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Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Daddy’s Boss 
AR TABOO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
 
 
Daddy’s Boss 
 
Ella fue dada al jefe... pero papi tiene que mirar. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Capítulo 1 
LACY 
 
Me bajo del autobús, contenta de que sea la última vez que tenga 
que utilizarlo. Soy la única estudiante de último curso de mi instituto 
que viaja en autobús porque mi padre no me deja conducir ni que me 
lleve una amiga. No es que tenga amigas a las que pueda pedírselo. Es 
difícil estar con un grupo de amigas cuando no puedes quedar ni 
enviarte mensajes de texto. 
Mis padres son muy estrictos y no lo entiendo. Tengo dieciocho 
años, y estaba segura de que cuando cumpliera años la semana 
pasada las cosas cambiarían para mejor. Pero no. Rogué y supliqué 
que al menos me dieran un teléfono, pero me dijeron que no. Si quería 
uno tendría que comprármelo yo. Puede que sea adulta, pero sigo 
viviendo bajo el techo de mi padre, lo que significa que él manda en 
nuestra casa y en mi vida. 
Lo odio. 
Estaría más que feliz de conseguir un trabajo si eso me sacara 
de esta casa. Cuando le dije que lo conseguiría, me dijo que lo 
pensaría. Ahora empiezo a sentirme atrapada sin salida. ¿Puede 
alguien huir a mi edad? No tengo adónde ir y odio la desesperanza que 
me invade. 
Con cómo me siento, me pregunto cómo lo hace mi madre. A ella 
también la tiene bien atada. Se ha convertido en un robot, pero 
supongo que siempre ha sido así. Intento buscar en mi mente 
recuerdos de mi infancia mientras me dirijo hacia la casa. 
Cuando veo un todoterreno negro estacionado en la acera, me 
pregunto si habrá alguien de visita. Estoy segura de que mi padre sabe 
que está aquí porque siempre es muy paranoico. Tiene cámaras por 
todo el exterior de la casa. Demonios, no me sorprendería que 
estuvieran adentro también. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
No sé muy bien a qué se dedica mi padre en el trabajo, pero se 
pasa el día en su oficina y a menudo sale después de cenar, cosa que 
agradezco. La mayoría de las noches lo oigo llegar borracho a casa, 
pero nunca entenderé por qué a mamá le da tan igual. No creo que me 
gustara que mi esposo saliera la mayoría de las noches y volviera a 
casa borracho sin tener ni idea de dónde o con quién ha estado. 
Lo peor es cuando escucho que los dos se pelean después de que 
él llega a casa, y no me refiero a pelear. Por suerte, nunca dura más 
de un minuto o dos, y normalmente puedo ignorarlo. 
Me detengo al llegar al todoterreno y echo un vistazo al interior. 
Todas las ventanillas están oscurecidas, así que no sé si hay alguien 
adentro, pero veo que está en marcha. En ese momento baja la 
ventanilla trasera y aparece el hombre más guapo que he visto en mi 
vida. 
—Lacy. — Sonríe. 
— ¿Sabes cómo me llamo?— chillo sorprendida. 
— ¿Qué haces, chica? Entra en casa. — Me doy la vuelta y veo a 
mi padre en el porche. —Deja en paz a Corano. 
—Es señor Corano para ti, John. — dice el hombre, y me quedo 
un poco sorprendida. Nunca había visto ni oído a nadie corregir a mi 
padre. Eso solo hace que este tal Corano esté más caliente de lo que 
ya está. 
La mandíbula de mi padre se tensa como siempre que está 
molesto. —Lo siento, señor. Lacy, entra en casa. — vuelve a ordenar. 
Esta vez no me muevo porque siento los pies atascados. 
—Ve. — me anima Corano, y empiezo a alejarme de él. Preferiría 
quedarme mirando al guapo, pero está claro que quiere que me vaya. 
Subo a toda prisa las escaleras del porche y mi padre me sisea: 
—A tu cuarto y no salgas hasta que mande a tu madre a recogerte 
para cenar. 
— ¿Qué vamos a cenar?— pregunto, pero me entretengo. 
Miro por encima del hombro y veo que Corano ha salido del 
todoterreno y se acerca a nosotros por la acera. Me di cuenta de que 
era un hombre grande cuando estaba dentro del coche, pero es mucho 
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más grande de lo que pensaba. No creo haber visto a nadie de su 
complexión. 
No es grande como mi padre, al que le cuelga la barriga por 
encima de los pantalones y los botones de las camisas siempre le 
aprietan. Mi padre tampoco es alto. Este Corano se acerca fácilmente 
a los dos metros, y aunque es corpulento, el traje le queda perfecto. 
—Entra. — me dice mi padre de nuevo, y entro corriendo en casa 
y subo las escaleras hasta mi dormitorio. 
Todo el tiempo me pregunto quién es Corano y si se va a quedar. 
Nunca tenemos invitados a cenar. Mi papá a veces invita a gente, pero 
se quedan en su oficina y, la mayoría de las veces, tengo que quedarme 
en mi habitación. Empiezo a pensar que soy una vergüenza para él. El 
último año ha empeorado con lo de tenerme encerrada en casa. 
Me miro en el espejo de cuerpo entero que hay en la puerta del 
armario y doy gracias por no tener que llevar el uniforme del colegio. 
En el último año, por fin me han salido las tetas, así que el polo me 
queda ceñido al pecho. ¿Me han salido las tetas o he engordado? 
Mucha de mi ropa ya no me queda bien, lo que hace que la 
cintura de mi falda sea más alta. Por suerte, es algo elástica, pero 
antes me llegaba por encima de las rodillas y ahora me llega a medio 
muslo. Mi estatura no ha cambiado, así que tiene que ser el aumento 
de peso, ya que mis caderas también están más llenas. 
Me giro hacia el espejo y me levanto la falda para dejar al 
descubierto mis sencillas bragas blancas. Son sencillas, y me 
pregunto si seré así siempre. Atrapada en este dormitorio, con mi ropa 
sencilla, una vida aburrida y nada que esperar. 
—Lacy. — Me bajo la falda al oír la voz de mi madre, y un 
segundo después abre la puerta de mi habitación. —Es hora de cenar. 
— ¿Ahora?— Miro el reloj de la mesita de noche y veo que no es 
la hora de cenar. No es que me queje. 
Últimamente mis padres están muy pendientes de lo que como. 
Probablemente esa sea la respuesta a mi pregunta. Debo de haber 
engordado un poco desde que me han reducido todas las comidas y 
he tenido que picar algo a escondidas. Por suerte, puedo conseguir 
cualquier cosa del comedor o de la máquina expendedora con mi 
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tarjeta de estudiante. Nunca mencionan cuánto gasto y no parece 
haber un límite. Pero ahora que se acaban las clases, tendré que 
racionar. 
—Sí, baja ahora. 
— ¿Puedo cambiarme?— todavía llevo el uniforme. 
—Tu padre dice que tienes que venir ahora mismo. 
—De acuerdo. — Me abre la puerta y salgo. 
Cuando llego al último escalón, veo que la puerta del despacho 
de mi padre está abierta, pero no hay nadie adentro. Recorro el pasillo 
y me detengo en el comedor, donde están sentados mi padre y el señor 
Corano. 
—Lacy. — La voz de mi padre es tensa. —Quiero presentarte al 
señor Corano. — El señor Corano se levanta y me ofrece la mano. 
—Puedes llamarme Corano por ahora. 
¿Por ahora? Le tomo la mano, esperando estrechársela, pero 
acaba enganchándome por la muñeca y tirando de mí hacia él. Gruñe 
cuando mi cuerpo choca con el suyo. Siento un calor intenso. Aunque 
disfruto de la sensación del enorme cuerpo de Corano contra el mío, 
intento retroceder, sabiendo que estoy a punto de meterme en un buen 
problema. 
—No te escaparás de mí ahora. — me dice mientras se inclina 
para susurrarme al oído: —He estado esperando esto. Hace un año 
que te vi por primera vez. 
Me clava los dientes en el cuello y suelto un pequeño grito 
ahogado. El dolor se dispara entre mis muslos y el calor se apodera de 
mi estómago. Mis dedos se clavan en la parte delantera de su camisa 
mientras mi cuerpo experimenta un cúmulo de sensaciones y 
emociones. 
— ¿Padre?— No tengo ni idea de lo que está pasando ahora, pero 
es Corano quien responde. 
—Ahora soy tu papi. — Corano levanta la cabeza y sus ojos 
oscurosse encuentran con los míos. La intensidad y el hambre que 
veo en ellos hacen que se me corte la respiración. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
— ¿Bebidas? — pregunta mi madre al entrar en el comedor, 
ajena a lo que está pasando. Deja sobre la mesa la Coca-Cola y el 
whisky normales de mi padre. 
—Tomará leche con la cena. — le informa Corano a mi madre, y 
ella asiente y sale de la habitación sin decir una palabra sobre Corano 
abrazándome contra su cuerpo. 
Algo duro me oprime el estómago. 
—No entiendo qué está pasando. — susurro. 
—Lo que pasa, pequeña, es que tu padre se ha metido en un 
problema y ahora no puede pagar sus deudas. — Miro a mi padre, que 
nos mira fijamente. Los dedos ásperos de Corano se deslizan por 
detrás de mí muslo y se meten bajo mi falda. Espero que mi padre diga 
algo, pero no lo hace. En lugar de eso, observa la mano de Corano y 
luego se relame los labios. 
— ¿Cuánto te debe?— Gimo mientras los dedos de Corano me 
agarran las nalgas y luego se clavan en mí. 
—Unos cuantos millones. — dice, y jadeo. ¿Unos cuantos 
millones? 
— ¿Qué tiene eso que ver conmigo? —La pregunta se me escapa 
de la boca, pero creo que ya lo sé. 
—Tiene todo que ver contigo, pequeña. Eres la única garantía 
que tiene. 
— ¿Yo? 
—Eres virgen, ¿verdad? — Mi cara se acalora, pero asiento. —Te 
has portado muy bien el último año, pero lo confirmaré por mí mismo. 
Antes de que pueda preguntarle cómo lo va a hacer, me levanta 
de los pies y me coloca sobre la mesa del comedor. Me tumba y veo 
con los ojos muy abiertos cómo me levanta la falda y me baja las 
bragas por las piernas. Jadeo cuando me separa los muslos y, cuando 
intento cerrarlos, me golpea la parte exterior de uno de ellos. 
—Pórtate bien. No quiero tener que castigarte. — El escozor en 
el lugar donde me ha golpeado me hace palpitar el sexo y dejo que mis 
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muslos se abran para él. —Mira qué linda estás. —Me pasa el dedo 
por la costura de mi sexo desnudo. 
—Mamá dice que tengo que mantenerme depilada. Que se 
supone que las chicas deben hacerlo. — Su dedo se detiene sobre el 
pequeño manojo de nervios que palpita casi dolorosamente. 
Siento los ojos de mi padre clavados en mí mientras suelto un 
gemido. Cuando empieza a acariciarme, me siento tan bien porque sus 
dedos ásperos son diferentes de los míos. He intentado jugar conmigo 
misma antes, pero nunca conseguí lo que mi cuerpo anhelaba. Puede 
que los dedos de Corano lo consigan, porque son tan gruesos y ásperos 
como el resto de su cuerpo. Me asomo y veo que mi padre sigue 
mirándonos sin decir nada. 
Sus ojos miran hacia donde Corano me está tocando, y tiene la 
misma mirada acalorada que Corano. Mi padre suda como si hubiera 
hecho ejercicio. 
Un cálido escalofrío me recorre el vientre y miro a Corano cuando 
su dedo deja de moverse. Mis caderas empiezan a levantarse, pero él 
las agarra para impedir que vuelva a hacerlo. 
—Estate quieta y déjame comprobarlo. — Es entonces cuando 
siento que me aprieta con fuerza. 
— ¿Y si no soy virgen? — No sé por qué pregunto, porque lo soy. 
—Entonces tu padre perderá algo más que a su hija esta noche. 
La presión se hace más fuerte y siento un pequeño pellizco. Soy 
virgen, y creo que ahora Corano lo ha confirmado por sí mismo. Me 
cuesta no mover las caderas, pero no quiero meterme en problemas. 
Soy una buena chica y siempre sigo las reglas. 
—Es tu día de suerte, John. Tu hija acaba de salvarte la vida. 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Capítulo 2 
CORANO 
 
— ¿Alguna vez la has visto correrse?— Le pregunto a John, que 
rápidamente niega. —Mentiroso. —Sus ojos se clavan en los míos y 
señalo con la cabeza la cámara de la esquina. —Apuesto a que tienes 
una en su habitación. 
—Es solo por seguridad. — dice y luego coge su servilleta para 
secarse un poco el sudor de la cara. 
—No te preocupes, te dejaré mirar. — Va a tener un asiento en 
primera fila para lo que nunca tendrá. Yo también he estado mirando 
la cámara de su habitación. No solo para vigilarla a ella, sino para 
asegurarme de que John no intentaba quitarme lo que sabía que iba 
a ser mío. Me siento entre las piernas de Lacy. Le subo las rodillas y 
deslizo su culo hasta el borde de la mesa. —Qué chica más hermosa 
eres. 
— ¿Qu-qué pasa ahora?— A Lacy le tiembla la voz mientras me 
mira entre las piernas y luego a su padre. 
—Ahora voy a dejar que tu padre mire mientras te como el coño. 
— Me encojo de hombros mientras me aflojo la corbata. —Y luego que 
se quede con sus celos porque ahora es mío. — Gime mientras me 
inclino hacia delante y paso la lengua por sus labios rosados. —Joder, 
ella sabe bien. 
—Ya basta. — dice John, pero le echo un vistazo y no puede 
apartar los ojos de Lacy. 
—Apuesto a que estabas esperando tú turno. — Le chupo el 
clítoris y su espalda se inclina sobre la mesa. — ¿Una virgen golosa? 
Vaya, vaya, qué delicia. 
—Sr. Corano. — dice John, pero lo ignoro mientras lamo 
descuidadamente su dulce coñito. 
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Cuando le meto dos dedos y grita, le chupo el clítoris para aliviar 
el dolor. Ahora tiene las piernas abiertas al máximo, y está sola. Quiere 
que la coma hasta correrse y lo hago encantado. 
Durante un año he estado obsesionado con Lacy. No solo para 
cobrarla como deuda, sino para hacerla mía para siempre. La hija de 
John era el precio de su libertad, y cuando le dije que me la llevaba, 
aceptó. Eso fue lo único que le impidió follársela por su cuenta. Sabía 
que la quería intacta, así que mantuvo su polla fuera de ella. Vi cada 
noche como su deuda subía más y más hasta que no tuvo otra opción. 
Una vez, incluso le hice traerme un par de sus bragas sucias 
para poder respirar su coño mientras me masturbaba. Esta chica 
inocente ha sido mi juego final todo el tiempo, y ahora voy a tomarme 
mi tiempo. 
—Tan jodidamente apretado. — Gimo mientras uso la otra mano 
para agarrarla por la cadera y sujetarla. 
Mi lengua se sumerge entre los labios de su coño una y otra vez, 
y Lacy respira agitadamente. Cuando le cubro el clítoris y chupo, eso 
es todo lo que necesita para llegar al límite. 
—Jesús. — oigo susurrar a John mientras Lacy se tensa y grita. 
Se corre de una forma tan bonita que el rubor le recorre todo el 
cuerpo, y siento cómo una oleada de liberación cubre mis dedos. Lo 
lamo y, cuando saco los dedos, también los lamo. Está sucia y mojada, 
pero sonrío mientras la siento y reclamo su boca con un beso. 
Mi lengua empuja sus labios, y gime cuando saborea su 
liberación en mí. La agarro por la cintura y la bajo de la mesa para 
que se siente a mi lado. Está muy caliente y algunos pelos de la cara 
se le pegan a la mejilla antes de que los aparte. 
—Lo has hecho muy bien. — le digo mientras me inclino hacia 
delante y le beso la frente. Joder, es perfecta. No puedo culpar a su 
padre por su obsesión con ella. No se parece a nada en este mundo. 
— ¡Aquí vamos! — anuncia su madre mientras entra en la 
habitación y deja las bebidas sobre la mesa. 
Veo cómo pone un vaso de leche delante de Lacy, que bebe un 
trago y luego me mira por encima del vaso. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Gracias. — susurra, y estoy segura de que se dirige a mí y no 
a su madre. 
John se aclara la garganta y veo que ahora también le suda el 
labio superior. Respira entrecortadamente mientras se lo limpia y mira 
a su esposa. —La cena. — le ladra, y ella sonríe alegremente antes de 
salir del comedor. 
—Acabemos con esto. — dice antes de apartar rápidamente la 
mirada de Lacy. —Puedes cenar y luego llevártela contigo. 
— ¿Me estás diciendo lo que tengo que hacer? — Mi voz es fría 
como el hielo, y me sorprendo cuando siento la mano de Lacy en mi 
muslo. 
—No, en absoluto. — se apresura a decir John. —Solo quiero 
decir que esto no es necesario. 
Soy el jefe de la familia del crimen organizado de esta ciudad y, 
con un chasquidode dedos, veinte hombres entrarían corriendo en 
esta habitación y le arrancarían la cabeza si me diera la gana. Tiene 
suerte de que le permita respirar el mismo aire que mi chica. 
Pongo la mano sobre la de Lacy y le doy un pequeño apretón. —
Oh, pero creo que sí. Creo que has olvidado la posición en la que estás, 
y voy a recordarte que nada está fuera de mi alcance. 
Tomando la mano de Lacy, la muevo entre mis piernas para que 
pueda sentir lo duro que estoy. Su respiración se entrecorta y sonrío 
a John mientras empiezo a desabrocharme el cinturón. 
—Y así siempre recordarás quién manda. 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Capítulo 3 
CORANO 
 
—Ven aquí y ponte a horcajadas sobre mí, pequeña. — le digo a 
Lacy y le toco la mejilla. Me mira mientras me saco la polla y me la 
acaricio un par de veces. Sin dudarlo, se levanta, y la giro para que 
mire a su padre mientras abre las piernas sobre las mías. —Eso es, 
buena chica. 
Mi polla está tan dura que apunta a su coño y se esfuerza por 
entrar. Guío suavemente sus caderas hasta que se cierne sobre la 
cabeza roma, y veo que el semen ya está saliendo y rodando por mi 
polla. 
—Joder, su coño adolescente va a ser tan fácil de embarazar. — 
digo, y oigo a John ahogarse. 
La cálida y húmeda abertura de su raja se desliza sobre mi punta 
y penetro en su coño virgen. Centímetro a centímetro, ella baja y luego 
sube. Miro a John mientras ella sube y baja lentamente por mi polla, 
intentando tragársela toda. 
—Supongo que soy demasiado grande para ella. — le digo a 
John, y su puño está tan apretado que veo el blanco de sus nudillos. 
—Lo aceptaré. — susurra Lacy, y le froto la espalda. 
—Sé que lo harás, pequeña. Eres mi buena chica. —hace lo que 
promete y se desliza aún más abajo. —Justo ahí, nena. Haz estallar 
tu cereza en la polla de papi. 
Lacy se desliza hasta el fondo de mi polla de un solo golpe y grita. 
Mi polla se tensa en los confines de su apretado agujerito y la rodeo 
con los brazos. Mis dedos se mueven entre sus labios y rodean su 
clítoris para intentar aliviar el dolor, pero saber que mi polla es la 
primera que ha tenido hace que empiece a gotear más semen. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—He preparado unas cuantas cosas para que las probemos. — 
dice la madre de Lacy cuando vuelve a entrar con una bandeja de 
comida como si todo fuera perfectamente normal. 
John aprovecha para beberse la copa de un trago y se la vuelve 
a pasar. —Otra. — le ordena, y ella parpadea antes de asentir. 
—Por supuesto, querido. —Nos mira a Lacy, a mí y a mi copa 
casi vacía. — ¿Le traigo otra, señor Corano? 
—Sí, por favor. — digo, y aunque la falda de Lacy tapa lo que 
estamos haciendo, la agarro de las caderas y la balanceo un poco. No 
puedo evitar follarme a su niña delante de su padre. Quiero que sepa 
que ahora es mía. 
—Ahora. — dice John con los dientes apretados. —Y baja a la 
bodega y trae una botella. El merlot. 
—Enseguida. — accede y sale enérgicamente de la habitación. 
Lacy se inclina un poco sobre la mesa y se agarra al borde 
mientras empiezo a estrecharla contra mí. John respira agitadamente 
mientras se limpia el labio inferior para quitarse la baba. 
—Inclínate un poco más, nena. Quiero llegar hasta el fondo. 
—Sí, papi. — dice, y sonrío de oreja a oreja mientras me levanto 
y le pongo una mano en el hombro para mantenerla sujeta a la mesa. 
—Oh, eso es algo con lo que he estado soñando. — Miro a John. — 
¿Lo has oído? Me ha llamado papi. 
Empujo con fuerza y Lacy gime, así que lo hago otra vez. John 
deja de fingir que no le afecta y se queda mirando cómo mi polla entra 
y sale de su hija. 
—Joder, toma la polla como una princesa. — gimo, y por el 
rabillo del ojo veo la mano de John moverse bajo la mesa. 
Inclinándome sobre Lacy, acerco mis labios a su oreja. 
—Míralo. — digo mientras empiezo a follármela con más fuerza. 
—No puede soportar que no sea él quien te haga esto. 
Su coño se aprieta a mí alrededor mientras el brazo de John 
empieza a sacudirse arriba y abajo en un rápido movimiento caótico. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Está gruñendo mientras se masturba bajo la mesa, y yo sonrío 
mientras sigo follándome a su hija. 
— ¿Te pondría más duro si te dijera que a ella le gusta que nos 
mires? — Le digo a John, pero me ignora. —Ahora mismo está 
jodidamente empapada. 
—Papi, me hormiguea. — dice Lacy y vuelve a empujar contra 
mí. 
—Claro que sí. No pasa nada si te gusta cuando estoy dentro de 
ti y él está mirando. — El sonido de las bofetadas pegajosas resuena 
en la habitación mientras sigo follando su pequeño y fresco agujero. 
—Quizá volvamos a hacer esto cuando te traiga a casa por Navidad. 
Para entonces, te enseñaré a chupar una polla, y él podrá ver lo bien 
que se te da. 
—Por favor. — Gime y abre más las piernas. 
Alcanzo su cadera, juego con su clítoris, y está tan jodidamente 
húmedo. Un par de deslizamientos de mi dedo sobre la perla, y ella 
grita más fuerte que nunca. Toco fondo dentro de ella y dejo que mi 
propia liberación tome el control. Es entonces cuando mi polla se 
hincha y bombeo una gran cantidad de semen dentro de ella. 
—Lacy. — gime John, y su mano se ralentiza. 
Mientras su coño palpita alrededor de mi polla, le susurro al 
oído: —Mira eso, nena. Has hecho que se corra encima. 
John coge una servilleta de la mesa y empieza a limpiarse como 
si nada hubiera pasado. Empujo una última vez, amando la sensación 
de estar enterrado dentro de ella. Me duele cuando tengo que salir, 
pero sé que no será por mucho tiempo. Esta noche voy a penetrarla 
una y otra vez. Tanto que mi semen correrá por sus piernas y no 
olvidará que es mía. 
Tomo asiento, vuelvo a poner a Lacy en mi regazo y ella se 
acurruca contra mí. — ¿Tienes idea de lo loco que estoy por ti? — le 
digo, y ella me mira con sus grandes ojos marrones. —He hecho todo 
lo posible por cuidarte desde la distancia. Hasta hoy. Ahora no habrá 
nada ni nadie que se interponga en mi camino. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
— ¿Vas a salvarme? —Hay tanta esperanza en sus ojos, y asiento 
mientras froto mi pulgar sobre su mejilla. 
—Para siempre. 
—No he encontrado merlot. — dice la madre de Lacy al volver al 
comedor. Echa un vistazo rápido a su alrededor y luego toma asiento. 
— ¿Va todo bien? 
Miro a Lacy y le cojo la barbilla con las manos antes de 
inclinarme y besarla. —Perfecto. — digo contra sus labios, y asiente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Epílogo 
LACY 
 
—No. — resoplo, sin ganas de salir de la cama todavía. He 
pasado de no querer nada más que salir de casa a no querer salir 
nunca de la nueva. Sobre todo de la cama. No es que mi nuevo papi 
necesite una cama para hacer todas las cosas deliciosas que quiera 
con mi cuerpo. Es suyo porque ahora le pertenezco. 
Además, mi nueva casa, o más bien mansión, tiene todo lo que 
pueda necesitar. Se acabó la vida aburrida porque ahora está llena de 
color. Mi armario está a reventar y podría jugar a disfrazarme durante 
días. Las reglas también son diferentes aquí, y me encantan todas. 
—Si no estuvieras embarazada y no fuera Navidad, te daría unos 
azotes. — Corano me quita la manta de encima y mira mi cuerpo 
desnudo. Las primeras semanas que viví con él, me tenía una mano 
atada a la cama mientras dormía. Le preocupaba que intentara 
abandonarlo, pero aunque lo hiciera, hay guardias en la puerta 
principal. 
Cuando se enteró de que estaba embarazada y nos casamos, se 
relajó un poco. Su posesividad era diferente de la de mi padre porque 
Corano me adora. Puede que incluso esté obsesionado. Cuando 
trabaja en su despacho, quiere que entre para leer o ver la tele en mi 
tableta. No sé cómo consigue hacer algo porque siempre acabo 
desparramada sobre su escritorio. Papi juega conmigo en cualquier 
sitio y no le importa quién esté en la habitación.Pueden mirar, pero no se atreven a tocar. Uno de sus hombres 
acabó con la mano rota cuando intentó alcanzarme y agarrarme el 
pecho. No lo he vuelto a ver desde aquel día. 
Papi se humedece los labios al verme y pasa las manos por mi 
pequeño bulto de bebé. Descubrimos hace dos días que será un niño, 
y no me sorprende lo rápido que apareció el pequeño bulto. Corano no 
es un hombre pequeño, y estoy segura de que su hijo será tan grande 
como él. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Tu cuerpo está hecho para dar a luz a mis hijos. — Corano me 
agarra del tobillo y me tira de la cama hasta que mis piernas cuelgan 
por un lado. Se arrodilla y me abre las piernas para dejar sitio a su 
ancho cuerpo. —Me encanta verte criada por mí. Quiero probarte por 
la mañana, luego tenemos que irnos. 
Mi respuesta se convierte en un gemido cuando papi se lleva el 
clítoris a la boca. Sus grandes y ásperas manos me agarran los pechos 
y gruñe contra mi sexo mientras su lengua va y viene por mi clítoris. 
Cuando me da un tirón de los pezones, me corro. 
— ¡Papi!— Grito su nombre mientras el orgasmo me recorre y mi 
cuerpo se deshace en la cama. Eso no va a ayudarme a levantarme. 
Abro los ojos cuando papi empieza a besarme. —No vuelvas a 
dormirte. 
—Lo siento, papi. — Me lamo el labio inferior. — ¿Me das más?— 
Su polla me aprieta, pero ya está vestido. 
—Tendrás más luego. — Se inclina, se mete el pezón en la boca 
y gime. Desde que descubrimos que estaba embarazada, no ha dejado 
de chupármelos. Tanto que una pequeña cantidad de leche ya ha 
empezado a salir de ellos. —Yo también tomaré más luego. — Me 
suelta el pecho y me besa en la punta de la nariz. Me paso la mano 
por el vientre y me encanta ver el bulto tanto como a él. Es nuestro 
bebé y una parte de nosotros dos juntos. 
Papi me saca de la cama y me lleva al baño, donde me ayuda a 
prepararme como todas las mañanas. A veces puede resultar 
abrumador, porque no estoy acostumbrada a que alguien se preocupe 
tanto por mí. Corano es el jefe, pero me cuida de verdad en todos los 
sentidos. Si cree que estoy en apuros, hará lo que haga falta para 
solucionarlo. 
Una cosa que me molestó fue cuando otra mujer lo vio desnudo. 
No me importa que lo haga conmigo delante de sus hombres, pero soy 
demasiado posesiva para dejar que las mujeres lo vean. No quiero que 
ninguna mujer vea a mi papi desnudo. De hecho, la primera semana 
que estuve aquí me dio un ataque y una de las amas de llaves lo miró 
demasiado. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Perdí la cabeza y tiré varios platos por la cocina. Me dio unos 
azotes por ello, pero al igual que el hombre que intentó tocarme, 
tampoco volví a verla. Papi prometió desde el momento en que me vio 
que solo me quería a mí, y papi no se conforma con menos de lo que 
quiere. Nunca tocó a esa criada ni a nadie más desde mí. Esperó y 
conspiró contra mi padre para hacerle caer en una trampa y que no 
tuviera más remedio que entregarme. 
—Me encanta la corbata. — Es la roja brillante que le había 
comprado en uno de nuestros viajes de compras. 
—Me va a encantar usarla contigo más tarde. 
— ¿Por qué no ahora?— resoplo. La polla de papi sigue dura, y 
tengo tantas ganas de ocuparme de ella que me duele el cuerpo. 
—Tenemos planes. Tus padres nos reciben. — me recuerda 
mientras sube la cremallera de la espalda de mi vestido baby doll. Es 
rojo y tiene tul dorado por debajo, lo que hace que se abombe en la 
parte inferior. Apenas me cubre las nalgas. Papi me ayuda a ponerme 
unos calcetines blancos y rojos hasta las rodillas antes de rematarme 
con un lazo verde en el pelo. —Mi pequeña elfo. — Me da otro beso en 
la nariz que me hace soltar una risita. 
— ¿Has hablado con mi padre?— le pregunto durante el trayecto. 
No he visto a mis padres desde que Corano me separó de ellos, y no 
los había echado de menos ni una sola vez. 
—Un poco. 
— ¿Saben que vamos? 
—Sí. — Percibo irritación en el tono de Corano. 
— ¿Qué pasa? ¿He...? 
—No has hecho nada malo, pequeña. Eres perfecta. Solo me 
gusta recordarle a John lo que ya no es suyo y que me perteneces. — 
Aprieto los muslos y mi clítoris empieza a palpitar. 
Odio a mi padre. Corano está convencido de que tiene algún tipo 
de obsesión conmigo. Por eso me tiene tan atada. No creo que a mi 
nuevo papi le importe el hecho de que una vez tuve otro padre, pero 
no era lo mismo. Corano cree que mi padre se habría pasado de la 
raya y me habría tenido para él. Corano dice que las acompañantes 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
que mi padre conseguía cuando salía a jugar a menudo se parecían a 
mí, y que las llamaba por mi nombre. 
Llegamos a la casa y papi me ayuda a salir del coche. Mi antiguo 
hogar ya no es tan ominoso, y no siento nada al verlo. 
—Sr. Corano. — John nos saluda en la puerta y me doy cuenta 
de que parece diez años mayor. Corano solo le hace un gesto con la 
cabeza. —Lacy. — Mi padre intenta abrazarme, pero Corano le rodea 
el cuello con la mano y lo pega a la pared antes de que pueda acercarse 
a mí. 
—No tocamos. Si vuelves a intentarlo, te parto el cuello. 
—Lo siento. — se atraganta mi padre, y Corano lo suelta. John 
jadea y habla sin dejar de toser. —Ven al salón. Mi esposa sigue 
cocinando. 
Corano me pone la mano en la espalda y me guía hacia el salón, 
donde hay un árbol de Navidad y la chimenea está encendida. El árbol 
está triste, con pocos adornos. Corano compró uno gigante para el 
salón y su despacho. Tardé todo el día en decorarlos, pero fue 
maravilloso. Debajo de ambos ya está cargado de regalos. Cada día he 
encontrado la manera de que papi me deje abrir uno. Ha sido un juego 
divertido al que hemos jugado. 
— ¿Cómo van las cosas? — pregunta mi padre, tomando asiento 
en uno de los sillones de cuero. 
Corano hace lo mismo y me da una palmada en el regazo para 
que me siente en él, y así lo hago. Luego separa mis muslos, lo que 
hace que mi vestido se suba y deje mi sexo desnudo a la vista de mi 
padre. 
—Las cosas no podrían ir mejor. — Corano desliza su mano entre 
mis piernas y empieza a jugar conmigo. Suelto un pequeño gemido 
cuando su otra mano llega a la parte superior de mi vestido. —La he 
criado. — Da un tirón para que asome uno de mis pechos y empieza a 
manosearlo. —Ya le está saliendo un poco de crema. No sé qué es más 
dulce, si su coño o su leche. 
Mi padre se lame los labios mientras nos mira. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
— ¿Está, ah, embarazada?— Mi padre tartamudea mientras su 
mano acaricia su erección a través de los pantalones. 
— ¿Cómo podría no estarlo? ¿Crees que no follo el apretado coño 
adolescente de tu hija tan a menudo cómo puedo? — Papi desliza un 
dedo dentro de mí y empieza a meterlo y sacarlo. —No importa lo duro 
o lo a menudo que la folle, sigue apretada y siempre suplicando polla. 
Corano me aprieta el clítoris con la palma de la mano mientras 
mete y saca el dedo. Ya no oigo lo que dice porque estoy absorta en mi 
propio placer. 
—Córrete para tu papi. — me dice al oído. —Córrete para mí. — 
Grito mientras mi cuerpo le obedece y saca el dedo para chuparlo. —
Ahora estoy duro. 
—Lo siento, papi. — le digo mientras me bajo de su regazo. —Por 
favor, déjame cuidarte. — le suplico, yendo por su cinturón. 
—Siempre tan ávida de él. — Sonríe mientras me acaricia la 
mejilla. —Vamos, entonces, muéstrame lo bien que puedes hacerlo. 
—Oh, joder. — Oigo gemir a John cuando saco la polla de papi y 
me la meto en la boca. Papi me agarra del pelo mientras muevo la 
cabeza arriba y abajo por su dura longitud. Oigo a mi padre gruñir y, 
por el rabillo del ojo, veo cómo se acaricia mientras nos mira. Me 
desea, pero nunca podrá tenerme. Fue un mal padre. 
En cambio, me quedo agachada para que pueda ver lo mojada 
que estoy entre las piernas mientras se la chupo a mi verdadero papi. 
Ahueco las mejillas mientras me meto a Corano en la garganta todo lo 
que puedo. 
—Québuena chica. Eres tan buena para mí. — Corano me 
acaricia el pelo. —Me voy a correr en tu boca y quiero que me chupes. 
— dice un segundo antes de explotar en mi boca. 
Después de beberme hasta la última gota, me retiro y le doy unos 
cuantos lametones más en la cabeza, asegurándome de no haberme 
perdido nada de su corrida. Todo me pertenece. 
Papi vuelve a subirme a su regazo y me acaricia con el hocico. —
Te amo, papi. — le digo. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Yo también te amo. —Me besa dulcemente y se toma su 
tiempo. —Creo que deberíamos irnos. Las Navidades deberíamos 
pasarlas en casa. 
— ¿Ya se van?— John intenta protestar mientras vuelve a 
meterse la pequeña polla en los pantalones, y me doy cuenta de que 
tiene semen por toda la parte delantera. 
—No hay nadie que te limpie. — Sonrío mientras me levanto. 
Corano me arregla el vestido mientras lo miro. —Quizá si hubieras 
sido mejor papi, yo habría... 
—Lo habría matado. — gruñe Corano, y me muerdo el interior 
de la mejilla para no sonreír. 
No habría importado qué clase de padre fuera John porque 
nunca lo habría querido. Sé que mis palabras serían una patada para 
John y estimularían el lado posesivo de Corano, mi verdadero papi. 
Pagaré por ello los próximos días, pero disfrutaré cada segundo. 
Amo a mi papi, y por fin entiendo lo que es recibir amor a cambio. 
 
Fin…