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Teoría Psicoanalítica – Cursada 2023 Sexta Clase Teórica - segunda parte (de Casas – Volta) Al finalizar la primera parte de esta sexta clase, habíamos avanzado en la caracterización del Icc desde el punto de vista de un primer ordenamiento metapsicológico. Vimos cómo Freud se encargó de establecer que el Icc en tanto sistema psíquico no es una “bolsa de gatos”, ni algo oscuro e “irracional” que está en las sombras. Se trata de un saber no sabido, hecho de marcas, huellas, representaciones, y que es en gran medida un saber esquivo sobre el sexo. La suma de excitación correspondiente a las huellas de vivencias sexuales infantiles, ve alterada su circulación progrediente habitual a través del aparato, por obra de la censura/represión. Vimos también que es un Icc sometido a las leyes del proceso primario (condensación y desplazamiento) y principios de funcionamiento, que obedece a una lógica propia, muy distinta a la lógica de los sistemas Precc/Cc. Este Icc, cuyos procesos son atemporales, tiene conexión con lo infantil y con el deseo. Esto último le da al deseo inconsciente un carácter “inmortal” (AE, V, p. 546) o “indestructible” (AE, V, p. 593). En relación a esto, habíamos dejado planteada una pregunta desde el principio de la clase que podemos retomar ahora. ¿Por qué los sueños estaban siempre ligados a un deseo, a un cumplimiento de deseo? ¿Por qué no pueden ser expresión de otra cosa? Y formulamos la pregunta que se hace Freud mismo en el apartado C del capítulo VII de “La interpretación de los sueños”: “¿Por qué durante el sueño lo Icc no puede ofrecer nada más que la fuerza pulsionante para un cumplimiento de deseo?” (AE, V, p. 557) Es una pregunta sobre lo que habíamos mencionado antes cuando ubicamos el deseo inconsciente como el socio “capitalista”, (AE, V, p. 553) en el trabajo del sueño. El origen del deseo: la vivencia de satisfacción Freud arma un relato para pensar las características del deseo desde su origen. Decimos un relato. Esto no hay que tomarlo literalmente, no es ubicable cronológicamente, en términos de desarrollo o psicogénesis. Lo podemos pensar como los mitos construidos por los pueblos para dar cuenta de un origen, más allá de lo que fácticamente pasó o no, pero que permite explicar, por medio de algunas representaciones, algunas abstracciones, cómo suceden las cosas. Si quieren, para pensar este recurso que usa aquí Freud, pueden ayudarse un poco con los conceptos que han estudiado en Antropología, acerca de la estructura de los mitos y su función en las sociedades (Lévi-Strauss). Freud no habla explícitamente de una “vivencia mítica”, pero sí dice “ficción” (AE, V, p. 587) haciendo referencia al relato sobre el funcionamiento de un aparto psíquico primitivo. En otras palabras, contesta esta pregunta que se hace con un supuesto teórico, intentando dar cuenta del origen del deseo, su génesis psíquica (”arrojar luz sobre la naturaleza psíquica del desear” – AE, V, p. 557) y se sirve para ello del armado del aparato psíquico que vimos en la primera parte de la clase. Va a establecer una diferencia, una “heterogeneidad” dice el temario de nuestra unidad del programa, entre la satisfacción de una necesidad y la realización o cumplimiento de deseo. La idea es avanzar y trabajar la ruptura que se produce a nivel de la satisfacción en relación al objeto. Con esto abrimos un capítulo complejo en nuestra materia, referido a la noción de objeto. Aquí vamos a comenzar a abordarlo en tanto “objeto del deseo”, el objeto en juego a nivel del proceso primario. Pero a medida en que sigamos avanzando en el programa van a ver que surgirán articulaciones novedosas, cuando hablemos del “objeto de la pulsión” y del “objeto de amor”. Tendremos que ir problematizando la noción de objeto en psicoanálisis cuando llegue el momento. Freud parte de la idea de que el aparato psíquico funciona según el principio de constancia, que intenta liberarse de los estímulos: “el aparato obedeció primero al afán de mantenerse en lo posible exento de estímulos, y por eso en su primera construcción adoptó el esquema del aparato Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM reflejo que le permitía descargar enseguida, por vías motrices, una excitación sensible que le llegaba desde fuera” (AE, V, p. 557). Del mismo modo, en un “cachorro” humano, en un organismo que funciona, podríamos pensar en un principio, como el arco reflejo, recibe estimulación y reacciona. ¿Vieron que antes se les daba una palmada al recién nacido y lloraba? Lo hacían para asegurarse de que pusiera en funcionamiento sus pulmones. Ese es un ejemplo que nos sirve para pensar en esa estimulación desde afuera y la reacción motora. ¿Pero qué pasa con las estimulaciones que provienen del interior? Freud dice, lo que viene a complicar la cosa a este “arco reflejo” es la estimulación interna, lo llama “el apremio de la vida”, las necesidades vitales. “El apremio de la vida lo asedia primero en la forma de las grandes necesidades corporales” (AE, V, p. 557). Desde un punto de vista biológico, las necesidades suponen un régimen de equilibrio/desequilibrio entre el organismo y el medio. El organismo como sistema biológico, busca reequilibrarse, estar en homeostasis. Por ejemplo, si disminuye el nivel de glucosa en sangre, se dispara el apetito, y el individuo necesita un objeto específico que permita restaurar el equilibrio perdido a ese nivel; si tiene frío y necesita no perder demasiadas calorías para mantener el organismo funcionando sentirá la necesidad de conseguir abrigo. Freud destaca que no es posible huir de un estímulo que proviene del interior del cuerpo. Aquí toma por caso el hambre. Sentir hambre produce un incremento de tensión que, siguiendo el esquema, ha de descargarse por la vía motriz. Pero la cosa no es tan sencilla en la especie humana. Inicialmente el desequilibrio biológico solo produce llanto por ejemplo, o pataleo, pero no pasa nada, no hay alivio como tal de la necesidad. Lo que cambiaría las cosas, lo que produciría un alivio es lo que en el “Proyecto…” llamaba una “acción específica” (AE, I, p. 362). La acción específica era aquella cuya ejecución permite la satisfacción de la necesidad, la descarga. Es interesante lo que dice acá sobre el apremio (algo que obliga), dice que se corresponde con una fuerza continua, que no para, y gracias a él evoluciona el aparato psíquico. Veremos luego como es retomado esto de una fuerza constante en relación al concepto de pulsión. Ese apremio insiste, y como la cría humana nace siempre prematura, en el sentido de que si no se lo asiste se muere, sólo puede cambiar algo si, como suele suceder, viene alguien en auxilio, un auxilio ajeno, otro. Freud dice aquí “cuidado ajeno” (AE. V. p. 557). Esto supone, desde ya, la puesta en juego de un deseo por parte de ese otro que cuida a la cría humana. No es algo que venga asegurado instintivamente tampoco, aunque suene lindo hablar de “instinto materno”. En el “Proyecto…” Freud agregaba que gracias a este auxilio ajeno “de un individuo experimentado” (AE, I. p. 362), la vía de descarga que se abre cobra una función primordial de entendimiento o comunicación. El niño llama la atención del otro a partir del grito y el llanto. Cambiamos de registro entonces. Pasamos de la pura necesidad biológica, al terreno de la comunicación y del sentido. Esto es interesante, porque nos hace pensar que el deseo nace en el hombre apuntalándose en dos niveles simultáneamente: uno biológico, el terreno de la necesidad, y uno cultural, a partir de aquel representante de la cultura que poniendo en juego su propio deseo y su amor oficie los cuidados pertinentes y reparta las significaciones, diciendo por ejemplo “llora porque tiene hambre”. Ese otro experimentado supone que ese llanto tiene un Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM sentido y lo lee. Decimos en términos más actuales del psicoanálisisque ahí se produce un “pasaje del grito al llamado”. El inacabamiento biológico condiciona y empuja a la función esencial de la cultura, su intromisión. Muchos años después (1926), en un texto que van a leer más adelante (“Inhibición, síntoma, angustia), Freud va a volver sobre este “factor biológico” y nos dirá que en virtud del prolongado desvalimiento (Hilflosigkeit) y dependencia de la criatura humana, se incrementa enormemente el valor de ese otro que puede proteger de estos peligros. Allí se crea una necesidad nueva, no biológica, la necesidad de ser amado, de la cual, pronostica Freud, el hombre no se librará más. La prematurez biológica condiciona entonces, el valor del amor y cuidado del otro. Siguiendo con el ejemplo, pongamos por caso la madre que viene y provee lo que supone que “necesita”, lo amamanta. ¿Qué señala Freud? Que el individuo auxiliador ha operado el trabajo de la acción específica en el mundo exterior en lugar de hacerlo el propio individuo desvalido. Se produce una experiencia de satisfacción que cancela el estímulo interno. Más precisamente lo llama vivencia de satisfacción (Befriedigungserlebnisses) (AE, V, p. 557). Esto no deja indemne al aparato primitivo, recuerden lo trabajado anteriormente, se produce un registro. Sucede lo siguiente, esa vivencia de satisfacción deja la huella de la percepción (pecho materno) asociada a la huella que dejó en la memoria el estado de necesidad. 1ro Estado de necesidad Deja una huella (“Excitación”) Se enlazan “asociación” 2do Percepción / Vivencia de Satisfacción Deja una huella (“nutrición”) (“imagen mnémica”) “Un componente esencial de esta vivencia es la aparición de una cierta percepción (la nutrición, en nuestro ejemplo) cuya imagen mnémica queda, de ahí en adelante, asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación producida por la necesidad” (AE, V, p. 557). Entonces cuando ésta vuelva a apremiar, es decir, frente a la reaparición de la necesidad, se suscitará una moción psíquica, un movimiento, que querrá investir nuevamente la imagen mnémica de aquella percepción y producir otra vez la percepción misma, es decir, reestablecer la situación de la satisfacción primera. Aquí aparecen unas definiciones importantes en Freud. Nos dice que “una moción de esta índole es lo que llamamos deseo; la reaparición de la percepción es el cumplimiento de deseo, y el camino más corto para este es el que lleva desde la excitación producida por la necesidad hasta la investidura plena de la percepción. Nada nos impide suponer un estado primitivo del aparato psíquico en que ese camino se transitaba realmente de esa manera, y por tanto el desear terminaba en un alucinar. Esta primera actividad psíquica apuntaba entonces a una identidad perceptiva (Wahrnehmungsidentität) o sea, a repetir aquella percepción que está enlazada con la satisfacción de la necesidad” (AE, V, pp.557-558). Freud está diciendo que es lo único con lo que se cuenta. Si el pecho no está, nada nos impide suponer que se lo alucina, (como en el sueño). Es el camino más corto, alucinar esa percepción que estuvo acompañada de la satisfacción para intentar producir lo que denomina la “identidad perceptiva” y recuperar aquella satisfacción. Este movimiento, “esta moción psíquica1 que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella precepción, producir otra vez la percepción misma, vale decir, en verdad restablecer la situación de la satisfacción primera” (AE, V, pp.557) es lo que llamamos deseo, dice Freud. 1 Moción psíquica es la traducción que leemos nosotros de Etcheverry, más claro es decir el impulso, el movimiento psíquico Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM Con lo introducido hasta acá tenemos varias cuestiones para señalar. Por un lado si tenemos presente el armado del aparato que estuvimos estudiando lo formulado es que, por el camino regrediente, desde la reaparición de la excitación producida por la necesidad se inviste la “huella” de la percepción. Atención, reinviste la huella, no la percepción originaria. Evoca la percepción de modo alucinatorio. Esta huella tiene valor de señuelo, es un engaño que desplaza la satisfacción de la acción específica e instaura la rememoración alucinatoria. La realización del deseo es el producto de una inversión en la dirección habitual de la corriente de excitación. Asume un recorrido regresivo. Cuando lean la bibliografía complementaria, fíjense de qué modo trabaja Freud en “Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños” (1915), el papel de la regresión para dar cuenta de las similitudes y diferencias entre el sueño y la alucinación. Esta rememoración deseante intenta repetir una percepción. La alucinación lo finge pero no lo logra. Este es un punto de pura pérdida (porque la percepción originaria quedó perdida, sólo quedó su huella). Pero para Freud, la reaparición de la percepción (en tanto huella vívida reinvestida regresivamente) no es otra cosa que el cumplimiento de deseo. Tal cual vimos en el sueño, estamos ahí en la playa, siento los olores del bosque, etc. Subrayemos “cumplimiento”. En esos primeros tiempos de la vida dice Freud, esa primera actividad psíquica apuntaba a una identidad perceptiva, volver a percibir lo que produjo la satisfacción de la necesidad. Pero tenemos un problema con esto. Ustedes lo van a encontrar que en el programa figura como un “doble malentendido”. ¿Por qué decir que el malentendido es doble? Porque por un lado, no es lo mismo percibir que alucinar. El camino de producir la alucinación conlleva una decepción. Se busca la percepción pero por el camino equivocado, porque es un camino infructuoso que no trae aparejada la satisfacción originaria. Pero además, supongamos que se pueda llegar a provocar la percepción del seno. Esto tampoco es la satisfacción, la vivencia de satisfacción que se experimentó la primera vez no “es” la percepción del pecho. Esta quedó perdida como tal, es como luego dijo Lacan, un “objeto perdido”. Sólo quedó su huella o imagen mnémica. Lo que estamos diciendo es que en este primitivo, naciente, aparato psíquico lo que quedó es la marca de la percepción, no la percepción en sí. Entonces de ese modo tampoco obtengo la satisfacción originaria. Se introduce una manera distinta de “satisfacción”. O sea que ese movimiento, esa moción psíquica llamada deseo apunta a obtener una satisfacción que resulta imposible obtener por esa vía, porque por ese camino sólo puedo alucinar, ni siquiera percibir, y aun cuando percibiera “lo mismo”, tampoco sería satisfacción originaria lo que obtendría. Volvamos a la cita del texto: “Esta primera actividad psíquica apuntaba entonces a una identidad perceptiva, o sea, a repetir (Wiederholung) aquella percepción que está enlazada con la satisfacción de la necesidad”. (AE, V, p. 558). Enfoquemos ahora nuestra atención en el término “repetir”. La repetición es un concepto fundamental del psicoanálisis, y veremos a lo largo del año que Freud lo va a trabajar desde diferentes ángulos, llevando a giros y modificaciones fundamentales en su teoría. Aquí la repetición es planteada en relación al deseo. A nivel del deseo, hemos dicho que se trata de una moción que se dirige desde la huella mnémica de la excitación hacia la imagen mnémica del objeto. Este movimiento, “esta moción psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de aquella precepción, producir otra vez la percepción misma, vale decir, en verdad restablecer la situación de la satisfacción primera” es lo que llamamos deseo (AE.V, pp. 557-558). Freud nos describe allí el funcionamiento de un aparato que se satisface con huellas, con imágenes. En esta primera orientación en la cual el desear puede culminar en un alucinar no está en juego la satisfacción en el plano de la excitación, en el plano de la necesidad. Eso tendrá sulugar luego, con el relevo del denominado “principio de realidad”. Pero aquí queda claro que el deseo se realiza en el nivel de una ficción. Estamos con una repetición, la de la búsqueda la identidad perceptiva, puesta al servicio del “principio del placer”. Con el deseo se trata de “repetir” el placer original. Esta repetición se sostiene entonces en un gran malentendido. No es la repetición de “lo mismo”. Todo este movimiento del deseo se sostiene en el hiato, en la diferencia entre la marca, la huella y aquello respecto de lo cual ésta es marca y huella. Hay una distancia entre la huella de la satisfacción y lo que sería la satisfacción misma. Digamos que no es una repetición fiel. Siempre hay una distancia entre el señuelo de la percepción y el objeto de satisfacción de la necesidad. En cierto sentido este objeto está “perdido” y es esta pérdida la que instaura el régimen de la repetición deseante. Podemos hablar de la Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM repetición de una diferencia “deseante”, una tensión que corta con la homeostasis de las necesidades vitales. La heterogeneidad entre necesidad y deseo De este modo, lo primero que podemos pensar es que el deseo no es lo mismo que la necesidad. Hay una ruptura en relación al objeto de la satisfacción en el hombre. Por eso planteamos una diferencia de términos entre la satisfacción de la necesidad y la realización del deseo. El deseo por su mismo origen, por este malentendido en que surge, apunta, persigue una satisfacción estructuralmente imposible de alcanzar. La identidad de percepción ya no concuerda con la armonía y equilibrio entre el organismo y el medio. En realidad va en un sentido contrario. El punto de arranque del funcionamiento del aparato es muy ineficaz desde el punto de vista adaptativo. Hay una pérdida de la homeostasis del organismo. A la satisfacción de la necesidad solo le convendría la acción específica. En cambio, la realización del deseo no concuerda con la adaptación vital. Apunta a la búsqueda de la identidad de percepción por vía alucinatoria. El deseo se realiza en una ficción. Se le impone así al aparato psíquico un placer de desear pero sostenido en una permanente tensión respecto de la satisfacción encontrada. El placer buscado contraría la idea de equilibrio entre organismo y medio, se subvierte toda idea de adaptación. Hay un hiato entre el señuelo de la percepción producido alucinatoriamente y el objeto de satisfacción de la necesidad. Podemos decir que la puesta en marcha del deseo empuja al organismo a la desadaptación desde el inicio. Esto es sencillo de constatar, por ejemplo, no se trata para un niño sólo de tener o no tener hambre. Será fundamental que la comida esté servida en el plato de tal o cual princesa o superhéroe. No se trata de frío o calor. Se trata de la marca de tal o cual prenda, si sigue o no “las últimas tendencias de la moda”. Entonces las cosas se nos configuran así: ya no se trata de la necesidad, no de la vivencia de satisfacción, esa vivencia queda como un mito, como algo perdido en el origen y que el deseo buscará todo el tiempo recuperar orientado por las marcas. El funcionamiento del deseo va a estar marcado por una repetición fundada en un imposible. Por tanto el deseo aparecerá como indestructible, inagotable, insatisfecho por naturaleza. Es como un apetito insaciable que denota siempre una carencia, desea quien está carente de algo. Imaginemos ahora una lista de cosas en las que se engancha el deseo, incluyamos las que quedaron pendientes de la infancia, X juguete, X consola, X ropa, X CD, X Notebook, X libros, X celular, X perfumes, X departamento, casa propia, título universitario, etc., etc., etc. Por más de que vayamos tachando una a una las cosas que van surgiendo siempre se anota alguna más y aunque lograra tacharlas todas el deseo es el resto que queda, fruto de ese movimiento mismo. ¡Los publicistas aprovechan muy bien esto! Llevando las cosas a un terreno más clínico, es interesante comparar también todo esto con la manera en que Freud había finalizado la Carta 52, cuando al hablar del ataque histérico decía que era una acción que “conserva el carácter originario de toda acción: ser un medio para la reproducción de placer (…) El ataque de vértigo, el espasmo de llanto, todo ello cuenta con el otro, pero las más de las veces con aquel otro prehistórico inolvidable a quien ninguno posterior iguala ya” (AE, I, p. 280). Este funcionamiento también lo hallamos entonces también en la génesis de los síntomas. Bueno, parece que es lo que nos distingue y nos mueve a los seres humanos ya que como vimos el deseo nace en torno a una pérdida originaria. Ahora bien, recuerden que subrayamos cumplimiento, ¿por qué? El cumplimiento o realización de deseo supone un modo de ponerlo en escena, de que circule por ciertas representaciones pero ninguna de esas representaciones lo agota, cumplimiento de deseo no significa satisfacción de deseo. Una vez hecho todo este rodeo, se puede entender desde otro ángulo por qué el sueño es un “cumplimiento” de deseo. “El sueño, que cumple sus deseos por el corto camino regrediente, no ha hecho sino conservarnos un testimonio del modo de trabajo primario de nuestro aparato psíquico, que se abandonó por inadecuado” (AE, V, p. 559). Queda planteada una equivalencia entre la naturaleza psíquica del desear y el soñar. Ambos se sostienen en un modo de Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM funcionamiento en que se muestran cumplidos. En todo caso, vemos que con todo este planteo se inaugura el principio del placer como quiebre de la homoestasis biológica y apertura de una nueva forma de homeostasis, imperfecta, deseante. El principio del placer, es un modo de trabajo primario del aparato psíquico. En el programa dice “un aparato que funciona a deseo”. Recapitulemos. Habíamos partido de un principio de constancia que apuntaba a la homoestasis. Con la experiencia de satisfacción se introduce estructuralmente una pérdida del objeto, y con esto, la caída de la homeostasis biológica. Emerge el principio del placer. En consecuencia, el aparato está condenado a desear. Su meta no puede ser más que ficción deseante, o sueño. La realidad psíquica da un nuevo marco de equilibrio deseante, distinto a la homeostasis del organismo. Pasamos de la satisfacción de la necesidad a la realización alucinatoria del deseo. Identidad de percepción (proceso primario) e identidad de pensamiento (proceso secundario) – Principio de placer y Principio de realidad Retomando sus desarrollos, un poco más adelante en el texto Freud retoma las consecuencias de la vivencia de satisfacción y la anuda al supuesto de que la acumulación de la excitación es percibida como displacer. Esto pone en actividad al aparato para producir de nuevo el resultado de la satisfacción. El aminoramiento de la excitación es sentido como placer. Nos da allí una nueva definición del deseo: “A una corriente {Strömung} de esa índole producida dentro del aparato, que arranca del displacer y apunta al placer, la llamamos deseo; hemos dicho que sólo un deseo, y ninguna otra cosa, es capaz de poner en movimiento al aparato, y que el decurso de la excitación dentro de este es regulado automáticamente por las percepciones de placer y de displacer. El primer desear pudo haber consistido en investir alucinatoriamente el recuerdo de la satisfacción” (AE, V, p. 588). La cosa no queda allí: “Pero esta alucinación, cuando no podía ser mantenida hasta el agotamiento, hubo de resultar inapropiada para producir el cese de la necesidad y, por tanto, el placer ligado con la satisfacción” (AE, V, p. 588). Sigamos un poco más con lo que plantea Freud en el texto, para conseguir al menos algo de la satisfacción, se debe detener e invertir el camino regrediente que conduce sólo a lo alucinatorio, y buscar otro camino. Freud señala algo que le compete a un segundo sistemadel aparato psíquico, esto es que surge otro modo de funcionamiento que evita el fácil camino hacia la alucinación para intentar dar algún rodeo, otra estrategia y conseguir algo de satisfacción. “Así se hizo necesaria una segunda actividad —en nuestra terminología, la actividad de un segundo sistema—, que no permitiese que la investidura mnémica avanzara hasta la percepción y desde allí ligara las fuerzas psíquicas, sino que condujese a la excitación que partía del estímulo de la necesidad por un rodeo que finalmente, por vía de la motilidad voluntaria, modificara el mundo exterior de modo tal que pudiera sobrevenir la percepción real del objeto de satisfacción”. Se trata de “poder transformar con arreglo a fines el mundo exterior mediante la motilidad” (AE, V, p. 588). Surge entonces dice Freud, considerar la realidad, el mundo externo, la disponibilidad de un objeto que me satisfaga, accediendo al polo motor. Discriminar y emplear una serie de estrategias. Cuando se quiere conseguir algo, ¿qué pensamos?: ¿Qué hago? ¿Qué le digo? ¿Qué ropa me pongo? una serie de pensamientos conscientes que están al servicio del cumplimento del deseo pero por otra vía. Llevando de nuevo las cosas al terreno de las instancias, opondrá estos dos funcionamientos en términos de proceso primario y proceso secundario. El segundo le impone una inhibición, una corrección al primero. El primero “aspira a la descarga de la excitación a fin de producir, con la magnitud de excitación así reunida, una identidad perceptiva [con la vivencia de satisfacción]; el proceso secundario ha abandonado ese propósito y en su lugar adoptó este otro; el de apuntar a una identidad de pensamiento [con esa experiencia]. El pensar como un todo no es más que un rodeo desde el recuerdo de satisfacción, que se toma como representación-meta, hasta la investidura idéntica de ese mismo recuerdo, que debe ser alcanzada de nuevo por la vía de las experiencias motrices” (AE, V, p. 591). Hay un pasaje del alucinar al pensar, que reintroduce el Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM acceso a la motilidad y a la transformación en el medio que logre modificar al menos momentáneamente el estado de las cosas y producir el cese de las necesidades. Todo este planteo, un tanto complejo, nos da pie para pasar aquí a comentar “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” (1911). Es un texto metapsicológico que Freud presentó en la Sociedad Psicoanalítica de Viena el 26 de octubre de 1910, donde retoma ideas del “Proyecto…” y lo que venimos trabajando del Cap. VII de “La interpretación de los sueños”. En el párrafo final nos dice que considera que es un ensayo preparatorio, no del todo concluyente. Lo construye utilizando la dualidad de dos principios para hacer funcionar su metapsicología: principio del placer y principio de realidad. ¿Qué relación hay entre principio del placer (Lustprinzip) y el principio de realidad (Realitätsprinzip)? Según Freud es una relación de sustitución. El principio de realidad sustituye al principio del placer. Freud habla del “relevo (Ablösung) del principio de placer por el principio de realidad” (AE, XII, p. 227). Es decir que está la idea de un reemplazo. Pero inmediatamente aclara: “En verdad, la sustitución (Ersetzung) del principio de placer por el principio de realidad no implica el destronamiento (Absetzung) del primero, sino su aseguramiento (Sicherung)” (AE, XII, p. 228). De modo correlativo a esta sustitución articula una “trasmudación (Umwandlung) del yo-placer (Lust- Ich) al yo-realidad (Real-Ich).” (AE, XII, p. 229). Nuevamente, la idea de un cambio, una mudanza. Retomando los conceptos que venimos trabajando podemos establecer un ordenamiento esquemático: Identidad de Percepción Identidad de Pensamiento Proceso Primario Proceso Secundario Principio del Placer Principio de Realidad Inconsciente Conciencia El principio de realidad no anula entonces al principio del placer, sino que lo asegura. Freud plantea una secuencia. El aparato se articula en un orden que va del placer a la realidad. Primero placer y luego realidad. Esto es importante porque nos lleva a ver que la realidad no es para Freud un dato primero. No hay ninguna armonía originaria entre lo psíquico y la realidad. El punto de partida es por el contrario cierta tensión entre el aparato psíquico y la realidad. Sólo al final del proceso de sustitución el primero tiene, hasta cierto punto, la posibilidad de alcanzar el nivel de la realidad. Este punto de partida freudiano es contrario a las teorías del conocimiento filosóficas, que reencontramos como telón de fondo también en el cognitivismo contemporáneo, en las que se postula cierta idea de la adecuación de la mente, a la experiencia del mundo. Los filósofos parten de la idea de que haya una adecuación entre el espíritu y el mundo, y luego teorizan cómo es que el proceso del conocimiento se da. Para Freud, en cambio, lo psíquico no surge en dirección al mundo, sino en relación al placer y a la ficción alucinatoria. El yo-placer no tiene las coordenadas de adecuación a la realidad. Es primario. No se dirige a ella sino que apunta al placer. En esa búsqueda no se abre al mundo sino que se cierra, se aleja del mundo. ¿Recuerdan la similitud que Freud planteaba con la preparación para el estado del dormir, ese “me retiro del mundo”, “me alejo de sus estímulos”? Es el movimiento primario, para poder funcionar generando placer. Fíjense que la inclinación inicial es más bien la ilusión, el señuelo, el error. El principio de realidad, vía la identidad de pensamiento, vendrá luego a corregir esta primera tendencia. Toda esta construcción conceptual que Freud nos plantea en este artículo tiene por meta mostrarnos cómo puede ser que lo psíquico, a pesar de su inclinación básica al Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM placer, logre cierta adaptación a la realidad. Después vamos a discutir un poco esto de la “adaptación”. Al principio del texto, teniendo en cuenta problemas clínicos, ya señalaba que el punto de partida no era la adecuación a la realidad. “El neurótico se extraña de la realidad efectiva porque la encuentra – en su totalidad o en algunas de sus parte – insoportable” (AE, XII, p. 223). Esta relación difícil que tenemos con la realidad es un dato ineliminable. Además, es una idea que Freud no va a abandonar nunca y que la reencontraremos por ejemplo en unidades finales del programa. Cuando leamos “Más allá del principio del placer” (1920) vamos a ver que plantea la idea de una membrana protectora antiestímulos que nos protege del mundo exterior. Y cuando leamos “El malestar en la cultura” (1930), vamos a ver que insiste en detallar los modos en que intentamos compensar con paliativos nuestra relación insoportable con el mundo (arte, drogas, amor, yoga, etc.). Fíjense por ejemplo, qué distinto al planteo de Piaget que han estado leyendo este año en otra materia, donde es posible aproximarnos a un acuerdo con la realidad gracias a los mecanismos de asimilación y acomodación que garantizan, según él, nuestra adaptación. El cognitivismo también, con sus engramas y sistemas de procesamiento de la información, piensa en que es posible armonizar nuestra relación con el mundo y lograr una adaptación efectiva. A lo sumo se tratará de reaprender lo que estuvo eventualmente mal aprendido. Freud parte por el contrario, de lo imposible de soportar y de cómo eso se empalma con la realidad, para cada quien, con alguna forma de cobertura de eso insoportable. Por eso en el punto 2 del texto Freud le concede tanta importancia a ciertas actividades que aún se mantienen alejadas del examen de realidad y permanecen sometidas al principio del placer. “Una tendencia general de nuestro aparato anímico (…) parece exteriorizarse en la pertinacia del aferrarse a las fuentes de placer de que se dispone y en la dificultadcon que se renuncia a ellas”. (AE, XII, p. 226). Menciona el fantasear, que comienza con el juego de los niños, y se continúa con los sueños diurnos, cuando se abandona la apoyatura en objetos reales. No es por azar que al fantasear de los adultos lo llame “sueños”. Hay algo del funcionamiento onírico regido por el principio del placer que se mantiene en ese soñar despiertos. El sueño es en cierto modo el modelo del funcionamiento psíquico regido por el principio del placer. Freud considera que el proceso primario, cuya finalidad es la de obtener placer, es más antiguo, y que en un segundo tiempo es sustituido por el proceso secundario. ¿Cuál de los dos gobierna? Usa la palabra “imperio” (AE, XII, p. 226), como si hubiese una cuestión de dominio de uno sobre otro. Podría pensarse que el principio de realidad está destinado a dominar todo finalmente. Pero pensar eso podría ser complicado. Sobre todo porque al pensarlo así se corre el peligro de ubicar al analista en el lugar del representante de la realidad, como aquel que debe educar al paciente (que asocia libremente según las leyes del principio del placer y sin prestar atención ni tener ningún miramiento exterior) para llevarlo progresivamente a una correcta adaptación al mundo. Freud en cambio tiene la idea de que el proceso primario perdura una vez que ha sido sustituido por el proceso secundario. No todo lo relativo al principio del placer es dominado por el principio de realidad. Ya vimos con la “experiencia de satisfacción” que el primer movimiento del aparato es buscar la satisfacción en la alucinación, “como todavía hoy nos acontece” (AE, XII, p. 224) en los sueños, alejándonos de lo desagradable. A partir de ese sistema que busca la satisfacción y que la encuentra alucinatoriamente, se produce un supuesto “estado de reposo psíquico” (AE, XII, p. 224). Ahora bien, si así el sistema se equilibra en sí mismo, buscando el placer y encontrándolo en la alucinación ¿por qué tiene que salir de ese estado de reposo? No es que el mundo exterior como tal lo exija, ya que en principio ni siquiera es tenido en cuenta. Nos dice que ese estado de reposo “fue perturbado inicialmente por las imperiosas exigencias de las necesidades internas” (AE, XII, p. 224). Vuelve a aparecer esa expresión: “die Not des Lebens”. Si el hambre es muy fuerte no alcanza con alucinar. Esto trae como consecuencia un abandono de la satisfacción por la vía alucinatoria. Hay algo en esas necesidades internas que no logra satisfacerse como es necesario solamente por medio de la alucinación. Una parte puede quizás ser “engañada” durante un tiempo, pero también hay algo que no puede ser engañado. Y eso que no puede ser engañado, que parte de las necesidades internas, destruye o pone en peligro el estado de reposo del sistema. Es muy importante esto que Freud menciona como el “desengaño”. Porque indica Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM que hay algo que no se deja reducir completamente por la alucinación del principio del placer, un elemento irreductible. La cantidad de tensión que debía ser reducida por la puesta en marcha del principio del placer no es completamente reducida, hay un resto no absorbible. “Sólo la ausencia de la satisfacción esperada, el desengaño, trajo por consecuencia que se abandonase ese intento de satisfacción por vía alucinatoria. En lugar de él, el aparato psíquico debió resolverse a representar las constelaciones reales del mundo exterior y a procurar la alteración real. Así se introdujo un nuevo principio en la actividad psíquica; ya no se representó lo que era agradable, sino lo que era real, aunque fuese desagradable” (AE, XII, p. 224). Se produce un corte, una especie de destete de la satisfacción alucinatoria y se instala algo nuevo por lo cual el aparato entrará en contacto con la realidad. Entonces, el aparato deberá realizar algunas adaptaciones en función de los “nuevos requerimientos” (AE, XII, p. 225). Freud menciona una serie de adaptaciones necesarias a nivel de la conciencia. Van a ver que menciona desde una perspectiva muy original, las distintas funciones psicológicas de las que se ocupa la psicología general. La conciencia ya no apunta tanto a los procesos internos del sistema sino que pasa a apuntar a los órganos sensoriales dirigidos a la realidad. La atención también se pone al servicio de esas necesidades no engañables. En tercer lugar, se instala un registro que llama memoria. (Atención, Percepción y Memoria son las funciones psicológicas básicas de la conciencia). Ya no gobierna la oposición placer-displacer sino el criterio de verdadero-falso, lo que Freud denomina el surgimiento del “fallo imparcial” (AE. XII, 226) que decidirá si una representación determinada es verdadera o falsa (el Juicio2). Todas estas funciones de la conciencia aparecen como adaptaciones nuevas, secundariamente. Agrega además la “acción” y el “proceso del pensar”. La acción supone el desplazamiento desde el interior del cuerpo hacia el exterior de la descarga de estímulos. “Acción específica” la llamaba en el “Proyecto …”, “con arreglo a fines” (AE. XII, p. 226), dice acá. El pensamiento, sometido al principio de realidad permite aplazar la descarga, una función de dilación o posposición. “Soportar la tensión de estímulo elevado durante el aplazamiento de la descarga” (AE, XII, p. 226). La relación del aparato psíquico con la realidad se establece entonces secundariamente y sobre el fondo de querer apartarse de ella, porque lo que aparece de manera primaria es la búsqueda del placer. Lo primario no es el conocimiento del objeto, algo gnoseológico, sino una relación con el placer. Esto genera una conjunción entre el placer y el inconsciente por un lado, y la realidad y la conciencia por el otro. El inconsciente evita el displacer. “Dentro de la psicología fundada en el psicoanálisis nos hemos habituado a tomar como el punto de arranque los procesos psíquicos inconscientes (…) Los juzgamos los más antiguos, los primarios, relictos (Überreste) de una fase del desarrollo en que ellos eran la única clase de procesos anímicos. La tendencia principal a que estos procesos primarios obedecen es fácil de discernir; se define como el principio de placer-displacer (o, más brevemente, el principio de placer). Estos procesos aspiran a ganar placer; y de los actos que pueden suscitar displacer, la actividad psíquica se retira (represión)” (AE XII, p. 224). Fíjense esa idea de “relicto” (Überreste). López Ballesteros lo tradujo como “residuo”. Lo que queda, como un resto, un remanente. Es decir que los procesos inconscientes no son anulados ni suprimidos. Si bien Freud plantea que hay una sustitución del principio de placer por el principio de realidad, en paralelo indica que hay algo que escapa a ese reemplazo. No todo lo inconsciente es reemplazado por el principio de realidad. ¿Cómo es que el aparato psíquico –cerrado en la búsqueda de placer - se abre a la realidad? Freud nos dice que la alucinación, medio primario de satisfacción, es insuficiente para satisfacer las exigencias de las necesidades internas. Estas necesitan algo más consistente, más sólido. La realidad exterior ingresa aquí, como un medio nuevo para la satisfacción en lugar de la alucinación propia del principio del placer. La satisfacción es primero alucinatoria y conlleva una ganancia de placer. Pero esa ganancia no alcanza para la exigencia de la necesidad. Hay un resto intrínseco no satisfecho por el principio del placer que obliga a poner en marcha el principio 2 Este Juicio o fallo imparcial “secundario”, no se confunde con lo que en el “Proyecto…” había planteado como función primaria del juicio, ligada al “complejo del semejante”. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM de realidad. Ese es el punto en el cual entra en juego la realidad, como un segundo medio para obtener lasatisfacción. Es decir que el segundo principio sigue siendo un modo de obtener satisfacción. La realidad es un nuevo modo de satisfacción, pero que obliga a soportar lo desagradable, a admitir lo que disgusta, y sobre todo a esperar. El aparato psíquico acepta entonces un retraso en la satisfacción, una demora. ¡Pero no la abandona! Con el principio de realidad, lo psíquico acepta incluso el displacer de la demora, pero porque cree que puede obtener después un mayor placer. Acepta el rodeo. No resigna gratuitamente. Esta es una idea que reencontraremos muchas veces en Freud. Se renuncia a una modalidad de satisfacción sólo para dar lugar a otra. “Así se introdujo un nuevo principio en la actividad psíquica; ya no se representó lo que era agradable, sino lo que era real, aunque fuese desagradable” (AE XII, p. 224). Esto trae una consecuencia, dice Freud, en el punto 2, a nivel del pensamiento. Sufre una escisión: “una clase de actividad del pensar se escindió” (AE XII, p. 227). Una parte del pensamiento parece encontrarse a nivel del examen de realidad y acepta ocuparse de si hay adecuación entre lo representado y lo que efectivamente existe, a nivel del “verdadero o falso” (el juicio, el fallo imparcial). El otro, queda apartado del examen de realidad y permanece únicamente sometido al principio del placer. “Es el fantasear, que empieza ya con el juego de los niños y más tarde, proseguido como sueños diurnos, abandona el apuntalamiento en objetos reales” (AE XII, p 227). El punto 3 no lo vamos a comentar ahora, porque aún no hemos introducido el concepto de pulsión en el programa. Pero retengan que aquí plantea una relación importante entre la satisfacción llamada autoerótica y la fantasía como modalidad del pensar que se mantiene alejada del principio de realidad. Volveremos en las próximas clases sobre esta idea. En relación al apartado 4 del texto, reaparece lo que comentamos previamente. La distinción entre el placer de la alucinación y la exigencia residual, algo que allí no alcanza a satisfacerse y que empuja a la realidad. “Así como el yo-placer (Lust-Ich) no puede más que desear, trabajar por la ganancia de placer y evitar el displacer, de igual modo el yo-realidad (Real-Ich) no tiene más que aspirar a beneficios y asegurarse contra perjuicios” (AE, XII, p. 228). El primero está en relación al deseo. El segundo en relación a lo útil, a lo que asegura la supervivencia del organismo. Parece inicialmente una oposición tajante. Pero en la frase siguiente establece la continuidad entre ambos: “En verdad, la sustitución del principio de placer por el principio de realidad no implica el destronamiento del primero, sino su aseguramiento. Se abandona un placer momentáneo, pero inseguro en sus consecuencias, sólo para ganar por el nuevo camino un placer seguro, que vendrá después” (AE, XII, p. 228). Esa parte del problema de la satisfacción sigue estando presente, permanece en el centro de la relación con la realidad y está protegida por ella. El reemplazo de uno por otro no es más que un giro, un desvío para obtener la satisfacción. Esto es muy importante no olvidarlo, para no pensar al psicoanálisis como una experiencia correctiva ortopédica o pedagógica que ajusta adaptativamente al sujeto a la realidad, o que lo ayude como dicen algunos con su “escasa tolerancia a la frustración”. Freud no duda en ubicar a la educación en el punto 5 como una incitación a vencer el principio del placer. Pero el problema de la satisfacción sigue siendo central allí. Por eso quizás en el punto 6 el arte parezca un camino que brinda una alternativa superadora, en la medida en que lograría reconciliar ambos principios. El artista se extraña de la realidad porque no logra avenirse a la renuncia pulsional, pero logra encontrar un camino de regreso gracias a sus “particulares dotes”, plasmando sus fantasías en realidades efectivas sin tener que pasar por el gran desvío que pasa por la alteración real del mundo exterior. En el punto 8, el último del artículo, Freud culmina señalando que en los procesos inconscientes (reprimidos) el “examen de realidad” (aparece esta expresión por primera vez en su obra) “no rige para nada, sino que la realidad del pensar es equiparada a la realidad efectiva exterior, y el deseo, a su cumplimiento, al acontecimiento, tal como se deriva sin más del imperio del viejo principio del placer” (AE, XII, p. 230). La ausencia de “signos de realidad” a nivel inconsciente da como resultado la imposibilidad de distinguir entre fantasías inconscientes y los recuerdos Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM devenidos inconscientes. Esta dificultad va a estar en la base de profundas modificaciones en la teoría que comenzaremos a revisar en la segunda parte del programa. Por lo pronto plantea la idea de que estas fantasías tienen una enorme importancia respecto de la formación de síntomas, y nos indica que “no hay que dejarse inducir al error de incorporar en las formaciones psíquicas reprimidas la valoración de realidad objetiva y, por ejemplo, menospreciar unas fantasías respecto de la formación de síntoma por cuanto justamente no son realidades efectivas ningunas, o derivar de alguna otra parte un sentimiento de culpa neurótico porque en la realidad efectiva no pueda demostrarse que se cometió un delito” (AE, XII, p. 230). No se trata de ir a verificar en la realidad, si hay o no motivos para que se sienta culpable por ejemplo. En apoyo a esta idea presenta un sueño, como testimonio de que los procesos psíquicos inconscientes sometidos al principio de placer persisten y están relacionados con las fantasías: “Un hombre, que cuidó a su padre durante su larga y cruel enfermedad letal, informa que en los meses que siguieron a su muerte soñó repetidas veces: El padre estaba de nuevo con vida y hablaba con él como solía. Pero él se sentía en extremo adolorido por el hecho de que el padre estuviese muerto, sólo que no sabía”. El desciframiento, la propuesta de lectura de Freud, pasa por insertar un fragmento: «según el deseo del soñante» o «a causa de su deseo»; es decir que le imputa al soñante un deseo de muerte para con el padre cuando éste aún vivía. Considera que la culpa que siente corresponde a la realización de un anhelo que efectivamente tuvo mientras el padre todavía vivía (desearle la muerte para liberarlo del dolor de la agonía) con la contrariedad del espanto que habría sido si el padre lo sospechara. Freud introduce el ejemplo de este sueño diciendo que es un sueño “repetido”. Este elemento de la repetición es importante. Lo habíamos ubicado en clases previas, no sólo como hicimos hoy en relación al deseo, sino como algo que diferenciaba al síntoma (una padecer constante) del resto de las formaciones del inconsciente (evanescentes y fugaces). Hay sueños que se repiten, y ese rasgo los acerca al síntoma. Esta repetición en el sueño, es un ejemplo de cómo interviene ese resto, eso no completamente absorbible a nivel del principio del placer que busca alguna forma de tramitación. La repetición es una prueba de que el principio del placer, asegurado y prolongado por el principio de realidad, no logra reducir completamente el displacer. Es interesante que esta cuestión gire en el ejemplo de este sueño en torno al padre. Avanzaremos en la segunda parte del programa preguntándonos sobre el rol asignado al padre en la regulación de la satisfacción; y volveremos sobre este problema de la repetición, cuando lleguemos a la tercera parte del programa, cuando en 1920, apoyándose en la repetición, Freud nos presente un “Más allá del principio de placer”. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM
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