Logo Studenta

01- Intoxicating - Onley James

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

1 
 
 2 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 3 
 
 
 
Karen y Leo se han unido al staff de último momento, y han ayudado a 
que este proyecto sea terminado. 
 
 4 
Nota del staff 
 
Esta traducción está hecha sin fines de lucro, es un trabajo realizado por 
lectoras a lectorxs con el fin de compartir contenido y que todos puedan leer. 
Nosotras no ganamos nada monetariamente, solo la satisfacción de compartir. 
Con esto no queremos desprestigiar el arduo trabajo que todos los escritores 
invierten en sus historias. Incentivamos a la compra legal del material para 
apoyar a los autores en fin de retribuir de una forma monetaria como 
agradecimiento de estos las bellas historias que tanto amamos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 5 
 
Sinopsis 
 
A Lincoln Hudson le ha sido encargado el trabajo más fácil en el mundo. Hacer 
de niñero del hijo mimado de un senador conservador, mantenerlo fuera de 
problema y recibir un cheque de seis dígitos. Un cheque que él necesita 
desesperadamente. El padre de Wyatt asegura que él necesita la mano firme y la 
disciplina de Linc. Una sola mirada hacia él y Linc está de acuerdo. Wyatt 
necesita disciplina. 
Ser el hijo de un senador en el closet con valores familiares ha dejado a Wyatt 
Edgeworth con una racha de imprudencia y un amor por las fiestas que le 
cuestan ocho meses de su vida y la reelección de su padre. Así que ahora, él tiene 
un niñero. Un niñero muy sexy. 
Cuando Wyatt en ebriedad le dice a Linc que sería un excelente “papi”, ambos 
llegan a un acuerdo. 
Wyatt obtiene un “papi”, Linc se queda con su cheque, y ambos siguen caminos 
separados. Para que funcione, la llave es la discreción, pero con los reporteros 
siguiendo cada movimiento de Wyatt, es casi imposible. 
Quedarse juntos no fue nunca una opción, pero cada día que pasa, sus 
sentimientos crecen más. ¿Arriesgarán todo por lo que se suponía sería una 
aventura inofensiva? 
 
Embriagador es el primer libro de la serie Servicio de Protección de Élite y 
contiene Age-Gap, daddy kink y elementos de BDSM, con final feliz y sin final 
abierto. 
Advertencia: Este libro contiene situaciones de intentos de suicidio, 
daño auto infringido y conversaciones sobre traumas y abusos 
sexuales pasados. 
 
 
 
 6 
 
Contenido
Prólogo 
1. Lincoln 
2. Wyatt 
3. Lincoln 
4. Wyatt 
5. Lincoln 
6. Wyatt 
7. Lincoln 
8. Wyatt 
9. Lincoln 
10. Wyatt 
11. Lincoln 
12. Wyatt 
13. Lincoln 
14. Wyatt 
15. Lincoln 
16. Wyatt 
17. Lincoln 
18. Wyatt 
19. Lincoln 
20. Wyatt 
21. Lincoln 
22. Wyatt 
23. Lincoln 
24. Wyatt 
25. Lincoln 
26. Wyatt 
27. Lincoln 
28. Wyatt 
29. Lincoln 
30. Wyatt 
31. Lincoln 
32. Wyatt 
33. Lincoln 
Epílogo 
Sobre el autor 
 
 
 
 
 
 
 
 2 
 
Prólogo 
Wyatt 
 
Sesenta y cinco. Ochenta. Ochenta y cinco. Noventa. 
 
Mientras el número del medidor de velocidad aumentaba, algo se aflojó dentro 
del pecho de Wyatt Edgeworth. Él solo quería que se acabara. La temperatura 
humeante del exterior luchaba con el frígido aire acondicionado que bombeaba a 
través de las ventanillas del auto, causando que las ventanas se empañen, pero él 
no conseguía refrescarse. Perdió la camisa diez minutos después de haber 
escalado detrás del volante, pero todavía estaba ardiendo. 
 
El sudor y las lágrimas pinchaban sus ojos hasta que los números nadaron en una 
mancha rojo brillante. Parpadeó rápidamente para limpiar su visión. Cuando eso 
no funcionó, quitó ambas manos del volante, clavando el dorso de la palma de su 
mano contra los ojos hasta que brillos bailaron detrás de los párpados. 
 
Sin su guía, el auto viró hacia el otro carril. No importaba, el camino estaba 
muerto. No había visto otro automóvil en millas. Solo degenerados y camioneros 
estaban en la autopista a las cuatro de la mañana. Por lo menos, eso era lo que su 
madre decía en su tono más agrio justo después de que le recordara que su 
comportamiento era inapropiado, aconsejando que se detuviera de inmediato y 
esperará a que alguien viniera a recogerlo. Eso fue cuando Wyatt había tirado su 
teléfono por la ventana. Él cambió su peso, la piel pegada al asiento de cuero suave 
como mantequilla de su Porsche Cayenne. 
¿Por qué carajos hacía tanto calor? 
 
Los neumáticos chirriaron mientras conectaban con las franjas blancas 
reflectantes de advertencia en el arcén de la carretera. Dio un tirón al volante 
hacia la izquierda, solo tropezando un cuarto del panel frontal contra la barandilla 
de aluminio antes de encontrar nuevamente el asfalto. Intentó concentrarse en 
quedarse entre las líneas blancas, pero había demasiadas de ellas. 
La cabeza de Wyatt palpitaba, su lengua saltó contra el paladar de su boca. Su 
mundo parpadeaba dentro y fuera de foco. Se frotó la ceja y presionó el botón del 
aire acondicionado, intentando bajar la temperatura, pero ya se encontraba 
programado en lo más bajo. Agua. Necesitaba agua. Tomó la botella de plástico 
en el asiento del pasajero, gruñendo con frustración cuando estaba vacía. Aplastó 
el plástico con un grito antes de abrir la ventana y enviarla volando. El auto casi 
se estrelló, pero él lo atrapó antes de perder el control. 
 
“Jesús, no puedo creer que fueras tú el que vivió”. 
 
 3 
 
Se sacudió las lágrimas del rostro, aplastando el pie en el pedal del gas y 
apretando la dirección con ambas manos. La pequeña pastilla rosada que se había 
tomado más temprano estaba en guerra con la media botella de bourbon que 
ingirió, dejándolo cansado y energizado, las palabras de su padre rebotaban en su 
cráneo como pinball. 
 
“Eres un desperdicio. Todo el dinero que invertimos para volverte normal… ¿y 
para qué? Para que estés sobre tus rodillas en un baño como una puta de dos 
dólares… ¿En un evento público? En uno de mis eventos. ¡Frente a mis amigos!”. 
 
Lo impresionaba como su padre tuvo la audacia de llamarlo una puta cuando en 
el evento en cuestión se pagaba veinticinco mil dólares por plato. Su padre tenía 
una idea peculiar sobre la normalidad. Casarse con una mujer que odiaba por su 
fondo fiduciario. Vender su alma para alcanzar sus objetivos. Niños en jaulas. 
Muros para mantener a nadie del lado de afuera. Y, aun así, Wyatt era la puta. 
Wyatt era la abominación. Qué chiste. Su risa irregular era resaltada en el silencio 
del auto. 
 
“¿Qué es lo que buscas? ¿Atención? ¿Dinero? ¿Qué se necesita para que dejes este 
estilo de vida desviado de una vez por todas? Hay programas… Centros de 
tratamiento para adultos. Mejores de los que te enviamos antes. Más agresivos. 
Déjanos ayudarte antes de que sea muy tarde. Tu alma está en peligro.” 
 
Se le escapó un sollozo. Su visión era una corriente de líneas blancas que refluían 
y fluían como si él estuviera en The Matrix1. Necesitaba bajar la velocidad, pero 
sabía que no podía. Él sabía, muy profundo y abajo de sus agallas —en donde 
había acumulado todas las cosas que él solía pensar eran posibles—, que no se 
detendría. Su padre jamás lo dejaría solo. Nunca lo dejaría ser quien era. Jamás 
lo dejaría tener algo que pudiera llenar ese gigante, enorme agujero dentro de él. 
¿Cuál era el punto de todo esto? 
 
Apagó las luces de los faros delanteros y se sumergió en oscuridad hasta que las 
luces de las calles fueron como estrellas fugaces y los reflectores eléctricos y las 
personas solo eran energía. Él era solo energía y átomos, y si solo soltaba el 
volante, todo podría terminar. No más dolor. No más heridas. No más 
frustración. No más decepción. No más Wyatt. 
 
¿No estaría haciéndole un favor al mundo? 
 
Metal chocó contra metal como un monstruo prehistórico, el fuego se arrastró 
sobre sus mejillas y frente, y entonces estaba volando. ¿Era así como se sentía 
morir? El repentino golpe le robó la respiración de los pulmones, y el dolor 
explotó detrás de sus ojos mientras su cuerpo rodó por lo que parecía una 
eternidad.1 The Matrix, película protagonizada por Keanu Reeves. 
 4 
¿La muerte se suponía que debía doler de esa forma? Quizás esto era el infierno. 
Wyatt intentó abrir sus ojos, pero solo uno de ellos pareció cooperar. El cielo 
nocturno nadaba sobre su cabeza y mostraba un mundo pintado en carmesí. 
Intentó reír, pero sonó más como un jadeo dolorido y el sabor a cobre invadió su 
boca. ¿Todavía tenía sus dientes? Intentó tocarlos con la lengua, pero su cuerpo 
no cooperaba. 
 
No recordó haber cerrado los ojos, pero debió haberlo hecho porque cuando los 
abrió de nuevo, un rostro apareció. Debió haber gritado si pudiera manejarlo, 
pero en su lugar, tragó con fuerza intentando concentrarse. El hombre sobre él, 
iluminado por las luces de la calle, tenía el rostro redondo con gafas de montura 
de alambre y piel bronceada de navegante. Solamente la piel alrededor de sus 
profundos ojos marrones, mostró lo pálida que estaba la complexión del extraño. 
¿Las personas pescaban en el cielo? 
 
—Mierda santa. ¿Estás vivo? Jesús. ¡Estás vivo! —El hombre lo estaba 
sacudiendo, y Wyatt luchó contra la urgencia de vomitar —. Cariño, mierda santa. 
¡Mierda santa! Está vivo. Me está mirando fijamente. Llama al 911 —Entonces el 
rostro del hombre estaba de nuevo en su punto de visión —, oye, trata de no 
moverte ¿de acuerdo? Podrías tener, como, el cuello roto o algo así. 
 
El hombre tenía demasiados dientes. Tan blancos. Wyatt se concentró en los 
dientes como chiclets2, mientras dejaba a su cuerpo recuperar el control. 
 
—Mmm bien —intentó decir, pero su lengua era demasiado grande para su 
boca. Lo intentó de nuevo —. Estoy bien. Si… si pudiera llevarme a mi auto. 
 
El hombre resopló en una risa sobresaltada. 
 
—No sé cómo decirte esto, hombre, pero podrías meter lo que queda de tu 
deportivo en tu bolsillo. Es un milagro que sigas vivo. 
 
El estómago de Wyatt se hundió. Ni siquiera esto lo podía hacer bien. Tomó la 
mano del hombre: 
 
—Dile a mi papá… Dile a mi papá que intenté terminarlo. Intenté hacer las 
cosas bien. Dile. 
 
 
 
 
 
 
2 Marca de chicles. 
 5 
Uno 
Linc 
 
—El senador lo verá pronto. 
Lincoln Hudson se levantó, luchando con la urgencia de tirar del cuello de la 
camisa blanca de vestir. Debió de haber chequeado si su traje aún le servía antes 
de aceptar esa reunión apresurada, pero ya era demasiado tarde. Llevaba tanto 
tiempo fatigado, que la camisa abotonada era como una soga alrededor del cuello. 
O quizás era el trabajo en sí mismo lo que le causaba esa sensación de 
ahogamiento. Linc no podía estar seguro. 
Siguió a la pequeña mujer rubia por el corredor majestuosamente alineado con 
una alfombra azul y dorada y pintura tras pintura de hombres blancos 
congestionados y viejos. Cuando alcanzaron un set de puertas dobles, ella empujó 
la puerta con floritura y en un gesto indicó que entrara antes de regalarle una 
sonrisa sin entusiasmo y cerrarlas de nuevo. Un hombre —Presuntamente el 
senador— alzó un dedo en un gesto de “un momento”, antes de mecerse en la silla 
lejos de Linc, como si de esa forma erigiera un tono de silencio alrededor de la 
conversación. 
A Linc le importaba una mierda la llamada telefónica del tipo, así que él merodeó 
en la habitación en su lugar. Contó ni más ni menos que tres animales muertos 
adornando las paredes. Dos que estaban dentro de las listas de peligro de 
extinción. Estanterías rellenas con libros recubiertos de cuero ocupaban la 
totalidad de la pared izquierda. Linc se desplazó más cerca, tratando de no rodar 
los ojos cuando notó que casi todos los títulos eran sobre leyes, ambas secular y 
bíblica. Este hombre debía ser el hazmerreír en las fiestas. La mueblería era toda 
de caoba brillante, y el decorador de interiores del tipo había recubierto en cuero 
marrón todo lo que no estaba hecho de madera. El bar en el rincón más apartado 
de la habitación exhibía una variedad de decantadores de cristal rellenos solo con 
licores oscuros. Linc podía apostar que el hombre tenía cigarrillos cubanos 
escondidos en algún lugar de su enorme escritorio. 
—Esa es la circunvalación del problema, Jerry. No se trata de eso. Escucha, 
necesito irme. Sí. Tengo otra reunión. Dale a Clare y a los niños todo mi amor, y 
hablaremos más de esto cuando nos encontremos en el club el sábado —El 
hombre hizo una pausa —. No. Wyatt no se nos unirá. Tiene una reunión respecto 
a su escribanía. Sí, estamos muy orgullosos. Es un buen chico. De acuerdo. 
Hablaremos pronto. 
Linc regresó su atención hacia el senador cuando pareció que estaba terminando 
la conversación. El hombre colgó el teléfono, girando el rostro hacia Linc, dándole 
por primera vez un vistazo real sobre su nuevo cliente. Tenía hombros amplios 
 6 
con el cabello rubio dorado convirtiéndose en gris en las sienes y con un peinado 
justo para esconder las entradas de su cabello. Había perdido la chaqueta de su 
traje y solo llevaba una camisa azul pálida de botones y una corbata color azul 
oscuro, aflojada alrededor del cuello. 
Cuando se puso de pie, Linc notó que el estómago del hombre se hundió debajo 
de su cinturón a pesar de los músculos definidos de sus brazos y pecho. 
—Siento eso. Ese hombre habla hasta por los codos, si sabes a lo que me 
refiero. Montgomery Edgeworth. Mis amigos me llaman Monty —Cuando habló, 
su tono era afable, el suave acento sureño hablaba de las raíces de Georgia, no 
Florida. Extendió la mano, y Linc la sacudió, notando la forma en la que la mano 
del hombre apretó la suya mucho más tiempo y con más fuerza de la necesaria. 
¿Qué estaba intentando probar este tipo, de todas formas? ¿Acaso pensaba que 
Linc buscaba entrar en alguna clase de concurso de medición de pollas con él? 
Linc había conocido docenas de hombres como él durante su servicio, imbéciles 
inseguros tratando de exponer su dominancia con estas innecesarias muestras de 
masculinidad. Él encontraba la situación particularmente agotante. 
Monty hizo un gesto hacia Linc para que se sentara. 
—Gracias por tomarte el tiempo de venir y hablar. Eres el tercer 
guardaespaldas que contrató en los últimos seis meses, y francamente, esto está 
tomando demasiado de mi tiempo invaluable. 
Linc dio un pequeño asentimiento, pero no dijo nada. Jackson le había advertido 
sobre no dejar que la naturaleza afable de Monty Edgeworth lo influenciara. Sus 
amigos usaban las palabras “serpiente encantadora”. A Linc no le importaba si el 
senador era Satán reencarnado mientras le diera un cheque al final del trabajo. 
—No es ningún problema. Ya me encontraba en la ciudad visitando a 
Jackson cuando el trabajo vino por reasignación. Él cree que puedo encajar bien. 
La sonrisa se deslizó, y Monty asintió. 
—Es verdad. Ustedes dos sirvieron juntos, ¿correcto? 
 
—Sí, señor. Dos tours en Afganistán. 
 
 
—Jackson es una buena persona, incluso aunque invierta la mayor parte 
de sus días haciendo de niñero para las celebridades. 
Jackson Avery hacía mucho más que solo proteger celebridades, pero Linc no iba 
a perder la respiración diciendo mucho más. Monty no se veía como un hombre 
que quería que las personas lo corrigieran. En su lugar, Linc se concentró en el 
trabajo. 
— ¿Necesita que proteja a su hijo? ¿Ha habido alguna amenaza contra él? 
El senador rio. 
 7 
—Oh, no. Nada de eso. Honestamente, la única amenaza contra mi hijo es 
él mismo. Él… bueno, es un malcriado, eso es lo que es. Mi esposa y yo, le dimos 
todo lo que quería porque perdimos nuestro primer niño cuando era muy 
pequeño. Ahora, él tiene la sensación que a Dios le importa un nabo. Necesito a 
alguien que mantenga un ojo sobre él durante los próximos seis meses. 
Un millón de preguntas aparecieron en la cabeza de Linc. Comenzó con el inusual 
y específico período de tiempo. 
— ¿Qué sucede en seis meses? 
 
—Día de elecciones. No puedo permitirme un escándalo ahora mismo. Mehe mantenido en este puesto por seis años, y me niego a perder frente a un treinta-
y-algo, guitarrista y vegano que piensa que Bernie Sanders es el bendito mesías 
—Resopló —. Topher Arroyo quiere legalizar la marihuana y dejar que los gays 
corran por allí, y si pudiera ser un poco más pro-elección, dejaría que las mujeres 
ahogaran sus propios bebés antes del primer año. ¿Quién llama a su hijo Topher, 
de todas formas? Hippies, por supuesto —Terminó, con su voz alcanzando una 
impresionante nota alta. 
Linc apretó la mandíbula, pero su rostro permaneció impasible mientras 
observaba al punto muerto en el centro de la frente del tipo. Jack tenía razón. Este 
tipo era una basura. 
—Entonces, ¿quiere que yo… qué? ¿Haga de niñero con su hijo? No soy 
bueno con los niños. 
Una vez más, rio. 
—Mi hijo tiene veintidós años. Puede que actúe como un infante, pero le 
prometo que no tendrá que cambiar pañales. Necesito que mantenga su nombre 
fuera de los tabloides. 
Linc arrugó el ceño. 
—No se ofenda, pero se da cuenta que está pagando una cifra de seis dígitos 
por cuidar de un hombre adulto, ¿verdad? 
 
—Diez minutos con mi hijo y se dará cuenta de que lo he robado —Monty 
estiró la mano sobre el escritorio y agarró algo de la primera gaveta. Arrojó una 
pila de fotografías hacia Linc. Él las atrapó mientras se esparcían sobre la 
superficie brillante. 
Linc las tomó todas. Al principio, no entendió muy bien qué era lo que, pero 
entonces, se dio cuenta que se trataba de un accidente de auto. Los restos de un 
Maserati blanco descansaban estropeados en lo que parecía ser una autopista. 
Era de noche, a pesar de la luz artificial flotando en las imágenes. Mientras se 
deslizaba entre las fotografías, notó que la mayor parte de ellas eran del automóvil 
tomadas de diferentes ángulos. 
—Este fue su primer accidente dos años atrás. Se libró del choque sin un 
rasguño. 
 8 
 
— ¿Su primer accidente? 
El rostro de Monty colapsó en un ceño fruncido, haciéndolo parecer mucho más 
viejo de lo que era. 
—Hmm. Ha estado en otros tres después de ese. 
 
— ¿Estuvo bajo influencia? 
 
 
—No la primera vez. Solo fue estúpido e insensato. Convencimos al juez de 
que tenía un ataque, y lo dejaron ir. 
“Claro que lo hicieron”. Linc pensó, permitiéndose poner los ojos en blanco 
mentalmente. 
Linc continuó avanzando a través de las fotos. A medio camino del bulto, las 
imágenes cambiaron. 
Primero, los remantes de un BMW negro serie 2 envuelto alrededor de un poste 
de luz seguido de un Lincoln Navigator mitad dentro y mitad fuera de lo que 
parecía ser una piscina comunitaria. Las imágenes finales mostraban lo que 
parecía que antes había sido un pequeño deportivo blanco. El frente del auto 
terminaba en el asiento del conductor, y el vehículo en sí mismo estaba doblado 
por todas partes, como si un gigante lo hubiera aplastado con los puños. 
—Ese fue su accidente más reciente. Tuvo una fractura en el hueso orbital, 
el fémur roto, seis dientes destrozados, y un brazo lacerado. Mi esposa tuvo que 
estar medicada contra el estrés por semanas. 
“Estrés, no miedo”, Linc no pudo evitar notarlo. Él supo que no era un error en 
las palabras escogidas. 
La última foto mostraba a un muchacho en una camilla con una máscara de 
oxígeno ocultándole la mitad baja del rostro. Sangre y sudor aplastaban el cabello 
rubio del chico contra la frente, el ojo izquierdo inflamado estaba cerrado. El ojo 
derecho estaba abierto y miraba hacia la cámara. La desolación en su apariencia 
se sintió como una patada en el estómago. Linc agitó la cabeza, empujando las 
fotografías de vuelta sobre el escritorio, con excepción de una. 
—Los otros accidentes fueron lo suficientemente pequeños para solo pagar 
por daños de propiedad. 
Jesús. La manzana podrida obviamente no cayó muy lejos de un árbol podrido. 
—Pero este último de hace ocho meses, mi hijo destrozó su Porsche por ir 
a cientos de millas por hora a través de la I-95. Perdió el control del auto, se salió 
de la autopista, y de nuevo, chocó contra una barrera de concreto. Dicen que la 
única razón por la que salió con vida es porque estaba tan malditamente 
intoxicado que salió expulsado del vehículo. Es un milagro que esté vivo —
Murmuró, sonando más como si fuese un inconveniente y no algo milagroso. 
 
 9 
—Parece haber sufrido heridas bastante serias —Linc agregó, incapaz de 
apartar la mirada de la fotografía del chico. 
 
—No lo suficientemente serias —Monty murmuró. Eso captó la atención 
de Linc. Ante la ceja levantada de Linc, los hombros del tipo se desplomaron —. 
No quise decir eso. Solo estoy frustrado. Es un buen chico. Él solo está… 
Confundido. Le falta disciplina. Reglas. Orden. Es por eso que Jackson cree que 
serás adecuado. No va a encandilarte como a los otros. 
 
 
—Lo siento si no es adecuado, pero su hijo tiene veintidós años. No puedo 
simplemente mudarme a su casa y cuidarlo contra su voluntad. 
 
—Al diablo si no puedes. Mi hijo está actualmente en arresto domiciliario, 
el cual recibió después de haber fallado en su prueba de alcoholemia exigida por 
la corte. Puede que sea un adulto de acuerdo a la ley, pero depende de mí para 
vivir. Antes de este accidente, estaba terminando su último año en la Universidad 
de Florida antes de entrar a la escuela de derecho. Tuvo que tomarse un año 
completo para cumplir con su sentencia, pero él sabe que me pertenece. Él 
definitivamente no tiene ni las habilidades ni la ambición necesaria para valerse 
por sí mismo. Hará lo que sea que yo le diga que debe hacer. Hará lo que tú le 
pidas. 
Los ojos de Linc bajaron nuevamente hacia la imagen, su polla intrigada por la 
noción del niño de ojos verdes haciendo cualquier cosa que Linc le pidiera. Él 
apartó los pensamientos lejos. 
—Señor, si él está en arresto domiciliario, ¿qué necesita de mí? Si tiene un 
monitor en el tobillo, ¿no significa que la policía le tiene un ojo encima? 
 
—Salió de la propiedad dos veces a pesar de tener el condenado monitor. 
Le quedan dos semanas de arresto domiciliario, y entonces las multas de Miami 
lo liberarán de nuevo en la sociedad. Necesito que lo mantengas fuera de 
problemas de manera que no extiendan su sentencia, y también necesito que 
mantengas su nombre fuera de los tabloides por los próximos cinco meses. Es un 
condenado milagro que haya mantenido el arresto domiciliario en secreto. 
Monty de verdad parecía amar usar la palabra “milagro”. Linc sospechaba que el 
senador realmente no entendía el significado de la palabra. 
—La única cosa buena de ese niño Topher —Continuó Monty, inconsciente 
del monólogo interno de Linc —. Está determinado a llevar una “campaña 
limpia”, así que no ha intentado sacar ningún trapo sucio. Solo quiere debatir los 
“problemas”. 
Linc no confiaba en nadie que usara citas de aire tanto como lo hacía este tipo. 
—Entonces, no soy un niñero. ¿Soy un guardia de prisión? 
 
 10 
—Si consideras que vivir en un penthouse de setecientas hectáreas sobre 
Biscayne Bay, es una prisión, entonces seguro, eres el guardia más afortunado y 
bien pagado del mundo. 
Estas personas eran todo lo que Linc odiaba del mundo. 
—De acuerdo, entonces. Estoy dentro. 
El rostro del senador se iluminó, y una vez más, se puso de pie extendiendo un su 
brazo. 
—Excelente —Una vez que su mano estaba alrededor de la de Linc, él la 
apretó con fuerza —. Déjame ser franco. No necesito hacer hincapié en la 
importancia de ser discretos, ¿verdad? 
 
—Firmé un acuerdo de no divulgación cuando tomé el trabajo con Elite. 
 
—Excelente. Supongo que no te importará firmar a tu salida otro acuerdo 
que mi abogado preparó. 
 Linc arrugó el ceño, pero asintió. 
—Supongo que no. Estaría bien. 
 
—Entonces no hay nada más que decir que bienvenido abordo. Una vez 
que juntes tus cosas, mi conductor estará feliz de llevarte a la casa —Linc tenía 
una mano en el picaporte cuando el senador habló de nuevo—. No olvide que 
trabaja para mí, Sr. Hudson. No importa lo que mi hijo diga. 
Linc cerró la puerta tras él, un dolor de cabeza golpeándolo detrás del ojo 
izquierdo. 
Esperaba que este trabajo valiera la pena. 
 
 
 
 
 
 
 
 11 
Dos 
Wyatt 
 
Wyatt frotó la correa esposada a su tobillo derecho. Debajo de ella, la piel se veía 
en carne e irritada, pero se consoló a sí mismo imaginando la expresión del 
rostro de su papá si pudiera verlo tomando el sol en la piscina, con una botella 
del mejor bordeaux del viejo a su lado. Ni siquiera estaba tomando, solo la tenía 
abierta en caso de que su querido y viejo padre se presentara sin anunciarse. No 
era como si su padre lo hubiese hecho o siquiera fuera a hacerlo. Él siempre 
ponía sus esfuerzos en las cosas que amaba, y Wyatt no había sido una de las 
cosas de las que Montgomery Edgeworth se preocupara desde que tenía seis, 
por si acaso. Presión se inflamó detrás de las costillas de Wyatt, pero él la obligó 
a retroceder, mordiéndose el interior de la mejilla hasta que el sabor a metal 
llenó su boca. 
 
Como sea. 
Se dejó caer de nuevo sobre el sillón verde, lanzando una última mirada a su 
tobillera emitida por el gobierno antes de cerrar los ojos, dejando que el calor del 
sol y el dolor de su mejilla palpitante empujaran lejos el sentimiento enfermizo 
que él no quería reconocer. No había visto a su padre en meses, no desde que el 
juez dio a Wyatt una clase severa sobre responsabilidad y lo sentenció a seis meses 
de arresto domiciliario. No había razón para pensar que su padre iba a 
ensombrecer su puerta, aunque Wyatt haya espantado a otro perro guardián. 
Sin abrir los ojos, Wyatt levantó la botella de Chateau Latour Pauillac 3 y la 
olisqueó para después tomar un trago tentativo y hacer una mueca. Sabía a 
ciruelas y mugre, y le recordaba a virutas de madera. Tomó otro trago más 
generoso. Quizás si estaba lo suficientemente borracho, podía pretender que el 
sonido blanco de la aspiradora de Graciela era de la playa, y que los latidos de la 
música latina que sonaban en sus parlantes Bose eran del concierto de alguna 
banda en el bar de una pequeña isla. 
 
Hoy no le tocaba a Graciela limpiar. Ella solo tenía turno los miércoles, pero 
desde su encarcelamiento en la “casa de culo-apretado”4, ella había estado 
viniendo todos los días pretendiendo limpiar. A cambio, Wyatt pretendía que no 
notaba que no le tocaba ese día. A él le gustaba la compañía, aunque sospechaba 
que su madre enviaba a Graciela bajo la esperanza de que ella podía contarle los 
 
3 Casa vinera en Francia. 
4 Literalmente llama a su casa: tightass. 
 
 12 
secretos de Wyatt. No podía culpar a Graciela por pretender que lo hacía. Su 
madre les pagaba a sus espías sumas generosas. Pero Graciela era una de las dos 
personas que eran fieles a Wyatt por sobre cualquier otra persona. 
A pesar del ruido, Wyatt no tuvo problemas en escuchar el desagradable tintineo 
del timbre de entrada mientras sonaba la quinta sinfonía de Bethoveen. Él se 
quedó dónde estaba, pero se forzó en abrir los ojos de nuevo. 
— ¡Graciela! ¡La puerta! 
La ama de casas movió la mirada en dirección a él, entonces, deliberadamente le 
dio la espalda, moviendo las amplias caderas al son de la música. 
—Esto se verá reflejado en tu bono navideño, señora —Prometió mientras 
pasaba de ella al caminar. 
 
—Oh, y yo que estaba ansiosa por esos quince dólares —Graciela sonrió, 
sus palabras acentuadas goteaban sarcasmo. 
Él sonrió ampliamente y palmeó su grisáceo moño desaliñado. No se molestó en 
ponerse pantalones, en su lugar abrió la puerta de golpe usando solamente sus 
bóxers color negro. 
Que gran error. 
— ¿Wyatt Edgeworth? 
Wyatt estaba seguro que su boca se abrió. Quedó boquiabierto ante la masa de 
más de seis pies 5 de puro músculo parado en su puerta, pero no pudo evitarlo. 
No era frecuente que cada fantasía que alguna vez hayas tenido tomara vida y 
golpeara a tu puerta. 
El hombre frente a él tenía una mandíbula amplia y con rastrojo, preciosos ojos 
miel, y espeso cabello castaño pincelado con plata que Wyatt decidió tenía el largo 
perfecto para tirar de él. Era mayor. Fácilmente en sus cuarenta. Tenía arrugas 
que se formaban a los costados de sus ojos y líneas pronunciadas en su frente, 
pero eso no restó méritos a las largas y espesas pestañas y a su muy besuqueable 
boca. Una boca que estaba apretada en una línea dura como si estuviera irritado. 
Mierda. 
Wyatt miró sobre su hombro. 
—Oye, Graciela. ¿Contrataste a un stripper? 
 
—Ah sí. Déjalo que entre, llega tarde —Ella gritó sobre el ruido agitando la 
mano de forma desdeñosa —. No, chico tonto. Tu padre envió a otro niñero. 
Espero que este sea más inteligente que el último. 
Los labios del hombre temblaron como si intentara contener una sonrisa, y Wyatt 
intentó ignorar el revoloteo en su estómago. ¿Podría ser su padre tan cruel como 
para enviar al hombre más hermoso que Wyatt había visto para cuidar de él por 
 
5 Más de 1.82 cm de altura aproximadamente. 
 13 
los próximos seis meses? La respuesta era sí. Qué jodido bastardo. ¿Qué se 
suponía que iba a hacer con este tipo? 
—Podrías dejarme entrar. 
Jesús, ¿había dicho eso en voz alta? 
—Uh, ven y entra, creo. 
El hombre arrugó el ceño hasta que Wyatt se percató que le estaba bloqueando el 
acceso. Dio un rápido paso hacia atrás, intentando recobrar el equilibrio. 
“Recomponte, imbécil. Es sólo otro carcelero”. 
—Así que eres el último súper soldado de papá, ¿ah? Graciela tiene razón. 
El último tipo era un idiota. Espero que seas un poco más inteligente, G.I. Joe6. 
 
—Es Lincoln, pero puedes llamarme Linc. 
Wyatt quería llamarlo de un montón de maneras, pero tenía que bajarle a la 
mierda. 
—No voy a llamarte de ninguna forma. En efecto, voy a pretender que no 
existes. Deberías hacer lo mismo. Mantente fuera de mi camino y yo estaré fuera 
del tuyo y daremos lo mejor para afrontar los siguientes seis meses. ¿De acuerdo? 
El hombre —Linc— resopló antes de cerrar el pequeño espacio que había entre 
ellos, forzando a Wyatt a dar varios pasos hacia atrás o a tener la nariz enterrada 
en el pecho del hombre alto. Incluso con algo de distancia, Wyatt podía olerlo, 
podía sentir el calor de su cuerpo, y eso no estaba muy bien porque él olía como 
a alguna colonia de hombre de vieja escuela, como Old Spice7, que a Wyatt le 
gustaba demasiado para un chico que solo llevaba unos apretados calzoncillos 
tipo bóxer. 
Si Linc notó el predicamento de Wyatt, no lo dijo. Se inclinó más cerca, su voz 
como un gruñido bajo. 
—Escúchame, niño. No sé cómo funcionaban las cosas con tus últimos 
niñeros y me importa una mierda. Presta atención. Cuando yo hable, me 
reconocerás, y cuando te diga que hagas algo, lo harás porque yo abro la boca por 
una razón justa. Puedo oler el licor en tu respiración, y eso parará ahora mismo. 
Si estás en las drogas, eso se detiene también. Te despertarás a una hora 
razonable todos los días, te pondrás algo de maldita ropa, y comerás algo sano 
porque parece que te estás consumiendo. Harás algo productivo con tu tiempo, y 
las luces se apagarán a media noche y ningún minuto después. ¿Fui lo 
suficientemente claro? 
La garganta de Wyatt sonó mientras tragaba, su boca se secó y su polla se 
endureció como roca. 
 
6 Película de acción. 
7 Marca de productos de higiene masculina. 
 14 
“No mires abajo, no mires abajo”. Cantó silenciosamente mientras se debatía en 
cubrirse la erección con ambas manos. ¿Pero que le pasaba? Debía ser la falta de 
opción. Tenía que serlo. Su padre —Y el sheriff departamental— lo tenían cautivo 
en ese lugar por meses sin ningún hombre a la vista, y los dos intentos que él tuvo 
de aventurarse afuera con el monitor en su tobilloencendido, terminó con él 
siendo recapturado antes de llegar al lobby. Él solo necesitaba jalársela y estaría 
bien. 
No estaba seguro de que hubiese una forma no-humillante de escapar de esa 
situación. Demasiado tarde, se le olvidó que el hombre esperaba por su respuesta. 
—Sí… sí, por supuesto. Lo que tú digas, G.I. Joe. Estamos bien —Con eso, 
se giró sobre los talones y se marchó hacia el corredor, sus pies pegados a las 
baldosas de mármol —. Graciela te mostrará los alrededores —Dijo sobre su 
hombro antes de entrar a su habitación y azotar la puerta tras él. 
Una vez dentro, se recostó contra la puerta como si el hombre lo fuese a seguir. 
—Santa mierda —Murmuró, deslizando la mano dentro de su ropa interior 
y envolviéndola alrededor de su polla, apretando con fuerza para evitar la 
repentina excitación. Tomó unas cuantas respiraciones profundas, intentando 
domar su cuerpo y relajarlo, pero estaba demasiado ido. 
Wyatt jamás había tenido una reacción tan visceral ante otro ser humano. La voz 
de Linc era brusca y gruñona, y golpeó un acorde bajo en el estómago de Wyatt. 
Incluso con la tela voluminosa de la barata chaqueta negra del traje de Linc, Wyatt 
no pudo evitar notar el tamaño masivo de sus brazos. Él sabía que esos brazos 
podrían atraparlo con tanta fuerza como para dejar marca, podrían arrojarlo 
donde fuera, hacer que Wyatt se sometiera a sus deseos. 
Se giró, apoyando la frente contra la puerta antes de dejar que su mejilla 
descansara sobre la superficie. Joder. Se mordió el labio inferior para retener un 
gemido mientras movía su mano sobre su polla, la fricción seca era dolorosa y 
justo lo que necesitaba. Imaginó el rostro de Linc, imaginó su peso contra la 
espalda de Wyatt, su voz grave contra la oreja. Lo imaginó sujetándolo y 
follándoselo. Usándolo. 
“Si te digo que hagas algo, lo harás”. Su pecho se apretó, su respiración dejándolo 
en ráfagas apretadas mientras se masturbaba más rápido. Deseaba a ese hombre. 
Deseaba sus manos, sus palabras y sus demandas. ¿Qué hubiese pasado si Wyatt 
lo hubiese desafiado? ¿Linc lo habría castigado? Él mordió un gemido ante el 
pensamiento. 
“¿Fui lo suficientemente claro?”. 
—Joder, joder —Susurró, derramándose sobre su mano mientras las olas 
de éxtasis rodaban sobre su cuerpo y pintaban la parte de atrás de la puerta con 
su corrida. 
Se quedó en ese lugar, jadeando, los ojos cerrados con fuerza mientras recuperaba 
su respiración. 
 15 
— ¿Qué mierda? —Susurró. Después de un minuto, se sacó la ropa interior 
y caminó hacia el baño. Quizás una ducha fría era justo lo que necesitaba. 
Se decidió por una ducha tibia. Mientras lavaba su cuerpo con eficiencia clínica, 
Wyatt frunció el ceño. ¿Pero quién se creía este tipo? Él no tendría a algún hombre 
viejo ordenándole como si fuese un niño. Tenía casi veintitrés años. No se iba a 
inclinar ante algún súper-soldado que quería ponerle hora para dormir. 
Cerró la válvula del agua lo suficientemente fuerte como para que chillara en 
protesta. Una vez fuera de la ducha, se secó con una toalla y se giró para encarar 
a su reflejo en el espejo, examinando su cuerpo desnudo. Él no se estaba 
“consumiendo”. Seguro, quizás estaba más delgado de lo usual, pero eso era 
porque subsistía con lo que Graciela le traía de comer y no sabía cómo cocinar. 
Se inclinó hacia adelante, entrecerrando los párpados ante la visión de los círculos 
azulados bajo los ojos. ¿Desde cuándo tenía esos? No es como si tuviera 
problemas para dormir. Demonios, había dormido doce horas completas el día 
de ayer. 
¿Qué otra cosa había que hacer? Los rizos rubios estaban ahora pegados a su 
cuero cabelludo, haciéndolo ver un poco demacrado, pero no era como si 
estuviera en huelga de hambre. Era más como una limpieza, frutas y vegetales 
pasadas con café y bebidas energéticas. Él comía cuando tenía hambre. Solo que 
ya nunca se sentía realmente hambriento, no por comida al menos. Cuando sus 
ojos bajaron hasta los muslos, miró hacia otro lado, todavía no estaba listo para 
reconocer las cicatrices allí. En su lugar, empujó con el dedo su vientre plano, 
examinándose de cerca. ¿Estaba muy delgado? 
—Que se joda ese tipo —Dijo a nadie en particular. 
¿Por qué estaba dejando que un hombre que había conocido por cinco minutos 
se metiera en su cabeza? 
“Quizás porque lo quieres dentro de tus pantalones?” 
—Tú también cállate —Se dijo a sí mismo mientras apuñalaba con un dedo 
al reflejo en el espejo. 
 
 
 
 
 
 
 16 
Tres 
Linc 
 
Linc dejó caer su bolso en la cama tamaño King y agitó la cabeza mientras 
miraba alrededor. Jamás había visto una habitación así de grande. El techo 
elevado, y toda la mueblería tenían un escaso aspecto moderno que hizo que 
Linc se sintiera como si hubiese entrado un museo de arte. Una biblioteca de 
metal cubría la totalidad de la pared a su derecha y dos sillas negras curvadas de 
aspecto incómodo reposaban ante un mueble frente a la ventana que formaban 
dos paredes de su habitación. Todo era negro o blanco o acromatizado, pero la 
cama lucía lo suficientemente confortable para Linc, y eso era todo lo que le 
importaba. 
Tiró de su corbata hasta aflojar y la dejó caer sobre la cama, seguido de la 
chaqueta, la camisa y los pantalones. El senador no estableció ningún código de 
vestimenta particular y Linc se negaba a usar traje para cuidar de un malcriado 
niño rico en un condominio de diez millones de dólares. Se deslizó en una 
camiseta y un par de jeans azul pálido antes de caminar hacia la ventana y 
observar hacia la lejana y bulliciosa ciudad. 
 
Linc no estaba seguro que era lo que esperaba cuando Wyatt abrió la puerta, pero 
no era a un hosco ángel caído con brillantes ojos verdes y alborotados rizos rubios. 
Era todo músculo pulcro y bordes afilados, era ágil como si esos músculos los 
hubiese obtenido haciendo natación en la piscina, y no levantando pesas en el 
gimnasio. Sus rasgos eran casi… delicados. Pómulos altos y una mandíbula 
perfecta. Él era… Él era lindo. Hermoso, incluso. Los escultores trabajaban toda 
una vida para crear esa clase de perfección. 
 
Sacudió el pensamiento fuera de su cabeza. Wyatt era un niño, dieciocho años 
menor que él. No podía pensar en él como algo distinto a trabajo. Él era solo 
trabajo. Un cheque que realmente necesitaba. Si pensaba que sería problemático, 
un chico que necesitaba una mano firme y la corrección que su padre decía, 
entonces las cosas podrían salirse de control. Linc sabía perfectamente lo que 
había que hacer con chicos que necesitaban disciplina, y eso definitivamente no 
podría pasar. Nunca. Sin importar cuán atractiva le pareciera la idea. 
 
Tiró las cosas de la maleta y las empujó en el armario para mantener su cabeza 
fuera del chico que se hallaba tras la puerta. Quince minutos después, un suave 
golpe se escuchó. Él se detuvo y abrió la puerta de un solo golpe. 
 
Graciela estaba de pie del otro lado con un sándwich gigante y un vaso de leche. 
 
—Creí que podrías tener hambre —Dijo con una sonrisa plácida en el 
rostro. 
 
 17 
—Oh, uh, gracias —Tomó la ofrenda mientras ella observaba al interior 
de la habitación —. Uh, ¿quieres entrar? —Preguntó. No es como si fuese 
impropio; la habitación era del tamaño del apartamento de alguien más. Había 
una sala de estar, por el amor de dios. 
—Sí, por favor, solo un momento. Eso sería maravilloso. 
Él dio un paso atrás, haciendo un gesto con el vaso de vidrio para que entrara. 
Ella caminó hacia una de las sillas negras de forma extraña y tomó asiento. No 
era una mujer joven como pensó a primera vista. Su rostro era un mapa de 
arrugas y no usaba ni una gota de maquillaje. Podía ver que su cabello una vez 
negro había cedido hace tiempo al color plata, incluso aunque estaba atado en lo 
alto de su cabeza. 
Tomó asiento en la silla negra opuesta a ella y le dio una mordida gigante al 
sándwich, intentando no gruñir de placer ante la combinación de jamón con 
mostazadulce. 
—Está genial. Muchas gracias —Dijo alrededor del mordisco. 
Ella le sonrió por unos instantes antes de que su rostro se tornara serio. 
— ¿El señor Monty te envió para que fueras el nuevo niñero del muchacho? 
Linc arrugó el ceño ante esas palabras. 
—Me envió para cuidar de él por los próximos meses, sí. 
Ella se sentó derecha, sus ojos afilados como los de un águila. 
— ¿Qué fue lo que dijo respecto al Sr. Wyatt? 
—Que ha estado en varios accidentes. Y que estuvo bajo influencia en el 
último, lo que lo llevó a acabar bajo arresto domiciliario. Dijo que él era… 
impulsivo, temerario. Malcriado. 
—Los últimos dos guardaespaldas que mandó apenas y eran poco más 
mayores que él, y fueron fácilmente manipulados —la especialidad de Wyatt— 
pero no creo que tú seas dirigido tan fácilmente. 
—Haré mi trabajo —Dijo. 
—Eso espero. Él es frágil. Está vagando, siempre vagando —Ella se golpeó 
la sien con uno de sus dedos —. Justo aquí. 
Linc no estaba seguro de que significaba eso. 
— ¿Frágil? 
—El Sr. Monty se niega a ver a Wyatt por quién es. Nunca se le ha dado lo 
que realmente necesita. 
Linc contempló las palabras dando otra mordida antes de decir: — ¿Qué crees que 
necesita? 
—Tiempo. Atención. 
 18 
Linc resopló. 
—Está un poco viejo para actuar en búsqueda de atención, ¿no lo crees? 
La expresión de ella se tornó tormentosa. 
—Es un chico que fue criado por una nana tras otra nana desde el día que 
fue traído a casa desde el hospital. Carece de habilidades para vivir. Pero lo más 
importante, es que sus padres lo han tratado como algo de último momento. Un 
inconveniente desde el primer día. Sobre todo, su padre. 
Linc no tenía ni idea porque ella estaba contándole todo esto, pero asintió de 
todas maneras. 
Ella no había terminado. 
—Vengo todos los días y pretendo limpiar el suelo con la aspiradora solo 
para saber que él está bien. Para estar segura que no ha hecho alguna cosa 
estúpida. Pensé que tener a esos guardias alrededor serviría de algo, pero ellos no 
estaban interesados en ver la verdad. 
— ¿La verdad? 
—Solo tienes que ver debajo de sus palabras. 
—No entiendo. 
Ella le regaló una sonrisa triste y se puso de pie. 
—Sé que no lo haces, pero no eres el único que firmó ese estúpido papel. 
No puedo decirte lo que sé, pero estoy esperando que aun así puedas verlo. 
Disfruta de tu sándwich. 
Con eso último, ella lo dejó para que descifrara su mensaje. 
 
*** 
 
El sonido del vidrio quebrándose a la distancia levantó a Linc y lo puso en 
movimiento. Miró de reojo al reloj. La una y cuarenta de la mañana. Había 
logrado dormir menos de una hora. Calladamente abrió la puerta de la habitación 
y caminó descalzo hacia el sonido en algún lugar de la vecindad de la sala. Estudió 
la habitación oscurecida, pero nada se veía fuera de lugar. Entonces, notó las 
puertas del balcón lo suficientemente abiertas como para acomodar un cuerpo, 
pero la única luz era la del brillo del agua de la piscina. 
Linc empujó las puertas hasta abrirlas lo suficiente para caber entre ellas e 
inició el proceso de nuevo, estudiando la parte de atrás del porche localizando 
algún signo de vida. Su mirada recayó sobre una mancha color óxido, 
haciéndose más grande, ampliándose como sangre sobre las baldosas de 
travertino blanca. Se acercó, notando los trozos de vidrio repartidos a través del 
 19 
charco y más allá, casi llegando al agua. No era sangre. Era vino. El sonido de 
algo roto debió haber sido la botella de vino. 
— ¡Hola, G.I. Joe! Justo a tiempo. ¿Puedes buscarme otra botella? Rompí 
la mía y estoy un poco atrapado aquí —Dijo en una risita. 
El corazón de Linc se detuvo. Justo arriba de la botella rota, Wyatt reposaba a 
través de la barandilla de concreto del balcón, mirando hacia Linc con ojos 
vidriosos. 
— ¿Qué haces allá arriba? —Preguntó Linc, manteniendo la voz calmada. 
—Estoy durmiendo. Bueno, estaba tratando de dormir, pero mi cerebro 
seguía y seguía, así que salí por un poco de aire. ¿No te parece que la luna está 
preciosa esta noche? Las dos de ellas —Alzó la mano hacia el cielo con una risa 
aguda. 
Antes de que Linc pudiera decir algo, Wyatt se sentó antes de perder el balance y 
casi caerse hacia atrás por el balcón. 
—Oops. Nop —Dijo, mirando hacia el océano —, eso estuvo cerca —La 
sangre corría por los oídos de Linc. Monty Edgeworth tenía razón; su hijo era un 
imprudente. Linc tomó el camino largo alrededor de la piscina para evitar el 
vidrio, y cuando estuvo lo bastante cerca como para alcanzar la rodilla de Wyatt, 
el chico lo miró y le sonrió —. Oh, hola, Joe —Dijo como si no hubiesen tenido 
una conversación sesenta segundos atrás. 
—Voy a adivinar que mi regla sobre nada de bebidas y drogas no 
penetró8—Gruñó mientras miraba sobre el borde de la barandilla hacia otra 
piscina dieciocho pisos más abajo. 
Wyatt resopló. 
—Dijiste “penetrar” —Linc rodó los ojos, jalando cuidadosamente a Wyatt 
en una posición sentado. Wyatt miró hacia abajo, a él y le dio una sonrisa 
bobalicona —. Estás viejo. Cómo, muchísimo más viejo que yo e incluso más viejo 
que los otros “supersoldados” que mi papá contrató para que me cuidaran. 
—Gracias —Dijo Linc apretando los dientes mientras tiraba de Wyatt de su 
percha antes de girarse y depositarlo en el suelo, cuidadosamente lejos del vidrio. 
Wyatt se lanzó hacia adelante, sus suaves manos recorriendo el vello del pecho de 
Linc y sus pezones. Linc debió haberse puesto una camiseta antes de salir a 
investigar. No cometería ese error de nuevo. 
Esperó a que el chico bajara las manos, pero, en su lugar, él deslizó las palmas 
hacia abajo, trazando los surcos de sus músculos abdominales, alejando las 
manos justo antes de que las puntas de los dedos se deslizaran debajo de la banda 
elástica del pantalón de pijama de Linc. 
Jesús. 
 
8 Se refiere a que la idea no quedó clara. 
 20 
Wyatt lo observó debajo de las pestañas con curiosidad. 
— ¿Cómo puedes ser tan viejo y estar tan caliente? Apuesto a que las chicas 
hacen fila para ti, ¿eh? Incluso las de mi edad probablemente desean que seas su 
sugar daddy 9 ¿Puedes ser un sugar daddy sin tener dinero? 
Linc luchó por formar algún pensamiento coherente. Toda su sangre se precipitó 
de su cerebro hacia su polla en el momento en que Wyatt lo tocó. 
—No tengo idea. No es realmente mi área. 
¿Estaba el chico intentando distraer a Linc? ¿Hacerlo enojar? ¿Confundirlo? 
¿Estaba Wyatt confundido? Linc caminó con él de regreso alrededor de la piscina, 
las manos sobre ambos brazos, apresándolos a ambos lados en caso de que el niño 
tuviera la idea de manosearlo de nuevo. Linc no estaba seguro de ser tan fuerte. 
Wyatt se detuvo, forzando a Linc a hacer lo mismo. 
—Que mal, serías un excelente daddy. 
La polla de Linc palpitó, pero él solo empujó a Wyatt de regreso a la casa. 
Una vez dentro, el chico se sacudió del agarre de Linc y tropezó hacia la cocina. 
—Muero de hambre. 
Wyatt jaló una lata de crema batida del refrigerador, agitándola y rociando el 
contenido dentro de su boca para gemir obscenamente después. Linc rodó los 
ojos, arrebatándole la lata y devolviéndola a su lugar. 
—Eso no es comida. Siéntate y te preparé algo. 
Una sombra extraña se cruzó en el rostro del niño antes de que le diera una 
sonrisa desequilibrada. 
—G.I. Joe puede cocinar —Dijo en un jadeo falso —. Plot twist10 
Linc ni siquiera se molestó en responder. Abrió el refrigerador, escrutando el 
contenido. Había fettuccini en uno de los estantes y espinaca cruda en el cajón de 
verduras. Explorando un poco más encontró crema, mantequilla y parmesano; 
era todo lo que necesitaba. Gastó otros diez minutos intentando encontrar las 
especias y las ollas y sartenes para la carne. Calentó la mantequilla en la sartén y 
dejó caer la espinaca dentro. 
Cuando se dio vuelta, Wyatt se estaba entreteniendo al sacar las almendras de un 
boly estaba arreglándolas para formar figuras. 
—Ven aquí. 
 
9 El término es utilizado para referirse a hombres que se encuentran en una relación transaccional (dan 
dinero, regalos, etc) con una persona mucho menor que él. El término Baby (bebé) y Daddy, es también 
usado en juegos de rol sexuales. 
10 Giro Argumental, es considerado un cambio inesperado en la cadena de acontecimientos de una 
trama. 
 21 
Wyatt parpadeó hacia él. 
— ¿Qué? 
—Puedes ayudar. No soy tu cocinero. 
Wyatt se levantó, caminando hacia él con miedo, como si fuera alguna farsa 
elaborada. Linc le tendió la espátula de madera. 
—Solo revuélvela en la sartén para que no se quemen, ¿de acuerdo? 
Wyatt arrugó la frente pero asintió, mirando hacia la sartén con la misma 
concentración que si estuviera desmantelando una bomba. Linc sonrió. No pudo 
evitarlo. 
Abrió la crema y ralló el parmesano antes de regresar a la sartén. Tan pronto como 
se acercó, Wyatt empujó la espátula hacia él. 
—Toma. 
—Uh-uh. Tú eres el chef. Yo soy el maestro. Es fácil, solo agrega esto —Linc 
le tendió la crema. Wyatt la observó estúpidamente antes de tomarla y verterla en 
la sartén con la finura de un infante. La crema siseó al tocar el calor, y Wyatt se 
sobresaltó, mirando con ojos enormes hacia Linc —. Está bien. Ahora, vas a 
envolver el parmesano lentamente mientras agitas, ¿entiendes? 
Wyatt no respondió, simplemente sacudió el parmesano dentro de la salsa. 
“No está mal”. Pensó Linc. Agregó la pasta en el agua hirviendo y sacó dos platos 
del gabinete. 
Cuando sirvió la pasta, llenó dos vasos de agua y los colocó junto a los platos. 
Wyatt se subió sobre el taburete al lado de Linc y tomó el cubierto. 
—No. El agua primero. Bebe todo el vaso, y después podrás comer —Wyatt 
observó fijamente el fettuccini con anhelo antes de tomar el vaso de agua y 
vaciarlo —. Buen chico. 
Las palabras dejaron la boca de Linc antes de que pudiera detenerlas. 
Podía sentir la mirada de Wyatt arder contra el lado de su rostro, pero se negó a 
mirarlo. En su lugar, se deslizó del taburete y rellenó el vaso de Wyatt. 
—Come, o se enfriará. 
—Ok —Wyatt murmuró. 
Comieron en silencio. Una vez que habían terminado de cenar, Linc enjuagó los 
trastes y los apiló en el lavabo. 
—Hora de dormir —Dijo Linc, empujando al muchacho hacia el corredor 
—. Vamos. 
Wyatt se movió, sin hablar todavía. Cuando llegaron a su habitación, se giró hacia 
Linc. 
 22 
— ¿Le dirás a mi papá que estuve bebiendo? —Linc lo examinó, intentando 
no perderse en esos luminosos ojos verdes. 
— ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres que le diga que has estado bebiendo así 
tendrá otra razón para estar enojado contigo? 
El rostro de Wyatt cayó y sus mejillas ardieron. 
—Buenas noches, Linc. Gracias por la pasta. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 23 
Cuatro 
Wyatt 
 
Dos disparos tuvieron a Wyatt enderezándose en su cama. No podía ver. El sabor 
del metal llenó su boca, electricidad sacudiendo a lo largo de su columna 
vertebral. Estaba ciego. 
— ¡Levántate y brilla! 
Las palabras explotaron en su cabeza como esquirlas de una bomba sucia. Sus 
manos volaron a su rostro, alivio recorriéndolo mientras se daba cuenta que 
usaba una máscara de seda para los ojos y el sexy-como-la-mierda soldado 
gritándole no le había, de hecho, disparado y cegado. Los fuertes golpes debieron 
haber sido el puño de Linc golpeando su puerta antes de entrar. 
Su alivio duró poco mientras se quitaba la máscara y el sol chamuscaba un hueco 
a través de su ya adolorido cerebro. No pudo evitar el gemido que se le escapó. 
— ¿Por qué? —Fue todo lo que pudo decir. Su lengua se sentía como si la 
hubiera arrastrado a través de miles de alfombras sucias. 
¿Qué había pasado la noche anterior? Él no quería saber. Deslizó la máscara 
devuelta a su sitio antes de rodar y acurrucarse más profundo en el edredón 
atrapado debajo de él. Hubo un momento en que el mundo se enderezó antes de 
que su estómago se agitara y el colchón comenzara a subir y bajar como si 
estuviera cabalgando las olas de un mar embravecido. 
— ¿Por qué la cama se está moviendo? —Gimió. 
Una risa baja sonó desde la proximidad de la entrada. 
—No lo está. Tienes resaca. 
— ¿Por qué... estás... gritando? —Preguntó en un susurro desesperado. 
—No estoy gritando ¿Por qué estás desnudo? 
—No estoy des… —Empezó. 
Excepto que él sí lo estaba. Totalmente desnudo y tendido sobre los cobertores 
como si se estuviera presentándose a sí mismo a Linc. Oh, Dios. Su ya dolorida 
polla palpitaba. Estaba agradecido de estar acostado sobre su estómago. Pero eso 
lo dejaba en un extraño predicamento ¿Sólo se quedaba allí, trasero arriba, hasta 
 24 
que Linc se fuera? ¿Se cubría y actuaba como si fuese alguna escandalizada 
doncella? 
Otro pensamiento envió un estremecimiento a través de él ¿Estaba Linc 
mirándolo?... Chicos militares... Todos ellos tenían novias y esposas. Incluso 
aquellos que eran gays estaban tan metidos en el armario que se divertían con las 
criaturas del bosque en Narnia. 
¿Qué demonios estaba mal con él? Todo. Jodidamente todo. 
“Serías un excelente Daddy”. 
Calor inundó el rostro de Wyatt. Jesús, en realidad le había dicho esas palabras a 
Linc anoche. Había mirado esos cálidos ojos color whisky y le había dicho a G.I. 
Joe que sería un buen Daddy ¿Qué carajos? A Wyatt no le quedaba de otra más 
que quedarse acostado allí con resaca, cachondo y sólo esperar a estar hambriento 
hasta finalmente morir. Él nunca más podría volver a mirar a los ojos a Linc. 
Como ¿Quién podría decir mierda como esa? No chicos rectos. Y definitivamente 
no a otro chico recto. Él no podría salir de esta sin una explicación “no homo”. 
Él esperaba que su humillación de alguna manera disminuyera su erección. 
Aparentemente, Wyatt tenía todo tipo de fetiches ¿Linc se había ido? ¿Estaba él 
mirándolo? Dios, el pensamiento de Linc mirándolo lo tenía queriendo 
arquearse, empujar sus caderas en el aire, presentarse ante él ¿Le gustaría lo que 
veía? ¿Querría más? ¿Cómo sería más con alguien como Linc? Quería saberlo más 
de lo que quería su siguiente respiro. Más de lo que quería que su resaca 
desapareciese. 
Linc dejó salir una estrangulada tos y luego se aclaró la garganta. 
—Te lo dije ayer. No dormirás todo el día. Levántate y métete en la ducha. 
Te haré algo de comer. 
Wyatt tragó. 
—Sólo necesito otra hora, mi cabeza está palpitando. 
—Hay una botella de agua al costado de tu cama y algo de ibuprofeno, toma 
las pastillas, bebe toda la botella y luego métete en la ducha —Cuando Wyatt no 
se movió, Linc ladró —. Ahora. 
—Estoy un poco desnudo aquí. 
Linc bufó. 
—Si tuvieses algo que nunca antes hubiese visto, le tiraría un dólar —
Prometió, su voz mucho más grave de lo que Wyatt recordaba. 
Era claro que Linc no se estaba yendo… nunca. 
 25 
—Sí, bien. 
Una vez más, se quitó la máscara de ojos, pero esta vez cuando se dio la vuelta 
hasta sentarse, se llevó los cobertores con él, incluso si parecía un poco ridículo. 
Luchó para mantener el contenido de su estómago en su sitio mientras el mundo 
lo atacaba por todas partes. Linc lucía fresco y limpio en su par de jeans y su 
camisa color oliva. Wyatt había estado en lo cierto, los brazos de Linc eran 
enormes. Él era enorme ¿Era enorme en todas partes? Wyatt se forzó a alejar el 
pensamiento antes de comenzar a tapar las sábanas. 
Linc miró a Wyatt con una extraña mirada cautelosa. Wyatt hizo un show 
lanzando las pastillas hacia atrás y succionando las doce onzas de agua antes de 
dar vuelta a la botella vacía así Linc vería que le había hecho caso. Linc bufó y 
sacudió la cabeza, pero no dijo nada. 
Buen chico. 
Linc le había dicho eso anoche. Él prácticamente lo había ronroneado ¿Fue eso 
real? No podía ser. Ni siquiera veinticuatro horas con este tipo y Wyatt ya estaba 
listo para un manicomio ¿Cómo iba a sobrevivir los siguientesseis meses con este 
hombre? Su jodido padre idiota finalmente había encontrado el castigo perfecto. 
Una vez Linc se fue, Wyatt prácticamente se arrastró hacia el baño. Puso el agua 
caliente y se sentó en el piso de la ducha hasta que alguna de las telarañas en su 
cerebro finalmente se desvanecieron. Él no confiaba en sí mismo para estar cerca 
de una rasuradora. Se cepilló los dientes y se puso un par de joggers negros y la 
primera camiseta que su mano tocó, una camisa cuello V color blanco con el logo 
de Chanel en letra negra. No trató de domar sus rizos húmedos. Estaba 
demasiado ocupado tratando de navegar caminando y respirando a la misma vez. 
¿Cuánto siquiera había tomado la noche anterior? 
Cuando él trastabilló hasta la cocina, encontró a Linc inclinado contra la encimera 
de la cocina con una taza de café en sus manos mientras leía un periódico doblado 
¿Quién lee periódicos hoy en día? Todas esas cosas podrían ser encontradas en 
línea. En Facebook, incluso. Las personas mayores aman Facebook. 
Sobre la encimera estaba un plato con dos piezas de tostadas con mantequilla y 
una taza de café negro. Esto detuvo a Wyatt en frío, su pecho contrayéndose 
dolorosamente. Tragó fuerte, parpadeando repentinas lágrimas de sus ojos. Para 
alguien que no sabía nada acerca de él, ese prácticamente extraño parado en su 
cocina podría ser su esposo, quien le había preparado a Wyatt el desayuno. Linc 
estaba descalzo, por el jodido amor de Dios. Wyatt no sabía por qué eso 
importaba—porqué algo de esto importaba. La frustración lo tenía queriendo 
voltearse y correr, pero sus pies parecían pegados en su lugar. 
Linc miró hacia arriba. 
—Bien, por fin. Siéntate. Come todo. 
 26 
Wyatt se frotó los ojos con probablemente más fuerza de la necesaria. 
— ¿Estás bien? —La preocupación en la voz de Linc era como una mano 
contra su tráquea. Succionó en un respiro tembloroso. 
—Seh, el olor del café acaba de revolver mi estómago. Hizo a mis ojos 
aguarse. Eso es todo. 
Linc gruñó pero no respondió. Wyatt estaba agradecido. Estaba demasiado crudo 
para que alguien le preguntara sobre algo. Se sentó en el bar y mordisqueó su 
tostada, ignorando el café. Él prefería un poco de café con su crema y azúcar, pero 
no parecía poder permitirse abrir la boca y pedir por ello. Dios, él era un jodido 
desastre. 
Afortunadamente, Linc lucía contento de pararse allí y leer su periódico ¿Se había 
ido y conseguido un periódico o se lo habían entregado? Wyatt nunca había 
notado uno antes. Él no sabía por qué esto importaba—porqué algo de esto 
importaba. Solo necesitaba algo inocuo en qué ocupar su cerebro en lugar del 
hombre a seis pies de distancia. 
Él iba a preguntar—sólo para llenar el silencio—cuando un extraño chirrido vino 
del bolsillo de Linc. Él sacó su celular y frunció el ceño al identificador de 
llamadas. 
Linc movió sus ojos hacia Wyatt. 
—Tengo que contestar. Come —Dio la vuelta a la esquina, pero Wyatt aún 
podía escuchar cada palabra —. Hey, corazón ¿Todo bien? 
Una vez más, la extraña presión en el pecho de Wyatt regresó. Por supuesto que 
tenía una novia, quizás incluso una esposa. Muchos militares no usan anillos. Él 
tomó otra tentativa mordida a su tostada, forzándose a masticar y tragar. 
—Lo sé. Diles que estoy trabajando en ello — ¿Qué exactamente había 
dicho “corazón”? ¿Trabajando en qué? —. Está bien, bueno, los llamaré dentro de 
poco, trata de conseguirnos un poco más de tiempo —Otra pausa, y un enorme 
suspiro. 
—Mira, lo sé ¿A qué hora es la cita con el doctor? —De quién era la cita con 
el doctor. Wyatt gritó silenciosamente —. Asegúrate de darte una hora para 
tenerlo listo. Él estuvo luchando el otro día. Quiere hacer todo él mismo, pero no 
puede. 
Jesús ¿Una esposa y un hijo? Wyatt empujó su plato lejos, pastillas, agua y la 
mitad de un pedazo de tostada agitando su estómago. 
—Sí. Lo sé. Llámame cuando dejes la oficina. Te amo también. 
 27 
Wyatt levantó su café y miró dentro de éste de manera triste. Linc fruncía el ceño 
cuando regresó de la vuelta de la esquina, mirando fijamente al plato aún lleno 
de Wyatt. 
—Dije que todo. 
Wyatt bajó su café y se inclinó hacia atrás contra el respaldo de hierro fresco del 
taburete de la barra. 
—No puedo. Vomitaré. 
Linc acechó hacia adelante, empujando el plato hacia él. 
—Tú puedes y lo harás. Esto no es negociable. 
Un diminuto estremecimiento recorrió a lo largo de la columna de Wyatt, sus 
pezones se pusieron duros por el tono severo de Linc. Pero él sacó la barbilla. 
—Dije que no puedo. 
Linc se inclinó en su espacio hasta que su aliento sopló contra su mejilla. Él olía 
a café y sándalo. 
—Escucha, niño, tengo todo el día. Si se necesitan los próximos seis meses 
para que te comas dos malditas tostadas, entonces eso es lo que tomará. 
Pruébame. 
Wyatt lamió sus labios, pensando en que no había nada en el mundo que le 
gustaría más que probar a Linc. Él trató de no dejar caer su mirada a las mangas 
estiradas sobre los bíceps musculosos que lo dirigían a unos antebrazos perfectos 
cubiertos con pelo oscuro. 
Wyatt estaba tan jodido. Empujó sus pensamientos lejos, burlándose del hombre 
mayor. 
—Bien, pero si vomito sobre el mostrador, tú se lo vas a explicar a Graciela. 
Linc levantó una gruesa ceja. 
—Si vomitas en el mostrador tú vas a limpiarlo, mocoso. Tienes veintidós 
años. Es tiempo de actuar como tal. 
Algo estalló en el estómago de Wyatt. 
—Lo siento, pero ¿Quién diablos eres tú? Eres solo un jodido 
guardaespaldas. No eres mi jodido entrenador de vida. Esa chica renunció hace 
como seis meses atrás. Me comeré tu estúpida jodida tostada, pero puedes dejar 
de actuar como si dieras una mierda acerca de mí. Nos conocimos ayer —En el 
minuto en que las palabras salieron de su boca, Wyatt quiso succionarlas de 
 28 
regreso. Quería inventar una máquina del tiempo y retroceder treinta segundos y 
no sonar como el patético perdedor que realmente era en el fondo. 
Se quedó mirando su plato durante un minuto antes de atreverse a mirar hacia 
arriba de nuevo. Linc lo examinó, la frente surcada pero los ojos suaves... Casi 
como si sintiera pena por él. Eso hizo que Wyatt quisiera tirar algo, beber algo, 
hacer un salto de cisne desde el balcón. Cualquier cosa para alejarse de la mirada 
compasiva de Linc. 
Cogió la segunda tostada sin tocar, la dobló y se la metió toda en la boca, luchando 
contra la urgencia de vomitar mientras la masticaba desafiante. 
Linc sonrió y el corazón de Wyatt dejó de latir, toda la sangre de su cuerpo entero 
dirigiéndose al sur. Su mirada siguió a Linc mientras caminaba alrededor del 
mostrador. Por un momento, Wyatt pensó que estaba viniendo hacia él, pero 
luego él caminó pasándolo a través de la sala de estar hacia el pasillo. Dejó salir 
un suspiro tembloroso, la decepción y el alivio inundaron su sobre estimulado 
sistema en igual medida. 
Un calor repentino floreció contra su espalda y el mundo se inclinó sobre su eje 
cuando el rostro de Linc apareció repentinamente junto al suyo, sus labios lo 
suficientemente cerca como para presionar sus palabras contra la piel de Wyatt. 
—Buen chico. 
Wyatt se mordió el labio inferior, luchando contra el impulso de inclinarse hacia 
las palabras, pero Linc ya estaba caminando lejos de nuevo. 
—Jódete —Susurró Wyatt para sí mismo. 
—No pienses que vas a pasar el día descansando junto a la jodida piscina 
todo el día. Vas a hacer de ti mismo alguien útil —Dijo Linc desde algún lugar del 
pasillo. 
¿Cómo diablos Wyatt iba a hacer eso? 
 
 
 
 
 
 29 
Cinco 
Linc 
 
Linc se encerró en su habitación y fue derecho al baño. Se salpicó el rostro con 
agua fría y se maldijo a sí mismo por ser un maldito idiota. Ni siquiera tenía 
cuarenta y ocho horas en el trabajo y ya estaba jugando a la gallina 11con un chico 
de la mitad de su edad. Él era una edición limitada de “jodidamente estúpido”. 
Wyatt era mimado,osado y dañado de mil maneras diferentes, pero mierda si la 
polla de Linc no se ponía firme cada vez que el malcriado lo miraba fijamente, 
suplicando que Linc lo hiciera obedecer. 
Wyatt era perfecto en cada aspecto. Hermoso, hosco, terco… lo suficientemente 
roto como para no importarle que la guerra hubiera dejado a Linc jodido de 
maneras que ni siquiera podría empezar a describir con palabras. La mirada en 
la cara del chico cuando Linc se había ido sin alabarlo por hacer lo que se le había 
dicho… Mierda ¿Cómo podría no volver? ¿No decirle las palabras por las que él 
había estado tan desesperado? Linc era sólo humano. 
Pero él tenía que hacer su jodido trabajo, lo necesitaba más que nada. Personas 
contaban con él. No se podía distraer. Él no podía ser lo que Wyatt necesitaba. Se 
miró fijamente al espejo ¿Por qué estaba siquiera contemplando esto? Ellos ni 
siquiera se conocían. Necesitaba tener control de sí mismo y sus perversiones. 
Pero Wyatt lo quería. El muchacho era un enorme vacío succionándolo y Linc no 
quería nada más que llenarlo todo, una y otra vez, darle lo que él tan 
desesperadamente quería. Pero Linc sería un monstruo por ceder. Wyatt era una 
gran herida abierta, desesperado por alguien que fuera todas las cosas que su 
padre no era y Linc no podía hacer eso, no de la forma en la que el muchacho lo 
necesitaba, no de la forma en la que nadie lo necesitaba. Había algo mal con él; 
un cable se había cruzado y ahora ya no habría vuelta atrás. 
Se tenía que masturbar y jodidamente olvidarse de ello. Poner todos estos 
pensamientos en una caja y colocarlos en un estante y simplemente hacer su 
maldito trabajo. Nunca debió haber entrado en la habitación de Wyatt anoche. 
Había sobrepasado los límites de sus deberes. Pero después de verlo sobre esa 
barandilla, a una fuerte ráfaga de viento o a un torpe paso ebrio de la muerte, la 
 
11 "Playing chicken" es un juego mental donde se espera que la otra persona se rinda antes que tú, 
básicamente tratando de probar quién es el más cobarde. 
 
 30 
tristeza prácticamente radiando de él… Linc sabía que no podría dormir sin antes 
revisar y asegurarse de que él estaba bien. 
No había esperado encontrarlo con los ojos vendados, desnudo y expuesto como 
una ofrenda. Toda esa piel pálida cremosa contra el negro puro de los edredones 
había dejado a Linc duro y goteando, el sólo imaginarse todas las cosas que le 
podría hacer. Incluso había contemplado deslizar sus manos dentro de su 
sudadera y masturbase mientras miraba al muchacho dormir antes de que 
pudiera entrar en razón. 
Sería demasiado fácil tomar al muchacho, hacerlo suyo. Serías un buen Daddy. 
Eso es lo que había dicho Wyatt. Daddy. La palabra había estado en la cabeza de 
Linc toda la noche mientras se empujaba contra su puño apretado, ojos 
fuertemente cerrados, imaginándose a Wyatt montando su polla, con su cabeza 
inclinada hacia atrás, rojos labios llenos semiabiertos mientras jadeaba, 
suplicándole a su Daddy que le diera lo que necesitaba. Mierda, Linc quería eso. 
Él quería hacerlo rogar. Quería escuchar las súplicas desesperadas salir de esos 
perfectos labios pecaminosos. Quería saber cómo luciría Wyatt inclinado hacia 
delante y cubierto con las huellas de las manos de Linc. 
Mierda. 
Linc estampó sus puños contra el mostrador. Él era un maldito soldado, y este 
niño era un trabajo. También era el hijo de un poderoso senador conservador que 
no tenía reparos en tratar a su propio hijo como un criminal. De la nada, los 
comentarios del senador sobre su oponente hicieron ruido en su cabeza. Los gays 
se descontrolarían. ¿Habría este gilipolla contratado a Linc para asegurarse de 
que su hijo se quedara firmemente dentro del clóset? 
Se sacudió la cabeza. No podía envolverse en drama familiar político. Él no podía 
ser lo que Wyatt necesitaba, sin importar lo mucho que la idea lo atraía. 
—Contrólate, estúpido. 
Linc necesitaba desahogarse. Se cambió y se puso unos shorts negros de deporte, 
encaminándose hacia el pasillo que llevaba al gimnasio incorporado en casa que 
Graciela le había señalado en el tour rápido que le había dado el día anterior. 
Justamente iba cruzando el umbral cuando lo escuchó. Un quejido agudo, 
seguido de un ahogado sonido angustiado y luego a Wyatt repitiendo: —No, no, 
no, no, no, no. 
Linc se dio la vuelta, regresando de vuelta hacia la cocina, frunciendo el ceño al 
escuchar sonidos de golpes y choques frenéticos. Ya estaba casi llegando a la sala 
de estar cuando Wyatt gritó su nombre. — ¡Linc! 
Él había pasado demasiadas horas la noche anterior imaginándose todas las 
maneras en las que podría hacer a Wyatt gritar su nombre, pero ninguna de ellas 
 31 
lo había preparado para la imagen del chico de pie en la cocina siendo lentamente 
invadido por un mar de espuma blanca. 
Los ojos de Wyatt en seguida se posaron en él, sus labios mojados y su pecho 
agitado. Cristo, era una maravilla incluso cuando estaba en pánico. — ¿Qué estás 
haciendo? —. Linc preguntó, con una voz serena. 
—Tratando de ayudar —. Gritó él. Linc no dejó pasar el tono acusatorio de 
su voz. 
Mientras Linc analizaba lo que estaba pasando sin problemas, no estaba listo 
todavía para rescatar a Wyatt. 
— ¿Cómo, exactamente? 
—Estaba lavando los trastes —. Replicó con indignación. 
Linc no pudo evitar sonreír mientras las burbujas crecían, regándose más allá de 
la isla. Wyatt estaba adorablemente aturdido, con una mirada fulminante y 
señalando hacia el desastre blanco como si este le hubiera hecho algo malo. Linc 
respiró profundo y les dijo adiós a sus zapatillas deportivas favoritas antes de 
meterse cuidadosamente de lleno en la hazaña. Hizo una mueca cuando las 
burbujas se aferraron a sus piernas descubiertas y el agua se impregnaba en sus 
zapatos y medias. 
Creyó que Wyatt se iba a hacer a un lado mientras él se acercaba, pero este ignoró 
a Linc mientras apuñalaba furiosamente los tantos botones que tenía el 
dispositivo. En defensa del niño, Linc había visto plataformas de lanzamiento de 
misiles con menos botones ¿Era esto un lavaplatos o un transformers? 
—Muévete —. Le ladró. 
Wyatt lo miró sobre su hombre antes de intentar hacer lo que se le pedía. Se movió 
a un lado, aterrizando su pie descalzo en las zapatillas de Linc, haciéndolo 
tropezar. Las manos de Linc se dispararon, cerrándose alrededor de la cintura de 
Wyatt, agarrándolo firmemente, jalándolo de vuelta contra su pecho con más 
fuerza de la necesaria. La respiración brusca de Wyatt le provocó una sacudida 
eléctrica a largo de la piel de Linc, sus dedos clavándose entre los surcos de la 
estrecha cintura del muchacho a través de la delgada capa de algodón. 
Por un momento ambos se quedaron congelados. Wyatt se sentía bien entre sus 
brazos; encajaba perfectamente, sus alborotados rizos descansando justo debajo 
de la barbilla de Linc. Sus manos flexionadas mientras el aliento de Wyatt salía 
en pequeños jadeos. Linc quería jalar de esos rizos angelicales para mover su 
cabeza a un lado, morderlo hasta que tuviera moretones a lo largo de su cuello, 
marcarlo para que todo el mundo lo pudiera ver. El impulso de arrastrar sus 
dientes sobre toda esa piel pálida tenía su polla levantada con atención y no había 
manera de que el niño no pudiera sentir su excitación presionando contra él. 
 32 
Wyatt no se movió, no lucho para apartarse. Estaba rígido en los brazos de Linc, 
esperando- esperando las órdenes de Linc. El niño haría lo que sea que Linc 
quisiera, lo sabía de una manera en la que nunca podría explicar a ninguna otra 
alma. Wyatt era de él: suyo para besarlo, suyo para follarlo, suyo para proteger y 
disciplinar. Cristo, nada de esto tenía sentido, pero Linc sabía que él no estaba 
equivocado. Si él le bajaba la sudadera al muchacho ahí y ahora mismo, Wyatt lo 
permitiría. Linc se podría deslizar dentro del calientecanal de Wyatt y follarlo 
doblado contra la isla de la cocina, manos alrededor de su cuello mientras Wyatt 
jadeaba por aire, tomando sólo lo que Linc le permitiera. 
Él tenía que parar esto, dejarlo ir. En lugar de eso, envolvió sus brazos aún más 
alrededor de la cintura del niño, acurrucándolo contra su pecho mientras se 
inclinaba hacia delante y presionaba el botón de apagado. La montaña de espuma 
paró de derramarse de los lados de la máquina, pero no ayudó en nada a 
disminuir el desastre que ya estaba ahí. 
El lavaplatos se quedó en silencio, la luz verde apagándose. Linc podía sentir el 
tenso vientre de Wyatt subiendo y bajando contra la amplia extensión de sus 
dedos mientras se quedaban ahí paralizados por lo que sea que esto fuera. Wyatt 
se sentía tan cálido contra él y olía como a especias y flores. 
— ¿Qué hiciste? —. Murmuró Linc, tratando desesperadamente de romper 
el hechizo. 
 — ¿Qué? —. Balbuceó Wyatt, distraído. 
Linc soltó una risa entre dientes, su barbilla descansando encima de la cabeza de 
Wyatt. — ¿Qué usaste como jabón? 
Haciendo un gesto indefenso, la espuma flotando alrededor de sus dedos y 
aterrizando en su mejilla. —No soy estúpido, usé jabón para trastes —. Arrebató 
la botella del líquido púrpura viscoso y le señaló las palabras “jabón para trastes” 
antes de mirar sobre su hombro a Linc. — ¿Ves? 
Linc se quedó sin aliento ante la desesperación en los ojos de Wyatt. Él quería la 
aprobación de Linc, su reconocimiento, incluso para algo tan simple como esto. 
Linc estaba jugando con fuego, pero joder si no era un sentimiento embriagante. 
—El jabón para trastes se usa en el lavabo. El detergente va en el lavaplatos 
—. Dijo Linc con gentileza. 
La luz en la mirada de Wyatt se apagó, su boca perfecta doblándose hacia abajo 
en las comisuras mientras se alejaba de Linc. Tendría que haberlo dejado ir, pero 
lo sostuvo firmemente. —Fue un error honesto. Fue un buen intento. 
—Claro, seguro. Como sea —. Wyatt dijo, agachando la mirada de vuelta a 
la botella. 
 33 
Dios, este niño era tan abierto, tan frágil. Linc entrelazó sus dedos sobre los rizos 
de Wyatt, tirando para atrás su cabeza, obligándolo a conectar su mirada. —Oye, 
no hagas eso. 
La polla de Linc se paró con atención cuando Wyatt se estremeció contra él, sus 
labios abriéndose. Linc bajó la cabeza. 
Un ruido fuerte resonó como si una mano invisible estuviera golpeando un gong 
en algún lugar cercano a la puerta, y luego de repente una chica de rizos castaños 
alborotados entró a la sala de estar con una enorme bolsa en un brazo y su 
teléfono en el otro. — ¡Wyatt! Te necesito ¿Mi día ha sido un completo desas…tre? 
—. Se fue apagando, quedándose corta mientras los miraba fijamente a los dos. 
Linc dejó caer sus brazos, tomando dos pasos hacia atrás. La chica alzó ambas 
cejas, sonriendo con satisfacción. —Oh, bueno, hola ahí. 
Linc carraspeó. —Creo que ya está todo bien. Por qué no te vas con tu amiga y 
yo… yo me encargaré del desastre. El lavaplatos probablemente estará fuera de 
servicio por un tiempo. 
Wyatt tragó duro, dándole a Linc una última mirada anhelante antes de voltearse 
donde la chica. — ¿Qué te dije sobre irrumpir aquí? 
Ella se arrugó la cara. —Joder si lo sé ¿Estaba sobria? 
Se burló, tirando de su brazo y llevándola por el pasillo. — ¿Alguna vez lo estás? 
—Cierto. 
Linc regresó de vuelta al desastre a sus pies. Eso estuvo cerca. Es posible que esa 
chica le acabara de salvar la vida. 
 
 
 
 
 
 
 
 34 
Seis 
Wyatt 
Wyatt arrastró a Charlemagne Hastings a través del pasillo con mucha más 
velocidad y agresividad de lo que una chica tambaleándose en tacones de cinco 
pulgadas estaba probablemente acostumbrada, pero necesitaba poner algo de 
distancia entre él y G.I. Joe de vuelta a la cocina. Una pequeña parte de Wyatt se 
sentía culpable por dejar el hombre para limpiar su desastre, pero la otra parte de 
él todavía estaba pensando en la erección del susodicho soldado presionada 
contra su espalda. 
Wyatt podría apostar su fondo fiduciario completo a que Linc había estado a dos 
segundos de besarlo antes de que Charlie irrumpiera en la cocina como el 
desorden caliente y descuidado que era, y Wyatt estaba cien por ciento seguro que 
lo hubiese dejado hacerlo y setenta y cinco por ciento seguro de que era la peor 
idea de la historia. Dios, ¿que se supone haría Wyatt con Linc? El tipo estaba 
casado, con un niño. Incluso si era gay, no estaba disponible, y Wyatt podría ser 
un montón de cosas, pero no era un rompe hogares. 
Al menos, nunca lo había sido. 
Una vez entraron a su habitación, él cerró la puerta. En un momento de locura, él 
contempló la idea de deslizar una silla bajo el picaporte. Tomó aire 
profundamente y lo dejó ir, tratando de calmar sus nervios desgarrados. Pero 
entonces un pensamiento se formó, como si estuviera en casa dentro de su 
cerebro. Linc y él estaban juntos y atrapados por los próximos seis meses. Seis 
jodidos meses de lo que sea y jodido fuera de lo que pasó en la cocina, o que casi 
pasó, o lo que sea. ¿Cómo iba a Wyatt aguantarlo? No era lo suficientemente 
fuerte para decir que no. 
Wyatt no sabía si debía reír o llorar. Este problema en particular nunca debió 
pasársele por la cabeza a su padre mientras contrataba a Linc. Su viejo no era 
capaz de imaginar un mundo donde alguien como Linc pudiera mirar a alguien 
como Wyatt y no viera algo diferente a alguien patético y débil. Wyatt tampoco 
podía haberlo sospechado, pero no se había imaginado los dedos de Linc 
hundiéndose en su carne o su respiración contra el cuello, o su polla dura como 
roca presionada cómodamente contra la parte baja de la espalda de Wyatt. 
Charlie se giró de la nada, sacándolo de sus pensamientos antes de que hubiese 
podido lidiar con su inconveniente erección. 
Ella hundió una afilada uña color ciruela contra su pecho. 
 35 
—Ok, cara de bebé. Háblame. ¿Qué estaba pasando allá fuera contigo y con 
el Sr. Sexo-andante? Se veía como si estuviera a punto de montarte contra el 
mesón de la cocina. 
—Cállate —Dijo, pero no pudo tragarse sus palabras. 
—Está bastante viejo, ¿no? 
No le respondió, solo hizo rodar los ojos. El día de ayer, él podría haber llamado 
a Linc viejo, pero hoy, pensaba que solo era lo suficientemente mayor. Wyatt dio 
una mirada hacia sus joggers y camiseta empapados, y brevemente consideró 
cambiarse de ropa, pero apartó la idea. Quizás la fría y apretada tela lo 
mantendría lo bastante incómodo para que dejara de revivir los últimos quince 
minutos en la cocina. 
—Por favor, tienes que darme algo. ¿Estaban ustedes dos a punto de 
bautizar las preciosas encimeras de mármol de tu madre? 
Wyatt suspiró. No tenía idea de que habría pasado si Charlie no hubiese 
aparecido, y honestamente no estaba seguro de querer saberlo. Había algo en la 
manera en que Linc lo miró, como si pudiese ver a través de él de alguna forma. 
Dejó a Wyatt nervioso y trastornado. Si Linc al observarlo lo dejaba sin aliento y 
tembloroso, ¿qué diablos pasaría si lo besaba… o algo más? Wyatt no era 
exactamente virgen, pero Linc lo hacía sentir como uno. 
—Enserio, boo-boo. ¿Qué pasa contigo y el extraño de la cocina? Pensé que 
tu padre todavía te tenía bien metido en el armario. Si me perdí de tu fiesta de 
salida12, voy a estar muy enojada. 
El estómago de Wyatt se desplomó, y la amargura llenó el tono de su voz. 
—No te has perdido de nada. Todavía sigo en el closet, lo prometo. 
Charlie dejó caer su bolsa del tamaño de un maletín en la cama y caminó hacia la 
silla alta ubicada frente del tocador. Ella se deslizó en el asiento de cuero negro, 
alisando el vestido tipo camiseta hacia abajo sobre sus largas piernas bronceadas. 
—Qué mal. La vieja rivera de allí afuera definitivamente quería follarte 
hasta el cansancio. 
Su rostro enrojeció, la frustración retorciéndose en su interior. 
—Por dios, Charlie. ¿Alguna vez te detienes