Vista previa del material en texto
II i 105 uno admirados o entre aquellos que a uno le admiran. Tam bién los de trato y convivencia agradable (22), y lo son los fácilmente accesibles y los que no echan en cara las equivo caciones y los que no son amigos de disputas y'discordias, 30 ya que todos estos son reñidores, y los que pelean parece que quieren lo contrario que uno. Y los que son hábilés (23) en echar pullas y en soportarlas, pues unos y otros tienden a lo mismo, ya que son hábiles en aguantar burlas y en ha cerlas adecuadamente. Y a los que ensalzan los bienes que 35 uno tiene, y de entre éstos, sobre todo, los que uno teme i38i b no tener. Y a los que son limpios de aspecto, de vestido, de todo lo suyo. Y a los que no echan en cara ni las faltas ni los favores, pues los que hacen lo uno o lo otro son critico nes. Y a los que no son rencorosos ni guardan los agravios, sino que se prestan a avenencia, pues tales cuales son para los demás se supone que serán para uno. Y a los que no di cen lo que está mal ni lo saben, lo mismo en el que está cerca que en uno mismo, sino lo que está bien, porque eso es lo que hace el bueno. Y quienes no resisten a los que es tán iracundos o excitados, pues los que tal hacen buscan también pelea. Y a los que de algún modo se portan con uno con atención, bien con admiración, bien considerán- 10 dole a uno excelente, bien disfrutando en la compañía de uno, y que experimentan los mismos sentimientos acerca de las cualidades en que uno desea más ser admirado o pa recer que es hábil o agradable. Y a los semejantes y que se dedican a lo mismo; con tal que no estorben y no se ganen la vida con lo mismo, porque entonces sucede aquello de 15 «el alfarero contra el alfarero». Y a los que desean lo mismo, con tal que quepa que ellos participen a la vez, pues si no, sucede también lo di cho. Y a aquellos respecto de los cuales se está en tal dis posición que no se siente vergüenza en cuanto a cosas II i 106 opinables (24), y sin despreciarlos. Y a aquellos ante los 20 que se siente vergüenza en cuanto a cosas de verdad. Y a los que compiten con uno o por los que se quiere ser emulado mas no envidiado, a éstos o se les ama o se quiere que sean amigos de uno. Y aquellos a los cuales se ayuda a lograr bienes, con tal que no vayan a sobre venirle a uno males mayores. Y a los que de modo se- 25 mejante aman o a los ausentes o a los presentes; por eso cada uno ama a los que son tales para con los muertos de uno. Y, en general, a los muy amigos de sus amigos y que no los abandonan en la dificultad, pues aman sobre todo entre los buenos a los que son buenos como amigos. Y a los que no fingen para con uno, y tales son los que dicen los defectos de uno, porque ya se ha dicho que no tenemos 30 vergüenza de los amigos en cuanto a cosas opinables, y así si se tiene vergüenza, no se es amigo, mas el que no siente vergüenza parece amigo. Y a los que no son temibles y a aquellos en quienes tenemos confianza, porque nadie ama al que teme. Especies de amor son la camaradería, familiaridad, pa rentesco y demás semejantes. Causas de la amistad son el favor, y el hacerlo sin ser 35 rogado, y el hacerlo sin ostentación, pues así parece que se ha hecho por causa del mismo amigo y no por otra razón. De l a e n e m i s t a d y e l o d i o . Acerca de la enemistad y el odio es claro que cabe estu- 1382 a diarios por los contrarios. Causas de enemistad son la ira, la vejación, la calumnia. La ira en verdad proviene de lo que le afecta a uno mismo, pero la enemistad también cabe sin que le afecte a uno mismo, porque si llegamos a com prender que uno es tal o cual cosa, le tomamos odio. Y la ira siempre es sobre lo individual, como contra Calías o Só- s crates, mas el odio es también contra géneros, pues odia todo