¿De quién fue el nombre del álgebra?

El álgebra tiene su origen en el antiguo Egipto y Babilonia, cuyas civilizaciones llegaron a resolver ecuaciones lineales y cuadráticas sin el uso de símbolo alguno para plantear y resolver problemas prácticos. Asimismo, su desarrollo tuvo un gran impulso de origen árabe. A saber, en el año 814 los árabes adoptan los números hindúes, incluyendo el cero, señalando su importancia para representar y operar las cifras arábigas, especialmente la multiplicación por diez. En el año 820 el persa Mohammed ibn Musa (780–850), de la provincia de Khwärizm, escribió lo que se considera el primer tratado sobre Álgebra, titulado Kitab al-mukhtasar fi Al–jebr Wal–mukabala (Compendio sobre el cálculo por medio de la Transposición y Reducción). Allí planteaba, entre otros temas, la forma de plantear y resolver seis tipos de ecuaciones de segundo grado con una incógnita, con un lenguaje no simbólico, enseñando el método de eliminación de los términos negativos por transposición o despeje, y señalando los pasos que se deben seguir en cada caso.

Este persa, por su lugar de procedencia, se le llamó Al–Juarizmi, de donde deriva la palabra algoritmo, y del título de su obra proviene nuestra acreditada Álgebra (Al-jebr). Muchas ecuaciones usaban el método geométrico ya sugerido por Euclides. Claro está, todos los resultados se escribían con palabras en el leguaje ordinario, sin apelar a símbolo alguno tanto para las incógnitas como las operaciones elementales que se requerían entre los números involucrados en el problema. Indudablemente, esto represento un retardo del método procedimental para la resolución de problemas exigentes. Sin lugar a duda, Al–Juarizmi debió requerir de una habilidad del lenguaje y una compresión interpretativa que facilitara la solución exacta de ecuaciones en frases tales como 3x2+21=10x, que indicaba cuándo tres cuadrados agregándole veintiuna unidades era diez veces su lado.