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Esta es una traducción hecha por fans y para fans. El grupo de The Man Of Stars realiza este trabajo sin ánimo de lucro y para dar a conocer estas historias y a sus autores en habla hispana. Si llegaran a editar a esta autora al idioma español, por favor apoyarla adquiriendo su obra. Esperamos que disfruten de la lectura. DISEÑO CONTENIDO Sinopsis ............................................................................................................. 4 Uno .................................................................................................................... 5 Dos ....................................................................................................................15 Tres .................................................................................................................. 25 Cuatro .............................................................................................................. 35 Cinco ................................................................................................................48 Seis ...................................................................................................................63 Siete .................................................................................................................76 Ocho ................................................................................................................ 84 Nueve ...............................................................................................................95 Diez .................................................................................................................107 Once ................................................................................................................116 Doce ............................................................................................................... 129 Trece ...............................................................................................................145 Catorce ........................................................................................................... 156 Quince ............................................................................................................ 170 Dieciséis ......................................................................................................... 176 Diecisiete ....................................................................................................... 189 Dieciocho .......................................................................................................205 Diecinueve ......................................................................................................217 Veinte .............................................................................................................230 Veintiuno ....................................................................................................... 236 Veintidós ....................................................................................................... 244 Veintitrés .......................................................................................................249 SINOPSIS Nunca te enamores del monstruo que llevas dentro. Telarion y yo tenemos un entendimiento: · Nunca hablar de nuestras emociones. · Nunca expresar nuestros sentimientos el uno al otro. · Nunca pasar las tardes juntos. Afortunadamente, atrapar eldritch es un trabajo agotador y que consume mucho tiempo. Agrega un intento de secuestro y un montón de místicos desaparecidos, y quién tiene tiempo para asuntos del corazón, ¿verdad? Cuando tropiezo en el camino con un civil eldritch en el reino eldritch, las cosas se ponen aún más interesantes. Resulta que hay un macho eldritch en nuestro lado de la grieta. Traerlo de vuelta podría ser la clave para mis preguntas sobre mi madre y sobre el mundo misterioso. El peligro y el eldritch podrían ser mis salvadores, si tan solo pudiera concentrarme para hacer el trabajo. El único problema es que Telarion se ha convertido en algo más que mi maldición. Se ha convertido en mi adicción. Y nuestras reglas… Bueno, ¿no dicen que las reglas están hechas para romperse? UNO Pasar mi sábado por la noche agazapada en los arbustos frente a un acogedor bistró, vigilando a mi mejor amiga, es una manera horrible de comenzar el fin de semana. Pero aquí estaba yo, y no estaba sola. Archie se agachó a mi lado, con los prismáticos pegados a la cara como un segundo par de ojos. Me froté las manos para activar la circulación. Maldita sea, hacía frío. Debería haber traído guantes. Tal vez si hubiera sabido que estaríamos aquí durante casi una hora, lo habría hecho. Los arbustos susurraron, y miré hacia abajo para ver una nariz oscura y húmeda olfateando. Este fue el tercer perro en investigar nuestro escondite. Aparté los arbustos para mirar al dueño. —Oye, muévete. Este está tomado. El hombre se tambaleó hacia atrás, tirando de la correa del perro. —Pervertidos. Se alejó. Tenía razón: esto era espeluznante y exagerado, y si Nandi se enteraba de que la habíamos espiado de esta manera, se pondría furiosa. Pero Archie, dulce, totalmente enamorado de Nandi, había presentado un caso convincente en contra de que Nandi saliera con este chico, siendo su falta de cuentas en las redes sociales uno de ellos. Pero Nandi había insistido en que Toby Keller era un tipo encantador. Lo había visto varias veces en la cafetería cuando él había entrado con su anciana madre. Pero su madre había fallecido recientemente, lo que le permitió a Toby finalmente invitar a salir a Nandi. Me sonaba dulce, pero Archie no estaba convencido, y si la vigilancia le impedía colarse en la cita de Nandi, que así sea. Sí, le estaba haciendo un favor a Nandi, eso era todo. Totalmente aceptable y cien por cien no espiándola. —¿Quieres los binoculares? Archie le tendió los binoculares. Hice ademán de tomarlos y luego me controlé, la vergüenza coloreando mis mejillas. —No. Estoy bien. —¿Estás segura? Frunció el ceño. —No los necesito. La última vez que comprobé, se estaba divirtiendo—Levanté mis cejas deliberadamente—. Disfrutando de su cita. A la que ella no nos invitó. Archie resopló y volvió a mirar. —Míralo alimentándola de su plato. Podría estar drogadola. —¿La comida en su plato podría estar drogada? Escucharte a ti mismo. Archie, esto es ridículo. deberíamos irnos. Si Nandi se entera de que hicimos esto, se va a enojar. —No tiene presencia en las redes sociales —Me recordó Archie— ¿Tienes alguna idea de lo jodidamente espeluznante que es eso? —O tal vez solo le gusta su privacidad. —La mayoría de los asesinos en serie lo hacen. Oh Dios. Tomé los binoculares de su mano, obligándolo a mirarme. —No se trata de la presencia del chico en las redes sociales, se trata de que salga con Nandi. Estás enamorado de ella, y verla con otras personas te molesta. Apretó la mandíbula con obstinación. —No. —Pero por favor, la última vez que tuvo una cita te pasaste toda la noche paseando. ¿Cuántas tinas de fideos te tomaste esa noche? —Tres —Parecía avergonzado—. Mira, no niego que me preocupo por ella, y sí, me puse un poco celoso, pero esta vez es diferente. Hay algo muy serio con este tipo y no estarías aquí conmigo si no lo sintieras también. De acuerdo, todo el hecho de no tener cuentas en las redes sociales y ninguna huella en absoluto era súper extraño. Nandi lo explicó como si no tuviera tiempo, con una madre enferma y todo. Pero eso no me sentó bien. Seguramente estar atrapado en el interior como cuidador significaría que las redes sociales serían un salvavidas. Ni siquiera había fotos del chico en línea. Realicé una verificación de antecedentes que arrojó la información mínima para mostrarme que él existía, pero eso fue todo. Era casi demasiado... nada. Ni siquiera una deuda impagada o un pago atrasado en el archivo del informe de crédito. De hecho, el único crédito que tenía era por una casa que había alquilado hacía un tiempo. Nadadesde entonces. Lo cual Nandi había explicado una vez más cuando se mudó con su madre para cuidarla, pero aún así... El tipo era casi un fantasma. Supongo que el hecho de que fuera guapo ayudó en su caso. Traté de visualizar su rostro, que había visto a través de los binoculares hace unos minutos, pero no lo vi. Sentí un hormigueo en la columna y me temblaron las tripas. —Archie, ¿qué color de cabello tiene Toby? —¿Qué? —Toby Keller, la cita de Nandi. ¿Qué color de cabello tiene? Archie abrió la boca para responder, luego la volvió a cerrar. —Mierda. Me quitó los binoculares y miró al otro lado de la calle. Nandi y su cita tenían una mesa en una fila de distancia de las ventanas, por lo que no podía verlos en absoluto sin los binoculares. Archie dejó caer los binoculares y me miró. —Tiene… Joder —Volvió a mirar—. Pelo castaño —Me pasó las gafas—. Sí, definitivamente… —Frunció el ceño— ¿De qué color dije? Sus ojos se abrieron y el presentimiento en mi estómago floreció en pánico en toda regla. El hecho de que ninguno de nosotros pudiera recordar cómo se veía Toby cuando no lo estábamos mirando directamente solo podía significar una cosa. La magia estaba en juego. No había forma de que este tipo fuera humano. —Necesito hablar con ella. Hice para estar de pie. Archie me agarró del brazo. —Espera, se van. Efectivamente, Nandi y Toby acababan de salir del restaurante. Ella le sonrió, luciendo hermosa en vaqueros ajustados, botas de tacón pequeño y una chaqueta de cuero ceñida. Se había dejado el pelo suelto esta noche y le caía hasta la cintura en gruesas ondas oscuras. Toby le puso la mano en la parte baja de la espalda y la alejó del restaurante. —El subterráneo está al otro lado —dijo Archie— ¿Adónde la está llevando? Sólo hay una forma de averiguarlo. Salí de los arbustos y lo seguí. Cruzamos la carretera, esquivamos los coches, y llegamos al otro lado de la calle. Un grupo de personas apareció más adelante, esparciéndose alrededor de Nandi y Toby, tragándolos por un momento. Los vislumbré a través de huecos en la multitud. La gente se desvió hacia el borde de la carretera y luego la cruzó, dejándonos con una vista sin obstáculos de la calle silenciosa y vacía. —¿A dónde fue? Cogí velocidad, pero Archie se adelantó, su pánico como una bestia infecciosa agarrándome por la garganta para impulsarme hacia adelante. Un golpe fue seguido por un grito de alarma. Archie patinó hasta detenerse en la boca de un camino de acceso entre los edificios. —¡Detente! Desapareció de la vista. Eché a correr y me zambullí entre los edificios, observando la escena en ráfagas rápidas. Un coche aparcado delante, con el maletero abierto, Nandi y su cita peleándose y Archie atacando con un grito de guerra que enorgullecería a cualquier vikingo. Los alcancé cuando Toby se tambaleó hacia atrás, agarrándose el muslo donde Nandi había clavado una daga. Archie le dio un puñetazo en la nariz, sacudió el puño y volvió a golpearlo. Lo rodeamos. Moreno, no, rubio, no, era calvo y su cara era una mancha sin detalles que pudiera recordar. —¿Qué diablos eres? —preguntó Nandi— ¿Por qué estabas tratando de secuestrarme? La ignoró y alcanzó la daga en su muslo. —Saca eso y te desangrarás —Le advirtió Nandi. —Para el Santo. Sacó la daga de su muslo y se cortó la garganta. Nos quedamos congelados, observando cómo caía al suelo, arañando con la mano el cuello que había cortado voluntariamente, convulsionando y desangrándose. —¡Mierda! —Nandi fue la primera en moverse, cayendo de rodillas a su lado y presionando ambas manos sobre la herida. Archie entro en acción, sujetando la mano que empuña la daga de Toby para evitar que la use con Nandi. Inútil, porque el tipo ya no se movía. Nandi apartó las manos ensangrentadas de su cuello. —Está muerto. Pero no era su cuello en lo que estaba enfocado. Era su cara. Su rostro inexpresivo y sin rasgos. Devyn tomó nuestras declaraciones. La historia habría sonado loca si no fuera porque la evidencia se guardó en una bolsa para cadáveres. Los oficiales del Gremio Oscuro también habían visto la falta de rostro de Toby. —Tiene agujeros en la nariz —dijo uno de los otros oficiales. Mujer, con cabello morado y azul, había estado mascando chicle desde que llegó aquí. Sacó un globo de su boca y lo envolvió en un pañuelo antes de meterlo en su bolsillo—. No conozco una raza, pero tomaré muestras en el laboratorio, veré si puedo averiguar quién y qué es. —Gracias, Jinx —dijo Devyn—. Mantenme informada —Se chupó el labio inferior, como si quisiera decir algo—. Eres una necromística, ¿verdad? —Le preguntó a Nandi. —¿Sí, por qué? ¿Crees que le hice eso en la cara? Miró a Devyn con horror. Di un paso al frente, lista para defender a mi amiga, pero Devyn me interrumpió. —No. Solo obteniendo toda la información. —Mierda —dijo Archie—. Estás escondiendo algo. Lo puedo oler. —Deberías decirles —dijo Jinx—. Habrá una declaración emitida pronto. Este ha sido el octavo. —¿Espera que? —Miré de Jinx a Devyn— ¿Ha habido más ataques como este? —No se han reportado ataques, pero faltan seis psíquicos y un nigromante —dijo Devyn—. No hubo evidencia que sugiriera que los casos estaban relacionados, o que hubo algún juego sucio involucrado. Pero siendo tú una necromística, necesitamos considerar otras posibilidades. —Los tipos sin rostro que intentan poner necromísticos en los baúles de los coches no son normales —dijo Jinx con una sonrisa irónica. —¿Viste la tinta en su muñeca? —preguntó Nandi. Jinx frunció el ceño. —No había ninguna. —Sí, lo hay —dijo Nandi—. Le pregunté sobre ello. Dijo que era parte de un escudo familiar. Jinx agitó una mano hacia los chicos que cargaban el cuerpo en una camioneta. —Ábrelo. Necesito ver sus muñecas. Obedecieron y nos reunimos alrededor mientras Jinx se ponía los guantes y levantaba con cautela cada una de las manos de Toby. Estaban limpios. —Allí, ¿lo ves? —Nandi señaló. —No hay nada allí —dijo Devyn. —Nada que podamos ver —Saqué una libreta y un bolígrafo del bolsillo de mi chaqueta y se los entregué a Nandi—. Dibújalo. Hizo un bosquejo del símbolo y nos lo tendió. Un ankh1 con zigzags gemelos que lo atraviesan. —¿Te suena algo? —Devyn le preguntó a Jinx. Jinx negó con la cabeza. —Milo podría reconocerlo. Sacó su teléfono y tomó una foto de la imagen. —Se lo enviaré ahora. —¿Quién es Milo? —preguntó Nandi. —Nuestro cerebro residente —dijo Jinx—. A él le gusta leer. Mucho. —Y él sabe cosas —agregó Devyn. Pasé las páginas de mi cuaderno hasta que llegué a la copia que había hecho de los símbolos en la lápida en el reino eldritch. —¿Crees que podría ayudarme con esto? Jinx miró a Devyn, quien se encogió de hombros. Jinx tomó una foto de la página. —Se lo enviaré con tus datos. ¿Cuál es tu número? Recité los dígitos. —Hecho. Ahora, si no te importa, tengo un cuerpo para examinar. 1 El Ankh es uno de los simbolos más reconocibles del antiguo Egipto, conocido como "la llave de la vida" o "la cruz de la vida". Ella retrocedió, dándonos un saludo fingido antes de girar sobre sus talones y caminar hacia la camioneta. Devyn miró el vehículo de Toby, que estaba siendo revisado en busca de pruebas forenses. —Debería ponerme a trabajar. Vete a casa. Mantenerse a salvo — Clavó su mirada en Nandi—. Te llamaré cuando tenga más información. Caminó hacia el coche, que todavía tenía el maletero abierto. Reprimí un escalofrío. —Te iba a empujar allí. Nandi se estremeció. —No puedo creer que me enamoré de su acto de chico dulce. Si no hubierais venido... —Frunció el ceño—. Espera... ¿qué estaban haciendo en esta parte de la ciudad? Eeek. Pasé un brazo alrededor de su hombro y la alejé de la escena del crimen. —Esa es una historia que se cuenta mejor en casa, con una buena taza de té caliente en la mano. —Espera, ¿me estabais espiando? Me estabas mirando, ¿no? Oh, Dios mío, ¿esos son binoculares? DOS —¿Qué pasó con tomar una noche libre? —preguntó Quentin. Archie, Nandi y yo nos sentamos en la mesa de la cocina frente a él, tazas de té frente a nosotros; después de todo, era la bebida curativa.Después de seis semanas de rastrear y atrapar monstruos sobrenaturales, sin mencionar los trabajos para mantener Real Deal en números negros, Quentin había insistido en que nos tomáramos un fin de semana libre para recargar energías. Nandi había elegido tener una cita, y Archie y yo habíamos elegido acosarla. —Es una suerte que no nos hayamos tomado la noche libre —dijo Archie. —Ni siquiera puedo estar enojada —Nandi tomó un sorbo de té—. Gracias por seguir tu instinto y acecharme. Me sonrió como si hubiera sido idea mía. Levanté mis manos. —No me des las gracias, gracias a Archie. Estaba dispuesto a dejarte hacer lo tuyo, pero Archie tenía un mal presentimiento y no se callaba al respecto. Miró a Archie, quien olió y se encogió de hombros. —Sí, bueno, tengo una gran intuición. En este momento, puedo decir que Quentin está a punto de regañarnos. Quentin suspiró. —Siempre preparados, ¿aún no lo habéis aprendido? —Fijó una mirada en mí—. Saliste sin tu mochila —Dirigió otra mirada a Nandi—. Y salisteis sin vuestros puñales. Tuvisteis suerte de poder desarmar a tu atacante y usar su arma contra él. La suerte no tuvo nada que ver con eso; Nandi era un excelente luchadora. Miré a Nandi, esperando que ella se lo dijera, pero ella simplemente apretó los labios y tomó la amonestación. Eso no era propio de ella. Este ataque obviamente había sacudido su confianza. —Y tú—Quentin fijó su mirada azul en Archie—. Lo hiciste bien. Archie parpadeó sorprendido. —¿Lo hice? —Escuchaste tu instinto, seguiste su advertencia y, por eso, Nandi está a salvo en casa con nosotros. Lo hiciste muy bien, Archie. Archie parpadeó un poco más y se aclaró la garganta. —Sí, bueno, tengo hambre, ¿alguien más tiene hambre? —Empujó su silla hacia atrás y se puso de pie—. Voy a hacer un pedido. Salió de la habitación. Quentin frunció el ceño. —¿Dije algo que lo molestó? —No —Nandi sonrió cariñosamente a la puerta—. Archie no se toma bien los cumplidos. Quentin llenó su taza. —Fue bien merecido. Hablé con la Orden, y están tan perplejos como el Gremio Nocturno sobre qué es esta criatura de Toby. Estarán en contacto con el Gremio Nocturno en este caso. Los psíquicos y los místicos caen bajo su jurisdicción —Miró a Nandi—. Los necromísticos son un área gris. —Lo sé. Lo prefiero de esa manera. —De cualquier manera, este es un ataque a nuestra gente, y no nos quedaremos de brazos cruzados y dejaremos que suceda. —Pero este tal Toby está muerto ahora —dijo Nandi—. La amenaza debería terminar a menos que... ¿Crees que es parte de un grupo? Después de seis semanas de trabajar con mi manejador, pude leer su rostro. —Crees que habrá otro ataque pronto, ¿no? —Creo que esto no ha terminado —dijo Quentin—. El tatuaje que describiste que está oculto a los ojos humanos y sobrenaturales me hace pensar que esto puede ser algún tipo de actividad de culto o secta. Ha habido muchas organizaciones de este tipo a lo largo de la historia. Grupos tras el poder, utilizando sacrificios humanos en sus rituales. Podríamos estar lidiando con algo similar, excepto que los humanos son una especie protegida, el culto se ve obligado a buscar la siguiente mejor opción, los místicos y psíquicos que son casi humanos pero no. Dejé escapar un suspiro. —Bueno, esperemos que Devyn y su equipo descubran a qué nos enfrentamos. Mientras tanto… —Tomé suavemente la mano de Nandi—. No vas a ningún lado sola, ¿de acuerdo? Asintió. —Acordado. —Está bien, descansa un poco —dijo Quentin—. August, tienes tu biochequeo mañana por la mañana y el lunes volvemos a trabajar, así que usa el tiempo que tengas entre ahora y entonces para relajarte. Teníamos cinco arcanos más que encontrar. Entonces tendría mi cura y Telarion y finalmente estaríamos separados. El pensamiento evocó una mezcla de emoción y pavor. Mi aberración y yo habíamos estado unidos durante casi cuatro meses, y era difícil recordar un momento en que él no vivía dentro de mí, cuando su voz no era una presencia reconfortante en mi cabeza. Estar atada a Telarion ahora se sentía tan natural como respirar, pero también era una barrera que nos impedía explorar los sentimientos que crecían entre nosotros. ¿Cómo podríamos saber con certeza si estos sentimientos eran reales mientras estábamos tan inextricablemente conectados? No podíamos, no hasta que la Orden de Yaga nos separe, y para que eso sucediera, necesitaba completar la tarea que me encomendaron y atrapar al último de los trece arcanos que habían logrado evadirlos hasta ahora. También necesitaba averiguar quién había matado a mi madre, y para hacerlo tenía que traducir los grabados en una lápida sobrenatural y terminar de mapear el área alrededor de esa grieta. Las respuestas que necesitaba estaban tan cerca que podía saborearlas, y nada se interpondría en mi camino. Quentin se fue de nuestro té, alegando que tenía trabajo que hacer. Giré mi silla para mirar a Nandi. —¿Estás bien? Ella sacudió su cabeza. —Soy una idiota. —Está bien... Explícate. —Sentí que había algo raro en Toby, pero decidí ignorarlo. Lo excuse porque quería tener algo normal. Solo quería tener una cita con un chico dulce y divertirme, ¿sabes? —Lo entiendo, Nand. Los últimos meses han sido duros y llenos de locura. —Ni siquiera se trata de eso... —Se detuvo y miró hacia otro lado. —¿Bebé? ¿Qué es? ¿Qué te molesta? Tomó mis manos y me miró a los ojos con seriedad. —¿Alguna vez has sentido que estás viviendo la vida de otra persona? ¿Como si hubiera algo más, algo que se suponía que debías hacer pero no sabías qué es? Quería entenderla, conectarme con ella en esto, pero no pude. Sabía lo que estaba destinada a hacer. Tan apestoso como era, era el camino correcto y las respuestas se revelarían eventualmente. Mis pensamientos debieron mostrarse en mi rostro porque soltó mis manos con una sonrisa cansada. —Voy a tomar una ducha y luego irme a la cama. Estoy agotada. —Está bien, bebé. Mañana haremos un delicioso asado dominical y almorzaremos en familia. —¿Alguien dijo asado? —El tío Fred entró en la cocina, el cabello canoso espolvoreado con hielo derretido—. Ah, que calor. Ambos nos giramos para mirarlo, notando el brillo en sus ojos y la sonrisa que tiraba de sus labios. Me había girado en mi asiento para enfrentarlo, y ahora apoyé mi brazo en el respaldo de mi silla y me incliné hacia atrás para mirarlo de arriba abajo. —Alguien tuvo una gran noche. —¿Cuándo conoceremos a la persona que pone esa sonrisa en tu rostro? —preguntó Nandi. —No tengo idea de lo que estás hablando —resopló—. Simplemente estaba con unos amigos —Se sirvió un poco de té— ¿Cómo estuvo tu noche? Nandi y yo intercambiamos miradas y vi mi determinación escrita en su rostro. Ambas lo miramos y sonreímos. —Fabuloso—dijimos al unísono. Empujé mi silla hacia atrás. —Te lo contaremos todo mañana. Necesito pasar y ver a Jacob antes de acostarme. Fui derecha a la salida. —Salúdalo de mi parte —llamó Nandi. —Lo haré. Esta noche era noche de juegos y me lo había perdido. Jacob no iba a ser feliz. Mi tatarabuelo había estado muerto mucho tiempo, pero eso no impidió que Jacob Vera tuviera una opinión. No. Para nada. De todos los antepasados que vivían en el cementerio detrás del castillo negro al que yo llamaba hogar, Jacob era el que más hablaba. El cabecilla, por así decirlo. Él había sido el que necesitaba ablandar para ser bienvenida en esta comunidad fantasmal, y lo hice. Nandi y yo lo hicimos. Era una pena que venir aquí le causara dolor mental ahora. Desde que sus habilidades se manifestaron, los fantasmas aquí se habían vuelto demasiado ruidosos para Nandi. La línea mística sobre la que se construyó el cementerio le dificultaba poner una barrera a todos los espíritus que deseaban hablar con ella. Había dejado de venir aquí, pero yo no. Para mí, este era un lugar de soledad y comodidad. Mi refugio cuando necesitaba un momento de tranquilidad para pensar. Excepto que esta noche ese santuario había sido violado. Escuché voces provenientes de la cripta de Jacob. Su risa se mezcló con los tonos profundos y roncos de otro. Atraveséla puerta de hierro abierta y miré con cautela la lúgubre cripta. Se encendió la lámpara y dos figuras se sentaban una frente a la otra en la pequeña mesa que Jacob y yo usábamos para los juegos. Jacob levantó la vista del tablero de ajedrez y me vio. —Ah, August, lo lograste. La otra figura, la que me daba la espalda, se tensó. —Telarion en realidad me está ganando al ajedrez, ¿puedes creerlo? —Jacob sonrió—. Fabuloso, absolutamente fabuloso. Quería preguntarle a Telarion qué estaba haciendo aquí en lugar de estar cazando en la ciudad. Quería adentrarme más en la cripta para ver mejor su rostro porque se sentía como una eternidad desde que lo había mirado profundamente a los ojos. Desde nuestro beso en mi habitación hace seis semanas, Telarion había mantenido su distancia. Desaparecía al atardecer y regresaba al amanecer, y cuando seguíamos el rastro de un Eldritch, usábamos a Nandi y Archie como amortiguadores. La única vez que nos comprometimos fue cuando me alimentó con su fuerza vital, cuando me tocó y me hizo desmoronarme. La idea de su cuerpo presionado contra el mío hizo que se me secara la boca y me doliera la garganta. Su fuerza vital evitó el hambre durante una semana, pero estaba a punto de necesitar otra dosis. Pronto. Y ahora él estaba aquí, y podría verlo antes del amanecer. —Oye —Me uní a ellos en la cripta— ¿Qué estás haciendo aquí? — Mantuve mi tono ligero y alegre. Hizo un movimiento en el tablero que hizo que Jacob aplaudiera y se riera como un maníaco. —Bravo, no lo vi venir. Que reto, que reto. Fruncí el ceño a mi tatarabuelo. —No está bien. Hizo un gesto desdeñoso con la mano. —Ah, aguanta, botón de oro, esto es ajedrez de verdad. Me crucé de brazos y él me miró desde debajo de sus pobladas cejas. —Pero yo aún te amo. Rodé los ojos. —¿Telarion? Levantó la barbilla y clavó sus ojos esmeralda en mí, absorbiendo el aliento de mis pulmones con una sola mirada que hizo que mis rodillas se debilitaran. El tic en su mandíbula era la única indicación de que estaba afectado por las miradas cruzadas. —Me disculpo si me excedí —dijo. —¡Oh tonterías! —Jacob hizo un gesto con la mano—. Puedes venir a visitarme cuando quieras. Hizo un movimiento en el tablero que Telarion contrarrestó de inmediato. —Jaque mate. —¿Qué? —Jacob se recostó, sacudiendo la cabeza—. Exijo una revancha. Telarion se levantó de su asiento. —Tal vez mañana por la noche, viejo. Pero ahora debo alimentarme. Su mirada cayó a mi cuello y mi pulso saltó debajo de él. ¿Necesitaba mi sangre? Hice la pregunta con mis ojos. Se oscureció y abrió la boca antes de dar un paso atrás, permitiendo que las sombras lo envolvieran y ocultaran su expresión, dejando solo el brillo de sus ojos visible. —Todavía hay tiempo para cazar al mal. No me perdí el gruñido en sus palabras, o la forma en que apretó los puños. Quería mi sangre, el contacto, el calor tanto como yo quería dárselo. Tragué el nudo en mi garganta. —Bueno esta bien. ¿Te veré más tarde? —Asegúrate de que estás dormida. Barrió de la cripta. Permití que mis rodillas se doblaran y me dejé caer en el asiento que acababa de dejar libre. —Me gusta—dijo Jacob. —Sí, a mí también me gusta. Y ese era el problema. TRES Toqué la venda de los ojos. —¿Es esto realmente necesario? —No, pensé que sería divertido vendarte los ojos —dijo Quentin secamente. —No hay necesidad de ponerse quisquilloso. —Entonces no hagas preguntas redundantes. Me recosté en mi asiento con un suspiro. No me fue bien con el estómago vacío. Todo lo que conseguimos antes de salir de la casa fue una taza de té para cada uno, que Quentin había preparado amablemente. ¿Por qué la Orden tenía que hacer sus nombramientos tan temprano? —Sabes, conducir es bastante aburrido cuando no puedes mirar la vista, sin mencionar que se siente un poco secuestrado. —¿Quieres que te ponga en el maletero para completar el sabor? —Jaja. Lo que tienes que hacer es decirle a Genevieve que esta mierda ya no es necesaria. Telarion no está dispuesto a arrancarle la garganta. Tenemos un trato, y no pretendemos cagarla. —Es el protocolo —dijo Quentin—. En lo que concierne a la Orden, eres un activo comprometido en este momento. Una vez que estén separados, ya no habrá necesidad de esa venda en los ojos. Me permití un momento para absorber sus palabras. —¿No es necesario porque firmarán un contrato para dejarme en paz? Se quedó en silencio durante varios segundos. —Lamento la demora en ese frente, August. Los caminantes de grietas pertenecían a la Orden. Así eran las cosas, pero mi madre había obligado a la Orden a firmar un contrato de sangre para dejarme en paz. Telarion al infectarme había roto ese contrato al convertirme en un peligro para la sociedad. Me había vuelto a poner en las garras de la Orden. Necesitaba un contrato que estipulara mi libertad una vez que Telarion y yo estuviéramos separados. Pero la Orden estaba arrastrando los talones en ese frente. —Una semana es un retraso, pero ha pasado más de un mes. ¿Cuál es el soporte? No, olvídalo. Yo misma se lo preguntaré cuando lleguemos —Condujimos en silencio durante varios minutos— ¿Y cuándo estaremos allí? —Pronto. Toma, escucha algo de música. Encendió la radio en un canal antiguo. Exhalé y me concentré en mi interior, buscando a Telarion, pero estaba enterrado profundamente, en silencio, y ni siquiera estaba seguro de que estuviera vigilando en este momento. Traté de mantenerme despierto para su regreso, pero fracasé. Extrañaba al bastardo gruñón y arrogante. Urgh. —Estamos aquí —dijo Quentin. Un cosquilleo me recorrió la piel: las protecciones de la Orden me ponían a prueba, comprobaban mi identidad antes de admitirme. El coche se detuvo y Quentin apagó el motor. —Puedes quitártelo ahora. Me quité la venda de los ojos y respiré hondo mientras inspeccionaba el lúgubre estacionamiento subterráneo a través del parabrisas. Quentin se rió entre dientes. —No estabas hambrienta de oxígeno debajo de esa tira de tela que cubría tus ojos, ¿verdad? Fijé una mirada indignada en su dirección. —Seguro que se siente así —Abrí la puerta—. Terminemos con esto, tengo una cena asada para cocinar. Lo que había visto en el edificio de la Orden era clínico y desprovisto de marcadores que pudieran ayudar a cualquiera a identificar su ubicación. Esto significaba que no había ventanas. Estaba segura de que este no era el caso de todo el edificio, solo de la parte a la que me llevaron. Se usó una decoración blanca y gris en todas partes, y el olor distintivo de detergente antiséptico impregnaba el aire. Al menos podía estar seguro de que el lugar estaba limpio. El laboratorio al que me llevaron ciertamente lo era, con sus superficies limpias y viales prolijamente alineados en gabinetes de vidrio, todos mantenidos a temperaturas muy específicas. Me senté en un asiento de cuero color crema que parecía la silla de un dentista y dejé que me pincharan y hurgaran mientras Lila, la científica de la Orden, tomaba sangre y revisaba mis signos vitales. Esta fue una verificación más profunda que la que me dio la máquina con forma de ataúd en la habitación de Quentin. Algo que Genevieve decidió que era esencial. Esta era mi tercera visita y me estaba convirtiendo en una profesional. —Ya casi terminaste—dijo Lila con una sonrisa. Joven, bonita y alegre, Lila era la responsable de mi cuidado. Me caía bien, hacía que el tiempo pasara rápido con su charla e incluso me dio una piruleta después. Esta vez me entregó una verde. Se lo arranqué de los dedos, le arranqué el envoltorio y me lo metí en la boca. Mmm, el verde sabía bien. La puerta se abrió y esperaba ver a Quentin, pero en cambio me encontré frente a la esbelta y majestuosa figura de Genevieve. Saqué la paleta de mi boca. —Ah, justo la mujer con la que quería hablar. —Buenos días, señorita Vera —Miró a Lila— ¿Terminamos con las muestras? —Sí, señorita Pandora. —Bien, entonces podemos administrar el búfer. La puerta se abrió de nuevo y esta vez entró Quentin. Genevieve frunció el ceño. —Quentin, te pedí que permanecieras en la sala deespera. —Quiero estar aquí para esto—dijo Quentin. Un escalofrío me recorrió la espalda. —¿Está todo bien? Genevieve sonrió tranquilizadoramente. —Por supuesto que está. De hecho, tenemos una excelente noticia. Supongo que tu manejador simplemente quiere compartir tu reacción. Ahora estaba intrigada. —Siempre estoy dispuesto a recibir buenas noticias. —Hemos encontrado algunos obstáculos en nuestra síntesis de una cura para tu problema. —Espera, eso no suena como una buena noticia. Levantó una mano. —Déjame terminar. Necesitamos probar el medicamento un poco más antes de que podamos estar seguros de que es seguro de usar; sin embargo, hemos logrado sintetizar un fármaco para frenar tu metamorfosis para darnos más tiempo. Me senté más derecho. —¿La tienes? —Sí. Su sonrisa calentó sus ojos. —¿Entonces el hambre que siento se detendrá? Aquí sonrisa atenuada. —No, querida, la droga simplemente evitará que empeore, evitará que cambies más de lo que ya haces. La única forma de revertir completamente las cosas es desvinculándote de Telarion. Había explicado esto antes. —Está bien, entonces hagamos esto. —¿Qué pasa con los efectos secundarios? —preguntó Quentin. —¿Lila? —preguntó Genevieve. —Oh, um… veamos, síntomas parecidos a los de la gripe, dolores y molestias. Puede que le duela el brazo y que también tenga sudores nocturnos, pero todos de corta duración —Sonrió—. Vale la pena ralentizar las cosas. —Totalmente. Agítame, jefa. Extendí mi brazo. Lila le tendió un portapapeles con un formulario adjunto. Ella hizo una mueca. —Protocolo. —Ah, los temidos formularios de consentimiento —Garabateé mi nombre en la línea de puntos—. Lo que me recuerda, ¿cuándo recibo mi nuevo contrato? Genevieve miró por encima del hombro a Quentin. —Se los he dado a Quentin. La Orden acepta liberarte de tu deber una vez que ya no estés atada a Telarion, siempre que tus apetitos aberrantes desaparezcan. —Cuáles serán, ¿verdad? —Miré de Ginebra a Lila. —Sí —dijo Lila—. Eso es lo que sugieren los datos. —Pero debemos tener en cuenta la pequeña posibilidad de que no sea así —continuó Genevieve. Querían asegurarse de no liberar un monstruo en la sociedad. Bueno, dos monstruos, porque dejarían ir a Telarion. Tiene sentido. Yo haría la misma llamada si fuera ella. Si sigo siendo un monstruo, entonces ser monitoreado por la Orden sería lo correcto. —De acuerdo. Eso funciona. —Bien entonces —Genevieve juntó las manos—. Todo lo que queda es administrar el amortiguador. —Estaré afuera —Quentin salió de la habitación mientras Lila preparaba el pinchazo. Le ofrecí mi brazo y volví a meter la paleta en mi boca. Un domingo tarde el almuerzo con la familia fue lo más destacado de la semana. Había pasado demasiado tiempo desde que nos sentamos todos alrededor de la mesa para una comida como esta. Las papas estaban crujientes y deliciosas, el pollo cocinado a la perfección y las verduras salteadas que el tío Fred había preparado con su condimento especial eran para morirse. Incluso había hecho budín de Yorkshire desde cero. Archie se recostó en su asiento con un eructo que sobresaltó a Nandi. —Eres un cerdo—Lo golpeó juguetonamente. —Oídme, perras. Necesito más de esas papas. Me tendió su plato y le agregué varias papas. En lo que a mí respecta, nunca podrías tener demasiados asados en una cena de asado. Los cociné en grasa de oca espolvoreada con sal, pimienta, romero y un poco de ajo en polvo. Salieron divinos cada vez. —Voy a tomar más cerditos envueltos —dijo Nandi. —Yo también—agregó Quentin. Rápidamente se convirtió en parte de la familia, y era difícil imaginar que no estuviera presente. Hacer ejercicio en el comedor que había convertido en un gimnasio; tecleando en su computadora portátil en el ala norte llena de corrientes de aire, donde insistió en quedarse a pesar de mis numerosas ofertas para trasladarlo al ala este con el resto de nosotros, donde era cálido y acogedor; o simplemente sentarse conmigo en el salón, que en realidad era habitable después de la limpieza profunda de Archie, para simplemente charlar sobre mi día. Nos convertimos en... amigos. Capté su mirada y su sonrisa evocó un sentimiento cálido y reconfortante dentro de mí. —¿Cuál es el plan para mañana? —preguntó el tío Fred. —Estoy mapeando —Me limpié la boca con una servilleta—. Sendero de Silent Hill. —Ten cuidado—dijo el tío Fred. Sabían sobre la lápida y la rosa y estaban comprensiblemente preocupados. Mi mapeo me había permitido despejar un radio de cuatro kilómetros más allá de la grieta, llevándome a una estancia total de dos horas en el otro lado, más de lo que cualquier caminante de grietas había logrado sin sufrir daños. Mañana estaría empujando a dos horas y media; quién sabe, podría llegar al otro lado del bosque por el que había comenzado a caminar. —Estaremos en la oficina —Nandi puso una mano en el hombro de Archie—. Tenemos un caso que investigar. El cliente viene a charlar. —¿La persona desaparecida? —preguntó Quentin. —Si. Nuestra clienta, Betsy Carr, era una nómada, una humana sin domicilio fijo. Se mudaba de zona a zona haciendo trabajos ocasionales para la gente por una comida o un poco de dinero. Vivía fuera de su coche por elección y había muchos como ella. Los nómadas tenían suficiente dinero para alquilar un piso o incluso comprar uno, pero preferían vivir una vida en movimiento, impredecible y emocionante. Tenían su propia comunidad y red y se cuidaban unos a otros, y ahora uno de ellos había desaparecido. No había entendido cómo se podía etiquetar a un nómada como desaparecido, teniendo en cuenta que no tenían un domicilio fijo, pero Betsy explicó que usaban una serie de señales y símbolos para que su comunidad supiera que estaban bien y les advirtieran del peligro. La última ubicación conocida de Marty tenía un símbolo específico escrito en la pared. Uno que decía peligro. —Asegúrate de obtener una lista de símbolos de ella —dijo el tío Fred—. Puedes usarlos para explorar la ciudad en busca de pistas. —Ya lo tengo—dijo Nandi. —Pasemos a las cosas importantes —dijo Archie— ¿Cuándo ponemos las decoraciones navideñas? —Es mediados de noviembre—Le recordó Nandi. —¿Entonces? Nunca es demasiado pronto para un poco de espíritu festivo. —Primero de diciembre —dijo el tío Fred—. Ni un día antes. La conversación se convirtió en un debate sobre el mejor momento para poner un árbol y encender las luces. Me desconecté, de repente muy consciente del escalofrío que recorría mi cuerpo. Un escalofrío me recorrió la piel, dejándome el cuero cabelludo tenso y dolorido. La sangre se apresuró a inundar mi rostro con un intenso calor repentino. —¿August? ¿Estás bien? —preguntó Nandi. —¿August? ¿August? —El tío Fred parecía asustado. Miré al otro lado de la mesa a Quentin. Sus rasgos se desdibujaron y luego la mesa se apresuró a encontrarse con mi cara. CUATRO Me desperté, ardiendo por dentro, con el sonido de voces enojadas. —¿Que había adentro? ¿Qué había en la droga? —exigió Nandi. —No lo sé. No soy un científico —dijo Quentin con calma. —¿Y aun así dejaste que se lo administraran? —Es un amortiguador. Se supone que debe ayudar. —¿Parece que la está ayudando? ¿Por qué estaba en la cama? ¿Qué sucedió? Había estado comiendo y luego... Mierda. Me había desmayado. ¿Qué tan tarde era? ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? Abrí la boca para hablar, pero en su lugar salió un ruido confuso. —Auggie —Nandi se agachó junto a mi cama—. Oye, cariño, ¿estás bien? —Está bien —dijo Quentin—. Estará bien. Es solo el efecto secundario de la droga. Sentí un tirón familiar dentro de mi pecho, y luego la adrenalina inundó mi cuerpo y la ira de Telarion llenó mi mente. ¿Qué hizo él? ¿Qué diablos hizo? Mi mirada voló hacia la ventana, hacia el cielo rojo y el sol poniente. Oh, mierda. Telarion estaba enojado y estaba a punto de liberarse. —Vete—La palabra fue un susurro—. Quentin, vete... Telarion salió de mi cuerpo y se estrelló contra Quentin, llevándolo a través de la habitación y estrellándolo contra el armario. No podía respirar, no podía ver bien.—¡Detente! —Nandi lloró—. Telarion, detente. Lo dejó ir. —¡La drogaste aquí! —La voz de Telarion era un gruñido bajo y letal, del tipo que precede a un mordisco en la cara. —No… —Intenté sentarme, pero el mundo daba vueltas—. Nandi… Me ayudó a levantarme. —Te entendí. —¡Telarion, detente! —Inyecté tanta autoridad en mi tono como fue posible. El agarre de Telarion sobre Quentin no aflojó, pero volvió la cabeza para mirarme. —Te drogó, August. —No. La Orden lo hizo en el laboratorio. Es un amortiguador. Dijeron que habría efectos secundarios, pero se supone que esto... —Antes de eso —dijo Telarion—. Te drogó para mantenerme enterrado. Debe haber estado en tu té. Cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde. Estaba perdido, en una niebla. Atrapado —Se volvió hacia Quentin— ¿Tienes alguna puta idea de lo que se siente? El té… No. Quentin no haría eso. Él era mi manejador. Mi asesor. Mi amigo. Mi mirada voló hacia él. Estaba clavado a la pared, con la mandíbula tensa, estoico y sin disculpas. —¿Lo hiciste? —Su mandíbula hizo tictac. Sacudí la cabeza con incredulidad—. Dime que no es verdad. —Estaba siguiendo el protocolo —Quentin empujó las palabras más allá del aplastante agarre de Telarion. Telarion rugió y retrocedió, listo para arrancarle la cara a Quentin. —¡Detente! Telarion se detuvo, su cuerpo vibrando con furia. —Tal vez puedas perdonarlo por traicionarte, pero yo no lo perdonaré por encerrarme. —No merece morir —Alcancé a Telarion—. Tú también lo sabes. Sólo el mal, recuerda. Solo los malvados. El pecho de Telarion retumbó y emitió un sonido de frustración. —Tus reglas arbitrarias y tú —Se inclinó hacia Quentin, su voz un susurro sibilante—. Las estrellas deben estar alineándose para ti esta noche, traidor —Apartó a Quentin de la pared y luego lo arrojó al otro lado de la habitación, donde aterrizó hecho un bulto. Telarion se quedó de espaldas a mí durante un largo rato, con los hombros agitados mientras trabajaba para contener el monstruo dentro de él. Finalmente, se volvió hacia mí—. Tu humanidad hará que te maten algún día, August. Solo espero no estar ahí para verlo —Su labio se curvó en disgusto y decepción. Sus palabras fueron un pinchazo en el corazón porque la idea de que él no estuviera aquí… —Nunca dije que lo perdoné, solo que merecía vivir —Miré a Quentin—. Pensé que eramos amigos. Se sentó, agarrándose el costado. —Lo somos. —No, Quentin, si fueras mi amigo, me habrías explicado tu protocolo y obtenido mi consentimiento, no tirado la droga en mi té y esperado lo mejor. Los amigos se cuidan unos a otros. Se apoyan mutuamente, pero tú solo me respaldas a mí mientras no afecte los objetivos de la Orden. Así que no, no eres mi amigo. Su boca se torció hacia abajo como si tuviera dolor. —August, yo... —Guardatelo. No me importa. Eres mi manejador y eso es todo. Ahora, por favor, sal de mi habitación. No me atreví a mirarlo mientras se levantaba del suelo y caminaba hacia la puerta. Hizo una pausa, con la mano en el pomo de la puerta. —Quería decirte —Frunció el ceño—. Realmente lo hacía. —Amigo, solo vete —dijo Nandi. —Lo siento mucho—dijo Quentin. Su tono dolía con sinceridad y su expresión era la imagen del remordimiento, pero esto no era algo que pudiera dejar pasar fácilmente. Había quebrantado mi confianza, la había violado al pasarme una droga que me había quitado a Telarion. Aparté la cara. —Hablaremos mañana. Se fue, cerrando la puerta suavemente detrás de él. —Tú también puedes irte —Le dijo Telarion a Nandi—. Me quedaré con August. Las cejas de Nandi se alzaron con sorpresa. Sabía cómo me había estado evitando o tarde. —¿Estás de acuerdo con eso, August? Mi mirada se encontró con la de Telarion y un escalofrío corrió por mis venas, nada que ver con la droga amortiguadora y todo que ver con la mirada necesitada en sus ojos. No hambre sino algo más suave. La necesidad de estar cerca de mí. Un camino en el que habíamos acordado no emprender. Pero cuando un segundo escalofrío me recorrió y mis huesos florecieron con dolores, mi determinación se derritió. —Está bien conmigo, Nand. Me besó en la mejilla y se retiró. —Envíame un mensaje de texto si necesitas algo. Una vez más la puerta se cerró, dejándome sola con Telarion. Cruzó la habitación hacia la cama. —Acuéstate—Me tapó con el edredón—. Ponte de lado. Me acurruqué, rodando para que mi espalda quedara lejos de la puerta, para poder ver el juego de la luz de la luna bailando a través de la ventana. La cama detrás de mí se hundió y Telarion me rodeó con el brazo. Se me cortó la respiración. Me estaba sosteniendo. Se estaba acurrucando. —No puedes confiar en él para poner tus intereses por encima de los de la Orden —dijo en voz baja—. No se puede bajar la guardia. No alrededor de él y no alrededor de mí. Mis ojos picaron. —Quiero esto, Telarion. Quiero esto de verdad —Dios, esto era tan tabú, y no estábamos destinados a ir allí, pero en la oscuridad, con solo la luna como testigo, era fácil decir las cosas que había estado conteniendo durante las últimas semanas—. Te extraño. Extraño nuestras bromas y nuestros golpes de cabeza y simplemente estar cerca. Su suspiro reverberó a través de mí. —Estamos siempre unidos, August, y ahí radica el problema. Me agaché para cubrir su mano con la mía, maravillándome de lo pequeños que se veían mis dedos contra los suyos más grandes enguantados. Se tensó ante el contacto a pesar de que había cuero entre nosotros. —¿Puedes… puedes quitártelos? —August... —sonaba dolorosamente en conflicto. Debería dejarlo ir, no presionar, pero me sentía como una mierda y necesitaba esto. Debería tener este momento. —Por favor. El cuero se derritió debajo de mis dedos, dejándonos piel sobre piel. Mi estómago se agitó. ¿Cómo podía un contacto tan inocuo sentirse tan íntimo? Tracé círculos perezosos alrededor de sus nudillos antes de arrastrar las puntas de mis dedos hacia los suyos. Su corazón latía más rápido contra mi espalda, acelerándose junto con el mío. Sentí su aliento como una cálida caricia en mi cuello, rozando mi lóbulo antes de volver a bajar a la curva donde mi cuello se encontraba con mi hombro. —Telarion, quiero que me beses. Aspiró aire entre los dientes. —Terreno peligroso, pequeña humana. Se estaba retirando detrás de su monstruo para asustarme. No iba a funcionar. No esta vez. Presioné mi palma contra el dorso de su mano. —¿Tal vez lo necesito? Tal vez necesito alimentarme. —No, no lo haces —Sonaba arrepentido. Tiene razón, por supuesto. Este era un tipo diferente de hambre. Uno que surgió del corazón, de mi alma. Uno que solo estaría satisfecho cuando lo mirara a los ojos y viera mi hambre reflejada en mí. Me moví, tratando de enfrentarlo. Su agarre sobre mí se hizo más fuerte. —No. La frustración se retorció dentro de mí. —¿Por qué no? —Sabes por qué no. —Dime—Necesitaba escucharlo decirlo—. Dime por qué no. —Porque si lo haces, entonces me temo que no podré controlarme para cruzar las líneas que hemos trazado —Su agarre sobre mí se apretó aún más, de modo que mi trasero fue aplastado contra su ingle, moliéndose contra la dura evidencia de lo que le hice. Mi corazón se sacudió y latió más rápido y mi núcleo floreció con un calor resbaladizo. Inhaló mi excitación, sacando la lengua para saborear mi piel. Empujé mi hombro hacia abajo, ofreciéndole un mejor acceso. Se apartó, maldiciendo en voz baja. —Si te beso sin tu hambre monstruosa como un faro entre nosotros, entonces no podré parar. Lágrimas de decepción y molestia brotaron de mis ojos. —Entonces bésame para alimentarme. Yo solo… te necesito, Telarion. Como convocado por mis deseos, el hambre estalló dentro de mí, a pesar del amortiguador, a pesar del hecho de que me había alimentado hace cinco días. Me invadió ahora, dándome la excusa que necesitábamos para dar este paso. —August, cómo… Esta vez, cuando me volví hacia él, no trató de detenerme. En cambio, se deslizó debajo de las sábanas para que su cuerpo se cerniera sobre el mío, sus antebrazos se sujetaron a cada lado de mi cabeza, devorándome con su brillante miradaesmeralda que estaba llena de un hambre insaciable. Nuestros pechos se agitaron, aspirando desesperadamente oxígeno a nuestros pulmones porque el aire de repente era demasiado delgado. Mi estómago se retorció por la necesidad, y mi boca se abrió en un suave grito. Telarion tomó suavemente mi mandíbula e inclinó mi boca hacia arriba para entregar su fuerza vital en la técnica que usó para mantenernos enfocados, para dar lo que necesitaba y nada más, pero me liberé. Quería un beso. Un beso de verdad. Gruñó. —August, no… —Sí, maldita sea. Sí —Parpadeé para contener las lágrimas—. Por favor. Su pecho vibró y luego inclinó la cabeza y rozó mi boca con la suya en un beso de mariposa que envió una lanza de calor a través de mí, haciendo que mi pulso martilleara en mi cabeza mientras perseguía su boca por una segunda ayuda. Proporcionó un contacto más largo esta vez, una huella de su boca en la mía, abrasándome hasta el centro y arrancándome un suave gemido de impaciencia. —Suficiente—dijo contra mis labios. Aunque no era una pregunta, la respondí. —No. Levanté la barbilla y reclamé su labio inferior, llevándolo a mi boca y chupándolo. Él gimió, el pecho vibrando. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia mí y deslizándome más allá de la barrera de sus dientes para encontrar su lengua. Su control se rompió en una maldición pronunciada en mi boca. Sus manos se hundieron en mi cabello, sus garras rasparon mi cuero cabelludo, pero el dolor era menor, nada comparado con el calor que pasaba de su cuerpo al mío o la sangre que corría hacia mi cabeza y hacia el sur para asentarse en un latido desesperado. —Tócame —Lamí sus labios, mordisqueándolos antes de reclamarlos de nuevo. No luchó conmigo, permitiéndome saborearlo, tocarlo, pasar mis manos sobre los duros músculos de sus hombros y luego subirlos para deslizarlos en sus sedosos mechones. —Tócame. Gruñó, arrancó su boca y enterró su rostro en mi cuello, presionando sus labios en mi yugular. —No más. Mis términos. Mi manera. Esperé el pellizco de sus colmillos, pero nunca llegó. En cambio, levantó la cabeza para lanzarme una lanza con su mirada enojada, generando confusión dentro de mí. —No más —Agarró mi garganta, obligándome a levantar la cabeza—. Alimentar y listo —Presionó su boca contra la mía y limpió mi ira con una corriente dorada de su fuerza vital. Se canalizó dentro de mí, empujando mis venas y aumentando mi excitación hasta que me retorcí contra su muslo, mi núcleo caliente presionado contra la tela de sus pantalones. Metió la mano entre nosotros para encontrarme mojada y deseosa. Esperé a que comenzara. Para jugar conmigo con sus dedos mientras el poder que había canalizado dentro de mí se arremolinaba, necesitando un orgasmo para asentarse. En cambio, apartó su boca de la mía y se deslizó por la cama. —¿Qué estás… Ah? —Arqueé mi espalda, hundiendo mi cabeza en la almohada mientras él me lamía, su lengua gruesa y áspera me impulsó sobre el borde y hacia un abismo de sensaciones. Lo sostuve contra mí mientras el poder se asentaba dentro de mí, llenándome al igual que su lengua me llenaba. Los sollozos arañaron mi pecho y arañaron mi garganta mientras me movía contra él, mi corazón se hinchaba como si fuera a estallar. Él me había dado esto, este momento, y yo necesitaba devolverle algo. Lo obligué a alejarse y levantó la vista de entre mis piernas, enorme, sombrío y monstruoso en su excitación. Su mandíbula era alargada, sus pómulos más afilados y salientes, sus dedos más largos con demasiados dígitos, rematados con garras que me desgarrarían. —¿Ves algo que te guste? —Su voz estaba mezclada con amargura e ira. Así que esto era Telarion casi deshecho, lo que significaba que completamente deshecho sería un monstruo completo. Esta es la otra razón por la que no pudimos cruzar esa línea. Sus ojos se atenuaron. Pensó que estaba disgustado con él. —Aliméntate de mí —Doblé mi rodilla y presioné mi mano en mi arteria femoral—. Aliméntate desde aquí. Sus ojos se entrecerraron. —No tienes miedo. —Telarion, nunca he estado tan jodidamente excitada en mi vida. Me mordió con un gruñido. El fuego encendió la parte interna de mi muslo, pero fue reemplazado rápidamente por una cálida euforia. Me hundí en la cama, las caderas formando círculos mientras él se alimentaba, la cabeza nadando de placer. Terminó con un golpe de su lengua, y le tendí los brazos, pero se retiró de la cama y se fundió con las sombras. —¿Telarion? —Deberías dormir ahora. Pero mi cuerpo estaba vivo, los efectos del amortiguador eran un recuerdo lejano. Me senté, juntando el edredón contra mi cuerpo como un escudo. —¿Te arrepientes de que hayamos hecho eso? Hizo un sonido de exasperación. —No tienes idea de las cosas que quiero hacerte. Cosas depravadas y peligrosas. Cosas inhumanas. No estoy a salvo de ti, August. Eso no va a cambiar, no importa si estamos unidos o separados. De hecho, me pregunto... me pregunto si la atadura es lo único que me impide tomar las cosas que quiero de ti... de este mundo. Me pregunto si el ápice de humanidad que poseo viene solo de ti. —Eso es una mierda. Si fueras un verdadero monstruo, una verdadera aberración, no me habrías preguntado antes de tomarme como anfitrión. Se movió hacia la cama, flotando a centímetros del suelo, el abrigo ondeando en la brisa invisible, el cabello flotando para enmarcar su rostro. —Deberías saber que si te hubieras negado, te habría tomado como anfitrión de todos modos. Mi corazón tartamudeó. —No quisiste decir eso. Estás tratando de asustarme. Su boca se levantó en una sonrisa irónica. —Ojalá lo fuera. Se dio la vuelta y voló a través de la pared y salió a la noche, dejándome dividido entre el recuerdo de su lengua entre mis muslos y sus últimas palabras resonando en mis oídos. Si lo que dijo era cierto, entonces estaba jugando con fuego. La cosa era que, con Telarion, felizmente me quemaría, y eso me asustó muchísimo. CINCO El desayuno fue un asunto silencioso. La tensión de la noche anterior se cernía sobre nosotros como una nube de tormenta. La mayor parte estaba dirigida a mi manejador y, para ser justos, lo estaba tomando con una calma estoica que era impresionante. El tío Fred siguió disparándole miradas de muerte. Nandi no lo miró en absoluto, y Archie no dejaba de mirarlo. Ya me habría roto bajo la presión. —¿Sabes que? —Archie dijo, rompiendo el silencio—. Telarion debería haberte derribado. Te lo mereces por lo que hiciste. El tío Fred hizo un sonido de acuerdo desde detrás del borde de su taza. Nandi hizo una mueca. —Archie… —Vamos, todos lo estamos pensando, mejor sacarlo, despejar el aire y todo eso. Tenemos que trabajar juntos, después de todo. Quentin dejó su taza de té y me miró a través de la mesa. —Lo siento. No tengo excusa para lo que hice. Seguí órdenes como siempre lo hago. No pensé... No pensé... —¿No pensaste que estaba mal? —Nandi le preguntó. Frunció el ceño. —Sí. Sí, se siente mal. —Pero lo hiciste de todos modos —dijo el tío Fred. Levantó las manos—. Esta es la Orden para ti, reclutando lindos títeres para que hagan lo que les dicen. No hay lugar para la autonomía en la Orden. No hay lugar para el pensamiento independiente. —Quería decírtelo —Me dijo Quentin—. Para pedir permiso, pero el protocolo era claro. Sin divulgación. Administrar la droga para someter la amenaza. —¿La amenaza es Telarion? —apuntó Nandi. —Sí. Lo sentí mirar fijamente, escuchando. Había regresado mientras yo dormía, pero hoy estaría alerta porque teníamos tareas de mapeo y nunca me dejaba sola para eso, por eso era mi momento favorito. Era una pena que Quentin me llevara. Insistió en ello. Silent Hill Trail era uno de los lugares más peligrosos de la ciudad, habitado por señores del crimen y cambiaformas rebeldes. Tenía una ley propia fuera de los parámetros establecidos por Gremio Oscuro y PD humano. La Orden de Yaga tenía un acuerdo con ellos para permitir que los caminantes de grietas accedieran a la grieta en su territorio, pero no había garantías de que no revocarían el acceso si asílo deseaban. Quentin fue mi respaldo en caso de que eso ocurriera. El hecho de que accediéramos a las grietas durante el día hacía menos probable que los infames habitantes de la zona nos interrogaran o abordaran. El viaje de ida y vuelta solía ser agradable, lleno de música ligera de la radio y conversaciones interesantes, pero no hoy. Hoy sería silencioso e incómodo a menos que hiciera algo al respecto. Había llegado a preocuparme por mi manejador, razón por la cual me dolía tanto su traición. Pero por lo que había observado, Quentin no tenía vida fuera de su trabajo. No hay amigos aparte de nosotros. Tal vez necesitaba que le enseñaran lo que significaba tener una vida y lealtades fuera del trabajo. Deje mi taza de café con un suspiro cansado. —Entiendo lo importante que es la Orden para ti, pero si alguna vez vuelves a hacerme algo así, no evitaré que Telarion te arranque la cara. Él asintió secamente. —Entiendo. Pero no había terminado. —Me preocupo por ti, Quentin, y creo… creo que tú también te preocupas por mí. Piensa en eso la próxima vez que la Orden te pida que me hagas algo sin mi consentimiento. No hacemos daño a las personas que nos importan. Algo pasó por su rostro, una oscuridad que hizo que me doliera el estómago, pero desapareció antes de que pudiera analizarlo más a fondo. Empujé mi silla hacia atrás. —Ahora vamos a hacer un poco de mapeo. Escarcha colgada en el aire e hizo carámbanos en las farolas y barandas de Silent Hill Trail. Cubrió el cemento, dándole un brillo blanco, y crujió bajo los pies mientras avanzábamos hacia la grieta. Me había abrigado, gorro, bufanda y guantes para protegerme del frío, pero todo tendría que salir del lado extraño, donde estaba cálido y seco. A pesar de nuestra conversación en la mesa de la cena, el viaje hasta aquí había sido silencioso. No un silencio incómodo, más bien reflexivo. Las calles estaban vacías de nuevo, aunque estaba seguro de que capté el movimiento de las cortinas y el dardo de las sombras en la periferia de mi visión. —¿La gente alguna vez sale de sus casas? Quentin sonrió. —Hay horas pico y horas de calma. Los mercados aquí abren entre el mediodía y las cinco de la tarde, por lo que es cuando hay más actividad. Y siempre llegábamos súper temprano. Probablemente deliberado por parte de Quentin, para asegurarse de que evitamos la confrontación. Levanté mi mochila más alto en mi hombro mientras nos acercábamos a la brecha y luego me volví hacia Quentin. —Vuelvo en tres horas. —Estaré aquí. —No vas a quedarte aquí por tres horas, ¿verdad? Él sonrió de nuevo. —No, August. Iré a sentarme en el coche hasta que sea hora de buscarte —Extendió su mano hacia mi sombrero, bufanda y abrigo. Retrocedí hacia la grieta con un saludo fingido. —Nos vemos en tres horas. Entré en el aire cálido y seco. Dios, eso se sentía bien después del frío de la ciudad. Configura el temporizador, dijo Telarion. Era lo primero que me había dicho en toda la mañana. —Si, lo tengo. Saqué la tableta, puse mi cronómetro y luego comencé en dirección este hacia el bosque y las delicias que había más allá. Telarion era una presencia silenciosa que caminaba conmigo, el silencio preñado de cosas que necesitaban ser dichas. —¿Es así como va a ser ahora? ¿Silencio? ¿Qué quieres que te diga, August? —No sé, cuéntame sobre tu noche. Dio una risa ahogada. La parte antes o después de que probé tu coño. —Vaya, amigo, ese lenguaje —Mis mejillas ardían—. La parte posterior. ¿Qué hacías en la ciudad? Me comí un hombre. Era un asesino en serie de jóvenes, orgulloso de haber eludido la ley durante tanto tiempo. —Oh Dios. Sabía a pecado y a whisky. —Me alegro de que te lo hayas comido. Era el postre. ¿Eh? ¿Qué quiso decir él? Oh... Oh, cierto. Mis mejillas ardían un poco más. —Sabes que nunca me sonrojé antes de conocerte. Me gusta, dijo Telarion. El florecimiento de la sangre bajo tu piel. La forma en que se iluminan tus ojos. Mi pulso se aceleró. —¿Qué más te gusta? El sabor de ti en mi lengua. Dulce néctar. August, podría comerte toda la noche. Su tono era práctico, pero una oleada de calor me atravesó de todos modos. —Dices las cosas más bonitas. Y estábamos totalmente coqueteando. Malo. Esto es malo. Pero también era seguro. No podíamos actuar sobre nuestros sentimientos y atracción cuando estábamos así. Todo lo que teníamos eran palabras. Quería que las palabras fluyeran. —Me he estado preguntando algo. De todos modos, ¿cuán larga es tu lengua? Una suave risa llenó mi cabeza.. Siempre que lo necesite, August. Es extremadamente versátil. Definitivamente connotación sexual allí. Había visto su lengua alargarse a la mitad de la longitud de su cuerpo y más. Debería estar disgustada, pero mi mente fue a todo tipo de lugares depravados. Mi cuerpo se sonrojó. Vigila el terreno, August. Concéntrate. Estábamos casi en la línea de árboles. Aceleré el paso, consciente del vacío que me rodeaba. —Es extraño cómo no hemos visto ningún Eldritch aquí en absoluto. Es decir, seguro que hay algunos de día por esta zona. He estado pensando lo mismo. Es extraño no ver ninguna actividad en absoluto. Entramos en la sombra del bosque y revisé mi cronómetro. Tenía media hora antes de que tuviera que dar la vuelta. Apenas había estado caminando durante dos minutos cuando escuché jadeos. Algo se avecina, advirtió Telarion. Me escondí detrás de un árbol, presionando mi espalda contra el tronco mientras el jadeo se convertía en el sonido de pisadas... no, no pies, patas. Mierda. —¡Espera! —ordenó una voz masculina— ¿Hueles algo? ¿Qué es? Una serie de aullidos y gemidos. —¿De verdad? —Siguió un golpe suave—. Sé que estás ahí fuera. Mis sabuesos pueden olerte. Tienes dos opciones. Puedes seguir escondiéndote y pondré a mis sabuesos a atacar, o puedes salir a la luz y podemos hablar. Te doy hasta la cuenta de tres. Una... Mierda, mierda, mierda. Había una persona aquí. Una persona que estaba hablando en inglés. Este es el primer contacto. Esto era lo que la Orden estaba tratando de establecer. —Dos... Respiré hondo y salí de detrás del árbol. Los monstruos me rodearon. Cinco criaturas lobo del tamaño de rinocerontes con colas de púas y gruñidos hambrientos. Me congelé cuando mi corazón intentó escapar de mi pecho. —Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? Mi mirada pasó por encima de la cabeza de la bestia al hombre que estaba de pie junto a una criatura equina. Excepto que no era un hombre. Su piel era azul pálido y sus ojos eran índigo, los blancos tan brillantes que eran espeluznantes. Su cabello oscuro estaba recogido en una cola de caballo y atado con lo que parecían enredaderas. Sus ojos se entrecerraron. —Entendiste mi orden. Habla. August, di algo. —Estaba bastante claro. Su mirada recorrió mi rostro como si lo estuviera memorizando, luego sonrió, mostrando incluso unos dientes blancos de los que cualquier dentista estaría orgulloso. —¿Qué haces tan lejos de una grieta, caminante de grietas? —¿Sabes de nosotros? Miró por encima de mi hombro en dirección a las llanuras. —Conocemos a los de tu especie. Sabemos de las grietas. —Pero no has intentado hacer contacto. Se encogió de hombros. —No tenemos ningún interés en establecer contacto, pero parece que a tu gente le gusta recorrer nuestras tierras. Este es el primer contacto. Estaba haciendo historia hablando con un nativo de este reino. Concéntrate. Mantén la calma. —No tenemos elección. Estamos protegiendo nuestro mundo de los monstruos. La criatura lobo más cercana a mí gruñó amenazadoramente. —Hilani, cállate —dijo el hombre. Luego fijó una mirada severa en mi dirección. —Tendría cuidado al describir a los habitantes de Cnaathreth. No son más monstruos que tú. Tiene un punto. Monstruoso para mí era normal para ellos y viceversa. —Lo siento. Se quedó en silencio durante un largo rato como si evaluara la sinceridad de mi disculpa. Luego asintió secamente. —Preferimos la otra palabra que usa tu gente. ¿Qué pasa de nuevo...? —Se tocó la barbilla con un dedo delgado. —¿Eldritch? —Sí, Eldritch. Nos llamáis Eldritch. Criaturas que sonextrañas y espeluznantes. —¿Cómo conoces esa palabra? —No eres el primero de tu especie con el que me encuentro. —¿Un caminante de grietas? Respondió a mi pregunta con una sonrisa. Anda con cuidado, August. Mi pulso latía con fuerza porque aunque pareciera joven no significaba que lo fuera. Podría ser antiguo. Podría haber conocido a mi madre. Incluso podría saber lo que le pasó a ella. O podría ser él quien la mató. Se inteligente acerca de esto. Mierda, tiene razón. Tenía que jugar así de inteligente. No podía hablarle de mi madre, no hasta que hubiera descubierto lo suficiente sobre él para estar seguro de que no era una amenaza. —¿Has conocido a un caminante de grietas antes? —Mantuve mi tono ligero e inquisitivo. —He conocido a algunos. Conversó con ellos, borró sus mentes y los envió por su camino —Lo dijo como si nada, como si jugar con los recuerdos de alguien no fuera gran cosa. —¿Estás planeando hacerme eso? No podrá. Me tienes. Sí, incluso si lo olvidara, Telarion lo recordaría. —¿Lo harás? —pregunté de nuevo. —Todavía no lo he decidido —dijo—. Necesito saber más sobre ti. ¿Cazas a los eldritch? Dio un paso adelante y sus bestias se movieron con él, estrechando el perímetro a mi alrededor. Resistí el impulso de retroceder. Cuidado aquí, August. —Los sigo y los traigo a casa. Pareció considerar esto. —Eres un rastreador... Me vendría bien un rastreador —Puso sus manos en sus caderas y suspiró—. Está prohibido que un Cnaathreth se acerque a las grietas, lo cual no suele ser un problema, porque todas las grietas se encuentran en Fer'bidn, hogar de los afligidos, los aulladores de espinas y los alas de piedra. Criaturas voraces, carnívoras —suspiró y una expresión de tristeza se apoderó de él—. Nuestra gente no cruza los límites del bosque a menos que tenga un deseo de muerte. Lo que explicaba por qué nunca habíamos visto a nadie, pero había una lápida junto a la grieta y huellas de botas, así que alguien había entrado en Fer'bidn. Y así lo hizo en algún momento. —Pero tú lo haces. Has hablado con los caminantes de la grieta. —Lo hice en el pasado. Aunque no en muchas décadas. Las reglas se endurecieron. Acercarse a las grietas ahora se castiga con la muerte. Décadas. Tal vez no era la persona que estaba buscando. O podría estar mintiendo. —Excepto que temo que uno de mis hombres haya quebrantado la ley —Sacudió la cabeza—. Joven temerario. Demasiado curioso para su propio bien. Me temo que aprovechó la temporada de hibernación y atravesó Fer'bidn para atravesar una grieta y satisfacer su propia curiosidad. —¿Hibernación? —Los habitantes diurnos de Fer'bidn pasan a la clandestinidad en esta época del año. Bueno, eso explicaba por qué no habíamos visto ningún Eldritch. —¿Cuánto dura eso? —Pequeña cosa curiosa, ¿no? —Sus ojos índigo cayeron de mis ojos a mi boca y viceversa. Telarion gruñó. Mantuve contacto visual, manteniendo mi expresión neutral. —Si su hombre saliera por una grieta, nos habríamos dado cuenta. Puedo comprobar una vez que regrese. Si nos deja salir. —¿Y regresarías y me informarías de tus hallazgos? —Arqueó una ceja alada. Una razón para que no intente borrarme la mente. Es hora de ofrecer un intercambio. —Sí, de hecho, creo que podemos ayudarnos el uno al otro. Quiero aprender sobre tu mundo. Él sonrió. —Lo haces, ¿verdad? ¿Y por qué es eso? ¿Por qué tu gente quiere esta información, me pregunto? —Se acarició la barbilla en un pensamiento fingido—. Oh, podría ser que deseen conocer nuestras debilidades y fortalezas para poder conquistarnos con su tecnología. Las campanas de alarma se dispararon en mi cabeza. —¿Qué? No. Dejó escapar un ladrido de risa. —Relájate. Sabemos que tu gente no puede sobrevivir por mucho tiempo en nuestro entorno —Permitió que su comentario penetrara. Mi cuero cabelludo picaba. Sabía sobre los caminantes de grietas y las grietas, y también sabía sobre nuestras limitaciones. ¿Cómo habían deducido este hecho? Los humanos que cayeron a través de las brechas antes de que fueran encerrados probablemente murieron aquí, dijo Telarion en voz baja, sintiendo mi confusión. —No tenemos ningún interés en su mundo —continuó—. Si lo hiciéramos, ya habríamos actuado en consecuencia. Las grietas son un evento desafortunado, del que preferimos olvidarnos, y Fer'bidn actúa como el amortiguador perfecto —Me rastrilló—. Sin embargo, los de tu clase nunca se han aventurado tan lejos antes —Se acercó, trayendo el aroma del bosque con él— ¿Podría ser que te estás volviendo más resistente? Miente. Dile que estás tomando un medicamento que te permite quedarse aquí por un poco más de tiempo, pero que no mucha gente puede tomar este medicamento. —Es una droga experimental. Sin embargo, solo funciona en un pequeño porcentaje de nosotros. Sus ojos se iluminaron. —De los caminantes de grietas. Asentí. —Sí. —Creo que podríamos ayudarnos el uno al otro. Sé muchas cosas, y las compartiré contigo, si lo deseas. Una vez que traigas lo que necesito. —Entonces, ¿no hay borrado mental? Él sonrió. —No esta vez. Me moría por preguntarle sobre la lápida y la rosa, pero Telarion tenía razón. Necesitaba esperar mi momento y llegar a conocer a esta criatura primero. Además, la lápida tenía poco más de una década según Quentin, y este tipo no había estado cerca de una grieta en varias décadas. Existía la otra posibilidad de que la lápida ni siquiera estuviera relacionada con mi madre. No lo sabría hasta que descifrara la inscripción. Y si fallaba en hacer eso y descubría que podía confiar en este tipo, entonces tal vez podría llevarle la inscripción. Podría tener un aliado útil aquí si jugara bien mis cartas y si no resultara ser el enemigo. Mi tableta emitió un pitido. Mierda, necesitaba regresar. —Si uno de tus hombres ha llegado a nuestro mundo a través de una grieta, lo encontraré. —Y tráemelo de vuelta —dijo el hombre. Sacó una enredadera de su cabello y me la pasó—. Cuando regreses, ven al bosque, susurra mi nombre y entierra la vid. Vendré. —¿Cuál es tu nombre? —Luphin, ¿y el tuyo? —August. La comisura de su boca se inclinó hacia arriba cuando se alejó de mí, llevándose la jaula de sus bestias con él. —Te veré pronto, August. Regresé a la grieta con el corazón en la boca y la adrenalina corriendo por mis venas. —Oh Dios, oh Dios. Lo hiciste bien. —Sí, lo hice, no lo hice, e hicimos contacto. Mierda. Vacilé en la lápida, mi mirada se enganchó en la flor blanca y fresca. Alguien había estado aquí de nuevo. Salí de la grieta, esperando encontrar a Quentin de pie en su lugar habitual junto a la farola, pero no estaba allí. Lo vi al otro lado de la calle un momento después y no estaba solo. Dos tipos con chaquetas acolchadas de cuero estaban con él, junto con una viejecita con un tinte azul y gafas. —¿Quentin? Crucé la calle vacía hacia él. La mujer me miró y señaló con un dedo huesudo en mi dirección. —Esa es ella. Esa es la chica que mató a esos cambiaformas. ¡Oh mierda! SEIS La anciana se abrió paso entre los hombres corpulentos para volver a señalarme con el dedo. —Tú, asesina. —¿Discúlpame? Puse una mirada de confusión e indignación en mi rostro. Buena chica. —Ha habido un error —dijo Quentin. —August es mi pupila. Un caminante de grietas. Solo venimos aquí durante el día para manejar la grieta. —¡Mentiras! —dijo la anciana—. La vi —Me miró—. Te vi esa noche. Mantente controlada, August. Los chicos parecían incómodos. —Escucha, Winslow, solo estamos haciendo nuestro trabajo, siguiendo una pista. Janice llamó cuando os vio a vosotros dos entrar en el camino. Ah, estas fueron las respuestas de Silent Trail a la aplicación de la ley. Obviamente trabajaban para los señores del crimen de este sector. —¿Y ella piensa que maté a alguien? —Parpadeé hacia el chico más cercano— ¿Cree que maté a los cambiaformas? Me rastrilló, notando mi pequeña estatura. La duda coloreó sus facciones. —Lo hace. Pregúntale qué vio. Exactamente. Arreglé un ceño confundido en mi rostro y me volví hacia la mujer. —Qué viste exactamente? Sus labios temblaron de indignación. —No tengo que responderante una asesina. Capté el giro de los ojos del otro ejecutor. De acuerdo, entonces no se estaban tomando esto en serio. Bueno saberlo. —Responde a la pregunta, Janice —dijo el otro ejecutor. Ella hizo un sonido de resoplido. —Te dije. La vi matarlos. —¿Cómo? —preguntó el ejecutor— ¿Cómo los mató? —Los acorraló y luego su monstruo se abalanzó y los mató por ella —Sus ojos se agrandaron—. Se los comió. Quentin se quedó helado, pero los otros dos simplemente intercambiaron miradas por encima de la cabeza de Janice. —¿Un monstruo? —dijo el ejecutor número uno— ¿Y qué aspecto tenía? Ella se erizó. —No lo sé. Estaba oscuro. Era grande y sombrío. Suspiré. —Mirad, muchachos, entiendo que vosotros tenéis un trabajo que hacer, pero yo también, y he estado trabajando toda la mañana. Tengo tiempo suficiente para tomar algo de comida antes de tener que ir a una cacería eldritch. No tengo tiempo para esto. Si necesitas olfatearme o buscarme un monstruo, adelante, pero no tengo idea de lo que está hablando. —Está mintiendo —dijo Janice—. Lo he visto desde entonces. Ha estado aquí desde entonces. Sin ella —El ejecutor me dio una sonrisa de disculpa. —Entiendes que tuvimos que hacer un seguimiento. Asentí. —Eres libre de llevarte a tu pupila a casa, Winslow—dijo el otro. —Gracias. Quentin me alejó de los ejecutores y de la anciana que les gritaba que la escucharan, solo que la escucharan. Mi tripa se retorció con culpa, porque acababa de jugar con el estereotipo de que las personas mayores son descuidadas. Me sentí enferma. Hiciste lo que tenías que hacer. Entonces, ¿por qué se sentía tan mal? Condujimos en silencio durante varios minutos. —Deberías haberme dicho que Telarion se alimenta allí —dijo Quentin. —¿Qué diferencia habría hecho? Todavía tenemos que trabajar allí. —Supongo que no sabías sobre la grieta la primera vez que le permitiste alimentarse. No necesito permiso para alimentarme. —Telarion no necesita permiso para alimentarse. —Lo que no entiendo es por qué te fuiste con él —preguntó Quentin. —Para mostrarle dónde estaba. Silent Hill está lleno de gente mala. Es el lugar perfecto para que él cace. —Personas a las que no echaremos de menos si se las comen — Quentin mordió las palabras—. Esos cambiaformas que se comió trabajan para los Caballeros Negros, y a Wentworth no le gusta perder músculo. —¿Qué quieres que haga, eh? Tiene que comer. —¿Cada noche? ¿Tiene que alimentarse todas las noches? Telarion vibró de rabia y algo más... vergüenza. Sentí su vergüenza y su ira recorrerme. —Sí, tiene que jodidamente alimentarse. ¿Crees que es divertido para él? ¿No crees que le gustaría poder parar? Que desearía saber quién era. ¿Crees que quiere ser una aberración? Telarion se quedó inmóvil. Me desplomé en mi asiento. —Francamente, me importan una mierda los señores del crimen o su fuerza. Todo lo que me importa es Telarion. El coche hizo eco con el silencio después de mi declaración. Debería retractarme de las palabras, pero eso sería una mentira, así que crucé los brazos y fijé la mirada por la ventana, haciendo todo lo posible por ignorar el torbellino de emociones dentro de mí. Emociones que no eran del todo mías. Tomé una respiración profunda. —Además, tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos. Quentin miró en mi dirección. —Algo pasó en el plano eldritch, ¿no? —Se llama Cnaathreth. —¿Qué? ¿Quién te dijo… que hiciste contacto? Le sonreí. —Lo hice. —Cuéntamelo todo. Quentin insistió en ir directamente a su habitación y solicitamos esta información. Registré la conmoción de Genevieve cuando transmití la información del primer contacto. Sin embargo, se recuperó rápidamente, controlando sus emociones y arreglando su rostro en una expresión neutral. Terminé de retransmitir el encuentro. —Saben sobre nosotros, sobre las grietas y los caminantes de grietas, y no les importa. No tienen ningún interés en nuestro mundo. —¿Cómo? ¿Cómo pueden saberlo? Hice una mueca. —Ha hablado antes con los caminantes de la grieta y luego borró sus recuerdos. Ella palideció. —¿Todos tienen esa habilidad? —No lo sé. Pero puedo intentar averiguarlo. Él no trató de limpiar la mía. Hizo un trato. Ella apretó los labios. —Solo porque hizo un trato contigo, y solo porque dice que no tienen interés en nuestro mundo, no significa que sea verdad. —Lo sé, pero le creo. —Eres joven, August. Tienes mucho que aprender. —Podrían habernos atacado ahora si quisieran. —Tal vez no puedan. Tal vez tengan el mismo problema que nosotros cuando se trata de la atmósfera —dijo. —Las criaturas eldritch parecen arreglárselas muy bien. —Seis meses es lo más que sabemos que uno puede durar —dijo Genevieve—. No significa que puedan durar indefinidamente. Tenía un punto válido. Había demasiadas variables desconocidas. —Dijo que creía que uno de sus hombres había atravesado la grieta y quiere que lo traiga de vuelta. A cambio, responderá a mis preguntas sobre Cnaathreth. Hacemos esto y podríamos obtener las respuestas que necesitamos. Ella tecleó en su teclado, luego negó con la cabeza. —La última entrada fue hace dos semanas. El manejador a cargo es Keswick. Caso aún sin resolver. —Ese podría ser nuestro objetivo —dijo Quentin. —Trabaja con su caminante de grietas y él —ordenó Genevieve. Quentin se puso tenso. —¿No se nos puede transferir el caso? —No. Si el participante es una... persona, entonces podría ser más difícil capturarlo que un eldritch normal, y necesitamos capturarlo. Dos caminantes de grietas en el caso es mejor que uno. Si lo encontramos, será el primer paso para construir relaciones con este otro mundo. Relaciones era una palabra amplia. —¿Cuál es nuestro objetivo, exactamente? Ella parpadeó bruscamente. —No estoy segura de entender. —¿Por qué queremos construir relaciones? Sabemos que no están interesados en nuestro mundo, y no podemos tomar el suyo exactamente, considerando que no podemos sobrevivir por más de unas pocas horas a la vez. —Paz, August. Un tratado. No podemos sobrevivir de su lado, pero si resulta que ellos pueden sobrevivir del nuestro... Bueno, es posible que ahora no tengan ningún interés en nuestro mundo, pero la marea podría cambiar. Punto valido. —De acuerdo. Entendido. Nos pondremos manos a la obra. Quentin cortó la llamada y se recostó en su asiento. —Urgh. —¿Qué es? —Keswick—Hizo una cara de meh. —¿Vosotros dos no os lleváis bien? —El hombre es un gilipollas, y su caminante de grietas es igual de malo. Esto va a ser un desafío. Le sonreí. —Los desafíos son mi fuerte. Él se rió. —Me encanta tu entusiasmo. Llamaré a Keswick y concertaré una cita para que puedan ponerse al día con el caso. Mientras tanto, debemos centrarnos en nuestra lista. Le enviaré las coordenadas de nuestro próximo Eldritch a Archie. —Increíble. Llamaré una vez que lo haya embolsado. —Me gusta tu confianza. —¿Qué puedo decir? Estoy en racha, Quentin. Estoy en una buena racha. —¿Quieres decir que no tienes rollos? —Miré a Bertie con horror—. Necesito mi ensalada de huevo en uno de tus suaves panecillos integrales. Parecía tan molesto como yo. —Lo sé, lo sé, el horno no funcionó. Hoy no tenemos rollos. Confía en mí, no eres el único cliente molesto. Explicaba por qué el lugar estaba prácticamente vacío cuando normalmente estaba repleto a esta hora del día. Roll With It era el lugar ideal para sándwiches épicos. Hornearon sus panecillos desde cero y había una gran variedad para elegir. Los rellenos también estaban recién hechos. Era mi lugar para almorzar la mayoría de los días, y ayudó que estuviera a la vuelta de la esquina de Real Deal. Mi estómago gruñó. Telarion se había retirado de una manera que reconocí como dormida, así que no podía compartir mi descontento con él. —Puedo hacerte un sándwich normal —dijo Bertie esperanzado. No quería un sándwich normal, pero probablemente él había perdido un negocio importante hoy debido a la falta de panecillos. —Eso será genial, Bertie. Que sean tres, por favor. Archie y Nandi también esperaban que les llevara algo. Sus hombros se hundieron de alivio. —Gracias, August —Se