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Etica En Los Negocios-páginas-85

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el que no llegan a mejorar las restricciones de sus presupuestos y el rango de sus bienes 
disponibles. Con esto se logra una distribución eficiente de los bienes.
Por último, los mercados perfectamente competitivos establecen la justicia capitalista 
y maximizan la utilidad de una manera que respeta los derechos negativos de compradores 
y vendedores.
Primero, en un mercado perfectamente competitivo los compradores y los vendedores 
son libres (por definición) de entrar o salir del mercado como elijan. Esto es, no se fuerza a 
los individuos a entrar ni se les prohíbe emprender ciertos negocios, siempre que tengan la 
experiencia y los recursos financieros requeridos.11 Estos mercados, entonces, apoyan los 
derechos negativos de la libertad de oportunidad.
Segundo, en el mercado libre perfectamente competitivo todos los intercambios son 
voluntarios y con el consentimiento de comprar o vender. Esto es, todos los participantes 
tienen el conocimiento completo de qué compran o venden, en tanto que ninguna organi-
zación externa (como el gobierno) los fuerza a comprar o vender bienes que no quieren a 
precios que no eligen en cantidades que no desean.12 Más aún, los compradores y vende-
dores en un mercado libre perfectamente competitivo no están forzados a pagar por bienes 
que otros disfrutan. En estos mercados, por definición, los costos y los beneficios de pro-
ducir y usar bienes pertenecen a quienes compran o venden los bienes y no a otras partes 
externas. Los mercados libres competitivos, por lo tanto, incorporan el derecho negativo a 
la libertad de consentimiento.
Tercero, ningún vendedor o comprador dominará el mercado libre perfectamente 
competitivo para forzar a otros a aceptar los términos o a no hacer negocio.13 En dichos 
mercados, el poder industrial está descentralizado entre numerosas empresas, de manera 
que los precios y las cantidades no dependen del capricho de uno o unos cuantos negocios. 
En resumen, los mercados libres perfectamente competitivos incorporan los derechos ne-
gativos de libertad de coerción.
Entonces, estos mercados son perfectamente morales en tres aspectos importantes: 
a) cada uno establece de manera continua una forma capitalista de justicia; b) juntos maxi-
mizan la utilidad en la forma de mercado eficiente, y c) cada uno respeta ciertos derechos 
negativos importantes de compradores y vendedores.
Sin embargo, es necesario hacer algunas advertencias al interpretar estas caracte-
rísticas morales de los mercados libres perfectamente competitivos. Primero, no es-
tablecen otras formas de justicia. Como no responden a las necesidades de quienes 
están fuera del mercado o de quienes tienen poco intercambio, por ejemplo, no pueden 
establecer la justicia que se basa en las necesidades. Todavía más, estos mercados no 
imponen restricciones sobre cuánta riqueza acumula cada participante respecto de los 
demás; en consecuencia, ignora la justicia igualitaria y logra incorporar grandes des-
igualdades.
Segundo, los mercados competitivos maximizan la utilidad de quienes llegan a parti-
cipar en el mercado, dadas las restricciones de presupuesto de cada participante. Sin em-
bargo, lo anterior no significa que necesariamente se maximiza la utilidad total de una 
sociedad. El conjunto de bienes distribuidos a cada individuo por un sistema de mercado 
competitivo depende, en última instancia, de la habilidad de cada uno para participar en el 
mercado y de cuánto gaste ahí. Pero esta manera de distribuir bienes tal vez no produzca 
mayor satisfacción para todos en la sociedad. El bienestar social aumenta, por ejemplo, al 
dar más bienes a quienes no pueden participar en el mercado porque no tienen qué inter-
cambiar (quizá son demasiado pobres, viejos, enfermos, discapacitados o demasiado jóve-
nes para tener algo que intercambiar en el mercado); o el bienestar global llega a aumentar 
al distribuir más bienes a quienes tienen poco para gastar o se logra limitar el consumo de 
quienes están en condiciones de gastar mucho.
Tercero, aunque los mercados libres competitivos establecen ciertos derechos ne-
gativos para quienes están dentro, en realidad pueden atenuar los derechos positivos de 
quienes están fuera (por ejemplo, quienes no compran) o de aquellos cuya participación es 
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mínima. Las personas que tienen dinero para participar en los mercados llegan a consu-
mir bienes (como comida o recursos educativos) que las personas fuera del mercado, o con 
muy poco dinero, necesitan para desarrollar y ejercer su propia libertad y racionalidad. 
Así, aunque los mercados libres perfectamente competitivos aseguran la justicia capita-
lista, maximizan la utilidad económica y respetan ciertos derechos negativos, hacen esto 
sólo para quienes tienen los medios (el dinero o los bienes) para participar de lleno en esos 
mercados, e ignoran las necesidades, la utilidad y los derechos de quienes se quedan fuera 
del mercado.
Cuarto, los mercados libres competitivos ignoran e incluso ocasionan conflictos con 
las demandas de cuidado. Como se ha visto, una ética del cuidado implica que las perso-
nas existen en una red de relaciones interdependientes y deben cuidar de quienes tienen 
una relación cercana con ellos. Pero un sistema de mercado libre opera como si los indi-
viduos fueran completamente independientes de otros y no toma en cuenta las relaciones 
humanas. Más aún, como se mencionó, un mercado libre presiona a los individuos para 
gastar sus recursos (tiempo, trabajo y dinero) con eficiencia. Un sistema de mercados 
competitivos presiona a los individuos a invertir, usar y distribuir bienes de forma que 
produzcan el máximo retorno económico. Si los individuos no invierten, usan y distri-
buyen sus recursos con eficiencia perderán en la competencia que generan los mercados 
libres. Lo anterior significa que si los individuos desvían sus recursos para gastarlos en el 
cuidado de aquellos con quienes tienen relaciones cercanas, en lugar de invertirlos, usar-
los y distribuirlos con eficiencia perderán. Por ejemplo, cuando un empleador a quien le 
gusta cuidar de sus empleados les paga salarios más altos que los que pagan otros, los cos-
tos suben. Entonces debe cobrar más por sus bienes que otros empleadores y los clientes 
se irán a otro lado, o bien, debe aceptar menores ganancias, lo cual permitirá a otros 
empleadores invertir en mejoras y con el tiempo sacar a dicho empleador del negocio. 
En resumen, las presiones hacia la eficiencia económica que crea un sistema de mercados 
libres perfectamente competitivos no sólo ignoran, también entran en conflicto con las 
demandas de cuidado.14
Quinto, los mercados libres competitivos llegan a tener efectos perniciosos en el ca-
rácter moral de las personas. Las presiones de la competencia logran llevar a la gente a 
poner atención constante en la eficiencia económica. Los productores están constante-
mente presionados para reducir sus costos y aumentar sus márgenes de ganancia. Los 
consumidores están siempre presionados por conservar a los vendedores que dan el mayor 
valor al menor costo. Los empleados están siempre bajo la presión de buscar empleadores 
que paguen salarios más altos para abandonar los salarios bajos. Se ha argumentado que 
esas presiones llevan a las personas a desarrollar rasgos de carácter asociados con la maxi-
mización del bienestar económico individual y a descuidar los rasgos del carácter asocia-
dos con el desarrollo de relaciones cercanas con otros. Las virtudes de lealtad, bondad y 
cuidado disminuyen, mientras que se promueven los vicios de la avaricia, el egoísmo y de 
ser calculador.
Por último, y lo más importante, debe observarse que los tres valores de justicia capi-
talista, la utilidad y los derechos negativos se producen en los mercados libres sólo si in-
corporan las siete condiciones que definen a la competencia perfecta. Si una o más de tales 
condiciones no está presenteen un mercado real, entonces ya no es posible asegurar que 
estos tres valores existan. Como se verá en el resto de este capítulo —de hecho, en el resto 
del libro—, ésta es la limitación más importante de la moralidad de los mercados libres, 
porque no son perfectamente competitivos y, en consecuencia, pueden no lograr los tres 
valores morales que caracterizan la competencia perfecta. Sin embargo, a pesar de dicha 
limitación crucial, el mercado libre perfectamente competitivo proporciona una idea clara 
de cómo debe estructurarse el intercambio económico en una economía de mercado si las 
relaciones entre compradores y vendedores han de asegurar los tres logros morales indica-
dos. Ahora se verá qué ocurre cuando falta alguna de las características de la competencia 
perfecta.
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