso 
de duda, la ecografía nos puede ayudar en el diagnóstico de absceso versus celulitis y 
también para facilitar el drenaje.
• La toma de muestra de material desbridado para la realización de cultivo se recomienda 
en las circunstancias siguientes:
 – Infección local grave (ejemplo: celulitis circundante extensa).
 – Signos sistémicos de infección (fiebre, taquicardia).
 – Antecedentes de abscesos recurrentes o múltiples.
 – Fracaso de la antibioterapia inicial.
 – Extremos de edad (bebes y ancianos).
 – Presencia de comorbilidades subyacentes (inmunodeficiencia, diabetes, esplenectomía, 
linfedema, etc).
 – Sospecha de implicación de un patógeno resistente.
 – Exposiciones especiales (mordeduras de animales, lesiones asociadas al agua).
TRATAMIENTO 
El tratamiento de elección es la evacuación del material purulento, mediante la incisión y 
drenaje del absceso bajo anestesia local, que podrá ser realizado en el Servicio de Urgencias. 
Existen situaciones especiales en las que el absceso deberá ser drenado en el quirófano por 
un cirujano. Estas se detallan a continuación:
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• Según la ubicación del absceso: los siguientes abscesos tienen una alta tasa de complica-
ciones o requieren experiencia anatómica y deben ser drenados por un cirujano:
 – Abscesos perianales.
 – Abscesos en la región cervical anterior y lateral del cuello, potencialmente derivados de 
quistes congénitos (quiste del conducto tirogloso, quiste branquial, higroma quístico).
 – Abscesos en las manos (excluyendo paroniquias y panadizos).
 – Abscesos adyacentes a nervios vitales o vasos sanguíneos (nervio facial, arteria carótida, 
arteria femoral).
 – Abscesos en el triángulo central de la cara formados por las comisuras de la boca y el 
puente nasal. 
 – Abscesos en las mamas, particularmente aquellos cerca de la areola y el pezón. 
• Según tipo de absceso: los abscesos interconectados recurrentes y múltiples, y los absce-
sos de gran tamaño (> 5 cm) justifican el drenaje en el quirófano.
• Según factores del paciente: los pacientes con trastorno hemorrágico subyacente deben 
someterse a corrección de la alteración de la coagulación antes de realizar el procedimiento.
Por otro lado, la terapia antimicrobiana empírica se indica en cualquiera de los casos siguien-
tes:
• Celulitis circundante extensa.
• Inmunosupresión u otras comorbilidades asociadas.
• Afectación sistémica (fiebre, hipotensión, taquicardia).
• Respuesta clínica insuficiente a la incisión y drenaje.
• Portador de próstesis articular, marcapasos o injerto.
• Abscesos profundos.
El uso indiscriminado de antibióticos debe evitarse, ya que puede promover el desarrollo de 
bacterias resistentes a múltiples fármacos.
Los pacientes con infección leve pueden ser tratados con antibióticos por vía oral. La vía 
parenteral quedaría relegada en casos de sepsis, empeoramiento del cuadro tras 48 horas 
de antibioterapia oral, incapacidad para tolerar la vía oral y proximidad de la lesión a un 
dispositivo médico permanente (prótesis, injerto). El antibiótico de elección es amoxicilina/
clavulánico o clindamicina, pudiendo utilizarse también cloxacilina o eritromicina. Debe sos-
pecharse infección por Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SAMR) si la infección 
persiste después del tratamiento con drenaje y antibióticos de primera línea.
1. TÉCNICA DE DRENAJE
1.1. Información al paciente
• Un absceso puede ser mucho más grande de lo que parece en la superficie. Por lo tanto, 
puede requerir una incisión más amplia de lo que el paciente supone.
• Se deben esperar cicatrices, incluida la posibilidad de formación de queloides.
• La recurrencia es relativamente común, particularmente enpacientes con hidradenitis 
supurativa o un quiste sebáceo infectado.
1.2. Preparación del material necesario 
Gasas y guantes estériles, povidona yodada o clorhexidina, aguja subcutánea, jeringa de 5 
ml o 10 ml, anestesia local tipo mepivacaína al 1 % o al 2 %, paño fenestrado estéril, bisturí 
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del nº 11, pinza de Kocher, pinza de disección mosquito, suero fisiológico y drenaje tipo tira 
de gasa o Penrose®.
1.3. Procedimiento
1.3.1. Limpieza y desinfección de la zona: aplicar povidona yodada o clorhexidina. Se pin-
celará cuidadosamente la piel, haciendo movimientos adelante y atrás (back and forth), fro-
tando y haciendo fricción en forma de bandas horizontales o verticales. Vigilaremos para no 
dejar zonas de piel sin tratar; esto se facilita mucho con la aplicación adelante-atrás, de tal 
forma que cada pasada incluye una parte de la banda anterior ya pincelada. Se puede aplicar 
durante 30 segundos y hay que dejar secar al menos 2 minutos (Figura 132.1). 
1.3.2. Infiltración con anestésico local: su finalidad es reducir el dolor de la propia incisión y 
también el del desbridamiento de la cavidad abscesificada. La falta de control adecuado del 
dolor es el factor limitante más común para lograr una incisión y drenaje exitosos. 
Para su correcta administración debemos imaginar un rombo donde se incluya la zona 
del absceso e infiltrar sobre uno de los vértices sanos, a 0’5-1 cm de distancia del borde, 
en dirección hacia las dos aristas. Posteriormente, repetiremos la operación sobre el 
vértice contralateral (Figura 132.2). Previo a la administración del anestésico, se aconseja 
aspirar ligeramente con el émbolo de la jeringa, para evitar la distribución del medica-
Figura 132.1. Técnica de limpieza y desinfección de la zona.
Figura 132.2. Técnica de infiltración anestésica.
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mento al sistema sanguíneo. En el caso de que el absceso sea suficientemente superfi-
cial, se puede utilizar para anestesiar la zona cloruro de etilo, aplicándolo directamente 
sobre la lesión.
1.3.3. Incisión: debe realizarse con el bisturí vertical sobre la zona de máxima fluctuación 
(centro del absceso). Efectuaremos una incisión lineal, amplia, siguiendo si es posible las 
líneas de tensión cutánea (líneas de Langer), para facilitar la correcta cicatrización. En caso 
de no localizar bien la cavidad abscesificada, podríamos ayudarnos mediante punción y aspi-
ración con una aguja conectada a una jeringa y, una vez localizada, podemos dejar la aguja 
en la cavidad para que nos sirva de guía al hacer la incisión.
1.3.4. Compresión: cuando comience a salir el material purulento debemos realizar una 
compresión periférica de la zona de la lesión para lograr eliminar la mayor cantidad de 
pus.
1.3.5. Desbridamiento: utilizando la pinza mosquito o la de kocher, debemos abrir el tejido 
del interior de la cavidad a través de la incisión, movilizando el instrumental en todas las 
direcciones para facilitar la limpieza completa del absceso. Así romperemos los tabiques que 
se hayan podido formar y eliminaremos los restos de tejido necrótico y fibrina, tratando de 
dejar el interior de la cavidad con tejido lo más sano posible. Este paso es muy doloroso y 
puede requerir de anestesia adicional.
1.3.6. Lavado de la cavidad: se realiza con solución salina normal (sin aditivos). La irrigación 
de alta presión de heridas es más eficaz para lograr el desbridamiento completo del material 
purulento y los tejidos no viables. Debemos repetirlo hasta que se obtenga un líquido claro 
libre de pus visible. Está demostrado que el yodo, la yodopovidona, el peróxido de hidrógeno 
y los preparados antibacterianos orgánicamente deterioran la cicatrización de heridas porque 
lesionan a los neutrófilos y macrófagos y, por lo tanto, no deben emplearse.
1.3.7. Colocación del drenaje: se utiliza para impedir el cierre precoz de la incisión cutánea 
debido a que los abscesos deben cerrar por segunda intención al ser heridas contaminadas. 
En abscesos pequeños puede utilizarse una pequeña tira de gasa empapada con antiséptico. 
Cuando el absceso es mayor o sospechamos que la cavidad no se ha drenado completa-
mente, colocaremos un drenaje tipo Penrose®. Debemos tener en cuenta que nunca hay 
que llenar toda la cavidad con el material que utilicemos como drenaje, ya que podría actuar 
como tapón y dificultar la correcta cicatrización.
1.3.8. Cura oclusiva: para finalizar, se colocarán gasas y un apósito estéril. 
1.4. Curas
Se recomiendan curas diarias con lavado de la herida. Debemos conseguir que se produzca 
una cicatrización desde el interior hacia el exterior, evitando la nueva formación de coleccio-
nes purulentas.
1.5. Instrucciones al alta
Debemos indicar al paciente que acuda a valoración médica si ocurre cualquiera de los si-
guientes acontecimientos:
• Fiebre o escalofríos.
• Acumulación de pus en la zona.
• Aumento del dolor o enrojecimiento.
• Incremento de la inflamación.
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COMPLICACIONES 
Las complicaciones de la incisión y drenaje de abscesos son poco frecuentes:
• Drenaje incompleto: cuando la incisión es demasiado pequeña puede ocurrir que el abs-
ceso cierre en falso. Esto favorece la persistencia de material purulento en su interior, 
cronificando la situación. Las curas diarias son importantes para evitar que se produzca 
esta complicación. 
• Hemorragia: con relativa frecuencia observaremos un sangrado escaso a través del drena-
je colocado en la cavidad. La hemorragia puede incrementarse si el desbridamiento no ha 
sido cuidadoso. 
SITUACIONES ESPECIALES 
1. ABSCESOS SITUADOS ENTRE LA COMISURA DE LA BOCA Y LA BASE 
DE LA NARIZ 
Existe gran probabilidad de que ocurran complicaciones con la incisión y el drenaje de absce-
sos faciales localizados en el triángulo formado por el puente de la nariz y las comisuras de 
la boca. Presentan elevado riesgo de tromboflebitis séptica y extensión intracraneal a través 
del seno cavernoso, y pueden complicarse con abscesos orbitarios. La bacteriemia secunda-
ria que provocan presenta una morbilidad considerable o incluso mortalidad. Por ello, estos 
abscesos precisan de drenaje quirúrgico y antibioterapia intravenosa.
2. ABSCESOS INTRAABDOMINALES
Son colecciones purulentas formadas en la cavidad peritoneal y limitadas mediante adhe-
rencias inflamatorias entre asas intestinales, mesenterio, epiplón, diafragma y otras vísceras 
abdominales. Dependiendo de su localización, pueden ser intraperitoneales, viscerales o re-
troperitoneales. 
La etiología es polimicrobiana, que refleja la flora intestinal normal y son una mezcla 
compleja de bacterias anaerobias y aerobias. Los microorganismos más frecuentemente 
implicados son bacilos aerobios gramnegativos (ej. Escherichia coli) y anaerobios (ej. Bac-
terioides fragilis). Pueden cursar con dolor abdominal, fiebre, anorexia, astenia, vómitos, 
íleo paralítico, distensión abdominal, e incluso pueden evolucionar a shock séptico. Para el 
diagnóstico se recomienda TC de abdomen y pelvis. Los antibióticos son necesarios, pero 
por sí solos no son un tratamiento adecuado. El inicio precoz del tratamiento antibiótico 
adecuado, en función de la gravedad del paciente, se ha asociado a un mejor pronóstico 
de la infección grave. El tratamiento de elección es el drenaje guiado por TC o ecografía con 
recogida de muestras para cultivo microbiológico que permita realizar el control del foco. Si 
no fuera posible, podría plantearse un drenaje quirúrgico mediante abordaje laparoscópico 
o laparotómico. 
3. ABSCESOS EN GLÚTEO 
Suelen ser secundarios a la administración de inyecciones intramusculares. Al ser una zona 
con gran cantidad de tejido, pueden tener un gran tamaño y precisar, por tanto, de la rea-
lización de una ecografía para valorar la extensión de la lesión. Si son de gran tamaño el 
drenaje seráquirúrgico.
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4. SINUS PILONIDAL 
Se trata de una infección en la línea media de la región sacrocoxígea. Es más frecuente en 
hombres jóvenes hirsutos. La presencia de pelo en la hendidura glútea parece desempeñar 
una función central en la patogenia de esta enfermedad. Clínicamente, se presenta como un 
nódulo tumefacto, enrojecido, fluctuante y doloroso a la palpación, que precisará de drenaje 
con anestesia local en el Servicio de Urgencias. Posteriormente, se recomienda valoración en 
consultas de Cirugía General para la extirpación quirúrgica definitiva.
5. ABSCESOS ANORRECTALES
Estos abscesos tienen su origen en la infección de las glándulas anales esfinterianas al obs-
truirse. El síntoma principal es el dolor anal y puede acompañarse de fiebre. Es importante 
realizar un tacto rectal, ya que permite su localización. Una de las complicaciones más fre-
cuentes de este tipo de abscesos es la formación de fístulas perianales, que pueden ocurrir 
hasta en el 50 % de los de los casos.
Dependiendo de su localización, podemos clasificarlos de la manera siguiente: 
• Perianales (60 %): tumefacción eritematosa y dolorosa en el margen anal, con fluctuación 
o supuración espontánea de material purulento. 
• Isquiorrectales (25 %): los pacientes suelen referir dolor y fiebre antes de que se detecte 
una masa fluctuante evidente a la exploración física. En canal anal hay una induración 
dolorosa al realizar el tacto rectal. Puede ser bilateral, si el proceso infeccioso se extiende 
circunferencialmente de un lado a otro del espacio interesfinteriano.
• Submucoso e interesfinteriano: se presenta como un dolor sordo y continuo en el recto, 
sin signos inflamatorios externos. Generalmente, el paciente presenta un dolor despro-
porcionado con respecto a los hallazgos de la exploración física. El tacto rectal suele ser 
doloroso y se palpa una tumefacción lisa y dolorosa que abomba en el canal anal. 
• Supraelevador: su forma de presentación es insidiosa, el paciente puede quejarse de una 
molestia imprecisa pélvica o anorrectal, y no hay manifestaciones externas. Antes de dre-
nar un absceso supraelevador hay que determinar su causa; para ello, las pruebas de 
imagen complementarias (TC, RM, ecografía endoanal) pueden tener utilidad.
El tratamiento de estos abscesos consiste en el drenaje quirúrgico bajo anestesia regional o 
general, dependiendo del caso y de la localización del absceso.
La incisión debe mantenerse tan cerca como sea posible del borde anal, sin dañar el músculo 
del esfínter, para reducir al mínimo la longitud de cualquier fístula perianal potencial que 
pudiera formarse. Si el absceso es profundo, su localización con una aguja puede ayudar a 
guiar al cirujano para hacer la incisión cutánea en el sitio correcto.
Los antibióticos y los cultivos de los abscesos tienen una función limitada. Sin embargo, 
deben considerarse en caso de celulitis extensa sobre el sitio afectado, ante pacientes con 
inmunodepresión, enfermedad sistémica o antecedentes de uso de antibióticos prolongado 
y frecuente.
6. ABSCESOS DE LA HERIDA QUIRÚRGICA
Es una complicación postoperatoria que debemos sospechar siempre ante un paciente con 
antecedente quirúrgico reciente (aparecen de forma característica el día 4 o 5 postquirúr-
gico) que presente febrícula o fiebre, fluctuación cerca de la herida quirúrgica y signos de 
inflamación local. Puede observarse también supuración de material purulento.
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La microbiología de estos abscesos depende de la naturaleza de la técnica, de la localización 
de la incisión y de si, durante la cirugía, se ha penetrado en una cavidad corporal o en una 
víscera hueca. La mayoría tienen su origen en la flora cutánea, que es inoculada a través de 
la incisión durante el acto quirúrgico. En consecuencia, los patógenos más frecuentes son 
los cocos grampositivos (Staphylococcus epidermidis, Staphylococcus aureus y Enterococcus 
spp.).
Cuando la infección se limita a la piel y al tejido celular subcutáneo subyacente, el tratamien-
to consiste en la apertura de la herida quirúrgica y curas locales, permitiendo la cicatrización 
de la herida por segunda intención. El tratamiento antibiótico de las infecciones quirúrgicas 
superficiales está indicado solamente si el paciente presenta una celulitis grave o si existen 
signos sistémicos de infección. Las infecciones quirúrgicas más profundas pueden requerir 
exploración quirúrgica detallada y desbridamiento, con el fin de conseguir el control local 
de la infección.
Para evitar su aparición, se debe incidir en la utilización de una profilaxis antibiótica adecua-
da, mantenimiento de la temperatura corporal normal durante la intervención quirúrgica, 
control adecuado de la glucemia en el periodo perioperatorio o la desinfección correcta de 
la zona quirúrgica.
BIBLIOGRAFÍA
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