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No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad, sin foros de traducción y sin sitios de descargas! ág in a4 Moni Julyerr Vani Diana Mary Mel Rowe Diss Hersig Julie Nikky Annabelle ElyCasdel Jasiel Odair Adriana Tate NnancyC Miry GPE Val_17 Niki Aimetz Volkov Anty Jadasa Youngblood Dannygonzal Mire Michelle♡ vals<3 Alex Phai Valentine Rose DiaNaZ Fany Keaton Sofia Belikov Geraluh Alexa Colton Laura Delilah Nelshia Daniela Agrafojo ♥...Luisa...♥ becky_abc2 Sahara Aimetz Volkov AriannysG Daliam Esperanza Val_17 Key Vane Farrow Laurita PI Niki Lucinda Maddox Mire Valentine Rose Amelie Vane Hearts Daniela Agrafojo Paltonika GypsiPochi Jasiel Odair Victoria Sammy ElyCasdel Miry GPE Vane Farrow Fany Keaton ág in a5 Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Ripped Sobre el autor ág in a6 Él no es bueno para ella. Ella odia que él pueda tener razón. Brook Dumas encontró a Remington Tate en REAL, y ahora es el turno de su mejor amiga Melanie de encontrar al hombre que haga a su corazón cantar. Después de años de buscar, una noche en la lluvia, el fuerte y misterioso Greyson King viene a su rescate. Es atrevido, y tal vez justo el amante, amigo y protector que había estado buscando. Cuando hacen el amor, él dice su nombre como si significara algo. Como si ella significara algo, y eso es todo lo que ella siempre ha querido. Él desaparece por días sin decir una palabra, y cuando está alrededor, dice que la lastimará. Pero cuando está lejos, su corazón duele más. Entonces Melanie descubre el oscuro mundo que él ha estado determinado en mantener oculto, y sospecha que sus primeros encuentros al azar pudieron no haber sido al azar después de todo. Atrapada en una caída libre de emociones, Melanie no tiene a nadie que la atrape más que el hombre del que debería huir... Pero, ¿qué haces cuando tu Príncipe Encantador se ha convertido en un Villano? Real, #4 ág in a7 sustantivo Una persona sin principios; una persona, especialmente un hombre, que no es lo que parece. Un sinvergüenza. verbo Engañar Destruir Actuar como un canalla adjetivo No pertenecer, un hombre que no pertenece. Renegado, savaje, e impredecible, uno que se desvía de la norma; ejemplo, un policía sin escrúpulos. O tal vez incluso un príncipe encantador canalla... ág in a8 Cero Traducido por Julieyrr Corregido por Sahara Greyson Tengo mi polla enterrada profundamente dentro del coño de una mujer maullando cuando me doy cuenta por primera vez del clic en mi puerta delantera. Salgo de ella y agarro un puñado de sábanas, tirándoselas y gime en protesta por ya no tener mi polla. —Cúbrete, dulzura, tienes tres segundos… Dos. Uno. El primero en materializarse en mi puerta es Derek. —Tu padre te quiere. —Al lado de él está mi idiota medio hermano, Wyatt, y no se ve muy contento de verme. ¿Qué puedo decir? Es mutuo. Me pongo mis pantalones. —¿Los envió a los dos? —pregunto, casi riendo—. Si fuera una chica, supongo que este sería el momento en que mis sentimientos son heridos. Los hombres entran en la habitación, registrando el territorio con gestos rápidos en sus ojos. No me ven llegar. En menos de un segundo, tengo a Derek inmovilizado contra la pared y a Wyatt en una llave al cuello. Los dirijo hasta la puerta mientras observo el resto de los hombres entrar. Siete de ellos, además de los dos retorciéndose en mi agarre. La escuadra de nueve miembros que compone el Underground dirigido por mi padre, cada hombre aquí con un nivel diferente de habilidades. Ninguno, ni uno solo de ellos, tan hábil como yo. —Sabes muy bien que, si esto te involucra, sería una misión de nueve hombres —dice Eric Slater, el hermano de mi padre y su mano derecha, mientras pasa al interior. Eric es severo, silencioso y peligroso. Es mi tío y lo más parecido a un tío que tuve mientras crecía. Me enseñó a vivir entre la privada y pequeña mafia de mi padre, no, no a vivir. Me enseñó a sobrevivir. A tomar mis circunstancias y prosperar. Gracias a él, crecí más inteligente, más ág in a9 fuerte, más mezquino. Aprendí todo lo que había que aprender, multiplicado a la milmillonésima potencia. El poder es matar o morir. No importa si usarás la habilidad, es un seguro. ¿Escuchaste alguna vez sobre seguros, chico? Las personas que tienen seguro rara vez los utilizan. Son quienes no tienen una mierda los que terminan necesitándolo. ¿Ves esa flecha? Úsala. ¿Ves ese cuchillo? Manéjalo, lánzalo, aprende cómo utilizar la menor cantidad de esfuerzo para hacer la mayor cantidad de daños… Tengo todo tipo de seguros. Toda mi mente es un ordenador programado para pensar lo peor de una situación, todo en menos de un segundo. En este momento, sé que es un hecho que todos estos hombres están armados. Algunos llevan dos armas, bajo sus calcetines, en la parte baja de sus espaldas o en las solapas delanteras de sus chaquetas. Eric mira mis ojos escanear todos y cada uno de ellos, sonríe, claramente orgulloso de mí. Abre su chaqueta y ve la pistola en su cadera. —¿Quieres tocar mi pieza? Aquí tienes, Grey. —La saca y la extiende, el cañón en su mano. Dejo ir a los dos hombres de mis manos cuando siento que Wyatt está a segundos de perder el conocimiento. Los empujo hacia atrás, luego con un empujón los envío a estrellarse contra la pared. —Me importa una mierda lo que quiera decirme —declaro. Eric ve alrededor de mi dormitorio. Mi apartamento está perfectamente limpio. No hago desastre. Tengo una reputación y me gusta escuchar cuando un alfiler cae… la razón por la que escuché a estos idiotas entrar en mi estudio en primer lugar. —¿Todavía follando a esas putas? Con esa jodida cara, puedes conseguirte una diosa, Grey. Observa la mujer en mi cama. No es una obra maestra, es cierto, pero se ve muy bien apretada contra el colchón con su culo al aire, y no espera absolutamente nada de mí, excepto dinero. Dinero que puedo darle. Dinero y polla, ambos de los cuales tengo en abundancia. Agarro el vestido en el suelo y lo tiro hacia la puta. —Es hora de salir y volver a casa, cariño. —Entonces hacia Eric—: Mi respuesta es no. Tomo un par de billetes de una pila en mi mesita de noche y los empujo en la mano extendida de la puta. Hace un gran show de ponerlos en su sujetador y los hombres se apartan para dejarla pasar, algunos de ellos silbando mientras se voltea. Eric se acerca a mí y baja la voz. —Tiene leucemia,Greyson. Tiene que pasarle las riendas a su hijo. —No me veas como si puedo sentir algo de lástima. —Limpió su acto. No más muertes. Todos los negocios son estrictamente financieros ahora. No tenemos más enemigos abiertos. El Underground es una empresa bastante exitosa y quiere pasársela oficialmente a su hijo. ¿Eres lo suficientemente sangre fría para negarle su última petición? ág in a1 0 —Qué puedo decir, su sangre corre por mis venas. —Agarro una camiseta negra y me la pongo de un tirón, no por modestia, sino para poder comenzar a cargar mis bebés. Mi Glock, una Ka-Bar, dos cuchillos más pequeños, dos estrellas de plata. —Chico… —Da un paso hacia mí y encuentro su único ojo oscuro, no el falso, no lo he visto en varios años. Fue quien me enseñó a usar una .38 especial—. Se está muriendo. —Destaca de manera significativa, curvando su mano sobre mi hombro—. No será largo. Le quedan seis meses, si no menos. —Me sorprende que piense que me importaría. —Tal vez cuando hayas terminado de ser un mujeriego, comenzarás a preocuparte. Nosotros —Señala a los hombres en el cuarto—, queremos que seas quien tome el control. Seremos leales a ti. Cruzo mis brazos y miro a mi medio hermano, Wyatt, “el Whiz”, la mascota de mi padre. —¿En tanto sea su perro faldero y haga lo que él dice? No, gracias. —Seremos fieles a ti —subraya—. Sólo a ti. Sacude su cabeza hacia los chicos. Uno de ellos corta el centro de su palma. Pronto todos lo siguen. Sangre comienza a gotear en mi piso. Eric agacha su cabeza y corta su propia palma. —Estamos comprometiéndonos contigo. —Extiende su mano ensangrentada. —No soy su líder —digo. —Serás nuestro líder cuando te des cuenta de que tu padre finalmente está dispuesto a revelar la ubicación de tu madre. Hielo se propaga a través de mis venas y mi voz se endurece cuando Eric la menciona. —¿Qué sabes de mi madre? —Él sabe dónde está y eso morirá con él si no vienes con nosotros. La morfina lo vuelve delirante. Te necesitamos de vuelta, Greyson. Mi cara no revela nada de la confusión que siento. Mi madre. Lo único bueno que recuerdo. Nunca olvidaré la expresión de su cara cuando maté por primera vez. Justo frente a ella, perdí mi humanidad y dejé que mi madre viera que su hijo se había convertido en un animal. —¿Dónde está? —gruño. —Está volando al lugar de una lucha; tenemos un avión listo para que te reúnas con él allí. Meto cosas en una bolsa de lona negra. Una computadora portátil. Más armas. Cuando tratas con mi padre, no puedes tratar con él de forma correcta. Mi padre me enseñó a ser retorcido. Supongo que aprendí del mejor. Agarro mi cuchillo Leatherman, cortando profundamente en mi palma y la golpeo en la ág in a1 1 mano de Eric, nuestra sangre mezclándose. —Hasta que la encontremos —le susurro. Los otros hombres se acercan y sacudimos nuestras manos. Busco en sus ojos y me aseguro de que encuentren mi mirada. Hay una amenaza en mis ojos y sé que, si me conocen, van a prestarle atención. No importa lo que se habla en palabras, qué actos son cometidos, nunca, jamás apartaré mis ojos de otra persona. La forma en que parpadean a la izquierda o a la derecha, un pequeño parpadeo, me dice más que cuando hackeas la computadora de alguien. Pero lo hago también. No confío en nadie. Mi mano derecha no confía en mi izquierda. Pero mientras el más poderoso de los nueve hombres se encuentra frente a mí, en el que menos confío es en Eric Slater. Da la casualidad que es el único por quien me preocupo más, también. Él y mi amigo C. C. Hamilton, pero C. C. me ha estado visitando, incluso después de que me fui, en secreto ayudándome a rastrear a mi madre. Confío en él tanto como podría confiar en un ser humano. Lo que todavía significa que lo interrogo hasta la mierda cada vez que entra. Nunca puedo estar seguro de si mi padre sabe que se está reuniendo conmigo. Demonios, incluso con el juramento de sangre, tendré que probar todas y cada una de las lealtades de estos hombres antes de que puedan obtener cualquier indicio de confianza de mi parte. Ahora, un viaje en avión más tarde, nos encontramos con mi padre en una habitación cerrada, cableada con cámaras, en el Underground de Los Ángeles. El Underground es nuestro medio de vida. Un lugar donde los luchadores se enfrentan uno contra el otro en cada temporada, dos o tres veces a la semana. Organizamos eventos, vendemos boletos, programamos peleas en almacenes, bares, estacionamientos, donde sea que podamos conseguir gente y una buena oferta. Sólo los boletos nos hacen una fortuna. Pero el juego de lado nos da diez veces más. Esta noche, estamos en un almacén convertido en bar atestado de gente gritando y peleas ruidosas. Solía gustarme la planificación estratégica de los lugares en los que las peleas se llevarían a cabo, qué luchadores se enfrentaría a quién después, pero todo está siendo organizado por el resto del equipo. Todo, desde la organización, a las peleas, a las apuestas. Me dirijo hacia abajo con Eric mientras las peleas están en marcha, mis ojos escaneando la multitud, midiendo el número de espectadores, la ubicación de las cámaras de seguridad, las salidas. ág in a1 2 Accedemos a un pequeño pasillo oscuro y luego nos detenemos en la última puerta antes de que Eric la abra. —¿Tomo tu presencia aquí esta noche como la aceptación de mi oferta? —dice mi padre al momento en que la puerta se abre y entro. Reviso la habitación por las salidas, ventanas, número de personas. Se ríe, pero no es un sonido fuerte. ››Cuando termines de preguntarte si tengo un francotirador alrededor listo para golpearte, tal vez te acercarías. Uno podría pensar que mi sola presencia te ofende. Sonrío con frialdad. Julian Slater es llamado “Slaughter”1 entre sus enemigos; ha sido sospechoso como un hombre que silencia sus problemas de la manera antigua. Incluso débil y en una silla de ruedas, nunca subestimaré el daño que mi padre puede hacer. En un mundo que mide las propias capacidades destructivas, mi padre sería la bomba nuclear y no lo sabrías. El bastardo ya está lanzándome vómito verbal. —Te ves como un toro, Greyson. Apuesto a que aún cambias neumáticos por diversión y lo haces con un par de putas en tu sueño. Daría más de un centavo por saber cuáles son tus pensamientos en este momento, y sabes cuán tacaño puedo ser. Demonios, sabes lo que hago si un solo centavo me es robado. —Lo recuerdo claramente. Siendo yo quien hacia el trabajo sucio por ti. Así que vamos a ahorrarte ese centavo. Estoy pensando ¿por qué esperar a que mueras? Podría romper tu tanque de oxígeno en este momento y encargarme de ti muy bien. —Lentamente, sostengo su mirada con una sonrisa fría, sacando mis guantes de cuero negro del bolsillo de mis pantalones y comenzando a deslizar una mano dentro. Me mira por un momento callado. —Cuando termines de ser irrespetuoso, ve y barre y con todo, Greyson. Uno de los chicos se adelanta con un traje. Calmadamente, deslizo mi mano en mi otro guante de cuero. —Como antes, nadie sabrá tu nombre —comienza mi padre en un tono más suave—. Sabes que puedes tener el dinero y la vida que quieras como mi hijo, de hecho, te demando que vivas como un príncipe. Pero necesito tu cabeza y corazón en esto. El trabajo es lo primero y obtendré tu palabra en eso. —No tengo corazón, pero puedes tener mi cabeza. El trabajo es todo lo que es y todo lo que siempre ha sido. SOY mi trabajo. Silencio. Nos estudiamos el uno al otro. 1 Masacrador en español. ág in a1 3 Puedo ver el respeto en sus ojos, incluso, tal vez, un poco de miedo. Ya no soy un niño de trece años de edad, fácilmente intimidado por él. —Durante los últimos cinco años de tu ausencia, mis clientes… — comienza—, no han visto ninguna debilidad de nuestra parte en el Underground. No podemos perdonar un solo centavo adeudado o vamos a servistos como débiles, y en este momento hay muchas recolecciones que quedan por hacer. —¿Por qué no tienes a tus secuaces haciéndolo? —Porque no hay nadie tan limpio como tú. Ni siquiera los luchadores saben quién eres. Cero rastro. Estás dentro, estás fuera, sin víctimas y una tasa de éxito del cien por ciento. Eric saca la vieja Beretta de mi padre y me la ofrece como un símbolo de paz y cuando la encuentro en mi mano, casi un kilogramo de acero, me encuentro volteándola y apuntando a la frente de mi padre. —¿Qué si en su lugar tomo tu Beretta Storm y te animo a comenzar a decirme dónde está mi madre, primero? Me mira con frialdad. —Cuando termines el trabajo, te revelaré la ubicación de tu madre. Ladeo la pistola en su lugar. —Puedes morir primero, viejo. Estás bien encaminado ya y quiero verla. Mi padre parpadea una mirada a Eric y luego a mí. Me pregunto si Eric realmente será “leal” a mí mientras mi padre se sienta allí, casi como cuando ruegas. —Si muero —comienza mi padre—, su ubicación te será revelada de manera segura en un sobre, ya en un lugar seguro. Pero no voy a revelarte ninguna mierda hasta que me demuestres a través de la recolección de todos los nombres en esta lista que me deben, que eres, incluso después de estos años de estar apartado, leal a mí. Haz eso Greyson, y el Underground es tuyo. Eric se acerca a un cofre cercano y saca una larga lista. —No usaremos tu nombre real —susurra Eric mientras la extiende—. Eres el Enforcer ahora, nuestro Recolector; vas con tu viejo alias. —Cero —dicen casi con reverencia el resto de los hombres en la habitación. Porque tengo cero identidad y dejo cero rastros. Paso a través de los teléfonos móviles como paso por los calcetines. Soy un nada, un número, ni siquiera un humano. —Tal vez ya no respondo a ese alias —murmuro, curvando los dedos dentro de mis guantes de cuero antes de extender y abrir la lista. —Responderás a él porque eres mi hijo. Y quieres verla. Ahora cámbiate y cumple con la lista. ág in a1 4 Exploro los nombres de arriba abajo. —¿Cuarenta y ocho personas para chantajear, asustar, torturar o simplemente robar con el fin de obtener la ubicación de mi madre? —Cuarenta y ocho personas que me deben, que tienen algo que me pertenece, que necesita ser recuperado. Un escalofrío familiar se asienta profundamente en mis huesos mientras agarro el traje de la percha y me dirijo a la puerta, tratando de calcular cuánto tiempo me llevará obtener información pertinente sobre cada uno de estos deudores. Cuántos meses me llevará reunirme con ellos, tratar de negociar de la forma amable, luego de la manera dura. —Oh, e hijo —dice, su voz cobrando fuerza mientras me doy la vuelta—. Bienvenido de vuelta. Le envío una sonrisa helada. Porque no está enfermo. Apostaría esta lista en eso. Pero quiero encontrar a mi madre. La única cosa en mi vida que he amado. Si tengo que matar para encontrarla, lo haré. —Espero que tu muerte sea lenta —le susurro a mi padre, viéndolo a sus ojos fríos color teja—. Lenta y dolorosa. ág in a1 5 Héroe Traducido por Vani & Diana Corregido por Aimetz Volkov Melanie A veces la única manera de detener una fiesta de compasión es una verdadera fiesta. La expectativa zumba en el aire mientras cuerpos calientes se empujan, mi cuerpo tenso entre los otros bailarines. Puedo sentir la diversión que nos rodea girando como torbellino a mis costados, intoxicándome. Mi cuerpo está resbaladizo por bailar, mi sedosa camiseta de color dorada y mi falda a juego aferrándose a mis curvas de una forma que me dice que probablemente debería haber usado sujetador. El roce de la tela húmeda sólo causa que mis pezones empujen la seda y atraigan varios ojos masculinos sagaces en mi dirección. Pero es demasiado tarde ahora, y la multitud está drogada con la música, el baile. Me detuve por aquí esta noche, cuando uno de mis clientes, para quien decoré este pequeño bar-restaurante, invitó a mi jefe y todos los colegas. Dije sólo una bebida, pero he tomado un par extra, y la mitad vacía en mi mano es ahora seriamente la última. Un hombre se acerca. No me pierdo su repentina sonrisa quiero follarte. —¿Quieres bailar conmigo? —¡Ya lo estamos! —digo, moviéndome un poco con él, moviendo mis caderas con más fuerza. El chico envuelve un brazo alrededor de mi cintura y me jala más cerca. —Quiero decir, si quieres bailar conmigo a solas. ¿En algún otro lugar? Lo miro, sintiéndome un poco drogada y mareada. ¿Quiero bailar con él? ág in a1 6 Es lindo. No sexy, pero lindo. Realmente, lindo es imposible, Jose. Pero borracha, lindo es completamente factible. Trato de hallar la respuesta en mi cuerpo. Un cosquilleo. Un deseo. Y nada. Hoy aún me siento... sin esperanza. Sonriendo para aliviar el golpe, me alejo de él, pero se presiona cerca de mi cuerpo y me susurra descaradamente al oído—: Tengo muchas ganas de llevarte a tu casa. —Por supuesto que sí. —Río, rehusando la bebida que ofrece con una sacudida, juguetona, pero firme de mi cabeza. Creo que estoy demasiado borracha ya, y tengo que conducir a casa. Pero no quiero agraviar a un posible cliente, por lo que lo beso en la mejilla y digo—: Pero gracias. —Y me alejo. Me toma por la muñeca, me detiene y me gira, su mirada caliente y lujuriosa. —No. En serio. Quiero llevarte a tu casa. Le doy un repaso. Luce rico y un poco titulado, el tipo que siempre me usa, y de repente me siento aún más desesperanzada, más vulnerable. En menos de un mes, mi mejor amiga se va a casar. El efecto de esa boda en mí no es malo, es peor. Mucho peor de lo que nadie podría haber imaginado. Mis ojos arden, cuando pienso en ello, porque mi mejor amiga, Brooke, tiene todo, el bebé, el adorado esposo, lo que ha sido mi sueño durante tanto tiempo, no puedo recordar haber tenido otro sueño. He aquí un hombre que quiere tener sexo conmigo, y una vez más me siento tentada a caer. Porque siempre caigo. Siempre me pregunto si, tal vez él, es el único para mí. Lo siguiente que sé, es que me despierto a solas con un puñado de condones y sintiéndome más sola que nunca, y me recuerdo una vez más que soy sólo buena para una sola noche. Soy la reina de nadie, la Brooke de nadie. Pero Dios, alguien dígame, ¿cuándo dejare de besar ranas? Nunca, ese es el cuándo. Si deseas el príncipe, tienes que seguir intentándolo hasta que un día te despiertas y eres Brooke, y los ojos de un hombre están brillando sobre ti y sólo por ti. —Mira, te lo he hecho una y mil veces —susurro, triste y sin esperanza sacudiendo la cabeza. El hombre levanta las cejas. —¿De qué estás hablando? —Tú. Te lo he hecho. —Lo señalo, de arriba abajo, su elegante apariencia y vestimenta, el peso de mi tristeza y decepción aplastándome aún más—. Lo he hecho... una y mil veces. Y simplemente no funcionará. —Me vuelvo para salir, pero me atrapa y me da vuelta otra vez. —Rubia, nunca lo has hecho conmigo —replica. Lo miro otra vez, tentada de simplemente a llevarlo a casa y hacernos sentir bien. ág in a1 7 Pero esta tarde, estaba en la casa de mi mejor amiga, donde la atrapé siendo besada profundamente por su chico, un beso bastante largo y caliente; él le murmuraba cosas sexys todo el tiempo, diciéndole que la amaba con una voz que sonaba profunda y tierna, y quise llorar. Mis entrañas están todavía cálidas y sensibles con el recuerdo, y ni siquiera bailar toda una noche ha tenido éxito en hacerme olvidar lo verdaderamente sin amor que me siento. Después de ver la forma en que mi mejor amiga es besada, realmente besada, y después de saber que tendrá menos tiempo para mí ahora que tiene otras prioridades en su nueva y hermosa familia, estoy empezando a sentir más que nunca, que nunca encontraré la clase de amor que ellos tienen. Ella siempre fue responsable, siempre una buena chica, pero yo soy... yo. La divertida. La aventura de una noche.—Vamos, rubia —insta en mi oído, sintiendo mi indecisión. Suspiro y me volteo. Me jala más cerca, y me mira a la boca como si me fuera a convencer con un beso. Soy una tocadora. Brooke me llama su bicho de amor. Me encanta la cercanía, el contacto, lo anhelo como anhelo el aire. Pero nunca siento realmente el toque de un hombre llegar más allá de mi piel. Sin embargo, siempre estoy tentada porque sigo pensando que EL ÚNICO está a la vuelta de la esquina y no puedo dejar de probar. Inclinándome y luchando contra la tentación de besar a una rana más, busco el último gramo de convicción y le digo otra vez—: No. En serio. Gracias. Me voy a casa. —Estoy metiendo mi cartera bajo el brazo, preparándome para irme, cuando un ruido sordo hace que las ventanas tintadas de la pared resuenen. Las puertas se abren y un par entra, empapados, la mujer agitando el pelo suelto húmedo, riendo. —Oh dios mío —chillo, mi estómago desplomándose cuando me doy cuenta que está jodidamente lloviendo. Corro hacia la puerta cuando un hombre agarra el mango con una mano enguantada de negro y cortésmente la abre para mí. Casi me tropiezo y agarra mi codo para sostenerme. —Con cuidado —dice en voz baja, mientras me estabiliza en mis pies, y parpadeo desesperadamente a través de la calle al Mustang azul claro. Todo lo que tengo a mi nombre. Todo lo que tengo para vender porque necesito desesperadamente el dinero y ¿quién lo va a querer ahora? Es un convertible y un poco viejo, pero es tan lindo como único, con asientos blancos en el interior que coinciden con la capota. Pero ahora está fuera en esta lluvia, con su capota abajo, convirtiéndose en mi propio Titanic con ruedas. Toda mi vida se hunde justo con él. ág in a1 8 —Supongo por esa mirada de cachorro triste en tu cara que ese es tu coche —dice esa voz baja. Sin poder hacer nada asiento y levanto mis ojos al desconocido. Un relámpago atraviesa la distancia, iluminando sus rasgos. Y no puedo hablar. O pensar. O respirar. Sus ojos me sostienen y no los dejaré ir. Miro en sus profundidades mientras que también registro que su rostro es impresionante. Mandíbula dura, pómulos altos, frente fuerte. Su nariz es clásica, elegante, y por debajo sus labios están llenos y curvados, firmes y... Dios, es comestible. Su cabello oscuro se voltea juguetonamente en el viento. Es alto y ancho de hombros y está vestido con pantalones oscuros y un jersey de cuello negro que le da un aspecto elegante y peligroso. Pero sus ojos. Son de un color indescifrable, pero no es el color, es la mirada, el brillo increíble. Enmarcados con gruesas pestañas negras, sus ojos brillan tanto como las luces más brillantes que he visto nunca. A medida que evalúa en silencio mis rasgos, sus ojos entrecerrados se sienten tan poderosos como los Rayos X, y parecen brillantes sobre todo porque yo, yo, de alguna manera he hecho algo para divertir a este hombre, este... mierda, no tengo nombre para él. Excepto Eros. Cupido mismo. Dios del amor. En carne y hueso. Solía pensar que Cupido utilizaba una flecha, pero no me siento como si hubiera sido atravesada por una flecha. Me siento como si hubiera sido golpeada. Por un cohete. Mientras sigo aquí de pie, quedando anonadada por los más de un metro ochenta de sensualidad, agarra las llaves de mi mano con una mano enguantada y pone la otra en mi cadera para sostenerme en el lugar. Y lo siento. Siento el toque correr bajo mis caderas, anudando mi estómago, pulsando en mi sexo, directamente debajo de mis muslos, curvando los dedos de mi pie. —Quédate aquí —dice a mi oído, entonces levanta el cuello de su campera hasta que se convierte en una capucha, y corre a través de la calle. Lo veo dirigirse a donde mi coche se está empapando. El viento azota por las calles con tanta fuerza, que tengo que utilizar las dos manos para tratar de aplanar mi falda para que no se vuele hasta mi cintura. —¡Levanta la capota! —Me obligo a gritar a través de la lluvia torrencial, de repente determinada mientras salva mi coche. —¡Yo me encargo, princesa! —Salta en el asiento delantero, enciende el coche, y la capota empieza a subir hasta que... ya no. Se queda atascada. ág in a1 9 Después de un chillido de protesta, el hijo de puta se inicia de vuelta hacia abajo. —Mierda, ¡Joder! —Me apresuro a la calle y de repente las gotas de lluvia me bombardean como pequeñas balas de cañón, mojándome en un segundo. Juro que les quiero gritar ¡Jódete! Mi coche, la única cosa en mi vida que no ha sido una mierda, se arruinó y quiero gritar. —¿Me estás tomando el pelo? ¡Ve bajo el techo! —El hombre salta y luego se quita el jersey en un rápido movimiento. Extiende el material por encima de mi cabeza, usándolo para protegerme de la lluvia mientras me lleva al pequeño toldo sobre la entrada del edificio. —¡No! Te ayudaré. ¡Mi precioso coche! —Lloro y empujo a su pecho, tratando de conseguir que retroceda, pero es una cabeza más alto y está construido de acero. —Yo me encargo de tu coche —promete. Me entrega su abrigo empapado y añade—: Sostén esto. —Antes que vuelva a correr. Lleva una camiseta blanca de cuello redondo, y se aferra a su torso esculpido mientras intenta tirar la capota de mi coche en forma manual. Las gotas de lluvia escurren por sus brazos desnudos, el algodón empapado de su camisa pegado en su pecho, revelando todos los músculos que existen. Mierda. Es magnífico, fuera de serie; simplemente me rompió el Radar de Hombres Calientes. No puedo apartar mis ojos de cada centímetro de su cuerpo o la forma en que se mueve. Un trueno sacuda la ciudad de nuevo cuando finalmente engancha la capucha de mi coche y me señala para que me acerque. Abre la puerta de mi coche desde el interior, y me apresuro en el asiento del pasajero y la cierro detrás de mí. Mis ropas frías y empapadas, se aferran a mi piel, mientras se sienta detrás del volante, viéndose grande y varonil, y de repente estamos cómodamente instalados en el pequeño, casi apretado interior de mi coche. Los asientos están inundados con agua, y cuando me muevo para mirarlo un poco, me escucho emitir un chapoteo que hace que mis mejillas ardan en vergüenza. —No puedo creer esto —susurro—. Mi mejor amiga me dice que soy la única idiota con un convertible en Seattle. Sus ojos se abren con diversión. —Me gusta tu coche. —Alcanza el tablero de instrumentos, y la mano que corre sobre esto, está cubierta en un elegante guante de piel de cordero que hace que mi piel cosquillee con piel de gallina. Mueve su gran torso en mi dirección con una sonrisa irresistiblemente devastadora—. Todo lo mojado se seca; no te preocupes, princesa. Casi no puedo soportar la forma en que dice mojado. ág in a2 0 O la forma en que una gota de lluvia se aferra a sus pestañas oscuras. Agua cae de sus bronceados y musculosos brazos. Su cabello está peinado hacia atrás, mejorando la cara hermosa que tiene. He visto obras de arte y hombres hermosos, edificios hermosos y habitaciones hermosas, pero en este momento mientras me mira, no recuerdo haber visto algo como él. Es un diez. Nunca, nunca he dado con un diez. Y la forma en que me mira... He visto esa mirada antes. La mirada que Remington Tate le da a Brooke. Esa mirada. Me la está dando a mí y me estoy muriendo por dentro. ¿Puedo morir por una mirada? Y si solo una mirada puede matarme, entonces, ¿qué haría con un solo toque? —Entonces —dice en voz baja, con su voz matizada. Espera un poco antes de hablar de nuevo, y me sorprende que todavía solo ve mi cara, no mi pecho mojado, no mis piernas desnudas, está mirando nada más que mis ojos mientras acaricia distraídamente en círculo mi volante—. ¿Quieres ir a un lugar conmigo? —pregunta, luego, extiende su mano con el guante negro mojado para colocar mi pelo detrás de mi oreja. Lo que siento va más allá de la lujuria, casi no puedo responder. Tiemblo. —Sí —digo, mareadade deseo. Me da una sonrisa que acelera mi pulso, con la mano persistente en mi rostro por un segundo más, y luego cambia mi coche a en marcha y nos empuja a las calles lluviosas. El aire entre nosotros crepita en el silencio. El único sonido audible fuera es la lluvia y el trueno. El interior del coche está dominado por su respiración. Sus respiraciones son profundas y lentas, pero las mías son rápidas y nerviosas. Huele... como un bosque húmedo. Con un toque de cuero. Sus ojos están en el camino, pero estoy consciente de su presencia. La forma en que su pecho se expande en su camiseta mojada. Su perfil está en las sombras y las luces de la ciudad titilan en su rostro a medida que pasamos. Sus vaqueros mojados se aferran a sus muslos duros. Creo que los dos sabemos que vamos a hacerlo. Vamos a tener nuestras manos uno encima del otro en cuestión de minutos, y el conocimiento está causando estragos en mi cerebro. Me siento como un diablito del sexo que acaba de salir. Tengo una cosa por los pezones de hombre y sus pezones están sobresaliendo deliciosamente en esa camiseta blanca y sus vaqueros son... Dios, sus pantalones están estirados al punto de la ruptura. Me desea. Quiere hacerlo conmigo. Este increíblemente hermoso hombre que me vuelve bizca con el deseo. —¿Siempre eres tan callada? —pregunta en una voz extrañamente ronca, y lanzo mis ojos a su cara; esa sonrisa en su rostro realmente me llega. —Tengo m-mu-cho-cho-cho f-frío. ág in a2 1 Señala a un hotel que sé que es caro, incluso para comer en él, pero no parece importarle mientras va camino a la entrada. —Parece que es el lugar más cercano donde podemos secarnos. —Sí, es perfecto —digo, con demasiada ansiedad. Me gustan las cosas perfectas, las cosas bellas, cosas que son muy animadas y divertidas. ¿Mis padres como pareja? Perfecto. Por lo general soy la imagen perfecta de mí misma. ¿Pero esta noche? Deslizo una mano por mi cabello mientras cruzamos el vestíbulo y no puedo imaginar cómo me veo. Rata mojada parece una buena apuesta. ¿Por qué, porqué, por qué me veo como una mierda en este momento? Mientras pide llaves de la habitación en la recepción, examino su trasero en sus pantalones vaqueros, el ajuste de su ropa, y me parece que no puedo acallar los pálpitos. Mientras chapoteo mi camino en el ascensor junto con un montón de personas, me froto los brazos y trato de evitar que mis dientes castañeen. Me sonríe a través de una pareja, y su sonrisa enciende una chispa de malicia en mí y le devuelvo la sonrisa. Lo sigo a la habitación y luego al enorme cuarto de baño de mármol. Toma el abrigo de mi mano y lo cuelga a un lado, entonces, sin previo aviso, extiende una mano a su camiseta y se la quita con un tirón que hace que todos sus músculos ondulen. —Quítate los zapatos —murmura. Me descalzo de ellos y los pateo a un lado. Cuando me enderezo, mi aliento casi me ahoga cuando veo su pecho desnudo. Brazos musculosos, cada músculo posible marcado. Hay una delgada línea de cabello que viaja bajo su ombligo en la cintura de sus pantalones vaqueros. Abdominales rasgados, garganta gruesa, y esos labios, labios hermosos y para besar. Dios. Tiene una cicatriz, una grande en el lado izquierdo de las costillas, y una oleada de solidaridad me recorre, entonces me doy cuenta que me está desnudando. Mi pulso salta en entusiasmo y mis pezones se endurecen. —¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este? —pregunta con las cejas fruncidas sobre sus ojos, y me pongo a temblar cuando despega mi camisa. En un impulso toco la cicatriz en su pecho con mi dedo. —¿Qué te pasó? Abre la cremallera de mi falda y mientras tira hacia abajo, se inclina y toma mi oreja entre sus dientes y da un tirón juguetón. —Sabes que la curiosidad mató al gato, ¿verdad, pequeña gatita? —murmura en mi oído, instando a mis brazos arriba para que pueda tirar de mi camisa. Sonrío borracha y abro la boca para responder, pero me besa. Me toma por sorpresa y me agarro de sus hombros para sostenerme, sorprendida por mi propia respuesta a su caliente, sedosa, y salvaje boca. Mi propia hambre se desata en un torrente. Sus labios abren los míos, con hambre. Entierro mis ág in a2 2 manos en su cabello mojado para que no deje de besarme, y muevo mis caderas mientras su lengua empuja dentro. Escalofríos de deseo me recorren mientras se inclina sobre mí, comiéndome con su boca cuando mi cabeza cae hacia atrás y un ruido de placer sale de mi garganta. Me estremezco al tiempo que le ruego que por favor toque mis pezones. —Estás borracha —susurra mientras me mira sólo en mi ropa interior, sus ojos salvajes por el calor cuando mis pezones casi pinchan el aire. —Sólo mareada —susurro, casi un gemido—. Por favor, no te detengas, anhelo todo. Con una notable mandíbula tensa, levanta la mano y siento su mano enguantada pasar a través de mi cabello… entonces me mira, sus ojos destellando cuando parece recordar que está usando guantes. Se los quita, uno por uno. —¿Estás segura? —dice. Un escalofrío me recorre cuando veo sus manos. Fuertes, grandes, bronceadas. Oh Dios. De repente siento esas manos en mi cintura y me levanta hasta la losa de mármol, lo que facilita su cuerpo entre mis piernas. — ¿Segura? —insiste. Me mira fijamente y comienza a pellizcar mis pezones, casi puedo ver la rigidez de su auto-control, si digo que no, se detendrá, pero asiento, entonces gime y aprieta mis pezones en la forma más deliciosa mientras se inclina, enlazando sus labios con los míos, esta vez más duro. Súper duro. Hundiendo, enredando, fuerte y hambrientamente su lengua alrededor de la mía, chispas de placer se disparan desde mis pezones a mis pies, de mi boca a mi sexo. La losa de mármol, la habitación, el hotel, todo desaparece hasta que son solamente calientes, potentes y húmedos labios moviéndose con los míos. Saboreándome. Sus manos acariciando mis pechos, desplazándose por mis costados. Mis pensamientos giran, su beso y tacto despertando mi pasión como nunca antes. Mis manos presionando su pecho húmedo y cuando toco el metal de un piercing en su pezón izquierdo, casi muero. —Oh Dios —jadeo, la intensidad es abrumadora como el dolor de mi trasero por el frío del mármol—. Llévame a la cama. Me carga hasta la habitación, tirándome en la cama como si lo tomara en serio. Flexiona las manos a sus costados mientras se quita sus vaqueros y saca un condón. Oh Dios. Sus manos son enormes, bronceadas y con dedos largos. Hay una cicatriz en la palma de su mano. Realmente las quiero sobre mí. Dentro de mí. Baja mis bragas y desabrocha mi sujetador. —Mi nombre es Melanie —suspiro, apoyándome en la cama mientras me desnuda. Desnudo. Se mueve con una gracia depredadora que envía mi corazón a estrellarse contra mi caja torácica y un torrente de necesidad entre mis piernas. Susurra—: Mi nombre es Greyson, Melanie. —Junta mi mano con la ág in a2 3 suya y comienza a besarme al mismo tiempo que le colocamos el condón, y puedo sentir el latido de su corazón bajo mi mano. Me encanta la forma como sigue besándome, nuestras manos tocando su dureza, enorme, gruesa y palpitante, a medida que conseguimos ponerle el condón, una piscina de necesidad se acumula entre mis muslos. Mete un dedo en mi coño y observa como mis ojos se retuercen. —Quiero jodidamente estar dentro de ti —susurra, besando mi garganta. Gira la cabeza para amortiguar mi grito de asombro y toma mi boca—. Voy a darte la mejor follada de tu vida, princesa. —Su lengua húmeda se arrastra lentamente a lo largo de mi oreja—. Voy a chuparte hasta que me duela la mandíbula. —Su voz baja me vuelve tan loca que puedo sentir un cosquilleo recorrer mi nuca mientras sostiene la parte posterior de mi cabeza y comienza a besarme otra vez—. Hacer que te corras tan fuerte como puedas. Me pone tan mojada, mi cuerpo empieza a arquearse mientras sigue chupando mis pechos, haciéndomejadear. Deslizo mi brazo por los músculos de su pecho. Me elevo hacia arriba y muevo la cabeza hacia la fuente de su aliento y gimo de la única manera que sé cómo hacerle pensar en besarme. Lo hace. Gira su cadera y presiona contra mí como si necesitará el contacto y hace un suave gruñido cuando hunde su mano entre mis piernas. Lo deseo tanto, que duele. Separo más mis piernas y grito cuando me toma. Me retuerzo mientras mi cuerpo comienza a apretarse. —Me voy a venir —gimo suavemente—. Lo siento... se sientes demasiado... bueno... No puedo... —Córrete —rechina—, está todo bien, lo haremos otra vez en un rato... córrete... Puro éxtasis al rojo vivo irradia por todo mi cuerpo, mis rodillas caen abiertas, mis emociones están girando y se debilitan, mi cuerpo está apretado, agarrando y soltando el suyo, sus embestidas disparan corrientes a través de mí hasta que hago lo que su cuerpo pecador me obliga a hacer, y me corro como un cohete. Jadeo por la fuerza de mi orgasmo, retorciéndome y arqueándome debajo de él. Empuja tan profundo como puede, me estremezco incontrolablemente y lloriqueo en agradecimiento cada vez que se encuentra completamente dentro mío, haciéndome sentir... lo opuesto de solitaria. Lo contrario de triste o vacía. Y cuando mi clímax se derrumba y todavía está allí, cada grueso, caliente y duro centímetro de él cómodamente en mis manos, mis ojos parpadean abriéndose y lo veo mirándome, con esa mirada, salvaje, hambrienta, casi exclusiva, pero también extrañamente respetuosa y gentil cuando comienza a moverse de nuevo con experta precisión, nuestros ojos enganchados, mientras ág in a2 4 me folla suavemente haciendo que estrellas bailen a través de mi visión al tiempo que otro delicioso clímax crece y crece. No lo espero, pero me corro de nuevo. Duro. Si es posible, aún más fuerte, porque las paredes de mi sexo están adoloridas y sensibles, y mi clítoris palpita cada vez que sus caderas embisten contra mí, y el placer crece exponencialmente hasta que se destroza en un estallido de puro placer. Mis uñas se entierran en su piel. Grito su nombre, casi asustada de la intensidad. Amortigua mis gritos con su boca, y esta vez su lengua se desplaza alrededor de la mía acortando su nombre a Grey. Gruñe como si le gustará saborear su nombre en mi boca, sus músculos están flexionados contra mí cuando se corre, su pecho rozando contra mis senos y se viene conmigo. Cuando sus estremecimientos desaparecen tras los míos, rueda a su espalda y, porque todavía está dentro de mí y tiene ambos brazos a mi alrededor, acabo rodando con él. Nos tumbamos en silencio, sin aliento por un momento, enredados y sin preocuparnos donde están nuestros brazos, o que pierna está enredada entre la del otro. Estoy absolutamente aturdida, jodida y malditamente abrumada, casi espero ver pedazos de mí esparcidos por el suelo. Después de un par de minutos, dejo escapar un ruido de protesta, con ganas de levantarme. Me libera, permitiéndome caminar de puntillas al baño para limpiarme. Me sigue, anudando el condón, y mientras me lavo las manos llegan detrás de mí para tomar el jabón y lavarse sus manos junto con las mías cuando nuestras miradas se encuentran en el espejo. Veo mi reflejo y... no, no me veo como una rata mojada. Mis mejillas están rosadas, mi cabello está despeinado por la cama, y cuando me sonríe y rodea mi seno desde atrás, estoy acabada. —Vuelve a la cama y puedo hacerte jadear un poco más —susurra en mi piel. —Yo no jadeo —digo, tomando su mano, la que está en mi pecho y lo arrastro hacia la cama conmigo. —Jadeas, gimes, gritas y ahora vas a hacer todo de nuevo para mí. —¡Yo no hice eso! —digo mientras me tumbo en la cama, y cuando se monta sobre mí, me siento perfectamente sobria. Ya no estoy ni borracha. Sé que voy a recordar cada centímetro de su rostro, intenso y voraz, y cuando empieza a jugar con mis senos y empiezo a jadear mientras que arrastra sus dedos a lo largo de mi caja torácica, rodeando mi ombligo, mirándome con una sonrisa que dice saber exactamente lo que está haciendo. Sonrío de nuevo, porque los chicos malos siempre van a ser mi perdición, y toco el aro en su pezón, sintiendo su erección ampliarse contra mis caderas mientras levanto la cabeza y empiezo tranquilamente a chuparlo. Sé cómo jugar estos juegos también, mi sexy dios del sexo, eso creo—. Ahora quien jadea —murmuro juguetonamente. —Creo que eres jodidamente caliente —dice al tiempo que se gira y me lleva con él, presionando mi cabeza a su anillo del pezón como si quisiera que chupe más fuerte. Su cuerpo se estremece con el placer, y el deseo se junta ág in a2 5 entre mis muslos mientras sigo tirando con los dientes y uso mi lengua, sintiéndolo crecer fuerte y palpitante contra mí. Toda la noche jugamos con el otro, coqueteando, saboreando, acariciando, follando. Cada toque, cada susurro, todo lo que comparto de mí con él se siente tan bien; como un cable eléctrico conectado al enchufe correcto, siento un nuevo flujo de fuerza en mí, casi euforia. Durante nuestras ardientes sesiones de besuqueo, lo encuentro observándome a través de sus gruesas pestañas oscuras, una curiosidad juguetona brillando en sus ojos. Pregunta sobre mí como si realmente quisiera saber, y siento que nos conocemos desde antes... en algún lugar prohibido y oscuro. Cuando me besa apasionadamente en la boca durante otra sesión de besuqueo, le respondo con la intensidad de un desastre natural y esto puede ser uno, pero no hay nada que me detenga, nada lo detiene de tenerme y consumirme. Alrededor de las cinco de la mañana su teléfono suena por tercera vez. Todavía nos besamos con una vaga intensidad y mis labios se sienten ásperos, rojos e hinchados y mis senos están deliciosamente adoloridos, pero todavía estoy rogando por más. Volviéndose exasperado por el zumbido, finalmente responde ásperamente—: Más vale que sea bueno. Me doy la vuelta en mi estómago para darle espacio para hablar y estudio tranquilamente su perfil. Sus ojos y una de sus manos siguen la curva de mi trasero mientras habla en el receptor. Mientras discute de lo que pienso que es un negocio en voz baja y ronca que apenas puedo entender, memorizo el rastro de sus abdominales, moviendo mis dedos a lo largo de su estómago. Me aproximo al borde de su regazo y, mientras sigue tocando mi culo con una gran mano, beso su polla dura y lamo el semen de la punta, lo que lo hace apretar sus ojos por un momento y exhalar bruscamente. Cuando finalmente abre los ojos, son duros y fríos. Dice una lista de números en el receptor, luego cuelga y permanece pensativo, y ahí es cuando presiento que se está alejando. Me incorporo en la cama con una sensación enferma. Esto es todo, y luego se confirma mi sospecha cuando su glorioso cuerpo se levanta de la cama donde estaba. Lo veo desaparecer en el baño, un sentimiento de desesperación ardiendo en mis huesos. Sé lo que viene, ¿no? Lo sé. La mirada que creí haber visto anoche era un engaño. Un engaño por la bebida. Un engaño por la luz. Un truco de mierda y debería haberlo sabido. Ahora estoy muriendo por dentro y no es de emoción. ¿Esta pequeña fantasía? ¿Esta conexión fugaz que pensé que tenía con alguien? Se terminó. ág in a2 6 No es una conexión. O incluso es real. Fue un poco de alcohol, algo de lluvia, algunas hormonas y un par de líneas sexys me hicieron creer que se encontraba realmente interesado en mí como nunca lo ha estado en su vida. —Tengo un vuelo temprano y tengo que encargarme de una última cosa antes de irme. —Regresa con su ropa apuñada en sus manos y salta rápidamente dentro de sus vaqueros. Su mandíbula está un poco apretada, como si no estuviera disfrutando esto más que yo. —Por supuesto —digo, y espero sonar bastante indiferente. Todos estos orgasmos y esos embarazosos ruidos que hice para él hacen esto extremadamente incómodo porque perdíel control. Oh Dios mío, enloquecí, enloquecí con un completo desconocido. Me mira y luego abre la boca por un momento antes de que cualquier cosa realmente salga. —Es jodidamente complicado… tú no me quieres en tu vida. —No. Por favor no lo hagas. No tienes que hacer esto. Dejémoslo así. Sé cómo sigue esto. Adiós, ten una agradable vida. Adiós, Pepe. Nos miramos y susurra—: No debería haberte tocado. —Se dirige a la puerta. Miro su amplia espalda mientras pongo mi cara valiente. He hecho esto un millón de veces. Estoy poniendo muros alrededor de las partes donde más duele así no hará ni una poquito de daño. Ni una pizca. —Uno de mis hombres aspiró tu auto anoche. —Se detiene con la mano en el picaporte, luego regresa y presiona las llaves en mi mano, y curiosamente, besa mis párpados—. Tus ojos —susurra. Luego se va. Mi estómago literalmente duele cuando la puerta se cierra detrás de él. Me dejo caer en la cama después del sexo más delicioso de mi vida, completamente... devastada. Una aplastante soledad se asienta sobre mí, magnificada mil veces desde cuando entré en esa fiesta hace sólo unas horas, la esperanza de sentirme mejor. Una rana más. No. Dios, no era una rana. ... Era algo sin nombre. Y ahora se ha ido. Y esa conexión fugaz que estaba tan segura de haber sentido también desaparece. Y estoy verdaderamente e inexplicablemente devastada. Una tonelada de ladrillos se encuentran justo en mi corazón mientras recojo mis cosas del baño, y cuando me doy cuenta de que todo aún sigue húmedo, me estremezco, lucho para poner la ropa sobre mi cuerpo. No puedo encontrar mis bragas. Miro alrededor de toda la suite. Cuando observo debajo de la cama, te juro que todavía puedo sentirlo en mi hinchado coño cuando me inclino. Greyson. Mieeeeerda, incluso su nombre es sexy. —¿Realmente tomó mis bragas? —Sin creerlo, voy a buscar por el otro lado de la cama, negándome a recordar cuan sensual me sentí cuando me las quitó. ág in a2 7 Mientras busco debajo de la falda de la cama, oigo un chasquido seguido de pasos. Levanto mi cabeza hacia la puerta y parpadeo en confusión. ¿Volvió? Está parado delante de mí. Un dolor tan profundo que desconozco me abruma. Mis entrañas se agitan al pararme. Su oscuro cabello castaño está deliciosamente despeinado y combina muy bien con sus ojos, que son como todas las copas en un bar que reflejan la luz, brillando casi antinaturalmente sobre mí. Es alto y escultural, pero rezuma un poder innombrable, casi antinatural sobre mí. Cuando me mira con esos ojos, y parado tan lejos, de alguna manera distante e intocable, sólo me hace querer tocarlo aún más. —¿Olvidaste algo? —digo. Me muero de vergüenza al haber sido sorprendida hablando sola de esta manera. Me hace sentir tan femenina y vulnerable como nunca me he sentido en mi vida. —No tomé tus bragas. —Señala a una lámpara y frunce el ceño levemente, como si no puede entender como terminaron ahí. Están colgando justo encima de la pantalla. Mis mejillas arden de un rojo intenso. —Gracias —murmuro débilmente y las quito de la pantalla—. Me gustan mucho estas bragas. Cruza sus brazos y en silencio me mira ponérmelas. —Me gustan mucho también. Parecen especialmente hermosas en ese culo tuyo. Me deslizo en ellas y pretendo estar absorta en mis uñas cuando se acerca y cae en sus talones junto a mí y voltea mi cabeza a la suya. El timbre de su voz se reduce a un nivel más íntimo. —Quiero llevarte a casa. —Mis dedos comienzan a curvarse, y continúa con esa voz ronca y baja hasta que todo mi estómago se siente como un nudo—: Y quiero tu número de teléfono, para cuando regrese a la ciudad pueda volver a verte. —¿Por qué? —contrarresto. —¿Por qué no? —Ni siquiera sabes mi apellido —acuso. —Sé la longitud de tus piernas. —Se estira para tocar un mechón de mi cabello con sus dedos largos, sus ojos nunca dejando los míos—. Sé que tienes cosquillas detrás de las rodillas. Que te gusta jadear en mi oreja. —Se apoya contra la pared y me observa—. Sé que me gustaría besarte otra vez. Que sabiendo que estabas en esa cama, no pude ni llegar al maldito ascensor. Quería ver estos... —Se inclina y frota mis ojos con sus pulgares—. Una vez más. De modo que el analista de riesgos en mí dice que no. Esta es una mala idea. Pero te ves como una mujer decidida, y mi suposición es que irás a ese bar, continuamente, escogiendo hombres hasta que encuentres lo que sea que buscabas. Y mi analista de riesgos dice que eso es mucho peor. ¿Quiénes serán esos hombres? ¿A quién escogerás, Melanie? Me siento avergonzada de nuevo, pero no quiero que lo sepa, así que me encojo de hombros. ág in a2 8 —Bueno, tal vez te sorprenda saber que no estoy de acuerdo con eso. Puede que te sorprenda saber que, si algún hombre va a hacerle cosas a ese cuerpo tuyo, seré yo. —La mirada. Oh Dios, la mirada. —Entonces —Una pregunta inquisitiva se encuentra en sus ojos—. ¿Te puedo llevar a casa? Dios. Estoy indefensa ante esa mirada. Esa mirada que he querido, he memorizado, no quiero que rompa mis paredes y me haga llorar, pero estoy un poco borracha y hoy las paredes están hechas de papel. Y apesto en autodefensa. —Tan caballeroso de tu parte volver. Harás que mis ojos se pongan llorosos. —Es cierto. Y cuando tu orgasmo fue más fuerte, también soltaste un par de lágrimas. Mis mejillas se encienden cuando recuerdo, y ruedo los ojos. —Si tú lo dices. —Lo digo. Ese fue el punto culminante de mi noche. Ato mis zapatos color rojo remolacha, y se quita la camisa. —Esto está seco. Póntelo. Me deslizo en su camisa, su aroma y su calor me inundan mientras lo veo ponerse una camisa húmeda cuello de tortuga, y es con total incredulidad que salgo de la habitación con él, con este hermoso Dios, sintiendo su mano en la parte baja de mi espalda, guiándome al ascensor, sus ojos estudiando mi perfil con una extraña sonrisa. —No es exactamente lo que habías imaginado cuando te despertaste esta mañana, ¿no? Mi cuerpo está tan bien follado que apenas puedo caminar, y mis ojos, mis ojos duelen, no puedo decirle que todos los días de mi vida he tratado de imaginarlo. —No es exactamente lo que me imaginaba —le digo—. Hoy no era para nada como me lo imaginaba. Ladea mi cabeza y me besa. No con lujuria. Sólo un beso. Un beso después del sexo que alcanza los niveles más profundos en mí, abriendo mis terminaciones nerviosas y me hace sentir expuesta, necesitada y en carne viva, y tengo que luchar para no llorar de verdad como cuando haces ese último deseo con tu último centavo y se hace realidad. Los hombres se han burlado de mí, me han arruinado, me han usado y me han abusado. Me gusta entrar en peleas verbales. Me gusta maldecir, escupir, gritar y ser yo misma. Nadie me ha hecho llorar mientras sólo hablo conmigo. Nadie me ha hecho llorar, salvo esa única vez y ahora este hombre, que me está dando la mirada, parece lograrlo. —¿Cuál es tu apellido? —susurro. ág in a2 9 —King. —Sonríe con una sonrisa que hace derretir mi ropa interior—. No bromas de la realeza, por favor. Me río y luego extiendo mi mano como si apenas nos hemos conocido. — Meyers. Toma mi mano en un cálido apretón, firme y los dedos de mis pies se vuelven a curvar. Me suelta y saca su teléfono, escribe una contraseña y me lo entrega, mirándome con ojos que parecen los ojos más inteligentes que he visto. —¿Meyers, puedes escribir tu número de teléfono por mí? Lo añado bajo El Pedazo De Trasero Más Caliente Que He Tenido. La insinuación de una sonrisa tira las esquinas de sus labios, lo suficiente para provocarme cosquilleos. —Lindo. Escribe algo sobre su teclado y mi teléfono vibra con un nuevo mensaje. Y preciso. Sonrío, y me observa, usando esa súper sexy casi sonrisa. De repente no puedo explicarlo, y no estoy segura de haber sentido, el tipo de felicidad que siento ahora. Me lleva a casa en mi propio auto y cuando llegamosa mi edificio, sube el ascensor conmigo, me acompaña a mi puerta y roza un beso en mi frente mientras frota la punta de sus pulgares sobre los rabillos de mis ojos y susurra—: Estaré en contacto pronto. Cuando deslizo mi agitado, deliciosamente jodido cuerpo en mi cama alrededor de una hora antes del amanecer, no puedo dormir. Juego con nombres para su perfil en mi teléfono. Demonio del sexo. Máquina del sexo. Dios del sexo. Dios Playboy. Me decido con Greyson y susurro—: Greyson. —El nombre rueda por mi lengua como el terciopelo. Aprieto mis ojos y me siento a punto de convulsionar por toda mi cama. Le escribo a Brooke, Pandora y Kyle, en un grupo. Yo: Conocí a alguien. Chicos acabo de conocer a ALGUIEN. ¡No es un idiota! En realidad, me trajo a casa y todo el camino hasta mi puerta. ¡¡AAAAA!! Muéranse, chicos, si alguien me arruina el día mañana, ¡les corto la cabeza! Kyle: Estarás muy ocupada pensando en tu nuevo hombre para pensar en la mía. Pandora: Amiga. ¿Estás usando éxtasis? Brooke: ¿QUÉ? ¡Cuéntamelo todo! ág in a3 0 Ella Traducido por Mary Corregido por AriannysG Greyson Le doy la vuelta a mi teléfono vibrando tan pronto como estoy fuera del edificio. —Tal vez te estés preguntando por qué estás atado a una cabina de un baño con este particular número en la pantalla de tu teléfono —murmuro en el receptor—. Bien, estuviste a punto de hacer algo que te iba a costar tu polla. Estuviste a punto de tocar algo que no tienes derecho a tocar, ¿lo entiendes? Tienes una deuda que pagar. Tienes tres días. Tic toc tic toc. — Cuelgo y lanzo el teléfono al suelo. Luego agarro mi otro teléfono y marco el número de Derek. —Ven a recogerme. —Le doy la dirección, luego camino un par de cuadras y desecho el teléfono antes de levantar la vista al edificio en el que la dejé. En el momento que Derek aparece en una camioneta oscura, salto y abro la guantera. Saco mi boleto, identificación falsa incluida. —Lleva esto a la bodega. No te muevas. El número veinticuatro hará un pago pronto. ¿Cómo está tu esposa? —Bien. ¿Conseguiste hacer algo de trabajo? —Cuándo no lo hago —digo. Melanie. La había visto antes. He estado observándola desde lejos. Es la clase de chica que quieres follar, pero nunca supe cuánto hasta que vi que escogería a uno de mis clientes en el bar. Por dios, noqueé a ese hombre hasta la inconciencia sin siquiera conseguir el pago. Solo quería derribarlo porque malditamente seguro que no se iba a ir con ella. Nadie lo hará. Acaricio mi teléfono con mi mano enguantada y resisto la urgencia de escribirle algo. Cualquier cosa. He visto a esta mujer ir por hombres al igual que uso teléfonos. La he visto dejar cuartos de hoteles como un desastre sexy y ardiente. La he visto salir luciendo perfecta. La he visto reír, llorar, he visto su ág in a3 1 rostro en las mujeres que he follado, la he visto en mis sueños y cuando me despierto. Lo que esta mujer quiere es algo que no puedo darle. Pero soy atraído, retorcido, anudado, útil, e inútil cuando la miro. Me gusta obsérvala girar y sacudir su cabello, coquetear por los alrededores, cruzar sus piernas, curvar sus labios, mirar sus uñas. Me gusta la manera en que caza su siguiente hombre; me gustaba observarla porque en algún lugar, en el fondo, sabía que tendría suficiente, y su caza terminaría el día que decidiera dejarle saber que intentaba ser ese hombre. SU JODIDO PRINCIPE AZUL. Ella me está condenando. Estoy a mitad de camino, veinticuatro nombres más, y entonces Cero puede ser nada. No debí haberla tocado, pero lo hice. Debería dejar de tocarla, pero no lo haré. Mis chicos, mis muchachos, nunca pueden saber que hay un talón de Aquiles en alguna parte de mi cuerpo y que tiene su nombre en él. La única razón por la que los chicos pueden creer que estoy cerca de ella es porque su nombre pasó a estar en mi lista. ág in a3 2 Él Traducido por Mel Rowe Corregido por Daliam Melanie No siempre fui una hija única. Nací con una gemela idéntica. Ella nació primero con casi tres kilos, y la seguí pesando un poco más. Mi madre dice que las dos éramos preciosas, pequeñas y de color rosa, pero nunca parece que pueda manejar el resto. Fue papá quien eventualmente me contó toda la historia. Que no nació perfecta... que nací con un riñón funcionando mal y mi gemela con una condición cardíaca grave. Las dos luchábamos para vivir y en una hora se hizo evidente que su lucha era la más dura. Cuando su corazón falló, me dieron su riñón. La llamaron Lauren, y la sepultaron junto a la madre de mi padre. Cada año, mi cumpleaños es mi día triste del año. Pero voy a visitar su tumba con mis flores favoritas, como mi hermana gemela, imagino que serían sus favoritas también, y luego tengo la fiesta más salvaje del mes, porque tengo la sensación de que ella quiere que merezca la pena. —Quiero que me enseñes que eres alegre y feliz, siempre —me dice mi madre alegremente. Así que lo hago. Incluso cuando ese dolor de la pérdida nunca desaparece, estoy decidida a ser feliz. Mis padres me dijeron que querían que fuera feliz porque estaban muy contentos de que hubiera sobrevivido. Así que trato de vivir feliz y nunca, nunca les muestro que no lo soy. Mi padre cuenta mis sonrisas y dice que tengo cinco sonrisas en total y, por tanto, siempre me aseguro de que llegue a ver una de ellas. Estoy viviendo por dos personas. Estoy tratando de meter en una sola vida lo que podrían llenar dos. Así que me levanto cada mañana y me pongo el rostro perfecto y me prometo que tendré un día perfecto y algún día la familia perfecta. Pero estoy fallando. ág in a3 3 Y mis padres lo saben. —Tu madre desea que, un día, cuando te cases y te establezcas, tal vez tendrás gemelos —me dijo mi papá una vez, con nostalgia. —Eso sería lindo —le dije con el corazón encogido y una gran sonrisa en mi cara. A veces me pregunto si ella estaría ya casada. Lauren. A veces tengo un mal día y estoy segura de que tal vez ella habría hecho a mis padres más orgullosos o más felices que yo. Lo único que sé con certeza es que, si la hubieran elegido, ella haría los mismos esfuerzos que yo para vivir felizmente. Ni siquiera voy a ser exigente con tener gemelos, pero sueño con enamorarme del chico perfecto y tener una niña y nombrarla Lauren. Sueño con mi chico tanto que me duele. Sueño con esa mirada, como la que Greyson me lanzó, diciéndome que este hombre, este de aquí, este ser humano vivo, cree que soy lo suficiente. Piensa, y se alegra, de que la que sobreviviera fuera yo. Porque a veces me hubiera gustado que, si sólo uno de nosotros lo hubiera hecho, hubiera sido Lauren. El día después de Greyson… Saliendo de la esquina del Starbucks café está Pandora, una de mis tres mejores amigos. La devoradora de hombres. Bueno, no devoradora de hombres. Es supremamente independiente, oscura, sombría y reservada. Pero eso está bien porque yo soy feliz, platicadora y luminosa, así que encajamos. Bueno. Tratamos de hacerlo. Hoy ella va por su aspecto rudo tipo Angelina Jolie y su lápiz de labios oscuro habitual y esas botas que consiguió en rebajas que le llegan a los muslos. Incluso cómo camina intimida a los hombres mientras lleva nuestros cafés habituales hasta donde estoy esperando en la esquina, este era su día de comprar el café, después de todo, y, sin decir una palabra, las dos sorbemos y cruzamos la calle de camino a Interiores Susan Bowman. Se podría decir que hacer las cosas lucir bonitas es lo que Pandora hace para ganarse la vida, pero lo veo como arte. Porque hay algo en una habitación de bienvenida que puede alegrar tu día malo, y me gusta hacer feliz a la gente, incluso en ese pequeña forma. —Bueno —me presiona. Sonrío en secreto contra la tapa de mi café. ág in a3 4 —Bueno, ¿qué? —le digo. Quiero hacerla rogar porque soy un poco malvada. Ella lo sacade mí. Lo que pasa con Pandora y yo es que somos muy diferentes. Por eso siempre es un tira y afloja con ella, que ambas disfrutamos en secreto, supongo. —Bueno qué carajo. Háblame del príncipe que te encantó para quitarte los pantalones. —Pandora, no puedo siquiera... Simplemente NI SIQUIERA puedo. —Mi sonrisa me duele en la cara y le lanzo una mirada que dice “Me folló hasta el cerebro y me encantó”—. Fue… —De fuera de este mundo. Perfecto. Más allá de perfecto—. No sabía que existiera el sexo así. Nunca supe que podía sentir el tacto de un hombre en mis HUESOS. Mientras llegamos a nuestro piso y nos dirigimos a nuestros escritorios en forma de L, situados justo al lado del de la otra, no puedo dejar de sonreír. En verdad, nunca he experimentado nada como esto antes. Casi me siento tímida de compartirlo con ella. Pero al mismo tiempo, me siento como si quisiera conseguir un altavoz y decirles a mis compañeros de trabajo que creo que puedo, simplemente puedo, ¡haber encontrado al ELEGIDO! —¡Bueno, no pares ahí, virgen tímida! Cuéntame el resto —insiste Pandora, al encender su equipo—. Chica, comprar el café de Starbucks hoy me da derecho a algunos detalles sangrientos. —Yo compré el café de ayer y nunca obtengo una mierda de ti —le respondo mientras me siento y distraídamente froto la pequeña marca detrás de mi oreja, casi un chupetón—. No te voy a dar detalles escabrosos, esos son para que yo fantaseé. Pero, Pan, cómo conectamos. Cómo me miraba. Y miraba y miraba y no podía dejar de mirarme. —Oh, chica, realmente estás en éxtasis. —Suspira y apoya la cabeza en la palma de la mano como si tuviera un dolor de cabeza. Sé que odia cuando estoy en mi mejor estado de ánimo, así que sólo sonrío, empiezo a tararear, y me pregunto qué diría mi madre si supiera de esto. Yo me había casado y te había tenido antes de los veinticinco años, me ha contado toda mi vida. Y le digo que tendré veinticinco en tres semanas y tengo grandes amigos y una maldita carrera. Pero ahora, tal vez, hay un chico... Mientras Pandora y yo empezamos a mezclar y combinar telas para nuestras tareas actuales, mi mente vuela a mi teléfono. Tengo esta regla de que el último que recibió un mensaje debe ser el que reciba un mensaje la próxima vez. Greyson envió “Y precisa” la noche anterior y, antes de darme cuenta, le mando un mensaje de nuevo. ág in a3 5 ¿Estás ahí? Para ser honestos, no sé qué esperar. Este es un territorio desconocido para mí. Apenas sé cómo me llamo hoy. Un momento me encontraba en una fiesta con tanta gente... Y entonces estaba con él. Y él conmigo. Totalmente centrado en mí. Y lo que me asusta, no, lo que me persigue, no es que me dio los mejores orgasmos de mi vida, a pesar de que me sacudieron, sino que sentí algo. Que su toque fue más allá de mi piel, que entró en mí. Mi piel se pone de gallina placenteramente recordando cómo nuestros ojos se encontraron mientras hacíamos el amor, y sigo mirando mi teléfono, esperando a que me mande un mensaje. Dos días después de Greyson… Hoy estamos decorando una de las nuevas casas de mi cliente. En Interiores Susan Bowman no importa quién esté a cargo del proyecto, todo el mundo colabora en “el” día en que la entrega real y disposición de los muebles se lleva a cabo. Básicamente funciona así: Me encuentro con un cliente y consigo su presupuesto y gusto. Hago una propuesta, detallando el costo aproximado, habitación por habitación, y propongo el concepto de decoración. Hago los planos de las habitaciones, tomo medidas de habitaciones y luego entrego los archivos PDF con los precios de varias opciones y las imágenes y muestras de tela, con base en los conceptos que hemos discutido. Una vez que el cliente aprueba nuestras elecciones, le muestro todo a Susan, consigo su sello de aprobación y entonces ordeno las telas, los muebles, las cortinas, las alfombras y tapices, y todo se envía al almacén de la empresa, donde es comprobado, ensamblado y tapizado. Y, entonces, comienza la diversión. Para que realmente lleguemos a fijar una fecha, por lo general cuando nuestro cliente está fuera de la ciudad, y llegaremos a hacer todo lo que nos ha tocado visualizar mentalmente en la vida real. ág in a3 6 Soy una persona visual, y esto es lo que hago. Es lo que me gusta. Desde que tenía tres años, visualizaba todo. Desde la forma en que vestiría para el primer día en la escuela. A la forma que cierto chico me miraba. Cómo el maestro sonreía con deleite a la manzana que mi madre siempre me hacía llevar. Ella decía que, si ponía una manzana en su mano, estaría poniendo su corazón en mi bolsillo. Siempre me sentí ridícula dándoles la manzana, pero mi madre es muy grande en ser “generosa” con todo el mundo y siempre está dando cosas, incluso abrazos. ¡Sí! Ha hecho carteles de ABRAZOS GRATIS en eventos de caridad y simplemente abraza a todo el mundo, y me ha llevado con ella. Así que supongo que soy genial con los abrazos también. Simplemente se sienten bien. En cualquier caso, complacer a la gente y vivir una vida feliz, relajada y colorida es lo que me gusta. —¿Dónde va a ir esto? —me pregunta Pandora mientras desenvuelve una bonita lámpara de cristal. —Oh, esa pequeña hermosura va a la habitación de la niña —le digo, y entonces reviso todos mis archivos por tercera vez hoy—. Se acabó esa vieja vanidad rosa y este pequeño compañero. —Le doy una patada a una pequeña otomana a rayas que es tan divertida que toma todo mi esfuerzo no abrazarla— . ¿No es lindo? —Lo que es lindo es cómo sigues sacando el teléfono como si fuera un cálido y viviente cachorro. —¡Oh, calla! Estoy revisando mi señal. Y mi señal se ve… bien. Hmm. Interesante. NINGÚN mensaje. Todavía. A veces los chicos necesitan empujones. Están asustados. Fue demasiado intenso. Me dio “la” mirada. En este momento, podría estar sentado en casa pensando—: ¿Qué demonios, Greyson? Quiero decir, es muy posible que pudiera estar teniendo problemas como yo. No puedo ir a dormir sin masturbarme. Así que lo hago. Él me hizo pensar sólo en él, su piel, su toque, y lo deseo... Lo ansío… Lo necesito de nuevo, joder. Mentalmente me registré en el Adictos Anónimos a Greyson y sólo él puede remediar mi enfermedad. Así que, por el bien de ayudarlo, en aras de facilitar la pequeña punzada de decepción que está empezando a crecer en el lado izquierdo de mi pecho, infiernos, por el bien de que sepa que estoy definitivamente interesada todavía y, por favor, amigo, si te gusté en absoluto, haz lo que dijiste y llámame, considero romper mi regla de oro de los mensajes de texto y tal vez enviarle uno otra vez. ág in a3 7 ¿Debería? Las reglas dicen que no debería. Pero nunca me han gustado las reglas, y Greyson no se ve como un hombre de normas tampoco. ¿Qué debo hacer? Quiero preguntarle a Pandora pero ya aborrezco la sonrisa en su rostro. Quiero que sepa la verdad, que quiero que me llame. No quiero jugar a juegos. No con él. Aun así, me obligo a meter mi teléfono en mi bolso y recordarme que Roma no se construyó en un día, y tampoco ningún tipo de relación que valga la pena. —Melanie —dice Pandora, con sus labios en una línea fina negra. Parpadeo inocentemente y sonrío. —¿Qué? —Acéptalo. Era un idiota. —No. —Lo es. —¡NO! —Lo es. Cuatro días después de Greyson… —¿Todavía nada? —pregunta Pandora. Quiero gemir cuando se acerca a mi escritorio, donde esperaba poder esconderme de ella y sus ojos negros acuciantes. Pero resulta que hoy es ella la que tiene una sonrisa enojada y plana, y soy la que tiene el ceño fruncido. El lunes no sabía mi nombre; estaba en el séptimo cielo. El martes todavía me sentía esperanzada y optimista, en la tercera nube. Hoy no sólo he vuelto a la tierra, caí un par de muescas hasta el purgatorio o incluso todo el camino hasta el infierno. Todo lo quesé es que hoy es jueves, y he oído zip, cero, nada de él en varios días. Como una tonta, he estado sonriendo, mirando a mi teléfono y esperando algo, pero, para ser honestos, mi teléfono ha comenzado a sentirse como una carga pesada, inmóvil en mi bolso, y su silencio me está diciendo cosas, cosas que GREYSON probablemente no tiene las pelotas de decirme él mismo. ág in a3 8 Fue bueno. Para una aventura de una noche. Gracias por la mierda. No vas a escuchar de mí otra vez. —Todavía no hay nada —le digo a la defensiva a Pandora mientras me levanto y llevo mi teléfono al baño de mujeres. Me encierro en el interior y voy a lavarme la cara en el lavabo. Pienso en los ojos color avellana con motas de color verde y la mirada que Greyson King seguía dándome... y me siento tan miserable y más que decepcionada, poco a poco escribo otro mensaje mientras una fuente de emoción sigue creciendo en mi pecho. Sigo pensando que te imaginé. Espero un par de minutos. Me lavo las manos, las seco, reviso mi teléfono, me miro las uñas, reviso mi teléfono. Hay un golpe en la puerta y uno de mis colegas llama—: ¿Hay alguien ahí? Mierda. Le grito—: ¡Ya salgo! —Entonces me paseo un poco, vuelvo a leer el mensaje que le envié, incluyendo la cara triste y, de repente, me siento como la tonta más grande del mundo. Esta mañana lo busqué en Google y, sorprendentemente, nada de nada. No hay rastro de Greyson King en Internet. Podría haber sido un fantasma. Un fantasma que no responde a mis mensajes, que no está interesado en mí, que no siente la conexión que me ha estado comiendo y royendo, inquietantemente consumiéndome. Un fantasma que yo, la borracha Melanie, inventé para dejar de sentirme sola. ág in a3 9 Requiere Trabajo Ser Un Imbécil Traducido por Diss Herzig Corregido por Esperanza Greyson No puedo recordar a nadie jodiendo con mi cabeza más de lo que mi padre lo hace, así que no estoy seguro de lo que me está sucediendo, excepto que estoy distraído como la mierda esta semana. Melanie está en lo profundo de mi maldita cabeza y profundo bajo mi puta piel. Estoy tratando de sacarla de mis pensamientos conscientes, pero ahí está. En mi subconsciente. Jugando con mi anillo del pezón como si fuera su propio juguete personal. Quería saborearla. Ahora la he probado, pero no estoy satisfecho. Quiero hacerla jadear como si acabara de ganar el maratón de Nueva York, Hacerla gemir como si estuviera por ganar el maldito concurso Nacional de Gemidos. Y quiero hacerla sonreír como ella lo hizo cuando la llevé a casa. He estado esforzándome para concentrarme, mantener la cabeza en el juego, los ojos abiertos. Pero Cristo. Ella no lo está haciendo fácil. Esta semana he trabajado dos marcas más en mi lista. También me he dado cuenta de que la leucemia de mi padre es real, al menos los expertos que traje lo han confirmado. Él se instaló en una casa residencial de dos pisos, cerca de donde la temporada de Underground comenzará en un mes. Y es extraño. Incluso su voz tiene un timbre diferente. Su mirada no es tan dura. Cuando entré, me preguntó cómo iba. ág in a4 0 —Logré la mitad de la lista... —No la lista. ¿Cómo te va? Lo miré, y no con confusión, sino con una lenta, rabia latente. —Has hecho un gran trabajo en ser un imbécil durante veinticinco años. No lo cambies ahora. —Me alejé. —¿Por qué no? —llamó, tosiendo por el esfuerzo que se tardó en decir eso. Silenciosamente hervía en el interior, apreté los puños, mis nudillos mordiendo mis guantes de cuero. —Debido a que no cambiará nada. Ahora estoy fuera de la casa, trabajando en mi tercera marca, pero ella todavía está en mi cabeza. Sigo viendo sus ojos verdes, ojos verdes que se volvieron de un oscuro esmeralda mientras se corría como un maldito cohete, revolviéndose y retorciéndose debajo de mí. Es un diamante precioso que cada ladrón quiere robar, ese gatito que cada perro quiere perseguir, la yegua que quieres montar, sujetar y dominar, pero no completamente. Oh, no, no todo porque su salvajismo te excita. Su salvajismo te hace más salvaje. Te vuelve jodidamente hambriento. Infierno, en estos días pasados me siento como si no hubiera comido en cien mil jodidas semanas. ¡Maldita sea! Fuera de mi cabeza, princesa. Me acomodo en la mesa del parque cuando mi objetivo por fin aparece. Me siento detrás de un periódico abierto con mi semiautomática SIG oculta y firmemente debajo, mis gafas de aviador blindando mis ojos mientras pasa. Puedo mantener mi voz lo suficientemente baja como para no alarmar a nadie, pero lo bastante fuerte para ser escuchado por la pobre mierda que estoy aquí para agarrar. —Siéntate —le digo. Salta al sonido de mi voz y revisa dentro de su bolsillo por lo que asumo que es un método de auto-defensa. —Un tipo como tú, no puede verlo, pero hay varios tiradores apuntándote desde todos los ángulos. Así que lo mejor sería sentarte. Cae como plomo en la silla que pateo hacia él. —Entonces —le digo, doblando el periódico y nivelándolo con mi atención, mientras mi semiautomática SIG sigue estando, debajo del periódico doblado, apuntando a su corazón. Deslizo mis gafas aviadoras a la cima de mi cabeza y me inclino hacia atrás mientras estudio al hombre. De mediana edad, probablemente se ha dado cuenta que estará atrapado en un trabajo de mierda por el resto de su vida y pensó que podía apostar su camino a una vida mejor, y en su lugar se puso peor. ág in a4 1 —Pasé por tu casa ayer a dejar un pequeño presente, pero tenía miedo de que tu esposa vería el contenido, y considerando la naturaleza... Con mi mano libre, le deslizo un sobre de papel manila. Sus manos tiemblan mientras lo abre. La sangre se drena de su rostro mientras las imágenes de él y su amante desnuda caen fuera. —Santa... —jadea. —Te tiene agarrado por las pelotas, ¿huh? —Me inclino para que pueda oírme bien. Mi sangre pulsa caliente mientras saco de mis pensamientos a mis propias pelotas, y mi propio pequeño sexy problema desnudo, conduciéndome a más de una pequeña locura últimamente—. Pensaste que podías follar a esta chica una vez y alejarte, pero no pudiste. Era salvaje y te gustó eso. Te miró como si fueras el maldito regalo de Dios al género femenino; te debe haber gustado eso también. Hago una pausa durante tres latidos del corazón mientras mi marca se pone cada vez más y más pálida. —Apuesto a que estás obsesionado con la forma en que se siente, la forma en que su cabello huele, cómo sonríe, cómo camina, cómo coquetea con otros putos hombres... Bueno, Hendricks, estoy aquí para decirte que le debes al Underground $168,434 dólares por tus pérdidas en el juego, y estamos listos para cobrar. —Me recuesto y deslizo mis aviadores de vuelta sobre mis ojos—. No puedes mantener a tu coño sobre mi dinero. ¿Queda claro? El tipo está pálido como un fantasma, así que es seguro asumir que estamos jodidamente claros aquí. Recojo el periódico, SIG y todo, dentro del bolsillo de mi chaqueta. —Uno de mis hombres te verá aquí, mañana. —Cuando me levanto, me agacho y digo—: Tengo copias de estas fotos. Las obtendrás cuando pagues por lo que debes, pero no me pruebes. Tengo una motivación tan fuerte como la tuya. — Mi madre. Mi libertad. Y mis propias jodidas bolas, en un torbellino sobre una chica de cabellos dorados, ojos verdes y una sonrisa que me destripa. Sí, estoy en mierda aún más profunda que este pobre tipo. Cuando el objetivo se va, C.C. y yo vamos a revisar con el equipo en silencio. Todos ellos se encuentran en el “yate”, como un Gran Hermano enfermo en casa de mar, incluyendo las cámaras de vigilancia. Mi padre se sienta allí, contento de estar fuera de la casa y conseguir la esencia de la planificación. En cuanto al equipo... Tengo las pestañas en Derek para asegurarme de que no está traicionando lo que sabe, pero el resto, siempre estoy observando,