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Timothy Keller - Predicando en una Cultura Secular

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PREDICANDO EN UNA 
CULTURA SECULAR
PREACHING IN A SECULAR CULTURE
[DR. TIMOTHY KELLER]
Este artículo resume cuatro ideas que, según mi experiencia, son la clave de una predicación eficaz 
en una cultura secular. Si deseas comunicar el evangelio tanto a los cristianos como a los no cristianos 
que hay en tu medio, te animo a incorporar estos cuatro elementos a tu propia predicación. 
1. PREDICA A LOS CRISTIANOS Y NO CRISTIANOS A LA MISMA VEZ
EL EVANGELIO ES LA BASE DE LA JUSTIFICACIÓN Y TAMBIÉN DE LA SANTIFICACIÓN
Gran parte de la literatura de “iglecrecimiento” presupone que no podemos ministrar a los cristianos y no 
cristianos a la vez.1 Según este punto de vista, los mensajes “evangelísticos” apelan a los no creyentes pero 
aburren a los creyentes, y los mensajes “de enseñanza” apelan a los cristianos pero confunden u ofenden a 
los que no lo son. Eso significa que una iglesia tiene que disponerse para tener un enfoque o el otro, y como 
resultado puede limitarse en su fidelidad a la Biblia así como también en sus resultados.
Algunas iglesias han tratado de resolver este problema mediante la distinción de “servicios para el busca-
dor”, que se brindan en un día diferente a aquellos servicios orientado al discipulado. Pero este enfoque no 
está exento de problemas: muchos buscadores se quedan más de la cuenta en los servicios planeados para 
ellos, y nunca reciben un material más desafiante. Y como la mayoría de los que asisten a los servicios para 
buscadores son generalmente cristianos, los creyentes también se quedan varados en un cristianismo 
elemental. 
Yo creo que el problema es teológico, no metodológico. De hecho, es imposible combinar a los cristianos con 
los no cristianos de una forma coherente a menos que el predicador y los líderes entiendan que el evangelio 
no es solo la manera en que las personas son justificadas, sino también la forma de ser santificadas. La 
actitud típica hacia el evangelio es verlo como el ABC de la doctrina cristiana, o meramente la verdad 
mínima requerida para ser salvos, pero se considera que para crecer en la vida cristiana se necesitan 
principios bíblicos más “avanzados”. Si ese fuere el caso, entonces de veras no podríamos enfocarnos en el 
evangelismo y la formación espiritual a la misma vez. Sin embargo, Martín Lutero comprendió que el evan-
gelio no era solo la manera de recibir salvación sino además la forma de avanzar en cada etapa de la vida 
cristiana. Por eso la primera de las noventa y cinco tesis de Lutero fue: “Toda la vida es arrepentimiento”. 
Jonathan Edwards en sus Afecciones Religiosas [Religious Affections], sostiene que las creencias y 
comportamientos están inextricablemente ligados y que cualquier fracaso en los cristianos es debido a la 
incredulidad. El antídoto a la incredulidad es un relato fresco del evangelio.
La predicación, por lo tanto, no es o para evangelismo o para edificación, porque todos nosotros tenemos el 
mismo problema subyacente. Si un sermón es Cristocéntrico en su exposición y aplicación, y si está 
1. Vea también Timothy Keller, “Evangelistic Worship” [Adoración evangelística], redeemercitytocity.com.
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orientado a desmantelar los sistemas de incredulidad del corazón humano y volver a relatar y aplicar el 
evangelio sobre esa incredulidad, entonces será iluminador para los no creyentes aunque originalmente 
apuntaba a los creyentes. 
CÓMO FUNCIONA
Vivimos en una sociedad en la que las personas son completamente escépticas a toda clase de verdad. En 
contraste con las eras pasadas, en la cuales se aceptaba la verdad revelada o se honraba la razón y la verdad 
científica, mucha gente hoy simplemente no puede recibir un conjunto de enseñanzas sin ver cómo 
“funciona” el cristianismo, cómo se corporiza en la vida real. 
Esto tiene implicancias para todos nosotros. Para los cristianos que están rodeados de la cultura secular, es 
importante oír al predicador lidiar sabia y astutamente con los problemas que los no creyentes tienen a 
diario. Esto les ayuda a resolver sus propias dudas y además es un “entrenamiento” excelente para cuando 
ellos mismos tienen que compartir su fe. Los programas de evangelismo de los tiempos pasados no siempre 
preparaban adecuadamente a los cristianos para tratar con el amplio espectro de dificultades intelectuales y 
personales que la gente atraviesa hoy respecto de la fe cristiana. 
De una manera similar, cuando el predicador se dirige a los creyentes, los no creyentes que están presentes 
llegan a entender cómo el cristianismo se aplica a las situaciones de la vida real. Por ejemplo, si tú estás 
predicando un sermón sobre el materialismo, y directamente aplicas el evangelio al materialismo de los 
cristianos, estás haciendo algo que interesa y beneficia también a los no cristianos. Muchos de los que 
escuchan tenderán a tomar decisiones de fe en un terreno más pragmático. En vez de examinar la fe de una 
manera intelectual algo distante, es más probable que tomen un compromiso de fe a través de un proceso 
de pequeñas decisiones, “probándolo” y viendo cómo se aplica en los problemas de la vida real. 
PRÁCTICAS DE PREDICAR A LA CULTURA SECULAR 
Algunos consejos prácticos para predicar:
+ Resuelve todos los problemas con el evangelio. De esta manera, los no creyentes escuchan el evangelio 
cada semana y los creyentes tratan sus cuestiones y problemas con la belleza del evangelio. 
+ Ten cuidado con las suposiciones. No supongas que toda la gente tiene las mismas premisas. Evita 
exhortar el punto D si está basado en A, B y C, sin referirte primero a A, B y C. Constantemente 
fundamenta con declaraciones acerca de la autoridad de la Biblia o las razones de por qué creemos. 
+ Involúcrate en la apologética. Trata de dedicar uno de los tres o cuatro puntos principales del sermón a 
los no creyentes. Mantén en tu mente una lista de las objeciones comunes que la gente tiene hacia el 
cristianismo. Muy frecuentemente el texto del sermón tiene alguna implicancia sobre cómo atender esas 
objeciones. 
+ Brinda aplicaciones para ambas partes. Cuando das las aplicaciones del sermón, dirígete tanto a los no 
cristianos como a los cristianos, casi en un diálogo con ellos. Por ejemplo: “Si estás comprometido con 
Cristo, debes estar pensando esto, pero el texto brinda una respuesta a ese temor”, o “Si no eres cristiano 
o no estás seguro de lo que crees, entonces seguramente pienses que este pensamiento es muy cerrado, 
pero el texto se refiere precisamente a esto”. 
+ Sé auténtico. La gente joven, urbana y secular en particular es extremadamente perceptiva a todo lo que 
huele a artificio u ostentación escénica. Ten cuidado con los sermones –o cualquier otra cosa en el servicio 
de adoración- que sea demasiado perfecta, demasiado controlada o luzca “enlatada”. 
+ Está atento al lenguaje alienante. Los oyentes seculares se desconectan cuando perciben que el 
predicador utiliza lenguaje no inclusivo en cuanto al género o hace comentarios cínicos acerca de otras 
religiones o utiliza jerga religiosa, un lenguaje que solo los cristianos entienden. 
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+ Espera y aun respeta la duda. Siempre trata con respeto las dudas de la gente en cuanto al cristianismo. 
Cuídate de ni siquiera dar la impresión de que el cristianismo no admite dudas o que las personas poco 
inteligentes son las que dudan de su veracidad. Es importante reconocer la presencia de dudosos, y decir 
a los efectos prácticos: “Sé que esta doctrina cristiana puede sonar escandalosa”.
+ Dirígete a la comunidad más amplia. Sé consciente en tu postura y predicación de las necesidades y 
preocupaciones de la comunidad más amplia, no solo de la comunidad cristiana. Muestra de qué manera 
la gracia de Dios favorece a los pobres, marginados y extranjeros. Celebra las obras de justicia y miseri-
cordia y la ciudadanía que tienen en común en la ciudad. 
+ Echa mano a las referencias culturales. Los vecinosde Manhattan no conocen ni confían demasiado en 
la Biblia, de modo que es importante que yo sepa sus referencias culturales, leer lo que ellos leen y 
responder a las preguntas de la Biblia que ellos se están haciendo. Yo documento y refuerzo abundante-
mente mis puntos principales corroborando opiniones de los mismos libros y periódicos que los neoy-
orquinos leen. A menudo puedo demostrarles cómo la Biblia se refería a esos mismos temas mucho 
tiempo antes que el autor contemporáneo lo hiciera.
+ Lee todo el espectro. Si lees solo una perspectiva de un tema, tenderás a ser ingenuo y estar más confiado 
de lo que deberías. Si lees una segunda perspectiva contradictoria que deconstruye el primer punto de 
vista, tenderás a volverte cínico y desanimado. Pero si lees un espectro de cuatro o cinco perspectivas 
diferentes, encuentras tu propia visión y voz y a menudo obtienes ideas creativas. Yo leo con regularidad 
diferentes opiniones e imagino cómo sería tener una conversación sobre el cristianismo con ese autor. 
2. PREDICA GRACIA, NO MORALISMO
LO QUE DIRIGE EL CORAZÓN 
Veamos un ejemplo de un problema al que puedes hacer referencia con una audiencia secular: la deshones-
tidad. ¿Cómo responde el evangelio a este problema y cómo actúa en la vida real?
Jonathan Edwards identificó dos clases de comportamiento moral: “virtud común” y “virtud real”.2 La virtud 
común de la honestidad se puede lograr a partir del temor, ya sea a la sociedad (“Si miento me atraparán y 
quedaré expuesto”) o religioso (“Si no eres honesto Dios te castigará”). También se puede cultivar a partir del 
orgullo, el cual nuevamente puede ser cultural (“No seas como esa espantosa gente deshonesta”) o religioso 
(“No seas como esos pecadores; sé una persona santa y decente”).
Por ningún motivo Edwards intenta despreciar la virtud común. De hecho, él cree en el “esplendor de la 
moralidad común” como la principal forma en la que Dios refrena la maldad en el mundo.3 No obstante, hay 
una profunda tensión en el núcleo de la virtud común, porque si tanto el temor como el orgullo son las 
motivaciones de una persona para ser honesta, pero también son el temor y el orgullo la raíz de mentir y 
engañar, es solo cuestión de tiempo antes que un fundamento moral tan frágil colapse.
Por lo tanto, la virtud común no ha hecho nada para desarraigar las causas intrínsecas del mal; ha refrenado 
el corazón pero no lo ha cambiado. Y este “parche improvisado” al corazón crea una condición bastante 
frágil. En efecto, con todos los sermones y entrenamiento moral que has recibido en toda tu vida, estabas en 
realidad nutriendo las raíces del pecado dentro de tu vida moral. Esto es cierto ya sea que hayas crecido con 
valores liberales o conservadores. Las raíces de la maldad estaban bien protegidas debajo de una veta de 
progreso moral.
Entonces, ¿cuál es la señal de honestidad como una “virtud real”? Es el compromiso con la verdad y la 
honestidad no porque te beneficia o te hace sentir mejor ,sino porque estás enamorado de la belleza del Dios 
2. Martín Lutero, Charity and Its Fruits [La caridad y sus frutos], respecto del final para el cual Dios creó al mundo y la naturaleza de la virtud verdadera.
3. Paul Ramsey, “Editor’s introduction” [Introducción del editor], de las obras de Jonathan Edwards, vol. 8: Ethical Writing [Escritos éticos], New Haven, Universidad de Yale, PR, 1989.
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4. Lutero, A Treatise on Good Works [Un tratado sobre las buenas obras], 1520.
5. Thomas Chalmers, “The Expulsive Power of a New Affection” [El poder expulsivo de una nueva afección], de las obras de Thomas Chalmers, Nueva York, Robert Carter, 1830, vol. II
que es verdad, sinceridad y fidelidad. Es allí cuando llegas a amar la verdad, no por tu propia causa sino por 
la causa de Dios y aun por su propia causa. La verdadera honestidad crece cuando lo ves muriendo por ti, 
guardando una promesa que había hecho a pesar del infinito sufrimiento que esto le ocasionó. Esta clase de 
virtud destruye tanto el orgullo (¡Jesús tuvo que morir por mi!) como el temor (Jesús me valora infinita-
mente, y nada de lo que yo pueda hacer cambiará ese compromiso conmigo). En esta forma mi corazón no 
solo se refrena sino que más bien, su orientación fundamental es transformada.
EL PECADO DETRÁS DEL PECADO
Detrás de todos nuestros pecados de comportamiento subyace una negación fundamental a descansar en la 
salvación de Cristo. Según Martín Lutero:
Todos aquellos que no confían en Dios en todos los tiempos, y no confían en su favor, gracia y buena 
voluntad, sino que buscan su favor en otras cosas o en sí mismos , no guardan el [Primer] 
Mandamiento, y practican una verdadera idolatría, aun si siguieran las palabras de todos los otros 
mandamientos… combinados.
Y como este mandamiento es el primero, superior y mejor, del cual todos los demás provienen, en el 
cual existen y por el cual son medidos y dirigidos, así también opera, es decir, la fe o la confianza en 
el favor de Dios en todos los tiempos; es lo primero de lo primero, lo superior y mejor, del cual todos 
los demás deben proceder, existir, permanecer, ser dirigidos y medidos.4
Lutero dice que si obedecemos la ley sin una creencia de que ya hemos sido aceptados y amados en Cristo, 
entonces en todas nuestras buenas obras estamos en realidad buscando algo más que que Jesús sea la fuente 
real de nuestro sentido y felicidad. Podemos estar confiando en nuestra buena paternidad, justicia moral, 
desempeño espiritual o actos de servicio como nuestros verdaderos “salvadores” funcionales. Si todavía no 
estamos seguros de que Dios ama en Cristo, estaremos buscando alguna otra cosa para suplir nuestra 
importancia y dignidad. Por esa razón Lutero dice que estamos cometiendo idolatría si no confiamos en 
Cristo solamente para nuestra aprobación.
El primer mandamiento es fundamental a todos los otros mandamientos. No quebrantamos los otros nueve 
mandamientos sin quebrantar en alguna manera el primero, al servir a algo o alguien aparte de Dios. Cada 
pecado está arraigado en la codicia desmedida de algo que viene por confiar en eso en vez de confiar en 
Cristo para nuestra justicia o salvación. Pecamos porque estamos buscando algo que nos dé lo que solo Jesús 
puede darnos. Debajo de todo pecado en particular se halla el pecado general de rechazar la salvación de 
Cristo e intentar alcanzar nuestra propia salvación.
EL EVANGELIO VS. EL MORALISMO 
Thomas Chalmers escribió lo siguiente:
La mejor manera de despojarnos de una afección impura es admitir una pura… Es solo cuando, como 
en el evangelio, la aceptación es considerada un regalo, sin dinero y sin precio, que la seguridad que 
el hombre siente en Dios es colocada fuera del alcance de toda alteración. Solo entonces podemos 
reposar en Él como un amigo reposa en el otro… La única manera de despojar el corazón de una 
antigua afección es mediante el poder expulsivo de una nueva.5
Antes de entender la premisa de los afectos del corazón y el poder de predicar para desarraigar y reorientar 
nuestras afecciones, mis sermones seguían este patrón:
+ Así es como debemos vivir a la luz de lo que dice el texto
+ Ahora, ve y vive de ese modo, y Dios te ayudará.
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Llegué a darme cuenta con el tiempo que estaba haciendo exactamente lo que Edwards dijo que no 
funcionaría. Yo estaba confiando en que el temor y el orgullo provocaran la obediencia a Dios. Aunque 
estaba haciéndolo indirecta e inconscientemente, estaba empleando la predicación para engañar al corazón 
en vez de para reorientarlo. 
He llegado a darme cuenta que mis sermones tenían que seguir un bosquejo diferente:
+ Esto es lo que el texto dice
+ Así es como debemos vivir a la luz del texto
+ Pero simplemente no podemos hacerlo
+ ¡Ah, pero hay Uno que sí pudo!
+ Ahora, a través de la fe en Él, puedes comenzar a vivir de esta manera.
En casi todos los pasajes de las Escrituras encontramos un principio moral, que se muestra a travésdel 
carácter de Dios o de Cristo, se exhibe en los buenos o malos ejemplos de los personajes bíblicos o se da en 
la forma de mandatos, promesas y advertencias explícitas. Este principio moral es importante y debe 
extraerse con claridad. Pero luego se crea una crisis en los oyentes cuando ellos comprenden que este 
principio moral les ocasiona problemas insuperables. Yo en mis sermones describo la forma en que esta 
obligación moral y práctica es imposible de cumplir. Los oyentes son guiados a un aparente callejón sin 
salida, pero entonces allí se abre una puerta oculta y la luz entra. Nuestros sermones deben mostrar cómo la 
persona y la obra de Jesucristo están relacionadas con el tema. Primero mostramos que nuestra incapacidad 
para vivir como deberíamos surge de olvidarnos o de rechazar la obra de Cristo. Luego mostramos que solo 
por arrepentirnos y regocijarnos en Cristo podemos vivir como sabemos que deberíamos.
ESTUDIO DE CASOS 
Veamos algunos ejemplos. Digamos que queremos emplear el texto acerca de David y Jonatán en 1 Samuel 
18-20 para hablar sobre la amistad. Podemos describir dos señales de una verdadera amistad: los amigos 
siempre te dejan entrar en su vida y nunca te decepcionan. Los amigos son transparentes y abiertos uno con 
el otro, y están comprometidos a servir a las necesidades del otro. 
Si terminas tu sermón diciendo: “Ahora ve y haz tú lo mismo”, has predicado un sermón moralista 
e irrealista. No has desenmascarado los obstáculos reales de la amistad: el temor (a la vulnerabilidad) y 
el orgullo (inferioridad o egoísmo). Esos pecados arraigados en mi corazón me hacen un mal amigo o me 
impiden hacer y mantener amigos.
¿Entonces cómo puedo superar estos pecados profundos y convertirme en un verdadero amigo? Solo a 
través de ver a Jesús como el máximo amigo (Juan 15:12-14) y mirando a la cruz, el acto supremo de amistad. 
Jesús “nos dejó entrar”. ¿Puedes ser más vulnerable que Él cuando lo hizo? Sus brazos están abiertos hacia 
nosotros. Fueron clavados abiertos para nosotros. Hasta que no veas y entiendas este supremo acto de 
amistad nunca serás un amigo para los demás. Solo la cruz puede darte la seguridad de estar abierto y 
vulnerable a los demás, pero también la humildad de servirlos a ellos en vez de a tus deseos egoístas. 
O tomemos por ejemplo el texto de 2 Samuel sobre el rey David y Betsabé. Con facilidad podemos extraer 
enseñanzas del pasaje acerca de los peligros de la tentación sexual o moralizar acerca de la seducción de la 
belleza física, y relacionarlo con la cultura en que vivimos hoy. La pornografía, los desórdenes alimenticios 
y el adulterio pueden relacionarse al peligro de hacer de la belleza un ídolo. ¿Pero cómo terminamos esta 
clase de sermón: “Ve y sé cuidadoso”? Esta exhortación puede ser técnicamente correcta, pero no es muy 
aceptable que digamos. 
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En cambio, puedes comenzar con el principio moral pero avanzar unos pasos más: 
+ Cómo debemos vivir. El poder de la belleza física sobre nosotros tiene que ser quebrado. Mira la 
devastación que produce en nuestra sociedad y en nuestras vidas. El enfoque excesivo en la imagen y 
belleza distorsiona la visión de las mujeres de sí mismas y desmoraliza a las personas que se van haciendo 
mayores. Sabotea a los hombres estafándolos con la idea de grandes perspectivas para una esposa, que 
son pasadas por alto por razones superficiales, así como también los llevan a sustituir relaciones reales 
con pornografía. ¿Qué podemos hacer? No juzgues un libro por su tapa. Evita la pornografía. Enfócate en 
la belleza de carácter de los demás en vez de sus rasgos físicos.
+ Pero tú no puedes. Sabes tan bien como yo que no es posible. Primero, deseamos la belleza física para 
cubrir nuestro propio sentido de vergüenza e ineptitud. Segundo, tenemos temor de nuestra mortalidad 
y muerte. Los biólogos evolucionistas y los cristianos coinciden en que el deseo por la belleza física es el 
deseo de la juventud, y su control sobre nosotros es tan grande que nunca venceremos nuestro problema 
simplemente tratando con más ahínco.
+ Pero hay Uno que sí pudo. Hubo uno que fue bellamente inmaculado y perfecto, entronado en los cielos, 
y que aun así tuvo toda la disposición de entregarlo todo para tomar la “naturaleza de un siervo” 
(Filipenses 2). Él se hizo feo, “despreciado y desechado” (Isaías 53) para que nosotros pudiéramos ser 
hermosos a la vista de Dios y obtener la única belleza que realmente perdurará (Colosenses 1:22; 
Efesios 5:27).
+ Solo ahora podemos cambiar. Solo cuando vemos lo que Jesús hizo por nosotros, nuestros corazones se 
funden y liberan de la creencia de que podemos juzgar a un libro por su tapa. Solo cuando abrazamos la 
belleza de la eternidad con Él podemos ser libres de nuestro temor a la mortalidad. 
3. PREDICA A CRISTO DESDE CADA TEXTO 
EL EVANGELIO ES TAN RICO QUE NO PUEDES SABERLO DE MEMORIA
Hoy en día todos entienden que los predicadores deben poder poner el pasaje individual dentro del 
contexto de toda la Biblia y predicar a Cristo desde cada parte de ella. Aunque soy un feroz partidario de esta 
visión, existe el peligro de que nuestro predicar a Cristo desde todo texto se convierta en un simple ejercicio 
intelectual y rutinario que meramente ensaye la totalidad de la teología bíblica, que pueda empezar a sonar 
igual cada semana y que pueda omitir una aplicación al corazón del oyente. El objetivo del predicador no es 
intelectual o siquiera abstracto; en cambio, la meta es cambiar los corazones con el evangelio. 
El profesor del Antiguo Testamento, Tremper Longman, compara la lectura de la Biblia con mirar una 
película, en la cual la impactante conclusión es tan pasmosa que obliga al espectador a retroceder y 
reinterpretar todo lo que ya ha visto. La segunda vez, ahora que ya conoces el final, no puedes evitar 
interpretar cada declaración y cada encuentro en los términos del final de la película. Ya no puedes no 
pensar más en el final cuando miras el comienzo y la parte media. El final arroja luz sobre todo lo que 
sucedió anteriormente.
De igual manera, una vez que sabes que todas las líneas de todas las historias y todos los clímax de los temas 
inter canónicos convergen en Cristo, simplemente no puedes no ver que todos los textos son acerca de Jesús. 
Por ejemplo:
+ Jesús es el verdadero y mejor Adán que, aunque fue asesinado siendo inocente, pasó la prueba en el 
 jardín y su obediencia ahora es imputada a favor nuestro (1 Cor. 15). 
+ Jesús es el verdadero y mejor Abel que, aunque fue asesinado siendo inocente, su sangre clama para 
nuestra absolución y no para nuestra condenación (Heb. 12:24)
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+ Jesús es el verdadero y mejor Abraham, que respondió al llamado de Dios de dejar todo lo que le resultaba 
confortable y conocido por pura obediencia a Dios.
+ Jesús es el verdadero y mejor Isaac, que no solo fue ofrecido por su padre en el monte, sino que finalmente 
fue sacrificado por todos nosotros. Dios le dijo a Abraham: “Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera 
te has negado a darme a tu único hijo”. Entonces podemos decirle a Dios: “Ahora sé que me amas, porque 
no te has negado a darme a tu único Hijo a quien amas”. 
+ Jesús es el verdadero y mejor Jacob, que luchó con Dios y arrebató el soplo de justicia que merecíamos. 
 Ahora nosotros, al igual que Jacob, solo recibimos las heridas de gracia que nos levantan y disciplinan.
+ Jesús es el verdadero y mejor José, que se sentó a la derecha del rey y usó su poder para perdonar y salvar 
a los que lo habían traicionado y vendido. 
+ Jesús es el verdadero y mejor Moisés, que se puso en la brecha entre el pueblo y Dios, quien es mediador 
de un nuevo pacto (Heb. 3).
+ Jesús es el verdadero y mejor Job, el sufriente inocente que luego intercede por sus amigos necios (Job 42).
+ J esús es el verdadero y mejor David, cuya victoria contra Goliat se imputó a su pueblo, aunque ellos 
nunca habían levantadoni una piedra para lograrlo por sí mismos.
+ Jesús es el verdadero y mejor Ester, que no solo se arriesgó a perder su palacio terrenal sino uno celestial, 
y que no solo puso en juego su vida sino que la entregó, para salvar a su pueblo. 
+ Jesús es el verdadero y mejor Jonás que fue arrojado en medio de la tormenta para que el resto de la 
embarcación pudiera salvarse.
En resumidas cuentas, hay dos maneras de leer la Biblia: o es todo acerca de mí o es acerca de Jesús. O es 
consejo al oyente o son noticias del Señor. O es acerca de lo que debo hacer o de lo que Dios ya ha hecho.
Jesús es el verdadero templo, el verdadero profeta, el verdadero sacerdote, el verdadero rey, el verdadero 
sacrificio, el Cordero, la Luz, el Pan. La Biblia no es acerca de nosotros; es acerca de Él. 
En 1 Pedro 1:10-13 el evangelio es maravillosamente descrito como algo de lo cual aun los ángeles “anhelan 
contemplar esas cosas”. Después de todos estos siglos, ¿no tendrían ellos archisabido el evangelio? ¿Por qué 
anhelarían contemplar la salvación de Dios? Porque es infinitamente rica. Hay implicancias, aplicaciones y 
facetas interminables. Nosotros estamos simplemente arañando la superficie. 
4. APUNTA AL CORAZÓN (NO A LAS EMOCIONES, NI SIQUIERA A LA MENTE)
LAS AFECCIONES VS. LAS EMOCIONES
Se ha dicho que el corazón no es tanto el centro de las emociones como el centro de control de la 
personalidad de uno, en donde tomas las decisiones sobre la dirección de tu vida. Nadie lo expuso en mayor 
detalle que Jonathan Edwards, y una de sus contribuciones más perdurables es sus Afecciones Religiosas 
[Religious Affections]. En vez de aceptar la división típica occidental de la voluntad versus las emociones, 
Edwards le dio un lugar más central al corazón y habló de las “afecciones del corazón”, expresión con la que 
se refería a “la inclinación del alma” o lo que nos gusta o no nos gusta, lo que amamos o rechazamos.
Las afecciones están, por supuesto, relacionadas con las emociones, pero no son la misma cosa. Por ejemplo, 
sentimos la emoción del enojo cuando nos insultan, porque hemos puesto nuestra afección muy plenamente 
en nuestra propia reputación, elogio público o aprobación. Las afecciones son lo que Edwards llama los 
“ejercicios más vigorosos y sensitivos” del corazón, y en la Biblia a las verdaderas afecciones religiosas se les 
llama “los frutos del Espíritu” (Gálatas 5:22-26).
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La contribución de Edwards es especialmente importante respecto a la unidad de las facultades. Él se negó a 
enfrentar el entendimiento con las afecciones. Las afecciones de gracia asoman solo cuando una persona posee 
un entendimiento espiritual de la verdadera naturaleza de Dios. En otras palabras, si una persona dice: “Yo sé 
que Dios se ocupa de mí, pero aun así estoy paralizada por el temor”, Edwards respondería que no sabes en 
realidad que Dios te cuida, de otro modo la afección o confianza y esperanza se erigirían dentro de ti.6
PRÁCTICO VS. HERMOSO
Ahora podemos ver lo importante que es esto para los predicadores. Si Edwards está en lo correcto, no hay 
a fin de cuentas oposición alguna entre la “cabeza” y el “corazón”. No debemos suponer, por ejemplo, que si 
nuestros oyentes son materialistas ellos solamente tienen que ser exhortados a dar más. Aunque la culpa 
puede ayudar con la ofrenda del día, no alterará los patrones de vida de la persona. Si la gente es materi-
alista y poco generosa, significa que no han entendido verdaderamente cómo Jesús, siendo rico, se hizo po-
bre por ellos. No han comprendido de veras lo que significa tener todas las riquezas y tesoros en Cristo. 
Significa que sus afecciones están haciéndolos aferrarse a las riquezas materiales como fuente de seguridad, 
esperanza y belleza. Por lo tanto en la predicación debemos presentar a Cristo en la forma particular que 
reemplace el control de las afecciones que están compitiendo. Esto nos lleva no solo a una argumentación 
intelectual sino a la presentación de la belleza de Cristo.7 Edwards definió al cristiano nominal como alguien 
que encuentra a Cristo práctico, mientras que un verdadero cristiano es el que encuentra a Cristo hermoso 
por lo que es en Sí mismo. 
Este entendimiento afectó profundamente la propia predicación de Edwards. En uno de sus sermones él insis-
tió en que “la razón por la que los hombres ya no consideran las advertencias sobre un castigo futuro es porque 
no les parece algo real”.8 Este era, para Edwards, el principal problema espiritual y el principal propósito de la 
predicación. El objetivo de nuestra predicación es no solo hacer la verdad clara sino hacerla verdadera. El Dr. 
Martyn Lloyds-Jones, en un artículo sobre cómo impactó Edwards en su vida, escribió lo siguiente:
El primer y principal objeto de la predicación no es solo dar información. Es, como dice Edwards, 
producir una impresión. Es la impresión en el tiempo lo que cuenta, aun más de lo que puedes 
recordar posteriormente. En este aspecto Edwards es, en un sentido, crítico respecto a lo que era una 
prominente costumbre y práctica puritana. El padre puritano catequizaba e interrogaba a los niños 
sobre lo que el predicador había dicho. Edwards, en mi opinión, tiene la verdadera noción sobre la 
predicación. No es primordialmente para impartir información; y mientras estás escribiendo tus 
notas puedes estar perdiendo algo del impacto del Espíritu. Como predicadores no debemos 
olvidarlo. Deberíamos decirle a nuestra gente que leyeran ciertos libros por su cuenta y obtuvieran 
información allí. El asunto de la predicación es hacer que tal conocimiento viva.9
TRAER LAS VERDADES DE REGRESO AL HOGAR 
Este concepto no es simplemente innovación por parte de Edwards. La Biblia en sí no es una serie de 
ensayos didácticos sino una enorme colección de diversas formas literarias: historia, poesía, drama, visiones 
apocalípticas, todas formas de traer las verdades al hogar, al corazón.
A modo de ejemplo, un tema bíblico recurrente es nuestra tendencia pecadora de “olvidar” al Señor y 
nuestra necesidad de “recordarlo” a Él, sus leyes y mandamientos. Este no es un tema de intelecto e 
6. Dos grandes sitios en donde obtener una explicación breve y legible de las Afecciones de Edwards son: la “Introducción del editor” en J. Smith, H. Stout, K. Minkema, A Jonathan 
Edwards Reader [Un lector de Jonathan Edwards], Yale, 1995; y el artículo de Sam Logan sobre la predicación y las afecciones en Samuel T. Logan, ed., The Preacher and Preaching: 
Reviving the Art in the Twentieth Century [El predicador y la predicación: Reviviendo el arte en el siglo XX], Presbiteriano y Reformado, 1986. El resumen de esta sección sigue 
estrechamente A Jonathan Edwards Reader, pp. xix-xx.
7. Vea “A Divine and Superatural Light” [Una luz divina y sobrenatural], pp. 111-114 y “The Mind” [La mente], pp. 22-28 en A Reader.
8. Wilson H. Kimnach, “Jonathan Edwards’s Pursuit of Reality” [La búsqueda de la realidad de Jonathan Edwards], en Jonathan Edwards and the American Experience [Jonathan 
 Edwards y la experiencia americana], ed. Nathan O. Hatchy, Harry S. Stout, Oxford, 1988, p. 105. 
9. David Martyn Lloyd-Jones, “Jonathan Edwards and the Crucial Importance of Revival” [Jonathan Edwards y la crucial importancia del avivamiento]; un discurso dado en la 
 Conferencia Puritana y de Westminster de 1976.
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información. El problema es que la información que ya conocemos se vuelve “irreal” para nosotros sin las 
continuas ceremonias de renovación del pacto.
En 2 Pedro 1:8-9 leemos que debemos crecer en bondad, dominio propio, perseverancia, amabilidad y amor, 
y que la persona que no está creciendo en esto “se olvida de que ha sido limpiado de sus antiguos pecados”. 
Pedro no dice que la falta de crecimiento en el carácter es simplemente una falta de fuerza de voluntad o 
compromiso, ni tampoco aconseja a sus lectores que lo intenten con más fuerza. En cambio, les dice que han 
olvidado que fueron lavadosde sus pecados. Esto no puede querer decir que la gente había perdido una 
conciencia mental de que habían sido perdonados. Debe querer decir, como afirma Edwards, que habían 
perdido el “sentido del corazón” del costo de la gracia. No era espiritualmente real para ellos, y no fueron 
afectados por esa verdad. 
Un segundo ejemplo es el Salmo 103, el cual no es en realidad una oración sino más bien un sermón para el 
alma. David le habla a su propio corazón: “Alaba, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus 
beneficios”. David sabe que las glorias y los beneficios de la salvación se han vuelto irreales para su corazón. 
Sabe que tiende a olvidar. El Salmo 103 es un ejemplo de lo que 2 Pedro 1:8-9 dice que debemos hacer. 
Debemos predicarnos el evangelio a nosotros mismos. Debemos volver al evangelio y hacerlo real en nues-
tros corazones.
ENCIENDE LA IMAGINACIÓN
El objeto de la predicación no es agitar sentimientos sino iluminar la imaginación con la verdad. La 
imaginación o ilustración se refiere a la habilidad del predicador de evocar imágenes mentales en la mente 
del oyente. Por ejemplo, cuando usamos la palabra “justificación”, no se evoca ninguna imagen mental en la 
mente del oyente. Pero cuando hablamos de “nuestro abogado apelando a su obra consumada ante el 
tribunal de Dios”, hemos generado una imagen en la mente de la audiencia. Estamos encendiendo la 
imaginación y entibiando el corazón. 
En 2 Corintios 8 y 9, Pablo nos da un notable ejemplo de lo que hemos estado hablando. Él quiere que la 
gente dé una ofrenda para los pobres, pero no pone la presión directamente sobre la voluntad (“yo soy un 
apóstol y esta es su obligación para conmigo”) o la presión sobre las emociones (historias acerca de lo mucho 
que sufren los pobres). En cambio, Pablo vívida y memorablemente dice: “Ya conocen la gracia de nuestro 
Señor Jesucristo, que aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza 
ustedes llegaran a ser ricos”. De este modo, los está llamando a recordar (“ya conocen la gracia de nuestro 
Señor Jesucristo”) y usa una imagen poderosa, trayendo la salvación de Jesús a la esfera de la riqueza y la 
pobreza. Después los lleva a una rememoración espiritual del evangelio que les pide que piensen en la 
costosa gracia de Jesús hasta que sean transformados en personas generosas por la belleza del evangelio en 
sus corazones. 
Si has estado predicando (o incluso escuchando sermones predicados) por bastante tiempo, sabes que no 
puedes apuntar al corazón del oyente sin que el evangelio haga su obra de nuevo en tu propio corazón cada 
vez que predicas. Llámate a recordar el evangelio; dirige el evangelio a tus propis afecciones primero y 
estarás bien encaminado para alcanzar a los demás.
Copyright © 2005 por Timothy Keller, © 2011 por Redeemer City to City. Traducido por María José Hooft. 
Este artículo ha sido adaptado de una sesión de entrenamiento del liderazgo en el 2005. Le animamos a usarlo y compartirlo de 
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