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I ll 15 21T se me odiara si hubiera yo actuado para que eso sucediera». Otro modo es si ha estado implicado en ello el acusador, o ahora o antes, o él mismo o alguno de los suyos. Otro, si resultaran implicados aquellos que la gente reconoce que no son objeto de la acusación; por ejemplo, que si porque uno es pulcro es adúltero también lo será fulano. Otro, si acusó el contrario a otros, u otro los acusó, o si sin acusa ción se han tenido sospechas de algunos que, como ahora el acusado, se ha descubierto que no eran culpables. Otro es el de recriminar con una acusación al acusador, pues se ria absurdo que si él mismo es indigno de fe, fueran dignas de crédito sus razones. Otro, si ya hubo sentencia, como Eurípides contra Hygiainon (157), que le acusaba en un proceso de antídosis (158) de que era impío porque había escrito incitando al perjurio: «La lengua juró, mas la mente no juró» [Hipól. 612]. Porque Eurípides dijo que su acusador cometía una in justicia trayendo a los tribunales los juicios del certamen dionisíaco, pues allí es donde él había respondido o respon dería a las acusaciones, si le quería acusar.—Otro modo es acusar de calumnia, cuál es su enormidad, y esto porque cambia los juicios (159)y porque quita fe al hecho. Común a ambas partes es el lugar de decir los indicios; por ejemplo, en el Teucro Ulises cuando pretende que Teucro es parien te de Príamo, pues Hesione era hermana de éste; mientras que Teucro dice que su padre Telamón'era enemigo de Príamo, y que no había denunciado a los espías (160). Otro, propio del acusador, es ensalzar un poco largamente, y después vituperar mucho con concision, o bien, exponiendo muchos bienes por delante, la única cosa que conviene al asunto vituperarla. Estos son los modos más hábiles y más injustos, pues intentan hacer daño con los bienes, mez clándolos con mal. 30 35 1410 b I l l 16 218 Un modo hay que sirve en común para el que acusa y para el que refuta, puesto'que lo mismo cabe hacerlo por 10 muchos motivos, y el que acusa puede atribuirlo a mala parte escogiendo lo peor, pero el que se defiende, a buena parte; por ejemplo, que Diomedes eligió a Ulises (161), para el uno porque recibió a Ulises por sus excelentes dotes, para el otro porque no las tenía, sino sólo porque no era un rival suyo por ser cobarde. is L a n a r r a c i ó n . 18 Acerca de la odiosidad quede esto dicho; la narración en los discursos demostrativos no es seguida, sino por par tes, porque es preciso recorrer las acciones de las cuales tra ta el discurso; porque en realidad el discurso consta por una parte de algo sin arte, ya que el que habla no es causa de estas acciones; por otra, de arte, es decir, porque hay 20 que demostrarlo si es algo increíble, o que probar que es de tal manera o de tal importancia, o también todo esto junto. Por esta razón no conviene algunas veces narrarlo todo seguido, porque se recuerda mal una demostración así. Así, pues, se dirá, por estos hechos demostró valor, por estos otros habilidad o justicia. La narración seguida es más 25 sencilla; la otra, variada y no simple. Es preciso hacer recor dar las cosas conocidas, por eso la mayoría de los discursos no necesitan de narración; por ejemplo, si se quiere ensalzar a Aquiles, porque todos conocen sus acciones, sino que es preciso utilizarlas; mas si se quiere ensalzar a Critias (162), sí es necesario,porque no las conocen muchos. Ahoraridícu- 30 lamente dicen (163) que es preciso que la narración sea rá pida. Por cierto es como cuando se le contestó al panadero que preguntó si haría la masa dura o blanda: «¿Cómo? ¿En punto es imposible?» Y de modo semejante aquí, porque es preciso no narrar difusamente, como tampoco hacer largos 35 exordios ni argumentación, pues no consiste en lo rápido