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Etica En Los Negocios-páginas-33

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62	 PrinciPios	básicos
Utilitarismo tradicional
Habitualmente, se considera a Jeremy Bentham (1748-1832) el fundador del utilitarismo 
tradicional.7 Bentham buscó una base objetiva para hacer juicios de valor que sirvieran 
como una norma común y públicamente aceptada para determinar la política y la legis-
lación sociales. Él creía que la manera más prometedora de alcanzar esa base objetiva de 
acuerdo era ver las diferentes políticas que promulgaría una legislatura y comparar las con-
secuencias benéficas y dañinas de cada una. El curso de acción correcto desde un punto de 
vista ético es elegir la política que genere la mayor cantidad de utilidad. En resumen, el 
principio de utilitarismo sostiene que
Desde el punto de vista ético una acción es correcta si, y sólo si, la suma total de 
utilidades producida por ese acto es mayor que la suma total de utilidades produ-
cida por cualquier otro acto que el agente pueda realizar en lugar del primero.
El principio utilitario supone que de alguna manera es factible medir y sumar las 
cantidades de beneficios producidos por una acción y restar de ellas las cantidades de 
daño medidas que tendrá tal acción y, en consecuencia, determinar qué acción produce los 
mayores beneficios totales o los menores costos totales. Esto es, el principio supone que 
todos los beneficios y los costos de una acción son mensurables en una escala numérica 
común y luego pueden sumarse o restarse entre ellos.8 Las satisfacciones que un entorno 
de trabajo mejorado imparte a los trabajadores, por ejemplo, podría ser equivalente a 
500 unidades positivas de utilidad, mientras que las cuentas resultantes que llegan al mes 
siguiente serían equivalentes a 700 unidades negativas de utilidad. Por lo tanto, la utili-
dad total combinada de este acto (mejorar el entorno de trabajo) será de 200 unidades de 
utilidad negativa.
Cuando el principio utilitario dice que la acción correcta para una ocasión específica 
es la que produce más utilidad que cualquier otra acción posible, no significa que la acción 
correcta es la que produce la mayor utilidad para la persona que realiza la acción. Más 
bien, una acción es correcta si produce la mayor utilidad para todas las personas afectadas 
por la acción (incluyendo a la persona que la realiza).9 El principio utilitario tampoco dice 
que una acción es correcta en tanto que sus beneficios sean mayores que sus costos. En su 
lugar, el utilitarismo sostiene que, en el análisis final, sólo una acción es correcta: aquella 
cuyos beneficios netos sean mayores por comparación que los beneficios netos de todas las 
demás alternativas posibles. Un tercer mal entendido es pensar que el principio utilitario 
requiere que se considere sólo la consecuencia inmediata directa de nuestras acciones. Más 
bien, deben tomarse en cuenta tanto los costos inmediatos y los previstos en el futuro y los 
beneficios que proporcionará cada alternativa para cada individuo como cualquier efecto 
indirecto significativo.
En consecuencia, para determinar cómo debo comportarme en una ocasión dada, 
debo hacer tres cosas. Primero, debo determinar qué acciones o políticas alternativas están 
disponibles en esa situación. Los administradores de Ford, por ejemplo, estaban conside-
rando, de manera implícita, dos alternativas: rediseñar el Pinto cubriendo el tanque con 
una bolsa de hule o dejarlo según el diseño original. Segundo, para cada acción, debo esti-
mar los beneficios directos e indirectos y los costos probables en el futuro predecible. Los 
cálculos de Ford para los costos y los beneficios que tendrían todas las partes afectadas si se 
cambiara el diseño del Pinto, y los que tendrían todas las partes si el diseño no se cambiara 
son ejemplos de esas estimaciones. Tercero, la alternativa que produce la mayor suma total 
de utilidad debe elegirse como la acción éticamente apropiada. Los administradores de 
Ford, por ejemplo, decidieron que la acción que impondría los costos menores y los bene-
ficios mayores sería no cambiar el diseño del Pinto.
El utilitarismo es en parte una teoría atractiva. Por un lado, se ajusta bastante a los pun-
tos de vista que tendemos a defender al discutir la elección de políticas y bienes públicos del 
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gobierno. Mucha gente está de acuerdo, por ejemplo, en que cuando el gobierno trata de 
determinar en qué proyectos públicos debe gastar el dinero de los impuestos, la acción 
correcta sería adoptar aquellos proyectos que los estudios objetivos muestren que propor-
cionarán los mayores beneficios para los miembros de la sociedad al menor costo. Por su-
puesto, ésta es sólo otra forma de decir que las políticas acertadas del gobierno son las que 
tendrán la mayor utilidad mensurable para la gente, o en palabras de un famoso eslogan, las 
que produzcan “el mayor bien para el mayor número”.
El utilitarismo también se ajusta con facilidad al criterio intuitivo que las personas 
emplean cuando analizan la conducta moral.10 Por ejemplo, cuando explican por qué tie-
nen una obligación moral de realizar alguna acción, con frecuencia proceden señalando 
los beneficios y los daños que impone esa acción en los seres humanos. Todavía más, la 
moralidad requiere que se tome en cuenta el interés de todos, de manera imparcial e iguali-
taria. El utilitarismo cumple con este requisito al tomar en cuenta los efectos que tienen las 
acciones sobre todos y al requerir que se elija imparcialmente la acción con mayor utilidad 
neta sin importar quién obtiene los beneficios.
El utilitarismo también tiene la ventaja de poder explicar por qué sostenemos que 
cierto tipo de actividades en general son moralmente incorrectas (mentir, cometer adul-
terio, matar), mientras que otras son moralmente correctas (decir la verdad, ser fiel, cum-
plir promesas). El utilitarismo sostiene que por lo común mentir es incorrecto por los 
costosos efectos que tiene en el bienestar humano. Cuando las personas mienten están 
menos dispuestas a confiar unas en otras y cooperar. En tanto menos confianza y co-
operación, más declinará el bienestar. Decir la verdad generalmente es correcto porque 
fortalece la cooperación y la confianza, y por lo tanto mejora el bienestar de todos. En-
tonces es una buena regla decir la verdad y abstenerse de mentir. Sin embargo, quienes 
defienden el utilitarismo tradicional negarán que existen acciones que son siempre co-
rrectas o incorrectas. Si en cierta situación hay mejores consecuencias al ser deshonesto 
que con cualquier otra acción que pueda realizar una persona, entonces, según la teoría 
del utilitarismo tradicional, la deshonestidad sería moralmente correcta en esa situación 
en particular.
Los puntos de vista utilitarios también han tenido una gran influencia en la econo-
mía.11 Una larga lista de economistas, comenzando en el siglo xix, alegaba que el compor-
tamiento económico podía explicarse suponiendo que los seres humanos siempre intentan 
maximizar su utilidad y que las utilidades de los bienes se miden por los precios que las 
personas están dispuestas a pagar por ellos. Con esta y otras suposiciones simplificadas 
(como el uso de curvas de indiferencia), los economistas han podido derivar las conocidas 
curvas de oferta y demanda de vendedores y compradores en los mercados y explicar por 
qué los precios en un mercado perfectamente competitivos gravitan hacia un equilibrio. 
Más importante, los economistas también son capaces de demostrar que un sistema de 
mercados perfectamente competitivo lleva al uso de recursos y variaciones en los precios 
que permite a los consumidores maximizar su utilidad (definida en términos del óptimo 
de Pareto) a través de sus compras.12 En términos utilitarios, estos economistas concluyen 
que tal sistema de mercados es mejor que cualquier otra alternativa.
El utilitarismo también es la base de las técnicas económicas de análisis de costo-
beneficio.13 Este tipo de análisis se usa para determinar sies deseable invertir en un 
proyecto (como una presa, fábrica o parque público) determinando si sus beneficios eco-
nómicos presentes y futuros son mayores que sus costos económicos presentes y futuros. 
Para calcular estos costos y beneficios, se estiman los precios monetarios descontados 
de todos los efectos que pueda tener sobre el proyecto en el entorno presente y futuro y 
sobre las poblaciones presentes y futuras. No siempre es sencillo hacer este tipo de cál-
culos, pero se han desarrollado varios métodos para determinar los precios monetarios 
incluso de beneficios intangibles como la belleza de un bosque (por ejemplo, se pregunta 
a la gente cuánto pagaría por ver la belleza de un parque similar de propiedad privada). 
Si los beneficios monetarios de cierto proyecto público exceden los costos monetarios 
Repaso breve 2.1
Utilitarismo
• Defiende la maximización 
de la utilidad
• Se ajusta a las evalua-
ciones morales de las 
políticas públicas
• En apariencia es intuitivo 
para muchas personas
• Ayuda a explicar por qué 
en general algunas ac-
ciones son incorrectas y 
otras correctas
• Tiene influencia econó-
mica
análisis de costo–bene-
ficio Un	tipo	de	análisis	
usado	para	determinar	si	
es	deseable	invertir	en	un	
proyecto	determinando	si	
sus	beneficios	económicos	
presentes	y	futuros	son	
mayores	que	sus	costos	
económicos	presentes	y	
futuros.
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