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Notas sobre Maquiavelo, sobre política v sobre el estado moderno (40)

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que no puede ser considerado sólo en sus relaciones jurídicas 
(libertad de asociación y reunión, etc., con la secuela de partidos 
y sindicatos), ya que se radica en bs más profnndas relaciones 
económicas, en su función social dentro del mundo de la produc­
ción ( fom1as ele propiedad y de dirección, cte.). 
"Función de gobierno". Artículo ele Sergio Panunzio en la Ge­
rarchia de abril ele 1933 ("La fine del parlamentarismo e l'accen­
tramento dellc rcsponsabilitit"). Superficial. Un punto curioso es 
aquel en que Panunzio escribe que las funciones del Estado no 
son sólo tres, como afirman "los viejos figurones constitucionalis­
tas": "legislativa", "administrativa" y "judicial", ya que "a estas 
funciones es preciso agregarles otra que es, por lo clemús, la 
principal, primigenia y fundamental en el régimen parlamentario, 
la 'función de gobierno', vale decir, la determinación de la di­
rección polltica respecto de la cual la misma legislación se com­
porta como un ejecutivo (!), en cuanto es el programa político 
de gobierno d que en sucesivos capítulos aparece traducido en 
las leyes y constituyendo su presupuesto". 
¿Presupuesto o contenido y, por consiguiente, nexo inescin­
tlible? En realidad, Pammzio razona a través de figuras, formal­
mente, peor que los viejos constitucionalistas. Lo que debería 
explicar, y que hace al terna, es cómo se pmdujo la separación y 
la lucha entre parlam<>nto y gobierno de tal manera que la uni­
dad de estas dos instituciones no logra construir una dirección 
permanente de gobierno; pero esto no se puede explicar con es­
quemas lógicos, sino únicamente refiriéndose a los cambios pro­
ducidos en la estructura política del país, es decir en forma 
rcalbta, a través de un análisis histórico·político. Se trata, en 
efecto, de dificultades para construir una dirección política per­
manente y de largo alcance, y no de otra cosa. El análisis no 
puede prc;cindir de examinar .1) por qué se multiplicaron los 
partidos políticos; 2) por qué se ha vuelto difícil formar una 
mayoría permanente entre tales partidos parlamentarios; 3) por 
consiguiente, por qué los graneles partidos tradicionales perdie­
ron el poder de guiar a la masa y el prestigio. ¿Es este hecho 
puramente parlamentario o constituye el reflejo parlamentario de 
cambios radicales producidos en la misma sociedad, en la fun· 
eión que tienen los grupos sociales en la vida productiva'? Me 
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parece que el único camino para buscar el origen de la decaden­
cia de los regímenes parlamentarios es el segundo, es decir la 
investigación en la sociedad civil. Eri este camino no se puede 
menospreciar, por cierto, el estudio del fenómeno sindical; con· 
cebido no en el sentido elemental de asociacionismo de todos los 
grupos sociales para la rcalízación de un fin cualquiera, sino en 
su sentido típico por excelencia, en el de elementos sociales de 
un nuevo, grupo que precedentemente no tenían "la palabra en 
la escena y que por el solo hecho de unirse modifican la es­
tructura política de la sociedad. 
Habría que investigar de qué manera los viejos sindicalistas 
sardianos (o casi) se transformarán en un cierto momento en 
asociacíonistas o unionistas en general. Quizás el germen de esta 
decadencia estaba en el mismo Sorel, en un cierto fetichismo sin­
dical o econornicista. 
La cuestión planteada por Panunzio sobre la existencia de un 
"cuarto" poder estatal, el de la "determinación de la dirección 
política", debe ser vinculada a los problemas suscitados por la 
des~paricíó~, de los partidos políticos y, en consecuencia, por 
la diSgrcgacwn del parlamento. Es un modo "burocrático" de phm­
tear una cuestión que antes era resuelta a partir del normal fun­
cionamiento de la vida política nacional, pero su posible solución 
"burocrática" no está a la vista. 
Los partidos constituían, precisamente, los organismos que 
en la sociedad civil proporcionaban las direcciones políticas y 
tambié~ educaban y presentaban a los supuestos hombres capa~;es 
de aphcarlas. En el terreno parlamentario las "direcciones" ela­
boradas, totales o parciales, de vasto alcance o de carácter inme­
diato, eran confrontadas, despojadas de elementos particularistas, 
transformándose una de ellas en "estatal" en la medida en que 
el grupo parlarnentano del partido más fuerte se transformaba 
en "gobierno" y lo guiaba. El hecho de que los partidos, debido 
a la disgregación parlamentaria, se hayan vuelto incapaces de 
desarrollar esta tarea, no ha anulado la tarea misma ni mostrado 
una nueva vía de solución; esto es válido también para el caso 
de la edu,,ación y la vaJorización de la personalidad. La solución 
"burocrática" enmascara de hecho un régimen de partidos de la 
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peor especie en cuanto operan ocultamente, sin control; en cuan­
to los partidos están constituidos por camarillas e intereses per­
sonales no confesables, sin contar con la circunstancia de que 
restringe las posibilidades de elección y obstruye la sensibilidad 
política y la elasticidad táctica. Según Max Weber." por ejemplo, 
una gran parte de las dificultades que atravesó el Estado ale­
mán de posguerra se debieron a la ausenda de una tradición 
político-parlamentaría y de vida de partido antes de 1914. 
La clase política. La cuestión de la clase política tal corno es 
presentada en las obras de Gaetano Mosca se ha convertido en 
un puzzle. No se comprende con exactitud qué entiende Mosca 
por "clase política", tan elástica y oscilante es la noción. A veces 
parece como si por clase política se entendiese la clase media, 
otras veces el conjunto de las clases poseedoras, o lo que se 
denomina la "parte culta" de la sociedad, o el «personal político" 
(grupo par lamentado) del Estado. En algunos momentos pare­
ciera que la burocracia, hasta en su estrato superior, fuese ex­
cluida de la clase política precisamente en cuanto debe ser con­
trolada y guiada por ella. 
La deficiencia del tratado de Mosca se evidencia en el hecho 
de que no encara en su conjunto el problema del "partido políti­
co", lo cual es comprensible dado el carácter de sus libros y en 
especial de los Elementi di scienza política. En efecto, el interés 
de Mosca oscila entre una posición "objetiva" y desinteresada de 
científico y una posición apasionada de hombre de partido que 
ve desarrollarse acontecimientos que lo angustian y antes los 
cuales desearía reaccionar. Por otro lado, 'Mosca refleja incons­
cienternentc las discusiones suscitadas por el materialismo histó­
rico, pero las refleja como el provinciano que "siente en el aire" 
las discusiones producidas en la capital y no tiene los medios de 
procurarse los documentos y textos fundamentales. En el caso de 
Mosca, no "disponer de los medios'' de procurarse los textos y 
documentos del problema que sin embargo trata, significa perte­
necer a aquel grupo de universitarios que mientras consideran 
como un deber utilizar todas las precauciones del método histórico 
cuando estudian hasta la más insignificante de las ideas de algún 
15 Monarchia e Parlamento in Germania, tr. it., Eari, 1919. (N. del E.). 
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publicista medieval de tercer orden, no consideran o no conside­
raban dignas "del método" las doctrinas del materialismo históri­
co,_ no ~reían nec~sa~io ir a las fuentes y se limitaban a hojear 
articule¡os de penód1cos y folletos de divulgación. 
Gran ~olítica, y peque~~ política. Gran política (alta política 1, 
pequena pohhca (pohhea del día, política parlamentaria, de 
corredores, de intriga). La gran política comprende las cuestio­
nes VInculadas con la función de nuevos Estados, con la lucha 
por la destrucción, la defensa, la conservación de detenninadas 
estructuras orgánicas econórnico,sociales. La pequeña política 
cornpr~nde_ las cuestiones parciales y cotidianas que se plantean 
en el mtenor de una estructura ya establecida, debido a las lu­
chas de prerninencia entre las diversas fracciones de una misma 
clase política. Es, por lo tanto, una gran política la tentativade 
excluir la gran política del ámbito interno de la vida estatal y 
de reducir todo a política pequeña ( Giolitti, rebajando el nivel 
de _las luchas internas hacía gran política; pero sus víctimas eran 
~bwto de una gran poHtica, haciendo ellos una política peque­
na). Es propiO de d1lettantes, en cambio, plantear la cuestión 
de una manera tal que cada elemento de pequeña política deba 
necesariam<'ntc convertirse en problema de gran política, de re, 
organización radical del Estado. 
Los mi~ m os términos se dan en la política internacional: 1) 
la gran pohtiCa <'n las cuestiones que se refieren a b estatura 
· rel~tiva de los_ Estados en sus recíprocas confrontaciones; 2) la 
pohhca pequena en las cuestiones diplomáticas que se ocultan 
en el interior de un equilibrio ya constituido y que no tratan de 
superar el mismo equilibrio para crear nuevas relaciones. 
, Maquiavel~ examina especialmente las cuestiones de gran 
pohhca: creacwn de uuevos Estados, conservación y defensa d<· 
estructuras <;rgánicas <m su conjunto; cuestiones de dictadura y 
de hegemonm en vasta escala, es decir. sobre todo un área es­
tatal. R'usso, en los Prnleg,orneni, hace de El Príncipe el tratado 
de la dic_tadura (momento de la a,utoridad y del individuo) y 
de los Discursos el de la hcgcrnoma (momento de lo universal 
Y de la libertad). La observación de Russo es cxaeta. aun cuando 
en El PrJncipe no faltan refcrc~cías al momento de la hegemonía 
o del consenso ]Unto al de la autoridad o de la fuerza. Es justa 
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