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Traducción de Fans para Fans, sin fines de lucro Traducción no oficial, puede presentar errores Apoya a los autores adquiriendo sus libros Brandon es el hombre lobo alfa de la Manada del Bosque del Norte. Busca una compañera con la misma fuerza que él para guiar a su manada en los tiempos oscuros a los que están a punto de enfrentarse. Nunca pensó que se aparearía con una inocente hembra humana. Elle Smith se mudó a Grace Hill después de que un ataque de vampiros casi matara a su familia. Cuando cumple veintiún años, su vida cambia para siempre. Brandon la muerde mientras trabaja en la cafetería y la declara su compañera. Ella no puede creer lo que está sucediendo y lo rechaza. Sin embargo, no puede negar la atracción del apareamiento. Elle lo busca a pesar de que no puede soportar mirarlo a los ojos. Brandon hará lo que sea para mantener a salvo a su mujer. Cuando Grace Hill se convierte en el hogar de muchos seres paranormales peligrosos, Brandon finge que otra es su compañera. Dolida, Elle se aleja de él. ¿Ha perdido Brandon la única oportunidad de tener una compañera? ¿Y qué amenaza del pasado de ella podría llevar a Brandon a una posible guerra? Su mundo nunca ha sido más frágil, ya que una secta conocida como Desastre del Otro Mundo pretende sumirlos en el caos. Capítulo 1 Brandon observaba la plaza de su pueblo. Todo su pueblo se preparaba para las festividades de la luna llena. Durante la luna llena, su manada salía a cazar y a correr salvajemente por los bosques de los alrededores, y cuando volvían se daban un festín. Los humanos que vivían en su comunidad les preparaban la comida. En la pequeña comunidad de Grace Hill no había mentiras ni secretos. Los humanos que vivían con ellos estaban al tanto de las criaturas del Otro Mundo. Varias veces habían deambulado por su pueblo brujas, hechiceros, osos, vampiros y muchos otros cambiaformas. Su padre, antes que él, se había sentido muy orgulloso de mezclarse con los humanos, y Brandon había continuado la tradición para honrar su memoria. Personalmente, no soportaba a los humanos de su pueblo. Claro que era estupendo follar con ellas, pero eran demasiado frágiles. Había visto a muchos hombres sangrar de un solo puñetazo. Ser fuerte era la habilidad para sobrevivir. Asumir el control como alfa significaba que había asumido la responsabilidad de los humanos. No todos eran malos. Había varios humanos que le gustaban como entretenimiento. La mayoría eran mujeres, mientras que unos pocos hombres eran geniales para tomar un trago. Inhalando el aire fresco de la mañana, Brandon avanzó por el pueblo. Grace Hill estaba en medio de la nada y rodeado de kilómetros y kilómetros de bosques. Había varios ríos y lagos, pero la comunidad principal estaba en el único espacio abierto de los bosques. Sus antepasados habían hecho un trato con varios hechiceros y brujas para poner la zona fuera del conocimiento humano. Crearon un hechizo de protección para que ningún humano intentara derribar el vecindario. La mayoría de los humanos que pasaban por Grace Hill se marchaban inmediatamente ante la amenaza de peligro o desaparecían si causaban algún problema. Las pocas familias humanas que se quedaban eran peticionadas en votación por todos los miembros de la manada. En su último recuento, más de veinte familias humanas vivían entre ellos en Grace Hill. Ninguna de ellas causaba problemas, y así lo quería Brandon. Dejando escapar un suspiro, observó cómo se preparaban todas las mesas. Esta noche había luna llena y sintió que el lobo que llevaba dentro quería salir. Flexionando sus músculos se dirigió hacia la cafetería. A algunos de su manada les encantaba crear nuevos edificios, y uno de ellos era la cafetería. Él se había encargado de que enviaran el equipo, de modo que los cocineros tuvieran todo lo necesario para preparar una buena comida. Brandon era muy estricto, pero nadie se quejaba cuando todos tenían lo que necesitaban: comida, agua, refugio y entretenimiento. Si algo iba mal, recaía en él. —¿Qué estás haciendo, jefe? —preguntó Drake, su beta. —Tengo hambre. —¿No tienes una mujer en casa? Brandon le gruñó. Lori era la mujer lobo más fuerte de la residencia. Llevaba varios meses follándosela, pero la mujer exigía más. Ella no era su compañera predestinada. Cuando encontrara a la elegida, lo sabría. No se podía luchar contra el apareamiento. No tenía la oportunidad de elegir qué mujer sería. El destino decidía quién sería perfecta para él. Hace varios años, había sentido un nudo en la garganta al mirar a una mujer humana. Ella tenía dieciséis años cuando se mudó aquí. Elle Smith era su nombre. —¿Lori ya no te gusta? Las palabras de Drake lo irritaron. Estaban a varios metros de la entrada de la cafetería. Vio a Darcy y Lewis, que eran los otros miembros principales de la manada. Los cuatro eran los más fuertes de la manada. —Me está haciendo enojar. —Déjame adivinar. ¿Quiere compromiso? —preguntó Drake, abriendo la puerta de la cafetería. —Quiere ser apareada. Yo no puedo aparearme con ella. Tiene un coño genial, pero aparte de eso, no la quiero a mi lado. El aroma de panqueques y tocino perfumaba el aire. Brandon caminó hacia donde Darcy y Lewis estaban sentados. Otros miembros de la manada estaban comiendo. Los saludó al pasar. —Podrías hacerlo peor. Lori es la perra más fuerte de la manada —dijo Drake, tomando asiento. —Tienes razón en lo de perra. Lori es una desagradable pieza de trabajo. Si la pones a cargo de las hembras, habrá problemas. No tiene respeto ni amor en su interior —dijo Darcy, levantando la vista del periódico que estaba leyendo. Brandon levantó la mano para pedir café. Inmediatamente, una mujer humana empezó a servirle. Una vez que ella se fue, Brandon se dirigió de nuevo a los otros hombres. —No me voy a aparear con Lori. Está muy bien para desahogarse, pero aparte de eso, no. Creo en que encontraré a mi compañera. Los otros tres hombres refunfuñaron. Ninguno de ellos había encontrado a su compañera. Algunos de los miembros de menor rango de la manada sí lo habían hecho y estaban felizmente casados. Mirando a través de la cafetería Brandon vio a Matthew con su compañera embarazada. Ambos eran lobos, pero ninguno de los dos era especialmente violento. A Brandon le gustaba Matthew y se alegraba tanto por él como por su compañera. El amor en la cara del chico era evidente. Matthew le acariciaba el brazo con una mano mientras con la otra le rodeaba el cuello. Su mujer estaba prácticamente sentada en su regazo. Una vez le había preguntado a Matthew cómo era estar apareado. —Es como tener todo lo que tu corazón desea. Vivo para verla sonreír, y cuando me sonríe, todo mi mundo está completo. Haría cualquier cosa por ella con tal de que me ame al final del día. El tipo sonaba azotado por un coño, pero a medida que los años habían pasado para Brandon, deseaba con todo su corazón poder conocer ese mismo tipo de paz. Cada uno de ellos había luchado por encontrar a su compañera, y a medida que pasaban los días tenía la sensación de que era menos probable encontrar a la mujer adecuada para ellos. —Entonces, sobre la visita de los osos, brujas, hechiceros y vampiros, ¿dónde estamos? —preguntó Brandon, cambiando de tema. Todos los años invitaba a varios miembros de cada sector que rodeaba su ciudad. —La casita junto al lago está siendo reformada y lista para que duerman en ella —dijo Lewis. Brandon escuchó a Lewis y luego se congeló en su asiento cuando el aroma más asombroso invadió sus sentidos. Fresas y vainilla fue lo que olió. Se quedó helado y sintió que el lobo que llevaba dentro rugía y arremetía contra el control que tanto le había costado conseguir. —Alfa, ¿qué está pasando? —preguntó Drake. Por eluso de su título oficial, Brandon sabía que sus ojos habían cambiado de color. Ella está aquí. Tu mujer, nuestra compañera está aquí para que la reclames. Nunca había olido nada igual. Brandon cerró los ojos y una gran oleada de paz se apoderó de él. Por fin su compañera había venido a por él. *** —Mierda, llego tarde. Lo siento mucho —dijo Elle. Su despertador se había quedado sin batería y había dormido hasta las diez. —No te preocupes —dijo Layla. Era otra mujer humana de la pequeña comunidad. Elle se había mudado a Grace Hill cuando tenía dieciséis años. Su familia odiaba la vida en la ciudad y había solicitado formar parte de la manada del Bosque del Norte. No sabía de dónde venían esos nombres, pero no iba a hacer enojar al alfa preguntándole. —Daisy aún no ha llegado. Estoy segura de que estará de buen humor —dijo Layla, refiriéndose a su jefa. Daisy era una de las mujeres lobo más viejas de la manada. No era la más fuerte debido a sus años, pero asustaba muchísimo a Elle. —Mi padre me ha estado volviendo loca con esta visita de los otros sectores —dijo Elle. Su padre, Raymond, era el encargado de organizar la visita en las próximas semanas. Ella nunca había tenido edad para participar en los festejos. Los alfa exigían que los humanos tuvieran más de veintiún años para participar. Su cumpleaños había sido la semana pasada y había salido de la ciudad para celebrarlo. Layla había sido una de las personas que la habían acompañado. En Grace Hill nunca pasaba nada, pero ella no quería irse jamás de su casa. Grace Hill se había convertido rápidamente en su hogar. La pequeña escuela era increíble, y los profesores eran un sueño. La ausencia de acoso escolar también ayudaba. El único problema que veía Elle era formar su propia familia. Ninguno de los hombres disponibles le atraía. La mayoría eran gruñones porque no tenían poderes especiales. Había tenido una cita con Gary Newman cuando tenía veinte años, y durante toda la noche él se había quejado de ser normal. Elle lo había escuchado toda la noche decirle lo inadecuada que era porque no tenía grandes cualidades paranormales. La cita terminó con ella llamándolo imbécil, y le había dado un puñetazo en la cara. —¿Te está molestando con eso? —preguntó Layla, volteando panqueques en la parrilla. —No me está molestando. Papá no deja de hablar de Brandon. Además, la fiesta de esta noche es muy importante. No quiere que le arruine la noche tirándole una olla de estofado en el regazo o algo así. Elle se recogió el pelo y apartó a Layla de su camino. — Muchas gracias por hacer esto. Te lo agradezco mucho. —De nada. Vio cómo Layla miraba a través de la puerta. Layla estaba enamorada de Lewis, uno de los hombres más cercanos al alfa. —¿Por qué no sales a saludar? —preguntó Elle. —¿Has visto cómo tratan a las mujeres humanas? —Layla cerró la puerta. —No me daría ni la hora, y no estoy buscando ser otra muesca en su poste de la cama, si sabes lo que quiero decir. Elle comprendió. A lo largo de los años había visto a varias mujeres humanas entregarse libremente a la manada. No había respeto, y la mayoría de los hombres las ignoraban la siguiente vez que las veían. Ella nunca había querido que se rieran de ella ni que se burlaran de sus sentimientos. Ser virgen a los veintiún años no le molestaba. Prefería ser virgen a dársela a un tipo en el que no confiaba. Por lo que sabía, Layla también era virgen. —Será mejor que les llevemos este desayuno —dijo Layla, yendo hacia la estantería. Elle la vio agarrar sirope y salsa de chocolate del estante superior. No sabía por qué a la manada le gustaban tanto las cosas dulces, pero ellas atendían a los más golosos del comedor. Elle colocó la última tortita en el plato y estaba a punto de levantar la bandeja que contenía cuatro platos cuando la puerta se abrió de golpe. Lewis, uno de los mejores lobos de Brandon, entró por la puerta. —¿Son ustedes las únicas dos aquí? —preguntó. Layla dejó caer el sirope. El tarro de cristal se rompió y el sirope se esparció por el suelo. Elle corrió a su lado. —¿Qué haces aquí? —preguntó Elle, poniéndose nerviosa en su presencia. —Responde a mi pregunta, humana. ¿Son ustedes las únicas dos personas aquí? Elle miró a Layla, que se encogió de hombros. —Sí, somos las únicas dos aquí. —Él cargó en su dirección y agarró los brazos de ambas. —Síganme —les dijo. La orden parecía ridícula mientras las arrastraba a la zona principal de la cafetería. Varios clientes observaron cómo las arrastraban hasta donde se sentaba Brandon. Elle se encogió cuando sus ojos negros la miraron a ella y luego a Layla. —Eran las únicas dos en la cocina, Alfa —dijo Lewis. —Tráeme a una de ellas —dijo Brandon. Elle se encogió y se vio obligada a obedecer mientras Lewis empujaba la muñeca de Layla contra la cara de Brandon. Vio cómo el alfa aspiraba el olor de Layla. —No es ella. Layla se hizo a un lado. Elle soltó el aliento que no se había dado cuenta de que había estado conteniendo. Su muñeca fue empujada bajo la nariz de Brandon. No lo había visto desde que se mudó a Grace Hill. Él la había fulminado con la mirada y ella se había prometido no cruzarse en su camino. Su promesa era estúpida, teniendo en cuenta lo pequeño que era el pueblo, pero había conseguido mantenerse alejada de él hasta ahora. Brandon aspiró su muñeca. Al instante, apartó a Lewis, le agarró la muñeca y le mordió la carne. Sus caninos eran afilados cuando se hundieron en la carne de su muñeca. Ella gritó de dolor. Nunca había sentido algo tan agonizante en toda su vida. Luchó para que la soltara. Layla intentó llegar hasta ella. Lewis detuvo a su amiga con un brazo alrededor de su cintura. —Mía —dijo Brandon con un gruñido en la voz. Todo se volvió negro. Capítulo 2 Brandon la tomó en sus brazos. Su sangre cubrió su lengua. Su sabor era increíble. Nunca había tenido nada tan bueno en la boca. La necesidad de reclamarla surgió dentro de él, ya que probar su sangre no era suficiente. —¿Qué has hecho? —preguntó Layla, gritándole. Lewis la contuvo. La he encontrado. He encontrado a nuestra compañera. Su lobo ronroneó. Desde pequeño, Brandon siempre había hablado con su lobo y sentía una conexión con esa parte de él. —Es humana, Brandon —dijo Darcy. Al mirar el rostro de Elle Smith, Brandon comprendió los sentimientos que había tenido cuando la conoció a los dieciséis años. Su lobo había esperado hasta que ella tuviera la edad adecuada antes de reclamarla. Sus leyes eran sagradas y nadie reclamaba a una compañera menor de veintiún años. Brandon hizo un cálculo rápido y supo que ella había cumplido veintiuno este año. Frunció el ceño. La mayoría de la manada celebraba el cumpleaños de todo el mundo, pero no recordaba que Elle cumpliera años próximamente. —Nadie dice una palabra de esto —dijo a la sala. Todos los presentes eran miembros de la manada. Todos asintieron con la cabeza. —Esta noche es luna llena, Alfa. No vas a mantenerla a salvo así —dijo Drake. Brandon miró a su beta. No necesitaba escuchar ninguno de los problemas que significaba tener a su compañera con él en la noche de luna llena. —Me la llevo a mi casa. ¿Hay alguna entrada trasera por la que pueda llevarla? —preguntó Brandon. Él vivía en el extremo más alejado del pueblo, que estaba junto al bosque. —No puedes llevártela —dijo Layla. Lewis murmuró en su oído. La otra mujer sollozó. —Ve por la cocina —dijo. —Quédate a hablar con Daisy, Lewis. Nada de esto sale de la cafetería, ¿entendido? Una vez que todos estuvieron de acuerdo, Brandon la llevó hacia la cocina. Darcy y Drake lo flanquearon mientras se dirigía a su casa. Ella se sentía increíble en sus brazos. La sangre de su muñeca goteaba en el suelo a medidaque avanzaban. —Vas a tener que vendar eso —dijo Drake. Aparte de esas palabras, no se dijo nada más. Brandon seguía mirando a la mujer destinada a ser suya. Llevaba el pelo corto y castaño recogido en una coleta. Algunos cabellos se habían escapado enmarcando su rostro. Había visto unos hermosos ojos color avellana mientras ella lo miraba sorprendida y luego horrorizada. Brandon quería ver esos ojos mirándolo con lujuria y placer. Su boca en forma de corazón pedía ser besada. Sintió un cosquilleo en los labios por la necesidad de sentirlos contra los suyos. Pero apartó el deseo. Drake abrió la puerta y Brandon subió directamente, colocándola en su gran cama. Lori no estaba, cosa que agradeció. Ahora que su compañera había entrado en su vida, no habría otra mujer para él. Colocándola en la cama, Brandon la miró fijamente. Su mirada recorrió su cuerpo, observando cada curvatura. El uniforme que llevaba apenas ocultaba sus grandes tetas y su cintura estrecha. Le encantaban las mujeres con curvas de verdad, y Elle las tenía. Sus caderas eran grandes, y se veía a sí mismo agarrándose a su anchura mientras se la follaba. Sus piernas eran gruesas. Muchos hombres la considerarían gorda, pero para él, Elle era perfecta. Siendo un hombre fuerte y un lobo, le gustaba el sexo duro. Elle sería capaz de soportarlo a él y a sus pasiones. Se sintió aliviado al saberlo. Drake y Darcy lo esperaban junto a la puerta. —Es humana, Brandon —dijo Darcy. —Lo sé. —Brandon le acarició el pelo, necesitando tocarla de alguna manera. —No puedo creer que sólo estuviéramos hablando de compañeras unos minutos antes de que sintieras la tuya —dijo Drake. —Tengo que hablar con Raymond, su padre —dijo Brandon, obligándose a apartar la mirada de ella. —Creo que primero tienes que hablar con tu compañera — dijo Darcy. —Los compañeros humanos no siempre son los más fáciles, Alfa. Atiende a razones. Brandon gruñó en respuesta. Mirando a su compañera humana, Brandon vio el valor de las palabras de su amigo. No podía creer que se había apareado con una humana. Al contemplar su bello rostro, la fuerza de lo que acababa de ocurrir lo golpeó en el estómago. Elle Smith era humana. Era frágil, y él era un compañero al que se suponía que debía darle un heredero que se hiciera cargo de su manada. Al alejarse de ella, Brandon se sintió derrotado. Ella era... quebradiza. ¿Cómo podía haberse apareado con una mujer que podía serle arrebatada tan fácilmente? —Necesito ir a correr —dijo Brandon. Empujó a sus hombres y bajó las escaleras en dirección a la puerta. —¿Qué quieres que hagamos cuando se despierte? — preguntó Drake. Se detuvo al abrir la puerta. Mirando las escaleras, vio la preocupación en los rostros de ambos. —Dile que no puede salir por orden del alfa. —No se giró. Brandon se dirigió hacia los árboles. Necesitaba correr para despejar la mente. Sin quitarse la ropa, se transformó en su lobo y se dirigió hacia los árboles. No necesitaba la luna llena para transformarse. Ninguno de los miembros de su manada necesitaba la luna llena para convertirse en lobo, pero celebraban sus tradiciones con la luna llena. Brandon corrió hacia el río y se quedó mirando su reflejo en el agua. Un lobo negro de dientes feroces le gruñó. Durante su primer cambio, se había quedado petrificado. Su padre le había hablado durante todo ese tiempo, relajándolo y mostrándole que todo iba a salir bien. Ahora, su lobo era parte de él. Había nacido lobo y había aprendido a escuchar a su lobo. Varios miembros de la manada no conectaban con su lobo y controlaban poco su temperamento. Su padre le había enseñado a aceptar a su lobo y a aprender a actuar como uno con él. Mirando fijamente su reflejo, Brandon se preguntó qué le había hecho al destino para disgustarlo. Una compañera humana tenía que ser un castigo por algo. *** Un dolor punzante en la muñeca despertó a Elle. Se frotó los ojos con la mano que no le dolía. —Ten cuidado. No te muevas —dijo una voz masculina. Elle se sobresaltó y se giró para ver a Darcy vendándole la muñeca con una venda blanca. El hombre le miraba la mano. La sábana en la que había apoyado el brazo estaba manchada de rojo con su sangre. —¿Qué ha pasado? —preguntó frotándose los ojos. Nunca se maquillaba y no tenía que preocuparse de mancharse la cara. —¿Quieres la historia larga o la corta? —Terminó de vendarle la muñeca antes de dejarle la mano sobre la cama. Ella se sentó y apoyó las rodillas contra el pecho. —Quiero la verdad. Él dejó escapar un suspiro. —La verdad es simple. Estás apareada con Brandon, el alfa, lo que te hace suya. La mordedura en tu muñeca es la primera parte del reclamo. —¿Qué? —preguntó ella, mirándolo atónita. ¿Se había vuelto loco? Que se aparease con Brandon era una completa locura. Ni siquiera lo conocía. Tú ni siquiera le gustas. —Tiene que haber habido algún error —dijo ella. —Ningún error. Brandon y su lobo te olieron desde la cocina. La mordedura es incontrolable. Eres la compañera de Brandon. Acercándose al borde de la cama, Elle trató de borrar sus palabras. Era imposible que ella fuera su compañera. Se negaba a aceptarlo. Se levantó y se dirigió a la puerta. Darcy le impidió salir de la habitación. —¿Qué haces? —preguntó ella, confundida porque él la mantenía encerrada en la habitación. —No puedo dejarte salir. —¿Por qué diablos no? Tengo que ver a mi padre y necesito estar en la cafetería trabajando —dijo ella. Su brazo salió disparado deteniéndola una vez más. — Órdenes del Alfa. No puedes irte. Elle le empujó el brazo. Darcy no se movió. Levantando los brazos en señal de derrota, se acercó a la ventana de la habitación. Vio que el pueblo se preparaba para la fiesta después de que la manada hiciera su carrera. Se cruzó de brazos y miró por la ventana. —No estarás planeando saltar, ¿verdad? —preguntó Darcy. Girándose hacia él, lo miró fijamente. —No soy tan jodidamente débil. Él gruñó. Ella oyó la cama de madera crujir bajo su peso e hizo todo lo posible para ignorarlo. —Entonces, ¿qué se siente ser la compañera de Brandon? — preguntó él después de que pasaran varios minutos de silencio. —No lo sé. Inconveniente. Un dolor en el trasero. ¿Por qué no eliges uno? Ella se mantuvo de espaldas a él con la esperanza de impedirle hablar. —No importa lo que pienses. Eres su compañera, y te sugiero que empieces a pensar en eso —dijo Darcy. Molesta por su actitud y por haber sido sacada de la cafetería, Elle se giró sobre sí misma fulminándolo con la mirada. —Ni siquiera conozco a Brandon. Nunca lo he conocido más que para saber quién es. De ninguna manera soy su compañera. Cometió un error. Soy humana, ¿recuerdas? —¿Cómo podríamos olvidarlo? —dijo Brandon. Ella se giró al oír su voz. El hombre en cuestión estaba de pie en la puerta bloqueando toda la salida. Llevaba unos vaqueros holgados y nada más. La parte superior de su cuerpo estaba a la vista, y vaya vista. Tatuajes tribales cubrían sus gruesos brazos. Los tatuajes no disimulaban sus músculos. Eran enormes y podían aplastar a muchos de sus oponentes. Había oído muchos rumores sobre su fuerza. Algunos decían que Brandon podía aplastar a otro lobo sólo con la fuerza de sus brazos. Ella prefería no creer ese rumor. Sus abdominales eran firmes, y ella vio el paquete de seis. Apartó la mirada de las delicias de su cuerpo y miró su cara. Su rostro era tan increíble como su cuerpo, excepto sus ojos. El color de sus ojos la asustó. Sus ojos le parecieron negros y se asustó cuando la miraron. Miró más allá de su hombro, ya que parecía ser el lugar más seguro para mirar. —¿Qué significa esto? —preguntó cruzada de brazos. —¿Por qué no me miras a los ojos cuando me hablas? Se apartó de él ymiró por la ventana. Ella no podía lidiar con esto. Brandon, el alfa de la manada del Bosque del Norte y líder de su pueblo, se la había llevado de su lugar de trabajo, y se suponía que era su compañera. Mi padre me va a matar. —Déjanos, Darcy —dijo Brandon. Segundos después, la puerta se cerró. No lo oyó moverse, pero lo sintió detrás de ella. Su aliento le rozaba el cuello, acariciando el fino vello con cada exhalación. —¿Supongo que Darcy te ha dicho lo que eres? —preguntó. —¿Además de humana quieres decir? Él rió entre dientes. Le acarició el brazo. La piel se le puso de gallina al tocarla. Sus pezones se tensaron por su cercanía y su coño se derritió al oír su voz. No debería reaccionar así. Ningún hombre la hacía sentir así. Brandon no es sólo un hombre. Elle cortó el pensamiento y siguió mirando por la ventana. —Eres mi compañera, Elle. Elle se mordió el labio y negó con la cabeza. —No, eso no es posible. Me niego a aceptarlo. —¿Por qué luchar contra lo que es natural entre nosotros? — preguntó él. Elle se rió. —¿Por qué luchar contra ello? —preguntó. —Hay una jodida lista de por qué luchar contra ello. —Elle maldecía mucho. Cuando estaba nerviosa maldecía, o cuando se sentía atrapada maldecía. Brandon la ponía nerviosa, y la tenía atrapada entre su cuerpo y la ventana. Capítulo 3 Elle se veía realmente linda cuando estaba enojada. Brandon no podía evitar sentirse encantado por ella. Tenía los brazos cruzados debajo de sus impresionantes pechos. Quería hacerla girar para verla perder los nervios. —Entonces, ¿por qué no me cuentas cuáles son los problemas? —le preguntó. Ella se giró hacia él. Sus ojos color avellana se clavaron en su mirada, pero luego miraron más allá de su hombro. Él frunció el ceño. ¿Por qué Elle nunca lo miraba a los ojos? —Eres viejo —dijo ella. —¿Qué? —preguntó él, luchando por contener el rugido de su interior. —Yo sólo tengo veintiuno, ¿y tú qué? Cincuenta o algo así. Eres viejo. La fulminó con la mirada, furioso por sus palabras. A ella le temblaban las manos mientras se acomodaba un mechón de pelo detrás de la oreja. Sí, él se acercaba a los cincuenta años, pero no aparentaba más de treinta. Los hombres lobo y la mayoría de los sectores de la comunidad paranormal envejecían lentamente cuando adquirían sus poderes o habilidades. Las brujas eran conocidas por tener miles de años, pero no aparentaban más de veinticinco. Pasándose una mano por la cara, esperó a que ella continuara. —No te conozco. —Soy Brandon, tu alfa de la manada del Bosque del Norte. —No soy parte de la manada. Además soy humana. No soy una loba y nunca lo seré. —Se miró la muñeca vendada. Él siguió su mirada. —A menos que las películas tengan razón y pueda convertirme por tu mordedura. Él sonrió satisfecho. —Las películas se equivocan. No te vas a convertir en loba. —Bien. No creo poder soportarlo. —Una de sus manos fue a su cuello. Él observó el movimiento preguntándose cuál era el problema. —¿Qué más? —preguntó. —¿Además de la edad, el ser humana y nuestro desconocimiento general del otro? Él asintió. —Supongo que puedes añadir el hecho de que no respetas a las mujeres humanas. Brandon la miró de nuevo al oír su último comentario. — ¿Qué? —He visto cómo tratas a las mujeres humanas, y lo mismo ocurre con los hombres de tu manada. No les importamos una mierda. Nos usan y luego nos tiran como basura. Sólo tratan a las hembras de su manada con respeto. Sintiendo que su ira se intensificaba, Brandon dio un paso atrás. El olor de ella lo siguió a pesar de todo. —Las excusas que das son sin sentido —dijo. —¿Sin sentido? —Sí, sin sentido. Eres mi compañera, Elle. Tienes que aceptarlo. —No tengo que aceptar nada de ti. No soy tu compañera. No siento nada por ti. Había visto sus pezones duros y había olido su coño cremoso. Puede que a su mente no le gustara estar unida a él, pero a su cuerpo le encantaba. Reduciendo la distancia entre ellos, Brandon la apretó contra la pared. —¿No sientes nada por mí? —le preguntó. Ella negó con la cabeza. Lo miró con los ojos muy abiertos. —He oído algunas cosas sobre ti, Elle. Sé que no has estado con otro macho, y que tampoco tienes fama de salir. —Le acercó la mano a la cara. Brandon disfrutó del contacto de su suave piel contra la palma. Ella gimió cuando él le acarició la mejilla y luego bajó hasta su cuello. Deslizó la mano hasta el pecho y acarició el apretado capullo. Elle jadeó. Antes de hacer nada más, bajó la mano hasta el borde de la falda. El uniforme le llegaba por encima de la rodilla. Brandon levantó el vestido y colocó la palma de la mano sobre su coño caliente. Su coño latía rápidamente contra su mano. Las bragas que llevaba estaban empapadas. Ella gritó, y sus manos se aferraron a los brazos de él cuando hizo a un lado la tela de sus bragas para explorar su tierna carne. Su coño estaba empapado de crema. Su clítoris estaba hinchado. Él presionó un pulgar contra su capullo. —Mírame —le dijo. Ella lo miró durante un segundo antes de mirar por encima de su hombro. Gruñendo por su insolencia, Brandon apretó la cara contra su cuello. Aspiró su aroma a fresa y vainilla mientras le acariciaba el coño. A ella le temblaron las piernas y él le rodeó la cintura con un brazo para mantenerla erguida. Su polla estaba gruesa en los vaqueros que llevaba. Lo único que deseaba era bajarse los vaqueros y meterle la polla profundamente en su apretado coñito. Con dos dedos acarició su hinchado capullo. Su excitación llenaba la habitación. El aroma almizclado de su crema empapó sus dedos. Brandon la llevó al orgasmo mientras le chupaba la carne del cuello. Sus gritos resonaron en las paredes y lo llenaron de orgullo, sabiendo que había sido él quien la había llevado al orgasmo. Elle se desplomó contra él, con su respiración agitada como único sonido. —Te tengo —le dijo. Ella se congeló en sus brazos. —Suéltame —dijo, separándose de él. Esta vez, Brandon la soltó. Apretó el brazo libre contra su cabeza, impidiéndole escapar, y se lamió los dedos con los que la había llevado al orgasmo. Su sabor explotó en su lengua. Él no podía esperar a tener su lengua en ella. —Sabes increíble. Quién hubiera pensado que sabrías tan inocente. —Eres repugnante —dijo ella. Se rió entre dientes. A Brandon le encantaba ver el fuego dentro de ella. Sus ojos brillaban de calor. Sólo deseaba que lo mirara a los ojos durante más de dos segundos. —Eres mi compañera, Elle. No hay forma de escapar de esto. —Búscate otra mujer para follar. No soy tu compañera. — Ella presionó sus manos contra su pecho y luego empujó. Él no se movió mientras ella empujaba de nuevo. —Estás bajo mi protección. —Vio su marca contra su cuello. Su muñeca contendría su olor. Cualquier lobo que se acercara a ella sabría que debía mantenerse alejado de ella. —No necesito tu protección. —Te guste o no, la tienes. Te dejaré ir por ahora, pero seré yo quien te lleve a casa —dijo. Quería prolongar su tiempo con ella. *** No puedo ser su compañera. Es un jodido error. Elle lo siguió escaleras abajo, donde Drake y Darcy esperaban. Ambos le sonrieron con satisfacción. El calor llenó sus mejillas. Ambos sabían lo que había pasado arriba. La habían dejado sola con el alfa durante veinte minutos y él le había provocado un orgasmo. Elle se odió por su debilidad. Ningún hombre debería tener ese tipo de poder sobre una mujer. —Llevaré a Elle a casa —dijo Brandon, dirigiéndose a ambos hombres. Asintieron y no hicieron ningún otro ruido. Ella se cubrió las mejillas de vergüenza. Su falta de palabras lo decía todo. Era una puta. Brandon se dirigió a la puerta. Abrió la puerta y Lewis se estaba acercando. —Daisy está enojada contigo,Brandon. Le gusta que Elle trabaje para ella y quiere verte. —Lewis se giró hacia ella. —Daisy dijo que podías tomarte el resto del día libre y que te vería esta noche. —La llevaré a casa. Estén todos aquí cuando vuelva. No esperó a recibir confirmación. Salieron de su casa. Ella iba detrás de él, intentando ir más despacio para no tener que caminar a su lado. —Eres muy mandón —dijo ella. —¿Caminas despacio a propósito? —preguntó él, girándose para mirarla. Ella bajó la mirada. —No quiero caminar contigo. Puedo encontrar mi propio camino a casa. —Mírame —dijo él. Elle levantó la mirada hacia la boca de él. Aquellos labios habían estado en su cuello chupándole la piel. Se tocó el cuello. ¿Le había dejado una marca? Mierda, tenía que ver si la había marcado. Cubriéndose el cuello, lo alcanzó asegurándose de caminar a su lado. Caminaron por el pueblo. Ella sintió las miradas de la gente sobre ellos. Ninguno de los dos se dirigió la palabra. Ella agradeció su silencio. Finalmente llegaron a donde ella vivía con sus padres. Brandon abrió la puerta y entró. —¿Por qué no has llamado? —le preguntó ella, indignada por su actitud. —Este pueblo es mío. Hago lo que quiero. Su padre salió de su estudio y su madre, de la cocina. El olor a guindilla llenaba el aire. Su madre, Vivian, hacía el mejor chili del pueblo. —¿Qué está pasando? —preguntó su padre, mirando entre ellos. —Necesito hablar contigo —dijo Brandon. Ella vio cómo su padre asentía. Brandon la soltó. Ambos hombres desaparecieron dentro del estudio. —¿Qué está pasando? —preguntó Vivian. Elle siguió a su madre hasta la cocina. En la cocina había cuatro ollas de chile. Gimió, pensando en lo que ocurriría al anochecer. El pueblo cerraba mañana para que todos pudieran celebrar la luna llena. Fue a la nevera, sacó un cartón de zumo y bebió un largo trago. Vivian soltó un grito ahogado cuando su cuello quedó al descubierto. —¿Qué demonios ha pasado, Elle? —preguntó. Apartándose de su madre, Elle fue a mirarse el cuello en el espejo. Tenía un gran hematoma morado en el cuello. No sabía cómo le había salido tan rápido. Con los hombros caídos, miró a su madre. —Brandon cree que estamos apareados. Me mordió la muñeca y la cosa se puso un poco pesada. —Elle Smith, ¿en qué estabas pensando? No lo hacía. —No empieces con los sermones, mamá. Sé que la jodí. Por favor, déjalo. Tenemos que pasar la fiesta de esta noche, y no estoy de humor para jugar a las veinte preguntas. Su madre fue a decir algo más, pero Brandon la interrumpió. —Déjala en paz. Vivian abrió la boca y la cerró antes de asentir y marcharse. Elle se quedó mirando a Brandon. Dejó de mirarlo a los ojos y se fijó en su pecho desnudo. —¿Por qué no llevas camiseta? — preguntó. —Soy más caliente que la mayoría de los hombres. —Él se acercó hasta que su pecho quedó junto a su cara. —Mírame. Ella negó con la cabeza. El corazón le latía con fuerza dentro del pecho y los nervios habían vuelto. Él soltó una maldición. —He hablado con Raymond. Entiende lo que está pasando. —¿Qué está pasando? Papá sabe lo que pasa, pero yo no tengo ni idea. Brandon le acarició la mejilla. —Tú sabes lo que está pasando. Te niegas a escucharme. El dorso de sus dedos encendió una llama en su interior. Ella lo deseaba. Hasta hacía una hora nunca había experimentado un orgasmo, y ahora se sentía como una libertina que necesitaba sus caricias. —Te veré en el banquete. Durante la cacería, quédate en tu casa —le ordenó. —¿Por qué? —preguntó ella. —No te lo estoy pidiendo, Elle. Si sales de esta casa antes del banquete, te castigaré, joder. Al instante siguiente se marchó. Ella se dirigió al estudio de su padre. Él estaba inclinado sobre un libro, sacudiendo la cabeza. —Papá —dijo ella, llamando su atención. Levantó la cabeza. —Elle, ¿estás bien? —Estoy un poco agitada. No sé qué ha pasado. Estaba volteando panqueques, hablando con Layla, y luego me arrastraron hacia Brandon. No hice nada. Raymond se puso de pie y se acercó para abrazarla. — Nuestro alfa se ha encargado de todo. Estás bajo su protección. Se lo notificará a la manada esta noche durante el banquete. Ella negó con la cabeza. —No, no puede hacer eso. Es un error. Soy humana. —No importa. Brandon va a reclamarte delante de toda la manada, y luego te tomará como compañera. —No quiero esto —dijo ella. Él tomó su muñeca. —Ya ha empezado. Para otras especies de la comunidad paranormal, esto es una marca. Hasta cierto punto estarás a salvo. —¿Qué quieres decir con 'hasta cierto punto'? Raymond dejó escapar un suspiro. —Brandon es un hombre muy poderoso. Es el alfa de la manada del Bosque del Norte. Hay muchos que quisieran ver su caída. —¿Y yo sería el precio de su caída? —preguntó ella, viendo su punto. —Sí. Tienes que tener mucho cuidado. —Raymond le besó la cabeza. —Estoy orgulloso de ti. Ella lo dejó con su trabajo. ¿Cómo iba a superar la ceremonia sabiendo que su manada la odiaría? No importa. Tienes que hacer lo que te han dicho. Capítulo 4 Brandon salió de su casa necesitando el aire fresco para despejar su mente. No podía concentrarse con ella cerca. Su aroma a fresa y vainilla le ocultaba todo lo demás. Varios miembros de su manada se quedaron mirándolo. Los hombres lo miraban con respeto, mientras que las mujeres lo miraban con lujuria. Él ignoró sus miradas lujuriosas. Lewis, Darcy y Drake lo esperaban a unos metros de la cafetería. —¿Ha ido bien? —preguntó Darcy. —Le gusto a Raymond. Sabe lo que está en juego si le sucede algo. La protegerá. Esta noche quiero organizar su equipo de proteccion. Habrá guardias a su alrededor —dijo. No había forma de que arriesgara a su compañera. —Ella es humana —dijo Drake. —¿Qué tipo de amenaza va a presentar? —Por ser humana, es vulnerable. Tenemos brujas, hechiceros, vampiros y osos viniendo a Grace Hill. No quiero que caigan en la tentación de hacerme caer por ella. —Brandon siguió caminando. Layla estaba limpiando las mesas cuando entraron en la cafetería. No había clientes, y el restaurante solía cerrar temprano en luna llena. —¿Cómo está Elle? —preguntó Layla. Ella le agradaba por la forma en que se preocupaba por su compañera. Su mirada se dirigió a Lewis antes de volver a la de él. —Está bien. ¿Por qué no se celebró aquí su cumpleaños? — preguntó. —E-Elle quería volver a la ciudad. Quedamos con un par de amigos suyos. No a todos los humanos se les celebra el cumpleaños —dijo Layla. —¿Qué amigos? —Algunas de las personas con las que había mantenido el contacto. Un par de chicos y chicas. Se le erizaron los pelos ante la idea de que otro hombre la tocara, la deseara. —Puedes irte. Le he ordenado que se quede en casa hasta el banquete. Asegúrate de que se quede allí. Si le ocurre algo, iré a verte. Ella asintió y se fue sin mirar atrás. Encontró a Daisy cerrando las tapas de las ollas. Su mirada se dirigió hacia él. —¿Así que has decidido hacer una visita a esta loba? — preguntó. Lewis, Darcy y Drake empezaron a reírse. Él los fulminó con la mirada antes de acercarse a una de las hembras más viejas de su manada. Su compañero había hecho una petición para los humanos, y él la respetaba mucho. Si no fuera por su edad, sería la más fuerte de las hembras. —Lo siento. Estaba cuidando a mi compañera. La tapa de la olla se cerró de golpe. Daisy se giró hacia él con los brazos cruzados. —¿Has tomado a una humana como compañera? —El destino ha considerado a una humana mi compañera — dijo él. —Eso significa que desearías que no fuera humana. —Eres muy protector con Elle. —Se quedó mirando a la mujer que tenía delante. Ella no le tenía miedo, nunca se lo había tenido. —Puedes mirarme todo lo que quieras,Brandon. Te cambié los pañales. Así de vieja soy, y joder, sí, soy protectora con Elle. Es una mujer increíble y una muy buena trabajadora. Si eres como tu padre, la tendrás cerca todo el tiempo. Me gusta y la quiero aquí. Brandon soltó una risita y se sintió orgulloso. Daisy era un miembro de la manada, y escuchar lo que pensaba de Elle ayudaría a que los demás estuvieran de acuerdo con ella. —No voy a impedir que Elle trabaje aquí. —¡Todavía! Tu padre le dijo exactamente lo mismo a tu madre. Ella terminó embarazada de ti y a su lado el resto del tiempo. Ser la compañera del alfa es una ocupación a tiempo completo. —Daisy se alejó para buscar algunas especias del estante. —Yo no soy como mi padre, y ella no es como mi madre. Ser humana la salva de muchas cosas. No quiero que se vea arrastrada a mis batallas. Es demasiado frágil. —¿Vas a dejarla fuera de los asuntos de la manada pero la mantendrás como tu compañera? —preguntó Daisy. —Sí. —Eso podría poner en riesgo su vida y el respeto de la manada. —Me importa una mierda. No voy a arriesgarla por el respeto de la manada —dijo Brandon. —¿Pero necesitas a alguien que la defienda esta noche? — preguntó Daisy. Él asintió. En cuanto le dijera a la manada que su compañera era humana, se iba a armar un alboroto. Un alfa con una compañera humana era inaudito. Si un alfa tomaba una humana, por lo general abandonaba el rango. Ser un alfa era lo que Brandon era. No iba a renunciar por su compañera ni por nadie. —A Lori no le va a gustar esto. —Me importa una mierda lo que ella piense. Esto no se trata de ella. —¿Estás seguro de eso? Ha dejado claro que se acuesta contigo. Creo que debes tener cuidado con ella. El poder de estar en tu cama se le ha subido a la cabeza. —Daisy lo miró fijamente mientras asimilaba sus palabras. Él se negó a decirle nada. — Con respecto a Elle, haré lo que pueda. Es una gran chica. —Miró detrás de él a los tres hombres que esperaban. —Será mejor que se vayan y se preparen para esta noche. Tengo la sensación de que va a ser increíble. Él se rió entre dientes y la dejó sola. Al salir del restaurante vio a Elle ayudando a colocar las mesas para el banquete. Ella no se giró para mirarlo. Sus tres hombres se detuvieron detrás de él. Se concentró en ella mientras se acomodaba los cabellos sueltos detrás de la oreja. —Una vez oí que un compañero humano no siente tanto como nosotros —dijo Drake. Brandon no dijo nada. Observó a su compañera mientras hablaba con Layla. Juntas, las dos mujeres humanas reían y preparaban la mesa para el banquete de aquella noche. Luchó contra la necesidad de ir hacia ella. Después de esta noche, ningún miembro de la manada se confundiría, Elle Smith era su compañera, y tenía la intención de reclamarla. *** Elle estaba recostada en la cama mientras Layla terminaba de pasarle los dedos por el pelo. La otra mujer se había quedado con ella en lugar de volver a casa de su familia. Layla y ella tenían la misma edad, y esta noche sería su primera salida al banquete. —¿Estás nerviosa? —preguntó Layla. —¿Nerviosa por qué? —Por todo. Esta noche es nuestro primer banquete, y hoy has sido apareada. Brandon es el alfa. Eso tiene que ser lo más cool del mundo. Sonrió ante el entusiasmo de Layla. —Estoy un poco asustada. Después de esta noche todo va a cambiar. Mamá no deja de lanzarme miradas raras y mi padre parece preocupado. Entre los dos me están asustando. —Se detuvo para tomar aire. —No sé. Quizá me estoy preocupando por las razones equivocadas. —¿Por qué hay que preocuparse? —preguntó Layla, tomando asiento en la cama. —¿Has visto cómo trata la manada a las mujeres, a las mujeres humanas? He visto a las que se han llevado a su cama, y las ningunean como si no significaran nada. Varios humanos se habían marchado por el trato de la manada. —No puedes pensar que Brandon te tratará así. Sé lo que quieres decir sobre el trato de la manada. Por mucho que desee a Lewis, no me pondría en esa situación. Me niego a hacerlo. Buscó la mano de la otra mujer. Elle le dio un suave apretón. —Estamos juntas en esto. —Sé que esto va a sonar extraño, pero ¿eres virgen, Elle? Desviando la mirada, Elle asintió con la cabeza. —Nunca he encontrado al chico adecuado. —Yo también soy virgen. Grace Hill no es exactamente el lugar para entregar tu cuerpo a cualquiera. —¿Alguna vez has pensado en irte? —preguntó Elle. —¿Qué quieres decir? —Layla ladeó la cabeza, observándola. —Ya sabes, irte de aquí. Como el día de mi cumpleaños, sólo que quedándome lejos esa vez. —Elle se miró las manos esperando su respuesta. —He pensado en irme lejos. Estaría bien marcharse un tiempo y explorar, pero siempre me veo volviendo. Esta es mi vida, Elle. Me encanta estar aquí. Grace Hill, con todos sus defectos, es mi hogar. Elle sonrió. —Lo sé. —¿Estás pensando en irte? —preguntó Layla. —No, no lo estoy pensando. La campana sonó a lo lejos avisando a todos que los lobos saldrían de caza. Los humanos eran libres de vagar en la noche de luna llena bajo su propia responsabilidad. Se acercó a la ventana para mirar la mesa vacía. Cuando volviera a sonar la campana, podrían colocar sus ollas de espera en el centro de la mesa. Durante la mayor parte de la velada, los humanos serían ignorados, o al menos eso le habían dicho. —Si no estás pensando en ello, ¿por qué estás hablando de ello? —Esta mierda con Brandon es lo que me hace pensar en ello. Necesito tiempo. ¿De verdad crees que un alfa debería aparearse con una humana? Layla se encogió de hombros. —No depende de lo que pensemos o sintamos nosotras. Dudo que él te deje ir. El aullido de los lobos invadió el silencio de la noche. La piel se le puso de gallina a lo largo de los brazos. Mirando por la ventana, Elle divisó un gran lobo negro en el linde del bosque. Al verlo, se acordó de Brandon. El lobo era grande y atrajo su atención. Se encontró evitando el contacto visual. —Elle, ¿estás bien? —preguntó Layla. —Sí, estoy bien. —Elle se apartó de la ventana. —No menciones nuestra conversación a nadie, por favor. No me gustaría que alguien utilizara la información para malos propósitos. No pienso irme. —Espero que no. Más aullidos invadieron el silencio y a ella se le apretó el estómago. —Ojalá supiera lo que está pasando. Layla se recostó boca abajo con la cabeza entre las manos. — No lo sé. Probablemente estarán pensando en matar algo o en hacerlo en serio. Sentada en el borde de la cama, Elle pasó los dedos por el pelo de su amiga. —Siempre me apoyas tanto —dijo. —No me queda otra opción. Te quiero. —Layla le apartó la mano. Riéndose, ambas se congelaron al oír la llamada de su madre. —El deber me llama —dijo Elle, poniéndose en pie. —Al menos tu madre sabe cocinar. El chili es delicioso y a toda la manada le encanta. Mi madre hace macarrones con queso y son horribles. Seguro que la leche se le cuaja —dijo Layla, encogiéndose de hombros. Riéndose, Elle siguió a su amiga escaleras abajo. Vivian estaba rallando queso y juntando algunos componentes. —Hola, chicas. Lo estoy preparando todo. Una hora más o menos y podremos tener la mesa lista. Elle le quitó el queso a su madre y empezó a rallarlo en un montón. Sus pensamientos volvieron a Brandon cuando su muñeca vendada llamó su atención. La herida palpitaba y el ligero ardor le producía irritación. Escuchó la conversación entre su madre y su amiga con media oreja. Su coño se derritió cuando Brandon invadió su mente una vez más. Su gran presencia y su alarmante olor eran difíciles de ignorar. Había visto el tatuaje del lobo en su espalda y lo único que quería hacer era lamerlo. Estaba cubierto de tatuajes, y rezumaba poder. Deja de pensar en él. Otro grupo de aullidos atravesóel aire nocturno. Cerró la ventana frente al mostrador. El aire nocturno le producía escalofríos. —Esta noche están realmente aullando. Nunca los había visto así —dijo Vivian. Sus padres se habían mudado a Grace Hill cuando ella tenía dieciséis años. Entonces le había gustado la decisión, pero ahora que estaba a punto de aparearse con Brandon, lo odiaba. Sus amigos se mantenían en contacto con ella, pero ella les impedía visitarla. Grace Hill tenía reglas y a ella le habían enseñado a cumplirlas. Dejando escapar un suspiro, continuó rallando el queso, tratando de bloquear todos los pensamientos del alfa de su mente. Capítulo 5 Brandon estaba en el centro del bosque esperando a que su manada se reuniera. La primera campana acababa de sonar para avisar a los humanos del cambio que se avecinaba. Contempló la luna llena en el cielo y sintió el poder que ejercía sobre él. Sus músculos se flexionaron mientras observaba a cada miembro de su manada moviéndose por el claro. Darcy, Drake y Lewis estaban a su lado. Vio a Daisy mientras venía con su compañero. Matthew abrazaba a su compañera. Varios otros compañeros estaban acurrucados el uno contra el otro en la dicha. Vio a Lori acercándose a él. Levantó los brazos y llamó la atención de todos. Se hizo el silencio. —Quiero agradecerles a todos que hayan venido esta noche. La luna llena es poderosa, y aprovechamos esta noche para entregarnos a la noche y a la bestia. Aplausos sonaron alrededor de la manada junto con aullidos. —Esta noche también traigo grandes noticias. Hoy me he apareado. Jadeos recorrieron el grupo. Lori sonrió, avanzando. Claramente pensaba que él la había reclamado. —¿Con quién te apareaste? —preguntó Daisy, impidiendo que Lori avanzara más con un brazo alrededor de su cintura. —Suéltame, perra —dijo Lori. —El Alfa hablará antes que tú, zorra. —Daisy la tiró al suelo demostrando que podía ser vieja en años pero no en fuerza. —No más —dijo Brandon. Gritó las palabras cuando Lori fue a atacar a Daisy. Ella se detuvo cuando su orden la hizo obedecer. —Me he apareado con una humana. El destino ha querido unirme a una humana, y ella será su reina. —¿Qué? ¿Una humana a tu lado? ¿Te has vuelto loco? — preguntó uno de los hombres. Lori lo miró con las manos en las caderas. —¿Cómo puedes elegir a una humana para que te ayude a liderar esta manada? —preguntó. Los escuchó hablar y desvariar. —Cállense de una maldita vez —dijo Drake, gritando. Su beta llamó su atención. —¿Quién es la perra que estará a tu lado? —preguntó Lori. Brandon cargó a su lado, le rodeó el cuello con la mano y apretó. —No quiero oír esas palabras saliendo de tus labios. ¿Me entiendes? Esperó a que ella asintiera antes de soltarla. —La última vez que lo comprobé todavía era el jodido alfa. — Giró sobre sí mismo mirando a cada uno de los miembros de su manada. Arrancándose la camiseta del cuerpo, Brandon se golpeó el pecho. —Si alguno de ustedes cree que puede vencerme y liderar esta manada, entonces den lo mejor de sí. Abriendo los brazos de par en par, Brandon esperó a que algún miembro intentara despojarlo de su liderazgo. —Yo lidero esta manada. Yo digo lo que se hace, no tú. No te pedí permiso sobre con quién me aparearía. —¿Quién es la mujer? —preguntó Matthew. —Elle Smith. Lori cargó contra él empujándolo en el pecho. —Pretendes dejarme de lado por esa perra gorda. Ella nunca ha estado con un hombre. Puedes oler su inocencia sobre ella como un hedor. —Agarrándola de la mano, Brandon la apartó de él. Ella jadeó, luchando contra su agarre. Era más grande, más fuerte y más decidido que ella. —Te haré daño, Lori, te lo juro, si vuelves a decir algo malo sobre mi compañera, y serán las últimas palabras que pronuncies. Ella gruñó, y su cuerpo se relajó. Él la dejó ir y luego se enfrentó a la multitud. —El destino lo ha decidido por mí. No elegí una compañera humana. Ya saben lo frágiles que son los humanos. Elle estará bajo mi protección el resto de su vida. La reclamaré. Será mía. Si algo le sucede a partir de este día, iré a verlos a todos ustedes. Son responsables de cuidar a su reina, mi mujer. Brandon miró hacia Daisy, esperando que la mujer mayor lo ayudara a convencer a su manada. —Elle es una gran mujer. Es fuerte y trabajadora. Sí, es humana, pero ¿a quién le importan las especies? Yo me quedo con mi alfa y mi reina. —Daisy se arrodilló ante él. Después de que ella se arrodillara, el resto de la manada se arrodilló lentamente, consintiendo a su reclamo de una compañera. Lori lo fulminó con la mirada, negándose a arrodillarse hasta ser la última persona en pie. —¿Vas a pelear conmigo, Lori? —le preguntó. —No, pero espero que sepas lo que una compañera humana le hará a esta manada. —No te corresponde a ti decirlo, Lori. Inclínate o lárgate de Grace Hill. De mala gana se arrodilló. —Les doy las gracias. Vamos a correr. —Brandon se alejó del grupo. Miró fijamente a la luna llena, aulló, y luego se transformó en su lobo. A su alrededor, los miembros de la manada cambiaron. Escuchó sus pensamientos. Muchos de ellos se imaginaban a Elle a su lado. —Quiero felicitarte —dijo Matthew. El lobo se inclinó ante él. Asintiendo con la cabeza, Brandon partió hacia el bosque. Sus tres hombres lo siguieron. —Salió mejor de lo que pensaba —dijo Lewis. —Sólo porque Daisy demostró que todavía puede patear traseros. Sería una puma caliente —dijo Drake. —Asqueroso. —Esto vino de Darcy. Brandon se rió encontrando sus bromas divertidas. Palpó a cada miembro de la manada. Yendo al borde del bosque se encontró cerca del borde de la casa de Elle. Mirando hacia la ventana, la vio, con los brazos cruzados, mirándolo fijamente. —Tenemos que irnos, Alfa —dijo Drake. La observó e, inhalando su aroma, sintió que la calma se apoderaba de él. Lori no se había equivocado. Ella era completamente inocente. Lo había percibido esta tarde cuando la había llevado al clímax. Su respuesta a él había sido demasiado impactante como para no ser inocente. Además, siendo un lobo podía oler la inocencia a kilómetros de distancia. Ella era pura, y el olor se aferraba a ella como una segunda piel. Pronto, su olor cubriría todo rastro de su inocencia. No habría ningún otro hombre en su piel. Alejándose de su casa, Brandon aulló al cielo. Su apareamiento no podía llegar lo bastante pronto para él. *** La segunda campana de la noche sonó en el aire para que los humanos supieran que ya podían salir de sus casas. Las campanas estaban en su lugar para la seguridad de los humanos. Algunos lobos no podían controlar a sus bestias, y si sentían miedo atacaban a un humano sin pensarlo. Después de la segunda campana solían obligarla a quedarse en casa, pero ahora que era mayor de edad podía participar. Elle sacó una olla de chile del fuego y se dirigió a la mesa. Una vez colocada la olla en el centro, volvió a por más. Durante los veinte minutos siguientes recogió comida y platos de la cocina de su madre para ponerlos en la mesa. Layla le dio un empujón con la cadera. —¿Estás nerviosa? Elle asintió y volvió a poner la mesa. Los miembros de la manada fueron llegando a medida que la mesa se llenaba de comida. Ocuparon sus puestos en la cabecera de la mesa. Ella se sentó junto a Layla mientras sus padres tomaban asiento a su lado. Algunos lobos la miraron durante unos instantes. No estaba acostumbrada a ser observada por tanta gente. Machos y hembras se tomaron su tiempo para observarla. Cuando todos los lobos estuvieron sentados, Elle se secó las palmas sudorosas en el mantel que tenía sobre el regazo. Brandon aún no se había unido a ellos. Nadie se acercó a por comida. Se dio cuenta de que toda la manada alrededor de la mesa se tensaba y miraba detrásde ella. Antes de que pudiera darse la vuelta para ver qué les había llamado la atención, unos dedos le apartaron el pelo. —No deberías estar sentada aquí —dijo Brandon. Apretó los labios contra su cuello, haciéndola jadear. No lo había sentido acercarse a pesar de que sus pensamientos habían estado dominados por él toda la tarde. —Mi familia se sienta aquí —dijo ella. —Soy tu pareja. Soy tu familia. —Estrechó la mano de su padre, besó la de su madre y le agarró la mano vendada. Siguiendo sus pasos, ella se levantó. Él le quitó la venda que cubría su muñeca. La marca roja de la mordedura se veía claramente en su pálida piel. Los humanos, que estaban detrás de ella, lanzaron más gritos ahogados. ¿Sabía alguno de ellos lo que significaba la mordedura? Brandon la acompañó a la cabecera de la mesa. Darcy, Drake y Lewis se sentaron a ambos lados de él. Ella se sentó en la cabecera con Brandon. Sus mejillas se calentaron cuando todas las miradas se fijaron en ellos. Sintió sus miradas en su cuerpo. —Quiero presentarle a los humanos de Grace Hill a mi compañera. Elle Smith es quien el destino ha decretado que será mi compañera. Recibirá el respeto que se espera de su título. — Brandon besó la marca en su muñeca. —Y la reclamo como mía. Ella mantuvo la mirada baja sin querer mirarlo. Durante su pequeño discurso, notó que hablaba del destino decretando que ella era su compañera en lugar de que él la eligiera para ser suya. Bastardo. ¿De verdad creía que era tan estúpida como para no darse cuenta de su desprecio hacia ella? Es por eso que necesitas irte de Grace Hill. Tienes que alejarte de él. La mano de él le apretó el muslo impidiéndole ir a ninguna parte. Se mordió el labio y miró a Layla. Su amiga le ofreció una suave sonrisa, que no la reconfortó en absoluto. El banquete comenzó y toda la manada se zambulló en él. Elle miraba a los humanos deseando estar allí. No dejaban de girarse para mirarla. Algunos se mofaban y otros le sonreían. —No estás comiendo —dijo Brandon. Ella tomó el tenedor y empezó a mordisquear la comida que aparecía en su plato. Brandon debió de ponerle comida en el plato cuando ella había estado mirando a los de su especie. Manteniendo la muñeca mordida bajo la mesa, comió poco aunque los lobos seguían llenando sus platos. Eran conocidos por su apetito. La música llenó el ambiente y las parejas empezaron a bailar. Vio cómo Layla rechazaba a un par de parejas. Era su primer banquete y su amiga estaba sola. Empujando su silla hacia atrás, Elle se dirigió a su amiga. —¿Adónde vas? —preguntó Brandon. Su mano salió disparada impidiéndole moverse. Mirando el brazo que la detenía, tragó saliva y superó el nudo que se le formó en la garganta. — Mírame. Rápidamente, lo miró a los ojos antes de apartar la mirada. —Quiero ir a bailar con mi amiga. Se siente sola. — Mordisqueándose los labios, esperó a que él la soltara. —Lewis, ve a bailar con Layla. El otro hombre se fue sin discutir. Brandon la agarró de la mano conduciéndola hacia la zona del pueblo donde bailaban las parejas. Las mesas estaban siendo retiradas tanto por humanos como por lobos. Los brazos de Brandon la rodearon mientras llegaban a la pista de baile. Tuvo la oportunidad de ver a Layla en brazos de Lewis antes de que su visión quedara bloqueada por un pecho duro y musculoso. Al menos esta vez llevaba camiseta. Los tatuajes tribales aún eran visibles en sus brazos. —¿Por qué estás tan tensa en mis brazos? Su voz le acarició el cuello. Ella se estremeció al sentir el placer que le producía su cercanía. Su mente no lo deseaba, pero su cuerpo sí. Sus pezones se tensaron y el calor inundó sus bragas. —No estoy acostumbrada a bailar con hombres —le respondió con sinceridad. Él le acarició el pelo. —Tienes el pelo demasiado corto. Ella frunció el ceño. —Ya crecerá. ¿Por qué intentas apaciguarlo? —¿Lo sientes, Elle? —preguntó él. —¿Sentir qué? —Nuestra conexión. Elle no supo qué decir y guardó silencio. No sabía si él era un hombre violento o no. Es un lobo. Claro que es violento. ¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí? Capítulo 6 El suave cuerpo de Elle se fundió con el suyo. Brandon le acarició el pelo disfrutando del roce de los suaves mechones entre sus dedos. Tenía las tetas apretadas contra su pecho. Su polla se engrosó al sentir su inocente aroma. Lo único que quería era empujarla contra el árbol más cercano y follársela duro. La haría correrse en su polla y luego la tomaría con la lengua. Había tantas cosas que quería hacer con ella. Pero se contuvo. Ella estaba nerviosa a su alrededor. No conseguía que lo mirara a los ojos más de unos segundos. Mirando por encima de su hombro, observó a Lewis bailando con su amiga. Si era necesario, haría que Lewis bailara con Layla toda la noche. Tener a Elle entre sus brazos era indescriptible. —¿Qué tal la carrera? —preguntó ella. Brandon la miró y vio su cabeza apoyada en su pecho. — Estuvo bien —dijo. —¿Cazas cosas? —A veces, pero no esta noche, ya que corrimos por el poder de la luna llena. Con la mirada fija en la luna llena, disfrutó de la energía que recorría su cuerpo desde el brillante globo en el cielo. —¿Cómo es eso de cazar cosas? —preguntó. Su voz era tan pequeña que pensó que la había imaginado hablando. Ella lo miró esperando. —No creo que sea bueno hablar de caza contigo. —¿Por qué? —Bueno, hemos cazado ciervos, conejos y otras cosas —dijo él. —Tienes razón. No quiero saberlo. Se rió entre dientes. La canción cambió a un ritmo más alegre. Brandon le dio la vuelta y tiró de ella. Ella soltó una risita. Su mirada seguía clavada en el pecho de él. Oír su risa era una mejora. No quería dejarla ir. Bailar con ella se sentía bien. Raymond le hizo una señal desde el límite de la pista de baile. Ralentizando el baile, él se acercó a Layla. Lewis lo miró mientras se acercaba. —Nos necesitan —dijo Brandon. Acarició la cara de Elle y le dio un beso en la frente. Ella lo miró a los ojos y luego se giró para mirar a Layla. —No salgas de la plaza y baila sólo con Layla —le dijo. Ella asintió. Lewis lo siguió fuera de la pista de baile. —Elle no te mira a los ojos, ¿verdad? —preguntó Lewis. Brandon se detuvo girándose hacia su amigo. —No, no lo hace. ¿Sabes algo de eso? —No, pero puedo preguntarle a Layla. Se siente atraída por mí. —Lewis sonrió satisfecho. —¿No es tu compañera? —preguntó Brandon mientras Darcy y Drake se les unían. —No, no es mi compañera. Me siento atraído por ella, y ella se siente atraída por mí; pero no hay nada que nos mantenga juntos. No hay atracción como la que tú sentiste —dijo Lewis. —Todos se están apareando menos yo. —Drake hizo un mohín. —¿Por qué nos alejamos de las celebraciones? —preguntó Darcy. Mirando fijamente entre sus tres amigos, Brandon se sintió aliviado de saber que había elegido el mejor tipo de hombres para rodearlo como alfa. Drake era juguetón, mientras que Darcy iba al grano. Lewis era un acto equilibrado de calma y negocios. Los cuatro formaban una poderosa fuerza a tener en cuenta. Se acercó a Raymond. El otro hombre inclinó la cabeza. — Quería que vieras los alojamientos que albergarán a tus invitados en las próximas semanas. Los cuatro hombres siguieron a Raymond Smith. El alojamiento estaba lo suficientemente lejos del pueblo, rodeado de árboles que lo ocultaban. Ningún humano se alejaría tanto del pueblo a menos que deseara morir. Los ríos y lagos estaban en el lado opuesto. Raymond le entregó la llave. —Esta propiedad es tuya. Tendrás que invitar a los vampiros a entrar, ya que no pueden entrar en una propiedad con dueño. —Has estado investigando —dijo Darcy. —Vine a Grace Hill para alejarme de la ciudad y también para explorar loque había presenciado. Las criaturas que aparecen en la noche me fascinan. Deseo hacerles llegar todos mis conocimientos a ustedes y a mi alfa —dijo Raymond. Vivian había sido jodida mentalmente por un vampiro. Había invitado al vampiro a su casa, donde casi la mata a ella y a Elle. Brandon apretó las manos y las cerró en un puño cuando la amenaza que su compañera había sufrido en el pasado golpeó de lleno su mente. Raymond había tenido suerte y había abatido al bastardo que había drenado a Vivian hasta el punto de matarla y casi mata a su hija. Darcy era la responsable de aceptar nuevas familias y responder a las llamadas de los humanos. La conexión entre ellos y las brujas hizo que Darcy se asegurara de borrar la memoria de Elle y su madre. Ser drenado hasta el punto de la muerte puede afectar la mente de los humanos ya que son débiles. Sus hombres no habían querido arriesgarse a que la familia fuera llevada a Grace Hill. Brandon no había prestado mucha atención cuando Darcy le había explicado lo de la nueva familia humana que se había unido a su pueblo hacía cinco años. Esta noche le contarían toda la historia. Cualquier amenaza contra su compañera era una amenaza para él. Abriendo la puerta, Brandon entró en el lujoso alojamiento. —Hay mucho espacio para las brujas y los brujos. Los osos tienen las habitaciones con puertas grandes. Leí algo sobre los osos y no son conocidos por su control durante el cambio. Me aseguré de tenerlo en cuenta —dijo Raymond. Brandon recorrió cada habitación sintiendo que sus hombres lo seguían. —Los vampiros tendrán sus habitaciones en el sótano. También me he asegurado de clavar una cruz en cada puerta de la ciudad. A través de mis lecturas he descubierto que algunos vampiros antiguos no necesitan invitación, pero una cruz debería ser suficiente. Brandon asintió. Le dio una palmada en la espalda. —Sé que le temes a los vampiros. Esta reunión es esencial para todos los de nuestra especie. Todos los años nos reunimos, y así ha sido durante muchos años. —En la reunión se hablaba de asuntos importantes del Otro Mundo, incluido el levantamiento de otros grupos paranormales. Brandon no era el único alfa del mundo. Su manada estaba protegida gracias a los tratos que había hecho con hechiceros y brujas. Otras manadas no tenían tanta suerte. —Confío en tu juicio —dijo Raymond. *** —No te estás divirtiendo —dijo Layla. Elle sonrió a su amiga. —Es difícil divertirse cuando la mitad de la manada te está mirando. Se había dado cuenta de que los hombres la evaluaban y las mujeres la miraban con desprecio. Sus miradas le hacían saber que no la aprobaban como la compañera que él había elegido. ¿Por qué yo? ¿Por qué tenía que elegirme a mí? —No importa lo que piensen o sientan. Tú eres su compañera. Nada de lo que hagan cambiará eso. Layla mantuvo sus brazos alrededor de Elle. Aferrándose a sus manos, las apartó de ella. —No estoy preparada para esto. Voy a ayudar a recoger las mesas. —No deberías dejar la plaza. Brandon te dijo que no lo hicieras. —Bailar no ayuda a mi situación. —Le dio un rápido abrazo a Layla antes de dirigirse a las últimas mesas. Ignorando las miradas, agarró las ollas y las llevó a las casas correspondientes. Sonrió a las familias mientras les devolvía las ollas. En su tercer viaje de vuelta a la mesa la detuvo una mujer delgada con los brazos cruzados bajo sus pequeños pechos. —Disculpa —dijo Elle. —¿Por qué demonios debería disculparte, humana? Al mirar a la mujer, Elle vio que no era humana. La forma en que sus ojos cambiaron al mirarla fue suficiente para Elle. —Estoy tratando de ayudar a recoger la fiesta. Ella comenzó a rodearla. La mujer envolvió sus dedos alrededor del brazo de Elle, apretando la carne. —No deberías ser su compañera. No eres más que una perra gorda. Luchando contra las lágrimas, Elle miró al suelo esperando a que la mujer la soltara. Nunca antes había recibido tanta animosidad. Se mordió el labio y mantuvo la boca cerrada. —Yo debería estar a su lado, no tú. Yo soy la que ha estado compartiendo su cama y controlando sus necesidades. Brandon exige satisfacción, Elle. Su nombre fue pronunciado como si fuera una mala palabra. —Lori, déjala en paz —dijo Daisy. La mujer, Lori, la dejó ir. —Esto no ha terminado —dijo Lori. —Lo ha hecho ahora. —Las dos lobas se miraron fijamente. Lori se marchó sin decir una palabra más. —Nunca me gustó esa chica. Es una zorra y un jodido dolor en mi costado. —Daisy rodeó la cintura de Elle con un brazo. —Lori se cree que por ser una chica joven está en lo más alto de la cadena alimenticia. Independientemente de lo que piense la gente, aún puedo con la muy zorra y disfrutaré el día que pueda. Elle se rió. Pensar en Daisy luchando era divertido. Daisy no era una mujer mayor. Aparentaba unos cuarenta años, pero por lo que Elle sabía sobre el envejecimiento, Daisy probablemente se acercaba a los cien. Elle nunca le había preguntado a la otra mujer su verdadera edad. La habían educado en la creencia de que era de mala educación preguntar. —Gracias. —Cuando quieras, querida. Lori lleva tiempo queriendo hincarle el diente al alfa. No me gusta. Nunca lo he hecho, y me niego a que se crea más de lo que es. Es una zorra. Eso ya lo sé. Ella lo sabe, y ahora Brandon lo sabe. Daisy la tomó de la mano llevándola hacia unas sillas. —¿Es tu primer banquete? Elle asintió. —¿Qué te parece? —preguntó Daisy. —Es diferente y ciertamente no es aburrido. —Señaló hacia los miembros de la manada que la señalaban. Hasta que Brandon la había destacado entre la multitud, a nadie le importaba su presencia, mientras que ahora era la primera en las columnas de cotilleos. —Espera a que lleguen los otros sectores. Los vampiros y los lobos nunca se han llevado bien. Ni las brujas y los hechiceros. Cuando estemos todos juntos, será un alboroto. Elle se rió. —Suena interesante. Daisy olfateó el aire. —Los humanos se acercan. —¿Cómo lo sabes? —Elle miró a su alrededor. —No te preocupes, querida. Darcy los vigilará. Huelen a chicos de fraternidad de paso. Estarán aquí mañana o en un par de días, dependiendo de su velocidad. Por eso tengo la cafetería. Tengo el mejor olfato de la manada. —Daisy se dio un golpecito en la nariz. Riéndose, Elle echó un vistazo a la pista de baile. Layla estaba bailando con un macho humano. Su amiga se merecía mucha felicidad. —Lewis no es su compañero —dijo Daisy, interrumpiendo sus pensamientos. —Ya lo sé. Él no se comporta como Brandon conmigo. Lo conocí cuando tenía dieciséis años. ¿Por qué no se le despertó el instinto de apareamiento entonces? —preguntó Elle. —Somos seres mágicos, Elle, pero nuestros lobos parecen percibir la edad adecuada para el apareamiento. No he oído hablar de muchas parejas que se apareen antes de los veintiún años. Es un cumpleaños importante para muchos. Tendrás que preguntarle a Brandon por qué. Asintió con la cabeza y miró a la pista de baile, cansada. — Me iré a la cama. —Está bien, querida. Yo me quedaré un rato más. Que duermas bien. Elle le sonrió y se dirigió a su casa. Su madre estaba mirando la ventana de la cocina. Parecía un poco ida cuando Elle le tocó el cuello. —¿Estás bien, mamá? —preguntó Elle. Vivian dio un respingo. —Elle, me has asustado. —¿Estás bien? —volvió a preguntar Elle. —Sí, estoy bien. Cansada. Seguro que todas esas especias se me han subido a la cabeza. —Vivian se secó las manos y se acercó a ella. —Sé que tienes miedo de Brandon. Él parece un buen hombre. Te quiero, cariño. Su madre le besó la cabeza. —Buenas noches, mamá. Le dio la espalda y subió las escaleras. Frunciendo el ceño, bajó las escaleras para mirar a su madre. Vivian había vuelto a la ventana. La camisaque llevaba puesta estaba estirada, dejando al descubierto su cuello. Se palpó el cuello mientras miraba su reflejo. Encogiéndose de hombros, Elle subió a su habitación. No podía pensar en la extraña reacción de su madre. Se quitó la ropa, se puso la amplia camiseta de dormir y se metió bajo las sábanas. La ventana de su habitación estaba abierta y una brisa fresca se posó sobre ella. Capítulo 7 Brandon miró fijamente a su compañera. Cuando volvió a la fiesta y la encontró desaparecida, le entró el pánico. Lo primero que pensó fue que alguien se la había llevado. Él no era muy querido entre los suyos. Podrían destruirlo fácilmente llevándose a su compañera. Daisy apareció a su lado como si él la hubiera invocado. —Elle se fue a casa. Parecía cansada. Tienes mucho trabajo con ella —dijo Daisy. —Gracias. Daisy se quedó mirando cómo Layla desaparecía en su propia casa. Los humanos estaban abandonando la manada por el resto de la noche. Un par de las mujeres a las que les gustaba acostarse con lobos se quedaron mientras que muchos habían desaparecido. Aquí era donde la fiesta se ponía un poco juguetona. Durante muchos meses había tomado a Lori durante la luna llena. Su bestia estaba en plena fuerza. Sexo, sangre y comida eran el único sustento que podía calmarlo. —¿Qué más, Daisy? —preguntó, deseando estar con su compañera. —Tienes que mantener a Elle protegida. Puede que la manada se haya doblegado hoy a tus órdenes, pero dudo que eso dure mucho mientras la ponen a prueba. —Nadie la pondrá a prueba. —Es la manera de la manada, Brandon. Ella va a tener una lucha en las próximas semanas. Prepárala o atente a las consecuencias —dijo Daisy, alejándose. Meneando la cabeza con molestia, Brandon se dirigió hacia la casa de Elle. Entró en la casa y se dirigió a la cocina. Raymond le murmuraba a su esposa mientras ella lloraba. Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras él la calmaba. Brandon frunció el ceño y contempló la escena. Vivian cerró los ojos. Raymond la tomó en brazos. —¿Me esperas? —preguntó Raymond. Brandon asintió. Cerró los ojos y olió a Elle en la casa. Esta noche y por el resto de sus vidas estaría con ella. Raymond bajó varios minutos después. —¿Qué ocurre? —preguntó Brandon, deseoso de llegar hasta su compañera. —Cuando entré Vivian se rascaba el cuello y miraba su reflejo como si hubiera visto algo más. Frunció el ceño, y entonces Brandon recordó que tenía que hablar con Darcy. —No puedo ayudarte hasta que hable con Darcy —dijo. —Creo que el hechizo que les pusieron las brujas y los hechiceros está desapareciendo. —Raymond se frotó la nuca. —No te preocupes. Lo arreglaré todo. Raymond asintió. —Quieres ir con mi hija, ¿no? —Es mi compañera, Raymond. No puedes apartarla de mí. El otro hombre soltó un suspiro. —Ella ha pasado por mucho. No quiero que nadie ni nada le haga daño. Brandon gruñó. —Nunca le haría daño. La felicidad de Elle es lo único que me importa. Asintiendo, Raymond se apartó del camino. —Quiero a mi familia, Brandon. Haré todo lo posible para mantenerlas a salvo. —Bueno, ellas también son mi familia. Subió las escaleras hasta el dormitorio en la parte trasera de la casa. Al abrir la puerta, la vio hecha un ovillo bajo las sábanas. Cerró la puerta y se quitó la camiseta y los vaqueros. Se dejó puestos los calzoncillos bóxer para mayor comodidad de ella que para la suya. Brandon prefería dormir desnudo que con la ropa puesta. Antes de acostarse, Brandon se tomó el tiempo de investigar su dormitorio. Las paredes color crema no delataban nada sobre su mujer. En el pequeño tocador había algunos frascos de crema y perfume, pero nada de maquillaje. Él ya sabía que ella no se lo ponía. Se dirigió a su armario y buscó entre su ropa. Siempre vestía con modestia, sin mostrar demasiada piel. Cuando estuvo satisfecho, se dirigió a la cama. Se metió bajo las sábanas y rodeó a Elle con los brazos. Ella murmuró algo en sueños antes de acomodarse contra él. Acariciándole el pelo, Brandon miró al techo. ¿Por qué el destino le había dado una compañera humana? No entendía por qué le habían dado algo tan frágil. La abrazó y dio gracias por haberla encontrado. Los ruidos del exterior penetraron en su mente. Oyó a su manada disfrutando del resplandor de una buena carrera. En unas semanas, las otras especies llegarían y su tranquilo pueblo se convertiría en un caos. Su manada y los humanos siempre estaban ansiosos durante esas visitas. Los vampiros inquietaban a los lugareños, mientras que los osos asustaban a la gente con lo grandes que eran. Las brujas y los hechiceros siempre estaban discutiendo por alguna batalla que habían perdido. Frotándose los ojos, Brandon trató de apartar el estrés de su mente. Escuchó a Raymond mientras se dirigía a la puerta de Elle. El olor a ajo entró por debajo de la puerta. Su padre había colocado una cabeza de ajo fuera de la puerta. ¿Qué estaba pasando con esta familia? Brandon odiaba el ajo. Lo odiaba en la comida y lo odiaba en el olor. Se apartó de Elle, se dirigió a la puerta, levantó la cabeza y bajó las escaleras. Colocó el ajo en la encimera de la cocina y cubrió el bulbo con un paño. Rebuscó en los armarios y encontró una lata de spray perfumado. Esparció el aroma de lavanda por toda la cocina. Cuando estuvo satisfecho con la ausencia de olor a ajo, Brandon entró en el estudio de Raymond. No estaba acostumbrado a dormir inmediatamente después de una carrera. El estudio estaba lleno de libros de viejos volúmenes sobre criaturas paranormales y de culto. Abierto sobre el escritorio había un volumen dedicado a los vampiros con respecto a la última década. Brandon nunca había visto una colección tan extensa de libros sobre criaturas paranormales. Todo lo que sabía era lo que le había enseñado su padre. Había conocido a la mayoría de las especies del Otro Mundo. Las especies que no había conocido le habían dicho que no quería conocerlas nunca. Sentado en la silla de Raymond, Brandon acercó el libro a su regazo. Había varias fotos de vampiros con colmillos afilados. Chupadores de sangre. Agua bendita. Ajo. Control mental. Tantas palabras relacionadas con vampiros. Realmente necesitaba averiguar todo lo que Raymond sabía sobre los vampiros. Todos los sectores de la comunidad paranormal mantenían oculta la información sobre su especie para protegerse. Los vampiros eran mucho más antiguos que muchos sectores y podían manipular a todo el mundo. Brandon se preguntó si Raymond sabría más de lo que contaban los libros. Volvió a dejar el libro sobre el escritorio y vio el libro sobre los lobos que había debajo. Le picó la curiosidad. Sacó el libro de la pila y lo abrió por la primera página. Un fuerte grito rasgó el aire. Un escalofrío se apoderó de él. *** Su madre llevaba un par de días actuando de forma extraña. Elle observó cómo su madre miraba por la ventana tocándose el cuello. Nunca se había fijado en las marcas de su cuello. Dos puntos oscuros resaltaban en su cuello. —Mamá, ¿estás bien? —preguntó Elle. —Estoy bien, cariño. ¿Cómo es tener dieciséis años? —Bien. Mamá, ¿qué está pasando? —Miró cómo su madre se dirigía hacia la puerta trasera. —Nada. Tengo un regalito para ti. Su mano se dirigió al pomo de la puerta. Elle vio la puerta abrirse lentamente. Sabía que si su madre abría la puerta algo malo iba a pasar. —Mamá, ¿qué está pasando? Por favor, cierra la puerta. Era de noche, y su padre les había dicho a ambas que no salieran por la noche. La ciudad no era segura a cualquier hora del día. —Nada va a hacernos daño. Ya lo verás. —Mamá, no —dijo Elle. La puerta se abrió y ella gritó. El sueño se deshizo. —Despierta, Elle. —Brandon estaba de pie junto a ella. Elle se apartó