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que no puede ser considerado sólo en sus relaciones jurídicas (libertad de asociación y reunión, etc., con la secuela de partidos y sindicatos), ya que se radica en bs más profnndas relaciones económicas, en su función social dentro del mundo de la produc ción ( fom1as ele propiedad y de dirección, cte.). "Función de gobierno". Artículo ele Sergio Panunzio en la Ge rarchia de abril ele 1933 ("La fine del parlamentarismo e l'accen tramento dellc rcsponsabilitit"). Superficial. Un punto curioso es aquel en que Panunzio escribe que las funciones del Estado no son sólo tres, como afirman "los viejos figurones constitucionalis tas": "legislativa", "administrativa" y "judicial", ya que "a estas funciones es preciso agregarles otra que es, por lo clemús, la principal, primigenia y fundamental en el régimen parlamentario, la 'función de gobierno', vale decir, la determinación de la di rección polltica respecto de la cual la misma legislación se com porta como un ejecutivo (!), en cuanto es el programa político de gobierno d que en sucesivos capítulos aparece traducido en las leyes y constituyendo su presupuesto". ¿Presupuesto o contenido y, por consiguiente, nexo inescin tlible? En realidad, Pammzio razona a través de figuras, formal mente, peor que los viejos constitucionalistas. Lo que debería explicar, y que hace al terna, es cómo se pmdujo la separación y la lucha entre parlam<>nto y gobierno de tal manera que la uni dad de estas dos instituciones no logra construir una dirección permanente de gobierno; pero esto no se puede explicar con es quemas lógicos, sino únicamente refiriéndose a los cambios pro ducidos en la estructura política del país, es decir en forma rcalbta, a través de un análisis histórico·político. Se trata, en efecto, de dificultades para construir una dirección política per manente y de largo alcance, y no de otra cosa. El análisis no puede prc;cindir de examinar .1) por qué se multiplicaron los partidos políticos; 2) por qué se ha vuelto difícil formar una mayoría permanente entre tales partidos parlamentarios; 3) por consiguiente, por qué los graneles partidos tradicionales perdie ron el poder de guiar a la masa y el prestigio. ¿Es este hecho puramente parlamentario o constituye el reflejo parlamentario de cambios radicales producidos en la misma sociedad, en la fun· eión que tienen los grupos sociales en la vida productiva'? Me 166 1 ! 1 1 1 parece que el único camino para buscar el origen de la decaden cia de los regímenes parlamentarios es el segundo, es decir la investigación en la sociedad civil. Eri este camino no se puede menospreciar, por cierto, el estudio del fenómeno sindical; con· cebido no en el sentido elemental de asociacionismo de todos los grupos sociales para la rcalízación de un fin cualquiera, sino en su sentido típico por excelencia, en el de elementos sociales de un nuevo, grupo que precedentemente no tenían "la palabra en la escena y que por el solo hecho de unirse modifican la es tructura política de la sociedad. Habría que investigar de qué manera los viejos sindicalistas sardianos (o casi) se transformarán en un cierto momento en asociacíonistas o unionistas en general. Quizás el germen de esta decadencia estaba en el mismo Sorel, en un cierto fetichismo sin dical o econornicista. La cuestión planteada por Panunzio sobre la existencia de un "cuarto" poder estatal, el de la "determinación de la dirección política", debe ser vinculada a los problemas suscitados por la des~paricíó~, de los partidos políticos y, en consecuencia, por la diSgrcgacwn del parlamento. Es un modo "burocrático" de phm tear una cuestión que antes era resuelta a partir del normal fun cionamiento de la vida política nacional, pero su posible solución "burocrática" no está a la vista. Los partidos constituían, precisamente, los organismos que en la sociedad civil proporcionaban las direcciones políticas y tambié~ educaban y presentaban a los supuestos hombres capa~;es de aphcarlas. En el terreno parlamentario las "direcciones" ela boradas, totales o parciales, de vasto alcance o de carácter inme diato, eran confrontadas, despojadas de elementos particularistas, transformándose una de ellas en "estatal" en la medida en que el grupo parlarnentano del partido más fuerte se transformaba en "gobierno" y lo guiaba. El hecho de que los partidos, debido a la disgregación parlamentaria, se hayan vuelto incapaces de desarrollar esta tarea, no ha anulado la tarea misma ni mostrado una nueva vía de solución; esto es válido también para el caso de la edu,,ación y la vaJorización de la personalidad. La solución "burocrática" enmascara de hecho un régimen de partidos de la 167 peor especie en cuanto operan ocultamente, sin control; en cuan to los partidos están constituidos por camarillas e intereses per sonales no confesables, sin contar con la circunstancia de que restringe las posibilidades de elección y obstruye la sensibilidad política y la elasticidad táctica. Según Max Weber." por ejemplo, una gran parte de las dificultades que atravesó el Estado ale mán de posguerra se debieron a la ausenda de una tradición político-parlamentaría y de vida de partido antes de 1914. La clase política. La cuestión de la clase política tal corno es presentada en las obras de Gaetano Mosca se ha convertido en un puzzle. No se comprende con exactitud qué entiende Mosca por "clase política", tan elástica y oscilante es la noción. A veces parece como si por clase política se entendiese la clase media, otras veces el conjunto de las clases poseedoras, o lo que se denomina la "parte culta" de la sociedad, o el «personal político" (grupo par lamentado) del Estado. En algunos momentos pare ciera que la burocracia, hasta en su estrato superior, fuese ex cluida de la clase política precisamente en cuanto debe ser con trolada y guiada por ella. La deficiencia del tratado de Mosca se evidencia en el hecho de que no encara en su conjunto el problema del "partido políti co", lo cual es comprensible dado el carácter de sus libros y en especial de los Elementi di scienza política. En efecto, el interés de Mosca oscila entre una posición "objetiva" y desinteresada de científico y una posición apasionada de hombre de partido que ve desarrollarse acontecimientos que lo angustian y antes los cuales desearía reaccionar. Por otro lado, 'Mosca refleja incons cienternentc las discusiones suscitadas por el materialismo histó rico, pero las refleja como el provinciano que "siente en el aire" las discusiones producidas en la capital y no tiene los medios de procurarse los documentos y textos fundamentales. En el caso de Mosca, no "disponer de los medios'' de procurarse los textos y documentos del problema que sin embargo trata, significa perte necer a aquel grupo de universitarios que mientras consideran como un deber utilizar todas las precauciones del método histórico cuando estudian hasta la más insignificante de las ideas de algún 15 Monarchia e Parlamento in Germania, tr. it., Eari, 1919. (N. del E.). 168 í 1 1 publicista medieval de tercer orden, no consideran o no conside raban dignas "del método" las doctrinas del materialismo históri co,_ no ~reían nec~sa~io ir a las fuentes y se limitaban a hojear articule¡os de penód1cos y folletos de divulgación. Gran ~olítica, y peque~~ política. Gran política (alta política 1, pequena pohhca (pohhea del día, política parlamentaria, de corredores, de intriga). La gran política comprende las cuestio nes VInculadas con la función de nuevos Estados, con la lucha por la destrucción, la defensa, la conservación de detenninadas estructuras orgánicas econórnico,sociales. La pequeña política cornpr~nde_ las cuestiones parciales y cotidianas que se plantean en el mtenor de una estructura ya establecida, debido a las lu chas de prerninencia entre las diversas fracciones de una misma clase política. Es, por lo tanto, una gran política la tentativade excluir la gran política del ámbito interno de la vida estatal y de reducir todo a política pequeña ( Giolitti, rebajando el nivel de _las luchas internas hacía gran política; pero sus víctimas eran ~bwto de una gran poHtica, haciendo ellos una política peque na). Es propiO de d1lettantes, en cambio, plantear la cuestión de una manera tal que cada elemento de pequeña política deba necesariam<'ntc convertirse en problema de gran política, de re, organización radical del Estado. Los mi~ m os términos se dan en la política internacional: 1) la gran pohtiCa <'n las cuestiones que se refieren a b estatura · rel~tiva de los_ Estados en sus recíprocas confrontaciones; 2) la pohhca pequena en las cuestiones diplomáticas que se ocultan en el interior de un equilibrio ya constituido y que no tratan de superar el mismo equilibrio para crear nuevas relaciones. , Maquiavel~ examina especialmente las cuestiones de gran pohhca: creacwn de uuevos Estados, conservación y defensa d<· estructuras <;rgánicas <m su conjunto; cuestiones de dictadura y de hegemonm en vasta escala, es decir. sobre todo un área es tatal. R'usso, en los Prnleg,orneni, hace de El Príncipe el tratado de la dic_tadura (momento de la a,utoridad y del individuo) y de los Discursos el de la hcgcrnoma (momento de lo universal Y de la libertad). La observación de Russo es cxaeta. aun cuando en El PrJncipe no faltan refcrc~cías al momento de la hegemonía o del consenso ]Unto al de la autoridad o de la fuerza. Es justa 169
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