Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Trombosis venosa profunda 39 Livedo reticular 24 Embolia pulmonar 14 Tromboflebitis superficial 12 Trombosis en otros sitios 11 Trombosis arterial y consecuencias Apoplejía 20 Engrosamiento y disfunción de válvulas cardiacas, vegetaciones 14 de Libman-Sacks o ambos trastornos Episodio isquémico transitorio 11 Isquemia del miocardio (infarto o angina) o trombosis en la 10 derivación coronaria Ulceras de extremidades inferiores, gangrena de dedos o ambas 9 alteraciones Trombosis arterial de las extremidades 7 Trombosis de arteria retiniana y amaurosis fugaz 7 Isquemia de vísceras u órganos o necrosis avascular de huesos 6 Demencia por múltiples infartos 3 Manifestaciones neurológicas de origen incierto Migraña 20 Epilepsia 7 Corea 1 Ataxia cerebelosa 1 Mielopatía transversa 0.5 Manifestaciones renales por otras causas (trombosis de arteria 3 o vena renal o glomérulos; hiperplasia fibrosa de la íntima) Manifestaciones osteoarticulares Artralgias 39 Artritis 27 Manifestaciones obstétricas (relacionadas con el número de embarazos) Preeclampsia Eclampsia 10 4 Manifestaciones fetales (relacionadas con el número de embarazos) Pérdida fetal precoz (<10 semanas) Pérdida fetal tardía (>10 semanas) Parto prematuro entre los productos nacidos vivos Manifestaciones hematológicas Trombocitopenia Anemia hemolítica autoinmunitaria 35 17 11 30 10 Fuente: Con autorización de R. Cervera et al.: Arthritis Rheum 46:1019, 2002. ■ DIAGNÓSTICO Y DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL Hay que considerar con gran detenimiento la posibilidad de que exista APS en casos de trombosis, apoplejía en personas <55 años de edad o compli caciones del embarazo, en presencia de livedo reticular o trombocitopenia. En tales casos, habrá que medir los anticuerpos aPL. La presencia de uno de los criterios clínicos y otro de laboratorio ( como mínimo) aseguran el diagnóstico, incluso en presencia de otras causas de la trombo filia. Los cri terios clínicos comprenden: 1) trombosis vascular definida por uno o más episodios clínicos de trombosis arterial, venosa o de vasos finos, en cual quier tejido u órgano; y 2) en la mujer, complicaciones del embarazo que se definen por: a) una muerte o más no explicadas de un feto morfológica mente normal o después de la décima semana de gestación; b) uno o más nacimientos prematuros de un recién nacido morfológicamente normal antes de cumplir 34 semanas de gestación, situación causada por eclamp sia, preeclampsia grave o insuficiencia placentaria o c) tres abortos espon táneos consecutivos, no explicados o más, antes de la décima semana del embarazo. Los criterios de laboratorio incluyen: 1) LA; 2) anticardiolipina (aCL, anticardiolipin); 3) anticuerpos contra B2GPI o los dos últimos ele- mentos mencionados, con valores intermedios o altos en dos ocasiones, 2527 con una diferencia de 12 semanas. El diagnóstico diferencial se basa en la exclusión de otras causas here ditarias o adquiridas de trombofilia (cap. 112); anemia hemolítica Coombs positiva (cap. 96) y trombocitopenia (cap. 111). La livedo reticular con úl ceras dolorosas de extremidades pélvicas o sin ellas también puede ser manifestación de trastornos que afectan: 1) la pared vascular, como el caso de la poliarteritis nodosa, el SLE, la crioglobulinemia y los linfomas o 2) el interior de los vasos, como trastornos mieloproliferativos, aterosclerosis, hipercolesterolemia u otras causas de trombofilia. TRATAMIENTO Síndrome de anticuerpos antif osf olípidos Después de la primera crisis trombótica, se administra warfarina de mo do permanente a los pacientes con APS, en un intento de alcanzar el , Indice internacional normalizado (INR, International Normalized Ratio) que varía de 2.5 a 3.5, sola o en combinación con 80 mg de ácido ace tilsalicílico al día. Las complicaciones del embarazo se evitan por me dio de una combinación de heparina con 80 mg de ácido acetilsalicílico cada 24 h. También es posible evitar los abortos con la administración de inmunoglobulina intravenosa (IVIg, intravenous immunoglobulin) a razón de 400 mg/kg de peso al día durante 5 días; los glucocorticoides son ineficaces. Los pacientes con aPL sin complicaciones clínicas, po sitivos de forma simultánea para aCL, anti-B2GPI y LA o con SLE tie nen riesgo de padecer episodios trombóticos y se tratan con 80 mg dia rios de ácido acetilsalicílico. Algunos sujetos con APS y pacientes con CAPS muestran crisis trombóticas recidivantes a pesar de recibir anticoagulantes apropiados. En tales casos, puede ser beneficiosa la administración de IVIg a razón de 400 mg/kg al día durante 5 días. Los individuos con CAPS que se tratan en la unidad de cuidados intensivos no pueden recibir warfari na; en tal situación, habrá que utilizar dosis terapéuticas de heparina de bajo peso molecular. En el caso de trombocitopenia y síndrome de trombosis inducidas por heparina, son eficaces los inhibidores del fac tor X activado, ligado a fosfolípidos, como fondaparinux a razón de 7.5 mg por vía SC todos los días o rivaroxabán, en dosis de 10 mg adminis trados a diario por VO. Los fármacos mencionados se administran en dosis fijas y no necesitan vigilancia constante; no se ha definido con precisión su inocuidad en el primer trimestre del embarazo. AGRADECIMIENTO El autor desea agradecer al Dr. P.G. Vlachoyiannopoulos sus aportaciones a este capítulo en la edición previa . ■ LECTURAS ADICIONALES ANDRADE D, TEKTONioou M: Emerging therapies in antiphospholipid syn drome. Curr Rheumatol Rep 18:22, 2016. MERASHLI Met al.: Antiphospholipid syndrome: An update. Eur J Clin In vest 45:653, 2015. 351 Artritis reumatoide Ankoor Shah, E. William St. Clair INTRODUCCIÓN I 1 I La artritis reumatoide (RA, rheumatoid arthritis) es una enfermedad infla matoria crónica de origen desconocido que se caracteriza por poliartritis simétrica y periférica y es la forma más común de artritis inflamatoria cró nica. Como la artritis reumatoide activa persistente ocasiona a menudo des trucción ósea y del cartílago articular con incapacidad funcional, es vital el diagnóstico y tratamiento temprano e intensivo de la enfermedad antes de que sobrevenga el daño. La artritis reumatoide es una enfermedad sisté mica que puede acompañarse de diversas manifestaciones extraarticulares, como fatiga, nódulos subcutáneos, afectación pulmonar, pericarditis, neu ropatía periférica, vasculitis y anomalías hematológicas, que deben tratar se en consecuencia. Los conocimientos acumulados en investigación básica y clínica en los últimos 20 años han revolucionado los paradigmas contemporáneos para el diagnóstico y el tratamiento de la RA. Se utilizan sistemáticamente jun- > ::s. .. .... ,.. .... .. CD s:: a, ,.. .... o. CD 2528 .... ::s = s» a s» ,.. o .. .... o u, -e: .. e, a a 2. o� .... n o u, 1 g,. .... s» g,. o u, ,, o .. .... ::s 1 ::s .... g,. s» g,. to con el factor reumatoide, los anticuerpos séricos contra péptidos citru linados cíclicos (anti-CCP, cyclic citrullinated peptides) como biomarcadores de importancia diagnóstica y pronóstica. Los progresos en las técnicas de imagen han ampliado la capacidad del clínico para detectar inflamación articular y destrucción en RA. Los aspectos teóricos de la enfermedad han evolucionado de modo importante, con la identificación de nuevos genes vinculados con la entidad patológica y de vías moleculares en la patogenia. Se ha apreciado la importancia relativa de los mecanismos mencionados, con los beneficios detectados de la nueva clase de tratamientos biológicos altamente individualizados y a base de moléculas pequeñas. A pesar de es tos progresos, los conocimientos incompletos de las vías desencadenantes de la enfermedad siguen siendo una barrera importante en la curación y . ; prevenc1on. En los últimos 20 años, han sucedido mejorías notables en los puntosfinales de la enfermedad. En el presente, hay una frecuencia cada vez me nor de las descripciones históricas de artritis invalidante. Gran parte de los avances se atribuye a los mayores recursos terapéuticos y la adopción de la intervención terapéutica temprana. Las modificaciones en los tratamien tos obligan a nuevas actitudes de los médicos de atención primaria, es de cir, la que exige el envío temprano de sujetos con artritis inflamatoria a un especialista reumatólogo, para el diagnóstico inmediato y el comienzo del tratamiento. Sólo si se sigue tal plan, los pacientes obtendrán los mejores resultados . MANIFESTACIONES CLÍNICAS La incidencia de RA aumenta entre los 25 y los 55 años de vida, periodo después del cual llega a un nivel de equilibrio hasta los 75 años de edad, para luego disminuir. Las manifestaciones iniciales típicamente son con secuencia de la inflamación de articulaciones, tendones y bolsas sinoviales. El paciente suele señalar rigidez matinal temprana en las articulaciones, que dura más de 1 h y que desaparece con la actividad física. De modo ca racterístico, las primeras articulaciones afectadas son las pequeñas de ma nos y pies. Los datos iniciales de la afectación articular pueden ser: mono articular, oligoarticular (cuatro articulaciones o menos) o poliarticular (más de cinco articulaciones), por lo común en una distribución simétrica. En el comienzo, en algunos sujetos con artritis inflamatoria habrá afectación de muy pocas articulaciones para clasificar el cuadro como artritis reumatoi de y así surge la artritis inflamatoria indiferenciada. Las personas con esta variante de la enfermedad que muy probablemente serán diagnosticadas con ella en fecha ulterior, tienen un número importante de articulaciones dolorosas al tacto e hinchadas; en ellas, se identifica el factor reumatoide (RF, rheumatoid factor) en suero o anticuerpos anti-CCP y la discapacidad física alcanza grandes niveles. Una vez establecida la entidad patológica de la RA, las articulaciones más afectadas suelen ser las del carpo, las metacarpofalángicas (MCP, me tacarpo phalangeal) y las interfalángicas proximales (PIP, proximal interpha langeal) (fig. 351-1). En la enfermedad, también puede haber afectación de articulaciones interfalángicas distales (DIP, distal interphalangeal), pero sue le ser manifestación de osteoartritis concomitante. El signo definitorio fre cuente de RA es la tenosinovitis de tendones flexores, lo cual hace que dis minuya el arco de movimiento, aminore la potencia de prensión y hace que los dedos asuman posturas de contractura. La destrucción progresiva de las articulaciones y las partes blandas puede ocasionar deformidades cró nicas e irreversibles. La desviación cubital es consecuencia de la subluxa ción de las articulaciones MCP, con subluxación de la falange proximal hacia la cara palmar de la mano. La hiperextensión de las articulaciones PIP con flexión de la articulación DIP (deformidad en "cuello de cisne"), flexión de la articulación PIP con hiperextensión de la articulación DIP (de formidad en "botonero") y la subluxación de la primera articulación MCP con hiperextensión de la primera articulación interfalángica (IP, interpha langea0 ( deformidad en línea Z) también pueden ser consecuencia de da ño de los tendones, cápsula articular y otras partes blandas de las articu laciones pequeñas. La inflamación de la apófisis estiloides del cúbito y la tenosinovitis del cubital anterior pueden ocasionar subluxación de la zona distal del cúbito, con lo cual surge un signo llamado "movimiento de tecla do de piano" de la apófisis estiloides de ese hueso. La afectación de articu laciones metatarsofalángicas (MTP, metatarsophalangeal) en los pies es un signo temprano de la enfermedad, pero por lo regular surge más tarde la inflamación crónica del tobillo y las regiones mesotarsianas, lo cual puede ocasionar el llamado pie planovalgo ("plano"). Las articulaciones grandes, que incluyen las de rodillas y los hombros, suelen alterarse ya en la fase establecida de la enfermedad, aunque quizá permanezcan asintomáticas durante muchos años desde el comienzo. La anomalía atlantoaxoidea de la columna cervical es un elemento im portante, por su capacidad de originar mielopatía compresiva y disfunción FIGURA 351-1 Hinchazón de articulaciones metacarpofalángicas e interfalángicas proximales en la artritis reumatoide. (© 2018, Cortesía del American Col/ege of Rheumatology lmage Bank.) neurológica. Las manifestaciones neurológicas raras veces constituyen sig nos o síntomas iniciales de la afectación de ambas vértebras, pero pueden evolucionar con el tiempo y mostrar inestabilidad progresiva de la primera vértebra cervical sobre la segunda. La prevalencia de subluxación atlanto axoidea ha disminuido en años recientes y aparece en <10% de los pacien tes. A diferencia de las espondiloartritis (cap. 355), la artritis reumatoide rara vez altera las columnas torácica y lumbar. Las anomalías radiográficas de la articulación temporomandibular surgen con frecuencia en perso nas con la entidad patológica, pero rara vez ocasionan síntomas importan tes o deficiencias funcionales. Durante la evolución clínica de la artritis reumatoide, incluso antes de que comience la fase de inflamación articular (fig. 351-2) aparecen mani festaciones extraarticulares hasta en 40% de los pacientes, incluso antes del inicio de la artritis. Los pacientes con mayor propensión a mostrarlas tie nen el antecedente de tabaquismo, comienzo temprano de discapacidad física notable y factor reumatoide positivo en suero o anticuerpos contra CCP. Entre las manifestaciones extraarticulares más observadas están nó dulos subcutáneos, síndrome de Sjogren secundario, nódulos pulmonares y anemia. Investigaciones recientes han señalado disminución en la inci dencia e intensidad de (por lo menos) algunas manifestaciones extraarticu lares, en particular el síndrome de Felty y la vasculitis. En las secciones siguientes, se describen con algún detalle las caracterís ticas sistémicas y extraarticulares más habituales de la artritis reumatoide. ■ SIGNOS Y SÍNTOMAS CONSTITUCIONALES Los signos y los síntomas de este tipo incluyen pérdida de peso, fiebre, fa tiga, malestar general, depresión y en los casos más graves, caquexia; éstos casi siempre reflejan un grado intenso de inflamación e incluso anteceden a la aparición de síntomas articulares. Por lo regular, la presencia de fiebre >38.3 ºC en cualquier momento de la evolución clínica debe despertar la sospecha de vasculitis sistémica (véase adelante) o infección. ■ NÓDULOS En 30 a 40% de los pacientes, aparecen nódulos subcutáneos y más a me nudo en quienes tienen actividad patológica muy intensa, el epítopo com partido vinculado con la enfermedad (véase adelante), factor reumatoide en suero positivo y signos radiográficos de erosiones articulares. Estudios de cohorte más recientes sugieren una reducción en la prevalencia de nó dulos subcutáneos, quizá relacionada con el tratamiento más temprano y con el uso de fármacos modificadores de la enfermedad. Los nódulos, al ser palpados, tienen consistencia firme y no son dolorosos; están adheri dos al periostio, a tendones o bolsas sinoviales y aparecen en zonas del esqueleto sometidas a traumatismo o irritación repetitiva, como antebra zo, prominencias sacras y tendón de Aquiles. También pueden manifes tarse en pulmones, pleuras, pericardio y peritoneo. De forma caracterís- Neurológica: mielopatía cervical Hematológicas: anemia de enfermedades crónicas, neutropenia, esplenomegalia, síndrome de � Oculares: queratoconjuntivitis seca, lli epiescleritis, escleritis y bronquiectasias por tracción. En ambos casos, en las pruebas de función pulmonar, se advierte un perfil restrictivo (p. ej., disminución de la ca pacidad pulmonar total) con reducción en la capacidad de difusión del monóxido de carbono (D Leo). La presencia de ILD conllevaun mal pro nóstico, que se asocia con incremento de 10% en la mortalidad. El pronóstico no es tan insatisfac torio como el de la fibrosis pulmonar idiopática (p. ej., la neumonitis intersticial usual) porque la ILD, que es consecuencia de RA, reacciona de manera más favorable que la ILD idiopática, a los inmunodepresores (cap. 287). Los nódulos pulmo nares pueden ser solitarios o múltiples. El síndro me de Caplan es una variedad infrecuente de no dulosis pulmonar que se caracteriza por la aparición de nódulos y neumoconiosis después de la expo sición a silicio. Otros signos pulmonares menos ha bituales incluyen bronquiolitis y bronquiectasias. .�---Bucales: xerostomía, periodontitis Felty, leucemia de linfocitos granulares grandes, linfoma Pulmonares: derrames pleurales, nódulos pulmonares, neumopatía intersticial, vasculitis pulmonar, neumonía "organizada" -� �����!--Cardiacas: pericarditis, cardiopatía isquémica, miocarditis, cardiomiotomía, arritmias e insuficiencia mitral Digestivas: vasculitis Renales: nefropatía membranosa, amiloidosis secundaria ■ MANIFESTACIONES CARDIACAS Óseas: osteoporosis Endocrinas: hipoandrogenismo La afectación de corazón más frecuente se loca liza en el pericardio. Sin embargo, en <10% de los sujetos con RA aparecen manifestaciones clí nicas de la pericarditis, a pesar del hecho de que puede detectarse la afectación pericárdica prácti camente en 50% de estos pacientes, por medio de ecocardiograma o en estudio de necropsia. La car diomiotomía, que constituye otra manifestación clínicamente importante de RA, puede ser conse cuencia de la miocarditis necrosante o la granulo matosa, de arteriopatía coronaria o de disfunción diastólica. Asimismo, dicha alteración puede ser subclínica y se identifica sólo por ecocardiografía o MRI del corazón. En contadas ocasiones el mio cardio puede tener nódulos reumatoides o estar infiltrado por amiloide. El reflujo mitral constitu ye la valvulopatía más común en RA y tiene una frecuencia mayor que la observada en la pobla ción general. �-cutáneas: nódulos reumatoides, púrpura y piodermia gangrenosa FIGURA 351-2 Manifestaciones extraarticulares de la artritis reumatoide. tica, los nódulos son benignos aunque pueden ser parte de un cuadro de infecciones, úlceras y gangrena. ■ SÍNDROME DE SJOGREN El síndrome secundario de Sjogren (cap. 354) se define por la presencia de queratoconjuntivitis seca o xerostomía, que acompañan a otras conjunti vopatías, como la artritis reumatoide. En promedio, 10% de los individuos con RA tiene el síndrome secundario de Sjogren. ■ MANIFESTACIONES PULMONARES La pleuritis, es la manifestación pulmonar más común de RA, puede pro ducir dolor pleurítico y disnea y también frote pleural y derrame. El derra me pleural tiende a ser exudativo con cantidades mayores de monocitos y neutrófilos. La variante de neumopatía intersticial (ILD, interstitial lung di sease) también puede aparecer en sujetos con RA y es anticipada por sig nos, como tos seca y falta progresiva de aire (disnea). La ILD puede vincu larse con el tabaquismo, y por lo regular se identifica en individuos con una mayor actividad patológica, aunque se puede diagnosticar incluso en 3.5% de pacientes antes de que se manifiesten los síntomas articulares. Estudios recientes han demostrado la prevalencia general de ILD en artritis reuma toide de hasta 12%. El diagnóstico se plantea fácilmente por medio de los datos de CT de alta resolución del tórax, que muestra opacificación infil trativa en la periferia de ambos pulmones. La neumonía intersticial usual (UIP, usual interstitial pneumonia) y la neumonía intersticial inespecífica (NSIP, non-specific interstitial pneumonia) son los principales patrones his tológicos y radiológicos de la ILD. La UIP causa cicatrización progresiva de los pulmones que produce cambios en la CT de tórax con un patrón en panal de abejas en la periferia y en las porciones inferiores de los pulmo nes. Por el contrario, los cambios radiográficos más comunes en NSIP son opacidades bilaterales y relativamente simétricas, en vidrio despuli do, con un patrón reticular fino asociado con disminución de volumen ■ VASCULITIS En forma típica la vasculitis reumatoide (cap. 356) aparece en personas con enfermedad muy dura dera, positividad de RF en suero, e hipocomple- mentemia. La incidencia global disminuyó significativamente en la última década, a <1 % de los pacientes. Los signos cutáneos varían e incluyen petequias, púrpura, infartos de dedos, gangrena, livedo reticular y, en ca sos graves, úlceras grandes y dolorosas de extremidades inferiores. Las úlceras vasculíticas, difíciles de diferenciar de las causadas por insuficiencia venosa, se pueden tratar con buenos resultados con inmunodepresores (que obligan al uso de citotóxicos en casos graves) y también por injertos de piel. Tal vez surjan polineuropatías sensitivomotoras, como la mono neuritis múltiple, junto con la vasculitis reumatoide sistémica. ■ MANIFESTACIONES HEMATOLÓGICAS En enfermos de RA, suele surgir anemia normocítica normocrómica y es la anomalía más frecuente de la sangre. El grado de anemia corresponde al de la inflamación y también se relaciona con las concentraciones séricas de proteína C reactiva (CRP, C-reactive protein) y velocidad de eritrosedimen tación (ESR, erythrocyte sedimentation rate). En la RA, puede haber recuen tos mayores de plaquetas, porque se trata de un reactivo de fase aguda. En la enfermedad, es rara la trombocitopenia mediada por mecanismos in munitarios. El síndrome de Felty se define por la tríada clínica de neutropenia, es plenomegalia y RA nodular y se observa en <1 % de los pacientes, aunque la incidencia al parecer ha disminuido gracias a la estrategia terapéutica más intensiva de las artropatías. De manera típica, afecta en las etapas tardías de la RA grave, y es más frecuente en caucásicos que en otros gru pos raciales. La leucemia de linfocitos granulares grandes T (T-LGL, T cell large granular lymphocyte leukemia) puede tener un cuadro clínico inicial similar y a menudo aparece junto con RA. La T-LGL se caracteriza por proliferación clonal crónica inconstante de células LGL, que ocasiona neu tropenia y esplenomegalia. A diferencia de lo observado en el síndrome de Felty, la T-LGL puede aparecer de manera temprana en la evolución de 2529 > ::s. .. .... ,.. .... .. CD s:: a, ,.. .... o. CD 2530 RA. La leucopenia independiente de tales trastornos es poco común y por .... ::s = s» s» ,.. o .. .... o u, -e: .. e, a a 2. o� .... n o u, g,. .... s» g,. o u, ,, o .. .... ::s ::s .... g,. s» g,. lo regular proviene de la f armacoterapia. ■ LINFOMA Los datos de grandes estudios de cohortes han indicado un incremento de dos a cuatro veces en el riesgo de linfoma en sujetos con RA en compara ción con lo observado en la población general. El tipo histopatológico más común de linfoma es el difuso de linfocitos B grandes. El peligro de que surja linfoma aumenta si la persona muestra una notable actividad patoló gica ( de la enfermedad) o el síndrome de Felty. ■ ENTIDADES PATOLÓGICAS CONCOMITANTES Además de las manifestaciones extraarticulares, algunos padecimientos que se acompañan de RA contribuyen a la morbilidad y la mortalidad del trastorno. Es importante mencionarlos porque modifican el tratamiento de la enfermedad crónica. Enfermedades cardiovasculares Son la causa más frecuente de muer te en individuos con RA. La incidencia de arteriopatía coronaria y de ateros clerosis carotídea es mayor en las personas que tienen dicho padecimiento que en la población general, incluso después de controlar los factores co munes de riesgo cardiaco, como hipertensión, obesidad, hipercolesterole mia, diabetes y tabaquismo. Además, la insuficiencia cardiaca congestiva ( que incluye disfunción sistólica y diastólica) aparece con frecuenciacasi dos veces mayor en personas con RA que en la población general. La pre sencia de concentraciones mayores de marcadores inflamatorios séricos al parecer confiere mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en dicha po blación. Osteoporosis La osteoporosis es más frecuente en personas con RA que en la población de edad y género iguales y las tasas de prevalencia son de 20 a 30%. El "entorno" inflamatorio de la articulación probablemente se propaga al resto del organismo e induce pérdida ósea generalizada, al activar los osteoclastos. También contribuyen a la osteoporosis factores, como el empleo de glucocorticoides por largo tiempo y la inmovilidad por la discapacidad. Hay mayor posibilidad de que surjan fracturas de la ar ticulación coxofemoral en los individuos con RA y representan elementos anticipatorios importantes de agravamiento de la discapacidad y de la tasa de mortalidad con dicha enfermedad. Hipoandrogenismo Los varones y las posmenopáusicas con artritis reumatoide tienen menores concentraciones séricas medias de testostero na, hormona luteinizante (LH, luteinizing hormone) y dehidroepiandroste rona (DHEA, dehydroepiandrosterone) en comparación con las poblaciones testigo. Por tal razón, se planteó la hipótesis de que el hipoandrogenismo interviene en la patogenia de la RA o sea consecuencia de la respuesta inflamatoria crónica. También es importante saber que las personas que Antepasados europeos: HLA-DRB1: *0401 *0404 *0301 *0101 PTPN22: europeos STAT 4: estadounidenses TNFAIP3: estadounidenses TRAFI/CF: estadounidenses CTLA4: europeos Antepasados asiáticos HLA-DRB1: *0401 (este de Asia) *0405 *0901 Uaponeses, malasios y coreanos) PADl4 CD244 Otros: CD40 Estados 0.7-1.3% Brasil: 0.4-1.4% reciben por largo tiempo glucocorticoides pueden presentar hipoandro genismo, por inhibición de la secreción de LH y hormona foliculoestimu lante (FSH, follicle-stimulating hormone) por la hipófisis. Los niveles bajos de testosterona pueden culminar en osteoporosis, y por tal razón, los varo nes con hipoandrogenismo pueden ser considerados como elegibles para recibir andrógeno como medio de reposición. EPIDEMIOLOGÍA La artritis reumatoide a escala mundial afecta 0.5 a 1 % de la población de adultos. Hay pruebas de que en decenios recientes ha disminuido la inci dencia global de RA y la prevalencia continúa igual, porque los sujetos con la enfermedad viven más tiempo. La incidencia y la prevalencia de RA va rían con la localización geográfica, en sentido global y en algunos grupos étnicos dentro de un país (fig. 351-3). Por ejemplo, en algunos estudios, las tribus estadounidenses nativas Yakima, Pima y Chippewa muestran tasas de prevalencia cercanas a 7%. A diferencia de ello, muchos estudios pobla- ,, cionales de Africa y Asia indican tasas de prevalencia de RA menores, en límites de 0.2 a 0.4 %. A semejanza de otras muchas enfermedades autoinmunitarias, la RA afecta con mayor frecuencia a mujeres que a varones, con una proporción de 2 a 3:1. Como dato interesante, los datos de investigaciones de RA en ,, algunos países de Latinoamérica y Africa indican un predominio todavía mayor de la enfermedad en mujeres, en comparación con varones, con pro porciones de 6 a 8:1. Ante dicha preponderancia del género femenino, se han planteado teorías que explican la participación posible del estrógeno en la patogenia de la enfermedad. Muchas de las teorías se orientan a la participación de los estrógenos para intensificar la respuesta inmunitaria. Por ejemplo, algunas investigaciones experimentales han indicado que el estrógeno estimula la producción del factor de necrosis tumoral a (TNF-a), una citocina importante en la patogenia de la RA. CONSIDERACIONES GENÉTICAS Por más de 30 años, se ha reconocido que los factores genéticos con tribuyen a la aparición e intensidad de RA. La posibilidad de que un pariente de primer grado de un enfermo comparta el diagnóstico de RA es dos a 10 veces mayor que en la población general. Sin embargo, subsiste incertidumbre en cuanto al grado en que la genética interviene en los mecanismos causales de RA. El patrón de herencia se encuentra en el intervalo de 40 a 50% y tiene casi la misma proporción de individuos con anticuerpos positivos y negativos. El cálculo de la influencia genética pue de variar de un estudio a otro, a causa de las interacciones del gen con el entorno. Los alelos que confieren de modo indudable el máximo riesgo de RA están dentro del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC, majar his- Noruega: 0.4% 1no Unid -1.1% España: 0.2-0.8% Jamaica: 1.9-2.2% Liberia: 2-3% Sudáfrica: 2.5-3.6% �li-l Bulgaria: Grecia: 0.3-1% 0.2-0.6% Arabia Saudita 0.1-0.2% Lesotho: 1. 7-4.5% India: 0.1-0.4% Java: 0.1-0. Japón: 0.2-0.3% Hong Kong: 0.1-0.5% FIGURA 351-3 Tasas de prevalencia global de artritis reumatoide (RA) con relación genética. Se incluyen en esta selección los principales alelos genéticos relacionados con RA. Las mutaciones del antígeno leucocítico humano (HLA)-DRB1 aparecen de forma global, pero algunos alelos se han vinculado con RA sólo en algunos grupos étnicos. tocompatibility complex). Se ha calculado que 13% del riesgo genético de RA se encuentra en el interior de dicho locus. Gran parte del riesgo (probable mente no todo) depende de la variación alélica en el gen HLA-DRBl que codifica la molécula en la cadena B de MHCII. Los alelos de HLA-DRBl, que se vinculan con la enfermedad, comparten una secuencia de ami noácidos en posiciones 70-74 en las terceras regiones hipervariables de la cadena de HLA-DRB, llamada epítopo compartido (SE, shared epitope). La persona que porta los alelos SE genera anticuerpos contra CCP y mues tra un peor pronóstico. Algunos de estos alelos HLA-DRBl conllevan un elevado riesgo de enfermedad (*0401), en tanto que en otros el riesgo es más moderado (*0101, *0404, *1001 y *0901). Como aspecto adicional, se observa variación regional. Por ejemplo, en Grecia, en que la frecuencia de RA al parecer es menor que la que prevalece en países del occidente de Europa, la susceptibilidad a mostrar RA se ha vinculado con el alelo SE *0101. En comparación, los alelos *0401 o *0404 se detectan en 50 a 70% de sujetos del norte de Europa y constituyen los alelos de riesgo predomi nantes en dicho grupo. Los alelos SE susceptibles a mostrar la enferme dad, y que son más comunes en asiáticos y en particular japoneses, corea nos y chinos, son *0405 y *0901. Por último, la sensibilidad para padecer la enfermedad en poblaciones estadounidenses nativas, como los indios Pima y Tlingit en que la prevalencia de RA puede alcanzar 7%, se relaciona con el alelo SE *1042. El riesgo de RA que confieren dichos alelos SE es menor en afroestadounidenses e hispanoestadounidenses que en perso nas con antepasados europeos. Los estudios de vinculación a nivel del genoma ( GWAS, genomic wide association studies) han permitido la identificación de algunos genes sin relación con MH C que contribuyen a la sensibilidad de padecer RA. Los GWAS se basan en la detección de polimorfismos de un solo nucleótido (SNP, single-nucleotide polymorphisms), que permiten el estudio de la estruc tura genética de enfermedades complejas, como la artritis reumatoide. Den tro del genoma humano, se identifican unos 10 millones de SNP comunes que consisten en 3 000 millones de pares de bases. Por norma, los GWAS identifican sólo las variantes frecuentes, en particular aquellas cuya frecuen cia es >5% en la población general. De forma global, han surgido algunos aspectos interesantes de los es tudios GWAS en RA. En primer lugar, algunos de los loci que no perte necen a MHC identificados como alelos de riesgo de RA ejercen sólo un efecto pequeño en tal variable (riesgo); también contribuyen al riesgo de que surjan otras enfermedades autoinmunitarias, como diabetes mellitus tipo 1, lupus eritematoso sistémicoy esclerosis múltiple. En segundo lu gar, aunque muchos de los vínculos diferentes de HLA se han descrito en personas con anticuerpos positivos contra CCP, se conocen algunos loci de riesgo que son peculiares de la enfermedad sin anticuerpos contra CCP. En tercer lugar, los alelos de riesgo varían de un grupo étnico a otro. En cuarto lugar, los loci de riesgo se sitúan más bien en genes que codifican proteínas que intervienen en la regulación de la respuesta inmunitaria. Sin embargo, los alelos de riesgo identificados por GWAS sólo explican en la actualidad casi 5% del riesgo genético, y ello sugiere que quizá se identifi quen variantes raras de otras clases de variantes de DNA como las que se observan en el número de copias que contribuyen en grado significativo al modelo de riesgo global. En fecha reciente, datos atribuibles a SNP obtenidos de un metaanáli sis de GWAS indicaron sustituciones de aminoácidos en el locus de MH C vinculado independientemente con el riesgo de RA, situado en las posi ciones 11, 71 y 74 en HLA-DRBl; la posición 9 de HLA-B y la posición 9 de HLA-DPBl. Los aminoácidos en posiciones 11, 71 y 74 están en el surco de unión antigénica de la molécula de HLA-DRBl, lo cual destaca que las po siciones 71 y 7 4 formaron parte del epítopo original "compartido". Entre los mejores ejemplos de genes fuera de MHC que contribuyen al riesgo de RA, está el gen que codifica la proteína tirosina fosfatasa fuera del receptor 22 (PTPN22); este gen muestra frecuencia variable de un pa ciente a otro en diferentes partes de Europa (p. ej., de 3 a 10%), pero no se le identifica en personas con antepasados del Lejano Oriente. PTPN22 co difica tirosina fosfatasa linfoide, proteína que regula la función de linfoci tos T y B. La herencia del alelo de riesgo relativo a PTPN22 produce una ganancia de función en la proteína que, según hipótesis, culminaría en la selección anormal de linfocitos autorreactivos T y B por parte del timo, y al parecer se vincula exclusivamente con una enfermedad con positividad de anticuerpos contra CCP. Otro alelo de riesgo que codifica una enzima que interviene en la conversión de arginina a citrulina y que, según algu nos planteamientos, interviene en la aparición y evolución de anticuerpos contra antígeno citrulinado, es el gen de peptidil arginina deiminasa de tipo IV (PADJ4). Sólo en poblaciones asiáticas el polimorfismo de dicho gen se ha vinculado con RA. En fecha reciente se demostró polimorfismo en la apolipoproteína M (APOM) en población de Asia oriental con incre- mento en el riesgo de artritis reumatoide y dislipidemias, independiente de la actividad de la artritis reumatoide. La epigenética es el estudio de rasgos hereditarios que modifican la expresión génica, pero no alteran la secuencia de DNA. Podría aportar un vínculo entre la exposición ambiental y la predisposición a mostrar la en fermedad. Los mecanismos más estudiados incluyen las modificaciones de histona después de traducción, y la metilación de DNA. Son escasos los estudios de fenómenos epigenéticos, pero se ha demostrado que los per files de metilación de DNA difieren entre los sujetos con RA y los testi gos sanos, y también son diferentes en pacientes con osteoartritis. Los microRNA son fragmentos de RNA no codificante que funcionan como reguladores postranscripcionales de la expresión génica y representan me canismos epigenéticos adicionales que podrían influir en las respuestas celulares. Se han identificado varios microRNA que contribuyen al fenoti po activado de los fibroblastos sinoviales, como miR146a o miR155. FACTORES DEL ENTORNO Además de la predisposición genética se ha dicho que en la patogenia de RA intervienen muy diversos factores del entorno y de ellos, el más repro ducible es el tabaquismo. Innumerables estudios de cohorte y con testigos han demostrado que tal adicicón confiere un riesgo relativo de que aparez ca RA, de 1.5 a 3.5. En particular, las mujeres que fuman cigarrillos tienen un riesgo de casi 2.5 veces mayor, de presentar RA, riesgo que persiste incluso 15 años después de interrumpir el consumo de tabaco. El gemelo que fuma está expuesto a un riesgo significativamente mayor de RA que su gemelo monocigoto, y en teoría tendría el mismo riesgo genético que el que no fuma. Como dato interesante el riesgo proveniente del tabaquismo se centra casi exclusivamente en RF y en enfermedad con anticuerpos con tra CCP positivos. Sin embargo, no se ha demostrado que la interrupción del tabaquismo, a pesar de que tiene muchos beneficios en la salud, mejo re la actividad patológica. Los investigadores han comenzado a buscar de manera intensiva cau sas infecciosas de RA después de que en 1931 se descubrió que el suero de sujetos con dicha enfermedad aglutinaba cepas de estreptococos. Algu nos virus, como el de Epstein-Barr (EBV, Epstein-Barr virus), han generado enorme interés en los últimos 30 años por su amplísima distribución, ca pacidad de persistir muchos años en el hospedador y vinculación frecuen te con manifestaciones artríticas. Por ejemplo, los títulos de anticuerpo IgG contra antígenos de EBV en sangre periférica y saliva son notablemen te más abundantes en individuos con RA que en la población general. Se ha detectado DNA de EBV en el líquido sinovial y en células sinoviales de enfermos con RA. Las pruebas de dichos vínculos en gran medida son cir cunstanciales y por ello ha sido posible implicar directamente a la infección como causa de la artritis reumatoide. Estudios recientes sugieren que la periodontitis puede participar en la patogenia de la artritis reumatoide. Múltiples estudios proporcionan evi dencia de un vínculo entre la artritis reumatoide con anticuerpos positivos contra CCP, el tabaquismo, enfermedad periodontal y el microbioma bu cal, en específico Porphyromonas gingivalis. Se ha emitido la hipótesis de que la respuesta inmunitaria contra P. gingivalis puede desencadenar el de sarrollo de artritis reumatoide y que la inducción de los anticuerpos contra CCP es consecuencia de la citrulinación de residuos de arginina en tejidos humanos por acción de la enzima peptidil arginina deiminasa (PAD). P. gingivalis es la única bacteria bucal conocida que porta esta enzima. Algu nos estudios han demostrado una relación entre los anticuerpos circulan tes contra P. gingivalis y la artritis reumatoide, así como la relación entre esos anticuerpos y los familiares de primer grado con riesgo para esta en fermedad. HISTOPATOLOGÍA La RA afecta el tejido sinovial, el cartílago y el hueso subyacentes. La mem brana sinovial que cubre gran parte de las superficies articulares, vainas tendinosas y bolsas, de modo normal consiste en una capa fina de tejido conjuntivo. En las articulaciones, ésta queda enfrente del hueso y el cartí lago, "une" las superficies óseas contrarias y se inserta en las regiones pe riósticas cercanas al cartílago articular; se compone de dos tipos celulares que son los sinoviocitos tipo A (derivado de macrófagos) y los sinoviocitos tipo B (derivado de fibroblastos). Los fibroblastos sinoviales constituyen los componentes más abundantes y producen los compuestos estructura les de las articulaciones, que abarcan colágeno, fibronectina y laminina, así como otros constituyentes extracelulares de la matriz sinovial. La capa que está debajo del revestimiento consiste en vasos sanguíneos y unas cuantas células mononucleares dentro de una trama laxa de tejido conjuntivo. El líquido sinovial, que es un ultrafiltrado de la sangre, se difunde por el teji do subsinovial, a través de la membrana sinovial y de ahí al interior de la 2531 > ::s. .. .... ... .... fn .. CD s:: • ... .... CD 2532 .... ::s = IV o ... .... o u, '<... CD s:: B a 2. o� \Q .... n o u, ¡! o..... IV o. o u, '1' o ... .... ::s 1 ::s .... o. IV o. cavidad articular; sus compuestos constitutivos principales son hialuronano y lubricina. El primero es un glucosaminoglucano que contribuye a la naturaleza viscosa del líquido sinovial y, junto con la lubricina, lubrica la superficie del cartílago articular. Los signos patológicos definitorios de la RA son la inflamación y la proliferación sinoviales, las erosiones focales de hueso y el adelgazamien to del cartílago articular. La inflamación crónica causa hiperplasia de la membrana sinovial y la formación de pannus, una membrana celular en grosada que contiene sinoviocitos del tipo de los fibroblastos y tejido fibra vascular reactivo a la granulación que invade el cartílago y el hueso subya cente. El infiltrado inflamatorio está compuesto de no menos de seis tipos celulares: linfocitos T y B, plasmacitos, células dendríticas, células cebadas y en menor proporción, granulocitos. Los linfocitos T abarcan 30 a 50% de la infiltración y otras células explican el resto; la organización topográfica de éstos es compleja y varía de un paciente a otro con RA. Muy a menudo, los linfocitos están organizados de manera difusa entre las células "resi dentes" hísticas; sin embargo, en algunos casos, los linfocitos B y T y las células dendríticas forman niveles mayores de organización, como folícu los linfoides y estructuras similares a centros germinales. Los factores de crecimiento secretados por fibroblastos y macrófagos sinoviales inducen la formación de vasos sanguíneos nuevos en la capa sinovial inferior y se encargan de aportar sangre para satisfacer las mayores necesidades de oxí geno y nutrición exigidas por los linfocitos infiltrantes y el tejido sinovial . / en expans1on. El daño estructural al cartílago mineralizado y al hueso subcondral es mediado por el osteoclasto, célula gigante multinucleada que se identifi ca por su expresión de CD68, por fosfatasa ácida resistente a tartrato, por la catepsina K y el receptor de calcitonina. Surge en la zona limítrofe de pannus y hueso y al final forma lagunas de resorción. Tales lesiones se lo calizan de manera típica en el sitio en que la membrana sinovial se inserta en la superficie perióstica en los bordes de los huesos cercanos al reborde de cartílago articular y en los sitios de fijación de ligamentos y vainas ten dinosas. Dicho fenómeno posiblemente explica por qué las erosiones en huesos suelen aparecer en sitios radiales de las articulaciones MCP yux tapuestos a los sitios de inserción de tendones, ligamentos colaterales y membrana sinovial. Otra forma de pérdida ósea es la osteopenia periar ticular que surge en articulaciones con inflamación activa. Se ha acompa ñado de adelgazamiento sustancial de las trabéculas óseas, en las metáfisis de huesos y puede ser consecuencia de inflamación de la cavidad de la médula ósea. Estas lesiones se identifican en las MRI, en las cuales se ma nifiestan en la forma de alteraciones de señales en la médula ósea junto a las articulaciones inflamadas. Su señal, de manera característica, indica que tienen abundante agua y poca grasa y son compatibles con tejido in flamatorio fuertemente vascularizado. Las lesiones de médula ósea suelen ser el fenómeno anticipatorio de las erosiones de hueso. La capa cortical que separa la médula ósea del pannus invasor es rela tivamente delgada y sensible de penetración por parte de la membrana sinovial inflamada. Las lesiones de médula ósea que se identifican en las MRI, se acompañan de una respuesta endóstica que se caracteriza por la acumulación de osteoblastos y depósito de osteoide. Por tanto, en años recientes, el concepto de patología articular en RA se ha ampliado de mo do que incluya la cavidad de la médula ósea. Por último, la osteoporosis generalizada que es consecuencia del adelgazamiento del hueso trabecu lar en todo el cuerpo es una tercera modalidad de osteopenia observada en pacientes de RA. El cartílago articular es tejido avascular compuesto de matriz especia lizada de colágenos, proteoglucanos y otras proteínas; está organizado en cuatro regiones precisas que son las zonas del cartílago superficial, medio, profundo y calcificado y los condrocitos constituyen la única célula que compone dichas capas. En los estudios originales, se consideraba que el cartílago es tejido inerte, pero se sabe que es tejido altamente reactivo y que reacciona a los mediadores de inflamación y factores mecánicos los que, a su vez, alteran el equilibrio entre la anabolia y la catabolia del cartílago. En la RA, las áreas iniciales de degradación del cartílago están yuxtapuestas al pannus sinovial. La matriz cartilaginosa se caracteriza por la pérdida generalizada de proteoglucano, que es más identificable en las zonas su perficiales junto al líquido sinovial. La degradación del cartílago también se manifiesta en la zona pericondrocítica y en regiones vecinas al hueso subcondral. PATOGENIA Es posible que los mecanismos patógenos de la inflamación sinovial sean consecuencia de una interrelación compleja de factores genéticos, ambien tales e inmunitarios que origina disregulación del sistema inmunitario y una transgresión de la autotolerancia (fig. 351-4). No se han dilucidado con precisión los elementos que desencadenan los activadores y los facto res genéticos y ambientales que alteran el sistema inmunitario. Sin embar go, se han acumulado conocimientos cada vez más detallados de la imagen molecular de los mecanismos en que se basan las respuestas inflamatorias crónicas y la destrucción del cartílago articular y del hueso. En la RA al parecer la fase preclínica se caracteriza por transgresiones o soluciones de continuidad de la autotolerancia. Dicha idea se ha reforza do por el hallazgo de que autoanticuerpos como los del RF y contra CCP se pueden identificar en el suero de pacientes, muchos años antes de que se manifieste y detecte la enfermedad clínica. Sin embargo, los puntos de acción antigénicos de tales anticuerpos contra CCP y RF no se restrin gen a las articulaciones, y sigue siendo punto de especulación su parti cipación en la patogenia de la enfermedad. Los anticuerpos contra CCP se dirigen contra péptidos desaminados, que son consecuencia de la modifi cación después de la traducción, por parte de la enzima PADI4. Recono cen reacciones que contienen citrulina en diversas proteínas de matriz co mo filagrina, queratina, fibrinógeno y vimentina y aparecen en mayores niveles en el líquido sinovial, que en el suero. Se identifican otros autoan ticuerpos en una minoría de pacientes de RA, aunque también se detectan en el marco de otros tipos de artritis. Se ligan a un conjunto diverso de au toantígenos que comprenden el colágeno tipo II, gp-39 de cartílago de hu manos, agrecan, calpastatina, BiP (proteína ligadora de inmunoglobulina) y glucosa-6-fosfato isomerasa. En teoría, los estimulantes ambientales podrían "sinergizar" a otros fac tores para hacer que se manifieste la inflamación en la RA. Las personas que fuman tienen mayor citrulinación de proteínas en el líquido broncoal veolar que las que no fuman. Por esa razón, se ha planteado que la expo sición a largo plazo al humo de tabaco podría inducir la citrulinación de proteínas celulares en los pulmones y estimular la excreción de un neoepí topo capaz de inducir autorreactividad, situación que a su vez ocasionaría la formación de complejos inmunitarios y la inflamación articular. La ex posición a polvo de silicona y aceite mineral que poseen efectos "coadyu vantes" se ha vinculado también con mayor peligro de que surja RA con anticuerpos contra CCP positivos. De la misma forma, los patógenos pe riodontales, como P. gingivalis, pueden tener una función patógena y con tribuir a la citrulinación de las proteínas celulares en la cavidad bucal. Además del posible vínculo entre el microbioma bucal y la artritis reuma toide, los investigadores están poniendo su atención en la microbiota in testinal y si la alteración de su composición puede predisponer a la enfer medad. Cabría plantearse la formaen que los microorganismos o sus produc tos participan en los fenómenos desencadenantes de la RA. El sistema inmunitario es alertado respecto de la presencia de infecciones microbia nas, por medio de los receptores tipo Toll (TLR, Toll-like receptors). Se cono cen unas 10 variantes de TLR en seres humanos que reconocen diversos productos microbianos que incluyen los lipopolisacáridos de la superficie de las bacterias y las proteínas de choque térmico (TLR4), lipoproteínas (TLR2), virus bicatenarios de RNA(TLR3) y DNA de CpG no metilado, de bacterias (TLR9), TLR2, -3 y -4 expresados de modo abundante por fibro blastos sinoviales en las etapas incipientes de RA y cuando se unen a sus ligandos que incrementan la producción de citocinas proinflamatorias. Tales fenómenos podrían amplificar las vías inflamatorias de RA, pero no se ha dilucidado la participación específica de los TLR en la patogenia de la enfermedad. La patogenia de RA se basa en el concepto de que los linfocitos T auto rreactivos inducen la respuesta inflamatoria crónica. En teoría, éstos po drían surgir en la artritis reumatoide, de una selección central anormal (tímica) por defectos de la reparación de DNA, que originan un desequili brio entre la muerte y la vida de los linfocitos T o de anomalías en el apa rato de señales celulares que disminuyen el umbral de activación de linfo citos T. De modo similar, la selección alterada del repertorio de linfocitos T en la periferia podría causar "transgresión" o pérdida de la tolerancia de los linfocitos T. Los datos a favor de tales teorías se han obtenido de estu dios de artritis en modelos murinos. No se ha demostrado que los indivi duos con RA posean una selección tímica alterada de linfocitos T o anoma lías en las vías apoptóticas que regulan la muerte celular. Es probable que por lo menos la moderada estimulación en el interior de la articulación, causada por el hecho de que los linfocitos T en la membrana sinovial ex presan un fenotipo de superficie, indique la exposición antigénica previa y muestre datos de expansión clona!. Como aspecto de interés, los linfoci tos T de sangre periférica obtenidos de individuos con RA muestran un signo característico (huella) de envejecimiento prematuro que afecta de mo do predominante a los linfocitos T "vírgenes" o que no habían tenido con tacto con antígenos. En estos estudios, los datos más interesantes han sido la desaparición de las secuencias teloméricas y la disminución del número IFN-y, TNF-a Li nf oto xi na-� RF, Anti-CCP Ab �1 y� �ti ti IL15, GM-CSF, TNF-a /:FN-y, -�-- L17 IL-6 IL-8 ' IL-1 IL-6 IL-18 ' ' Pre-08 I o IL-17 A, IL-17F, TNF-a IL-6 ' ' GM-CSF FGF, TGF-� "------..MMP TH \ I - St l RANK-L L ' 1 �0PG "' f(]RANK Pre-OC "------.. Catepsina K FIGURA 351-4 Mecanismos fisiopatológicos de la inflamación y la destrucción articular. La predisposición genética junto con factores del entorno pueden inducir la apari ción de artritis reumatoide (RA) con activación ulterior de linfocitos T de la membrana sinovial. Los linfocitos T CD4+ se activan por intervención de células presentadoras de antígeno (APC), gracias a interacciones entre el receptor de linfocitos T y el antígeno del péptido de complejo de histocompatibilidad de clase 11 (MHC) (señal 1) con estimula ción conjunta a través de la vía de CD28-CD80/86 así como otras vías (señal 2). En teoría, los ligandos que se unen a los receptores tipo Toll (TLR) pueden estimular todavía más la activación de APC dentro de la articulación. Los linfocitos T CD4+ sinoviales se diferencian en linfocitos T H 1 y T H 17 y cada uno tiene características propias de citocinas. A su vez, los linfocitos T H CD4+ activan los linfocitos By, de ellos, algunos están destinados a diferenciarse en plasmocitos productores de autoanticuerpos. Complejos inmu nitarios, posiblemente compuestos de factores reumatoides (RF) y anticuerpos, contra péptidos citrulinados cíclicos (CCP) que pueden formarse dentro de la articulación y ac tivar la vía del complemento y amplificar la inflamación. Los linfocitos efectores T estimulan a los macrófagos sinoviales (M) y los fibroblastos (SF) para secretar mediadores proinflamatorios, entre los cuales está el factor de necrosis tumoral a (TNF-a) y este último factor incrementa el número de moléculas de adherencia en las células endotelia les y así induce la penetración de leucocitos en la articulación. También estimula la producción de otros mediadores inflamatorios, como las interleucinas 1 (IL-1), IL-6 y el fac tor estimulante de colonias de granulocitos-macrófagos (GM-CSF). El TNF-a también tiene una función decisiva para regular el equilibrio entre la osteólisis y la osteogénesis; incrementa la expresión dickkopf-1 (DKK-1) para después internalizar los receptores de Wnt en precursores de osteoblastos. Wnt es un mediador soluble que induce la osteo blastogénesis y la formación de hueso. En la artritis reumatoide, queda inhibida la formación de hueso a través de la vía de Wnt tal vez por la acción de las mayores concen traciones de DKK-1. El TNF-a, además de impedir la formación de hueso, estimula la osteoclastogénesis. Sin embargo, por sí mismo no basta para inducir la diferenciación de precursores de osteoclastos (Pre-OC) hasta llegar a osteoclastos activados capaces de erosionar el hueso. La diferenciación en osteoclastos obliga a contar con el factor es timulante de colonias de macrófagos (M-CSF) y el activador de receptor del factor nuclear KB (RANKL) que se une a RANK en la superficie de Pre-OC. El activador de receptor de ligando del factor nuclear KB (RANKL) dentro de la articulación proviene más bien de células de estroma, fibroblastos sinoviales y linfocitos T. La osteoprotegerina (OPG) actúa como un receptor "simulado" de RANKL y con ello inhibe la osteoclastogénesis y la osteólisis. FGF, factor fibroblástico de crecimiento; IFN, interferón; TGF, factor trans formador de crecimiento; Ab, anticuerpos. 2533 > ::s. .. ....,...... .. CD s:: a, ,.. .... o. CD 2534 .... ::s = Al a Al ,.. o .. .... o u, '< .. e, s:: a a 2. o� \Q .... n o u, 1 g. .... l o u, ,, o .. .... ::s a s:: ::s .... g. Al g. de nuevos linfocitos T por el timo. Es un dato desconcertante, pero no se sabe la forma en que las anomalías generalizadas de linfocitos T desenca denarían una enfermedad sistémica en que predomina la sinovitis. Hay pruebas importantes que refuerzan la participación de los linfoci tos T CD4+ en la patogenia de RA. En primer lugar, el correceptor CD4 en la superficie de los linfocitos T se une a sitios invariantes en las moléculas de MHC de clase 11 y estabiliza el complejo de receptor de linfocitos T/pép tido/MHC durante la activación de linfocitos T. El epítopo compartido en las moléculas de MH C de clase II constituye un factor de riesgo de RA, y se deduce que la activación de linfocitos T CD4+ pudiera intervenir en la patogenia de la enfermedad. En segundo lugar, los linfocitos T CD4+ sin memoria abundan en el tejido sinovial de pacientes de RA, y podrían in tervenir por un mecanismo de "complejo de culpa". En tercer lugar, se ha demostrado que los linfocitos T CD4+ son importantes en el comienzo de la artritis en modelos animales. En cuarto lugar, algunos de los tratamien tos orientados a linfocitos T (no todos) han mostrado eficacia clínica en la enfermedad. En conjunto, estas pautas de prueba sugieren que los linfoci tos T CD4+ asumen importancia neta en "concertar" la respuesta inflama toria crónica en RA. Sin embargo, otros tipos celulares como los linfocitos T CDS+, los cito líticos naturales (NK) y los linfocitos B aparecen en el teji do sinovial y pudieran influir en las respuestas patogénicas. En la articulación reumatoide, por medio de mecanismos de contacto intercelular y la liberación de mediadores solubles, los linfocitos T activa dos estimulana los macrófagos y a los sinoviocitos similares a fibroblastos, para generar mediadores proinflamatorios y proteasas que inducen la res puesta inflamatoria sinovial y destruyen el cartílago y el hueso. La activa ción de linfocitos T CD4+ depende de dos señales: 1) la unión del receptor del linfocito T al péptido-MHC en células presentadoras de antígeno, y 2) la unión de CD28 a CDS0/86 en las células presentadoras de antígeno. Los linfocitos T CD4+ también ayudan a los linfocitos B que a su vez gene ran anticuerpos que pudieran inducir más inflamación en la articulación. El modelo previo centrado en linfocitos T para la patogenia de RA se basó en el paradigma impulsado por Tttl, que se obtuvo de estudios que indica ron que los linfocitos T CD4+ colaboradores (T H) se diferenciaban en los grupos Tttl y Ttt2, cada uno con sus perfiles característicos de citocinas. Se advirtió que las células TH1 generan, de forma predominante, interferón y (IFN-y); linfotoxina p y TNF-a, en tanto que las células TH2 secretan en forma predominante interleucinas -4, -5, -6, -10 y -13. El descubrimien to reciente de otro subgrupo de células TH, la línea TH17 ha revolucionado los conceptos respecto a la patogenia de RA. En los humanos se induce a los linfocitos T vírgenes o indiferenciados para diferenciarse en linfocitos TH17, al exponerlos al factor transformador de crecimiento p (TGF-P), a IL-1, IL-6 e IL-23. Con la activación los linfocitos Ttt17 secretan diversos mediadores proinflamatorios como IL-17, IL-21, IL-22, TNF-a, IL-26, IL-6 y el factor estimulante de colonias y granulocitos-macrófagos (GM-CSF; granulocyte-macrophage colony-stimulating factor). Se han acumulado prue bas sustanciales obtenidas de modelos animales y de humanos, de que IL-17 interviene de forma importante no sólo para inducir la inflamación articular sino también para destruir cartílago y hueso subcondral. No obs tante, el secukinumab, un anticuerpo contra los receptores de IL-17 no mostraron beneficio clínico significativo en estudios clínicos de fase II que incluyeron a pacientes con artritis reumatoide, lo que puso en duda la im portancia de IL-17 en la perpetuación de la inflamación articular en esta enfermedad. En el sistema inmunitario han evolucionado mecanismos para "opo nerse" a las posibles respuestas inflamatorias dañinas mediadas por in munidad, desencadenadas por agentes infecciosos y otros inductores. En tre tales reguladores negativos están los linfocitos T (Treg) reguladores, producidos en el timo e inducidos en la periferia para suprimir la infla mación mediada por mecanismos inmunitarios. Se caracterizan por la ex presión superficial de CD25 y la transcripción del factor de transcripción P3 (FOXP3) y orquestan tolerancia dominante por medio del contacto con otras células inmunitarias y la secreción de citocinas inhibidoras como TGF-P, IL-10 e IL-35. Al parecer los linfocitos Treg son heterogéneos y con capacidad de suprimir clases diferentes de las respuestas inmunitarias (T H 1, T tt2, T H 17 ). En la RA, son contradictorios y no concluyentes los datos de que el número de Treg es deficiente en comparación con el observado en testigos sanos y normales. Algunos datos de experimentación sugieren que la actividad supresora de Treg se pierde a causa de la expresión disfuncional del antígeno 4 linfocítico T citotóxico (CTLA-4; cytotoxic T lymphocyte anti gen 4), pero la naturaleza de los defectos de Treg en la RA, en caso de existir, no se ha dilucidado. Citocinas, quimiocinas, anticuerpos y señales de peligro endógenas se unen a receptores en la superficie de células inmunitarias y estimulan una cascada de señales intracelulares que amplifican la respuesta inflamatoria. Las moléculas señalizadoras y sus "asociados" de unión en tales vías son el punto de acción de fármacos de moléculas pequeñas diseñadas para in terferir en la transducción de señales y bloquear tales asas inflamatorias de refuerzo. Entre los ejemplos de moléculas señalizadoras en las vías in flamatorias trascendentales están los transductores de cinasa Janus OAK)/ señales y activadores de transcripción (STAT); tirosina cinasa esplénica (Syk); proteínas cinasas activadas por mitógeno (MAPKs; mitogen-activated protein kinases) y factor KB nuclear (NF-Kb). Las vías cruzadas muestran no tables interacciones y aparecen en muchos tipos celulares. Algunos trans ductores de señales como JAK3 que se expresan predominantemente en células hematopoyéticas e intervienen en forma decisiva en la respuesta inflamatoria en RA. Los linfocitos B activados también intervienen de manera importante en la respuesta inflamatoria crónica. Ellos dan origen a los plasmacitos, los cuales, a su vez, generan anticuerpos que incluyen el de RF y los anti-CCP. Los factores reumatoides pueden formar grandes complejos inmunitarios dentro de la articulación que contribuyen al proceso patológico al fijar complemento e inducir la liberación de quimiocinas proinflamatorias y qui moatrayentes. En modelos murinos de artritis, los complejos inmunitarios que contienen RF y también los que poseen anticuerpos contra CCP, esta blecen sinergia con otros mecanismos para exacerbar la respuesta inflama toria en la membrana sinovial. A menudo se considera que la RA es una enfermedad inducida por ma crófagos porque dicho tipo de célula es la productora predominante de citocinas proinflamatorias dentro de la articulación. Las citocinas proin flamatorias básicas liberadas por los macrófagos sinoviales comprenden TNF-a y las interleucinas 1, 6, 12, 15, 18 y 23. Los fibroblastos sinoviales, que constituyen el otro gran tipo celular en dicho microentorno, generan las citocinas IL-1 e IL-6 así como TNF-a; este último es una citocina indis pensable en los aspectos biopatológicos de la inflamación sinovial. Aumen ta el número de moléculas de adherencia en las células endoteliales, lo cual estimula la penetración de leucocitos en el microentorno sinovial, tam bién activa los fibroblastos sinoviales, estimula la angiogénesis, induce las vías de sensibilización de receptores de dolor e impulsa la osteoclastogé nesis. Los fibroblastos secretan metaloproteinasas de la matriz (MMP, ma trix metallo proteínas es) y también otras proteasas encargadas primordial mente de la degradación del cartílago articular. La activación de osteoclastos en el sitio del pannus está vinculada de modo esencial con la aparición de erosión focal de hueso. El receptor acti vador del ligando KB del factor nuclear (RANKL, receptor activator of nu clear factor KB ligand) es expresado por las células de estroma, los fibroblas tos sinoviales y los linfocitos T. El RANKL después de unirse a su receptor, el RANK, en los progenitores de osteoclastos estimula la diferenciación de estas células y la resorción de hueso. La actividad del RANKL es regula da por la osteoprotegerina (OPG, osteoprotegerin), un receptor "fingido" del RANKL que bloquea la formación de osteoclastos. Los monocitos en la membrana sinovial actúan como precursores de los osteoclastos y, si se ex ponen al factor estimulante de colonias de macrófagos (M-CSF, macropha ge colony-stimulating factor) y a RANKL, se fusionan para formar policario nes llamados proosteoclastos. Dichas células precursoras experimentan diferenciación hasta convertirse en osteoclastos con la membrana "festo neada" característica. Las citocinas, como TNF-a, IL-1, IL-6 e IL-7, intensi fican la expresión de RANKL en la articulación y con ello inducen la osteo clastogénesis. Los osteoclastos también secretan catepsina K, que es una cisteína proteasa que degrada la matriz ósea por separación de colágeno. La estimulación de los osteoclastos también contribuye a la pérdida ósea generalizada y la osteoporosis. La mayor osteólisis es sólo parte del cuadro evolutivo de RA dado que la menor formación de hueso interviene de manera decisiva en el remo delamiento de hueso en sitios de inflamación. Datos recientes indican que la inflamaciónsuprime la osteogénesis. La citocina proinflamatoria TNF-a interviene de manera definitiva en la supresión activa de la formación de hueso al intensificar la excreción de dickkopf-1 (DKK-1), que constituye un inhibidor importante de la vía Wnt que actúa para estimular la diferencia ción de osteoblastos y la formación de hueso. El sistema Wnt es una fami lia de glucoproteínas solubles que se unen a los receptores de superficie celular conocidos como proteínas vinculadas con el receptor de lipopro teínas de baja densidad (LDL, low-density lipoprotein) y "rizadas" (fz) y es timulan la proliferación de células. En modelos animales, las mayores con centraciones de DKK-1 se acompañan de menor formación de hueso, en tanto que la inhibición de DKK-1 protege de daño estructural en la articu lación. Las proteínas Wnt también inducen la formación de OPG y con ello anulan la resorción de hueso, situación que destaca su participación básica como reguladores estrictos del equilibrio entre la resorción y la for mación de hueso. - Afectación de articulaciones Análisis sero- lógicos Reactivos de fase aguda Duración de los síntomas Una articulación grande (hombro, codo, cadera, rodilla o tobillo) 2-10 articulaciones grandes 1-3 articulaciones pequeñas (MCP, PIP, IP del pul- gar, MTP, carpos) 4-10 articulaciones pequeñas > 10 articulaciones (como mínimo 1 articulación pequeña) Negatividad de RF y de ACPA Nivel positivo bajo de RF o de anticuerpos contra CCP (�3 veces el ULN) Positividad grande de RF o de anticuerpos contra CCP (>3 veces el ULN) CRP y ESR normales CRP o ESR anormales <6 semanas >6 semanas reuma to id e . PUNTUACION o 1 2 3 5 o 2 3 o 1 o 1 Nota: Los criterios presentes intentan clasificar a los pacientes recién diagnosticados que tienen como mínimo una articulación con sinovitis clínica definida que no se puede expli car por otra enfermedad. La puntuación >6 cumple con las condiciones para declarar al cuadro como RA definida. ACPA, anticuerpos contra péptidos citrulinados; CCP, péptidos citrulinados cíclicos; CRP, proteína C reactiva; ESR, velocidad de eritrosedimentación; IP, articulación interfalángica; MCP, articulación metacarpofalángica; MTP, articulación metatarsofalángica; PIP, articula ción interfalángica proximal; RF, factor reumatoide; ULN, límite normal alto. Fuente: D Aleta ha et al.: Arthritis Rheum 62:2569, 2010. DIAGNÓSTICO El diagnóstico clínico de RA se basa en gran medida en los signos y sínto mas de la artritis inflamatoria crónica y los resultados de análisis de labora torio y estudios radiográficos aportan información complementaria impor tante. En 2010, en el intento por lograr la colaboración entre el American College of Rheumatology (ACR) y la European League Against Rheuma tism (EULAR), se revisaron los criterios de clasificación de la RA del ACR de 1987 a fin de esclarecer el diagnóstico temprano, con el objeto de iden tificar a pacientes que podrían beneficiarse de la introducción temprana del tratamiento "modificador de la enfermedad" (cuadro 351-1). La aplica ción de los criterios recién revisados genera una puntuación de O a 10 y la puntuación >6 cumple con las exigencias o normas para definir la RA. Los nuevos criterios de clasificación difieren en algunos renglones de los anti guos. Incluyen una prueba positiva de anticuerpos contra péptidos citrulina dos cíclicos como una sola entidad que conlleva mayor especificidad para el diagnóstico de la enfermedad en comparación con la prueba positiva de factor reumatoide. Los criterios más nuevos de clasificación no toman en consideración si el paciente muestra nódulos reumatoides o daño articular en las imágenes radiográficas, porque dichos datos rara vez se producen en la etapa incipiente de RA. Es importante destacar que los nuevos criterios del ACR-EULAR de 2010 son" criterios de clasificación" a diferencia de los "criterios diagnósticos" y permiten diferenciar a pacientes en la etapa inicial de la enfermedad, con una gran posibilidad de evolucionar y llegar a la mo dalidad crónica de ella, con sinovitis y daño articular persistente. La pre sencia de erosiones articulares en las radiografías o nódulos subcutáneos puede orientar el diagnóstico en etapas ulteriores del padecimiento. DATOS DE LABORATORIO Los individuos con trastornos inflamatorios sistémicos como la RA, a me nudo muestran inicialmente incremento de marcadores inflamatorios in específicos como la velocidad de eritrosedimentación o de la proteína C reactiva. Es importante detectar RF y anticuerpos anti-CCP en suero para diferenciar la RA de otros trastornos poliarticulares, aunque la fiebre reu mática carece de especificidad diagnóstica y puede surgir junto con otros cuadros inflamatorios crónicos en los cuales la artritis se destaca entre las manifestaciones clínicas. En el suero de sujetos con RA, se identifican los isotipos IgM, IgG e IgA del factor reumatoide, aunque el isotipo IgM es el que miden más a menu do los laboratorios comerciales. El factor reumatoide tipo IgM en suero se ha detectado en 75 a 80% de los sujetos con RA; como consecuencia, aun que no se le detecte, ello no descarta la presencia de la enfermedad. Tam bién se le identifica en otras conjuntivopatías como el síndrome primario de Sjogren, el lupus eritematoso sistémico y la crioglobulinemia esencial mixta tipo II y también en infecciones crónicas, como la endocarditis bac- teriana subaguda y las hepatitis By C. Asimismo, el RF sérico puede de tectarse en 1 a 5% de la población sana . La presencia de anticuerpos contra CCP en suero tiene, en promedio, la misma sensibilidad que la presencia de factor reumatoide, para el diag nóstico de RA. Sin embargo, su especificidad diagnóstica se acerca a 95%, de modo que una prueba positiva de anticuerpos contra CCP al inicio de la artritis inflamatoria es útil para diferenciar RA, de otras modalidades de artritis. También hay utilidad mayor en las pruebas para detectar la presencia de RF y anticuerpos anti-CCP, porque algunos sujetos con RA muestran RF positivo, pero anticuerpos anti-CCP negativos y viceversa. La presencia de factor reumatoide o de anticuerpos anti-CCP conlleva im portancia pronóstica y en ella los anticuerpos contra CCP muestran la ma yor eficacia para anticipar resultados peores. ■ ANÁLISIS DEL LÍQUIDO SINOVIAL De manera típica, el líquido sinovial de individuos con RA refleja el estado inflamatorio. El recuento de leucocitos en dicho líquido puede variar mu cho pero, en general, varía de 5 000 a 50 000 células/µL, en comparación con el recuento de leucocitos <2 000 células/µL en un cuadro no inflama torio como la osteoartritis. A diferencia del tejido sinovial, el tipo celular predominante en el líquido sinovial es el neutrófilo. Desde el punto de vis ta clínico, el análisis de líquidos sinoviales es más útil para confirmar la presencia de la artritis inflamatoria (a diferencia de la osteoartritis), en tan to que al mismo tiempo descarta la infección o la artritis inducida por cris tales, como en la gota o la pseudogota (cap. 365). ■ ESTUDIOS DE IMAGEN DE ARTICULACIONES Estos estudios constituyen un recurso útil para el diagnóstico de RA y tam bién para seguir la evolución del daño articular. La modalidad más común es la radiografía simple, pero con ella es escasa la visualización de las es tructuras óseas y las deducciones en cuanto al estado del cartílago articular con base en el angostamiento del espacio interarticular. La MRI y las técni cas ecográficas tienen la utilidad adicional de detectar cambios en partes blandas, como sinovitis, tenosinovitis y derrames; asimismo, poseen ma yor sensibilidad para identificar anomalías óseas. En la práctica, el clínico casi siempre depende de las radiografías simples para el diagnóstico y la vigilancia de las articulaciones afectadas. Sin embargo, en casos elegidos, la MRI y la ecografía aportan más datos diagnósticosque orientarán en las decisiones clínicas. La angiografía musculoesquelética con Doppler de po tencia se utiliza cada vez más en la práctica reumatológica para detectar sinovitis y erosión ósea. Radiografías simples De forma clásica, en la artritis reumatoide el sig no radiográfico inicial es la osteopenia periarticular. Sin embargo, en la práctica tal signo es difícil de identificar en las radiografías simples y en particular con las nuevas radiografías digitalizadas. Otros datos en las ra diografías simples incluyen edema de partes blandas, disminución simé trica del espacio articular y erosiones subcondrales, más a menudo en el carpo y las manos (MCP y PIP) y los pies (MTP). En estos últimos, en pri mer lugar se buscan signos en la cara lateral del quinto MTP pero también puede haber afectación simultánea de otras articulaciones MTP. Los estu dios radiográficos de RA en fase avanzada pueden detectar signos de des trucción intensa que incluyen subluxación y colapso articulares (fig. 351-5). � MRI Esta posee mayor sensibilidad para hallar sinovitis y derrames ar- ticulares, así como los cambios incipientes en hueso y médula ósea. Dichas FIGURA 351-5 Radiografías en que se advierte la progresión de erosiones en la ar ticulación interfalángica proximal.(© 2018, Cortesía del American Co//ege of Rheu matology.) 2535 > ::s. .. .... ,.. .... .. CD s:: a, ,.. .... o. CD 2536 .... ::s = s» ,.. o ... .... o u, -e: ... e, a a 2. o� \Q .... n o u, a e, g. .... s» g. o u, ..., o ... .... ::s 1 ::s .... g. s» g. anomalías en tejidos blandos también aparecen antes de encontrar modi ficaciones óseas en las radiografías. Se ha identificado como un signo in cipiente de la artropatía inflamatoria, la presencia de edema en médula ósea, la cual permite identificar la aparición ulterior de erosiones en las ra diografías simples y en la MRI. Los principales factores que limitan su uso en la práctica diaria son su costo y disponibilidad. Ecografía La ecografía, que incluye la variante Doppler de color, tiene la capacidad de detectar más erosiones que las radiografías simples, en particular, en articulaciones fácilmente accesibles. Detecta con bastante certeza la sinovitis, que incluye intensificación de los vasos intraarticula res que denota inflamación. La experiencia del técnico es determinante en la utilidad de la ecografía; tiene la ventaja de que se puede llevar el equipo con facilidad, no presenta el inconveniente de radiación y es menos costo sa en comparación con la MRt factores que la tornan atractiva como ins trumento clínico. EVOLUCIÓN CLÍNICA La evolución natural de la RA es compleja e influyen factores, como la edad de inicio, el género, el genotipo, el fenotipo (p. ej., manifestaciones ex traarticulares o variantes de RA) y trastornos concomitantes, todo lo cual hace de ella una entidad patológica verdaderamente heterogénea. No hay una forma sencilla de anticipar el curso clínico. Es importante saber que incluso 10% de los pacientes con artritis inflamatoria que cumplen con los criterios de clasificación de RA propios de ACR pasará por una fase de re misión espontánea en un lapso de 6 meses ( en particular, pacientes sero negativos). Sin embargo, la mayor parte de los sujetos mostrará caracte rísticas de actividad patológica persistente y progresiva que se activará y desactivará en cuanto a la intensidad con el paso del tiempo. Una mino ría de enfermos muestra episodios explosivos intermitentes y repetitivos de artritis inflamatoria, intercalados con periodos de inactividad patológi ca. Por último, a veces se observa una modalidad en particular intensa de RA en unos cuantos enfermos con evolución inexorable de artropatía ero siva intensa, aunque la evolución muy destructiva es menos frecuente en la época actual. La discapacidad, medida por el Health Assessment Questionnaire (HAQ) incluye el empeoramiento gradual de la discapacidad con el paso del tiem po, en casos de falta de control de la actividad patológica y evolución de la enfermedad. La discapacidad puede ser consecuencia del componente vinculado con la acción de la enfermedad que puede ser reversible con el tratamiento y el componente relacionado con el daño articular, causado por los efectos acumulativos y en gran medida irreversibles de degradación de cartílago y hueso. En la etapa incipiente, la magnitud de la inflamación articular constituye el elemento determinante de la discapacidad, en tanto que en etapas ulteriores, el grado de daño articular es el factor contribuyen te predominante. Estudios previos han demostrado que >50% de los suje tos con RA no puede trabajar 10 años después de haber comenzado la en fermedad; sin embargo, en fecha reciente se han señalado cifras mayores de empleo y menor ausentismo laboral con el uso de tratamientos más nue vos e intervenciones terapéuticas más tempranas. La tasa de mortalidad global en la RA es dos veces mayor que en la po blación general y la cardiopatía isquémica constituye el origen más frecuen te de fallecimiento, seguida de infecciones. La mediana de la esperanza de vida se acorta en un promedio de 7 años en varones y 3 años en mujeres en comparación con las poblaciones testigo. Los sujetos con mayor peligro de que se acorte la supervivencia son los que muestran afectación extraar ticular sistémica, baja capacidad funcionat estado socioeconómico bajo, nivel educativo bajo y utilización de prednisona por largo tiempo. TRATAMIENTO Artritis reumatoide La intensidad de la actividad patológica y clínica en sujetos con RA refleja la "carga" global de inflamación y es la variable que más influye en las decisiones terapéuticas. La inflamación articular es el elemento inductor del daño articular y la causa más importante de discapacidad funcional en las fases incipientes del trastorno. Algunos índices com puestos han sido elaborados para valorar la actividad de la enfermedad clínica. Los criterios de mejoría del ACR 20, 50 y 70 (que corresponden a la mejoría del 20, 50 y 70% en el número de articulaciones afectadas, la valoración de la intensidad de la enfermedad por parte del médico y el paciente, la escala de dolor, las concentraciones séricas de reactivo de fase aguda [ESR o CRP] y la valoración funcional de la discapacidad por medio de un cuestionario autoaplicado por el paciente) constituyen un índice compuesto con una variable de respuesta dicotómica. Los cri- terios de mejoría según el ACR suelen utilizarse en investigaciones clí nicas como un punto final para comparar la proporción de personas que reaccionaron, entre los grupos de tratamiento. A diferencia de ellos, la DAS (Disease Activity Score); el SDAt K (Simplified Disease Activity In dex) y el CDAI ( Clinical Disease Activity Index) constituyen índices con tinuos de actividad de la enfermedad. Estas calificacioes se utilizan ca da vez más en la práctica clínica para observar el estado del trastorno y, en particular, para corroborar la respuesta al tratamiento. Algunos adelantos en los últimos 20 años han cambiado el panora ma terapéutico en la RA e incluyen: 1) el empleo del metotrexato como fármaco antirreumático modificador de la enfermedad (DMARD, disea se-modifying antirheumatic drug), y de primera elección para tratar RA incipiente; 2) la obtención de productos biológicos nuevos muy efica ces que se pueden utilizar solos o en combinación con el metotrexato, y 3) la superioridad probada de los regímenes combinados con DMARD en comparación con el metotrexato solo. Los fármacos utilizados para tratar RA se dividen en categorías generales: antiinflamatorios no este roideos (NSAID, nonsteroidal anti-inf lammatory drugs); glucocorticoides, como la prednisona y la metilprednisolona; fármacos habituales como los DMARD y DMARD biológicos (cuadro 351-2). En algunos pacien tes con RA el tratamiento adecuado es con un solo DMARD como el metotrexato, pero
Compartir