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Aristoteles Retorica-páginas-119

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se me odiara si hubiera yo actuado para que eso sucediera». 
Otro modo es si ha estado implicado en ello el acusador, o 
ahora o antes, o él mismo o alguno de los suyos. Otro, si 
resultaran implicados aquellos que la gente reconoce que 
no son objeto de la acusación; por ejemplo, que si porque 
uno es pulcro es adúltero también lo será fulano. Otro, si 
acusó el contrario a otros, u otro los acusó, o si sin acusa­
ción se han tenido sospechas de algunos que, como ahora 
el acusado, se ha descubierto que no eran culpables. Otro 
es el de recriminar con una acusación al acusador, pues se­
ria absurdo que si él mismo es indigno de fe, fueran dignas 
de crédito sus razones. Otro, si ya hubo sentencia, como 
Eurípides contra Hygiainon (157), que le acusaba en un 
proceso de antídosis (158) de que era impío porque había 
escrito incitando al perjurio:
«La lengua juró, mas la mente no juró» [Hipól. 612].
Porque Eurípides dijo que su acusador cometía una in­
justicia trayendo a los tribunales los juicios del certamen 
dionisíaco, pues allí es donde él había respondido o respon­
dería a las acusaciones, si le quería acusar.—Otro modo es 
acusar de calumnia, cuál es su enormidad, y esto porque 
cambia los juicios (159)y porque quita fe al hecho. Común a 
ambas partes es el lugar de decir los indicios; por ejemplo, 
en el Teucro Ulises cuando pretende que Teucro es parien­
te de Príamo, pues Hesione era hermana de éste; mientras 
que Teucro dice que su padre Telamón'era enemigo de 
Príamo, y que no había denunciado a los espías (160). Otro, 
propio del acusador, es ensalzar un poco largamente, y 
después vituperar mucho con concision, o bien, exponiendo 
muchos bienes por delante, la única cosa que conviene al 
asunto vituperarla. Estos son los modos más hábiles y más 
injustos, pues intentan hacer daño con los bienes, mez­
clándolos con mal.
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Un modo hay que sirve en común para el que acusa y 
para el que refuta, puesto'que lo mismo cabe hacerlo por 10 
muchos motivos, y el que acusa puede atribuirlo a mala 
parte escogiendo lo peor, pero el que se defiende, a buena 
parte; por ejemplo, que Diomedes eligió a Ulises (161), para 
el uno porque recibió a Ulises por sus excelentes dotes, 
para el otro porque no las tenía, sino sólo porque no era 
un rival suyo por ser cobarde. is
L a n a r r a c i ó n . 18
Acerca de la odiosidad quede esto dicho; la narración 
en los discursos demostrativos no es seguida, sino por par­
tes, porque es preciso recorrer las acciones de las cuales 
tra ta el discurso; porque en realidad el discurso consta por 
una parte de algo sin arte, ya que el que habla no es causa 
de estas acciones; por otra, de arte, es decir, porque hay 20 
que demostrarlo si es algo increíble, o que probar que es 
de tal manera o de tal importancia, o también todo esto 
junto. Por esta razón no conviene algunas veces narrarlo 
todo seguido, porque se recuerda mal una demostración 
así. Así, pues, se dirá, por estos hechos demostró valor, por 
estos otros habilidad o justicia. La narración seguida es más 25 
sencilla; la otra, variada y no simple. Es preciso hacer recor­
dar las cosas conocidas, por eso la mayoría de los discursos 
no necesitan de narración; por ejemplo, si se quiere ensalzar 
a Aquiles, porque todos conocen sus acciones, sino que es 
preciso utilizarlas; mas si se quiere ensalzar a Critias (162), 
sí es necesario,porque no las conocen muchos. Ahoraridícu- 30 
lamente dicen (163) que es preciso que la narración sea rá­
pida. Por cierto es como cuando se le contestó al panadero 
que preguntó si haría la masa dura o blanda: «¿Cómo? ¿En 
punto es imposible?» Y de modo semejante aquí, porque es 
preciso no narrar difusamente, como tampoco hacer largos 35 
exordios ni argumentación, pues no consiste en lo rápido