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Hierro CONSIDERACIONES GENERALES Nos remitiremos en esta parte a contemplar los aspectos más sobresalientes de la intoxicación aguda por hierro o sus sales ferrosas, puesto que la contaminación y/o la intoxicación crónica (hemosiderosis y hemocromatosis), son entidades clínicas que difícilmente llegarán a un servicio de urgencias y que competen al especialista en medicina interna. No existen en nuestro medio estadísticas, ni estudios serios en cuanto a la incidencia y/o prevalencia de este tipo de intoxicación. Sin embargo, es de prever que con el consumo indiscriminado de las sales ferrosas (sulfato, fumarato, gluconato, etc.), solas o combinadas con infini- dad de multivitamínicos, el porcentaje de accidentalidad se aumente. Las décadas del 60 y 70 la población infantil de los Estados Unidos y de la Gran Bretaña fue particularmente afectada al ocupar esta entidad el tercer lugar de frecuen- cia, luego de la intoxicación por ácido acetilsalicílico y fenobarbital, pero presentaba el primer lugar en cuanto a mortalidad infantil por intoxicaciones accidentales, ya que los productos de hierro se ofrecían en empaques llamativos con elementos bien saborizados. Recordemos que el hierro es un mineral ampliamente distribuido en la naturaleza (agua, aire, vegetales y ani- males), constituyente fundamental de muchos procesos vitales donde intervienen enzimas como la citocromo y xantina oxidasas, etc., que no es nuevo en terapéutica, porque ya desde tiempos inmemoriales fue utilizado en situaciones específicas como la alopecia, el acné, edemas y en algunas enfermedades pulmonares. No obstante su función principal en el organismo tiene que ver con la formación de la hemoglobina; de allí que el fundamento de su uso actual en la medicina radique en el tratamiento de las anemias ferroprivas. CINÉTICA La absorción se hace prácticamente en todo el tracto gastrointestinal (duodeno especialmente) para la forma ferrosa (medicamentosa), ya que el hierro de la dieta generalmente es férrico y necesita de reductores para su absorción (HCI, ácido ascórbico, cisteína, etc.). La alcalinidad generalmente disminuye su absorción. La absorción depende de la necesidad orgánica de hierro, donde parecen intervenir dos mecanismos a saber: 1. Bloqueo mucoso. La cantidad absorbida depende directamente de la concentración de apoferritina en las células mucosas, y es inversa a la cantidad de ferritina saturada (complejo ferritina-Fe). 2. Cuando se emplean sobrecargas de hierro parece que interviniera un mecanismo de transporte activo que depende del A.T.P. con la acción de una ATP-asa que también se puede saturar; sin embargo, la irritación que ejerce una sobredosis sobre la mucosa intestinal favorece la absorción; incluso se sugiere la participación de secre- ciones hepatopancreáticas. DISTRIBUCIÓN El hierro una vez absorbido se une a la betaglobulina (transferrina o siderofilina) para ser transportado hasta la mayoría de los órganos de la economía. En una persona adulta normal el hierro total del organismo es aproximadamente cuatro gramos, distri- buidos así: Metaloenzimas 3 mg Mioglobina 200 mg Hemoglobina (G.R.) 2.500 mg Ferritina (médula ósea, hígado, bazo) 1.000 mg Otros 300 mg 442 • Toxicología La excreción se hace fundamentalmente por heces (como producto de la descamación de las células mu- cosas, las cuales tienen una vida media aproximada de cinco días y por exceso en el tracto gastrointestinal, por la saturación mucosa); también es eliminado por sudor, orina, flujo menstrual y bilis, que aumentaría también la concentración fecal. TOXICIDAD Y FISIOPATOGENIA Niveles en sangre de 350 mg/ml o más, son considerados tóxicos, pero en lactantes, cifras de 300 a 600 mg totales pueden ser mortales. El hierro tiene conocidos efectos corrosivos sobre la mucosa gastrointestinal, generándose excesivo sangrado, disminuyendo la volemia y abatiendo la presión arterial, hecho que puede aumentarse por la exagerada liberación de ferritina. Este daño sobre la mucosa que a su vez faci- lita una mayor y rápida absorción que no es compensada por la unión a proteínas, quedando gran cantidad de hierro libre que se deposita en el hígado, donde produce daño de las mitocondrias y de las células hepáticas, llega al sistema nervioso central donde por acción directa del hierro se produce depresión; alcanza riñones, pudiendo degenerarse por daño tubular directo. A nivel cardíaco se puede presentar necrosis hemo- rrágica subendocárdica. Existen además cambios en el comportamiento áci- do-básico del organismo, al quedar hierro libre circulante (Fe++), quedan libres hidrogeniones, pudiendo precipitar acidemia, a la cual probablemente se le agregue la in- terferencia que ejerce el hierro sobre el ciclo de Krebs, aumentando la concentración de ácidos cítrico y láctico. Sobreviene en algunas situaciones alza térmica y leu- cocitosis, producto de la invasión bacteriana secundaria al daño de la mucosa intestinal, pudiendo llegarse hasta la septicemia. Experimentalmente se ha logrado comprobar en conejos sometidos a sobrecargas de hierro, aumento en los tiempos de protrombina y de coagulación, trombo- citosis, elevación de las transaminasas y trastornos en el metabolismo de la glucosa (estos dos últimos también observables en el hombre). Se ha comprobado su teratogenicidad en ratas (anof- talmía e hidrocefalia); una mayor incidencia de micro- sarcomas luego de su aplicación intramuscular en esta misma especie; además se ha observado que mineros que trabajan bajo una alta exposición aérea (más de 22 g/ m3) de hierro, desarrollan cáncer de pulmón en mayor proporción. CLÍNICA DE LA INTOXICACIÓN AGUDA En razón de que el cuadro clínico presenta ciertas carac- terísticas importantes, la mayoría de los autores prefieren esbozarlo en fases o etapas que no sólo permiten estable- cer la evolución sino su pronóstico. Luego de la primera hora de la ingestión predomina el cuadro gastroentérico: dolor abdominal, tipo ardor de comienzo epigástrico hasta el dolor cólico difuso, hematemesis, diarrea melénica o sanguinolenta, que obedece al establecimiento rápido de una gastroenteritis necrosante. Suele acompañarse en algunas ocasiones de colapso vasomotor y letargia que dura aproximadamente ocho horas. Posteriormente, el paciente parece entrar en una fase de recuperación que puede ser duradera si se institu- yeron las medidas de urgencia rápidamente, si no, será transitoria. La duración de estas dos fases no sobrepasa un día. El 20% de las muertes en niños ocurre en la primera fase. El paciente que no se recupera en el anterior estadio, suele en el segundo día presentar las complicaciones más temidas; es así como el curso de la intoxicación parece irreversible: hay colapso vasomotor severo, acidosis meta- bólica (tanto por acción directa del hierro sobre el sistema nervioso central, como en virtud del daño hepático), fiebre y sepsis hasta el deceso del paciente. Sin embargo, un cuidado intensivo del paciente con un manejo ade- cuado de sus complicaciones, permite su recuperación en muchas ocasiones. El paciente que se logra recuperar, pero que ha tenido una lesión gastrointestinal severa por la acción irritante del hierro, al cabo del primer mes puede tener como secuela una estenosis por fibrosis de la lesión. Llama particularmente la atención, la alta incidencia de estenosis pilórica secundaria a esta intoxicación. LABORATORIO Se utilizan ayudas paraclínicas con el fin no sólo de con- firmar la intoxicación sino también para el manejo de las complicaciones. Radiografía simple de abdomen. Nos permite esta- blecer la cantidad aproximada de hierro ingerido, que todavía permanece en el tubo digestivo; de otra parte es una medida valiosa (con el paciente en posiciónvertical) para determinar si existe o no perforación intestinal. Test de desferoxamina. Es una prueba cualitativa para detectar la presencia de hierro en las secreciones gástricas. Se agrega al jugo gástrico en partes iguales agua oxigenada al 30% y agua destilada; si existe hierro se colorea la solución en un rango comprendido entre el naranja claro y el rojo oscuro. Niveles de hierro sérico. Se puede solicitar la deter- minación de niveles de hierro en sangre, para obtener un dato cercano a la cantidad de hierro absorbida. Se consideran niveles no peligrosos los comprendidos entre 110 y 350 g/%; por encima de esta cifra el paciente en lo posible debe estar bajo observación médica. Hierro • 443 Otras ayudas paraclínicas. Se hace indispensable en el paciente hospitalizado: hemoleucogramas, pH y gases arteriales, ionogramas y glucemias. No sobra recordar que la presencia de sangre en las heces y jugo gástrico corrobora la iniciación de la primera etapa tóxica. TRATAMIENTO Y MANEJO La evacuación gástrica se hace necesaria desde los prime- ros minutos. Se puede provocar el vómito; pasar sonda nasogástrica para hacer lavado gástrico con sustancias como el bicarbonato de sodio (3 a 5%), el fosfato trisódico al 6% (1:4) en dos o tres oportunidades con una cantidad ojalá no superior de líquidos para el adulto de 200 ml y en niños de 100 ml (3-5 ml/kg de peso) por vez. El fundamento para el uso de estas soluciones radica en la formación de complejos de carbonato ferroso o fosfato ferroso que disminuyen la absorción intestinal del hierro. Existe un inconveniente importante con el uso de fosfatos para el lavado gástrico o enemas que radica en la absorción de sus componentes, conduciendo potencialmente el riesgo de hiperfosfatemia, hipocalcemia e hipernatremia. Hay quienes agregan a las anteriores soluciones desfe- roxamina con el fin de neutralizar el hierro existente en el tubo digestivo, pero no existen demostraciones fehacien- tes de su bondad (2 a 10 g en 25 ml inicialmente; luego la mitad a las cuatro y ocho horas siguientes) y además se pueden precipitar trastornos hipotensivos severos. Antes del advenimiento de la desferoxamina, que re- dujo la mortalidad en esta intoxicación, eran empleados otros quelantes como el EDTA, el DTPA y el BAL. El uso de la desferoxamina se reserva para los pacien- tes con concentraciones superiores a 350 g/% de hierro libre en sangre y sintomáticos. Esta sustancia quela el hierro, formando complejos solubles de ferroxamina que son eliminados fácilmente por los riñones (aumentando seis veces más la eliminación urinaria de hierro). En nuestro medio la desferoxamina (desferal) se consigue en ampollas de 500 mg para disolver en 5 ml de dextrosa. Las dosis que se acostumbran dependen del estado del paciente: es importante tener en cuenta que quela no sólo el hierro libre sino también el hierro unido a la ferritina, hemosiderina, sistema retículo endotelial, pero no afecta el hierro de los citocromos ni de la hemoglobina. Un gramo de desferoxamina quela una cantidad apro- ximada de 85 mg de hierro. Un paciente sintomático con una presión arterial más o menos estable es candidato a recibir desferoxamina intramuscular a razón de 1 g cada 4 a 12 horas, para un adulto, dependiendo de la respuesta (máximo seis gramos/ día); en los niños se utilizan dosis menores (500 mg mí- nimo cada seis horas). En aquellos pacientes en los cuales la gravedad del cuadro lo amerite (hipotensión hasta el colapso), se puede administrar una infusión continua de dextrosa al 5% durante 8 a 12 horas, que no exceda de los 80 mg/kg/día a razón máximo de 15 mg/kg/hora. La desferoxamina per se, puede producir los siguientes efectos adversos: hipotensión (en relación directa con la rapidez de aplicación), dolor e inflamación en el sitio de aplicación; puede precipitar o agravar un daño renal preexistente. También se ha observado que puede des- encadenar reacciones alérgicas generalizadas. En cuanto a otro tipo de medidas, es recomendable someter al paciente a un cuidado estricto de sus signos vitales, estado de conciencia; mantener al día las ayudas paraclínicas adecuadas que le permitan al médico corre- gir en el momento oportuno las complicaciones que se vayan suscitando: desequilibrio hidroelectrolítico, acidosis metabólica, etc. En algunas ocasiones se hace necesario recurrir a otro tipo de evacuación del tóxico mediante hemodiálisis o diálisis peritoneal, agregando proteínas al fluido de diálisis tratando de aprovechar la afinidad del hierro por cierto tipo de proteínas (beta-1 globulinas). Quisiéramos terminar el tema llamando la atención respecto a la constitución de hierro de los preparados comerciales existentes en el mercado. Por muchos es conocido, por citar un ejemplo, que el sulfato ferroso puede venir en tabletas de 100 y 200 mg, sin embargo, la constitución que realmente interesa es la de hierro elemental que es la que se absorbe y ejerce una acción farmacológica o tóxica. En el caso del sulfato ferroso, el hierro elemental es sólo el 20% de la composición total, es más, hay que establecer si es desecado (anhidro) o no, porque si lo es, generalmente el hierro elemental es aproximadamente el 30%, datos que son de importancia para determinar la gravedad o no de la intoxicación y las medidas correctivas. 444 • Toxicología BIBLIOGRAFÍA CASARETT, L. and DOULL’S, J. Toxicology. 3ª ed. Mac- Millan. New York, 1986. DI PALMA, J. Farmacología Médica. Drill 2ª ed. La Prensa Médica Mexicana. México, 1978. DREISBACH, R. Handbook of Poisoning. 10ª ed. Lange Medical Publ. 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