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Aristoteles Retorica-páginas-6

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XV
casi desconocido: en conjunto, la actividad de Terámenes 
es bastante problemática (1).
Polícrates, el sofista que escribió contra Sócrates, tam­
bién es autor de un arte, así como de numerosos discursos 
epidicticos, de los que alguna vez se acuerda Aristóte­
les (2).
Terminaremos esta lista no completa de autores de Ar­
tes con la mención de Alcidamas, que fué sin duda muy es­
tudiado por Aristóteles. De los restos de su obra (3) dedu­
cimos que fué discípulo de Gorgias, cüyos procedimientos 
continuó cuando el gusto había cambiado, y de, aquí las 
críticas de nuestro autor. Su tratado teórico más que un 
arte en regla era una especie de brillante y recargado mues­
trario.
De los discursos que de él podemos leer, él que trata de 
las ventaj’as del verbo hablado e improvisado sobre el es­
crito es múy interesante, porque nos permite medir, la cri­
sis del momento de Isócrates. En ella Alcidamas mira ai 
pasado.
Conflicto entre la retórica y la filosofía: Platón 
e Isócrates.
Mas quedaría incompleta la historia qué pretendemos 
trazar de la retórica anterior a Aristóteles, si nos limitára­
mos al desarrollo de las teorías tal como se expusieron en 
las artes. Es preciso tener en cuenta también la evolución 
de la práctica ©ratona y el papel que en ella representaron 
diversas personalidades.
(1) Pseudo-Hut. Vidas de los diez or. 836 / , Schmid op. cit., p. 192, Rader mâ­
cher Art. s c r ip tp. 114 sa,
(2) Radermacher op. cit., p. 128 sa.
(3) Radermaoher op. cit., p. 132 es.
XVI
Sin tra tar de exponer aquí completo el capítulo de la 
oratoria en la literatura griega, ni remontarnos a la impor­
tancia que en la formación de una tradición oratoria ática 
tienen un Temístocles o un Pericles, es preciso que aluda­
mos primero a algunos oradores cuya actividad fué decisi­
va en la teoría.
En primer lugar, Lisias. De origen siracusano, este ora­
dor enlaza la tradición siciliana con la ateniense. Quizá ha­
bía escuchado lecciones de Tisias en Thurioi (1). La cir­
cunstancia de haber tenido que dedicarse preferentemente 
a la oratoria forense resultó decisiva para la orientación del 
arte retórica. La tradición severa, en sentido estricto pro­
saica, de la oratoria ática, se impuso en este heredero de las 
escuelas italiotas (2). Por de pronto, el aparato estilístico 
de Jjtorgias, con sus nombres poéticos y sus glosas, es susti­
tuido en Lisias por los nombres apropiados y comunes. El 
aticismo del futuro encuentra precisamente su modelo en 
este estilo puro, sencillo, de recursos voluntariamente re­
ducidos. Al menos en lo que de Lisias ha llegado a nosotros.
Las referencias que tenemos a escritos teóricos de Lisias, 
son escasas. Una fuente habla de τίχγα η̂τορικαί, otra de 
παρασκευαί (3), lo que Spengel entiende como dos nombres 
de úna misma obra perdida (4).
Platón tiene en poca estima a Lisias, y de curioso modo 
su juicio es opuesto al de Cicerón y demás teóricos, de la 
retórica antigua (5), lo que quizá se explica porque nos­
otros no conocemos sino discursos forenses suyos, no epi­
dicticos, a los que Platón se refiere.
Pero la crisis ,en la teoría de la retórica se produjo, no
{1) Peeudo-Plut. Vidas de los diez oradores 835 d, Suidas 9. ΛυσΙας.
(2) L. Robin inir. a Plat. Phèdre, p. XVI.
(3) Respectivamente Pseudo-Plut. Diez oradores 836 b y Marcelino a Hermó- 
genea IV, p. 352 Waltz. Cf. Plôbst RE X III col. 2.534.
(4) Lo acepta también así Radermacher Art, script., p. 149,
(5) Robin op. cit., p. X V III y LXIV ea.