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Recuento histórico de la toxicología

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Recuento histórico 
de la toxicología
Remontémonos hasta la mitología 
Entresaquemos de sus páginas varios puntos de contacto 
con la toxicología los cuales creemos que son importantes 
para completar nuestro panorama sobre el tema: 
“Los dioses no envenenan ni hacen envenenar, por 
ser éste un recurso infame e indigno de la majestad de 
un dios”. Podemos deducir que esta afirmación se refiere 
a los dioses de la tierra porque como lo dice la literatura, 
los del mar sí intervienen en envenenamientos y suicidios 
mitológicos. 
La grieta del Parnaso emitía gas carbónico, elemento 
deletéreo, pero quizá más conocido popularmente es el 
relato sobre las flechas empleadas por Hércules, las cuales 
eran previamente envenenadas con la hiel de la hidra de 
Lerna, e igualmente la flecha utilizada por Paris cuan- 
do mata a Aquiles, hiriéndole el talón. Recordemos así 
mismo que el veneno utilizado por Hércules con el cual 
provocaba heridas incurables, resultó fatal para el mismo 
Hércules, cuando por una equivocación infortunada, su 
esposa Deyanira le proporciona la túnica de Nessus, con 
el convencimiento de que era un filtro de amor. 
Es llamativo el hecho de que corre similar suerteen 
la tragedia de Eurípides Medea, Glauce o Creusa, hija de 
Erecteo y Praxilea, al tratar de envenenar a Ion, en un 
episodio de celos sufre envenenamiento, con la diferencia 
de que no es una túnica, sino una diadema la que ocasiona 
el envenenamiento de Glauce. 
La mitología nórdica nos relata otro episodio: la 
muerte de Baldur lleva a Thor a aprisionar a Loki y una 
vez atado, le suministra una pócima venenosa que le 
despierta convulsiones. 
Anfitrite envenena las aguas con las cuales se baña la 
ninfa Escila, por celos despertados por Neptuno. El autor 
de la Odisea, atribuye a Illus, rey de Ephiro (Corinto), un 
veneno semejante al de la hidra de Lerna, cuyo secreto no 
quiso revelar a Ulises. Recordemos también que Homero 
cuenta en la Odisea cómo Cirse empleaba estupefacientes 
para embriagar a los marineros de Ulises. 
Pasemos ahora a la historia de la humanidad. En 
la búsqueda de datos históricos relacionados con la 
toxicología encontramos en el papiro de Ebers (1500 
a.C.) una cita histórica que podemos relacionar con la 
toxicología: “No hables del hombre de Yao bajo pena de 
durazno”. Habla además el papiro de Ebers del uso del 
opio o adormidera conocida como “spnn” para calmar 
el llanto de los niños. 
Por la misma época o quizá un poco antes encontra- 
mos citas del papiro de Hearst que data de la dinastía 
XVIII (1550 a.C.) en donde se hace mención de tóxicos 
como el cianuro, de la embriaguez con cerveza y del ve- 
neno de serpientes sobre las cuales Horus tenía el poder 
de hacerlas huir (Corbella 1998). 
No obstante, aunque éstas son unas de las citas más an- 
tiguas y conocidas que se puedan relacionar con la historia 
de la humanidad, no podemos dejar de hacer referencia 
a otros papiros egipcios que datan de 1700 a.C. y en los 
cuales se advierte claramente el uso de Cannabis indicus 
y de Papaver somniferum y, como lo deduce Ladrón de 
Guevara (1995) el hecho curioso de que ya en esa remota 
época se hacía referencia a las intoxicaciones con plomo. 
Los datos históricos hacen alusión al emperador Shen- 
Nung. Volvamos a retroceder el reloj del tiempo: corría el 
año 3500 a.C. cuando este célebre gobernante demuestra 
gran interés por su Jardín Botánico en el cual crecían 
plantas medicinales y tóxicas. Se sabe que los japoneses 
ya disponían en 700 a.C. de tóxicos muy refinados como 
el dozo, veneno extraído del crisantemo y el cual posee 
un importante cardiotóxico. 
La historia de los faraones nos relata el uso de venenos 
sutiles y de elaboración sofisticada, cuya formulación era 
patrimonio de las clases sacerdotales y cuya divulgación 
se castigaba con la pena de muerte, precisamente por 
envenenamiento del sindicado. 
En la medicina hindú sobresale Veda (900 a.C.) y en 
la griega Hipócrates (40 a.C.) quienes ya mencionaban 
venenos en sus escritos. Es precisamente Hipócrates 
quien nos trae una frase de ética médica inolvidable:“No 
 
4 • Toxicología 
 
me dejaré inducir por las súplicas de nadie, sea quien 
fuere, a propinar un veneno...”. 
Paracelso habla de la medicina laboral y la toxicología 
foense. 
 
Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim 
 
Paracelso (1493 - 1541) 
Agreguemos algunos datos sobre Paracelso, su nombre 
Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Ho- 
henheim, nació en 1493 en Einsiedeln (Suiza). Dice la 
historia que su padre era médico y a él se atribuye que 
haya despertado interés en aspectos de la naturaleza, la 
alquimia, la mineralogía y la medicina. Su familia viaja 
a Corintia y allí entra en contacto con la minería, espe- 
cialmente en las minas de la familia Fugger. Paracelso 
es considerado el precursor de la medicina moderna, su 
pensamiento se encontraba centrado en las ideas místicas 
y religiosas de su época; la cual también lo llevó a sufrir 
múltiples acusaciones en la época del Renacimiento. 
Desde el punto de vista toxicológico sufrase: Todo es 
veneno y nada es veneno. La dosis sóla hace el veneno” 
aunque acuñada en el siglo XVI, es válida en nuestro 
siglo XXI. 
Es Paracelso el primero en utilizar el concepto de dosis 
como elemento curativo y hace entonces la distinción 
entre dosis y veneno según la cantidad. 
Publicó su Las Siete Defensas y es en la Tercera De- 
fensa donde hace una apología del uso de venenos en sus 
prescripciones y como lo dice Repetto en su Toxicología 
fundamental, establece uno de los más importantes pensa- 
mientos toxicológicos de todos los tiempos…” 
En de Historia Plantorum Teofrasto (370-286 a.C.) 
estudia los venenos vegetales. Es precisamente Teofrasto 
quien nos describe la acción de la cicuta y dice “produce 
una muerte fácil y rápida, aunque se administre a 
dosis pequeñas” y demuestra su preferencia por la de 
la región de Susa, sobre la cual dice que tiene efectos 
mejores. 
Citemos también a Apolodoro de Alejandría, quien 
vivió en el siglo IV a.C., y ha sido catalogado como uno 
de los precursores del estudio de los venenos. 
Un médico griego del siglo II a.C., Nicandro de Colo- 
fón, publica uno de los primeros textos conocidos (siglo II 
a.C.) y que merece ser citado por cuanto fue el autor de 
una de las obras de mayor repercusión en la toxicología. 
(Marruecos, 1993). 
Nicandro unía sus conocimientos en toxicología con 
su vena poética y de sus escritos destacamos dos poemas, 
Teriaka y Alexipharmaka. El primero consta de 1300 
versos escritos en griego en los cuales describe intoxi- 
caciones tales como la del opio al cual dedica 39 versos 
de doce sílabas, y esboza el síndrome de abstinencia, así 
como la sintomatología de sueño y demás efectos del 
cuadro opiáceo. Como dato curioso anotemos que habla 
de la intoxicación con plomo y propone un tratamiento 
exótico para esta época: la mirra y la higuera salvaje 
(Corbella 1998). 
Debemos agregar que los etruscos (naturales de Etro- 
nia) y los eleusinos utilizaban con gran destreza distintos 
estupefacientes y alucinógenos que parecen relacionados 
con el cáñamo (marihuana), el mismo que curiosamente 
a finales del siglo XX invade con especial predilección 
a la juventud. 
Es en la medicina griega en donde se establece la 
primera clasificación de venenos, realizada precisamente 
por Dioscórides, quien además habla de la utilidad de los 
eméticos en los casos de intoxicación. 
De Dioscórides podemos afirmar que fue un personaje 
de gran importancia, médico griego del siglo primero 
después de Cristo, quien además ejercía el cargo de 
médico militar de Roma y cuyo texto sobre plantas y 
venenos, marca una pauta en el desarrollo de la ciencia 
toxicológica. 
 
Plinio el Viejo 
Cayo Plinio Cecilio Segundo, filósofo, escritor y natura- 
lista de origen romano, cuyo nombre era Gaius PliniusSecundus, quien por cierto fue tío y padre adoptivo de 
Plinio el Joven. En el año 79 cuando la erupción del vol- 
cán Vesubio, dado su interés científico, viaja a Pompeya a 
estudiar el fenómeno volcánico y pierde su vida asfixiado 
por el humo del volcán. 
De su producción se cuentan 37 libros sobre Cos- 
mología y Astronomía, Geografía e Historia, Botánica y 
Agricultura, Medicina, Geografía y Mineralogía y Artes. 
Su tratado de Medicina consta de 13 tomos, que llegaron 
a ser textos básicos en la enseñanza de la medicina de la 
Edad Media, tratados que tuvieron gran influencia hasta 
cerca de 1492. (Reportajes) 
Dicen los historiadores que en su tratado de Historia 
Natural es un compendio de conocimientos científicos en 
 
Recuento histórico • 5 
 
muchas ramas de la ciencia tales como: geografía, cosmo- 
logía, medicina, mineralogía, fisiología animal y vegetal, 
historia del arte, etc. (Protagonistas de la Historia). 
Mitrídates, rey de Ponto (132 a.C.) es quien hace uso 
de la cicuta, utilizando sus efectos tóxicos para la ejecu- 
ción de los griegos condenados a muerte y Mitrídates IV 
(140 a.C.) se distingue por realizar investigaciones sobre 
diversos tóxicos y posibles antídotos, llegando incluso 
a proponer uno “universal”, cuya composición se ha 
modificado a través del tiempo. Existe algo curioso en su 
historia, temeroso de ser envenenado, ingería regularmen- 
te antídotos con el fin de ser inmune a sus venenos. Pero 
ante el acoso de sus enemigos quienes estaban próximos 
a capturarlo y ejecutarlo, trató de suicidarse envenenán- 
dose, con un lógico resultado negativo, lo cual lo obligó a 
quitarse la vida con la espada de un soldado. Sus teorías 
dieron nombre a lo que se denomina “mezclas mitridáti- 
cas” o sea mezclas antidotales. Las mezclas mitridáticas 
contenían entre 41 y 58 ingredientes, cifra que varía de 
acuerdo con los historiadores que se estudien. 
Son los griegos quienes clasificaron dichas sustancias 
en tres categorías para las sustancias: a. alimentos, b. 
fármacos y c. tóxicos. 
Los césares de la antigua Roma se vieron vinculados 
a las intoxicaciones con fines bélicos y aun religiosos: 
citemos el caso de las tropas de Ariovistus las cuales 
en sus campañas contra las de su rival Julio César, eran 
dopadas con sustancias alucinógenas. Es precisamente 
en esta época de la Roma imperial, cuando se identifica 
el “saturnismo” sufrido por los trabajadores de minas y 
fundiciones de plomo. 
Abramos ahora, con el respeto y la veneración que nos 
es debida, el Libro Sagrado de la Biblia, que además de 
ser la Palabra de Dios, encierra entre todos sus tesoros, el 
relato del verdadero derrotero de la humanidad: 
En el Génesis IX, 20-21 leemos: “Y Noé que era 
labrador, comenzó a labrar la tierra y plantó una viña. 
Y bebiendo de su vino, quedó embriagado y echóse 
desnudo en medio de su tienda”. 
Más adelante, en el mismo Génesis XIX, 31-38, nos 
describe el estado de angustia después de la destrucción 
de Sodoma y Gomorra cuando las hijas de Lot conversan: 
“Entonces dijo la mayor a la menor: nuestro padre es 
viejo, y no ha quedado en la tierra ni un hombre que 
pueda casarse con nosotras según es costumbre en 
todos los países. Ven, y emborrachémosle con vino y 
durmamos con él, a fin de poder conservar el linaje 
por medio de nuestro padre. Con eso le dieron a beber 
vino aquella noche; la mayor se acostó y durmió con su 
padre; pero él no sintió, ni cuando se acostó su hija, ni 
cuando se levantó”. Hemos transcrito la cita hasta este 
punto para mostrar claramente la intensidad de la intoxi- 
cación etílica o “embriaguez” de Lot, hecho que se repite 
al día siguiente con la menor de sus hijas y se relata en 
los versículos siguientes para terminar con el nacimiento 
de Moab (cuyo nombre significa “esto es de mi padre”) y 
del cual se derivan los moabitas y el nacimiento de Amón, 
padre de los amonitas. 
En el Levítico X-9 leemos: “Cuando hayáis de entrar 
en la tienda de reunión, no bebáis vino ni bebida que 
pueda embriagar”. 
El capítulo VI , 4 del Libro de Job hace mención al 
veneno cuando dice: “Porque parece que todas las saetas 
del Señor están clavadas en mí; el veneno de ellas va 
corroyendo mi espíritu”. 
El Antiguo Testamento nos relata en la historia de 
Judith, el abuso del licor y la embriaguez de Holofernes, 
opresor de su pueblo, quien perdió su vida como dice 
el Libro Sagrado de la Biblia: ...“el cual bebió vino sin 
medida, más de lo que nunca había bebido...” y más ade- 
lante leemos: “Y Holofernes estaba tendido en la cama, 
durmiendo profundamente a causa de su extraordinaria 
embriaguez” (Judith 22-23). 
Pero el Libro Sagrado de la Biblia nos trae una sen- 
tencia que hoy tildaríamos de “preventiva” en el Libro de 
los Proverbios XX: “Lujuriosa cosa es el vino, y llena 
está de desórdenes la embriaguez; no será sabio quien 
a ella se entrega”. 
En la historia de la humanidad se contemplan muchos 
hechos de utilización de conocimientos en una especie 
de “ganancia ocasional”. Citemos el caso de Sócrates y el 
caso de Cleopatra. En el primero, Sócrates utilizando sus 
conocimientos escoge la Cicuta maculata como medio 
de ser ajusticiado, pues sabía que tendría una muerte 
rápida y sin mayores sufrimientos. (Foto 1) Y en el caso 
de Cleopatra, ésta se vale de la serpiente con igual fin. 
En el caso homicida, crimen con el cual se constru- 
yeron y sostuvieron imperios, podemos citar algunos: 
Tal vez de los más conocidos es el caso de Agripina, 
quien envenenó a Británico para dar paso hacia el trono 
a Nerón. Dice Corbella (1998), que al parecer Británico 
muere por insinuación de Nerón y con la intervención 
de Locusta, célebre envenenadora de la época, como la 
persona que prepara el veneno, para cuando Nerón lo 
necesitase, veneno que éste guardó celosamente en una 
cajita de oro. Y que tal como era costumbre, el “catavene- 
nos” probó una bebida preparada para Británico, la cual 
fue rechazada por estar muy caliente y al agregarle agua 
para enfriarla, también se le agregó veneno, lo cual causó 
la muerte de inmediato a Británico (episodio tomado de 
Tácito). Algunos afirman que el veneno causante fue la 
Amanita phalloides. 
Mucho se ha discutido sobre la caída del imperio ro- 
mano y su relación con el consumo de plomo. En Historia 
de la Toxicología de Corbella encontramos un dato que 
nos llama la atención: el pueblo romano consumía dife- 
rentes cantidades de plomo de acuerdo con su nivel social 
así: los de la aristocracia consumían entre 160 y 1.520 
μg/día, la plebe entre 35 y 320 μg/día y los esclavos entre 
15 y 77 μg/día, lo cual desvirtúa la hipótesis de que el 
 
6 • Toxicología 
 
saturnismo se debiese al consumo del agua y la tendencia 
ante estas cifras es que dicho metal se encontraba en el 
contenido del vino, consumido en proporciones diversas 
de acuerdo con el estado social. 
En la época de los Claudios, nace en Verona en el 
año 5 a.C. Aurelio Cornelio: Celsus o Celso, quien 
en ese entonces preconizaba un tratamiento, hoy muy 
discutido y tendiente a desaparecer, ante la mordedura 
de serpiente, decía: “Ligar la zona mordida, extraer el 
veneno, sea con ventosas o incluso chupando la herida”. 
Hoy, repetimos, este tratamiento no se aconseja, pero fue 
un procedimiento de primeros auxilios que llegó hasta 
el siglo XXI. 
Ya mencionamos a Plinio el Viejo cuyo nombre es 
Caius Plinius Secundus, procurador de Hispania y quien 
vio el fin de sus días en Strabia, cerca al volcán Vesubio, 
en el año 79, cuando presidía como jefe, la escuadra de 
Misenum para estudiar el problema del volcán. Lo cita- 
mos acá por ser el primero en señalar el riesgo de la cal y 
el yeso e inclusive presume de que su amigo Augusto fue 
envenenado con agua cargada de yeso, pero no sólo esto, 
también deja importantes estudios sobre la toxicología 
del plomo y el mercurio. 
Destaquemos a Andrómaco, naturalde Creta que 
vivió en la mitad del siglo I, autor de un poema de 174 
versos, en el cual explica la composición de los fármacos 
y lo escribe en verso con la consideración de que el poe- 
ma es más fácil de recordar y más difícil de modificar. 
Andrómaco modifica la clásica fórmula del mitridato y 
establece una preparación similar al “antídoto universal” 
de ese entonces. 
La Edad Media es un punto muy importante en mu- 
chos aspectos: en ella se abre el primer centro que atiende 
exclusivamente pacientes intoxicados: la epidemia surgi- 
da al sur de Francia, esa célebre epidemia de ergotismo, da 
piso para que se cree la orden religiosa de los hermanos 
Antonisti, orden que se dedica exclusivamente al manejo 
de estos pacientes, que según Ladrón de Guevara (1995) 
es el primer centro de atención especializada a intoxica- 
dos de que se tenga conocimiento en Europa. 
 
Mujeres envenenadoras célebres: 
Toffana 
La Edad Media es rica en hechos históricos: una mujer 
de nombre Toffana preparaba cosméticos con arsénico y 
los suministraba con claras indicaciones para que su uso 
ocasionara el efecto deletéreo en las víctimas previamente 
seleccionadas para su eliminación. Se calcula que el acto 
criminal sobrepasa los 600 casos letales. Así encontró su 
fama con la producción del Agua Toffana. 
Madame Toffana merece especial mención pues ella 
inicia una serie de asesinatos que llevan a sus autoras a 
recibir el rótulo de “Toffanas”. 
Nos parece una de las mejores descripciones que 
hemos encontrado, la del Profesor José Manuel Reverte 
Coma, en su artículo sobre Criminología y por ello no 
resistimos el deseo de transcribir este pequeño aparte 
de su artículo: 
“Las envenenadoras de Sicilia fueron muy famosas, 
tristemente famosas, pero entre todas llevose la palma 
Teofania d’Adamo, la “Gnura Tufana” o Toffana, nombre 
que después sería aplicado a otras envenenadoras. La 
primera Toffana, de la que aquí hablamos, fue ejecutada 
en Palermo en 1633, la segunda murió tranquilamente 
según se dice en Roma en 1651 y la tercera se retiró a un 
convento en Roma, desde donde salió para el patíbulo en 
el año 1780. 
Aquellas Toffanas, que dieron nombre al veneno, utiliza- 
ban un compuesto de jugos de hierbas que no dejaba huella 
en sus víctimas, matándolas sin que los médicos pudiesen 
conocer la naturaleza del mal. Su clientela estaba compuesta 
por mujeres generalmente, que querían deshacerse de sus 
maridos, o por personas que tenían prisa en heredar y re- 
currían a la Señora Tuffana para que les ayudase a enviar 
al otro mundo al familiar que se lo impedía.”… 
Llegó a estar tan convencida de su “profesión” y de la 
bondad de sus asesinatos, que nos trae a la memoria los 
tristemente célebres “sicarios de nuestra época”cuando 
suplican a la Divina Providencia o a la Santísima Virgen 
en cualquiera de sus advocaciones, pero especialmente 
en la de “Auxiliadora” los guíe en su tenebroso oficio 
para desarrollarlo correctamente; pues bien, cuando 
seguimos leyendo a Reverte y él nos describe parte del 
episodio de su juicio a muerte, brilla por su ausencia al 
pie del cadalso siquiera un soslayo de arrepentimiento; 
veamos: 
…”La vieja Toffana fue detenida y sometida a un estre- 
cho interrogatorio. El jefe de policía le preguntó si aquella 
receta de veneno se la había dado Francesca La Sarda, otra 
famosa envenenadora ejecutada años antes, a lo que la vieja 
contestó con desprecio: 
–”La Sarda no sabía nada. El agua que vendía ella era la 
que yo preparé. Yo fui su maestra”. 
Nos referimos al “Agua Toffana” necesariamente, pues 
ella llega con este nombre hasta nuestros días. Veamos 
un poco de la historia de esta famosa “agua” y recurrimos 
de nuevo a Reverte quien nos dice: …”Algunos autores 
como Rodríguez Solís, apuntan el hecho de que Toffana o 
La Toffarina, era una mujer de Palermo, dama de alta clase 
social, que comenzó a expender en Nápoles unas redomitas 
con la efigie de San Nicolás de Bari, razón por la cual fue 
llamada “Acqua de San Nicolás di Bari”, además de “acqua 
Toffana”, “acqua di napoli” o simplemente el “acquetta”. En 
otros lugares se llamó “acqua di Perugia” o “manna di Santo 
Nicola di Bari”…y podemos agregar otro calificativo dado 
por Donis “el veneno del amor”. 
Si bien madame Toffana es una de las más conocidas 
en estos menesteres, también existe un grupo numeroso 
 
Recuento histórico • 7 
 
de mujeres que han pasado a la historia de la toxico- 
logía, entre las cuales citamos a Jerónima Spra, mujer 
italiana que desempeñó el oficio de envenenadora 
dentro de un grupo compuesto, como lo dice Repetto: 
“Principalmente de mujeres casadas pertenecientes a 
las más opulentas familias”. Quienes siguieron a su 
maestra Toffana, produjeron “viudas jóvenes” mediante 
el asesinato de sus esposos, lo cual llevó al gobierno a 
investigarla y a condenarla a pena de muerte y con ella 
a doce mujeres más. Podemos confeccionar un grupo 
de mujeres que tuvieron relación con el uso de tóxicos 
en forma homicida, grupo que por cierto puede ser 
complementado con otros muchos nombres más, según 
se profundice en la historia: 
 
– Lucrecia Borgia 
– Catalina de Médicis 
– Madame Brinvillier 
– Catalina Deshayes “La Voisine” 
– Madame Lafarge 
– Madame Toffana 
– Jerónima Spra 
– Madame Locusta 
– Helena Jergao 
– Lidia Fougines 
 
Catalina de Médicis 
 
Catalina de Médicis lleva a su país, Francia, los métodos 
italianos de “perfumes florentinos”. Nace en Florencia en 
1519 y muere en Blois, Francia, en 1589. Fue reina de 
Francia. Fue una reina carente cualquier clase de escrú- 
pulos, intrigante y seductora. 
Locusta figura en la historia como aquella esclava 
condenada a muerte por asesina, quien una vez indultada 
pasa a ser envenenadora oficial del imperio romano. Ya 
hemos relatado su accionar en el caso de Nerón y aunque 
puede existir duda sobre el veneno que causó la muerte 
de Británico, los historiadores hacen expresa relación 
entre la amistad de Agripina, esposa de Claudio, y la 
envenenadora Locusta, quien por cierto fue ajusticiada 
posteriormente durante el reinado siguiente. 
Canidia era una mujer envenenadora del barrio de 
las Esquilias, que al parecer era un buen reducto de estas 
mujeres. 
Merece llamar la atención sobre el abismo de maldad 
que se muestra en la personalidad de Catalina Deshayes 
“La Voisine” quien fue declarada convicta por innume- 
rables envenenamientos entre los cuales se incluyen 
2.000 niños. 
Corbella describe a Catalina Deshayes como la esposa 
de Monvoisin, propietaria de una tienda en el puente Ma- 
rie de París. Catalina inició su tétrica trayectoria cuando 
se interesa por las artes ocultas. Dice este autor que su 
nombre se deriva precisamente de su marido que llevó a 
que se le conociera como La voisine. 
Catalina Deshayes, se destacó como la más célebre 
“sacerdotisa de Satán” y los autores la consideran como 
una verdadera especialista de “Misas Negras” en las cuales 
sobresalía algo muy especial y era su extrema crueldad 
con las víctimas, esto le valió el reconocimiento de los 
historiadores quienes no dudan en afirmar que “jamás 
su crueldad ha sido superada por nadie”. La Voisine se 
especializó en el uso de venenos con el fin de eliminar 
maridos o amantes. Fue arrestada el 13 de marzo de 1679 
y fue ejecutada en febrero de 1680. 
Son muchos los asesinatos con veneno que se en- 
cuentran en la historia: mencionemos a aquella posible 
inventora del uso del rapé, Catalina de Médicis. La his- 
toria la sindica de haber asesinado a su marido Enrique 
de Navarra y a su hijo Carlos IX de Francia, así como a 
Enrique VI de Navarra. 
Serían relatos muy extensos los que podríamos pre- 
sentar de estas mujeres, hasta el punto que los casos se 
hicieron tan frecuentes, que el gobierno emite la Ley 
Cornelia: Lex Cornelia de sicaris et venficiis promulga- 
da en el año 82 a.C. por Sila, la cual fue posteriormentecomplementada por la Lex Julia. 
Con frecuencia se dice entre nosotros que un cadáver 
es colocado en “Cámara ardiente” para significar que es 
expuesto para rendirle honores póstumos, pero revisando 
la literatura nos encontramos que a raíz de los grandes 
crímenes cometidos por las mujeres que mencionamos 
aquí, nos encontramos que Trestrail J. en su texto “Se- 
cretos de la Toxicología” afirma que el término Cámara 
ardiente surge entre 1679 y 1682 cuando estas mujeres 
llevaron a establecimiento de Cámara ardiente como 
una prueba de seguridad de que se efectuó la ejecución, 
tales crímenes que en conjunto tuvieron igualmente el 
rótulo de l Áffaire des poisons”. 
Manuel Repetto ralata en su texto de Toxicología Fun- 
damental, un curioso caso en el cual interviene la mujer. 
Dice Repetto: ...“Otro envenenamiento legendario es el 
de Ladislao, rey de Nápoles, de quien se dice que murió 
a consecuencia de una intoxicación producida durante 
el coito por un algodón impregnado en el veneno, que 
su amante se había colocado en la vagina, quien previa- 
 
8 • Toxicología 
 
mente se había inmunizado mediante dosis progresivas 
del tóxico (Repetto 1988). 
La historia del veneno constituye en cierta forma la 
savia de la vida política y cortesana durante largas etapas. 
La “Pócima” fue y quizá sigue siendo factor decisorio en 
la elección o deceso de algunos gobernantes. El uso de 
la “Cantarella” fue acogido como certero instrumento 
de gobierno. 
Recordemos al Papa Alejandro VI de nombre Rodrigo 
Borgia, artífice de la unión del Estado pontificio y la cris- 
tianización de América, al mencionarlo por su importan- 
cia histórica aparece inmediatamente la figura de Lucrecia 
Borgia, que como dicen los historiadores “conquistó 
el corazón y el terror de la plebe al hacerse conocida 
por sus amoríos clandestinos y el envenenamiento de 
amantes, cuyos cadáveres amanecían flotando en las 
tibias aguas del Tíber”. 
Víctor Hugo dice: “Sí, los Borgia tienen venenos que 
matan en un día, un mes, o un año, como ellos quieran. 
Son infames venenos que mejoran el vino y hacen 
vaciar el frasco. Os creéis ebrios y estáis muertos. O 
bien un hombre cae de golpe en estado de languidez, 
se arruga su piel, se hunden sus ojos, se ponen blancos 
sus cabellos, se rompen sus dientes como cristal al mor- 
der el pan; no camina sino que se arrastra; no respira 
sino que está como el sarrillo del que agoniza; ni ríe 
ni duerme y tirita de frío al sol en pleno mediodía; es 
joven y parece un anciano; agoniza así por un tiempo 
y, al fin, muere. Muere y entonces alguno se acuerda de 
que hace un mes o un año bebió un vaso de vino Chipre 
en casa de un Borgia”. 
Indudablemente son los Borgia actores importantes y 
han pasado a la historia por sus grandes nexos con los tóxi- 
cos, especialmente como elemento de homicidio y suicidio. 
Debemos citar dos obras famosas en la historia de 
la toxicología: De remediis venenorum publicado por 
Pietro de Albano en el año 1300 y la obra de Girolamo 
Mercuriale De venenis et morbis venenosis. Albano des- 
cribe cuadros tóxicos y propone tratamientos. Mercuriale 
complementa tratamientos y sintomatologías. 
Y hemos llegado al tiempo en el cual debemos decir 
que los envenenamientos invaden el propio recinto del 
Vaticano: mueren envenenados los sumos pontífices Pío 
III, Clemente XVI, Victorio II, Cristóforo I, Clemente VII 
y quizás otros cuya muerte es motivo de especulaciones 
en nuestros días. 
Los reyes son igualmente víctimas de métodos cri- 
minales con veneno: Conrado de Nápoles, Carlos VIII, 
Luis XIII, Enrique VII, quien según la cita de Ladrón de 
Guevara fue quizás envenenado con la Hostia. 
Existe evidente relación de los casos de homicidios 
o “ejecuciones políticas” para llamar estos crímenes con 
diplomacia, existe, repetimos, una estrecha relación de 
poder, un estrecho vínculo con las artes, las letras, la 
ciencia y la política. 
La famosa “cantarella” de los Borgia se preparaba, 
según los historiadores, en forma sencilla, veamos su 
fórmula, para ello recurrimos a la cita de Cabanes 
y Nass en su obra Poisons et Sortileges (1903): “Se 
sacrifica un cerdo, se rocía con ácido arsénico los 
órganos abdominales y se espera que la putrefacción, 
retardada por el arsénico, sea completa. No hay más 
que hacer que sacar la masa putrefacta y recoger los 
líquidos; más tarde se desecan éstos para obtener 
una cristalización, una especie de polvo blanquecino 
parecido al azúcar”. 
Pero la sofisticación de los actos delictivos con veneno 
era asombrosa. Dice la historia que Juana de Navarra fue 
envenenada con unos guantes que preparó René Bianco 
y otro ejemplo lo encontramos en la historia en el relato 
de Ambrosio de Paré: el Papa Clemente VII muere bajo 
el efecto tóxico arsenical de una vela que le daba lumbre 
mientras leía. Pero aún más, relata la historia hechos de 
modalidades casi imposibles de creer; veamos: se afirma 
que el emperador Augusto es asesinado con tóxicos al 
consumir una manzana o higo que él mismo arranca de 
la planta. Gian Galeazo, duque de Milán, cabalga ino- 
centemente sobre una silla de montar impregnada con 
un tóxico y muere por la absorción del veneno a través 
de su piel. 
Aunque el uso de tóxicos se remonta a la era del pa- 
leolítico, cuando el hombre ya los utilizaba en sus flechas 
con el fin de conseguir alimentos para su supervivencia 
o los empleaba en su propia defensa, según los estudios 
de G. Saint-Hilarire y Parrot, es importante mencionar 
algunos episodios que marcaron grandes adelantos en el 
estudio de la toxicología, bien por su influencia directa 
o por permitir su difusión y entre ellos destacaremos los 
siguientes: 
El descubrimiento de América en 1492, por Cristóbal 
Colón, es un episodio que inesperadamente lleva al viejo 
continente gran número de animales y plantas hasta en- 
tonces desconocidas, las cuales con sus diferentes aspectos 
van a enriquecer múltiples conceptos científicos, así como 
a la toxicología existente, hecho fácilmente deducible al 
leer la historia, aun a los ojos más desprevenidos. 
Un año más tarde, en 1493, nace un hombre conside- 
rado como uno de los pilares de la medicina: Felipe Aureo- 
lo Teofrasto Bombast de Hohenheim más conocido como 
Paracelso, quien expresa la famosa sentencia: “Todo es 
veneno y nada es veneno. La dosis sola hace el veneno”. 
Nacido en Suiza, tiene la fortuna de que su padre ejercía 
como médico en las minas de Fugger, lo cual lo enruta 
hacia la medicina del trabajo al estar relacionado con las 
patologías que aparecían en los mineros. Se doctoró en 
Italia en la Universidad de Ferrara y se distinguió por 
dar más importancia al enfermo que a los tratados que 
estudiaba. Creía en el equilibrio Hipocrático del cuerpo 
basado en el azufre, mercurio y sal y que el desequilibrio 
de estos tres pilares ocasionaba la enfermedad. Considera 
 
Recuento histórico • 9 
 
al hombre como un microcosmos inseparable del macro- 
cosmos del universo. 
Paracelso muere en Salzburgo. En su epitafio podemos 
leer. “Aquí yace Phillipus Teophrastus, distinguido doctor en 
medicina, que con artes maravillosas curó horribles heridas, 
lepra, gota, hidropesía y otras enfermedades contagiosas del 
cuerpo, y dio a los pobres los bienes que había obtenido y 
acumulado. En el año del Señor 1541, a 24 de septiebre 
dejó la vida por la muerte. 
 
 
George Agrícola 
 
George Agrícola 
Su nombre: Bauer George Agrícola. Nace en 1494 quien 
se conoce más por George Agrícola, médico alemán quien 
publica su interesante obra De Re Metallica, en la cual 
estudió y recopiló los efectos de metales durante su ejer- 
cicio médico en las montañas de Erzbebrirge, estudiando 
especialmente la patología del oro y la plata. Sobre este 
investigador volveremos a hablar en el capítulo del flúor 
y sus compuestos por ser él quien hace realmente el 
descubrimiento de las propiedades delflúor y quien lo 
denomina “Fluor Lápiz”. Muere en 1555. 
 
Ferdinan Frédéric-Henri Moiussan 
Nació en 1852 en París, recibió las primeras lecciones 
de química de su padre quien era un empleado del fe- 
rrocarril. Logró la electrólisis del flúor haciendo posible 
su identificación. Muere en 1894. 
El advenimiento de la imprenta hace que los cono- 
cimientos se difundan y se puedan conocer en espacio y 
tiempo ilimitado. 
Es en 1492, precisamente en el año del descubri- 
miento de América, cuando aparece el texto de Sancte 
de Ardonis que puede calificarse como el primer texto 
específico sobre el tema y que obtiene difusión, al que 
siguen los de Dioscórides y muchos más. Es que la im- 
prenta ha hecho esto posible y su importancia aún la 
vemos pese a los adelantos tecnológicos, pues todavía 
su primacía sigue siendo incontrovertible frente a los 
demás adelantos. 
Corría el siglo XVII y la historia nos relata el famoso 
caso de Margarita de Aubray, marquesa de Brinvillier, 
quien inventa una mezcla de arsénico, cloruro de mercu- 
rio y opio para asesinar a su padre y a sus dos hermanos. 
La suerte le juega una “mala pasada”, su amante muere 
envenenado al manipular su invento. Juzgada, fue deca- 
pitada en 1676 en Francia y se da origen a la “chambre 
de poisons”, célebre tribunal que únicamente juzgaba 
los delitos por envenenamiento, llegando su poder hasta 
personas protegidas y sólo quedando fuera de su jurisdic- 
ción el rey. Llega al trono Luis XIV y dado que algunas 
de sus amantes se encontraban implicadas, se vio obliga- 
do a disolver dicho tribunal, para proteger sus favoritas. 
Entramos al siglo XVIII con la revolución científica y al 
siglo XIX con la revolución industrial; aparecen entonces 
Raspail (1794-1878) y Mateo Orfila, se inicia algo de 
importancia imposible de ponderar: profundos estudios 
sobre los métodos de identificación y dosificación de los 
principales tóxicos de la época. 
Imposible abstenernos de citar el famoso caso de La- 
farge, cuando ante una corte criminal, estando Raspail 
haciendo alusión al método de Mazo para detección y 
dosificación del arsénico, se permitió gritar desde la tri- 
buna: “Arsénico, señor presidente, lo podría encontrar 
yo hasta en el brazo de su sillón”. Discusión que sirvió 
para estimular a los detractores de los métodos científicos. 
Madame Marie Capelle Lafarge fue acusada de homi- 
cidio en la persona de su marido, a quien envenenó con 
un pastel con arsénico, que le envió el 16 de diciembre 
de 1839, pero también existe la acusación de una testigo, 
Anne Brun, quien declaró haber visto cómo Lafarge agre- 
gaba arsénico a la leche que le daba a su marido, quien 
falleció el 14 de enero de 1840 y ella fue condenada a 
cadena perpetua. 
 
Mateo Orfila 
Su nombre de pila es Mateo Juan Buenaventura Orfila. 
Sobre este hombre de ciencia nos dice Corbella que nació 
en 1787 en Mahón, isla de Menorca, el día 24 de abril. Es- 
tudio Medicina en Valencia, en Barcelona y en París, allí se 
doctoró con la tesis Nouvelles recherches sur les urines des 
ictériques, en el año de 1811 y en ese mismo año se hace 
ciudadano francés. Publica además: Éléments de Chimie 
appliqués á la Médecine el aux Arts y Le Vons de Médecine 
Légale (1821) en el cual recoge sus exposiciones como 
catedrático. Además podemos citar su Traité de Médecine 
Légale. De origen catalán con amplio recorrido y gran 
capacidad lingüística pues dominaba cinco idiomas, fue 
autor del Tratado de Toxicología (1814), continuando su 
trayectoria con la publicación, tres años más tarde (1817), 
de Elements de Chimie Médicale y posteriormente So- 
corros que deben darse a las personas envenenadas o 
 
10 • Toxicología 
 
asfixiadas. Es autor de la clasificación de las sustancias 
en seis grandes grupos: corrosivos, astringentes, acres, 
estupefacientes, narcóticos-acres y sépticos. Su obra 
más importante se considera que es Traité des Poisons 
(Tratado de los venenos de los reinos mineral, vegetal 
y animal o toxicología general) publicado en París en 
1814, a los 26 años de edad (Corbella 1998), obra que 
tiene importancia fundamental por sus conceptos sobre 
fisiología, patología y medicina legal. 
Bernardo Ramazzini: (1633-1714) indudablemente 
un hombre que marca una trayectoria importante en la 
medicina, considerado justamente como el padre de la 
medicina laboral, nacido en Capri en 1633 y autor del 
texto De morbis artificum diatriba en el cual hace sus 
observaciones sobre la patología laboral, observaciones 
que hoy, siglo XXI, son totalmente válidas. Sobre Rama- 
zzini volveremos en el capítulo del plomo, pero quizás 
lo más importante y que nunca debe ser olvidado por 
el médico su frase “Cuando llegues a la cabecera de tu 
paciente, pregúntale en qué trabaja, para ver si en la 
fuente de su sustento no radica la causa de su mal”. Si 
el médico no recuerda la recomendación de Ramazzini, 
posiblemente nunca hará el diagnóstico de intoxicación 
en su paciente, especialmente si la fuente es laboral, por 
cuanto todas las intoxicaciones, sin excepción, se parecen 
a enfermedades de otra índole. 
El siglo XVIII tiene gran importancia en el desarrollo 
de la toxicología: la ciencia se enriquece con el aporte 
de nuevas sustancias cuyas características se fueron am- 
pliando. Citemos como ejemplo el cobalto, el níquel, el 
cromo, etc. 
Es justo citar aquí los trabajos publicados en su libro 
Enfermedades Saturninas de Tanquerel des Planches, en 
el cual presenta su colección de 1.200 casos de saturnis- 
mo, con descripciones verdaderamente admirables desde 
el punto de vista clínico, médico y científico. Uno de sus 
títulos es Essais sur la paralisie de plomb ou saturnine 
publicado en París en 1834, y cinco años después (1839) 
edita algo más completo e importante: Traité des mala- 
dies de plomb ou saturnisme. Muere en 1862, dejando 
una importante obra. 
Friederich Wholer (1800-1882) con sus estudios 
sobre la urea en 1828 abre el espacioso camino de los 
conocimientos sobre sustancias de origen orgánico, lo 
cual trae como resultado otro verdadero alud de nuevos 
productos a la esfera científica. Wholer, de origen alemán, 
a edad temprana (28 años) ya marca un episodio de gran 
magnitud en el mundo científico. 
François Magendie médico y fisiólogo, también me- 
rece mención, ya que es quien estudia el mecanismo de 
acción de la estricnina y la emetina. Magendie nace en 
1783 y muere en 1855, es considerado como el iniciador 
de la línea de trabajo experimental, sus investigaciones lo 
llevaron a demostrar la existencia de convulsiones por fi- 
jación de tóxicos como la estricnina, en la médula espinal. 
Uno de sus más aprovechados discípulos, Claude 
Bernard (1813-1878), nacido en Beaujolais, publica 
Leçons sur les effects des subtances toxiques et médica- 
menteuses en París en 1857 y realiza estudios sobre el 
mecanismo de acción del monóxido de carbono y su 
forma de combinarse con la hemoglobina y describe el 
color rojizo de la sangre con carboxihemoglobina, estudia 
intensamente “los líquidos del organismo y las sustancias 
tóxicas”, tema que lo apasionó, tratando de buscar su 
explicación. Esto lo realiza siendo profesor del Collège 
de France en donde dicta el tema en siete lecciones. 
Describe el sitio de acción del curare, utilizado por 
los nativos de América del Sur, quienes impregnaban 
sus flechas para obtener presas de caza para su sustento, 
produciéndoles a los animales un paro respiratorio. Abre 
este científico el estudio y conocimiento del sistema 
nervioso autónomo y un siglo más tarde, la aplicación 
farmacológica de uso cotidiano de derivados del curare, 
en anestesiología. 
Lavado Gástrico - Historia 
Esta medida imprescindible en la mayoría de las in- 
dicaciones orales como uno de los mejores medios de 
evacuación gástrica, tiene su historia: 
Corría el año de 1805 cuando dos médicos utilizan por 
primera vezel lavado gástrico como mecanismo para tra- 
tar una intoxicación: los doctores Physik y Dupuytren el 
primero americano y el segundo francés. Pero 8 años más 
tarde se hace una demostración “teatral” y peligrosa por 
otro médico francés M. Bertrand quien ingiere 5 gramos 
de trióxido de arsénico y lo ingiere en público para probar 
la eficacia de la absorción de venenos y posteriormente 
sigue su ejemplo un farmaceuta francés Touery ingiriendo 
10 dosis letales de estricnina. Lógicamente estos hechos 
causaron gran controversia en las academias de medicina, 
especialmente en la Francesa. (Ling.-2002). 
El belga Stas (1813-1891) describe la técnica de ex- 
tracción de alcaloides, con ocasión de otro caso judicial 
en el expediente del conde belga Hipólito de Boccarmé. 
La muerte de Napoleón es uno de los casos de eje- 
cución o asesinato más conocidos en la historia. Fue in- 
vestigado por el sueco Sten Forshufvud quien encuentra 
arsénico en los restos mortales de Napoleón, un siglo 
después de su muerte, hecho que aún despierta interés de 
instituciones contemporáneas como el FBI y los labora- 
torios franceses, los cuales en 1995, aún estudian el caso. 
René de Maury afirma: “Napoleón fue envenenado con 
arsénico entre 1817 y 1821 por uno de sus compañeros 
de exilio, el conde de Montholon”, aseveraciones hechas 
en Montpellier el 8 de septiembre de 1995. 
En 1863 con ocasión del caso Couty de la Pommeraie, 
Tardieu, Rossin y Bermar inician el proceso de búsqueda 
y extracción de la digitalina en vísceras y su posterior 
administración a animales en los cuales se pudiese ob- 
 
Recuento histórico • 11 
 
servar la evidencia de sus efectos, pues era la época de 
la utilización de fármacos que en dosis de miligramos, 
podían producir la muerte. 
Ahora bien, en la época moderna, siglo XIX, se abre 
el panorama de la toxicología médico-legal. Se llega a 
identificar y a dosificar un número cada vez mayor de 
tóxicos mediante determinaciones químicas, pero no sólo 
eso, que además se logra la identificación biológica y se 
inician procedimientos cada vez más precisos, mediante 
diluciones progresivamente mayores. En este siglo se ve la 
justicia ayudada por el concepto toxicológico, pues ya se 
podía afirmar cuál sustancia había sido encontrada en el 
cuerpo estudiado y cuáles eran sus efectos y aun la cantidad 
encontrada, mediante métodos científicos, en otras pala- 
bras, los análisis cualitativos y cuantitativos de los tóxicos. 
K. Chen en 1934 aclara el mecanismo de acción de 
antídotos como los nitritos y tiosulfatos, tan importantes 
en el tratamiento del paciente intoxicado con cianuro. 
 
Sir Rudolf Albert Peters 
(1889-1982) fue Bioquímico y en 1945 sintetiza al BAL 
(dimercaprol) y sus aplicaciones como quelante en la 
intoxicación por arsénico y más tarde, en 1963, son 
sorprendentes sus estudios sobre la síntesis letal, como 
explicación del mecanismo tóxico del fluoracetato de 
sodio. Estos descubrimientos de Peters tienen una gran 
importancia, pues explicó algo que era desconocido 50 
años antes. 
Peters dirigía un pequeño grupo de investigación en 
su departamento de Oxford, sobre gas mostaza y arse- 
nicales. Fue en ese entonces cuando descubrió el BAL. 
Después de la guerra se dedicó a estudiar los problemas 
del fluoracetato de sodio. En 1954 renuncia a su cátedra e 
ingresa al Agricultural Reseca Council Animal Physiology 
Unit en donde sigue investigando sobre los compuestos 
de fluor hasta su retiro definitivo en 1980. 
De ella extraemos las líneas finales: “The field of pest 
control is immense, and many problems impatiently 
await a solution. A new territory has opened up for the 
synthetics chemist, a territory which is still unexplored 
and difficult, but which holds out the hope that in time 
further progress will be made”. 
 
Paul Müller. 
Su nombre completo es Paul Hermann Müller nacido el 
12 de enero de 1899 en Olten, Suiza. Premio Nobel de 
Medicina y Fisiología, en la entrega del premio el 11 de 
diciembre de 1948 pronuncia su conferencia titulada “Di- 
chloro-diphenyl-trichloroethane and newer insecticidas”. 
Hijo de un empleado del ferrocarril se vio obligado a 
cambiar de ciudades con frecuencia. A los 20 años entró 
a estudiar en la Universidad de Basilea y se doctoró como 
Químico a los 25 años, pero su interés por la ciencia 
lo lleva a estudiar también Botánica. Trabajó con los 
Laboratorio Geygy. Y al conocerse que los insectos son 
transmisores de enfermedades en el hombre, se dedica a 
buscar los medios de eliminarlos. Su gran triunfo fue el 
descubrir los poderes insecticidas de los hidrocarburos 
órganoclorados entre los cuales se dedicó especialmente 
al estudio del DDT, descubierto por el químico alemán 
Othmar Zeidler en 1874. Winston Churchill calificó al 
DDT como “la penicilina de los insecticidas”. 
 
Paul Hermann Mülier 
Muere en Basilea a los 72 años de edad, en 1965. 
 
Gerard Schrader 
Químico alemán, desde 1934 inicia investigaciones de 
insecticidas y el 23 de diciembre de 1936 sintetiza el 
Tabum, conocido como insecticida inicialmente pero 
luego llevado al campo de la guerra en donde se le de- 
nominó “Gas nervioso”. Schrader y sus ayudantes fueron 
los primeros en experimentar sus graves efectos tóxicos, 
cuando en enero de 1937 él y su ayudante de laboratorio 
empezaron a experimentar miosis y dificultad respiratoria 
debido a la exposición a los vapores del Tabum con el 
cual estaban trabajando. Este accidente llevó al cierre 
del laboratorio por cerca de un mes, antes de permitir la 
entrada al mismo de cualquier persona. Posteriormente 
sintetizó el Sarín cuyo nombre son las siglas de sus cola- 
boradores y en su honor lo llamó así: Schrader, Ambros, 
Rudriger, y van der Linde. 
Realiza grandes estudios en el campo de los fosfo- 
rados orgánicos, previamente descubiertos por el ruso 
Arbusow. Es Schrader el investigador que llega a obtener 
los gases de guerra tales como el somán, sarín y tabum, 
elementos que persisten en los arsenales bélicos y que 
aun en nuestros días vemos con asombro y temor como 
los mandatarios los mantienen como estrategias bélicas, 
como ocurrió y sigue ocurriendo en confrontaciones 
como la del Golfo Pérsico, o bien son usados por mentes 
alienadas, como ocurrió en el metro de Tokio el 19 de 
marzo de 1995. 
Wilson y Meislich en 1953 descubren las oximas o 
reactivadores de las colinesterasas. 
Podemos sintetizar grandes pasos en la historia de la 
toxicología: 
Primer paso: casi primitivo y que tiene que ver más 
con el contacto directo o vecindad de determinados tóxi- 
 
12 • Toxicología 
 
cos en el cual se dibuja la toxicología ligada a la botánica 
y a la zoología, cuando se inicia el estudio de plantas y 
animales como posibles fuentes de intoxicación. 
Segundo paso: podríamos fijar el segundo paso cuando 
aparece el uso intencional de los tóxicos, que configuran 
de la toxicología criminal, o medicina legal o forense. 
Tercer paso: lo configura el deseo de ayudar al intoxi- 
cado, de curar o de remediar sus dolencias y es entonces 
la etapa de la toxicología clínica, que por su intenciona- 
lidad y por su misma esencia es la base de la toxicología 
ejercida por el médico o el veterinario. Paralelo al paso 
anterior se podría configurar el de la toxicología analítica, 
pues como es lógico el médico o el veterinario necesitan 
de la confirmación o descarte de su diagnóstico clínico o 
sospecha ante el agente agresor. 
Ante el desarrollo industrial y la necesidad de mejo- 
ramiento de condiciones de trabajo, vemos aparecer la 
toxicología laboral. El aumento de productos de toda 
clase y su uso y abuso crean la necesidad de la toxicología 
ambiental o ecotoxicología. 
La industria farmacéutica y el mundo de los medi- 
camentos utilizados cada vez con mayor intensidad y 
con menos rigor científico llevan al surgimiento de la 
toxicología farmacológica, pasode interés creciente, di- 
versidad y calidad de riesgo, tales que involucra a médicos 
y químicos ahora, y quizás con mayor responsabilidad en 
el futuro, cuando ese universo de medicamentos progrese 
hacia el infinito. 
No podemos dejar de mencionar un paso de extre- 
ma importancia, derivado del uso y abuso de sustancias 
químicas que el hombre utiliza con o sin razón, abriendo 
el paso a lesiones carcinogénicas y mutagénicas, configu- 
rando la toxicología genética. 
Y hoy existe también, aunque aún en desarrollo, el 
campo de la toxicología inmunológica. 
Al hacer este rápido resumen sólo nos queda una ver- 
dad indiscutible: es la extraordinaria diversidad de ramas 
del saber que tiene la toxicología, y como dice Corbella 
(1998), “es frecuente asistir a reuniones científicas de 
personas que se ocupan de la toxicología en las que las 
aportaciones son tan diferentes...” y como lo afirmamos 
nosotros, el ejercicio de la toxicología es y tiene que ser, 
necesariamente multidisciplinario. 
 
USO DE TÓXICOS ENTRE LOS INDÍGENAS 
Recopilemos datos históricos sobre el uso de los tóxicos 
que hacían los indígenas: 
Los orites, moradores de las inmediaciones del Indus, 
nos dice Andrés Posada Arango en su artículo publicado 
en 1888: “Tenían dardos ponzoñosos con los cuales fue 
herido Ptolomeo a quien Alejandro Magno logró curar 
por medio de una yerba (hiperbatón); pero su veneno 
quedó desconocido”. 
Los habitantes de Java desde tiempo inmemorial han 
usado venenos en sus saetas, dos venenos por demás de 
gran actividad que ellos denominaron “upas”. De estos 
dos venenos se sabe que uno era el jugo lechoso de un 
árbol de la familia de las artocarpáceas el Antiaris toxi- 
caria y el otro lo obtenían de la corteza de la raíz del 
Strycnos tieute. 
Los habitantes de Indostán envenenaban sus flechas 
con el jugo lechoso de un vegetal, al parecer, una morácea. 
Vamos ahora al continente africano. Los salvajes del 
occidente de Africa, habitantes de Gabón, utilizaban 
el veneno de una apocinácea, el Strophantus hispidus, 
el mismo que posteriormente formara parte del arsenal 
de nuestra terapéutica cardíaca. Los bochimans, al sur 
de ese continente, empleaban otro veneno extraído de 
una serpiente de la especie Crótalus. Los hotentotes, 
habitantes del suroeste africano, poseía un arsenal ma- 
yor de tóxicos para su caza o su defensa: utilizaban las 
amarilidáceas Haæmantus mudus, Amaryllis disticha y 
algunas solanáceas, la Acocanthera venenata, y la Naja 
tripudians, serpiente conocida entre los portugueses 
como “cobra de capello”. A su vez, otras tribus se valían 
de diversas euforbiáceas: virosa, heptgona, cereiforms, 
para fines similares. Los de Mandinga, por su parte, uti- 
lizaban veneno de las asclepiáceas. 
Los siberianos del sudeste utilizaban como veneno 
sustancias hasta entonces desconocidas, que extraían de 
carnes podridas de las aves de caza. 
En la India Oriental impregnaban sus puñales con la 
exudación lechosa de un pequeño lagarto verde: el Eckos 
virosus, veneno de consecuencias mortales. 
En Brasil los nativos se valían del veneno de la Eu- 
phorbia cotinifolia, una arbusto que se encuentra nativo 
también en nuestro territorio colombiano, en zonas 
cálidas y que el vulgo conoce con el nombre de “lechero 
o manzanillo”. 
En la Guayana, los venenos eran extraídos de los frutos 
de las sapindáceas Paullma cururu o la pinnata, o bien 
del Ficus venenata. 
USO DE VENENOS POR LOS ABORÍGENES 
COLOMBIANOS 
En nuestras costas sobre el Atlántico, en las cercanías de 
la ciudad de Santa Marta, nuestros nativos al oponerse 
al conquistador Lugo, utilizaron sus flechas que estaban 
impregnadas o “herboladas” como se les denominaba y 
es preciso citar aquí a Andrés Posada Arango en su pu- 
blicación del año 1888, pues este científico colombiano, 
nacido en Medellín el 11 de febrero de 1839 y fundador 
de la Academia de Medicina de Medellín (1887), con su 
gran capacidad científica afirma: “...estos efectos no los 
causa el curare” sembrando así la duda sobre el tóxico que 
causa los episodios conocidos en hechos históricos. Es este 
ilustre médico y científico quien nos dice en 1888, cuando 
 
Recuento histórico • 13 
 
los métodos científicos eran escasos en el medio: “...Los 
síntomas tetánicos que este último ocasiona han hecho 
mirar su base como análoga a la estricnina, mientras 
que se desconoce aún la naturaleza del principio tóxico 
de ‘upas antiar’, que parece ser una resina”. 
En las Antillas, los caribes que habitaban la zona, se 
servían de un veneno extraído de un arbusto que todavía 
causa problemas entre nosotros, “el manzanillo”, como 
se conoce popularmente a la Hippomane mancinella, es 
interesante citar a Bomare quien cuenta que al tocar un 
dardo impregnado de veneno, 140 años antes, produjo 
la muerte de un sujeto en forma fulminante, pues a la 
luz de lo que hoy conocemos sobre esta planta, tenemos 
que dudar sobre la identidad de la misma, a no ser un 
fenómeno de colapso mortal por anafilaxia, lo cual sería 
un caso excepcional. 
En el Orinoco, los nativos se defendían y cazaban con 
el uso del curare, aquella sustancia que sería motivo de 
estudio por científicos como Humboldt, Boussingault, 
Roulin, Schomburk, Bernard y Reinoso, sustancia que se 
extrae del Strychnos toxiferea, conocida popularmente 
como “bejuco de mavacure”. 
Es incontrovertible el hecho de que nuestros indí- 
genas del norte de Colombia, península de la Guajira, 
igualmente los que habitaban el río Grande de la Mag- 
dalena y los del río Orinoco sabían dosificar sus venenos 
para la caza y la guerra. 
Nos llama la atención la manera de utilizar el veneno 
por parte de los pobladores de la región de Muzo en 
Colombia, zona conocida por la pureza y calidad de sus 
esmeraldas, porque ellos no sólo utilizaban los venenos 
en sus flechas, sino que como dicen los historiadores “en- 
venenaban también las puntas o espinas, que erizaban 
los caminos que los españoles debían transitar...” es 
decir, su uso era además preventivo ante sus enemigos. 
Al mencionar que los indios, antes del descubrimiento, 
ya manejaban con maestría los tóxicos animales y vege- 
tales, es de notar que el primer personaje que se conoce 
víctima de las flechas envenenadas por los indios fue Juan 
de la Cosa, aunque como dice Corbella (1998) no se sabe 
con certeza cuál fue el veneno utilizado en este episodio 
y se especula sobre el manzanillo y el curare. Igualmente, 
este autor hace mención del uso de barbascos o varbas- 
cos para la pesca. 
Queremos hacer especial mención de los aborígenes 
de nuestra costa occidental, sobre el océano Pacífico, es 
decir los moradores de lo que hoy es nuestra provincia o 
departamento del Chocó, porque estas tribus eran emi- 
nentemente pacíficas; sin embargo, también utilizaban y 
utilizan el veneno de un batracio, la rana kro kro, conocida 
popularmente como rana dorada o rana del Chocó, pues 
su maestría es impresionante en la dosificación del tóxi- 
co, de acuerdo con sus deseos de paralizar o matar a su 
víctima humana o animal (ver capítulo correspondiente). 
Nos haríamos interminables en la enumeración de 
hechos que se relacionan con la historia de la Toxicología, 
por tanto, dejamos en este punto, este inconcluso “relato 
histórico”. 
 
14 • Toxicología 
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA 
CORBELLA, Jacinto. Historia de la Toxicología. Seminario 
Pere Mata, Unidad de Medicina Laboral y Toxicología 
y de Historia de la Medicina. Universidad de Barcelona. 
España, 1998. 
FÉLIX TORRES AMAT: La Sagrada Biblia. Ed. Clute, S.A. 
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REPETTO, M. Toxicología Fundamental. Ed. Científico-Médica. 
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REPETTO, M. Toxicología Avanzada. Ed. Díaz de Santos. Ma- 
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