Logo Studenta

1 The Billionares Big Bold Weakness - Nichole Rose

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
The Billionaire's Big Bold Weakness 
A Billionaire Brother's Best Friend Romance 
 
 
Nichole Rose 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Ella es lo único que este multimillonario no puede tener... 
 
Jax 
Jessa Jordan es la chica de mis sueños. 
Es atrevida, linda y sus curvas me vuelven loco. 
¿El único problema? 
Ella está completamente fuera de los límites. 
Es la hermana pequeña de mi mejor amigo... y soy su nuevo jefe. 
Sabía que heredar la fortuna de mi padre iba a ser un problema. 
No esperaba que fuera tan complicado. 
Pero no estoy dispuesto a dejar ir a Jessa. 
Encontraré una manera de hacer que se enamore de mí. 
Incluso si eso significa romper todas las reglas del libro. 
Jessa 
He estado enamorada de Jaxon Archer desde que era una adolescente. 
Es guapo, inteligente y muy bueno conmigo. 
Siempre he tenido una regla sobre salir con los amigos de mi hermano. 
Pero quiero romperla por Jaxon. 
¿El único problema? 
Toda su vida acaba de cambiar. 
Necesita a sus amigos ahora más que nunca. 
Y me aterra que estar conmigo destruya todo para él. 
Pero, ¿cómo voy a dejarlo ir cuando él es todo lo que siempre he querido? 
 
Advertencia: Cuando este multimillonario maduro se enamora de la 
hermana con curvas de su mejor amigo, el libro de reglas se va por la 
ventana. Si te gustan las mujeres atrevidas, los multimillonarios excéntricos 
y los romances prohibidos, te encantará la historia de Jaxon y Jessa. Este 
dulce y tórrido romance de Nichole Rose se completa con un pegajoso y dulce 
HEA garantizado. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Prólogo 
JAXON 
 
—Hayes, ¿qué demonios estás haciendo?— Le grito a nuestro 
miembro más joven. Estamos en medio de un ejercicio de 
entrenamiento y él está jugando con su pistola como si tuviera todo el 
día. 
—Se sigue atascando. — me grita. 
Hago un gesto a Jefferson, que me llama la atención y asiente. 
— ¡Retírense! Repito, todo el mundo, retírese. — grita, juntando 
las manos alrededor de la boca para que todo el mundo lo oiga. No es 
que sea difícil. El hombre nunca ha sido menos que ruidoso desde que 
lo conocí hace casi una década. Desde entonces estamos en el mismo 
equipo SEAL. 
A nuestro alrededor, la actividad se detiene. Un coro de 
murmullos inquietos surge de nuestro equipo. Todos están muy 
irritados. Acabamos de regresar de una misión en Myanmar y se 
rumorea que vamos a volver a salir en cuestión de días. Todos están 
listos para un tiempo de inactividad. Pero vamos donde nos dicen que 
vayamos y hacemos lo que nos dicen que hagamos. Nadie es mejor 
que este equipo para sacar a los civiles de las situaciones difíciles. 
Jefferson y yo trotamos hacia Hayes para intentar averiguar qué 
pasa con su arma. Hayes es joven pero suele tener las cosas claras. 
Sin embargo, la situación con la que lidiamos en Myanmar tiene a todo 
el mundo agitado. Hemos visto muchas cosas horribles a lo largo de 
los años, pero que niños pequeños sean forzados a luchar como 
soldados es un tipo de horror para el que nada te prepara. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
— ¡Archer! 
Giro la cabeza para ver a Tate Carlisle haciéndome un gesto. 
—Jefferson, toma la delantera. — le grito antes de dar marcha 
atrás y dirigirme hacia Carlisle. Es uno de nuestros comandantes. No 
voy a hacerlo esperar. Tiene menos paciencia que yo. Lo cual es mucho 
decir, porque la mayoría de las veces soy un hijo de puta impaciente. 
—Crutchfield necesita verte. — dice Carlisle en cuanto estoy al 
alcance del oído. No espera a que lo reconozca. Simplemente gira sobre 
sus talones y se dirige al despacho de Crutchfield, marchando como 
si se preparara para asaltar las playas de Normandía junto a su 
abuelo. 
Me pongo detrás de él, sin preocuparme especialmente por lo que 
Crutchfield quiere de mí. Mantengo mi nariz limpia y hago las cosas 
bien. El trabajo en Myanmar fue un poco más complicado de lo que 
habíamos previsto. La milicia acababa de recoger una nueva cosecha 
de niños de una aldea local. No teníamos esa información, pero nos 
las arreglamos para sacarlos a todos de ahí. Y de paso nos cargamos 
a unos cuantos milicianos. 
Crutchfield es un abuelo. Tiene debilidad por los niños y no 
tolera a los que abusan de ellos. Si está enojado por algo, es porque 
no nos cargamos a todos los milicianos que encontramos por ahí. 
Ojalá hubiéramos podido meter una bala en cada uno de ellos. Pero 
no hay mucho que puedas hacer cuando tienes que proteger a 
diecinueve niños traumatizados. Sacarlos a salvo era nuestra misión. 
Alguien más matará a los milicianos que lograron escapar. Y 
luego los hijos de puta se pudrirán en el infierno donde pertenecen. 
No soy una persona de niños. Ir de un hogar a otro después de que mi 
madre muriera cuando tenía trece años me hizo sentir muy ansioso 
por la paternidad. Hay exactamente una mujer viva con la que tendría 
un hijo, mi Conejita. Pero Crutchfield no es el único que no tolera a 
los hombres que abusan de los niños. 
El guardia apostado en la entrada del edificio administrativo nos 
ve llegar y abre la puerta. Se pone en guardia hasta que pasamos. 
Carlisle apenas se detiene lo suficiente para devolverle el saludo antes 
de salir a toda prisa por el pasillo. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
El aire acondicionado está funcionando en el edificio, pero sigue 
haciendo un calor sofocante. A estas alturas, todo el edificio necesita 
ser reemplazado. Todo está viejo y desgastado. Las marcas de las 
rozaduras están tan incrustadas en el suelo que ni siquiera un pulido 
las eliminará. Pero aparte de Crutchfield y unos pocos hombres de 
carrera como él, muy poca gente está realmente destinada aquí. La 
rueda que chirría se lleva la grasa, y Crutchfield no ha chirriado en 
décadas. Es de la vieja escuela, no espera nada de su cadena de 
mando y todo de sus hombres. 
—Archer. — dice, levantando la cabeza para mirarnos cuando 
Carlisle golpea su puerta abierta. Crutchfield es tan viejo como este 
edificio. Incluso sus pobladas cejas se han vuelto grises. De alguna 
manera, eso lo hace aún más imponente. Es grande, duro, un malvado 
hijo de puta cuando lo necesita. 
Estamos cortados por el mismo patrón en muchos aspectos. Los 
dos no tenemos paciencia para las tonterías y solo decimos lo que hay 
que decir. Los dos somos más propensos a disparar primero y 
preguntar después, no porque seamos unos exaltados, sino porque 
disparar primero suele ahorrar mucho tiempo y frustración. 
Probablemente ambos estaremos dentro hasta que nos obliguen a 
salir. Él porque esta es su casa. Yo porque esto es lo que conozco. He 
estado en la Marina desde que cumplí dieciocho años. No hay mucho 
más para hombres como yo. 
Soy bueno en lo de la guerra. Es la parte de la paz la que me da 
problemas... me deja demasiado tiempo para pensar en cierta rubia 
prohibida con piernas durante días y una sonrisa tan brillante como 
para iluminar el cielo. Un día, seré un hombre digno de Jessa Jordan. 
Seré capaz de darle la vida que se merece. 
No sé cuándo ni cómo, pero ese día está llegando. 
—Pasa. — dice Crutchfield, haciéndome un gesto para que entre. 
Su oficina está extrañamente ordenada. Todo tiene un lugar y 
un propósito. El único toque personal que hay en la habitación es la 
única fotografía de su familia que hay sobre su escritorio y las dos 
espadas pulwar que cuelgan detrás de su cabeza. 
—Tu equipo está siendo enviado de nuevo. — dice en cuanto 
cruzo el umbral. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Sí, señor. — digo, poniéndome de pie. No voy a discutir. Si nos 
necesitan, nos necesitan. Sabíamos a lo que nos apuntábamos cuando 
nos alistamos. Los equipos como el nuestro son escasos y están muy 
solicitados. 
—No los acompañarás en esta ocasión, Archer. — dice,sosteniendo mi mirada. —Siento ser yo quien te lo diga, pero tu padre 
falleció mientras estabas en Myanmar. 
—Mi padre murió cuando yo era un niño, señor. 
— ¿Se llamaba Charles Concord? 
—Sí, señor. 
— ¿Tu madre murió cuando eras adolescente? 
—Sí, señor. 
Crutchfield mira los papeles en sus manos, con los labios 
fruncidos. —Odio ser el que te lo diga, hijo. Pero Charles Concord 
estaba vivo y bien hasta hace dos semanas. Murió de cáncer de 
páncreas. 
Parpadeo, tratando de evaluar si me está tomando el pelo o no. 
A mis hombres les encanta meterse conmigo siempre que tienen la 
oportunidad. Pero Crutchfield es un hijo de puta sombrío. Rara vez 
esboza una sonrisa, y mucho menos hace una broma. No está 
bromeando. 
¿Mi padre estuvo vivo todo este tiempo? 
¿Qué mierda? 
—Acabas de heredar una gran propiedad. — dice Crutchfield 
mientras intento procesar el hecho de que mi padre ha estado vivo 
durante los últimos treinta y cuatro años. No sé ni por dónde empezar. 
Mi madre no hablaba mucho de mi padre, decía que no valía la pena 
mencionarlo. Nos abandonó cuando yo era un bebé, la dejó sin nada 
más que a mí. Y luego, según ella, murió unos meses después. Todo 
lo que sabía era su nombre. Nunca investigué sobre él. No vi el sentido 
de hacerlo cuando estaba muerto y desaparecido. 
Aparentemente, debería haber mirado si estaba vivo y bien todo 
este tiempo. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Por lo que tengo entendido, su compañía es tuya ahora. Uno 
de sus socios está aquí para informarte de los detalles. — dice 
Crutchfield. —Me imagino que te irás con él hoy para manejar las 
cosas. Tengo entendido por Carlisle que tu contrato termina pronto. 
Podemos iniciar el proceso para que te den el alta en cuanto estés 
preparado, si así lo decides. Mientras tanto, te apruebo un permiso 
para que puedas empezar a resolver lo que viene después. 
— ¿Alguien está aquí para hablar conmigo?— Pregunto. Si saben 
dónde encontrarme, supongo que Charles Concord también lo sabía. 
¿Lo ha sabido todo el tiempo? ¿Y a qué se refiere Crutchfield con lo de 
un patrimonio y una empresa? No soy un hombre de negocios. No sé 
nada de dirigir una empresa. 
—Lo puse en el comedor. — dice Crutchfield. —Ve y habla con 
él, hijo. Carlisle puede encargarse de tu papeleo una vez que hayas 
terminado con el señor Fox. 
Muevo la cabeza en un gesto de asentimiento y luego saludo a 
Crutchfield. 
Me despide, pero ya me estoy moviendo antes de que las palabras 
salgan de sus labios. Mi corazón golpea contra mi caja torácica con la 
fuerza suficiente para sacudirme. Mi mente es un rugido de caos y 
confusión. No estoy seguro de qué diablos está pasando, pero tengo la 
intención de averiguarlo. 
Ahora mismo. 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Capítulo 1 
JESSA 
 
Actualmente… 
—Estoy tan celosa de ti ahora mismo, Jessa. — dice mi mejor 
amiga, Gwen London, con su cara redonda fruncida en un ceño que 
la hace parecer mucho más joven de lo que es. —Tienes la oportunidad 
de pasar la noche con Cami y Bentley Reynolds. 
—No voy a salir con ellos. Estoy trabajando. — digo riendo, 
limpiando con cuidado la parte superior de la barra, aunque ya está 
impecable. La madera encerada brilla con la luz del sol de la tarde que 
entra por las tres paredes de cristal. También lo hace el suelo de 
madera. Todo el local está reluciente, lo que es estupendo. Antes de 
venir a trabajar aquí, siempre imaginé que los bares serían más 
desordenados. 
Este no lo es. Sinceramente, es precioso. El bar de karaoke está 
situado en la azotea del mejor hotel de Chattanooga. El sol parece 
mucho más cercano desde aquí arriba, como si pudiera alcanzarlo y 
tocarlo si quisiera hacerlo. Es una de mis cosas favoritas de trabajar 
aquí arriba. 
Por la noche, las luces de hadas y las hogueras instaladas en el 
exterior dan al lugar un ambiente acogedor. Tanto el bar como el suelo 
son de una especie de madera tan oscura que es casi negra. Los sofás 
y sillones de felpa están repartidos en grupos, lo que permite a los 
clientes ponerse cómodos después de comer en una de las mesas del 
bar. Es íntimo, el escenario perfecto para pequeñas fiestas privadas 
como la prevista para esta noche. 
—Estás trabajando en un evento privado para Cami y Bentley, 
Kasen Alexander y Clayton Devine. — dice Gwen, todavía con un 
puchero. Los chicos y Cami son grandes estrellas de la música 
country, que han venido a tocar en un acto benéfico en el hotel 
mañana por la noche. Hace seis años, Cami se enamoró de Bentley 
Reynolds y dio a un montón de chicas con curvas como mi mejor 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
amiga la esperanza de que hay un lugar para las chicas que se parecen 
a nosotras en el negocio de la música. 
Cami ha sido el ídolo de Gwen desde que teníamos diecisiete 
años, sirviendo helados en Papa Scoops y soñando con nuestro futuro. 
Las dos teníamos grandes planes para nuestras vidas. Gwen quería 
ser una gran estrella. Yo quería ser psicóloga escolar. 
No ha cambiado mucho en los últimos cinco años. 
Somos mayores, más sabias y tan decididas como siempre. Gwen 
todavía sueña con conseguir su gran oportunidad. Yo sigo queriendo 
ser psicóloga. Seguimos trabajando juntas, aunque ahora yo sirvo 
alcohol en el lujoso hotel donde trabajamos. Gwen se encarga de la 
recepción. A pesar de lo que ella hace parecer, mi trabajo no es en 
absoluto glamuroso. Me paso la mayor parte del tiempo sirviendo 
bebidas caras a gente que se pasa todo el tiempo mirándome por 
encima del hombro. 
No soy lo suficientemente rica, ni lo suficientemente delgada, ni 
lo suficientemente importante como para que la mayoría de ellos 
pierdan su tiempo conmigo. Pero la universidad no es barata, y aquí 
gano un buen dinero. He trabajado duro para mantener mis notas lo 
suficientemente altas como para llegar a los cuatro años en la UTC 
con una beca completa. Lo que significa que, gracias a este trabajo, he 
podido guardar lo suficiente para cubrir lo que no va a cubrir mi beca 
cuando empiece el posgrado en Nashville este otoño. 
Mi hermano mayor, Cyrus, sigue intentando darme un extra. Le 
he dicho mil veces que estoy bien, pero nunca me escucha. Lo quiero 
mucho, pero a veces me vuelve loca. 
Cyrus es nueve años mayor que yo. Se alistó en las Fuerzas 
Aéreas nada más salir del instituto y se enamoró de esa vida. Lo eché 
mucho de menos durante estos años, pero está destinado en la base 
de Tullahoma, que está a solo una hora de aquí. Está trabajando en 
un proyecto de simulación de vuelo. 
Me encanta tenerlo tan cerca de casa, aunque sea sobreprotector 
y mandón. Ha sido así toda mi vida. Nadie se mete conmigo sin 
responder ante él. Meterse con la chica lista y gordita era un 
entretenimiento de calidad para algunos de los chicos de mi clase 
cuando era pequeña. No les gustaba que sacara mejores notas que 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
ellos. Tommy Wahler era el peor. Siempre intentaba destruir mis 
deberes para que no pudiera entregarlos. 
Eso terminó la primera vez que corrí a casa llorando. Cyrus me 
sacó la verdad. Me acompañó a clase a la mañana siguiente. Todavía 
no sé lo que dijo, pero Tommy y sus amigos no volvieron a molestarme. 
Mi hermano ha sido mi héroe desde entonces. 
Nunca le diré eso, por supuesto. ¿Me estás tomando el pelo? 
Nunca me dejaría olvidarlo. Al igual que nunca me deja olvidar la vez 
que vomité en la noria. O la vez que me enamoré de Justin Bieber. 
Puede que sea increíble, pero sigue siendo un hermano mayor 
molesto. 
—Si estuvieras abajo, probablemente podrías hablar tú misma 
con Cami. — bromeo con Gwen, comprobando que el bar está 
completamente abastecido. Como soy la única que trabaja esta noche, 
quedarme sin nada no es una opción. A Gretchen Landers, nuestra 
gerente, le daría un ataque. Ella exige perfección, especialmente 
cuando las celebridades y la alta sociedadse hospedan aquí. 
Puede que Gretchen tenga más de sesenta años, pero sabe que 
un tweet negativo o una mala crítica de un huésped de alto nivel 
podría suponer un problema para todos nosotros. Se niega a que eso 
ocurra. A diferencia de los huéspedes que se alojan aquí, la mayoría 
de los empleados dependen de este lugar para sobrevivir. Tienen 
familias en las que pensar, hogares que atender. Gretchen puede 
parecer severa, pero es un malvavisco. 
—Voy en un minuto. — dice Gwen, haciéndome un gesto para 
que me vaya con una mano perfectamente cuidada. A diferencia de 
mí, Gwen hace que ser curvilínea y estar a la moda parezca algo fácil. 
Siempre va vestida para impresionar con colores brillantes y 
llamativos. Es afroamericana y tiene una tez rojiza impecable, cabello 
negro rizado y hermosos ojos color avellana. Todo le queda de 
maravilla. 
Yo tengo la piel de porcelana y el pelo rubio, y ambos parecen 
apagados y pálidos con colores vivos. Me quedo con los colores más 
tradicionales y aburridos, llevo el pelo recogido para que no estorbe y 
espero pasar el día sin derramar algo sobre mí. En cuanto a las uñas... 
bueno, normalmente me pongo una capa de esmalte transparente y 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
me prometo a mí misma que no me lo quitaré cuando me ponga 
nerviosa. Nunca funciona. 
La triste verdad es que soy una dama de los gatos de veintidós 
años en ciernes. Excepto que no tengo un gato. Tengo un chihuahua 
en taza de té que es mi dueño. Tiene más jerseys que yo. Pasamos las 
noches tejiendo y viendo documentales de crímenes reales en Netflix. 
Bueno, yo tejo. Ruby me juzga. 
—He subido para decirte que Jax está aquí. — dice Gwen. 
Levanto la cabeza para mirarla, golpeándola con la barra en el 
proceso. 
— ¡Ouch!— murmuro, levantando la mano para frotarla 
mientras salgo lentamente de debajo de la barra. 
—No entiendo cómo te las arreglas para servir bebidas toda la 
noche sin derramarlas y, sin embargo, no puedes caminar por una 
superficie plana sin tropezar. — dice, sacudiendo la cabeza. — ¿Estás 
bien? 
—Bien. — murmuro, aun tratando de procesar que Jax está 
aquí. 
Jaxon Archer es el mejor amigo de mi hermano, mi amor secreto 
y mi nuevo jefe, todo ello en un delicioso paquete de dos metros. Estoy 
enamorada de él desde que Cyrus descubrió que no tenía familia y lo 
arrastró a casa para que pasara las fiestas con nosotros el año en que 
cumplí dieciocho años. 
Es tan jodidamente guapo. Es alto y ancho, imponente salvo por 
sus gafas. Las gruesas monturas negras lo hacen parecer más un nerd 
y menos el Navy SEAL que es. Suavizan sus ojos color moca, ocultan 
un poco el peligro que ahí brilla. 
El hombre es mortal, en más de un sentido. Cada vez que me 
mira, quiero lanzarme a sus brazos. No puedo hacerlo, por supuesto. 
Para empezar, Jax podría tener a cualquier mujer del planeta. No hay 
forma de que se decante por la hermana pequeña y regordeta de su 
mejor amigo. En segundo lugar, Cyrus nos mataría a los dos. La 
última vez que uno de sus amigos coqueteó conmigo, le dio un ataque. 
No creo que mi hermano haya hablado con Chase Bennett desde 
entonces. No quiero ser la razón por la que deje de hablar con Jax. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Jax necesita todos los amigos que pueda conseguir ahora 
mismo. 
Hace seis meses, heredó una fortuna del padre que nunca 
conoció. Pasó de una zona de guerra a la sala de juntas prácticamente 
de la noche a la mañana. Ahora está a cargo de uno de los mayores 
conglomerados hoteleros de la mitad sur de Estados Unidos. Es dueño 
de todo, desde hoteles de lujo hasta restaurantes de lujo, pasando por 
una maldita línea de cruceros. 
Como nuevo miembro del club de los multimillonarios, tiene las 
manos llenas. Las mujeres salen de la nada para tratar de atraparlo. 
Los hombres hacen cola para hacerse amigos suyos. Son tan falsos 
como vienen. Hace siete meses, no le habrían dado ni la hora. Ahora, 
lo adulan como si fuera la Segunda Venida. 
Jax no es el tipo de persona que juega bien con los demás. Puede 
ser autocrático, despiadado y un poco gruñón. No tiene familia y no 
confía en la mayoría de la gente. Mi hermano es una de las pocas 
excepciones. Yo también lo soy. Jax valora nuestra amistad y la 
guarda de cerca. 
Es una de las cosas que más he admirado de él. Aunque es una 
docena de años mayor que yo y es más amigo de Cyrus que mío, 
siempre me ha protegido. Me trata como si fuera importante. Cuando 
Cyrus estaba desplegado, nos llamaba mucho a mi madre y a mí para 
ver cómo estábamos. Vino a cenar. Incluso cortó el césped para que 
yo no tuviera que hacerlo. 
Por supuesto, eso solo me hizo amarlo más. 
He tratado de ocultarlo, pero creo que Cyrus sabe lo que siento 
por él. Pero no le ha dicho nada a Jax, gracias a Dios. Vivo con el 
miedo de que Jax se entere. Escuchar cómo intenta decepcionarme 
suavemente me rompería el corazón. Me rompería aún más ser la 
razón por la que él y Cyrus dejaran de hablarse. 
No creo que Jax sepa siquiera que es mi jefe. Gwen me consiguió 
el trabajo aquí hace ocho meses, pero Jax estaba en el extranjero en 
ese momento. Solo volvió a los Estados Unidos unos días antes de 
enterarse de lo de su padre. Vino a verme una vez justo después de 
volver a Chattanooga. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
No estaba... bien. Intoxicado. Enojado con el mundo. 
Intentó besarme. 
Lo esquivé y llamé a Cyrus para que viniera a buscarlo. 
Solo lo he visto una vez desde entonces. Ha estado ocupado y 
evitarlo parece la opción más segura. No recuerda lo que pasó. Prefiero 
que siga así. Jax nunca ha cruzado una línea conmigo ni ha sido 
menos que un caballero. Le mortificaría saber que intentó besarme. 
Fingir que no ocurrió es mucho más fácil que escucharle decir 
que soy una chica dulce. 
Esa es una conversación que nunca quiero tener con él. Pero no 
puedo evitar desear que las cosas sean diferentes... que puedan ser 
diferentes. Me hace desear cosas que no entiendo, anhelar una 
intimidad que nunca he conocido. Soy una virgen de veintidós años 
que nunca ha tenido una cita de verdad. El único beso que he tenido 
fue con Curtis Daniels durante una partida de Spin the Bottle cuando 
tenía catorce años. Se había pasado toda la fiesta comiendo crema 
agria y papas fritas con cebolla. No fue una gran experiencia para mí. 
Pero todo lo que tengo que hacer es pensar en Jax y en esos ojos 
de moca, y me duele todo el cuerpo. Fantaseo con sus manos ásperas 
y lo bien que se sentirían contra mi cuerpo. Sueño con que dice mi 
nombre con esa voz arenosa que tiene, con sentir sus labios en los 
míos. Sinceramente, he tenido sueños sucios con él tan a menudo a 
lo largo de los años que probablemente harían sonrojar a una estrella 
del porno. 
Gwen es la única que sabe lo mal que lo paso con Jax. Ni siquiera 
ella sabe que he rechazado más de una cita porque no me imagino 
saliendo con alguien que no sea él. Pero es cierto. La idea de que 
alguien más me toque o me bese hace que me duela el estómago. 
La idea de mudarme a Nashville para estudiar un posgrado y 
dejarlo atrás también me duele. Hablábamos casi todos los días antes 
de que intentara besarme. Lo he echado mucho de menos. Intentar 
mantener la distancia me está matando, pero es lo mejor para los dos. 
Al menos así, consigo mantenerlo en mi vida de alguna manera. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
— ¿Jessa?— Gwen chasquea sus dedos frente a mi cara. — 
¿Tienes una conmoción cerebral? 
—No, solo estaba pensando. 
— ¿Sobre la noche que intentó besarte? — pregunta, apoyando 
el codo en la barra y luego inclinándose hacia delante para apoyar la 
barbilla en la mano. Su mirada me recorre, sin perderse nada. Ella 
también es la única que sabe de ese casi beso. Lo único que sabe 
Cyrus es que se presentó borracho y dolido. — ¿Te arrepientes de no 
haberlo dejado? 
—No. — digo con cuidado. —He estadoenamorada de él desde 
siempre, pero en cada uno de mis sueños, cuando me besa, no es 
porque yo sea conveniente y él esté sufriendo. Es porque me desea 
tanto como yo lo he deseado siempre. Y eso no sucederá nunca. Eso 
no puede pasar. Así que no, no me arrepiento. Ni siquiera estoy 
enojada con él por ello. Solo me siento... mal por él. 
— ¿Quieres saber algo? 
— ¿Qué? 
—Toda mi vida he querido ser un músico famoso. Pero cuando 
me contaste lo que pasó con Jax, también me sentí mal por él. ¿Te 
imaginas ser normal un minuto y que de repente te caiga encima todo 
ese dinero y esa responsabilidad por un hombre que ni siquiera se 
molestó en formar parte de tu vida? — me pregunta, con los ojos muy 
abiertos y serios. —Es un desastre. 
—Sí, lo es. — digo en voz baja, mi corazón palpita de empatía por 
él. Su madre murió cuando él era más joven. Pasó de pensar que era 
huérfano a descubrir que su padre estaba vivo y bien y que 
simplemente no se le podía molestar. Nunca conocí a su padre, 
Charles Concord, pero no me parece un hombre muy bueno. 
Jax es mucho mejor persona que yo. Probablemente habría 
quemado su compañía hasta los cimientos y me habría sentido mal 
por ello después. Pero Jax no. Él dio un paso adelante para asegurarse 
de que nadie perdiera su trabajo o su medio de vida. Está haciendo lo 
mejor que puede para aprender las cuerdas y asegurarse de que todo 
el mundo es feliz trabajando para él. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Que es, supongo, por lo que está aquí ahora. Ha estado haciendo 
las rondas, tratando de ver todas las propiedades que tiene y 
conociendo a todos los empleados que puede. Estoy orgullosa de él. 
Es un hombre increíble, decidido a hacer lo correcto aunque no le deba 
nada a su padre. 
Eso hace que lo ame aún más. Pero además... no hay muchas 
cosas que haga que no me gusten. 
No sé cómo voy a ocultarlo el resto de mi vida. Pero ya ha perdido 
bastante. De ninguna manera voy a ser la razón por la que pierda a 
Cyrus también. Incluso si eso significa que tengo que ver al hombre 
que amo enamorarse y casarse con otra persona. 
Me pongo la mano en el estómago, tratando de quitarme el dolor 
y la sensación de que Jax está con otra persona. Por lo que sé, no tiene 
citas. Si lo hace, no me habla de ello. Pero tarde o temprano, es 
inevitable que ocurra. Especialmente ahora que toda la población 
femenina conoce su nombre. 
—Solo son tres meses más. — dice Gwen, estirando la mano para 
apretar la mía. —Y luego nos mudaremos a Nashville y estarás 
demasiado ocupada con tus clases para pensar en otra cosa. 
—Claro. — digo, expulsando un suspiro pesado. Solo tengo que 
superar el día de hoy y evitarlo durante los próximos tres meses, y 
luego estaré en Nashville para la escuela de posgrado. 
Puedo fingir durante tres meses más... ¿no? 
 
 
—Mierda. — murmuro, empujando rápidamente mi libro de 
Psiquiatría Anormal bajo la barra y poniéndome de pie cuando la 
puerta del bar se abre y entra Gretchen. Me recuerda a una monja. 
Lleva el pelo gris recogido en un moño lo bastante apretado como para 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
tensar la piel de las sienes. Siempre luce impecable con su falda lápiz 
negra y su camisa blanca almidonada, abotonada hasta la garganta. 
A pesar de su aspecto severo y sus estrictas normas, es una gran 
directora de hotel. Me gusta mucho. 
Es el hombre que se escabulle por la puerta detrás de ella el que 
hace que se me revuelva el estómago y me suden las manos. Jax no 
ha estado menos guapo que un día en su vida. Pero ahora mismo está 
incluso mejor que eso. 
Maldita sea. Siempre lo está. 
Su pelo castaño cortado a lo largo es un poco más largo en la 
parte superior de lo habitual. También está un poco desordenado, 
como si se hubiera pasado las manos por él. Esa es la única señal de 
que no está tan arreglado como parece. Lleva un costoso traje negro 
que le sienta de maravilla. Sus hombros parecen aún más anchos con 
él. Su impecable camisa blanca abotonada se extiende sobre su pecho 
de barril. Un clip plateado sujeta la sedosa corbata negra en su sitio. 
Sus zapatos brillan casi tanto como la barra. 
Sus ojos color moka escudriñan el bar vacío, observando la 
ubicación de todo. Si le pidiera que cerrara los ojos en este momento 
y describiera el bar, no se le escaparía ni un solo detalle. No sé si eso 
se debe a que es un Navy SEAL y está entrenado para estar siempre 
atento a lo que lo rodea, o si es solo él. Su memoria es increíble. 
También es muy inteligente. 
Su mirada recorre el bar antes de posarse en mí. Tan pronto 
como se fijan en mí, pequeñas minas terrestres se denotan en mi 
vientre, enviando una ola de calor a través de mí. Aprieto las manos 
en un puño y pongo los pies en el suelo, tratando de evitar que vea la 
forma en que me afecta. 
No parece sorprenderse al verme ahí de pie. Sus ojos se 
oscurecen un poco al recorrerme, revisándome meticulosamente como 
si quisiera ver si estoy bien. 
Y esa es exactamente la razón por la que he estado enamorada 
de él durante los últimos cuatro años. Me mira como si me viera, como 
si le importara si estoy bien o no. Y sabe cuándo me pasa algo. Ni 
siquiera tengo que decir nada para que lo sepa. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Jessa. 
Su voz me inunda como mi canción favorita. Es áspera y 
arenosa, apenas más que un susurro. Pero lo oigo. Dios, lo oigo en 
todas partes. Mi vientre se aprieta, mis pezones se convierten en 
puntos duros. Dudo que él y Gretchen oigan mi corazón palpitando 
contra mi caja torácica, pero a mí me parece anormalmente fuerte. 
—Hola. — susurro. 
Su mirada se enreda con la mía, manteniéndome cautiva. Quizá 
sea mi imaginación o un truco de la luz, pero parece relajarse un poco, 
casi como si se sintiera aliviado de verme. Y entonces sus ojos se 
entrecierran, sus labios carnosos se comprimen en una fina línea de 
desaprobación. 
Mierda. Sabe que lo he estado evitando. 
—Esta es la bartender de la que te hablé. — le dice Gretchen a 
Jax. Su voz aguda atraviesa la tensión entre nosotros. 
A Jax no le pasa desapercibido mi sobresalto. 
—Está trabajando en la fiesta de los Reynolds esta noche. — 
dice. 
—Sí, señor. 
— ¿Va a trabajar sola? 
—Sí, señor. Han pedido expresamente que no haya personal 
adicional. 
Aprieto los dientes, luchando contra el impulso de decirle que 
ella está aquí y puede hablar por sí misma. La gente que habla por 
encima de mí me vuelve loca. Por eso es que él y Cyrus lo hacen, creo. 
Les encanta molestarme en cada oportunidad que se les presenta. 
— ¿Hay algún problema?— pregunto, con una voz dulce y 
azucarada. 
Jax capta mi tono y me dedica una mínima sonrisa. 
—En absoluto, señorita Jordan. — dice, cruzando la barra hacia 
mí. —Para mí, Gretchen ha elegido a la mejor del grupo. — Se detiene 
frente a mí. Su aroma picante y de aire libre es tan potente como lo 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
recordaba. Me golpea como una droga, me destroza. —Solo trato de 
conocer el terreno. 
—Oh. — logro decir. 
— ¿Cómo estás, Conejita? — pregunta, bajando la voz e 
inclinándose hacia mí. La urgencia de su voz hace que me flaqueen 
las rodillas. 
—Bi-bien. —trabajar con millonarios y multimillonarios nunca 
me sacude como lo hace este hombre sin siquiera intentarlo. Tomo 
aire y lo vuelvo a intentar. —Estoy bien. ¿Cómo has estado? 
—Has estado evitándome. 
—Yo... 
En cuanto estrecha sus ojos sobre mí, la mentira muere en mis 
labios. 
—Has tenido muchas cosas que hacer. — murmuro en su lugar. 
—Siempre tengo tiempo para ti, Jessa. Siempre. 
— ¿Cómo estás, Jax?— Pregunto, sin perder de vista la tensión 
en su voz. La culpa me atraviesa. Él necesita amigos en este momento. 
No he sido eso para él últimamente. He estado tan concentrada en 
sobrevivir los próximos meses que esencialmente he cortado todo 
contacto con él. 
 —Te he echado mucho de menos. — dice.—Lo siento. — susurro, sintiéndome a cinco centímetros de 
altura. —He sido una amiga de mierda últimamente. 
La puerta del bar se abre de nuevo y Lena asoma su oscura 
cabeza. Ve a Gretchen y se acerca rápidamente a nuestra jefa. Observo 
por el rabillo del ojo cómo conversan en voz baja. Lo que sea que Lena 
tenga que decir no hace feliz a Gretchen. 
—Puedes compensarme. — dice Jax. 
Vuelvo a girar la cabeza en su dirección y lo veo mirándome 
fijamente. Tiene esa mirada... casi como si le doliera, como si se 
quemara vivo. Tenía exactamente la misma mirada la noche que 
intentó besarme. Mi corazón se aprieta en una prensa, mi alma duele 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
en señal de protesta. Odio que esté sufriendo. Odio que se lo haya 
puesto más difícil. Y ahora mismo, también odio a su padre. 
—Sal conmigo mañana. — dice... exige, en realidad. Está 
acostumbrado a mandar. Como Cyrus, es todo alfa, todo el tiempo. 
Sin embargo, hay un pequeño hilo en su voz, como si me rogara que 
dijera que sí, que me desconcierta. Veo lo mismo en sus ojos. Me está 
suplicando. 
— ¿Qué...? 
—Sr. Archer. — me interrumpe Gretchen. —Hay un caballero 
abajo que insiste en que necesita hablar con usted inmediatamente. 
— ¿Se llama Daniel Fox? 
—Sí, señor. — dice Lena. —Dijo que le dijera que es una 
situación DEFCON, señor. Fue bastante insistente. 
—Por supuesto que lo fue. — murmura Jax, bajando la cabeza 
hacia delante como si estuviera derrotado. Se queda ahí un momento, 
murmurando maldiciones en voz baja antes de levantar la cabeza. Sus 
ojos se fijan de nuevo en mí, con un relámpago que chisporrotea en 
esas profundidades de color moca. —Terminaremos esta discusión 
más tarde. 
—De acuerdo. — susurro. 
Me mira fijamente durante un largo rato, lo suficiente como para 
que me ponga nerviosa. Luego sacude la cabeza y gira sobre sus 
talones antes de cruzar la barra en dirección a Gretchen y Lena. No sé 
qué implica exactamente una situación DEFCON para un 
multimillonario... pero me alegro de no ser Daniel Fox ahora mismo. 
Porque ni siquiera el traje de mil dólares oculta el hecho de que Jax 
está enojadísimo. 
Se gira para mirarme. Nuestras miradas se cruzan de nuevo. 
Otra ola de calor me atraviesa, arruinando mis bragas y casi 
llevándose mi cordura. O tal vez se lleva mis anteojeras. No estoy 
segura, pero el deseo se enciende en sus ojos, oscureciéndolos. No hay 
que confundir esa mirada. Es un gato grande y peligroso, mirando la 
cena. 
Y yo estoy en el menú. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Nos vemos pronto, Conejita. — dice, su voz es una oscura 
promesa que me llega a lugares que ni siquiera sabía que existían. 
Arranca su mirada de la mía y desaparece por la puerta, dejándome 
boquiabierta tras él. 
—Mierda. — susurro, con la mente en blanco. No estoy segura 
de lo que acaba de pasar... pero ya no estoy del todo segura de que 
Jax no sienta también algo por mí. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Capítulo 2 
JAXON 
 
—No puedo esperar a que se casen. — dice Cami Reynolds, 
acurrucándose contra el lado de su esposo en un sofá de felpa al otro 
lado del bar. —Van a tener los bebés más bonitos. 
No estoy seguro de a quién se refiere, pero todos en su grupo 
parecen estar de acuerdo con ella. Probablemente debería sentirme 
culpable por escuchar a escondidas desde la parte de atrás, pero me 
importa una mierda lo que estén tramando esta noche. Estoy aquí por 
Jessa Jordan, mi Conejita. 
Quiero azotarla por no decirme que trabajaba en uno de mis 
hoteles. También quiero azotarla por pasar los últimos seis meses 
evitándome. Me está volviendo loco. Jessa es la chica de mis sueños. 
Ha tenido mi corazón en sus manos desde la primera vez que la conocí. 
Me miró con su cara redonda y esos grandes ojos azules y su dulce 
sonrisa me enamoraron. 
Desde entonces, estoy obsesionado con ella... e intento 
disimularlo a toda costa. Es una década más joven que yo y su 
hermano es mi mejor amigo. Cyrus es una de las pocas personas en 
el mundo en las que confío implícitamente. Adora a su hermanita. 
También es muy protector con ella. 
Si supiera las cosas que sueño con enseñarle, se volvería loco. 
Sin embargo, no puedo evitarlo. Jessa es el paquete completo. 
Es alta y con curvas, con el pelo largo y rubio y unos preciosos ojos 
azules. Trata de ocultar esas curvas con faldas lápiz y pantalones 
negros. No creo que se dé cuenta de que le dan ese aire de bibliotecaria 
traviesa que hace que me duela la polla. Sobre todo cuando se recoge 
el pelo en un moño y se pone las gafas. 
Su labio inferior me vuelve loco. También su mente. Es 
increíblemente inteligente. No importa de qué hablemos, siempre tiene 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
algo interesante que decir. Puede ser atrevida, sarcástica y se irrita 
con la mierda más linda. 
También es muy dulce. 
La primera vez que Cyrus me llevó a casa con él, me preguntó 
por qué no celebraba las fiestas con la familia. Cuando Cyrus le dijo 
que no tenía familia, sus ojos se llenaron de lágrimas. Me abrazó y me 
dijo que ahora ellos eran mi familia. 
Creo que me enamoré de ella en ese mismo momento. 
Intentar resistirse es inútil. He pasado los últimos cuatro años 
luchando con mi conciencia, tratando de convencerme de que no 
puedo tenerla. Que ella puede hacerlo mejor que yo. Que no seré lo 
que se interponga entre ella y su hermano. 
He terminado de intentarlo. 
Hace seis meses, toda mi vida implosionó. Cuando lo hizo, ella 
es la única persona que quería ver, la única que sabía que podía 
hacerlo mejor. Finalmente cedí unos tres días después de heredar 
miles de millones y fui a verla. Estaba borracho, y ya había terminado 
de intentar hacer lo correcto en lo que a ella se refiere. 
Le conté toda la sórdida historia del hombre que ha sabido de mí 
toda mi vida, pero que aun así me dejó vivir de la bondad de los 
extraños después de que mi madre muriera cuando yo era un 
adolescente. Le conté que heredó su fortuna, veinte años tarde para 
salvar a mi madre. Y de que no tenía más remedio que aceptarlo 
porque miles de personas se quedarían sin trabajo si no lo hacía. 
Me tomó de la mano, tratando de reconfortarme. Me dijo lo 
orgullosa que estaba de mí. Me hizo sonreír cuando me dijo que ella 
habría destruido su empresa por despecho. No hay manera de que ella 
haga eso. No puede guardar rencor por nada, y es una tonta para la 
gente. Es una cuidadora, una mamá oso. 
Intenté besarla esa noche, pero huyó. Ha estado corriendo desde 
entonces. Pasamos de hablar casi todos los días a que me evite 
durante los últimos seis meses. No puedo soportarlo más. No tener su 
dulzura en mi vida me está matando lentamente. Estoy rodeado de 
imbéciles pomposos, buscadores de oro y aduladores... gente que no 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
me habría meado encima para apagarme si estuviera en llamas hace 
siete meses. 
Cyrus, Jessa, y su madre son lo más cercano que tengo a la 
familia. Son algunas de las únicas personas que no esperan nada de 
mí y solo quieren lo mejor para mí. Pero Jessa es una parte de mi 
alma. Estoy cansado de tratar de negar eso para mantener a todos 
felices. 
Se va a la escuela de posgrado pronto. No lo sabe, pero se irá con 
mi anillo en su dedo. He pasado los últimos seis meses aprendiendo 
las cuerdas y trasladando el cuartel general a Nashville, tratando de 
lidiar con todo lo que pide a gritos mi atención para poder 
concentrarme en lo que es realmente importante. Ganar a Jessa. 
Cuando vaya a Nashville, me iré con ella. 
De una forma u otra, voy a convencerla de que me dé una 
oportunidad. 
Sé que también siente algo por mí. Veo la forma en que me mira, 
el anhelo en sus ojos. Tiene miedo de arruinar mi amistad con Cyrus, 
pero no permitiré que se haga daño para evitarme a mí o a él. Este 
asunto de la huida haterminado. Debería haberla reclamado mucho 
antes porque la vida se complica cada vez más. 
Ahora también soy su jefe. Salir con ella probablemente viola 
todas las políticas que RRHH ha escrito. Mis nuevos compañeros me 
juzgarán duramente. Mi junta directiva se enojará. La cosa es que... 
me importa una mierda. Sus opiniones no me importan. Recursos 
Humanos puede reescribir las políticas. Los chismosos encontrarán 
otro escándalo tarde o temprano. Pero solo hay una Jessa Jordan en 
este mundo, y es la mía. 
Estoy cansado de luchar contra lo que siento por ella, de intentar 
convencerme de que se merece a alguien mejor que yo. No soy tan 
tonto como para creer que heredar una fortuna me hizo digno de ella. 
Pero ciertamente cambió las cosas. 
No puedo hacer esto sin ella. Más que eso, no quiero hacerlo sin 
ella. Los últimos seis meses han sido un infierno porque ella no estaba 
a mi lado. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
— ¿Sabían que podía cantar así?— Kasen Alexander pregunta a 
Cami y a su esposo. 
—No. Apenas habla. — dice Bentley. 
—Olivia, tu canción está lista. — llama Jessa, con voz suave. 
— ¿Qué has elegido?— Kasen pregunta, ayudando a su esposa 
embarazada a ponerse de pie. 
—No lo diré. — dice. 
No les presto atención y busco a Jessa en la sala. Finalmente la 
veo en una mesa junto a la barra, jugando con una tableta. Tiene la 
cabeza inclinada hacia ella, dejando al descubierto la elegante curva 
donde su cuello se une a la clavícula. Es tan malditamente hermosa. 
Los mechones rubios se han escapado de su moño para bailar 
libremente alrededor de su cara. Tiene el labio inferior entre los 
dientes, como si estuviera concentrada en lo que está haciendo. 
No deja de levantar la vista de la tableta, su mirada sigue a Kasen 
y a su esposa mientras él la conduce hacia el escenario. Cami y 
Bentley se hablan entre besos. Todos están en su propio mundo, 
completamente cómodos con Jessa aquí. 
No me sorprende. Quería decir lo que le dije antes. Gretchen 
eligió a la mejor del grupo en lo que a mí respecta. No hay nadie más 
capaz de manejar un evento privado para celebridades de su calibre 
de una manera profesional que Jessa. Irradia bondad y empatía y se 
desvive por hacer que la gente se sienta incluida y cómoda. 
Es una de las cosas que me encantan de ella. También es lo que 
me vuelve loco de celos. Todo el mundo ama a Jessa. Todo el mundo 
quiere estar cerca de ella. Es amigable, linda, y dulce como el infierno. 
Soy un bastardo posesivo y celoso que quiere mantenerla encerrada 
en mi casa y monopolizar cada segundo de su tiempo. No sale con 
nadie, gracias a Dios. Creo que habría estallado hace tiempo si lo 
hiciera. 
Una vez que Olivia Alexander llega al escenario y toma el 
micrófono del atril, Jessa toca algo en su tableta y empieza la música. 
Cami y Bentley se separan para animarla. Kasen se queda a un lado 
del escenario, mirando a su esposa como si no pudiera apartar la vista 
de ella. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Jessa aprovecha para mirar a su alrededor, comprobando que 
todo está cuidado, sin duda. Es una perfeccionista. Es ridículo lo 
mucho que me excita ese rasgo suyo. Quiero desordenar su pequeño 
y ordenado mundo solo para verla retorcerse. Es tan linda cuando algo 
está fuera de lugar. La vuelve loca. 
Salgo de la puerta de la cocina y espero a que se fije en mí. 
No tarda mucho. Sus ojos se posan en mí y se abren 
cómicamente detrás de sus marcos morados. Son la parte más 
colorida de su vestuario. Hacen que sus ojos azules parezcan aún más 
grandes, más brillantes, y su pelo rubio aún más claro. 
Traga saliva con la suficiente fuerza como para que yo la oiga 
tragar por encima de Olivia cantando Fancy, de Reba McEntire. Su voz 
no es mala. Es clara y dulce, pero da con fuerza esas notas bajas, su 
voz cae en un perfecto acento sureño. 
Señalo a Jessa con un dedo, llamándola silenciosamente hacia 
mí. 
Vuelve a tragar saliva y se levanta lentamente de la silla, 
cogiendo la tableta. La aprieta contra el pecho, sosteniéndola como si 
fuera un flotador y estuviera en medio del océano. Empuja sus tetas 
hacia arriba en su camisa, estirando la tela sobre ellas. 
Mi polla se agita, se alarga. 
Ella es la única que la ha puesto dura en años y no tiene ni idea. 
Jessa no es insegura. Es inconsciente. No tiene ni idea de lo hermosa 
que es ni de lo duro que me pone. No es una de esas mujeres que 
intenta ser sexy. Con ella, es algo sin esfuerzo, algo que no controla ni 
se da cuenta. 
Sus anchas caderas se balancean, su cuerpo se mueve como un 
sueño mientras camina hacia mí. 
Me meto las manos en los bolsillos de los pantalones, tratando 
de mantenerlas fuera del camino de la tentación. Me daría una patada 
en el culo si la arrastrara a la parte de atrás para probar esa dulce 
boca. Sin embargo, soy un hombre desesperado, a punto de explotar. 
Tratar de mantenerme alejado de ella no funciona. Tratar de no amarla 
es imposible. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Me he cansado de intentar mantener a Cyrus en mi rincón 
negando lo que siento por su hermanita. Perder su amistad dolerá 
mucho, pero no hacer mía a su hermana es una sentencia de muerte. 
Una que he estado viviendo cada maldito día durante los últimos 
cuatro años. No voy a hacerlo más. No soy lo suficientemente bueno 
para ella. Nadie lo será nunca. Pero la amaré mejor de lo que nadie 
podría jamás. En lo que a mí respecta, ser capaz de cuidarla como se 
merece es lo único bueno que ha traído la fortuna que Charles 
Concord me dejó al morir. 
No creo que sepa todavía que soy yo quien ha financiado su beca. 
Probablemente se enojaría, pero sé lo mucho que ha trabajado para 
llegar a la universidad. Sé lo mucho que significa para ella perseguir 
sus sueños. Que me condenen si algo la detiene mientras yo pueda 
opinar. 
—Hey. — susurra cuando se acerca, con la tableta aún pegada 
al pecho. 
Respiro, inhalando su aroma a melocotón y crema como un 
hombre hambriento de oxígeno. Huele comestible. Ya sé que su sabor 
será igual de dulce, como el de los jugosos melocotones y el cálido sol. 
— ¿Qué estás haciendo aquí? 
—Soy el dueño del lugar, Conejita. — le recuerdo... lo que nunca 
dejará de ser extraño para mí. Hace siete meses, estaba en Myanmar, 
rescatando a niños soldados de un grupo de milicianos. Lo único que 
poseía era el apartamento de una habitación donde vivía cuando no 
estaba en una misión, mi camioneta y mi motocicleta. Me he pasado 
los últimos seis meses visitando todas las propiedades que venían con 
la fortuna Concord, y todavía no las he visto todas. 
—Wow. ¿En serio? No estaba al tanto. — Jessa pone los ojos en 
blanco, lo que me hace sonreír. Ella no acepta mierda de nadie, y 
menos de mí. —Quiero decir, ¿por qué estás aquí ahora? Es casi 
medianoche. Creía que te estabas ocupando con una situación de 
DEFCON multimillonario. ¿Qué es exactamente una situación 
DEFCON para un multimillonario, de todos modos? 
—Según mi junta directiva y mi asistente, es un crucero varado 
en aguas internacionales. — murmuro, frunciendo el ceño al recordar 
cómo he pasado las últimas seis horas. El Consejo de Administración 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
estaba prácticamente cagado por la idea de que nuestras acciones se 
desplomaran porque los motores del Principessa se habían estropeado. 
Resolví el problema en la primera hora, con barcos en camino 
para transportar a todo el mundo al puerto más cercano con un 
aeropuerto. Las últimas cinco horas las pasé explicando al Consejo de 
Administración que ofrecer reembolsos completos y un crucero 
gratuito a los pasajeros era una decisión comercial acertada. 
Asumimos un pequeño golpe financiero ahora, pero lo recuperamos 
cuando reservan con nosotros en el futuro, con la confianza de que los 
atenderemos igual que hoy. 
Podríamos financiar cruceros por la mitad de los Estados Unidosy seguir ganando. Concord era un auténtico bastardo, pero cagaba 
oro. Los hombres que llenan su junta son solo bastardos ávidos de 
dinero y codiciosos. No tengo dudas de que algunos de ellos venderían 
a su primogénito solo para proteger el resultado final. 
—Ouch. — dice Jessa, haciendo una mueca. — ¿Salvaste el día? 
—Algo así. — murmuro, mirando por encima de su cabeza a los 
demás ocupantes de la habitación. — ¿Te lo estás pasando bien aquí? 
¿Todos se comportan? 
—Por supuesto. — dice, sonriendo. —Se han portado muy bien 
conmigo. Probablemente no durarán mucho más antes de que 
terminen. Clayton y Addison ya se fueron por la noche. — su sonrisa 
se amplía, iluminando sus ojos azules. —El karaoke con 
superestrellas es mucho más divertido que el karaoke de la gente 
normal. Es como mi propio concierto privado. Gwen va a perder la 
cabeza. 
— ¿Es una fanática?— pregunto. Gwen London es la mejor 
amiga de Jessa. Es una chica dulce, buena con Jessa. Ella y Cyrus se 
pelean mucho. No creo que ninguno de las dos haya resuelto por qué 
se vuelven locos el uno al otro. 
—Cami es su ídolo. — dice Jessa con una pequeña risa. —Hoy 
me ha molestado por trabajar en este evento sin ella. 
—Invítala a la gala benéfica de mañana. — sugiero. 
—No voy a trabajar. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Bien. Entonces no hay nada que te impida asistir conmigo. 
Me mira boquiabierta, con la mandíbula floja y los ojos muy 
abiertos. 
—Puedes decirme entonces por qué me has estado evitando 
durante los últimos seis meses. — digo, estirando la mano para cerrar 
su boca. 
—No he... 
—Lo has hecho. — digo cuando se queda sin palabras, incapaz 
de terminar esa mentira. Es una mentirosa terrible. Nunca puede 
decir una. Su conciencia culpable siempre la detiene en el medio. —
Desde que intenté besarte. 
—Te acuerdas de eso. 
— ¿Pensaste que lo había olvidado? 
—Esperaba que lo hubieras hecho. — admite, con la voz baja. 
Su mirada se aleja de la mía antes de volver a ella. —Estabas borracho. 
— ¿Crees que estaba demasiado borracho para saber lo que 
estaba haciendo? 
Se encoge de hombros, inquieta. 
—Lo recuerdo, conejita. 
—Oh. 
—No debería haberlo hecho. 
Eso hace que se inquiete de nuevo. Se desinfla más rápido que 
un globo con un agujero, sus hombros se desploman. ¿Cree que no 
quiero besarla? Sí, pero prefiero estar sobrio cuando lo haga. Teniendo 
en cuenta que va a ser mi último primer beso, me gustaría estar lo 
suficientemente lúcido como para recordar cada segundo. 
— ¿Me estás evitando porque querías que te besara o porque la 
idea de besarme es realmente tan terrible?— pregunto, enganchando 
un dedo bajo su barbilla para que vuelva a mirarme. 
—Sí. 
— ¿Si a qué, nena? 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—N-no. — Sus ojos se abren de par en par con auténtica 
angustia. —No podemos tener esta conversación ahora, Jax. Estoy 
trabajando. Tú eres mi jefe. No es apropiado. 
—Entonces ven conmigo mañana. 
—No puedo. 
Entorno los ojos hacia ella. 
—Eres mi jefe. — vuelve a decir. 
— ¿Es eso todo lo que quieres que sea para ti, Conejita? ¿Solo tu 
jefe? 
—Yo... — Se detiene y saca la lengua para mojar el labio inferior. 
Sus ojos azules recorren mi cara. No estoy seguro de lo que busca o lo 
que ve. ¿Tiene la menor idea de lo desesperado que estoy por ella? 
¿Cuánto la echo de menos? ¿Cuántas veces he tomado el teléfono para 
llamarla, solo para dejar de hacerlo porque no estaba seguro de que 
ella sintiera lo mismo por mí? 
Nunca me ha faltado confianza ni he sido inseguro. Sé lo que las 
mujeres dicen de mí. Veo cómo me miran. Mi equipo SEAL solía darme 
mierda todo el tiempo por la forma en que me veo, y por la forma en 
que las mujeres reaccionan a mí. Pero Jessa está tan lejos de mi liga 
que es ridículo. No soy tan estúpido como para pensar que la merezco 
solo porque un hombre que no conocía se desplomó, dejándome una 
fortuna que no quiero. 
—No. — susurra finalmente, permitiéndome tomar aire. Lo 
vuelvo a perder un segundo después. —Pero lo que yo quiera no 
importa, Jax. Eres el mejor amigo de mi hermano. Somos tu familia. 
No voy a romper nuestra familia solo porque quiera cosas que no 
debería. Además, eres mi jefe. No sería más apropiado para mí ir 
contigo mañana por la noche que estar teniendo esta conversación 
ahora. 
La miro fijamente durante un minuto, intentando valorar si debo 
insistir o no en el tema. Pero, por su mirada, sé que presionarla ahora 
no me llevará a ningún sitio más que a la congelación. Es una conejita 
asustada, corriendo por su vida. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
No sé de qué tiene tanto miedo, pero está claro que tiene miedo 
de algo. Dudo que sea el ridículo público por salir con su jefe. Tampoco 
creo que sea perder a Cyrus. Ella sabe que su hermano no la 
abandonaría nunca, esté o no conmigo. 
No estoy seguro de lo que deja eso. 
Sin embargo, lo averiguaré. 
—Me parece justo. — murmuro, dejándola fuera de juego por 
ahora. Esta conversación está lejos de haber terminado, pero la dejaré 
de lado por el momento, y me plantearé un enfoque diferente. Me 
inclino hacia delante y presiono mis labios sobre su mejilla. Su piel es 
tan suave. Tengo que luchar contra el impulso de moverme un par de 
centímetros hacia la izquierda para probar sus labios. —Esperaré 
abajo para asegurarme de que llegas bien a casa. 
—No tienes que hacer eso, Jax. — susurra, con la voz 
temblorosa. 
—Quiero hacerlo. 
Resopla como si estuviera molesta conmigo. 
Hago como que no la oigo y me deslizo de nuevo a la parte de 
atrás, ya con un nuevo plan. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Capítulo 3 
JESSA 
 
— ¡Santa mierda!— dice Gwen, mirando atónita el sobre que le 
acaban de dejar. Tiene los ojos tan abiertos que me preocupa que se 
le salgan de las órbitas. Nunca antes la había visto quedarse sin 
palabras. — ¡Nos ha dado sus entradas para la gala benéfica de esta 
noche! 
—Voy a matarlo. — gruño, sospechando al instante que Jax 
sigue intentando llevarme a la gala benéfica. Apenas son las nueve de 
la mañana. No estoy lo suficientemente despierta como para lidiar con 
nada de esto. Sobre todo porque anoche apenas dormí. Di vueltas en 
la cama toda la noche, repitiendo cada segundo de nuestra 
conversación. 
Jax no se rinde fácilmente y es muy terco. Debería haber sabido 
que estaba tramando algo. Anoche estuvo demasiado complaciente. 
Fue un perfecto caballero después de que la fiesta de karaoke 
terminara una media hora después de haber puesto mi mundo en 
órbita. Esperó a que me limpiara y luego me acompañó a mi coche 
para seguirme a casa. 
— ¡Vas a casarte con él y a tener sus bebés!— grita Gwen, 
girando para mirarme como si estuviera loca. Con el pelo recogido en 
un gorro de dormir rosa y su vieja bata abierta sobre su pijama de 
Mighty Mouse, se las arregla para parecer más arreglada que yo. —
Nos ha dado entradas para la gala benéfica de esta noche. ¿Tienes idea 
de lo que cuestan estas cosas? Miles. 
—Él solo... espera. ¿En serio? ¿Miles? 
Mueve la cabeza asintiendo emocionada. —Una sola entrada 
costaba dos mil dólares. Se agotaron en cuestión de horas. Todo el 
mundo quiere un trozo de la Santísima Trinidad. — Su cara se frunce. 
Como yo, Gwen no tiene citas. Dice que los hombres solo interfieren 
en sus planes de vida, pero creo que es porque su madre tiene un largo 
historial de enamorarse de todos los hombres equivocados. Y porque 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
está secretamente enamorada de mí hermano. —Es una locura que 
todo el mundo se ponga a pensar en que actúen juntos. 
—Tú también lo estarías si los hubieras visto actuar juntos. — 
Paso a su lado para cerrar la puerta de nuestro apartamento, que 
sigue abierta. Kasen, Bentley y Clayton cantaron juntos Tennessee 
Whiskey anoche, y no me refiero a que subieran y dieran lo mejor de 
sí mismos. Merefiero a que cantaron el infierno de esa canción. Fue 
increíble. 
— ¡Deja de restregarlo!— Gwen grita, tirándose en la parte de la 
chaise de nuestro seccional de felpa. Puede que seamos universitarias 
sin dinero, pero llegamos a los mercadillos como profesionales. Hemos 
sido capaces de hacer magia en este lugar con los hallazgos del 
mercadillo. Todo es cómodo, acogedor y atractivo. Se siente como un 
verdadero hogar en lugar de un apartamento fuera del campus con 
malas tuberías y sin suficiente agua caliente. —Nunca voy a superar 
el hecho de que hayas pasado una noche entera en la misma 
habitación con Cami. No puedes contarme todos los detalles 
escabrosos. 
—Si tú lo dices. — le digo, negando. Un minuto me dice que no 
quiere los detalles. Al siguiente, me exige que le cuente todo lo que ha 
pasado. Está loca y la quiero por eso. Si no fuera a Nashville conmigo, 
estaría devastada. Vivir con ella ha sido la mejor parte de la 
experiencia universitaria. 
—Vamos a ir esta noche. — dice. 
—Um, no. De ninguna manera. — Niego, inflexible. De ninguna 
manera voy a ir a ese concierto esta noche. Las probabilidades de que 
caiga en los brazos de Jax delante de mis compañeros de trabajo son 
demasiado altas. Recuerda haber intentado besarme. Todavía quiere 
besarme. El hombre del que he estado enamorada durante cuatro 
años quiere besarme. Y lo he rechazado. 
¿Qué me pasa? 
Me dejo caer en el sofá junto a Gwen. 
Ruby sale corriendo del dormitorio para saltar a mi regazo. Gira 
en círculo antes de tumbarse y luego estrecha los ojos hacia mí. Agarro 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
la manta del respaldo del sofá, sabiendo que eso es lo que quiere. Le 
gusta meterse en la cama. Juro que tiene más mantas que yo. 
—No puedo ir sola. — Gwen me mira como si estuviera loca... 
con lo que no estoy necesariamente en desacuerdo ahora mismo. Mi 
mente se tambalea desde anoche. Nada tiene sentido. Jax siente algo 
por mí. O cree que siente algo por mí. O algo así. No estoy segura. 
Tenía tanto miedo de acabar admitiendo que he estado enamorada de 
él durante cuatro años que hui de la conversación exactamente como 
una conejita asustada. 
Me ha llamado Conejita desde que lo conocí. Mi nariz se mueve 
cuando estoy estresada o no me gusta algo. A él le parece 
divertidísimo. No estoy de acuerdo. No puedo ocultar nada porque mi 
estúpida nariz se mueve y le dice al mundo exactamente cómo me 
siento. ¡Es tan molesto! 
—Haz que Cyrus vaya contigo. 
Los ojos de Gwen se agrandan. 
— ¿Por qué no? Ustedes son amigos. — De acuerdo, amigos es 
probablemente exagerar. Los dos discuten sobre todo bajo el sol. Si 
Gwen dice que el cielo es azul, Cyrus argumenta que en realidad no lo 
es. Si Cyrus dice que quiere pizza para cenar, Gwen automáticamente 
quiere comida china. Se han estado volviendo locos el uno al otro 
desde que Gwen y yo teníamos dieciséis años. 
Gwen se puso a dieta ese año tras conocer a un productor 
musical. Cyrus le dijo que le parecía estúpido que estuviera tan 
pendiente de lo que los demás pensaran de ella y que la mayoría de la 
gente nunca llega a ser músico. No lo dijo en serio, pero ella se lo tomó 
como si le dijera que no tiene lo que hay que tener. Desde entonces, 
han estado en desacuerdo. 
Ninguno de los dos lo admite, pero están enamorados el uno del 
otro. Creo que a Cyrus le molesta mucho estar enamorado de alguien 
mucho más joven que él. Siempre ha sido tan protector, noble y 
genuinamente bueno. No sabe qué hacer con lo que siente. Tampoco 
lo sabe Gwen. Ambos son testarudos. Así que se meten el uno con el 
otro y se vuelven locos. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Pero si Gwen le pidiera a Cyrus que fuera con él, no diría que no. 
Nunca le dice que no a Gwen. 
—No somos amigos. — gruñe en el momento oportuno, 
frunciendo el ceño hacia mí. —Es mandón, testarudo y maleducado. 
¿Sabes que me robó el almuerzo la semana pasada? Se metió y se lo 
comió. 
Me muerdo el labio para no reírme. Uno de estos días, ella se 
dará cuenta de que él hace cosas así solo para llamar su atención. Ella 
trata de ignorarlo, lo que lo hace enojar. Me muero de ganas de que 
cedan por fin. Serán buenos el uno para el otro. Cyrus mantiene a 
Gwen con los pies en la tierra y ella evita que él sea demasiado rígido. 
—Te quiero pero no voy a ir. Jax estará ahí. — Tengo muchas 
ganas de verlo. 
— ¿Hemos llegado ya a la parte en la que te digo que estás loca 
y que deberías ir a buscar a tu hombre? — pregunta Gwen, que sigue 
estudiando detenidamente las entradas que tiene en la mano. 
—No. 
—Bien, pero para que lo sepas, creo que esta parte es patética. 
— dice. —Lo amas. Es evidente que siente algo por ti. ¿Por qué no 
dejas de lado la precaución y sigues a tu corazón? 
—Es mi jefe. 
—Por tres meses más. 
—Necesita amigos. 
— ¿Por qué estás tan segura de que Cyrus se enojará? 
—Conozco a mi hermano. 
—Yo también. — dice, girándose para mirarme. —Él te quiere, 
JJ. Quiere a Jax. Puede que le cueste acostumbrarse a la idea de que 
estén juntos, pero no te va a apartar de su vida por ello. Entonces, 
¿por qué tienes miedo de verdad? 
—No quiero perderlo. — admito en un susurro. 
— ¿A Cyrus? 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Jax. — Me remuevo con la manta de Ruby, evitando la mirada 
de Gwen. —Puede que crea que siente algo por mí ahora, pero no creo 
que sienta lo mismo si supiera que llevo cuatro años enamorada de él. 
Como... obsesivamente enamorada. 
—Jessa. 
—He rechazado citas por él. — suelto, girándome para mirarla. 
—Más de una vez. 
— ¿De verdad? 
Asiento. 
Frunce los labios, mirándome fijamente. — ¿Así que tienes miedo 
de que descubra que estás enamorada de él y qué? ¿Se ría de ti? 
—Sí. No. ¡No lo sé!— Lloro, levantando las manos. —Es que... no 
quiero perderlo. ¿Y si le digo la verdad y lo asusta? ¿O si nos juntamos 
y luego decide que no vamos a funcionar? Lo perderé por completo. 
—Quizá. — dice Gwen, con voz suave. —Pero, cariño, lo has 
evitado durante los últimos seis meses seguidos. No lo ves. No hablas 
con él. Te mudas a Nashville. ¿No lo has perdido ya? 
—Ahora es multimillonario. — murmuro. 
—No por elección. 
—Podría tener a cualquiera. 
Estrecha sus ojos sobre mí. —Jessa Olene Jordan, no te atrevas 
a pensar que no eres lo suficientemente buena para él. 
—Yo no... Exactamente. 
—Explícate. 
— ¡Míralo, Gwen!— resoplé. —Es jodidamente guapo. Y ahora es 
multimillonario. Las supermodelos literales están en su liga ahora. 
¿Por qué me querría a mí? Soy virgen. Nunca he tenido una cita. No 
sé nada sobre salir con un multimillonario o vivir ese tipo de vida. 
Todo lo que quiero hacer es obtener mi título y ayudar a los niños 
pequeños. Debería estar con alguien que sepa cómo ser la esposa de 
un multimillonario y hacer fiestas fastuosas y hacerse amiga de las 
esposas de otros multimillonarios. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Se merece a alguien que le haga la vida más fácil, no más difícil. 
Y aunque Gwen sea demasiado dulce para admitirlo, ambas sabemos 
que estar conmigo le haría la vida más difícil. No vengo del dinero. No 
sé nada sobre negocios o hacer tratos o vivir el estilo de vida que él 
vive ahora. Le haría la vida más difícil simplemente porque no 
pertenezco a él. 
Y la cosa es que, incluso entonces, no se enojaría conmigo por 
ello. Seguiría haciendo lo que hace. Cortaría los lazos con cualquiera 
que no me aceptara, incluso si eso causara un problema para su 
empresa. Le daría un ataque real si alguien me tratara mal. Su vida 
ya es bastante dura. No quiero añadir más. Lo amo demasiado para 
ser la razón de su fracaso. 
—Además —le digo a Gwen—. Quiero bebés. Muchos. Jax no los 
quiere. 
Me lo dijo la noche que intentó besarme, y no creo que fuera solo 
la ira y el alcohol lo que hablara. Era hijo único que perdió a su madre 
muy joven y tenía un padre que no lo quería. Pasó su adolescenciaen 
una casa de acogida mientras el hombre que lo engendró no hizo nada 
por ayudarlo. 
Creo que tiene miedo de que les pase lo mismo a sus hijos o de 
que les estropee la vida de alguna manera. A fin de cuentas, el porqué 
no importa. Todo se reduce a lo mismo. Jax no quiere hijos, y no voy 
a forzarlo a ello más de lo que me forzaría yo. 
—Simplemente no somos compatibles. — digo, abriendo mucho 
los ojos para no llorar. Puede que sea cierto... pero sigue doliendo 
mucho. 
—Bien. — dice Gwen, dándose por vencida. —No te haré ir esta 
noche. 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Ruby. — digo, chasqueando los dedos para llamar su atención. 
Está en la puerta principal, ladrando como una loca. Juro que se cree 
una asesina. No sé qué espera matar cuando pesa medio kilo. Pero 
cada vez que alguien llama a la puerta, pierde la cabeza. 
Me ignora, por supuesto. 
Refunfuño en voz baja y la cojo en brazos antes de abrir la 
cerradura. Aprendimos por las malas a no abrir la puerta sin 
asegurarla primero. Intentó atacar al cartero. Lo cual habría sido 
malo, si no fuera porque él era un gigante y ella ni siquiera podía 
morderle los pantalones. A él le pareció divertidísimo. Gracias a Dios. 
Realmente no quiero ser demandada por la Oficina de Correos. 
Suena caro. 
— ¿Puedo...?— parpadeo, sorprendida de ver a Jax de pie en mi 
puerta. Se supone que debería estar en la gala benéfica. Gwen se fue 
hace una hora. Se negó rotundamente a pedirle a Cyrus que la 
acompañara. Me va a matar cuando llegue a casa esta noche porque 
lo he llamado de todas formas. Iba a encontrarse con ella ahí... solo 
que ella no lo sabe, no le dije nada. 
¿Qué? Al menos una de las dos debería ser contento. 
—Se supone que no deberías estar aquí. — le digo entre dientes 
a Jax, aun intentando procesar el hecho de que esté de pie frente a 
mí. Definitivamente, tampoco está vestido para una gala benéfica 
elegante. Lleva unos vaqueros desteñidos y una camiseta de la Marina, 
que se ciñen a su increíble cuerpo lo suficiente como para darme 
envidia. 
—Dijiste que no podías ir a la gala benéfica conmigo. — 
murmura, sonriendo. —No dijiste que no podía traerte la cena. — 
levanta la bolsa de papel marrón que tiene en sus manos. —He traído 
tu favorito. 
El nombre de mi restaurante favorito está escrito en el lateral de 
la bolsa. Ni siquiera tengo que preguntar para saber qué contiene. Él 
sabe lo mucho que me gusta su hamburguesa de desayuno. Es 
ridículamente poco saludable, pero tan buena. 
Entorno los ojos hacia él. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
— ¿Me vas a dejar entrar, nena? — pregunta, sonriéndome. 
—Bien, pero solo porque tengo hambre. — murmuro, 
moviéndome de mala gana a un lado para dejarlo entrar. 
Me pasa rozando, lo suficientemente cerca como para que su 
cuerpo roce el mío. Me agarro al pomo de la puerta como si mi vida 
dependiera de ello mientras su olor me envuelve, haciendo que mi 
temperatura corporal se dispare. 
Su cálido aliento me roza la sien. 
Me muerdo la lengua, intentando no gemir. 
La forma en que reacciono ante él no es justa. Tengo veintidós 
años y nadie me ha hecho sentir como él. Ni siquiera tiene que tocarme 
para convertirme en un desastre de deseo doloroso y extremidades 
temblorosas. Solo con verlo y olerlo es suficiente para destrozarme y 
dejarme dolorida durante días. 
—Hey, Roo. — le murmura a Ruby, que se vuelve loca intentando 
llegar a él. 
Mi perra es una puta de atención sin sentido de la lealtad. Ella 
catapulta su pequeño cuerpo fuera de mis brazos, lanzándose hacia 
él. Por suerte, él está lo suficientemente coordinado como para atrapar 
su loco trasero. Ladra y chilla como un pequeño demonio, saltando 
para lamerle toda la cara. 
¿Qué tan patético sería si confesara que estoy celosa de mi 
perra? 
Jax se gira hacia un lado, dejando la bolsa de comida en la mesa 
del aparador junto a la puerta. En cuanto la quita de en medio, pone 
a Ruby de espaldas para rascarle la barriga. Naturalmente, ella le deja 
hacerlo. Si intento rascarle la barriga, se comporta como si quisiera 
asesinarla. 
—Traidora. — murmuro, dando un portazo y cerrando la 
cerradura. Me quedo ahí un segundo, respirando profundamente, 
intentando controlar mi ritmo cardíaco. Si hubiera sabido que iba a 
venir, me habría puesto ropa de verdad en lugar de los leggings, el 
sujetador deportivo y la camiseta de tirantes con los que básicamente 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
vivo en casa. Menos mal que me he alisado el pelo para no tener que 
hacerlo por la mañana. 
—También te he traído algo. — le dice Jax a Ruby. 
Probablemente no le entiende, pero ladra como si lo hiciera. 
Respiro profundamente y me giro para mirarlo. La pone en pie, 
riéndose mientras ella salta, todavía emocionada por verlo. Lo juro, lo 
ama tanto como yo. Y no debería ser legal que los hombres grandes 
sean tan buenos con los perros pequeños. 
¿Quién puede resistirse a ese nivel de adorabilidad? 
Nadie, eso es. Es un arma letal. 
Mete la mano en la bolsa y saca un pequeño recipiente para ella. 
La hamburguesa que hay adentro es más grande que su cabeza. Sin 
embargo, ambos sabemos que se comerá cada bocado. No sé dónde 
diablos lo pone todo, pero come como un perro cincuenta veces mayor 
que ella. 
En cuanto pone el recipiente en el suelo para ella, se zambulle 
como la salvaje que es bajo ese pelaje blanco y negro y ese cuerpo 
diminuto. El recipiente se desplaza por el suelo mientras ella engulle 
su hamburguesa para perros. 
Vuelvo a mirar a Jax y me encuentro con que me mira fijamente. 
Se ve tan bien con esa media sonrisa en la cara. El pequeño hoyuelo 
de su mejilla derecha es visible. Sus ojos color moca me recorren y su 
sonrisa crece. Cruzo los brazos, tratando de ocultar mis tetas de él. 
—Creía que tenías que asistir a una gala benéfica. 
—He decidido saltármela. 
— ¿Puedes hacerlo?— seguramente, se supone que debería estar 
ahí. Es el dueño del maldito hotel. 
—No lo sé y no me importa. — dice, con esos ojos color moca 
clavados en los míos. —No hay nadie ahí que quiera ver. 
—Gwen y Cyrus están ahí. 
— ¿Ella tiene las entradas? 
—Ahora mismo eres su héroe. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Vuelve a mostrarme ese hoyuelo. —Prefiero ser tu héroe, 
Conejita. 
—Probablemente perderá la cabeza cuando te vea la próxima vez. 
— le advierto, ignorando su comentario porque no es que pueda decirle 
que ya es mi héroe. ¿Puedo? 
No. Mal, Jessa. 
Jax me deja ignorarlo, simplemente sacudiendo la cabeza hacia 
mí. Echa un vistazo a la sala de estar, su mirada se detiene en el libro 
de texto abierto en la mesa de café antes de dirigirse a la televisión. 
Su sonrisa me hace saber que sabe que he abandonado el libro de 
texto y me he puesto a ver True Grit. —Has redecorado. 
—Indecorado. — corrijo, señalando los pequeños agujeros de 
clavos en las paredes. —Estamos tratando de prepararnos para la 
mudanza. — No estamos haciendo un buen trabajo. Hasta ahora, lo 
único que hemos conseguido es quitar los cuadros y meterlos en cajas. 
Todo lo demás sigue exactamente donde estaba hace dos semanas, 
cuando acordamos que íbamos a empezar a revisar las cosas y a 
empacar. 
La mudanza apesta. Preferimos ser perezosas y ver Netflix. 
—Vamos. — dice, extendiendo una mano hacia mí. 
Lo miro fijamente durante un largo momento de silencio. 
—No te voy a morder, Conejita. — Su voz es más suave de lo 
normal, más tranquila. Mierda. Estoy hiriendo sus sentimientos. 
Deslizo mi mano en la suya, intentando que no vea cómo me 
afecta tener su piel contra la mía. En cuanto su mano áspera envuelve 
la mía, una carga eléctrica recorre mi brazo, dejando la piel de gallina 
a su paso. Mis pezones se ponen aún más duros. Podría volverme 
adicta a tocarlo. Siempre se siente tan bien. 
¿Por qué he tenido que enamorarme del único hombre del 
planeta que no puedo tener?Me acerca al sofá y me da un empujón para que me siente. Dejo 
que me ponga donde quiere. Al igual que Cyrus, Jax es testarudo y 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
mandón. La verdad es que no me molesta. Sé que es la forma en que 
demuestran que se preocupan. 
Además, ambos han estado en el ejército toda su vida adulta. 
Las órdenes los mantienen a ellos y a sus compañeros de equipo con 
vida en situaciones en las que ni siquiera puedo pensar sin querer 
llorar. Ninguno de los dos me cuenta mucho sobre las cosas que han 
visto y hecho a lo largo de los años. Ambos dicen que hacen lo que 
hacen para que la gente como yo no tenga que saberlo. Jax comparte 
un poco conmigo. No mucho. 
Trato de no presionar. Solo lo pone ansioso. 
— ¿Cómo se supone que funciona ser un SEAL y 
multimillonario?— Pregunto, con verdadera curiosidad, mientras deja 
caer la bolsa de comida en mi regazo. Lo llaman para todo tipo de 
misiones de última hora. No sé cómo se supone que puede compaginar 
ambas responsabilidades sin que el peso lo haga ceder. Pero si alguien 
pudiera hacerlo, sería él. Hace que estar al mando parezca fácil. 
—No lo hace. ¿Tienes cerveza? 
—En la nevera. ¿Cómo qué no? 
Ignora mi pregunta y se dirige a la cocina. Nuestro apartamento 
es pequeño, de planta abierta. Rebusca en la nevera durante un 
segundo antes de que lo oiga gruñir. 
Sonrío al oírlo, porque sé que está satisfecho con la cerveza. Es 
una especie de snob de la cerveza... y por eso guardo aquí las buenas. 
Cyrus se bebe cualquier cosa, pero Jax es exigente. 
Un segundo después, empuja la puerta de la nevera con su bota 
antes de volver a caminar hacia mí, con dos cervezas en una mano y 
una lata de agua mineral en la otra. 
Me tiende el Seltzer, con las cejas fruncidas. —No sé cómo te 
bebes esta mierda. 
—Fácil. — digo, abriendo la tapa y dando un gran trago. —Así. 
Me recompensa con otra sonrisa. —Culo inteligente. 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
—Así... — me detengo antes de que pueda decir que me ama. Ese 
es un campo minado que no voy a pisar ahora mismo. —No has 
respondido a mi pregunta. 
—Sí lo he hecho. 
Le frunzo el ceño. Él pensaría que esa falta de respuesta era 
satisfactoria. Juro que los hombres chismean mucho más que las 
mujeres, pero cuando quieres saber algo, conseguir algo más que 
monosílabos de ellos es imposible. 
—Ya no soy un SEAL. — dice, mientras le quita el tapón a una 
de las cervezas y da un largo trago. 
Me quedo boquiabierta, sorprendida. —Jax, ¿qué? ¿Ya no eres 
un SEAL? ¿Desde cuándo? 
Me ignora de nuevo, y en su lugar toma la bolsa de mi regazo 
para ordenarla. En cuanto Ruby la oye crujir, deja de lamer su 
recipiente vacío y se acerca corriendo. Aunque no es físicamente 
posible que su barriga contenga nada más, está ávida. 
—Roo, no más. — dice Jax. 
Ella lo mira y luego gime una vez antes de volver corriendo a su 
contenedor. Lo coge con la boca y lo lleva a su cama. Tendré que 
robarlo mientras está dormida para ponerlo en la basura o le dará un 
ataque. Una vez que le das algo, no lo deja fácilmente ni de buena 
gana. 
Si los perros pudieran acaparar, Ruby sería la peor. 
— Aquí, nena. — dice Jax, tendiéndome la comida. 
Dios mío, voy a estrangularlo si no empieza a hablar pronto. 
— ¡Me estás volviendo loca!— grito, cogiendo el recipiente para 
llevar de él. 
— ¿Qué pasó? Te encantaba ser un SEAL. 
—No era una mierda. — acepta. 
Le gruño. 
—No voy a ignorar tu pregunta. — promete, sentándose a mi 
lado, tan cerca que básicamente compartimos el mismo cojín. Su 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
pierna larga me aprieta la más corta, haciéndome temblar. Incluso a 
través de sus pantalones y mis leggins, siento el calor de su cuerpo. 
Nunca he sido una chica pequeña. Toda mi vida he sido alta y 
con curvas. Pero Jax me hace sentir pequeña de la mejor manera. Es 
un guerrero, un Titán, tan condenadamente grande e inamovible. No 
hay nada pequeño en él. Es imposible echarlo de menos, y aún más 
imposible no sentirse segura como una casa con él cerca. Me encanta 
que me haga sentir femenina y cuidada sin siquiera intentarlo. 
—Tampoco me respondes. — murmuro. Ni siquiera yo puedo 
negar que estoy haciendo pucheros por ello. Lo cual es totalmente 
culpa suya. Nunca he hecho pucheros. Es que me vuelve loca. Creo 
que es la frustración sexual. Estar constantemente excitada tiene que 
ser malo para mi salud. 
Sus labios se curvan en una sonrisa divertida. Se le escapa 
cuando sus ojos se encuentran con los míos a través del pequeño 
espacio que nos separa. Un infierno se enciende entre nosotros, 
brotando de sus ojos. Me envuelve de golpe, arde tanto que me muerdo 
la lengua para no gritar. 
Creo que no soy la única que lo siente. Sus pupilas se dilatan y 
un gruñido retumba en su pecho. Parece que vuelve a estar 
hambriento. No sé cómo no lo había notado antes de ayer. Pero 
siempre me mira con tanto calor en los ojos. 
—Te propongo un trato. — dice, con una voz áspera como el 
papel de lija pero también suave como la seda. 
— ¿Qué trato?— susurro, temblando, doliendo, ardiendo. Dios 
todopoderoso, me mira como si tuviera la intención de consumirme 
viva, y quiero dejarlo. Más de lo que nunca he deseado nada. 
El amor es una fuerza poderosa. Unido a la lujuria, es imparable. 
¿Cómo se supone que voy a evitar que mi corazón lata? ¿Mi alma de 
vivir? Eso es lo que siento al dejarlo ir. ¿Cómo se supone que voy a 
manejarlo? 
No puedo. Sentada aquí junto a él, viendo la forma en que me 
mira... sé que no puedo. No soy lo suficientemente fuerte como para 
sacarme el corazón y fingir que no siento nada. Por eso he estado 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
evitándolo durante seis meses. Porque es la única manera en que 
podría pasar cada día sin decirle lo que siento por él. 
—Responderé a todo lo que quieras que responda. — dice, 
sosteniendo mi mirada como si tuviera la intención de no soltarla 
nunca. —Si me dices por qué te esfuerzas tanto en fingir que no 
sientes nada por mí. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
Capítulo 4 
JAXON 
 
—Yo... — Jessa me mira con evidente sorpresa, sin palabras. Se 
ve tan jodidamente linda con sus mejillas rojas y sus ojos azules muy 
abiertos. Ni siquiera tiene que decir una palabra para confirmar mis 
sospechas... o esperanzas. Esperanzas es más apropiado, creo. 
Jessa Jordan está enamorada de mí. 
Espero que trate de hablar para salir de eso, que corra como una 
conejita asustada otra vez. 
—De acuerdo. — dice en cambio, cuadrando los hombros como 
si se preparara para entrar en combate, dejándome estupefacto. 
Esperaba que me rechazara sin más. 
Sin embargo, hace exactamente lo contrario de lo que esperaba. 
Y sé hasta los huesos que le ha costado mucho hacerlo. Es tan valiente 
como dulce. E igual de asustada. Creo que ha estado huyendo de mí 
durante tanto tiempo que se ha convertido en puro instinto. 
No está huyendo ahora, ¿verdad? 
Gracias a Dios. 
—Cómete la hamburguesa, nena. — murmuro, asegurando su 
acuerdo antes de que se lo piense mejor e intente zafarse. —Te lo 
explicaré mientras comemos. 
Pone los ojos en blanco como siempre que le digo lo que tiene 
que hacer. Creo que soy lo que ella llama un mandón. Aparentemente, 
no le gustan los hombres con pantalones mandones. Pero sus pezones 
duros dicen algo diferente. También el hecho de que siempre hace lo 
que digo. 
Sé que es porque se siente segura conmigo. Sabe que la cuidaré. 
Saber eso me hace sentir como el héroe que me han llamado durante 
tanto tiempo. Es extraño. Nada de lo que he hecho en nombre de Dios 
Sotelo, gracias K. Cross & Botton 
y de la patria me ha hecho sentir tan increíble cómo saber que mi 
Conejita confía en mí. 
Entonces, ¿por qué demonios tiene tanto miedo de admitir lo que 
siente? 
—Mi equipo fue enviado a una misión justo después de que me 
enterara