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Recuento histórico de la toxicología Remontémonos hasta la mitología Entresaquemos de sus páginas varios puntos de contacto con la toxicología los cuales creemos que son importantes para completar nuestro panorama sobre el tema: “Los dioses no envenenan ni hacen envenenar, por ser éste un recurso infame e indigno de la majestad de un dios”. Podemos deducir que esta afirmación se refiere a los dioses de la tierra porque como lo dice la literatura, los del mar sí intervienen en envenenamientos y suicidios mitológicos. La grieta del Parnaso emitía gas carbónico, elemento deletéreo, pero quizá más conocido popularmente es el relato sobre las flechas empleadas por Hércules, las cuales eran previamente envenenadas con la hiel de la hidra de Lerna, e igualmente la flecha utilizada por Paris cuan- do mata a Aquiles, hiriéndole el talón. Recordemos así mismo que el veneno utilizado por Hércules con el cual provocaba heridas incurables, resultó fatal para el mismo Hércules, cuando por una equivocación infortunada, su esposa Deyanira le proporciona la túnica de Nessus, con el convencimiento de que era un filtro de amor. Es llamativo el hecho de que corre similar suerteen la tragedia de Eurípides Medea, Glauce o Creusa, hija de Erecteo y Praxilea, al tratar de envenenar a Ion, en un episodio de celos sufre envenenamiento, con la diferencia de que no es una túnica, sino una diadema la que ocasiona el envenenamiento de Glauce. La mitología nórdica nos relata otro episodio: la muerte de Baldur lleva a Thor a aprisionar a Loki y una vez atado, le suministra una pócima venenosa que le despierta convulsiones. Anfitrite envenena las aguas con las cuales se baña la ninfa Escila, por celos despertados por Neptuno. El autor de la Odisea, atribuye a Illus, rey de Ephiro (Corinto), un veneno semejante al de la hidra de Lerna, cuyo secreto no quiso revelar a Ulises. Recordemos también que Homero cuenta en la Odisea cómo Cirse empleaba estupefacientes para embriagar a los marineros de Ulises. Pasemos ahora a la historia de la humanidad. En la búsqueda de datos históricos relacionados con la toxicología encontramos en el papiro de Ebers (1500 a.C.) una cita histórica que podemos relacionar con la toxicología: “No hables del hombre de Yao bajo pena de durazno”. Habla además el papiro de Ebers del uso del opio o adormidera conocida como “spnn” para calmar el llanto de los niños. Por la misma época o quizá un poco antes encontra- mos citas del papiro de Hearst que data de la dinastía XVIII (1550 a.C.) en donde se hace mención de tóxicos como el cianuro, de la embriaguez con cerveza y del ve- neno de serpientes sobre las cuales Horus tenía el poder de hacerlas huir (Corbella 1998). No obstante, aunque éstas son unas de las citas más an- tiguas y conocidas que se puedan relacionar con la historia de la humanidad, no podemos dejar de hacer referencia a otros papiros egipcios que datan de 1700 a.C. y en los cuales se advierte claramente el uso de Cannabis indicus y de Papaver somniferum y, como lo deduce Ladrón de Guevara (1995) el hecho curioso de que ya en esa remota época se hacía referencia a las intoxicaciones con plomo. Los datos históricos hacen alusión al emperador Shen- Nung. Volvamos a retroceder el reloj del tiempo: corría el año 3500 a.C. cuando este célebre gobernante demuestra gran interés por su Jardín Botánico en el cual crecían plantas medicinales y tóxicas. Se sabe que los japoneses ya disponían en 700 a.C. de tóxicos muy refinados como el dozo, veneno extraído del crisantemo y el cual posee un importante cardiotóxico. La historia de los faraones nos relata el uso de venenos sutiles y de elaboración sofisticada, cuya formulación era patrimonio de las clases sacerdotales y cuya divulgación se castigaba con la pena de muerte, precisamente por envenenamiento del sindicado. En la medicina hindú sobresale Veda (900 a.C.) y en la griega Hipócrates (40 a.C.) quienes ya mencionaban venenos en sus escritos. Es precisamente Hipócrates quien nos trae una frase de ética médica inolvidable:“No 4 • Toxicología me dejaré inducir por las súplicas de nadie, sea quien fuere, a propinar un veneno...”. Paracelso habla de la medicina laboral y la toxicología foense. Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim Paracelso (1493 - 1541) Agreguemos algunos datos sobre Paracelso, su nombre Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Ho- henheim, nació en 1493 en Einsiedeln (Suiza). Dice la historia que su padre era médico y a él se atribuye que haya despertado interés en aspectos de la naturaleza, la alquimia, la mineralogía y la medicina. Su familia viaja a Corintia y allí entra en contacto con la minería, espe- cialmente en las minas de la familia Fugger. Paracelso es considerado el precursor de la medicina moderna, su pensamiento se encontraba centrado en las ideas místicas y religiosas de su época; la cual también lo llevó a sufrir múltiples acusaciones en la época del Renacimiento. Desde el punto de vista toxicológico sufrase: Todo es veneno y nada es veneno. La dosis sóla hace el veneno” aunque acuñada en el siglo XVI, es válida en nuestro siglo XXI. Es Paracelso el primero en utilizar el concepto de dosis como elemento curativo y hace entonces la distinción entre dosis y veneno según la cantidad. Publicó su Las Siete Defensas y es en la Tercera De- fensa donde hace una apología del uso de venenos en sus prescripciones y como lo dice Repetto en su Toxicología fundamental, establece uno de los más importantes pensa- mientos toxicológicos de todos los tiempos…” En de Historia Plantorum Teofrasto (370-286 a.C.) estudia los venenos vegetales. Es precisamente Teofrasto quien nos describe la acción de la cicuta y dice “produce una muerte fácil y rápida, aunque se administre a dosis pequeñas” y demuestra su preferencia por la de la región de Susa, sobre la cual dice que tiene efectos mejores. Citemos también a Apolodoro de Alejandría, quien vivió en el siglo IV a.C., y ha sido catalogado como uno de los precursores del estudio de los venenos. Un médico griego del siglo II a.C., Nicandro de Colo- fón, publica uno de los primeros textos conocidos (siglo II a.C.) y que merece ser citado por cuanto fue el autor de una de las obras de mayor repercusión en la toxicología. (Marruecos, 1993). Nicandro unía sus conocimientos en toxicología con su vena poética y de sus escritos destacamos dos poemas, Teriaka y Alexipharmaka. El primero consta de 1300 versos escritos en griego en los cuales describe intoxi- caciones tales como la del opio al cual dedica 39 versos de doce sílabas, y esboza el síndrome de abstinencia, así como la sintomatología de sueño y demás efectos del cuadro opiáceo. Como dato curioso anotemos que habla de la intoxicación con plomo y propone un tratamiento exótico para esta época: la mirra y la higuera salvaje (Corbella 1998). Debemos agregar que los etruscos (naturales de Etro- nia) y los eleusinos utilizaban con gran destreza distintos estupefacientes y alucinógenos que parecen relacionados con el cáñamo (marihuana), el mismo que curiosamente a finales del siglo XX invade con especial predilección a la juventud. Es en la medicina griega en donde se establece la primera clasificación de venenos, realizada precisamente por Dioscórides, quien además habla de la utilidad de los eméticos en los casos de intoxicación. De Dioscórides podemos afirmar que fue un personaje de gran importancia, médico griego del siglo primero después de Cristo, quien además ejercía el cargo de médico militar de Roma y cuyo texto sobre plantas y venenos, marca una pauta en el desarrollo de la ciencia toxicológica. Plinio el Viejo Cayo Plinio Cecilio Segundo, filósofo, escritor y natura- lista de origen romano, cuyo nombre era Gaius PliniusSecundus, quien por cierto fue tío y padre adoptivo de Plinio el Joven. En el año 79 cuando la erupción del vol- cán Vesubio, dado su interés científico, viaja a Pompeya a estudiar el fenómeno volcánico y pierde su vida asfixiado por el humo del volcán. De su producción se cuentan 37 libros sobre Cos- mología y Astronomía, Geografía e Historia, Botánica y Agricultura, Medicina, Geografía y Mineralogía y Artes. Su tratado de Medicina consta de 13 tomos, que llegaron a ser textos básicos en la enseñanza de la medicina de la Edad Media, tratados que tuvieron gran influencia hasta cerca de 1492. (Reportajes) Dicen los historiadores que en su tratado de Historia Natural es un compendio de conocimientos científicos en Recuento histórico • 5 muchas ramas de la ciencia tales como: geografía, cosmo- logía, medicina, mineralogía, fisiología animal y vegetal, historia del arte, etc. (Protagonistas de la Historia). Mitrídates, rey de Ponto (132 a.C.) es quien hace uso de la cicuta, utilizando sus efectos tóxicos para la ejecu- ción de los griegos condenados a muerte y Mitrídates IV (140 a.C.) se distingue por realizar investigaciones sobre diversos tóxicos y posibles antídotos, llegando incluso a proponer uno “universal”, cuya composición se ha modificado a través del tiempo. Existe algo curioso en su historia, temeroso de ser envenenado, ingería regularmen- te antídotos con el fin de ser inmune a sus venenos. Pero ante el acoso de sus enemigos quienes estaban próximos a capturarlo y ejecutarlo, trató de suicidarse envenenán- dose, con un lógico resultado negativo, lo cual lo obligó a quitarse la vida con la espada de un soldado. Sus teorías dieron nombre a lo que se denomina “mezclas mitridáti- cas” o sea mezclas antidotales. Las mezclas mitridáticas contenían entre 41 y 58 ingredientes, cifra que varía de acuerdo con los historiadores que se estudien. Son los griegos quienes clasificaron dichas sustancias en tres categorías para las sustancias: a. alimentos, b. fármacos y c. tóxicos. Los césares de la antigua Roma se vieron vinculados a las intoxicaciones con fines bélicos y aun religiosos: citemos el caso de las tropas de Ariovistus las cuales en sus campañas contra las de su rival Julio César, eran dopadas con sustancias alucinógenas. Es precisamente en esta época de la Roma imperial, cuando se identifica el “saturnismo” sufrido por los trabajadores de minas y fundiciones de plomo. Abramos ahora, con el respeto y la veneración que nos es debida, el Libro Sagrado de la Biblia, que además de ser la Palabra de Dios, encierra entre todos sus tesoros, el relato del verdadero derrotero de la humanidad: En el Génesis IX, 20-21 leemos: “Y Noé que era labrador, comenzó a labrar la tierra y plantó una viña. Y bebiendo de su vino, quedó embriagado y echóse desnudo en medio de su tienda”. Más adelante, en el mismo Génesis XIX, 31-38, nos describe el estado de angustia después de la destrucción de Sodoma y Gomorra cuando las hijas de Lot conversan: “Entonces dijo la mayor a la menor: nuestro padre es viejo, y no ha quedado en la tierra ni un hombre que pueda casarse con nosotras según es costumbre en todos los países. Ven, y emborrachémosle con vino y durmamos con él, a fin de poder conservar el linaje por medio de nuestro padre. Con eso le dieron a beber vino aquella noche; la mayor se acostó y durmió con su padre; pero él no sintió, ni cuando se acostó su hija, ni cuando se levantó”. Hemos transcrito la cita hasta este punto para mostrar claramente la intensidad de la intoxi- cación etílica o “embriaguez” de Lot, hecho que se repite al día siguiente con la menor de sus hijas y se relata en los versículos siguientes para terminar con el nacimiento de Moab (cuyo nombre significa “esto es de mi padre”) y del cual se derivan los moabitas y el nacimiento de Amón, padre de los amonitas. En el Levítico X-9 leemos: “Cuando hayáis de entrar en la tienda de reunión, no bebáis vino ni bebida que pueda embriagar”. El capítulo VI , 4 del Libro de Job hace mención al veneno cuando dice: “Porque parece que todas las saetas del Señor están clavadas en mí; el veneno de ellas va corroyendo mi espíritu”. El Antiguo Testamento nos relata en la historia de Judith, el abuso del licor y la embriaguez de Holofernes, opresor de su pueblo, quien perdió su vida como dice el Libro Sagrado de la Biblia: ...“el cual bebió vino sin medida, más de lo que nunca había bebido...” y más ade- lante leemos: “Y Holofernes estaba tendido en la cama, durmiendo profundamente a causa de su extraordinaria embriaguez” (Judith 22-23). Pero el Libro Sagrado de la Biblia nos trae una sen- tencia que hoy tildaríamos de “preventiva” en el Libro de los Proverbios XX: “Lujuriosa cosa es el vino, y llena está de desórdenes la embriaguez; no será sabio quien a ella se entrega”. En la historia de la humanidad se contemplan muchos hechos de utilización de conocimientos en una especie de “ganancia ocasional”. Citemos el caso de Sócrates y el caso de Cleopatra. En el primero, Sócrates utilizando sus conocimientos escoge la Cicuta maculata como medio de ser ajusticiado, pues sabía que tendría una muerte rápida y sin mayores sufrimientos. (Foto 1) Y en el caso de Cleopatra, ésta se vale de la serpiente con igual fin. En el caso homicida, crimen con el cual se constru- yeron y sostuvieron imperios, podemos citar algunos: Tal vez de los más conocidos es el caso de Agripina, quien envenenó a Británico para dar paso hacia el trono a Nerón. Dice Corbella (1998), que al parecer Británico muere por insinuación de Nerón y con la intervención de Locusta, célebre envenenadora de la época, como la persona que prepara el veneno, para cuando Nerón lo necesitase, veneno que éste guardó celosamente en una cajita de oro. Y que tal como era costumbre, el “catavene- nos” probó una bebida preparada para Británico, la cual fue rechazada por estar muy caliente y al agregarle agua para enfriarla, también se le agregó veneno, lo cual causó la muerte de inmediato a Británico (episodio tomado de Tácito). Algunos afirman que el veneno causante fue la Amanita phalloides. Mucho se ha discutido sobre la caída del imperio ro- mano y su relación con el consumo de plomo. En Historia de la Toxicología de Corbella encontramos un dato que nos llama la atención: el pueblo romano consumía dife- rentes cantidades de plomo de acuerdo con su nivel social así: los de la aristocracia consumían entre 160 y 1.520 μg/día, la plebe entre 35 y 320 μg/día y los esclavos entre 15 y 77 μg/día, lo cual desvirtúa la hipótesis de que el 6 • Toxicología saturnismo se debiese al consumo del agua y la tendencia ante estas cifras es que dicho metal se encontraba en el contenido del vino, consumido en proporciones diversas de acuerdo con el estado social. En la época de los Claudios, nace en Verona en el año 5 a.C. Aurelio Cornelio: Celsus o Celso, quien en ese entonces preconizaba un tratamiento, hoy muy discutido y tendiente a desaparecer, ante la mordedura de serpiente, decía: “Ligar la zona mordida, extraer el veneno, sea con ventosas o incluso chupando la herida”. Hoy, repetimos, este tratamiento no se aconseja, pero fue un procedimiento de primeros auxilios que llegó hasta el siglo XXI. Ya mencionamos a Plinio el Viejo cuyo nombre es Caius Plinius Secundus, procurador de Hispania y quien vio el fin de sus días en Strabia, cerca al volcán Vesubio, en el año 79, cuando presidía como jefe, la escuadra de Misenum para estudiar el problema del volcán. Lo cita- mos acá por ser el primero en señalar el riesgo de la cal y el yeso e inclusive presume de que su amigo Augusto fue envenenado con agua cargada de yeso, pero no sólo esto, también deja importantes estudios sobre la toxicología del plomo y el mercurio. Destaquemos a Andrómaco, naturalde Creta que vivió en la mitad del siglo I, autor de un poema de 174 versos, en el cual explica la composición de los fármacos y lo escribe en verso con la consideración de que el poe- ma es más fácil de recordar y más difícil de modificar. Andrómaco modifica la clásica fórmula del mitridato y establece una preparación similar al “antídoto universal” de ese entonces. La Edad Media es un punto muy importante en mu- chos aspectos: en ella se abre el primer centro que atiende exclusivamente pacientes intoxicados: la epidemia surgi- da al sur de Francia, esa célebre epidemia de ergotismo, da piso para que se cree la orden religiosa de los hermanos Antonisti, orden que se dedica exclusivamente al manejo de estos pacientes, que según Ladrón de Guevara (1995) es el primer centro de atención especializada a intoxica- dos de que se tenga conocimiento en Europa. Mujeres envenenadoras célebres: Toffana La Edad Media es rica en hechos históricos: una mujer de nombre Toffana preparaba cosméticos con arsénico y los suministraba con claras indicaciones para que su uso ocasionara el efecto deletéreo en las víctimas previamente seleccionadas para su eliminación. Se calcula que el acto criminal sobrepasa los 600 casos letales. Así encontró su fama con la producción del Agua Toffana. Madame Toffana merece especial mención pues ella inicia una serie de asesinatos que llevan a sus autoras a recibir el rótulo de “Toffanas”. Nos parece una de las mejores descripciones que hemos encontrado, la del Profesor José Manuel Reverte Coma, en su artículo sobre Criminología y por ello no resistimos el deseo de transcribir este pequeño aparte de su artículo: “Las envenenadoras de Sicilia fueron muy famosas, tristemente famosas, pero entre todas llevose la palma Teofania d’Adamo, la “Gnura Tufana” o Toffana, nombre que después sería aplicado a otras envenenadoras. La primera Toffana, de la que aquí hablamos, fue ejecutada en Palermo en 1633, la segunda murió tranquilamente según se dice en Roma en 1651 y la tercera se retiró a un convento en Roma, desde donde salió para el patíbulo en el año 1780. Aquellas Toffanas, que dieron nombre al veneno, utiliza- ban un compuesto de jugos de hierbas que no dejaba huella en sus víctimas, matándolas sin que los médicos pudiesen conocer la naturaleza del mal. Su clientela estaba compuesta por mujeres generalmente, que querían deshacerse de sus maridos, o por personas que tenían prisa en heredar y re- currían a la Señora Tuffana para que les ayudase a enviar al otro mundo al familiar que se lo impedía.”… Llegó a estar tan convencida de su “profesión” y de la bondad de sus asesinatos, que nos trae a la memoria los tristemente célebres “sicarios de nuestra época”cuando suplican a la Divina Providencia o a la Santísima Virgen en cualquiera de sus advocaciones, pero especialmente en la de “Auxiliadora” los guíe en su tenebroso oficio para desarrollarlo correctamente; pues bien, cuando seguimos leyendo a Reverte y él nos describe parte del episodio de su juicio a muerte, brilla por su ausencia al pie del cadalso siquiera un soslayo de arrepentimiento; veamos: …”La vieja Toffana fue detenida y sometida a un estre- cho interrogatorio. El jefe de policía le preguntó si aquella receta de veneno se la había dado Francesca La Sarda, otra famosa envenenadora ejecutada años antes, a lo que la vieja contestó con desprecio: –”La Sarda no sabía nada. El agua que vendía ella era la que yo preparé. Yo fui su maestra”. Nos referimos al “Agua Toffana” necesariamente, pues ella llega con este nombre hasta nuestros días. Veamos un poco de la historia de esta famosa “agua” y recurrimos de nuevo a Reverte quien nos dice: …”Algunos autores como Rodríguez Solís, apuntan el hecho de que Toffana o La Toffarina, era una mujer de Palermo, dama de alta clase social, que comenzó a expender en Nápoles unas redomitas con la efigie de San Nicolás de Bari, razón por la cual fue llamada “Acqua de San Nicolás di Bari”, además de “acqua Toffana”, “acqua di napoli” o simplemente el “acquetta”. En otros lugares se llamó “acqua di Perugia” o “manna di Santo Nicola di Bari”…y podemos agregar otro calificativo dado por Donis “el veneno del amor”. Si bien madame Toffana es una de las más conocidas en estos menesteres, también existe un grupo numeroso Recuento histórico • 7 de mujeres que han pasado a la historia de la toxico- logía, entre las cuales citamos a Jerónima Spra, mujer italiana que desempeñó el oficio de envenenadora dentro de un grupo compuesto, como lo dice Repetto: “Principalmente de mujeres casadas pertenecientes a las más opulentas familias”. Quienes siguieron a su maestra Toffana, produjeron “viudas jóvenes” mediante el asesinato de sus esposos, lo cual llevó al gobierno a investigarla y a condenarla a pena de muerte y con ella a doce mujeres más. Podemos confeccionar un grupo de mujeres que tuvieron relación con el uso de tóxicos en forma homicida, grupo que por cierto puede ser complementado con otros muchos nombres más, según se profundice en la historia: – Lucrecia Borgia – Catalina de Médicis – Madame Brinvillier – Catalina Deshayes “La Voisine” – Madame Lafarge – Madame Toffana – Jerónima Spra – Madame Locusta – Helena Jergao – Lidia Fougines Catalina de Médicis Catalina de Médicis lleva a su país, Francia, los métodos italianos de “perfumes florentinos”. Nace en Florencia en 1519 y muere en Blois, Francia, en 1589. Fue reina de Francia. Fue una reina carente cualquier clase de escrú- pulos, intrigante y seductora. Locusta figura en la historia como aquella esclava condenada a muerte por asesina, quien una vez indultada pasa a ser envenenadora oficial del imperio romano. Ya hemos relatado su accionar en el caso de Nerón y aunque puede existir duda sobre el veneno que causó la muerte de Británico, los historiadores hacen expresa relación entre la amistad de Agripina, esposa de Claudio, y la envenenadora Locusta, quien por cierto fue ajusticiada posteriormente durante el reinado siguiente. Canidia era una mujer envenenadora del barrio de las Esquilias, que al parecer era un buen reducto de estas mujeres. Merece llamar la atención sobre el abismo de maldad que se muestra en la personalidad de Catalina Deshayes “La Voisine” quien fue declarada convicta por innume- rables envenenamientos entre los cuales se incluyen 2.000 niños. Corbella describe a Catalina Deshayes como la esposa de Monvoisin, propietaria de una tienda en el puente Ma- rie de París. Catalina inició su tétrica trayectoria cuando se interesa por las artes ocultas. Dice este autor que su nombre se deriva precisamente de su marido que llevó a que se le conociera como La voisine. Catalina Deshayes, se destacó como la más célebre “sacerdotisa de Satán” y los autores la consideran como una verdadera especialista de “Misas Negras” en las cuales sobresalía algo muy especial y era su extrema crueldad con las víctimas, esto le valió el reconocimiento de los historiadores quienes no dudan en afirmar que “jamás su crueldad ha sido superada por nadie”. La Voisine se especializó en el uso de venenos con el fin de eliminar maridos o amantes. Fue arrestada el 13 de marzo de 1679 y fue ejecutada en febrero de 1680. Son muchos los asesinatos con veneno que se en- cuentran en la historia: mencionemos a aquella posible inventora del uso del rapé, Catalina de Médicis. La his- toria la sindica de haber asesinado a su marido Enrique de Navarra y a su hijo Carlos IX de Francia, así como a Enrique VI de Navarra. Serían relatos muy extensos los que podríamos pre- sentar de estas mujeres, hasta el punto que los casos se hicieron tan frecuentes, que el gobierno emite la Ley Cornelia: Lex Cornelia de sicaris et venficiis promulga- da en el año 82 a.C. por Sila, la cual fue posteriormentecomplementada por la Lex Julia. Con frecuencia se dice entre nosotros que un cadáver es colocado en “Cámara ardiente” para significar que es expuesto para rendirle honores póstumos, pero revisando la literatura nos encontramos que a raíz de los grandes crímenes cometidos por las mujeres que mencionamos aquí, nos encontramos que Trestrail J. en su texto “Se- cretos de la Toxicología” afirma que el término Cámara ardiente surge entre 1679 y 1682 cuando estas mujeres llevaron a establecimiento de Cámara ardiente como una prueba de seguridad de que se efectuó la ejecución, tales crímenes que en conjunto tuvieron igualmente el rótulo de l Áffaire des poisons”. Manuel Repetto ralata en su texto de Toxicología Fun- damental, un curioso caso en el cual interviene la mujer. Dice Repetto: ...“Otro envenenamiento legendario es el de Ladislao, rey de Nápoles, de quien se dice que murió a consecuencia de una intoxicación producida durante el coito por un algodón impregnado en el veneno, que su amante se había colocado en la vagina, quien previa- 8 • Toxicología mente se había inmunizado mediante dosis progresivas del tóxico (Repetto 1988). La historia del veneno constituye en cierta forma la savia de la vida política y cortesana durante largas etapas. La “Pócima” fue y quizá sigue siendo factor decisorio en la elección o deceso de algunos gobernantes. El uso de la “Cantarella” fue acogido como certero instrumento de gobierno. Recordemos al Papa Alejandro VI de nombre Rodrigo Borgia, artífice de la unión del Estado pontificio y la cris- tianización de América, al mencionarlo por su importan- cia histórica aparece inmediatamente la figura de Lucrecia Borgia, que como dicen los historiadores “conquistó el corazón y el terror de la plebe al hacerse conocida por sus amoríos clandestinos y el envenenamiento de amantes, cuyos cadáveres amanecían flotando en las tibias aguas del Tíber”. Víctor Hugo dice: “Sí, los Borgia tienen venenos que matan en un día, un mes, o un año, como ellos quieran. Son infames venenos que mejoran el vino y hacen vaciar el frasco. Os creéis ebrios y estáis muertos. O bien un hombre cae de golpe en estado de languidez, se arruga su piel, se hunden sus ojos, se ponen blancos sus cabellos, se rompen sus dientes como cristal al mor- der el pan; no camina sino que se arrastra; no respira sino que está como el sarrillo del que agoniza; ni ríe ni duerme y tirita de frío al sol en pleno mediodía; es joven y parece un anciano; agoniza así por un tiempo y, al fin, muere. Muere y entonces alguno se acuerda de que hace un mes o un año bebió un vaso de vino Chipre en casa de un Borgia”. Indudablemente son los Borgia actores importantes y han pasado a la historia por sus grandes nexos con los tóxi- cos, especialmente como elemento de homicidio y suicidio. Debemos citar dos obras famosas en la historia de la toxicología: De remediis venenorum publicado por Pietro de Albano en el año 1300 y la obra de Girolamo Mercuriale De venenis et morbis venenosis. Albano des- cribe cuadros tóxicos y propone tratamientos. Mercuriale complementa tratamientos y sintomatologías. Y hemos llegado al tiempo en el cual debemos decir que los envenenamientos invaden el propio recinto del Vaticano: mueren envenenados los sumos pontífices Pío III, Clemente XVI, Victorio II, Cristóforo I, Clemente VII y quizás otros cuya muerte es motivo de especulaciones en nuestros días. Los reyes son igualmente víctimas de métodos cri- minales con veneno: Conrado de Nápoles, Carlos VIII, Luis XIII, Enrique VII, quien según la cita de Ladrón de Guevara fue quizás envenenado con la Hostia. Existe evidente relación de los casos de homicidios o “ejecuciones políticas” para llamar estos crímenes con diplomacia, existe, repetimos, una estrecha relación de poder, un estrecho vínculo con las artes, las letras, la ciencia y la política. La famosa “cantarella” de los Borgia se preparaba, según los historiadores, en forma sencilla, veamos su fórmula, para ello recurrimos a la cita de Cabanes y Nass en su obra Poisons et Sortileges (1903): “Se sacrifica un cerdo, se rocía con ácido arsénico los órganos abdominales y se espera que la putrefacción, retardada por el arsénico, sea completa. No hay más que hacer que sacar la masa putrefacta y recoger los líquidos; más tarde se desecan éstos para obtener una cristalización, una especie de polvo blanquecino parecido al azúcar”. Pero la sofisticación de los actos delictivos con veneno era asombrosa. Dice la historia que Juana de Navarra fue envenenada con unos guantes que preparó René Bianco y otro ejemplo lo encontramos en la historia en el relato de Ambrosio de Paré: el Papa Clemente VII muere bajo el efecto tóxico arsenical de una vela que le daba lumbre mientras leía. Pero aún más, relata la historia hechos de modalidades casi imposibles de creer; veamos: se afirma que el emperador Augusto es asesinado con tóxicos al consumir una manzana o higo que él mismo arranca de la planta. Gian Galeazo, duque de Milán, cabalga ino- centemente sobre una silla de montar impregnada con un tóxico y muere por la absorción del veneno a través de su piel. Aunque el uso de tóxicos se remonta a la era del pa- leolítico, cuando el hombre ya los utilizaba en sus flechas con el fin de conseguir alimentos para su supervivencia o los empleaba en su propia defensa, según los estudios de G. Saint-Hilarire y Parrot, es importante mencionar algunos episodios que marcaron grandes adelantos en el estudio de la toxicología, bien por su influencia directa o por permitir su difusión y entre ellos destacaremos los siguientes: El descubrimiento de América en 1492, por Cristóbal Colón, es un episodio que inesperadamente lleva al viejo continente gran número de animales y plantas hasta en- tonces desconocidas, las cuales con sus diferentes aspectos van a enriquecer múltiples conceptos científicos, así como a la toxicología existente, hecho fácilmente deducible al leer la historia, aun a los ojos más desprevenidos. Un año más tarde, en 1493, nace un hombre conside- rado como uno de los pilares de la medicina: Felipe Aureo- lo Teofrasto Bombast de Hohenheim más conocido como Paracelso, quien expresa la famosa sentencia: “Todo es veneno y nada es veneno. La dosis sola hace el veneno”. Nacido en Suiza, tiene la fortuna de que su padre ejercía como médico en las minas de Fugger, lo cual lo enruta hacia la medicina del trabajo al estar relacionado con las patologías que aparecían en los mineros. Se doctoró en Italia en la Universidad de Ferrara y se distinguió por dar más importancia al enfermo que a los tratados que estudiaba. Creía en el equilibrio Hipocrático del cuerpo basado en el azufre, mercurio y sal y que el desequilibrio de estos tres pilares ocasionaba la enfermedad. Considera Recuento histórico • 9 al hombre como un microcosmos inseparable del macro- cosmos del universo. Paracelso muere en Salzburgo. En su epitafio podemos leer. “Aquí yace Phillipus Teophrastus, distinguido doctor en medicina, que con artes maravillosas curó horribles heridas, lepra, gota, hidropesía y otras enfermedades contagiosas del cuerpo, y dio a los pobres los bienes que había obtenido y acumulado. En el año del Señor 1541, a 24 de septiebre dejó la vida por la muerte. George Agrícola George Agrícola Su nombre: Bauer George Agrícola. Nace en 1494 quien se conoce más por George Agrícola, médico alemán quien publica su interesante obra De Re Metallica, en la cual estudió y recopiló los efectos de metales durante su ejer- cicio médico en las montañas de Erzbebrirge, estudiando especialmente la patología del oro y la plata. Sobre este investigador volveremos a hablar en el capítulo del flúor y sus compuestos por ser él quien hace realmente el descubrimiento de las propiedades delflúor y quien lo denomina “Fluor Lápiz”. Muere en 1555. Ferdinan Frédéric-Henri Moiussan Nació en 1852 en París, recibió las primeras lecciones de química de su padre quien era un empleado del fe- rrocarril. Logró la electrólisis del flúor haciendo posible su identificación. Muere en 1894. El advenimiento de la imprenta hace que los cono- cimientos se difundan y se puedan conocer en espacio y tiempo ilimitado. Es en 1492, precisamente en el año del descubri- miento de América, cuando aparece el texto de Sancte de Ardonis que puede calificarse como el primer texto específico sobre el tema y que obtiene difusión, al que siguen los de Dioscórides y muchos más. Es que la im- prenta ha hecho esto posible y su importancia aún la vemos pese a los adelantos tecnológicos, pues todavía su primacía sigue siendo incontrovertible frente a los demás adelantos. Corría el siglo XVII y la historia nos relata el famoso caso de Margarita de Aubray, marquesa de Brinvillier, quien inventa una mezcla de arsénico, cloruro de mercu- rio y opio para asesinar a su padre y a sus dos hermanos. La suerte le juega una “mala pasada”, su amante muere envenenado al manipular su invento. Juzgada, fue deca- pitada en 1676 en Francia y se da origen a la “chambre de poisons”, célebre tribunal que únicamente juzgaba los delitos por envenenamiento, llegando su poder hasta personas protegidas y sólo quedando fuera de su jurisdic- ción el rey. Llega al trono Luis XIV y dado que algunas de sus amantes se encontraban implicadas, se vio obliga- do a disolver dicho tribunal, para proteger sus favoritas. Entramos al siglo XVIII con la revolución científica y al siglo XIX con la revolución industrial; aparecen entonces Raspail (1794-1878) y Mateo Orfila, se inicia algo de importancia imposible de ponderar: profundos estudios sobre los métodos de identificación y dosificación de los principales tóxicos de la época. Imposible abstenernos de citar el famoso caso de La- farge, cuando ante una corte criminal, estando Raspail haciendo alusión al método de Mazo para detección y dosificación del arsénico, se permitió gritar desde la tri- buna: “Arsénico, señor presidente, lo podría encontrar yo hasta en el brazo de su sillón”. Discusión que sirvió para estimular a los detractores de los métodos científicos. Madame Marie Capelle Lafarge fue acusada de homi- cidio en la persona de su marido, a quien envenenó con un pastel con arsénico, que le envió el 16 de diciembre de 1839, pero también existe la acusación de una testigo, Anne Brun, quien declaró haber visto cómo Lafarge agre- gaba arsénico a la leche que le daba a su marido, quien falleció el 14 de enero de 1840 y ella fue condenada a cadena perpetua. Mateo Orfila Su nombre de pila es Mateo Juan Buenaventura Orfila. Sobre este hombre de ciencia nos dice Corbella que nació en 1787 en Mahón, isla de Menorca, el día 24 de abril. Es- tudio Medicina en Valencia, en Barcelona y en París, allí se doctoró con la tesis Nouvelles recherches sur les urines des ictériques, en el año de 1811 y en ese mismo año se hace ciudadano francés. Publica además: Éléments de Chimie appliqués á la Médecine el aux Arts y Le Vons de Médecine Légale (1821) en el cual recoge sus exposiciones como catedrático. Además podemos citar su Traité de Médecine Légale. De origen catalán con amplio recorrido y gran capacidad lingüística pues dominaba cinco idiomas, fue autor del Tratado de Toxicología (1814), continuando su trayectoria con la publicación, tres años más tarde (1817), de Elements de Chimie Médicale y posteriormente So- corros que deben darse a las personas envenenadas o 10 • Toxicología asfixiadas. Es autor de la clasificación de las sustancias en seis grandes grupos: corrosivos, astringentes, acres, estupefacientes, narcóticos-acres y sépticos. Su obra más importante se considera que es Traité des Poisons (Tratado de los venenos de los reinos mineral, vegetal y animal o toxicología general) publicado en París en 1814, a los 26 años de edad (Corbella 1998), obra que tiene importancia fundamental por sus conceptos sobre fisiología, patología y medicina legal. Bernardo Ramazzini: (1633-1714) indudablemente un hombre que marca una trayectoria importante en la medicina, considerado justamente como el padre de la medicina laboral, nacido en Capri en 1633 y autor del texto De morbis artificum diatriba en el cual hace sus observaciones sobre la patología laboral, observaciones que hoy, siglo XXI, son totalmente válidas. Sobre Rama- zzini volveremos en el capítulo del plomo, pero quizás lo más importante y que nunca debe ser olvidado por el médico su frase “Cuando llegues a la cabecera de tu paciente, pregúntale en qué trabaja, para ver si en la fuente de su sustento no radica la causa de su mal”. Si el médico no recuerda la recomendación de Ramazzini, posiblemente nunca hará el diagnóstico de intoxicación en su paciente, especialmente si la fuente es laboral, por cuanto todas las intoxicaciones, sin excepción, se parecen a enfermedades de otra índole. El siglo XVIII tiene gran importancia en el desarrollo de la toxicología: la ciencia se enriquece con el aporte de nuevas sustancias cuyas características se fueron am- pliando. Citemos como ejemplo el cobalto, el níquel, el cromo, etc. Es justo citar aquí los trabajos publicados en su libro Enfermedades Saturninas de Tanquerel des Planches, en el cual presenta su colección de 1.200 casos de saturnis- mo, con descripciones verdaderamente admirables desde el punto de vista clínico, médico y científico. Uno de sus títulos es Essais sur la paralisie de plomb ou saturnine publicado en París en 1834, y cinco años después (1839) edita algo más completo e importante: Traité des mala- dies de plomb ou saturnisme. Muere en 1862, dejando una importante obra. Friederich Wholer (1800-1882) con sus estudios sobre la urea en 1828 abre el espacioso camino de los conocimientos sobre sustancias de origen orgánico, lo cual trae como resultado otro verdadero alud de nuevos productos a la esfera científica. Wholer, de origen alemán, a edad temprana (28 años) ya marca un episodio de gran magnitud en el mundo científico. François Magendie médico y fisiólogo, también me- rece mención, ya que es quien estudia el mecanismo de acción de la estricnina y la emetina. Magendie nace en 1783 y muere en 1855, es considerado como el iniciador de la línea de trabajo experimental, sus investigaciones lo llevaron a demostrar la existencia de convulsiones por fi- jación de tóxicos como la estricnina, en la médula espinal. Uno de sus más aprovechados discípulos, Claude Bernard (1813-1878), nacido en Beaujolais, publica Leçons sur les effects des subtances toxiques et médica- menteuses en París en 1857 y realiza estudios sobre el mecanismo de acción del monóxido de carbono y su forma de combinarse con la hemoglobina y describe el color rojizo de la sangre con carboxihemoglobina, estudia intensamente “los líquidos del organismo y las sustancias tóxicas”, tema que lo apasionó, tratando de buscar su explicación. Esto lo realiza siendo profesor del Collège de France en donde dicta el tema en siete lecciones. Describe el sitio de acción del curare, utilizado por los nativos de América del Sur, quienes impregnaban sus flechas para obtener presas de caza para su sustento, produciéndoles a los animales un paro respiratorio. Abre este científico el estudio y conocimiento del sistema nervioso autónomo y un siglo más tarde, la aplicación farmacológica de uso cotidiano de derivados del curare, en anestesiología. Lavado Gástrico - Historia Esta medida imprescindible en la mayoría de las in- dicaciones orales como uno de los mejores medios de evacuación gástrica, tiene su historia: Corría el año de 1805 cuando dos médicos utilizan por primera vezel lavado gástrico como mecanismo para tra- tar una intoxicación: los doctores Physik y Dupuytren el primero americano y el segundo francés. Pero 8 años más tarde se hace una demostración “teatral” y peligrosa por otro médico francés M. Bertrand quien ingiere 5 gramos de trióxido de arsénico y lo ingiere en público para probar la eficacia de la absorción de venenos y posteriormente sigue su ejemplo un farmaceuta francés Touery ingiriendo 10 dosis letales de estricnina. Lógicamente estos hechos causaron gran controversia en las academias de medicina, especialmente en la Francesa. (Ling.-2002). El belga Stas (1813-1891) describe la técnica de ex- tracción de alcaloides, con ocasión de otro caso judicial en el expediente del conde belga Hipólito de Boccarmé. La muerte de Napoleón es uno de los casos de eje- cución o asesinato más conocidos en la historia. Fue in- vestigado por el sueco Sten Forshufvud quien encuentra arsénico en los restos mortales de Napoleón, un siglo después de su muerte, hecho que aún despierta interés de instituciones contemporáneas como el FBI y los labora- torios franceses, los cuales en 1995, aún estudian el caso. René de Maury afirma: “Napoleón fue envenenado con arsénico entre 1817 y 1821 por uno de sus compañeros de exilio, el conde de Montholon”, aseveraciones hechas en Montpellier el 8 de septiembre de 1995. En 1863 con ocasión del caso Couty de la Pommeraie, Tardieu, Rossin y Bermar inician el proceso de búsqueda y extracción de la digitalina en vísceras y su posterior administración a animales en los cuales se pudiese ob- Recuento histórico • 11 servar la evidencia de sus efectos, pues era la época de la utilización de fármacos que en dosis de miligramos, podían producir la muerte. Ahora bien, en la época moderna, siglo XIX, se abre el panorama de la toxicología médico-legal. Se llega a identificar y a dosificar un número cada vez mayor de tóxicos mediante determinaciones químicas, pero no sólo eso, que además se logra la identificación biológica y se inician procedimientos cada vez más precisos, mediante diluciones progresivamente mayores. En este siglo se ve la justicia ayudada por el concepto toxicológico, pues ya se podía afirmar cuál sustancia había sido encontrada en el cuerpo estudiado y cuáles eran sus efectos y aun la cantidad encontrada, mediante métodos científicos, en otras pala- bras, los análisis cualitativos y cuantitativos de los tóxicos. K. Chen en 1934 aclara el mecanismo de acción de antídotos como los nitritos y tiosulfatos, tan importantes en el tratamiento del paciente intoxicado con cianuro. Sir Rudolf Albert Peters (1889-1982) fue Bioquímico y en 1945 sintetiza al BAL (dimercaprol) y sus aplicaciones como quelante en la intoxicación por arsénico y más tarde, en 1963, son sorprendentes sus estudios sobre la síntesis letal, como explicación del mecanismo tóxico del fluoracetato de sodio. Estos descubrimientos de Peters tienen una gran importancia, pues explicó algo que era desconocido 50 años antes. Peters dirigía un pequeño grupo de investigación en su departamento de Oxford, sobre gas mostaza y arse- nicales. Fue en ese entonces cuando descubrió el BAL. Después de la guerra se dedicó a estudiar los problemas del fluoracetato de sodio. En 1954 renuncia a su cátedra e ingresa al Agricultural Reseca Council Animal Physiology Unit en donde sigue investigando sobre los compuestos de fluor hasta su retiro definitivo en 1980. De ella extraemos las líneas finales: “The field of pest control is immense, and many problems impatiently await a solution. A new territory has opened up for the synthetics chemist, a territory which is still unexplored and difficult, but which holds out the hope that in time further progress will be made”. Paul Müller. Su nombre completo es Paul Hermann Müller nacido el 12 de enero de 1899 en Olten, Suiza. Premio Nobel de Medicina y Fisiología, en la entrega del premio el 11 de diciembre de 1948 pronuncia su conferencia titulada “Di- chloro-diphenyl-trichloroethane and newer insecticidas”. Hijo de un empleado del ferrocarril se vio obligado a cambiar de ciudades con frecuencia. A los 20 años entró a estudiar en la Universidad de Basilea y se doctoró como Químico a los 25 años, pero su interés por la ciencia lo lleva a estudiar también Botánica. Trabajó con los Laboratorio Geygy. Y al conocerse que los insectos son transmisores de enfermedades en el hombre, se dedica a buscar los medios de eliminarlos. Su gran triunfo fue el descubrir los poderes insecticidas de los hidrocarburos órganoclorados entre los cuales se dedicó especialmente al estudio del DDT, descubierto por el químico alemán Othmar Zeidler en 1874. Winston Churchill calificó al DDT como “la penicilina de los insecticidas”. Paul Hermann Mülier Muere en Basilea a los 72 años de edad, en 1965. Gerard Schrader Químico alemán, desde 1934 inicia investigaciones de insecticidas y el 23 de diciembre de 1936 sintetiza el Tabum, conocido como insecticida inicialmente pero luego llevado al campo de la guerra en donde se le de- nominó “Gas nervioso”. Schrader y sus ayudantes fueron los primeros en experimentar sus graves efectos tóxicos, cuando en enero de 1937 él y su ayudante de laboratorio empezaron a experimentar miosis y dificultad respiratoria debido a la exposición a los vapores del Tabum con el cual estaban trabajando. Este accidente llevó al cierre del laboratorio por cerca de un mes, antes de permitir la entrada al mismo de cualquier persona. Posteriormente sintetizó el Sarín cuyo nombre son las siglas de sus cola- boradores y en su honor lo llamó así: Schrader, Ambros, Rudriger, y van der Linde. Realiza grandes estudios en el campo de los fosfo- rados orgánicos, previamente descubiertos por el ruso Arbusow. Es Schrader el investigador que llega a obtener los gases de guerra tales como el somán, sarín y tabum, elementos que persisten en los arsenales bélicos y que aun en nuestros días vemos con asombro y temor como los mandatarios los mantienen como estrategias bélicas, como ocurrió y sigue ocurriendo en confrontaciones como la del Golfo Pérsico, o bien son usados por mentes alienadas, como ocurrió en el metro de Tokio el 19 de marzo de 1995. Wilson y Meislich en 1953 descubren las oximas o reactivadores de las colinesterasas. Podemos sintetizar grandes pasos en la historia de la toxicología: Primer paso: casi primitivo y que tiene que ver más con el contacto directo o vecindad de determinados tóxi- 12 • Toxicología cos en el cual se dibuja la toxicología ligada a la botánica y a la zoología, cuando se inicia el estudio de plantas y animales como posibles fuentes de intoxicación. Segundo paso: podríamos fijar el segundo paso cuando aparece el uso intencional de los tóxicos, que configuran de la toxicología criminal, o medicina legal o forense. Tercer paso: lo configura el deseo de ayudar al intoxi- cado, de curar o de remediar sus dolencias y es entonces la etapa de la toxicología clínica, que por su intenciona- lidad y por su misma esencia es la base de la toxicología ejercida por el médico o el veterinario. Paralelo al paso anterior se podría configurar el de la toxicología analítica, pues como es lógico el médico o el veterinario necesitan de la confirmación o descarte de su diagnóstico clínico o sospecha ante el agente agresor. Ante el desarrollo industrial y la necesidad de mejo- ramiento de condiciones de trabajo, vemos aparecer la toxicología laboral. El aumento de productos de toda clase y su uso y abuso crean la necesidad de la toxicología ambiental o ecotoxicología. La industria farmacéutica y el mundo de los medi- camentos utilizados cada vez con mayor intensidad y con menos rigor científico llevan al surgimiento de la toxicología farmacológica, pasode interés creciente, di- versidad y calidad de riesgo, tales que involucra a médicos y químicos ahora, y quizás con mayor responsabilidad en el futuro, cuando ese universo de medicamentos progrese hacia el infinito. No podemos dejar de mencionar un paso de extre- ma importancia, derivado del uso y abuso de sustancias químicas que el hombre utiliza con o sin razón, abriendo el paso a lesiones carcinogénicas y mutagénicas, configu- rando la toxicología genética. Y hoy existe también, aunque aún en desarrollo, el campo de la toxicología inmunológica. Al hacer este rápido resumen sólo nos queda una ver- dad indiscutible: es la extraordinaria diversidad de ramas del saber que tiene la toxicología, y como dice Corbella (1998), “es frecuente asistir a reuniones científicas de personas que se ocupan de la toxicología en las que las aportaciones son tan diferentes...” y como lo afirmamos nosotros, el ejercicio de la toxicología es y tiene que ser, necesariamente multidisciplinario. USO DE TÓXICOS ENTRE LOS INDÍGENAS Recopilemos datos históricos sobre el uso de los tóxicos que hacían los indígenas: Los orites, moradores de las inmediaciones del Indus, nos dice Andrés Posada Arango en su artículo publicado en 1888: “Tenían dardos ponzoñosos con los cuales fue herido Ptolomeo a quien Alejandro Magno logró curar por medio de una yerba (hiperbatón); pero su veneno quedó desconocido”. Los habitantes de Java desde tiempo inmemorial han usado venenos en sus saetas, dos venenos por demás de gran actividad que ellos denominaron “upas”. De estos dos venenos se sabe que uno era el jugo lechoso de un árbol de la familia de las artocarpáceas el Antiaris toxi- caria y el otro lo obtenían de la corteza de la raíz del Strycnos tieute. Los habitantes de Indostán envenenaban sus flechas con el jugo lechoso de un vegetal, al parecer, una morácea. Vamos ahora al continente africano. Los salvajes del occidente de Africa, habitantes de Gabón, utilizaban el veneno de una apocinácea, el Strophantus hispidus, el mismo que posteriormente formara parte del arsenal de nuestra terapéutica cardíaca. Los bochimans, al sur de ese continente, empleaban otro veneno extraído de una serpiente de la especie Crótalus. Los hotentotes, habitantes del suroeste africano, poseía un arsenal ma- yor de tóxicos para su caza o su defensa: utilizaban las amarilidáceas Haæmantus mudus, Amaryllis disticha y algunas solanáceas, la Acocanthera venenata, y la Naja tripudians, serpiente conocida entre los portugueses como “cobra de capello”. A su vez, otras tribus se valían de diversas euforbiáceas: virosa, heptgona, cereiforms, para fines similares. Los de Mandinga, por su parte, uti- lizaban veneno de las asclepiáceas. Los siberianos del sudeste utilizaban como veneno sustancias hasta entonces desconocidas, que extraían de carnes podridas de las aves de caza. En la India Oriental impregnaban sus puñales con la exudación lechosa de un pequeño lagarto verde: el Eckos virosus, veneno de consecuencias mortales. En Brasil los nativos se valían del veneno de la Eu- phorbia cotinifolia, una arbusto que se encuentra nativo también en nuestro territorio colombiano, en zonas cálidas y que el vulgo conoce con el nombre de “lechero o manzanillo”. En la Guayana, los venenos eran extraídos de los frutos de las sapindáceas Paullma cururu o la pinnata, o bien del Ficus venenata. USO DE VENENOS POR LOS ABORÍGENES COLOMBIANOS En nuestras costas sobre el Atlántico, en las cercanías de la ciudad de Santa Marta, nuestros nativos al oponerse al conquistador Lugo, utilizaron sus flechas que estaban impregnadas o “herboladas” como se les denominaba y es preciso citar aquí a Andrés Posada Arango en su pu- blicación del año 1888, pues este científico colombiano, nacido en Medellín el 11 de febrero de 1839 y fundador de la Academia de Medicina de Medellín (1887), con su gran capacidad científica afirma: “...estos efectos no los causa el curare” sembrando así la duda sobre el tóxico que causa los episodios conocidos en hechos históricos. Es este ilustre médico y científico quien nos dice en 1888, cuando Recuento histórico • 13 los métodos científicos eran escasos en el medio: “...Los síntomas tetánicos que este último ocasiona han hecho mirar su base como análoga a la estricnina, mientras que se desconoce aún la naturaleza del principio tóxico de ‘upas antiar’, que parece ser una resina”. En las Antillas, los caribes que habitaban la zona, se servían de un veneno extraído de un arbusto que todavía causa problemas entre nosotros, “el manzanillo”, como se conoce popularmente a la Hippomane mancinella, es interesante citar a Bomare quien cuenta que al tocar un dardo impregnado de veneno, 140 años antes, produjo la muerte de un sujeto en forma fulminante, pues a la luz de lo que hoy conocemos sobre esta planta, tenemos que dudar sobre la identidad de la misma, a no ser un fenómeno de colapso mortal por anafilaxia, lo cual sería un caso excepcional. En el Orinoco, los nativos se defendían y cazaban con el uso del curare, aquella sustancia que sería motivo de estudio por científicos como Humboldt, Boussingault, Roulin, Schomburk, Bernard y Reinoso, sustancia que se extrae del Strychnos toxiferea, conocida popularmente como “bejuco de mavacure”. Es incontrovertible el hecho de que nuestros indí- genas del norte de Colombia, península de la Guajira, igualmente los que habitaban el río Grande de la Mag- dalena y los del río Orinoco sabían dosificar sus venenos para la caza y la guerra. Nos llama la atención la manera de utilizar el veneno por parte de los pobladores de la región de Muzo en Colombia, zona conocida por la pureza y calidad de sus esmeraldas, porque ellos no sólo utilizaban los venenos en sus flechas, sino que como dicen los historiadores “en- venenaban también las puntas o espinas, que erizaban los caminos que los españoles debían transitar...” es decir, su uso era además preventivo ante sus enemigos. Al mencionar que los indios, antes del descubrimiento, ya manejaban con maestría los tóxicos animales y vege- tales, es de notar que el primer personaje que se conoce víctima de las flechas envenenadas por los indios fue Juan de la Cosa, aunque como dice Corbella (1998) no se sabe con certeza cuál fue el veneno utilizado en este episodio y se especula sobre el manzanillo y el curare. Igualmente, este autor hace mención del uso de barbascos o varbas- cos para la pesca. Queremos hacer especial mención de los aborígenes de nuestra costa occidental, sobre el océano Pacífico, es decir los moradores de lo que hoy es nuestra provincia o departamento del Chocó, porque estas tribus eran emi- nentemente pacíficas; sin embargo, también utilizaban y utilizan el veneno de un batracio, la rana kro kro, conocida popularmente como rana dorada o rana del Chocó, pues su maestría es impresionante en la dosificación del tóxi- co, de acuerdo con sus deseos de paralizar o matar a su víctima humana o animal (ver capítulo correspondiente). Nos haríamos interminables en la enumeración de hechos que se relacionan con la historia de la Toxicología, por tanto, dejamos en este punto, este inconcluso “relato histórico”. 14 • Toxicología BIBLIOGRAFÍA CORBELLA, Jacinto. Historia de la Toxicología. Seminario Pere Mata, Unidad de Medicina Laboral y Toxicología y de Historia de la Medicina. Universidad de Barcelona. España, 1998. FÉLIX TORRES AMAT: La Sagrada Biblia. Ed. Clute, S.A. 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