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Etica En Los Negocios-páginas-3

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ética y negocios �
al permitir que los competidores copiaran y comercializaran con más rapidez las drogas 
desarrolladas por otras empresas.2 Los seguros de salud Medicare y Medicaid acababan de 
imponer topes en el reembolso por medicinas y requerían el uso de medicamentos genéri-
cos de menor costo en lugar de los de marca, que constituían la mayor fuente de ingresos 
de Merck. A la luz de estas condiciones, que empeoraban la industria farmacéutica, la 
administración de Merck se resistía a emprender proyectos costosos que mostraban poca 
promesa económica, como el desarrollo de la droga para la ceguera de río. Sin embargo, 
sin la droga, millones de personas estarían condenadas a una vida de sufrimiento intenso 
y a la ceguera total o parcial.
Después de muchas discusiones acaloradas entre Vagelos y su equipo de administra-
dores, se llegó a la conclusión de que los beneficios humanos potenciales de la droga para 
la ceguera de río eran demasiado significativos como para ignorarlos. Muchos de ellos sen-
tían, de hecho, que la compañía tenía la obligación moral de proceder a pesar de los costos 
y una ligera posibilidad de recompensa económica. A fines de 1980, Vagelos y su equipo 
aprobaron un presupuesto que proporcionaba los fondos necesarios para desarrollar la ver-
sión humana del Ivermectin.
Después de siete años, Merck logró desarrollar la versión humana del medicamento, 
llamada “Mectizan”. Una sola píldora tomada una vez al año erradicaría del cuerpo hu-
mano todo rastro del parásito que causa la ceguera de río y prevendría nuevas infecciones. 
Desafortunadamente, justo como había sospechado la compañía, nadie corrió a comprar 
la píldora milagrosa. En los años siguientes, Merck solicitó a la Organización Mundial de 
la Salud (OMS), al gobierno de Estados Unidos, y a los gobiernos de las naciones aque-
jadas por el mal, que alguien —quien fuera— comprara el medicamento para proteger 
a los 85 millones de personas que estaban en riesgo de contraer la enfermedad. Nadie 
respondió a los ruegos de la compañía. Merck decidió, entonces, que donaría el Mectizan 
a las víctimas potenciales.3 Sin embargo, este plan fue difícil de realizar porque, como 
temía la compañía, no había canales de distribución establecidos para llevar la droga a la 
gente que la necesitaba. Trabajando con la OMS, Merck financió un comité internacional 
para proporcionar, en los países en desarrollo, la infraestructura de distribución segura 
de la droga y para evitar que llegara al mercado negro para ser usada en animales. Para 
2004, el comité, trabajando con el gobierno y organizaciones privadas de voluntarios en 
África, América Latina y Medio Oriente, proporcionaba la medicina gratis a 40 millones 
de personas al año, transformando de manera efectiva sus vidas y proporcionando alivio 
para el intenso sufrimiento y la ceguera potencial. La compañía extendió el programa para 
incluir el tratamiento contra elefantiasis, una enfermedad parasítica que con frecuencia 
coexiste con la ceguera de río y que los investigadores de Merck, trabajando con la OMS, 
descubrieron en la década de 1990 que también se podía tratar de manera efectiva con 
Mectizan. En 2004, más de 20 millones de personas recibieron, gratuitamente, Mectizan, 
para prevenir la elefantiasis.
Cuando preguntan por qué la compañía invirtió tanto dinero y esfuerzo en la inves-
tigación, el desarrollo, la fabricación y la distribución de una droga que no deja dinero, el 
doctor Roy Vagelos responde que, una vez que la compañía sospechó que uno de sus medi-
camentos para animales podía curar una enfermedad humana severa que asolaba a la gente, 
la única opción ética era desarrollarlo. Más aún, las personas de los países en desarrollo 
“recordarán” que Merck los ayudó, comenta, y en el futuro responderán de manera favo-
rable a la compañía.4 Con el paso de los años, la compañía ha aprendido que este tipo de 
acciones tiene ventajas estratégicas importantes a largo plazo. “Cuando fui por primera vez 
a Japón, hace 15 años, los japoneses de negocios me dijeron que había sido Merck quien 
llevó la estreptomicina a este país, después de la Segunda Guerra Mundial, para eliminar 
la tuberculosis que estaba acabando con su sociedad. Nosotros lo hicimos. No ganamos 
dinero. Pero no es accidental que hoy Merck sea la compañía farmacéutica americana más 
grande en Japón”.5
Ahora que se vio cómo Merck and Company manejó el descubrimiento de una cura 
para la ceguera de río, regresemos a la relación entre la ética y los negocios. Algunas veces 
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