Logo Studenta

Connected (Broken 2) - A E Murphy

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

1 
 
 
 
2 
 
 
http://www.simplybooks.org/portal
 
3 
 
Créditos 
Moderadora: 
Molly Bloom & Mae 
 
Traductoras 
Molly Bloom 
Kyda 
Abby Galines 
Bluedelacour 
ChiviSil 
Axcia 
Kath 
Vivi 
Gerald 
Cater 
Nelly Vanessa 
Nyx 
Loby 
Susanauribe 
Melissar 
Agus901 
Nelshia 
 
Correctoras 
Flopy 
YaniM 
Clau 
Mimi 
Dabria Rose 
Maye 
Abby Galines 
Molly Bloom 
Sttefanye 
 
Recopilación y Revisión 
Sttefanye 
 
Diseño 
Móninik 
 
 
4 
 
Sinopsis 
Atrapada entre lo que se siente mal pero debería estar bien, y lo que 
definitivamente está mal pero se siente tan bien, Gwen ha tenido que lidiar con su 
nueva vida y ser una madre soltera para su bebé, Dillan. Mientras trata de seguir 
adelante y llena el vacío que dejó Caleb, lucha con el conocimiento de lo que le sucedió a 
Nathan. 
No sabe cómo lidiar con eso, sabiendo que ella puede ser quien lo salve, pero no 
queriendo traicionar a Caleb, quien sigue siendo la pieza más grande de su corazón. 
Su mente es un desastre y, mientras que la vida empieza a estar mejor, oscuros 
secretos y un pasado del que no debería ser parte, amenazan con arrancar su felicidad 
en fragmentos. 
¿A quién elegirá? Y, más importante aún, ¿podrá sobrevivir a lo que se interponga 
en su camino? 
 
 
5 
 
1 
 
Querida Guinevere: 
Enviaré a Jeanine a que recoja a Dillan por mí el jueves 8. Por favor, tenlo listo 
con los suficientes suministros necesarios para el fin de semana. Te lo regresaré el 
lunes. Si esta cita representa un problema para ti, por favor, contacta a Jeanine, sé 
que ambas siguen en contacto. 
Saludos, 
Nathan. 
 
 
Un torrente de emociones pasa rápidamente a través de mí, mientras agarro la 
carta perfectamente escrita de tamaño pequeño en mis manos, lista para hacerla una 
pelota y lanzársela a algo. 
¿Cómo se atreve? 
Después de todo lo que me ha hecho pasar, después del modo en el que nos dejó 
sin siquiera mirarnos dos veces, ¿de repente quiere ver a Dillan? Me irrita tanto. 
¿De verdad piensa que lo voy a dejar llevarse a Dillan sin hablar conmigo 
primero? ¿Sin siquiera explicarme nada primero? Está loco. 
Inmediatamente le escribo un mensaje de texto a Jeanine, sintiéndome un poco 
mejor cuando lo envío. 
Por favor, dile a Nathan que respetuosamente decline su petición de 
llevarse a Dillan por cuatro noches. Si quiere ver a su sobrino, puede venir 
a buscarlo él mismo. No es nada en contra tuyo, sólo que no me siento 
cómoda usándote como una intermediaria, especialmente en lo que 
concierne al bienestar de mi hijo. 
Mi furia se disipa por unos segundos cuando se me cruza un pensamiento por la 
mente que me sorprende. Instantáneamente lo alejo, insultándome por pensar algo tan 
malvado sobre un hombre que aunque ha sido malo últimamente, siempre ha estado 
allí para Dillan y para mí, incluso cuando era evidente que no quería. 
Nathan nunca será su abuelo. No todas las victimas terminan como victimarios. Ni 
siquiera puedo creer que se me cruzó esa idea. 
Ese no es el problema aquí, sino que finalmente me está yendo bien en la vida. 
Tengo un trabajo increíble en la panadería de la esquina llamada “Valentine´s” donde 
trabajo para una amorosa señora mayor llamada Valentine. Los mejores pasteles de la 
 
6 
 
ciudad. Mi mamá y yo finalmente estamos bien y estoy disfrutando también de ser 
mamá. Dillan es feliz y crece perfectamente. Lo amo tanto. 
¡Nathan me alejó! No fue al revés. Ya no puede tomar decisiones. No es mi culpa 
haber visto lo que vi. No merecía que me tratara así entonces y definitivamente no me 
lo merezco ahora. 
El dolor me parte el corazón cuando pienso de nuevo en los DVD que descubrí, 
mostrándome las terribles cosas que por siempre invadirán mi mente. 
El sonido de mi teléfono me aleja de las horribles imágenes que desearía poder 
olvidar. Lo levanto con la mano temblorosa y suspiro aliviada por su respuesta. Estaba 
preocupada de que pensara que el mensaje era ofensivo. 
Se lo dije, pero no me quiso escuchar. Le pasaré el mensaje. 
Me pregunto cómo reaccionará. Ya puedo imaginar sus labios presionarse en una 
blanca línea mientras sus manos se hacen puños a sus costados. 
Bien. Espero que esté enojado. 
Gracias  
¿Está mal que todavía lo extrañe? 
Mamá sube y mete la cabeza en la habitación. 
—¿Todo bien? 
Me encojo de hombros. 
—Sí. 
—¿Era de Nathan? —Es obvio, ya que nunca recibo correo, y menos escrito a 
mano. 
Asiento y suspiro. 
—Sí. —Me odia. 
—Ya lo hablaremos pronto, llego tarde al trabajo. —Sale de mi habitación y un rato 
después escucho la ducha encenderse. 
Dillan empieza a agitarse y me tomo un momento para darle de comer y 
cambiarlo. Cada vez que estoy atendiéndolo, enfoco mis pensamientos en él. Sé que 
debería dejar de utilizarlo como una distracción y enfrentar mis pensamientos 
confusos, pero no quiero. 
Mi mamá sugirió que llevara un diario, pero lo llenaría en menos de un día. Me 
preocupo demasiado. 
Cuando Dillan está acomodado en mi cama, sobre su espalda entre mis piernas, 
leo la carta otra vez y maldigo a Nathan mentalmente. No termino de entender 
completamente por qué se rehúsa a reconocer mi presencia. Entiendo que vi algo que 
no debería haber visto, ¿pero no me quiere ver por vergüenza? 
Si es así, ¿no se da cuenta de que no tiene nada de que avergonzarse? Nada de lo 
que le pasó fue su culpa. 
Mi teléfono me alerta con otro mensaje de texto. 
 
7 
 
Dice que dejes de ser ridícula, quiere ver a su sobrino. (Sus palabras, 
no las mías. Estoy de tu parte). 
¿Está hablando en serio? Por favor, dime que no. Dile, de mi parte, 
que se vaya al c*** Que si quiere ver a Dillan puede venir personalmente. 
De lo contrario, no lo tendrá. Dile que es de esa manera o de ninguna. 
Dillan gorjea y sonrío. 
—Sí, todo este lío es porque mucha gente te ama. —A pesar de que estoy 
sorprendida de que, al menos, Nathan se haya puesto en contacto, también estoy 
aliviada de que todavía quiera ver a Dillan. Tenían un fuerte vínculo. Nathan realmente 
tomó la posición y actuó como si fuera el padre. No quiero romper el contacto, pero 
después de cómo nos separamos, necesito saber que Nathan está mentalmente lo 
suficiente estable como para cuidarlo. 
Me siento culpable por sentirme así, pero supongo que tiene sentido. Nadie puede 
culparme por querer proteger a mi hijo, incluso de su propia familia. 
Especialmente considerando lo que pasó con Nathan. Confío en Nathan, de 
verdad, pero tengo que estar segura. Su familia no tiene los mejores antecedentes y no 
puedo arriesgarme a que Dillan sufra el mismo destino. 
Nadie sabe lo que ocurrió con Nathan, ni siquiera Sasha. Solo les digo que nos 
peleamos muy fuerte. Todos saben que les estoy ocultando, pero es mi propia decisión 
decírselos. Además, no sabría por dónde empezar. 
Accedió y lo recogerá el 8. Me alegro de que se haya solucionado. 
¿Cómo estás? 
Debería preguntarle por Nathan, pero no quiero meterla en el medio. No sería 
justo para ella, considerando que tiene que trabajar con él. Por muy tentada que esté, 
no quiero ponerla incómoda así que, en cambio, le cuento noticias mías. 
¡¡Conseguí el trabajo!! Así que estoy muy bien. Dillan está tratando de 
comerme la rodilla y mi mamá es mucho mejor de lo que esperaba. 
Oh, querida, estoy tan feliz por ti. Quizá, después de todo, esta 
mudanza fue lo mejor para ti. 
Acostándome sobre la almohada, levanto a Dillan y lo acurruco contra mi pecho. 
Cabecea de un lado al otro, dejando un rastro de baba desde su labio hasta la curva de 
mi pecho. Lindo. 
—¡Que asqueroso monito! —Me río, haciendo que sonría otra vez. 
Se parece tanto a Caleb cuando sonríe, pero no me rompe el corazón, lo calienta y 
llena mi mente con hermosos recuerdos. 
Mi mamá se va sin decir más que adiós, realmente estaba llegando tarde. La 
saludo con la mano, usando el puño de Dillan antes de cerrar la puerta y sentarme en la 
sala. Después de dejarlo en su asiento para bebé, me desplomo en el sofá y dejó escapar 
unlargo y cansado suspiro. No puedo esperar a que llegue Sasha. Tal vez me deje 
dormir un rato. 
Lo dudo. 
 
8 
 
••• 
 
—Me acaba de vomitar, lo que estaría bien si fuera leche normal de un envase, 
pero no lo es. Es leche de pecho, de tus pechos, obviamente, ¡lo que realmente me da 
mucho asco! —Este es Tommy, quien ha decidido venir con Sasha. 
—Deja de ser tan idiota. —Se ríe Sasha y comienza a limpiar la pequeña mancha 
de baba en la camisa de polo negro de Tommy. 
Me río de cuan cerca están. Nunca me había dado cuenta, antes de ahora, de lo 
bien que se ven juntos. Creo que tampoco Caleb, o lo hubiera mencionado. 
Ninguno ha podido tener una pareja por un tiempo y me pregunto si todas estas 
citas a las que salen no son nada más que una manera de poner al otro celoso. No. Estoy 
leyendo demasiado entre líneas para distraerme del propio lío que es mi vida. 
—Nathan se comunicó hoy. —Me muerdo el interior de mi mejilla mientras veo 
sus reacciones. Los dos parecen tan sorprendidos como yo me sentí cuando recibí la 
carta—. Se quiere llevar a Dillan unos días el 8. 
—¿Un par de días? —pregunta Sasha, y luego se encoge—. Probablemente lo 
extraña. —Bueno, eso es obvio—. ¿Calculo que también vendrá a hablarte? 
Eso espero. 
—Tendrá que hacerlo si se quiere llevar a Dillan. 
—Otras noticias —anuncia Tommy, percatándose de mi incomodidad al hablar 
sobre Nathan—. Me gradúo antes. 
—¿Qué? —digo, sonriendo ampliamente—. Oh por Dios, Tommy ¡es genial! —
Corro hacia él y le abrazo la cabeza, principalmente para no aplastar a Dillan. 
—Comienzo una pasantía en una compañía en Doncaster en un par de semanas. 
Vaya. 
—¿Te vas a mudar allí? Es un viaje largo. 
—Son solo dos horas. Estaré en casa casi todos los fines de semanas. —Dándome 
cuenta de que todavía lo estoy abrazando, le suelto la cabeza y lo golpeo cuando hace 
puchero por haberse separado de mis pechos—. Pero son tan grandes y rebotan. 
—Puede que te goteen —aporta Sasha, haciéndonos reír a las dos cuando se 
encoge. 
—Agarra al bebé. Tengo que hacer pis. —Tommy le pasa a Dillan a Sasha antes de 
salir de la habitación. 
—Tengo que prepararlo. —Estiro mis brazos y ella me lo da, sin muchas ganas. 
Mis amigos se van no mucho tiempo después de que dejo listo a Dillan y comienzo 
a preguntarme si realmente han venido a verme a mí o a él. No es que me esté 
quejando. Es bueno verlos, cualquiera sea el motivo. 
Me duermo rápido, pero por otro lado, tuve un día ocupado en el trabajo. 
 
9 
 
••• 
 
Valentine es un personaje. No tiene ninguna regla. Siempre y cuando haga mierda 
que pueda vender (sus palabras, no las mías) es feliz. Obviamente suele tener las cosas 
favoritas de los clientes en el mostrador, pero generalmente, trata de hacer algo 
diferente todos los días. 
Es divertido y me ayuda a dejar de preocuparme por Dillan cada dos segundos. 
Las mujeres que atienden el mostrador parecen ser buenas, saben cómo funciona 
una caja y limpian después que se van los clientes y, en su mayoría, no hablan mucho, 
por lo cual estoy agradecida. Puede sonar terrible, pero no busco hacer amigos. Solo 
necesito enfocarme en hacer dinero y lidiar con mi vida ahora mismo. Las distracciones 
no son algo que pueda permitirme. 
—Ellos aman tus galletas. —Ellen, una de las dos mujeres que trabajan en el 
mostrador, sonríe mostrando los dientes ligeramente torcidos mientras me trae una 
bandeja vacía. Mi rostro refleja mi alegría. Esta es una gran noticia—. Incluso me comí 
dos. 
—No hay problema, haré más. —Agarrando la bandeja de sus manos, la pongo en 
el lavabo y comienzo a preparar los ingredientes. Creo que realmente me va a gustar 
este lugar. 
—Lo estás haciendo genial. Creo que eres mejor panadera que yo. —Se ríe 
Valentine y mueve el paño de cocina en mi rostro. 
—Lo dudo, pero gracias —le respondo amablemente, y bajo la mirada a mis manos 
cubiertas de harina. Sí. Definitivamente me va a gustar este lugar. 
 
 
10 
 
2 
 
—Es solo su tío —dice mi mamá con calma—. No dejes que se lleve a Dillan. 
Pero siento que tengo que hacerlo. 
—Ha sido como un padre para él. —Mi voz es suave y baja mientras admito las 
palabras por las cuales debería sentirme culpable pero no lo siento—. Ama mucho a 
Dillan. No quiero que pierda eso. —Porque Nathan está roto, tanto o más que yo, y 
Dillan es mi ancla. Quizás puede ser la de Nathan también. 
—Es tu elección. —Sujeta mi mano y la aprieta suavemente, tranquilizándome—. 
Pero si sientes que el tiempo separada de Dillan es demasiado largo, dile que lo puede 
tener hasta mañana en la noche. No te obligues a hacer algo que no quieres hacer. 
Dillan solo tiene once semanas de nacido. 
—No me he sacado y congelado suficiente leche para más de dos días de todas 
formas. —Suspiro. De verdad intenté pero fallé. Mi cansancio no ha tenido fin 
últimamente, con mi nuevo trabajo y demás—. Estará aquí en un minuto. 
Mi mamá asiente y toma el bolso a su lado. 
—Regresaré más tarde. —Besa mi frente al pasar y me da otro apretón, esta vez 
con ambos brazos alrededor de mis hombros—. Buena suerte. 
La necesitaré. 
 
 
Camino por la cocina, retorciendo mis dedos con nerviosismo. Estará aquí pronto. 
¿Qué le diré? ¿Debería abrazarlo? 
Estás muerta para mí. 
Me estremezco. Sus palabras resuenan en mi cabeza y repentinamente siento 
ganas de vomitar. 
Acomodo mi cabello negro con mis dedos y me miro en el espejo por un momento. 
Mis cansados ojos grises me devuelven la mirada. Solo un indicio de sombra para ojos 
verde claro descansa sobre mis párpados, y mis pestañas están pintadas con rímel. Me 
veo bien, creo. 
¿Por qué me importa cómo me veo? No es como si me estuviera arreglando para 
que me note, ¿cierto? 
Hay un golpe en la puerta. Voy hacia ella, rápidamente revisando mi aliento 
ahuecando mi mano sobre mi boca y entonces la abro. 
 
11 
 
Allí está, pantalón oscuro, su cabello rozando el cuello de su camiseta. Veo que se 
lo ha cortado un poco, pero estoy contenta de que no haya sido demasiado. Sus 
penetrantes ojos chocolate claro se fijan en mi rostro. Su aroma me asalta, siempre tan 
limpio. Es lino fresco, jabón y Nathan. 
Me resulta difícil resistir la urgencia de abrazarlo, enterrar mi rostro en su cuello y 
llorar por nuestra amistad perdida. 
—Hola —exhalo. Cristo, lo extrañé. 
Me da un asentimiento, presiona sus labios en una línea fina. Me muevo a un lado 
y le hago señas para que entre. 
—¿Está listo? —pregunta, mirando alrededor de mi pasillo. 
Vaya, directo al punto. 
—Está en su silla para el auto. Se durmió. 
—Así que puedo llevármelo entonces. —Parece ligeramente aliviado, su cuerpo 
relajándose una fracción. 
Nathan, siempre tan tenso. No me sorprende. 
—Sí, pero no hasta el lunes como habíamos planeado. 
Y ahí están sus músculos; no permaneció relajado por mucho tiempo. 
—He conducido todo este trayecto. 
—Solo pude sacarme suficiente leche para dos días —explico, caminando hacia la 
habitación donde Dillan duerme silenciosamente en su asiento. 
—Te di suficiente tiempo —espeta, su frustración clara. 
Me siento en el sofá, odiando su mirada fulminante dirigida hacia mí mientras se 
queda de pie en la entrada. 
—Lo sé. Es solo que he estado tan cansada, realmente no tuve tiempo. —No soy 
una vaca que produce leche por galones. 
Su ceño se profundiza. 
—¿Cansada? 
—Sí, conseguí un trabajo hace dos semanas. —Sonrío con emoción—. Ahora 
trabajo en Valentine’s; es una pastelería en la esquina. La mejor del pueblo. 
—¿Un trabajo? —Sus ojos se oscurecen y sus puños se abren y cierran como si 
resistiera la necesidad de apretarlos. 
Pongo los ojos en blanco. 
—Tengo que pagar por los pañales de mi hijo de alguna forma. 
—¿Y el dinero que te envié? —sisea con enojo—. ¿Y dónde, si puedo preguntar, 
está Dillan mientras trabajas? 
¿Dinero? 
 
12 
 
—¿Qué dinero? —Lo fulmino con la mirada—. Y Dillan se queda con mi madre 
mientras trabajo los fines de semana y va a la guardería cuando trabajo durante la 
semana. 
—¿Guardería?—Apenas lo escucho, su voz es baja y peligrosa. Cierra sus ojos por 
un momento, su calmada compostura falla—. Ni siquiera tiene tres meses de edad. 
—No puedo dejar de trabajar, Nathan —espeto, poniéndome de pie—. ¿Siquiera te 
importa? Estoy muerta para ti, ¿recuerdas? —Camino hacia mi hijo y recojo su bolso 
que está en el piso al lado de su asiento. Girándome, lo pongo en los brazos de Nathan, 
ignorando la mirada culpable en su rostro—. Tráelo de vuelta el domingo por la tarde. 
Se ve furioso. No me importa. Ya no soy de su incumbencia. 
—Dillan necesita a su madre cerca. 
—Lo que Dillan necesita es un techo sobre su cabeza y ropa en su cuerpo —
argumento cansada—. ¿Cómo se los proporciono si no trabajo? 
—Enviaré más dinero. —Nathan coloca el bolso en el brazo del sofá y camina hacia 
su sobrino. 
—¿Qué dinero? —espeto y luego suspiro largamente para calmarme—. Olvídalo. 
No quiero ni necesito tu dinero. Mi vida no es de tu incumbencia. 
Nathan permanece en silencio mientras se arrodilla y pasa sus manos 
enguantadas sobre las mejillas de Dillan. 
—Lo traeré de vuelta el domingo por la tarde. 
—¿Puedo preguntar? —¿Debería? Nathan me mira expectante sobre su hombro—. 
¿Por qué quieres llevarlo? 
—¿Por qué no? —Se pone de pie una vez más y me enfrenta—. Es mi sobrino. Lo 
extraño. 
—¿Es lo único que extrañas? —Oh Dios, ¿por qué dije eso? 
Nathan se ve tan asombrado como yo, pero no le detiene de responder. 
—Sí. 
—Ya veo. —La alfombra repentinamente es muy interesante. Levanto mis ojos 
lentamente hacia los suyos, lágrimas congregándose en mis párpados, susurro una 
confesión que probablemente no debería—. Te extraño. Mucho más de lo que debería. 
No muestra ninguna reacción; no le importa. Sus palabras confirman mis 
pensamientos. 
—Lo siento, no siento lo mismo. —Vaya forma de apuñalarme en el pecho. Aparto 
la mirada rápidamente pero una lágrima cae de mi ojo izquierdo—. Lo devolveré el 
domingo por la tarde. —Levanta la silla del auto. 
Me apresuro rápidamente a mi hijo dormido y le doy un beso tras otro en su rostro 
y manos. 
—Te amo, bebé. —Ignorando mi corazón dolorido, miro a Nathan—. Llámame si 
algo sucede. 
—Lo haré. 
 
13 
 
Tomo su brazo, deteniéndolo. 
—Lo digo en serio, Nathan. Por favor. 
Tira de su brazo liberándose. 
—Dije que lo haré. 
Suspirando, beso a mi hijo otra vez y sigo a Nathan hasta su auto. Coloca a Dillan 
en la parte trasera y lo asegura. Beso a mi hijo una vez más. 
—Nathan —digo, siguiéndolo hacia el asiento del conductor. 
Se detiene con su mano sobre la puerta abierta. 
—¿Sí, Guinevere? —Su tono es exasperado—. ¿Ahora qué? 
—¿Por qué te quedas en esa casa? —pregunto, y hago una mueca cuando veo el 
dolor en sus rasgos—. Parece una forma tortuosa de vivir. 
Me mira boquiabierto por un minuto, pareciendo impactado por hablarle de algo 
tan secreto, tan perturbador. En lugar de responder, se mete en su auto y cierra la 
puerta. Segundos después, retrocede de mi entrada sin siquiera mirarme. 
Mierda. 
Ya extraño a mi niño. 
¿Cuál? Me pregunta mi conciencia. 
Ambos, responde mi corazón, con un dolor que trae más lágrimas a mis ojos; 
lágrimas por qué y por quién, no lo sé. 
 
 
—No me gusta —le digo a Valentine mientras golpeo con fuerza una bola de masa 
que debería tratar suavemente. Interviene, quitando la masa de mis puños furiosos—. 
Lo extraño. No pegué un ojo anoche. 
—La primera noche lejos de tu hijo siempre es la más dura —dice con una ligera 
sonrisa—. Estará bien. Necesitas tiempo para ti. 
—No me gusta tener tiempo para mí. —Tiempo para mí significa pensar en cosas 
que podrían haber sido pero que nunca serán. 
—Eres tan extraña; a veces no puedo esperar para deshacerme de mis hijos —dice 
Tiffany, la mujer que trabaja detrás del mostrador—. Deberías salir a tomar unos 
tragos. 
—Estoy amamantando —murmuro, resistiendo la necesidad de frotar mis pechos 
hinchados y doloridos. Porque no he tenido a Dillan, fui capaz de exprimir más leche de 
lo normal. 
—Tenemos un problema. Hay un tipo aquí que quiere hablar con la persona que 
hizo la torta de cumpleaños de caramelo, la que tenía forma de botella de Jack Daniels 
—declara Elle en voz baja, entrando en la cocina. 
Oh, mierda. 
—¿Hubo problemas? 
 
14 
 
—No sé, pero el hombre es muy apuesto. —Se abanica el rostro dramáticamente. 
—De acuerdo. —Ignoro su comentario de “muy apuesto” y rápidamente lavo mis 
manos. Estoy cubierta de harina y otros ingredientes de pies a cabeza. Me veo ridícula, 
pero no me importa. Estoy aquí para trabajar, no para jugar. 
Valentine no me ofrece ningún consejo sobre cómo debería manejar esto. Genial. 
Inhalo profundamente y exhalo antes de salir de la cocina con una sonrisa 
nerviosa en mi rostro. Elle señala a un hombre sentado en una mesa en la esquina 
lejana. Tiene una bebida caliente en una mano y su teléfono en la otra. Su cabello es 
rubio, casi como seda dorada, cortado a solo un par de centímetros de su cuero 
cabelludo y revuelto, como si acabara de salir de la cama. Realmente le queda bien. 
Camino hacia él, mordiendo ansiosamente mi labio. 
—Ummm… hola. —Lo saludo con un pequeño gesto de mi mano para llamar su 
atención y me mira con brillantes ojos color avellana. 
—Hola. —Sonríe y se pone de pie. Extiende su mano y antes de estrecharla, reviso 
mis manos una vez más por si tienen harina—. ¿Eres la persona que hizo la torta en 
forma de Jack Daniels? 
Asiento y trago a la vez. 
—Sí. ¿Hubo algún problema? 
—Sí. —Parece reacio a admitir mientras sus ojos me recorren de arriba abajo—. 
Encontramos esto sumergido en su interior —Saca algo de su bolsillo. 
Oh mi Dios. 
—¡Oh mi Dios! —chillo y se lo arrebato, mis ojos ardiendo. Perderé mi trabajo. 
Casi pierdo mi anillo. ¡Alguien pudo haberse ahogado! Pero mi anillo… 
Miro mi mano izquierda y de vuelta al simple anillo de diamantes que sostengo en 
la palma de mi mano derecha. ¿Cómo no noté que faltaba? 
—¿Estás bien? 
—Yo… ¿alguien salió herido? —Espero que nadie lo haya mordido y se haya roto 
un diente. 
—Afortunadamente no. Quizás deberías quitarte tus joyas antes de hornear —
sugiere, sus ojos brillando con humor—. No es gran cosa; simplemente supuse que lo 
querrías de vuelta. —Inclina la cabeza, sus ojos cuestionando mi estado angustiado—. Y 
considerando la forma en la que reaccionaste, estoy feliz de haberlo supuesto. 
—Lo siento. —Limpio mis ojos y cierro mi puño alrededor del anillo—. Lamento 
perder esto en tu torta. Aprecio que lo devolvieras. Iré y buscaré a mi jefe. 
—Oye, no tienes que hacer eso. Honestamente no es gran cosa. 
Observa mientras deslizo el anillo de vuelta a mi dedo. No encaja; he perdido 
demasiado peso desde que Caleb murió. Aún durante el embarazo no aumenté mucho. 
Niego. 
—Lo siento tanto. —¿Cómo pude no notarlo?—. Te haré algo especial, va por la 
casa. 
 
15 
 
Frunce el ceño ligeramente. 
—Ahora me siento terrible. Odio cuando las chicas lloran. Me rompe el corazón. 
Su sonrisa es encantadora, pero sus palabras rompen completamente mi pesado 
corazón. Más lágrimas caen, junto con sollozos nada atractivos. Caleb solía decir eso 
con respecto a llorar, pero específicamente sobre mí más que de las chicas en general. 
Oh mi Dios. Me estoy humillando completamente. 
—¿Debería abrazarte? Siento como que debería abrazarte. 
Empiezo a reírme a través de mis lágrimas, tratando de alejar la incomodidad de 
esta situación. 
—Lo juro, normalmente no soy así de emocional. Este anillo significa mucho para 
mí. 
—Ah, supongo que lo has buscado. 
Ese es el problema; ni siquiera me di cuenta que faltaba. He estado tan enfocada 
en Nathan y Dillan que raramente pienso en Caleb últimamente. 
—Sí —miento y muerdo el interior de mi mejilla—. ¿Tienes tiempo? Te haré algo y 
juro que esta vez no tendrá nada más que los ingredientes apropiados. 
Mira su reloj y niega. 
—Desafortunadamente, no. —Una sonrisa ilumina su rostro—. ¿Lo dejamos para 
después? 
—Seguro, solo entra y pregunta por mí. —Toco mi nombreen la etiqueta—. Soy 
Guinevere, pero llámame Gwen. Y gracias, por no hacerme perder mi trabajo. 
—Genial, soy Eric. Solo llámame Eric. O bastardo —bromea—. Sabes, por hacerte 
llorar. 
—Créeme, eran lágrimas de felicidad. —Hago una mueca. ¿Por qué soy tan idiota? 
¿Por qué digo cosas estúpidas? 
Su sonrisa se ensancha; es encantador y guapo. Señor, tiene hoyuelos. Me fascinan 
los hoyuelos. 
—Debo irme. Fue lindo conocerte, Gwen. Vendré pronto para ese algo especial. 
—Seguro, lo espero con ansias. —Bajo mi rostro, mis mejillas arden mientras me 
mira por un rato. 
—Te veré por ahí, Gwen. 
—Oh... gracias por no me meterme en problemas y por ser tan amable al respecto. 
Si te hace sentir mejor, lavo mis manos como una loca. —¡Cállate, Guinevere! ¡Solo 
Cállate!—. Adiós. —Me apresuro hacia el mostrador y me escondo en la cocina antes de 
que pueda decir algo más para humillarme. 
—Te diste cuenta que te pidió una cita, ¿cierto? —Elle estalla un globo entre sus 
labios y mastica el chicle luego de introducirlo en su boca. 
—No, por supuesto que no. —Eso es absurdo. Me gustaría saber si fue una cita. 
 
16 
 
—Lo hizo, o dio a entender que su próximo encuentro sería más que eso. —Mueve 
sus cejas y aparece una vez más su chicle. 
—Cállate —gimo, y escondo mi rostro tras mis manos—. No quiero salir con nadie. 
Además, probablemente asume que estoy comprometida. 
Me mira con suspicacia. 
—¿No estás comprometida? 
Oh cierto. Lo he mantenido para mí; nadie sabe sobre Caleb. 
—Ya no. —Giro el anillo en mi dedo y exhalo una larga respiración—. No me mires 
así. Es complicado. 
Levanta sus cejas. 
—No te estoy mirando de ninguna manera. 
—Te preguntas por qué sigo usando el anillo. —Debería quitarlo antes de volver a 
perderlo. 
Se encoge de hombros. 
—Es normal preguntarse sobre una persona que dice que no está comprometida 
pero sigue usando el anillo. O bien, todavía está enamorada del chico y se niega a 
dejarlo ir, aunque se ha ido, o realmente te gusta el anillo y no quieres llevarlo en la otra 
mano, o… 
Levanto la mano que no tiene el anillo y me río. 
—Detente, detente. Te lo diré... en algún momento. Pero no ahora. —Necesito 
lamer mis heridas en paz. 
—Seguro. Si él vuelve en los próximos días para ese “algo especial”… —Utiliza sus 
manos para imitar unas comillas en el aire, sonriendo irónicamente—, entonces sabrás 
que busca más que una retribución a eso. 
—Lo que sea. —La despido con una mano y me dirijo a mi bolso. Quitando el anillo 
de mi dedo, lo coloco en un bolsillo y cierro firmemente. Ahora que sé que no lo tengo 
puesto, mi dedo se siente desnudo. 
¿Cómo no me di cuenta? ¿Estoy perdiendo la cabeza? 
Probablemente. 
 
 
Mi teléfono suena mientras entro al bar con Sasha, el mismo que solía visitar 
antes con Caleb, Sasha y Tommy. 
No puedo creer cuánto tiempo ha pasado. 
Miro la pantalla y frunzo el ceño ante el hecho de que el número ha sido retenido. 
Normalmente no contesto pero me imagino que no puede ser una empresa en este 
momento. 
—¿Hola? 
Nadie responde. 
 
17 
 
—¿Qué bebida quieres? —pregunta Sasha después de llamar al camarero. 
—Solo una Coca Cola. —Me hago a un lado y coloco un dedo en mi oído para 
escuchar mejor—. ¿Hola? 
—¿Estás en un bar? —pregunta Nathan; no suena contento. 
—Sí, les tomó un rato a mis amigos convencerme. ¿Dillan está bien? —Lo extraño 
malditamente tanto. 
Nathan aclara su garganta. 
—Está bien. 
—Oh, qué bueno. —Parte de mí desea que Dillan pueda hablar, así podría 
preguntarle qué estuvo haciendo y no recibir un balbuceo en respuesta—. Entonces, 
¿cuál es el problema? 
—Estás en un bar. 
Frunzo el ceño; ahora estoy confundida y un poco irritada. 
—¿Y cuál es el problema? 
Más silencio... 
—Nathan, ¿sigues ahí? 
—Sí. 
—¿Puedo ayudarte con algo? —¿A qué juega? No lo entiendo en lo absoluto. 
—No —dice y de repente la línea se desconecta. 
¿Qué acaba de pasar? Si no lo supiera mejor, diría que parecía celoso. Y si es así, 
entonces significa que todavía le importo. Creo. ¿Por qué esto me hace sentir un poco 
feliz? Lo deseo, es por eso. No quiero que Nathan esté celoso. ¿Por qué estaría celoso? 
Si pudiera devolverle el llamado, lo haría, pero todavía no tengo su número. Tal 
vez debí pedírselo antes de que se fuera; eso hacen los padres responsables. Me 
golpearía a mí misma pero no me gusta el dolor. 
—Aquí. —Sasha me tiende una bebida, causando que el líquido oscuro salpique del 
borde de vidrio y gotee sobre mis dedos. Genial, ahora tendré que lavar mi mano—. Lo 
siento. 
—Claro que no. —Me río y disfruto de mi bebida, casi escupiéndola mientras el 
fuerte sabor de ron quema mi garganta. 
—Te conseguí uno doble. —Encoge los hombros y se mueve en su asiento al ritmo 
de la música. 
—Gracias. —jadeo, y despejo mi garganta antes de tomar un sorbo más tentativo 
esta vez. Hace más de un año que no pruebo alcohol. Estaba muy delgada para ese 
entonces. Temo pensar cuánto más delgada estoy ahora. No debería beber—. ¿Cómo 
está el trabajo? 
—Demasiado aburrido para hablar de ello esta noche que debería ser increíble —
dice y mueve sus caderas un poco—. Anímate. 
¿No estoy siendo alegre? Oh. 
 
18 
 
—Lo siento. 
Devuelve mis palabras con una sonrisa pícara. 
—No, por supuesto que no. —No, tiene razón. Yo no soy así—. ¿Quién estaba en el 
teléfono? 
—Número equivocado —miento. ¿Por qué estoy mintiendo? No es como si tuviera 
algo que ocultar. 
Al instante se distrae cuando la llaman por su nombre desde algún lugar a nuestra 
izquierda. Levanto la vista, pero no reconozco a la chica que gritó su nombre. Con un 
encogimiento de hombros y con el pensamiento de que no tengo nada mejor que hacer, 
sigo a Sasha y recibo breves presentaciones, olvidando sus nombres solo momentos 
después. 
Esto realmente ya no es para mí. Extraño a mi hijo. Echo de menos mi cama. 
Aunque trataré por Sasha. Ha hecho mucho por mí; le debo una buena noche. 
Pero primero necesito lavar esta viscosidad en mi mano. 
Dejando a Sasha con sus amigos, entro al baño y tiemblo por su falta de jabón. 
Agua caliente será. 
Oh... genial, no hay agua caliente tampoco. 
Derramo mi bebida en el fregadero y veo cómo se arremolina por el desagüe. La 
reemplazaré por una coca cola cuando vuelva. No me siento cómoda bebiendo cuando 
alimentaré a Dillan mañana. Pasar tanto tiempo sin amamantarlo me preocupa. Me 
preocupa que se acostumbre a los biberones y no sea capaz de prenderse a mi pecho. No 
puedo arriesgarme a eso; la leche de bebé es un gasto que no puedo permitirme ahora 
mismo. 
Saliendo del baño me dirijo directamente a la barra y pido para Sasha y para mí 
otra bebida. Ella bebe rápido; definitivamente necesitará otra. Mi teléfono suena 
mientras espero que me atiendan, un número retenido otra vez. 
—¿Sí? 
—Dillan acaba de vomitar —dice Nathan, sonando un poco preocupado—. ¿Está 
enfermo? 
—Tiene once semanas de edad; probablemente es un buche. —El camarero decide 
atenderme en ese mismo momento, simplemente genial—. Una soda y una limonada de 
vodka. 
—¿No estás bebiendo? —pregunta Nathan. Aunque no suena interesado, tengo la 
sensación que se obliga a utilizar ese tono de voz neutro para sonar indiferente. Aunque 
el hecho de que me pregunte lo contradice. 
—No. 
—¿Por qué no? 
—¿Cómo está Dillan? —¿Pensé que estaba muerta para él? Lo que significa que ya 
no se interesaría en mí. No debería existir para él, no es que me queje de sus llamadas. 
Estoy realmente feliz de saber de él—. Dijiste que estaba enfermo. 
 
19 
 
—Estaremos bien. Solo quería asegurarme de que lo supieras. ¿Debería hacer 
algo? 
—Dale agua hervida fresca entre comida —respondo automáticamente mientras 
pago por mis bebidas—. ¿Estarás bien? 
—Desde luego. —Suena ofendido por la pregunta. 
—¿Puedes por favor enviarme tu número? —Antes de que lo olvide—. No se siente 
correcto saber que tienes a Dillan y no poder contactarte. 
Suspira. 
—Bien. 
—Bueno. —Pauso—. ¿Cómo has estado? 
Permanece en silencio por lo que parecenminutos pero en realidad sólo han sido 
segundos. 
—No te emborraches, Guinevere. 
—No bebo, Nathan. —Mi tono es suave y con un atisbo de diversión. 
—Buenas noches. 
—¡Vamos! —grita Sasha y me hace señas. ¿Debería? Al parecer, sí... 
Yay... no. 
 
 
Sasha me hace beber dos vodkas de arándanos que me animan un poco. No 
mucho, pero lo suficiente como para que libere mis reservas. Después de una hora me 
siento un poco mareada por esas dos copas, así que dejo de beber y en su lugar disfruto 
de la animada conversación que fluye entre Sasha y sus amigos. Incluso participo de vez 
en cuando para mantenerme al día con sus borrachas divagaciones. 
Esto realmente no es tan malo. 
Cuando el reloj marca las doce, me marcho como Cenicienta y escapo de Sasha y 
sus amigos. Afortunadamente, no pierdo mi zapato en el camino a casa, aunque alguien 
me persigue. 
Mi mente da vueltas mientras escucho los pasos detrás de mí. Miro sobre mi 
hombro hacia el hombre que parece caminar en la misma dirección que yo. Me pongo 
nerviosa cuando personas que no conozco caminan detrás de mí. Tal vez debería 
detenerme y esperar a que pase, simular como si escribiera un texto y no pudiera 
caminar al mismo tiempo. 
No, porque le daré tiempo de atraparme. 
¿Me he escuchado recientemente? Sueno ridículamente paranoica. 
Es solo que... después de ver esas grabaciones de Nathan cuando era joven, ahora 
sé lo que el mundo es verdaderamente capaz de hacer, y mierda que crees que no va a 
suceder realmente te sucede. Caleb murió. Nunca debió suceder, pero pasó, y Nathan 
 
20 
 
fue lastimado por alguien que claramente amaba y alguien que debió quererlo y 
apreciarlo. 
Conociendo mi suerte, recogeré un asesino camino a casa. 
Maldita sea. 
Sigo el ritmo. Mi calle está a sólo cinco minutos, así que sé que estaré bien si soy 
rápida. Los pasos detrás de mí parecen ir más rápido. Tal vez sea mi imaginación. 
No. No describiré esto como algún suceso al azar. Así es como las personas bajan 
su guardia y al final terminan en una zanja. Ahora mismo supondré que me quiere 
muerta y pelearé contra ello. 
Dirijo mi mano a mi bolsillo. Tomo mi teléfono firmemente y rezo para que, pase 
lo que pase, tenga el tiempo suficiente para llamar a la policía. 
Mientras doy vuelta en la esquina de mi calle, el hombre sigue caminando. 
Escucho el sonido bajo de un golpeteo y me doy cuenta que tiene auriculares. Estaba 
probablemente de camino a casa desde su trabajo. 
Corro a casa y cierro la puerta detrás de mí, mi corazón latiendo a un ritmo fuerte 
en mi pecho. Estoy tan paranoica. ¡Hay algo seriamente mal conmigo! 
Probablemente es por estar tanto tiempo sola. No estoy acostumbrada a estar 
fuera de casa, especialmente por la noche. Nathan vive en medio de la nada y no tiene 
amigos, excepto Lorna, una chica que solía ir supongo que para sexo. No estoy segura 
de cuál era exactamente su relación, pero algo me dice que Lorna quería más de lo que 
Nathan le ofrecía. 
No creo que pueda tener sexo sin compromisos. Entonces otra vez, me entregué a 
un hombre que amé, así que la idea es abominable. 
Mi mamá todavía no ha llegado del trabajo. Trabaja en un bar del pueblo, no muy 
bonito pero popular. Esto significa que probablemente no estará aquí hasta dentro de 
unas horas. 
Después de una ducha rápida me subo a la cama y rezo porque mi niño esté bien. 
Lo extraño mucho. Espero que Nathan le esté haciendo frente. Después de girar mi 
anillo entre mis dedos pulgar e índice, lo coloco con cuidado en el marco de la foto que 
contiene el rostro sonriente de Caleb en mi mesita de noche. El diamante brillante 
apunta a su rostro mientras la banda circular descansa en la esquina. No siento que sea 
hora de quitármelo, pero mantenerlo es claramente peligroso. Prefiero guardarlo en un 
lugar seguro. Lo pondría en un collar pero... no se sentiría correcto después de llevar la 
joya de Nathan en mi cuello por tanto tiempo. A pesar de no tenerlo ya, todavía no se 
siente bien. 
Además, al menos si está aquí no puedo perderlo. 
Ese pensamiento no me consuela. ¿Por qué siento que un capítulo de mi vida se 
está cerrando? ¿Por qué siento que lo estoy traicionando? No es que no lo ame, porque 
lo hago, pero necesito ser quien era antes de perderlo, y no me refiero al anillo. 
Unas lágrimas silenciosas caen mientras cierro los ojos. Mañana será un mejor 
día; tiene que serlo. 
 
 
21 
 
3 
 
El trabajo comienza y tengo que admitir que, a pesar de que extraño a Dillan, es 
agradable no tener que levantarse una hora más temprano sólo para atenderlo, así 
como a mí misma. Está muy concurrido, pero luego espero que lo esté. Es sábado 
después de todo. 
Hemos creado un montón de golosinas para colocar en la nevera del frente, pero 
está claro que no fueron suficientes, ya que la gente viene por montones de café y 
bocadillos. A la una nos hemos quedado sin nada y mis pies me están matando. Todavía 
tengo que tener un descanso. No sé cómo lo hace Valentine; ella es mucho mayor, sin 
embargo no parece inmutada en absoluto. 
 
 
La campana repica, significando la entrada de otro cliente. Me sorprende cuando 
escucho un muy familiar chillido de bebé. 
—Ese es Dillan —le digo a Valentine, que está cubierta de harina de pies a cabeza. 
Estoy igual, pero también tengo marcas de mermelada de fresa salpicadas a través de 
mi estómago. 
—Hay un hombre afuera preguntando por ti —dice Tiffany a través de la puerta de 
la cocina. 
Lavo a toda prisa mis manos y arranco mi delantal antes de salir a la parte 
delantera. Nathan se destaca en el mostrador, mirando a los pasteles en exposición, un 
asiento de auto en una mano y el teléfono en la otra. Sí, él está usando guantes. 
—Hola. —Parpadeo, sorprendida de verlo—. Pensé que volverías esta noche. 
—Se quedó sin leche —responde, colocando el asiento del auto de Dillan en una 
mesa cercana—. Tiene hambre. 
Bueno, eso no tiene sentido. 
—¿Cómo te quedaste sin leche? Hice lo suficiente para que durara hasta mañana 
por la mañana. 
—Tuve un accidente con las últimas tres botellas. —Nathan tira de una nueva caja 
de botellas de vidrio de la pañalera que tiene colgada de un hombro—. Las sustituí. 
—Oh. —Agachándome bajo el mostrador, me dirijo hacia ellos, deseando poder 
recoger a mi hijo, pero me abstengo debido a mi estado actual—. Yo... —Veo mi ropa, 
tratando de evitar el contacto visual—. No puedo realmente recogerlo en este momento. 
Nathan frunce el ceño, claramente infeliz ante la difícil situación. 
 
22 
 
—Bueno, ¿qué esperas que haga? 
—Tengo un poco de leche en el congelador en casa. He estado sacándomela los 
últimos días. 
Él mira su reloj. 
—Tengo que irme pronto. 
—Y yo tengo que trabajar —siseo, mis ojos estrechándose en él—. Mamá salió 
pensando que no tendría a Dillan hoy. Además, no se suponía que lo trajeras de vuelta 
hasta más tarde. No es justo que nos estés molestando así. —Abre su boca para discutir, 
pero lo interrumpo—. No, tú querías esa responsabilidad. No puedes dejar todo porque 
te apetece. 
Desliza su lengua por el labio inferior y estoy sorprendida por lo mucho que he 
echado de menos este pequeño gesto suyo. 
—Bien. Dame las llaves. 
—¿Todo bien? —pregunta Valentine mientras entro en la cocina y camino hacia 
donde mi bolsa descansa en el armario. 
—Bien. Sólo algo con Dillan. Ya resuelto. —¡Las tengo!—. Vuelvo en un momento. 
—Nathan mira a su alrededor con impaciencia, con una mano meciendo el asiento del 
auto mientras apoya la otra en su cadera—. Toma. 
—¿Cuándo vas a terminar? 
—No hasta las seis —respondo, pero Valentine aclara rápidamente. 
—¡Siete! 
—Bien, tenemos una orden que hacer para una fiesta privada. —Maldición—. Voy 
a llamar a mi madre. 
Nathan deja escapar un largo suspiro, recoge a Dillan después de guardar mis 
llaves y se dirige a la puerta. 
—Es bueno verte —digo abruptamente, lo que le hace parar por un segundo—. 
Gracias por tenerlo. 
Él agacha la cabeza, sólo un pequeño reconocimiento evasivo de mis palabras.Lo 
veo alejarse, deseando que las cosas fuesen diferentes; odio esta brecha entre nosotros. 
—Bueno, pareció agradable —comenta Valentine con sarcasmo. 
—Él está, él sólo está... es sólo Nathan. —Ahora... ¿dónde estaba? 
 
 
Al llegar a casa siento una presión nerviosa Me pregunto si Nathan estará aquí o si 
mamá está de vuelta y se ha hecho cargo de Dillan. Cuando veo su auto en la calzada no 
sé si sentirme aliviada o no. 
—Oye. —Saludo al entrar y saco el abrigo de mi torso. 
—Me tengo que ir —dice Nathan, inmediatamente pasando junto a mí. ¿Qué 
demonios? 
 
23 
 
Le agarro del brazo y lo giro de nuevo a mí, un ceño de confusión que muestra la 
realidad de mis sentimientos. 
—¿Qué pasa? 
—He puesto a Dillan en la cama —dice, sin mirarme. Con un fuerte tirón, su brazo 
está libre de mi alcance. 
—¿En serio? —me burlo y lo sigo, deteniéndome mientras abre la puerta del auto. 
La empujo, poniendo mi cuerpo entre él y el auto—. ¿Es así cómo serán las cosas? —Sus 
ojos miran fijamente un punto por encima de mi hombro, y quiero resoplar de 
frustración—. Nathan por favor. Deja de ignorarme. 
Me doy cuenta de que sus ojos se ablandan por un breve segundo, pero se ha ido 
tan rápido como llegó. 
—Muévete, Guinevere. 
—Umm... no, no creo que lo haga. —Mi mirada es desafiante mientras cruzo los 
brazos sobre mi pecho y levanto la barbilla un poco—. No hasta que... ¡Oye! —Sus 
manos agarran mis brazos y rápidamente me alejan. Estoy acorralada en la ventana 
junto a la puerta abierta, frente a mi casa y los recuerdos de la noche en que levantó su 
puño inundado de ira me vienen, haciendo que me asuste. O bien no se da cuenta de mi 
repentino destello de miedo o no le importa. 
El calor de su cuerpo se filtra en mis huesos enfriados. Me estremezco un poco 
mientras él se cerca, sólo un centímetro nos separa. 
—Estoy bastante seguro de que te dije algunas cosas antes de que te fueras. 
Asiento, recordando sus palabras con claridad, por no hablar de la forma en que 
las dijo. Tan sinceras, tan crueles, tan furiosas. 
Estás muerta para mí. 
—Entonces, ¿por qué insistes en seguir conversando conmigo cuando claramente 
no quiero tu atención? —Suena tan formal, tan bien hablado y por encima de mí, mucho 
como sonaba cuando nos conocimos—. Voy a estar allí para Dillan, pero sólo... —Un 
breve destello de dolor en sus ojos casi chocolate—. Mantente alejada de mí. 
Debería detenerme, pero no lo hago. 
—No entiendo. No voy a hablar de lo que vi. —Por favor, dame una oportunidad 
para mostrarte cuánto lo siento por todo lo que te ha pasado y por no ser capaz de 
aplastar mi curiosidad—. No me siento nada diferente acerca de ti a causa de lo que vi. 
Por favor, Nathan. 
—Me voy. Te llamaré de nuevo en unas semanas. —Él asiente, pasándose una 
mano por el largo cabello. 
—Tal vez me niegue a contestar —lo digo con petulancia. Nunca lo detendría de 
ver a Dillan, pero si tengo que insinuar que lo haría para que nuestra amistad regrese, 
entonces eso es lo que haré. 
Todo su cuerpo se tensa, su cara como si le pasara una corriente eléctrica. 
—Entonces voy a llamar a tu puerta e insistir en que me permitas el acceso a mi... 
sobrino. —¿Qué fue esa pausa en todo esto? ¿Iba a decir algo más? 
 
24 
 
—¿Y si me niego? No creo que sea bueno para él estar a tu alrededor cuando tan 
claramente me odias. —Esto es sólo un poco cierto. Nathan ama a Dillan; sé que nunca 
haría nada para hacerle daño, emocional o físicamente—. ¿Qué tal eso? 
—¿Qué tal eso? —Se ríe con incredulidad—. ¿Qué tal esto? —De repente, su rostro 
está muy cerca del mío—. Dillan es la única familia decente que me queda. Él es el único 
vínculo que tengo con Caleb. Si siquiera piensas en alejarlo de mí, voy a llevarte a los 
tribunales, y confía en mí cuando digo... —La punta de su nariz roza el lado de la mía; 
sus manos se encuentran contra la pared haciendo que sus brazos me enjaulen. Ups—. 
Voy a hacer lo imposible para que no puedas ganar. 
Mi boca se abre, mi mente se bloquea. No me esperaba eso. 
—Pero... eres... Yo. 
—Ten una buena tarde, Guinevere —gruñe y se inclina un poco hacia atrás por lo 
que sus ojos pueden ver en los míos—. Te veré en dos semanas. 
—Pero dijiste tres. —Respiro, no confiando en mi voz para mantener mis 
emociones bajo control. 
Una mueca curva sus labios y sus ojos se estrechan. Me inclino más hacia atrás 
lejos de él por lo que mi cabeza está contra la pared. 
—Sí, bueno, claramente he cambiado de opinión. —Gira lejos de mí y entra en su 
auto. Agarro mi pecho con una mano, dispuesta a que este dolor pare, pero a sabiendas 
de que no lo hará. 
Nunca debí haber utilizado a Dillan como arma y eso es exactamente lo que acabo 
de hacer. Sólo estoy... desesperada. Ahora no estoy tan segura de lo que siento. Después 
de todo lo que acaba de decir, no estoy del todo segura de que quiero arreglar nuestra 
relación. ¿Por qué siento como si mi corazón se está rompiendo? ¿Acaso...? No. Ni 
siquiera voy a seguir con esa idea, sobre todo cuando se trata de una palabra de cuatro 
letras que empieza con A y termina con R. 
Con manos temblorosas cierro la puerta detrás de mí. Con piernas de gelatina voy 
a la ducha mientras Dillan aún duerme. Soy repugnante y no estoy hablando nada más 
de mi cuerpo cubierto de harina, estoy hablando de mi capacidad para amenazar a un 
hombre con quitarle la única persona decente que tiene en este mundo: mi hijo. 
••• 
 
—Te ves triste —dice mi mamá mientras acuno a Dillan en mi pecho y lo meso en 
la mecedora en su cuarto de niños. 
—Estoy bien —miento, y beso la dulce cabeza de Dillan, haciéndole gruñir y 
maullar poco antes de quedarse quieto una vez más—. Sasha no puede venir esta noche; 
ella tiene un proyecto. 
—¿Tommy? 
Me encojo de hombros. 
—No he sabido nada de él desde que visitó por última vez. 
 
25 
 
—¿Nathan? 
Ah, bueno, ahí está el problema. 
—Nathan está siendo... difícil. 
—Eso no es justo para ti. 
—Sí —estoy de acuerdo, pero no profundizo en las razones detrás de mi acuerdo. 
Nathan es un idiota. Fin—. Debería irme; voy a llegar tarde. 
Ella toma a mi hijo y acaricia mi nuca amorosamente. 
—Estoy segura de que va a venir por aquí. 
De alguna manera no creo que lo haga. 
—Gracias, mamá. 
—Vamos, manos a la obra. 
Pero estoy tan cansada. Pasé toda la noche dando vueltas, tratando de averiguar 
qué hacer a continuación. ¿Debo renunciar a Nathan o seguir intentándolo? Tal vez sólo 
debería darle tiempo. Obviamente no quiere verme ahora. Tal vez va a venir, o tal vez 
no quiero que lo haga. 
¿Tengo que hablar con un abogado? 
No estoy segura de lo que estoy haciendo. 
¡Ah! Es por eso que no podía dormir. Tengo que dejar de obsesionarme con esto. 
Estoy en un buen lugar ahora mismo. Nathan puede revolcarse por el momento; tengo 
que concentrarme en mi propia vida. 
—Bien. 
 
 
El trabajo es lento, no por falta de clientes, oh no, hay un montón de ellos. Es sólo 
lento porque estoy agotada y preocupada. 
Echo tanto de menos a Caleb. ¿Qué haría él después de que yo tuviese un mal día 
en el trabajo? Apenas puedo recordar. Tal vez él me abrazaría y besaría, haciendo que 
todo fuera mejor. O tal vez hubiera frotado mis hombros y besado mi cuello antes de 
hacer el amor conmigo en un intento de hacerme olvidar. 
Parece que ha pasado toda una vida desde su muerte. En realidad sólo han sido 
siete meses. Apenas puedo recordar la forma en que olía, o el sonido de su risa, o la 
sensación de sus suaves labios sobre los míos. 
Toda la situación todavía me enfurece. Me siento como si no tuviera ningún lugar 
seguro para sentarme y llorar por más tiempo. No por falta de un hogar, tengo uno, sino 
porque tengo miedo de que si derramo incluso la lágrima más pequeña, las compuertas 
se abran y caiga en espiral hacia la oscuridad una vez más. Nada, nada ni nadie puede 
detener mi descenso a ese pozo de desesperación. Sólo tengo que seguir adelante. 
Me pregunto qué sería la vida si no tuviera a Dillan, si Caleb no me hubiera dejadoembarazada. ¿Sería más feliz, o sería un desastre debido a que no tengo un ancla en mi 
 
26 
 
vida? Dillan es mi ancla y me hace más feliz de lo que creo nunca me he sentido, pero 
todavía no puedo dejar de preguntarme. 
A pesar de que Nathan nunca me hubiera aceptado si no hubiera estado 
embarazada. No estoy segura de lo que siento por eso. 
—Creo que la masa está terminada —comenta Valentine, sacándome de mis 
pensamientos. 
Tiene razón; es probable que hubiese estado lista hace unos cinco minutos. Puede 
que la haya amasado demasiado; se ve como una delgada hoja de papel de color masa, 
aunque sea poco firme. Ups. 
Tiffany muestra su pequeña cabeza por la puerta. 
—Chico caliente, en la delantera. Ha vuelto por su algo especial. 
Ups. 
—¿Preguntó específicamente por mí? 
—Sí. —Y se ha ido. 
Oh, mierda. Bueno, al menos no estoy cubierta de harina y otros ingredientes 
ahora, no como la última vez. 
—Regresaré —le digo a Valentine, y apresuradamente cuelgo mi delantal en la 
parte posterior de la puerta con los otros. 
Oh Dios. Ahí está él. 
—Hola. —Voy por alegre, pero suena torpe y un poco afligido—. Eric, ¿verdad? 
—Guinevere, ¿verdad? —Me guiña y se apoya en el mostrador ligeramente. Su 
sonrisa torcida es muy guapa y muy encantadora. Apuesto a que las damas lo aman. 
Elle suspira junto a mí y se confirman mis pensamientos. Sí. Las damas lo aman. 
—Estoy de vuelta para ese algo especial —afirma con picardía, sus ojos brillando. 
¿Qué edad tiene de todos modos? No puede tener más de veintiséis. 
—Seguro. —Mastico mi labio, mirando directamente a sus ojos, tratando de 
implorarle que ordene solamente productos horneados. ¿Por qué tengo la sensación de 
que también estoy en ese menú?— ¿Qué es lo que se te… —¡no digas apetece!—, 
apetece? 
¡Maldita sea mi estúpida boca! 
Su sonrisa se ensancha, uh, esos hoyuelos... ¿tengo que decir más? 
—Bueno, ya que alguien podría haberse ahogado hasta la muerte y morir. —Mi 
boca se abre con horror ante sus palabras—. O roto un diente, me imagino que me 
debes en grande. Muy grande. Demasiado grande. 
Oh mierda. 
—Esas son un montón de suposiciones. 
—Lo son. —Sus ojos color avellana se detienen en mi mano—. ¿Dónde está tu 
anillo? 
 
27 
 
—En casa. —Froto mi dedo desnudo distraídamente, dispuesta a que la 
conversación siga adelante. 
—¿Con tu… prometido? 
Mis ojos se amplían. ¿Qué digo? 
—No estoy... uh... comprometida. 
Ahora luce perplejo. 
—Oh. ¿Reliquia de la familia? 
—Algo así. —Nerviosamente meto mi cabello detrás de las orejas, echo un vistazo 
alrededor a las mesas vacías, orando para que algo realmente divertido pase para 
distraerlo así puedo irme. O algo realmente malo. Tal vez pueda hacer que alguien 
inicie una pelea. 
—Entonces, tu anillo está en casa con... 
Frunzo el ceño. 
—¿Por qué quieres saber con quién vivo? 
Él deja escapar una risa. 
—En realidad estaba tratando de averiguar si eres soltera. 
—¡Lo es! —grita Elle desde la cocina. Me pongo muy mareada. 
—Brillante. —Sonríe Eric y entrelaza sus dedos sobre el mostrador delante de él—. 
Así que, ¿te recogeré a las ocho? 
—Yo… 
—Será a las 8 —responde. Abro la boca para hablar, pero me interrumpe—. O 
siete, ¿las siete es mejor para ti? 
—No... 
—¡Sale a las seis! —grita Elle, y hago una nota mental para patear su culo huesudo 
más tarde. 
—¡Tienes clientes, Elle! —grito de vuelta con los dientes apretados y me giro hacia 
Eric—. No puedo, tengo que... —¿A dónde se ha ido? ¿Qué demonios? Lo veo por la 
ventana de la tienda subir a un auto plateado que está estacionado afuera. 
—Él corrió cuando te diste vuelta —explica Elle innecesariamente cuando me 
quedo mirando atónita a la puerta. 
Gruñendo blasfemias a mí misma, pisoteo hacia la cocina, mi cara ardiendo roja y 
mi irritación en la zona de peligro. 
—Me lo agradecerás más tarde —grita Elle, sin importarle que los tres clientes que 
estaban esperando para ser atendidos sin duda saben que voy a una cita más tarde. 
¡Oh Dios mío! ¡Voy a una cita más tarde! 
—¿Estás bien? —pregunta Valentine, sintiendo claramente mi estado de ánimo. 
No, no lo estoy. 
—Bien. 
 
28 
 
 
 
Para alguien que no quiere ir a una cita, sin duda tomé extra cuidado de 
mantenerme libre de ingredientes. Ahora son las cinco cincuenta y tres y estoy tan 
nerviosa como Santa en un burdel. 
Deja de estar inquieta. Deja de temblar. Para... simplemente todo. 
Puedo manejar eso. 
La campana por encima de la puerta suena y entra Eric, luciendo hermoso en 
jeans azul oscuro y una camisa blanca. 
—Hola. —Se ve un poco nervioso, casi tan nervioso como yo. Me siento mal por el 
chico ahora—. ¿Estás lista? 
—Tú insististe en recogerme desde el trabajo. —Bajo la mirada a mi ropa casi libre 
de ingredientes—. Así que no, no estoy lista. 
Agachándose debajo del mostrador, trago cuando da un paso hacia mí y ofrece su 
mano. No sé por qué, pero la tomo y permito que me tire más cerca. Se inclina hacia 
delante y planta sus suaves labios contra mi mejilla, inhalando al mismo tiempo. 
—Hueles como galletas. 
—¿Me oliste? —observo, no estoy segura de si asustarme o desmayarme. 
—Trabajas en una panadería. Mi primer pensamiento fue “apuesto a que huele 
como una”. 
Parpadeo. 
—Qué extraño primer pensamiento para tener. —¿O no? No estoy segura de cómo 
funciona la mente masculina. 
Se ríe silenciosamente y me saca de la tienda. 
—Así que, mi nombre completo es Eric Smith. Seré tu cita para esta noche. 
Huh, él no abre la puerta del auto para mí. No estoy segura de si me gusta eso. O 
tal vez estoy acostumbrada a una práctica que sólo existe en los hombres Weston. Sin 
embargo eso está bien, porque no voy a meterme en el auto o ir a una cita. 
—¿Algún problema? —pregunta, todavía sonriendo. 
Asiento y decido soltarlo. 
—Tengo que llegar a casa por mi hijo. 
—¿Tu hijo? —Al principio puedo ver que piensa que estoy bromeando, pero 
cuando ve mi expresión seria él luce sobre todo impactado—. Oh. 
—Sí, tiene once semanas de edad y mi madre lo cuida mientras yo trabajo. Estoy 
viviendo con ella hasta que me pueda permitir mi propio lugar. 
Él sólo me mira boquiabierto, bastante grosero debo añadir. 
—¿Once semanas? ¿Dónde está su padre? 
Sólo le debería decir. Probablemente no lo volveré a ver. Es lo mejor. 
 
29 
 
—Su padre murió cuando yo tenía cuatro meses de embarazo, en la cama junto a 
mí. —Ahora se ve aún más perplejo. Señalo de nuevo a la tienda—. Ellas no saben eso. 
Traté de decirte antes, pero... bueno tú como que corriste. 
Él permanece en silencio por un momento. 
—Ah. ¿Así que supongo que el anillo es de él? —No llores, no hables, sólo asiente—
. Realmente lamento tu pérdida —dice suavemente, apoyando los brazos sobre el techo 
del auto que todavía nos separa—. ¿Puedo llevarte hasta tu casa? 
Negando, doy un paso atrás. 
—No, estoy bien. Sólo vivo a la vuelta de la esquina. Lo siento mucho por jugar 
contigo. 
—No lo hiciste. —Su sonrisa es tranquilizadora—. Es mi culpa por adelantarme. 
Sabía que ibas a decir no; nunca puse mucho pensamiento sobre por qué. 
—Lo siento, Eric, y gracias de nuevo por devolverme mi anillo. 
—Por favor, ¿déjame llevarte? La culpa está royendo en mis entrañas. —Inclina su 
cabeza y sonríe de nuevo. Esta vez es una real, una fácil. 
¿Debería? 
—Tal vez la próxima vez. —Inclino mi cabeza y me volteo. 
—Buenas noches, Guinevere —dice. Lo saludo con la mano, sin mirar hacia atrás y 
acelerando el ritmo. 
Lo primero que hago cuando llego a casa es recoger a Dillan y acostarme en la 
cama con él sobre mi pecho. Necesito mi ancla en este momento. Lo necesito a él con 
desesperación. 
Su frente arrugada sube y baja mientras levanta su cabeza de mi pecho y me mira 
con ojos familiares. Le sonrío a su sonrisa de boca abierta y beso su pequeña nariz, 
moteada en pequeñas manchas de leche blanca. 
—Te amo bebé Weston. Nunca lo olvides. 
 
 
La semana pasa y no tengo noticias de Nathan, ni tengo noticias de Eric. Esto es 
bueno. Permite a mi menteun descanso de interminables pensamientos innecesarios. 
Dillan es un bebé muy sonriente. Me encanta, especialmente cuando me levanto 
por la mañana y él está mirándome a través de los huecos de su cuna, sonriendo ante el 
hecho de que estoy despierta y lista para darle de comer. 
Me pregunto vagamente si Nathan era tan feliz como Caleb y Dillan antes de que 
su abuelo lo destruyera. De mala gana, mi memoria evoca las imágenes a las que estuve 
expuesta al ver la película casera. Recuerdo a Nathan antes de que su abuelo hiciera lo 
que hizo. Estaba feliz, incluso emocionado. 
Ese pobre muchacho. 
Pobre Nathan. Sólo quiero abrazarlo y llorar por él, pero sé que no va a apreciar 
eso. 
 
30 
 
 
 
—Todavía no nos has contado cómo fue tu cita. He estado esperando y esperando. 
—Elle sonríe y se mete una bola de chocolate en su boca—. Oh Dios mío. El cielo en 
forma de bola. 
Rodando mis ojos en buen humor, la ayudo a poner las bandejas de fantasía llenas 
de golosinas en el refrigerador de exhibición. 
—No fui a una cita. 
—Pero pensé... 
La silencio con un gesto. 
—No pienses en ello. No es gran cosa. No estoy en ese “estado de ánimo de citas” 
en este momento. —Lo que demonios signifique. 
—Hay algo muy mal contigo si no puedes estar en el estado de ánimo de citas para 
un tipo como ese. —Si tan sólo supiera—. Ese muchacho es más sabroso que las galletas 
del domingo. 
—Mentirosa —me mofo y cierro el refrigerador—. Si te gusta tanto, ¿por qué no 
sales con él? 
—Bebé, casi tengo treinta y cinco y tengo un compañero al que quiero mucho. —
Me guiña con una sonrisa—. Es por eso que tengo que vivir a través de ti. —Juntando 
sus manos bajo la barbilla, pone dramáticamente mala cara—. Por favor, oh por favor, 
por favor, por favor sal con él y dime todos los detalles. 
—Eres descarada. —Me río y la golpeo en el brazo—. Muévete. Tengo galletas que 
se van a quemar si no lo haces. 
—No puedo dejarla quemar nuestras preciosas galletas —interviene Tiffany, como 
si el pensamiento es peor que el fin del mundo, y saca a una suplicante Elle fuera del 
camino. 
Las paso rozando, todavía sonriendo, y vuelvo a mi trabajo. Las cosas están 
empezando a mejorar. 
 
 
Cuando llego a casa estoy de humor para limpiar y organizar, a pesar de que estoy 
agotada. Dillan está feliz en mi cama cercana. He colocado acolchados alrededor de él 
para detenerlo de rodar por el gran colchón, pero tengo un ojo puesto en él en todo 
momento de todos modos. Nunca estoy a más de un metro de distancia. Mi habitación 
no es lo suficientemente grande como para permitirme tanta distancia. 
Él patea inconscientemente al juguete a sus pies. Cada vez que su pie se conecta, la 
parte que cuelga sobre su torso se ilumina. No creo que se dé cuenta de que él es la 
causa de las luces y la música tintineante, pero sin duda lo emociona. 
—Me tengo que ir pronto —grita mamá mientras se mueve rápidamente por las 
escaleras y en mi habitación—. Cristo. —Suelta un jadeo y agarra su costado—. Me estoy 
haciendo demasiado vieja para eso. 
 
31 
 
—Tienes como cuarenta; contrólate —comento, y saco un montón de basura que 
ha sido pateada debajo de mi cama. La mayoría se ha pateado allí a propósito. Desde 
que comencé este nuevo trabajo he estado demasiado cansada para limpiar y mi madre 
ha estado lidiando con el resto de la casa. 
—Sasha pasó por acá una hora antes de que llegaras a casa. Dijo que lamenta no 
haber llamado y dejó tu chaqueta. Está en la planta baja en el vestíbulo. La dejaste en su 
auto cuando te recogió de lo de Nathan. 
—Gracias. —Miro a mi hijo de nuevo, garantizando su seguridad, antes de volver a 
la tarea en cuestión—. Ten una buena noche en el trabajo. 
—Besos. —Se arrastra sobre mi cama y besa la boca abierta de Dillan—. Te quiero, 
mi dulce niño. —Con una palmadita en mi cabeza, me deja en mis quehaceres. 
Dillan arrulla y balbucea. 
—Cállate tú —digo en un tono suave, apacible y feliz; sólo le hace hacer más 
ruidos. 
Una vez que termino mi habitación, sostengo a mi hijo en un brazo y desciendo las 
escaleras. Definitivamente estoy agotada ahora, a pesar de que la noche recién 
comienza. No puede ser más tarde que las seis. 
Le mando un mensaje a Sasha y le doy las gracias por traer mi chaqueta. Me había 
olvidado por completo de eso. 
No hay problema señorita. Besos. Te llamo mañana. Besos. 
Ella no llama y Tommy rara vez responde a mis textos. Otra semana pasa, y 
finalmente me pregunto si tenía amigos de verdad en absoluto. Entiendo que tengo un 
niño ahora, pero después de todo lo que hemos pasado, pensarías que al menos me 
invitaran a sus casas. Este no es el caso. Llevé a Dillan a dar un paseo el otro día y decidí 
parar en la antigua cafetería donde trabajaba. Sasha no entró mucho después de mí con 
un grupo de amigos de la universidad que no reconozco. Ella se acercó y saludó, con la 
promesa de llamar. 
Más promesas rotas. 
Me incliné hacia mi hijo y le hice una promesa que sin duda mantendré. 
—Tú y yo contra el mundo. Prometo nunca abandonarte. 
 
 
32 
 
4 
 
Mi teléfono suena. Ni siquiera son las siete de la mañana. Nathan. Uf, ¿qué es lo 
que quiere? Es demasiado pronto para discutir. 
—¿Hola? 
—Prepara a Dillan. Estaré allí en dos horas. —Y la línea se corta. 
Joder, ¿estás bromeando? No. Dillan me ha tenido levantada la mitad de la noche. 
Estoy durmiendo y voy a seguir así hasta que me despierte de nuevo. Que te jodan a ti y 
a tus órdenes. 
Además, mis ojos no se quedan abiertos el tiempo suficiente para levantarme de la 
cama. 
 
 
Dejo escapar un sorprendido grito ahogado cuando la manta es apartada de mi 
cuerpo, interrumpiendo mis placenteros sueños que ya no recuerdo. 
—¿Qué demonios? —Parpadeo para deshacerme de la visión borrosa y fulminar 
con la mirada a un Nathan con el ceño fruncido. Se cierne sobre mí de una manera que 
me dice que, probablemente, me quiere estrangular justo ahora—. Podría haber estado 
desnuda. —Prácticamente lo estoy, solo llevo una camiseta y las bragas. 
—¿Te llamé hace dos horas, solo para encontrarte durmiendo todavía? —se burla, 
y se acerca a la cuna donde Dillan ahora está despierto y llorando, probablemente por 
mi repentino chillido de miedo. 
—No recuerdo una llamada —miento, y me siento. Mis manos comienzan 
inmediatamente a frotar mis ojos. Espera...—. ¿Cómo entraste? 
—Llamé. Tu mamá contestó. 
—¿Y ella solo te dejó entrar? —Frunzo el ceño, sin creérmelo ni por un segundo. 
—Cuando le expliqué que era mi fin de semana para tener a Dillan, sí, lo hizo. La 
salvé de la molestia de despertarte ella misma. 
—Oh. Son las nueve de la mañana. ¿Por qué llevas un traje? —No es que no se vea 
bien. Realmente lo hace. 
—¿Podrías levantarte y empacar sus cosas? Lo voy a traer de vuelta el lunes. 
—Nunca estuve de acuerdo con la duración del tiempo, ni con que lo recogieses. —
Me pongo de pie, no sintiéndome modesta en lo más mínimo—. Voy a tomar una ducha. 
—Tengo lugares en los que necesito estar —espeta, y mi enojo se eleva ante su 
tono. 
 
33 
 
—¡Entonces no deberías llevarte a Dillan! 
—Voy a prepararlo. 
—Hazlo —digo bostezando, y abro la puerta—. Voy a tardar unos quince minutos. 
Quiero decirle adiós antes de irse. 
Aprieta su mandíbula, pero se queda callado, por lo que estoy eternamente 
agradecida. 
Me tomo mi tiempo duchándome, solo para ser difícil. También tardo en vestirme 
y secarme el cabello, otra vez... solo para ser difícil. 
—¡Para hoy sería agradable, Guinevere! —llama Nathan por las escaleras, 
haciéndome reír disimuladamente. ¿Por qué estoy provocándolo? 
Después de hacerlo esperar otros diez minutos, finalmente me dirijo hacia abajo. 
Está sentado en el sofá con Dillan en su pecho, viéndose casual y contento. Bueno, tan 
casual como uno puede verse con un traje caro. 
—Lo siento, me tomó mucho tiempo. —No, no lo siento. En lo más mínimo. 
Nathan alza a Dillan sobre su rostro, haciéndolo sonreír y gorgotear. 
—¿Ella no es ella? De ningún modo. Se ríe de mí silenciosamente.—Su voz es alta 
y feliz. Me encanta cuando habla con Dillan así—. Mami es mala, sí lo es. —Uh-oh. 
—Expresión de vomitar —digo con una mueca, pero es demasiado tarde. Una 
salpicadura blanca de vómito de bebé, lleno de bultos, deja la boca de mi hijo y aterriza 
directamente debajo de la barbilla de Nathan. Me preparo para el dramatismo y agarro 
toallitas para bebés de un lado—. Aquí. —Me doy prisa en eliminar el vómito de su 
cuello. Afortunadamente, no parece estar demasiado preocupado, pero me deja limpiar, 
de todos modos. Uso este instante de paz entre nosotros para sacar a relucir nuestro 
último encuentro. No terminó muy bien y me comporté espantosamente—. Lo siento 
por lo que dije. —¡Qué manera ridícula para disculparse! Sus ojos se encuentran con los 
míos. Alimenta mi valor y me tranquiliza un poco, lo que permite que continúe—. 
Nunca debería haberlo utilizado como un arma. Me avergüenzo de mí misma. 
—Reaccionaste a una... situación difícil —replica, sus ojos suavizándose en mí. 
—Eso no es una excusa. 
—No —discrepa, sonriendo una vez más a Dillan—. Es una excusa, no una 
excelente, pero una perdonable. —Me hundo un poco con alivio. Me perdona y 
realmente se siente muy bien—. Él orinó sobre mi frente la última vez que lo tuve. —
Nathan se estremece ligeramente al recordarlo. Típico de Nathan, querer pasar de 
nuestro momento emocional, aunque me alegro de que no perdurara, ni me guardara 
rencor por mucho tiempo—. Pensó que era divertido. 
Buen chico. Quiero decir... 
—Lo siento. 
Nathan hace un gesto con la mano, como dando por finalizado el tema, y ladea la 
cabeza mientras aparto el cuello de su camisa y limpio el vertido que se ha filtrado por 
debajo. 
—Aquí, tómalo. Necesito cambiar mi camisa. 
 
34 
 
Está bien, así que tal vez esté enloqueciendo un poco. O, tal vez, simplemente no 
quiere tener una mancha cerca de su cuello durante el viaje a casa. 
—Bien. —Tomo a Dillan, asegurándome de mantenerlo en ángulo por si tuviera 
que vomitar otra vez. 
—¿Tienes algún plan para la noche? —pregunta Nathan mientras regresa, su 
camisa blanca se ha ido. En su lugar, lleva una azul bebé que se ve increíble contra su 
tono de piel. 
—No —contesto con un movimiento de cabeza, obligándome a mirar hacia otro 
lado. Toma a Dillan de vuelta y se sienta. Me sorprende, ya que puedo ver que la bolsa 
de pañales se encuentra totalmente llena, por lo que realmente no tiene ninguna razón 
para quedarse. A Nathan no le gusta entretenerse. Me alegro de que lo haga. 
—Saliste —apunta, sus cejas levantadas. 
—Sí, no fue tan divertido como me esperaba. 
—¿Por qué? 
Suspiro. 
—Simplemente, no lo fue. No estoy acostumbrada a encontrarme entre 
multitudes, supermercado no incluido. 
Lame su labio inferior, sus ojos escaneando mi rostro. 
—¿Estás teniendo citas? 
¿Qué? 
—¿Vamos de nuevo? 
—¿Estás teniendo citas? —Frunce el ceño como si yo fuera la estúpida aquí. 
—¿Esa es una pregunta seria? —Me río con incredulidad—. Han pasado siete 
meses. —Casi ocho, pero vamos a no hilar tan fino. 
—Eso es un montón de tiempo para que comiences a recuperar tu vida. —Nunca 
voy a recuperar mi vida. Caleb murió, ¿recuerdas?—. Eres una chica impresionante. —
¿Chica?—. Me parece sorprendente que no te hayan pedido... aunque apenas eres 
cariñosa con las personas que no son ya tus amigos o familiares. —¡Qué hipócrita! 
—Lo han hecho —digo bruscamente, sintiéndome un poco a la defensiva—. 
Alguien me lo ha pedido, en realidad. 
Su rostro cae. 
—¿Quién? 
—Un hombre muy amable llamado Eric. —¿Por qué se lo cuento?—. También es 
muy atractivo. 
Sus ojos arden con una intensidad que no puedo comprender. ¿Qué está 
pensando? 
—¿Vas a tener una cita con él? 
Mis hombros se hunden. 
—No. Dije que no. 
 
35 
 
—Huh. —Pasa su mano por su cabello y me doy cuenta de que no lleva los guantes. 
¿Estaba usándolos cuando entró? No puedo recordar. 
Bueno, este silencio es incómodo. 
—¿Qué hay de ti? ¿Estás teniendo citas? 
—No voy a citas, Guinevere —suspira, poniendo los ojos en blanco. 
—¿Por qué? —¡Ja, definitivamente he vuelto esto hacia ti! 
—Creo que lo sabes. —Baja la vista y mi aliento se atora por la cantidad de 
vergüenza que veo en sus ojos antes de que miren al suelo. Después de colocar a Dillan 
en el asiento de bebé para el auto y asegurarlo, por fin, rompe el silencio—. Debería 
irme. 
Soy más rápida que él y tomo su mano sin pensar. Se suponía que debía ser un 
gesto de consuelo. ¿Qué demonios he hecho? Espero a la explosión. Incluso cierro mis 
ojos y aparto mi rostro. Intento alejar mi mano, pero la encierra entre las suyas. Muy 
lentamente, siento sus dedos entrelazarse con los míos y mi aliento se entrecorta. 
Ambos miramos nuestros dedos entrecruzados y las palmas tocándose. Nathan la sube 
despacio, trago saliva mientras lo hace, antes de colocar el dorso de mi mano en sus 
labios y mantenerla allí por un instante. 
Un rayo de electricidad recorre mis brazos y se estrella en mi estómago. Me siento 
débil. Se encuentra besando mi mano, pero puede también estar besando otro lugar 
dadas las sensaciones que me provoca. 
Mi boca se seca cuando sus ojos se encuentran con los míos y baja lentamente mi 
mano de nuevo a mi lado. 
—Que tengas un buen fin de semana, Guinevere. —Recogiendo el asiento de bebé 
para el auto, se cuelga la bolsa del otro hombro y, suavemente, ahueca mi mejilla con la 
mano que sostenía la mía hace unos momentos—. Deberías salir. Eres joven. No dejes 
que mi hermano o Dillan te impidan tener la diversión que necesitas. Terminarás 
resentida con ambos. 
Mientras sus palabras dan vueltas en mi empañado cerebro, los veo salir y me 
pregunto vagamente si esa es la razón por la que él ha empezado a pasar tiempo con 
Dillan. Si es así, ¿por qué siquiera le importa? Sobre todo después de su reacción de la 
última vez. No parecía contento cuando le dije que había salido. 
Tal vez se siente culpable porque su hermano debería estar aquí y no lo hace. En 
mi opinión, se siente demasiado culpable por cosas que no son su error. ¿Está mal que 
yo quiera aliviarlo? ¿Está mal que quiera compartir su dolor, así él no tiene que cargar 
con todo? 
Me pregunto lo que Caleb pensaría de mí ahora, pero luego aparto ese 
pensamiento, porque Caleb no está aquí y Nathan sí. Es mi amigo y me necesita, incluso 
si no se da cuenta todavía. Solo espero que mi cuerpo reconozca eso y no cruce líneas 
que deberían ser paredes de titanio. Nathan es el hermano de Caleb. Tengo que parar a 
mi cuerpo de responder hacia él como lo hace. No es correcto o justo, para Caleb o 
Dillan. 
 
36 
 
Tal vez ese es el punto. Quizás es porque se parece a Caleb y es una parte de él. 
¿Podría ser esta la razón por la que reacciono de la forma en que lo hago? De cualquier 
manera, tiene que parar. 
Una parte de mí espera que Eric llegue a ser ese algo especial, aunque un tipo 
como él claramente no necesita mi equipaje. Sería una buena idea pasar el rato con otro 
hombre durante un tiempo. Probablemente solo estoy cachonda, aunque la idea de 
tener relaciones sexuales con alguien más me hace sentir un poco enferma. 
No puedo hacerlo, simplemente no puedo; pero lo haré con el tiempo. 
Solo cuando me encuentre lista y ahora definitivamente no lo estoy. 
 
 
Mi teléfono suena. Lo agarro y frunzo el ceño ante el número desconocido. Es 
Nathan. 
No te emborraches. N. 
Mi boca cae abierta. Me ha enviado un mensaje con una orden. ¿Cómo se atreve? 
Siempre se atreve. No estoy segura de por qué piensa que tiene carta blanca para 
hacer lo que quiera, sobre todo cuando se trata de mi vida. 
Bueno, al menos por fin tengo su número. 
No es que sea asunto tuyo, que no lo es en el caso de que te lo 
preguntes, pero no lo planeo. De hecho, no tengo planes, ya que mis amigos 
están demasiado ocupados para mí y mi madre se encuentra trabajando. A 
menos que planees sorprenderme personalmente con una botella de vodka 
y una noche de baile, lo cual es improbable, entonces no te preocupes. 
Nadade alcohol será consumido durante tu tiempo con Dillan. 
¡Toma eso! 
Bien. 
—¡Oh! —grito, y lanzo mi teléfono en el sofá. Dios, me enfurece como ningún otro. 
¿Bien? ¿Qué clase de respuesta es esa? 
 
 
Tiffany inmediatamente me asalta en el trabajo, literalmente tan pronto como 
entro por la puerta. 
—En mi casa esta noche… Voy a hacer cócteles y vamos a robar de la panadería 
local. 
Mi ceño se frunce. 
—¿Quieres decir del lugar donde trabajamos? 
Se ríe y chasquea los dedos. 
—Sabía que la conocerías. 
 
37 
 
—Bicho raro —murmuro, sonriéndole cuando paso. Colgando mi abrigo, asiento—. 
Está bien, suena divertido. ¿A qué hora? 
—Es obvio —interviene Elle—. Cuando terminemos, tonta. 
Correcto. 
—Sin embargo no voy a beber. Tengo que sacarme leche este fin de semana. 
—Eso me recuerda a esta cosa que vi en la televisión sobre el helado hecho de 
leche materna. —Tiffany se da golpecitos en la barbilla con el pensamiento—. Me 
gustaría probarlo. 
Mi boca cae abierta y mi mandíbula golpea el suelo, justo antes de que me ría y la 
aleje. 
—No voy a hacerte helados de mi jugo de teta. 
Elle se estremece conmigo. 
—Tiffany... Yo... ¿necesito decir más? 
—¿Qué? —La mirada inocente en el rostro de Tiffany me hace reír aún más. 
Verdaderamente no se da cuenta de que estamos asqueadas—. Todos bebimos una vez. 
—Entonces, ahí lo tienes. —Elle agarra la parte superior de mi camiseta y tira 
hacia abajo, dejando al descubierto las copas de mi sujetador de encaje. Grito y me alejo 
de ella—. A succionar. 
—Eres vil. —Me ahogo, tratando de calmar mi risa pero fallando miserablemente. 
Tiffany se ríe a carcajadas junto a mí, con el cabello rizado rebotando con cada 
respiración. 
—Si eso es mi algo especial, ojalá hubiera venido antes. —Oh, Dios mío. Conozco 
esa voz. 
—¿Qué es todo este alboroto? —Valentine entra a través de la puerta de la cocina 
mientras me subo mi camiseta y finjo estar ocupada haciendo algo que requiera darle la 
espalda a Eric. Después de unos segundos de silencio incómodo, me doy cuenta de que 
me están mirando, los ojos curiosos de mis llamadas colegas para ser exactos. 
Dejando mis hombros hundirse, me giro hacia el guapo hombre que ha plagado 
muchos de mis pensamientos recientemente. 
—Los voy a dejar a ustedes jóvenes que se diviertan —murmura Valentine cuando 
nadie le dice la broma. No es como si pudiéramos explicarlo, fue uno de esos momentos 
“tenías que estar allí”. Le contaré más tarde. 
—Tengo estantes que limpiar y Elle tiene estantes que abastecer —dice Tiffany 
demasiado alegremente, y aleja a una entrometida Elle por el cogote. 
—Hola. —Finalmente lo miro y, al instante, siento el calor en mis mejillas. Está 
observándome de esa manera que solo los hombres muy guapos pueden, y que te hace 
sentir como si estuvieras completamente desnuda—. ¿Qué puedo ofrecerte? 
Sus ojos parpadean ante las curvas de mis pechos y su sonrisa se ensancha. Le 
lanzo un bolígrafo. Afortunadamente, lo encuentra divertido y no me demanda por 
asalto. 
 
38 
 
—Luchadora. Eso me gusta. 
—Voy a escupir en tus galletas. 
Deja escapar una risa y se encoge de hombros. 
—Siempre y cuando no las hagas con leche materna. —¿Escuchó todo eso? Por 
favor, di que no—. Aunque... —Le lanzo otro bolígrafo ante su tono sugerente—. Solo 
bromeo. En realidad, estoy aquí para recoger donas para un amigo. Dijo que ya había 
llamado. Josh Rode. 
—Yo me encargo —grita Elle, y se pone a trabajar en la docena de donas. 
¿Por qué me siento un poco decepcionada de que él no esté aquí para verme? 
—De acuerdo, así que, quizá me ofrecí a venir porque quería ver a una cierta 
persona otra vez. —Sus ojos son suaves ahora, y me apuntan. 
—Está hablando de mí —susurra Tiffany en voz alta en mi oreja y se apoya en el 
mostrador. Sé que bromea, pero Eric parece un poco asustado. Elle la aleja, ambas 
riendo como adolescentes. Suspiro. 
—Lo siento por ellas. Eran calladas cuando las conocí por primera vez. No sé lo 
que pasó —bromeo, y miro afectuosamente a las dos mujeres. Ellas rápidamente 
agachan la cabeza y vuelven a sus trabajos—. No pensé que te vería de nuevo. —Han 
pasado dos semanas desde que lo vi, dos semanas desde que Nathan se llevó a Dillan, y 
dos semanas de puro aburrimiento. 
—No estaba seguro de si querías volver a verme —admite, metiendo sus manos en 
los bolsillos de la chaqueta—. Creo que esta es la primera vez que te he visto sin harina. 
Mis mejillas se sonrojan. 
—Sí. Acabo de llegar, no mucho antes de que entraras. 
—Ambas son impresionantes. 
—¿Eh? 
—Tú cubierta de harina, tú no cubierta de harina. —Se inclina sobre el mostrador 
y esboza una sonrisa torcida—. Impresionante. —Trago—. Entiendo que no quieres salir 
en este momento. —Puedes estar seguro de ello—. Pero realmente no me gusta que me 
digan que no. No es bueno para mi ego. —Apuesto—. Así que, voy a sugerir algo y no 
tienes permitido decir que no porque es completamente inocente y totalmente 
platónico. 
Es encantador. Le concederé eso. 
—¿Y qué es eso? 
—Tengo esta cosa mañana y necesito una cita. —Abro la boca para decir que no, 
pero continúa rápidamente—: Bueno, no una cita, sino una amiga que me acompañe. 
—¿Y qué es esta cosa? 
—No puedo explicarte porque dirás que no. 
¿Está hablando en serio? 
—Pero si no me lo cuentas, voy a decir que no. 
 
39 
 
—Te vas a divertir, lo prometo. También puedes traer a tu bebé, si quieres. —De 
ninguna manera, pero, ¿qué es eso que me permitiría llevar a un niño de cuatro 
meses?—. Por favor, di que sí. 
Mordiendo mi labio por un instante, contemplo mis opciones. ¿Quedarme en casa 
sola y aburrida, o correr el riesgo de pasar un posible buen día fuera con un, 
aparentemente, chico agradable? 
—Seguro. Dillan se queda con su tío mañana, así que estoy libre. 
—Excelente. —Sonríe y desliza una nota doblada sobre el mostrador—. Te voy a 
dar la oportunidad de echarte atrás. Si no me has enviado un mensaje para las once de 
la mañana, te dejaré en paz y nunca te molestaré de nuevo. Bueno... sin incluir mis 
frecuentes viajes a la panadería donde resulta que tú trabajas. —Guardo la nota y meto 
mi cabello nerviosamente detrás de mi oreja—. Sin resentimientos en absoluto. 
Maldición, él es dulce. 
—Gracias. 
Me da otra sonrisa mientras Elle le entrega la caja de donas. 
—Hasta mañana. 
—Todavía no has ordenado nada —comento—. Te lo debo. 
—Voy a recogerlo cuando sea el momento correcto. —Su sonrisa atrevida es lo 
último que veo antes de que él salga de la tienda y se suba a su auto. 
Las chicas comienzan a aplaudir, casi dejándome sorda en el proceso. Me sonrojo 
como una virgen y me largo a la seguridad de la cocina, donde Valentine espera 
ansiosamente escuchar la historia. Elle le habla de Eric antes de que yo tenga la 
oportunidad y, pronto, Valentine está animando con ellas. Hay una farmacia al otro 
lado de la calle. Sin duda, me voy a comprar tapones para los oídos durante mi 
descanso. 
Tal como está, no los necesito debido a que la panadería se va llenando más de lo 
normal. Al parecer, hay una especie de festival de cometas en la playa y todo el mundo 
se detiene aquí para bebidas heladas y bocadillos dulces. Para el mediodía, no he dejado 
de hornear y ya nos hemos quedado sin los favoritos. Valentine, por suerte, se preparó 
para el festival, pero no lo suficiente. Nadie esperaba que fuera tan grande la 
participación, pero con el tiempo siendo perfectamente ventoso, y no demasiado frío, la 
ciudad está llena como nunca antes. 
Cuando miro por la ventana, puedo ver algunos de los cometas más grandes en el 
aire. Uno de ellos tiene la forma de Shrek y me hace sonreír. Apuesto a que Dillan 
amaría esto si fuera mayor. Ha pasado un tiempo desde que tuvimos este festival en la 
ciudad. Creo que, la última vez fue cuando tenía cinco años y pensé que era genial. 
Espero que se celebre de nuevo cuando Dillan tenga esa edad. 
—Está bien, estos viejos huesos necesitan un descanso —anuncia Valentine y se 
desploma en una