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1 2 3 Karen y Leo se han unido al staff de último momento, y han ayudado a que este proyecto sea terminado. 4 Nota del staff Esta traducción está hecha sin fines de lucro, es un trabajo realizado por lectoras a lectorxs con el fin de compartir contenido y que todos puedan leer. Nosotras no ganamos nada monetariamente, solo la satisfacción de compartir. Con esto no queremos desprestigiar el arduo trabajo que todos los escritores invierten en sus historias. Incentivamos a la compra legal del material para apoyar a los autores en fin de retribuir de una forma monetaria como agradecimiento de estos las bellas historias que tanto amamos. 5 Sinopsis A Lincoln Hudson le ha sido encargado el trabajo más fácil en el mundo. Hacer de niñero del hijo mimado de un senador conservador, mantenerlo fuera de problema y recibir un cheque de seis dígitos. Un cheque que él necesita desesperadamente. El padre de Wyatt asegura que él necesita la mano firme y la disciplina de Linc. Una sola mirada hacia él y Linc está de acuerdo. Wyatt necesita disciplina. Ser el hijo de un senador en el closet con valores familiares ha dejado a Wyatt Edgeworth con una racha de imprudencia y un amor por las fiestas que le cuestan ocho meses de su vida y la reelección de su padre. Así que ahora, él tiene un niñero. Un niñero muy sexy. Cuando Wyatt en ebriedad le dice a Linc que sería un excelente “papi”, ambos llegan a un acuerdo. Wyatt obtiene un “papi”, Linc se queda con su cheque, y ambos siguen caminos separados. Para que funcione, la llave es la discreción, pero con los reporteros siguiendo cada movimiento de Wyatt, es casi imposible. Quedarse juntos no fue nunca una opción, pero cada día que pasa, sus sentimientos crecen más. ¿Arriesgarán todo por lo que se suponía sería una aventura inofensiva? Embriagador es el primer libro de la serie Servicio de Protección de Élite y contiene Age-Gap, daddy kink y elementos de BDSM, con final feliz y sin final abierto. Advertencia: Este libro contiene situaciones de intentos de suicidio, daño auto infringido y conversaciones sobre traumas y abusos sexuales pasados. 6 Contenido Prólogo 1. Lincoln 2. Wyatt 3. Lincoln 4. Wyatt 5. Lincoln 6. Wyatt 7. Lincoln 8. Wyatt 9. Lincoln 10. Wyatt 11. Lincoln 12. Wyatt 13. Lincoln 14. Wyatt 15. Lincoln 16. Wyatt 17. Lincoln 18. Wyatt 19. Lincoln 20. Wyatt 21. Lincoln 22. Wyatt 23. Lincoln 24. Wyatt 25. Lincoln 26. Wyatt 27. Lincoln 28. Wyatt 29. Lincoln 30. Wyatt 31. Lincoln 32. Wyatt 33. Lincoln Epílogo Sobre el autor 2 Prólogo Wyatt Sesenta y cinco. Ochenta. Ochenta y cinco. Noventa. Mientras el número del medidor de velocidad aumentaba, algo se aflojó dentro del pecho de Wyatt Edgeworth. Él solo quería que se acabara. La temperatura humeante del exterior luchaba con el frígido aire acondicionado que bombeaba a través de las ventanillas del auto, causando que las ventanas se empañen, pero él no conseguía refrescarse. Perdió la camisa diez minutos después de haber escalado detrás del volante, pero todavía estaba ardiendo. El sudor y las lágrimas pinchaban sus ojos hasta que los números nadaron en una mancha rojo brillante. Parpadeó rápidamente para limpiar su visión. Cuando eso no funcionó, quitó ambas manos del volante, clavando el dorso de la palma de su mano contra los ojos hasta que brillos bailaron detrás de los párpados. Sin su guía, el auto viró hacia el otro carril. No importaba, el camino estaba muerto. No había visto otro automóvil en millas. Solo degenerados y camioneros estaban en la autopista a las cuatro de la mañana. Por lo menos, eso era lo que su madre decía en su tono más agrio justo después de que le recordara que su comportamiento era inapropiado, aconsejando que se detuviera de inmediato y esperará a que alguien viniera a recogerlo. Eso fue cuando Wyatt había tirado su teléfono por la ventana. Él cambió su peso, la piel pegada al asiento de cuero suave como mantequilla de su Porsche Cayenne. ¿Por qué carajos hacía tanto calor? Los neumáticos chirriaron mientras conectaban con las franjas blancas reflectantes de advertencia en el arcén de la carretera. Dio un tirón al volante hacia la izquierda, solo tropezando un cuarto del panel frontal contra la barandilla de aluminio antes de encontrar nuevamente el asfalto. Intentó concentrarse en quedarse entre las líneas blancas, pero había demasiadas de ellas. La cabeza de Wyatt palpitaba, su lengua saltó contra el paladar de su boca. Su mundo parpadeaba dentro y fuera de foco. Se frotó la ceja y presionó el botón del aire acondicionado, intentando bajar la temperatura, pero ya se encontraba programado en lo más bajo. Agua. Necesitaba agua. Tomó la botella de plástico en el asiento del pasajero, gruñendo con frustración cuando estaba vacía. Aplastó el plástico con un grito antes de abrir la ventana y enviarla volando. El auto casi se estrelló, pero él lo atrapó antes de perder el control. “Jesús, no puedo creer que fueras tú el que vivió”. 3 Se sacudió las lágrimas del rostro, aplastando el pie en el pedal del gas y apretando la dirección con ambas manos. La pequeña pastilla rosada que se había tomado más temprano estaba en guerra con la media botella de bourbon que ingirió, dejándolo cansado y energizado, las palabras de su padre rebotaban en su cráneo como pinball. “Eres un desperdicio. Todo el dinero que invertimos para volverte normal… ¿y para qué? Para que estés sobre tus rodillas en un baño como una puta de dos dólares… ¿En un evento público? En uno de mis eventos. ¡Frente a mis amigos!”. Lo impresionaba como su padre tuvo la audacia de llamarlo una puta cuando en el evento en cuestión se pagaba veinticinco mil dólares por plato. Su padre tenía una idea peculiar sobre la normalidad. Casarse con una mujer que odiaba por su fondo fiduciario. Vender su alma para alcanzar sus objetivos. Niños en jaulas. Muros para mantener a nadie del lado de afuera. Y, aun así, Wyatt era la puta. Wyatt era la abominación. Qué chiste. Su risa irregular era resaltada en el silencio del auto. “¿Qué es lo que buscas? ¿Atención? ¿Dinero? ¿Qué se necesita para que dejes este estilo de vida desviado de una vez por todas? Hay programas… Centros de tratamiento para adultos. Mejores de los que te enviamos antes. Más agresivos. Déjanos ayudarte antes de que sea muy tarde. Tu alma está en peligro.” Se le escapó un sollozo. Su visión era una corriente de líneas blancas que refluían y fluían como si él estuviera en The Matrix1. Necesitaba bajar la velocidad, pero sabía que no podía. Él sabía, muy profundo y abajo de sus agallas —en donde había acumulado todas las cosas que él solía pensar eran posibles—, que no se detendría. Su padre jamás lo dejaría solo. Nunca lo dejaría ser quien era. Jamás lo dejaría tener algo que pudiera llenar ese gigante, enorme agujero dentro de él. ¿Cuál era el punto de todo esto? Apagó las luces de los faros delanteros y se sumergió en oscuridad hasta que las luces de las calles fueron como estrellas fugaces y los reflectores eléctricos y las personas solo eran energía. Él era solo energía y átomos, y si solo soltaba el volante, todo podría terminar. No más dolor. No más heridas. No más frustración. No más decepción. No más Wyatt. ¿No estaría haciéndole un favor al mundo? Metal chocó contra metal como un monstruo prehistórico, el fuego se arrastró sobre sus mejillas y frente, y entonces estaba volando. ¿Era así como se sentía morir? El repentino golpe le robó la respiración de los pulmones, y el dolor explotó detrás de sus ojos mientras su cuerpo rodó por lo que parecía una eternidad.1 The Matrix, película protagonizada por Keanu Reeves. 4 ¿La muerte se suponía que debía doler de esa forma? Quizás esto era el infierno. Wyatt intentó abrir sus ojos, pero solo uno de ellos pareció cooperar. El cielo nocturno nadaba sobre su cabeza y mostraba un mundo pintado en carmesí. Intentó reír, pero sonó más como un jadeo dolorido y el sabor a cobre invadió su boca. ¿Todavía tenía sus dientes? Intentó tocarlos con la lengua, pero su cuerpo no cooperaba. No recordó haber cerrado los ojos, pero debió haberlo hecho porque cuando los abrió de nuevo, un rostro apareció. Debió haber gritado si pudiera manejarlo, pero en su lugar, tragó con fuerza intentando concentrarse. El hombre sobre él, iluminado por las luces de la calle, tenía el rostro redondo con gafas de montura de alambre y piel bronceada de navegante. Solamente la piel alrededor de sus profundos ojos marrones, mostró lo pálida que estaba la complexión del extraño. ¿Las personas pescaban en el cielo? —Mierda santa. ¿Estás vivo? Jesús. ¡Estás vivo! —El hombre lo estaba sacudiendo, y Wyatt luchó contra la urgencia de vomitar —. Cariño, mierda santa. ¡Mierda santa! Está vivo. Me está mirando fijamente. Llama al 911 —Entonces el rostro del hombre estaba de nuevo en su punto de visión —, oye, trata de no moverte ¿de acuerdo? Podrías tener, como, el cuello roto o algo así. El hombre tenía demasiados dientes. Tan blancos. Wyatt se concentró en los dientes como chiclets2, mientras dejaba a su cuerpo recuperar el control. —Mmm bien —intentó decir, pero su lengua era demasiado grande para su boca. Lo intentó de nuevo —. Estoy bien. Si… si pudiera llevarme a mi auto. El hombre resopló en una risa sobresaltada. —No sé cómo decirte esto, hombre, pero podrías meter lo que queda de tu deportivo en tu bolsillo. Es un milagro que sigas vivo. El estómago de Wyatt se hundió. Ni siquiera esto lo podía hacer bien. Tomó la mano del hombre: —Dile a mi papá… Dile a mi papá que intenté terminarlo. Intenté hacer las cosas bien. Dile. 2 Marca de chicles. 5 Uno Linc —El senador lo verá pronto. Lincoln Hudson se levantó, luchando con la urgencia de tirar del cuello de la camisa blanca de vestir. Debió de haber chequeado si su traje aún le servía antes de aceptar esa reunión apresurada, pero ya era demasiado tarde. Llevaba tanto tiempo fatigado, que la camisa abotonada era como una soga alrededor del cuello. O quizás era el trabajo en sí mismo lo que le causaba esa sensación de ahogamiento. Linc no podía estar seguro. Siguió a la pequeña mujer rubia por el corredor majestuosamente alineado con una alfombra azul y dorada y pintura tras pintura de hombres blancos congestionados y viejos. Cuando alcanzaron un set de puertas dobles, ella empujó la puerta con floritura y en un gesto indicó que entrara antes de regalarle una sonrisa sin entusiasmo y cerrarlas de nuevo. Un hombre —Presuntamente el senador— alzó un dedo en un gesto de “un momento”, antes de mecerse en la silla lejos de Linc, como si de esa forma erigiera un tono de silencio alrededor de la conversación. A Linc le importaba una mierda la llamada telefónica del tipo, así que él merodeó en la habitación en su lugar. Contó ni más ni menos que tres animales muertos adornando las paredes. Dos que estaban dentro de las listas de peligro de extinción. Estanterías rellenas con libros recubiertos de cuero ocupaban la totalidad de la pared izquierda. Linc se desplazó más cerca, tratando de no rodar los ojos cuando notó que casi todos los títulos eran sobre leyes, ambas secular y bíblica. Este hombre debía ser el hazmerreír en las fiestas. La mueblería era toda de caoba brillante, y el decorador de interiores del tipo había recubierto en cuero marrón todo lo que no estaba hecho de madera. El bar en el rincón más apartado de la habitación exhibía una variedad de decantadores de cristal rellenos solo con licores oscuros. Linc podía apostar que el hombre tenía cigarrillos cubanos escondidos en algún lugar de su enorme escritorio. —Esa es la circunvalación del problema, Jerry. No se trata de eso. Escucha, necesito irme. Sí. Tengo otra reunión. Dale a Clare y a los niños todo mi amor, y hablaremos más de esto cuando nos encontremos en el club el sábado —El hombre hizo una pausa —. No. Wyatt no se nos unirá. Tiene una reunión respecto a su escribanía. Sí, estamos muy orgullosos. Es un buen chico. De acuerdo. Hablaremos pronto. Linc regresó su atención hacia el senador cuando pareció que estaba terminando la conversación. El hombre colgó el teléfono, girando el rostro hacia Linc, dándole por primera vez un vistazo real sobre su nuevo cliente. Tenía hombros amplios 6 con el cabello rubio dorado convirtiéndose en gris en las sienes y con un peinado justo para esconder las entradas de su cabello. Había perdido la chaqueta de su traje y solo llevaba una camisa azul pálida de botones y una corbata color azul oscuro, aflojada alrededor del cuello. Cuando se puso de pie, Linc notó que el estómago del hombre se hundió debajo de su cinturón a pesar de los músculos definidos de sus brazos y pecho. —Siento eso. Ese hombre habla hasta por los codos, si sabes a lo que me refiero. Montgomery Edgeworth. Mis amigos me llaman Monty —Cuando habló, su tono era afable, el suave acento sureño hablaba de las raíces de Georgia, no Florida. Extendió la mano, y Linc la sacudió, notando la forma en la que la mano del hombre apretó la suya mucho más tiempo y con más fuerza de la necesaria. ¿Qué estaba intentando probar este tipo, de todas formas? ¿Acaso pensaba que Linc buscaba entrar en alguna clase de concurso de medición de pollas con él? Linc había conocido docenas de hombres como él durante su servicio, imbéciles inseguros tratando de exponer su dominancia con estas innecesarias muestras de masculinidad. Él encontraba la situación particularmente agotante. Monty hizo un gesto hacia Linc para que se sentara. —Gracias por tomarte el tiempo de venir y hablar. Eres el tercer guardaespaldas que contrató en los últimos seis meses, y francamente, esto está tomando demasiado de mi tiempo invaluable. Linc dio un pequeño asentimiento, pero no dijo nada. Jackson le había advertido sobre no dejar que la naturaleza afable de Monty Edgeworth lo influenciara. Sus amigos usaban las palabras “serpiente encantadora”. A Linc no le importaba si el senador era Satán reencarnado mientras le diera un cheque al final del trabajo. —No es ningún problema. Ya me encontraba en la ciudad visitando a Jackson cuando el trabajo vino por reasignación. Él cree que puedo encajar bien. La sonrisa se deslizó, y Monty asintió. —Es verdad. Ustedes dos sirvieron juntos, ¿correcto? —Sí, señor. Dos tours en Afganistán. —Jackson es una buena persona, incluso aunque invierta la mayor parte de sus días haciendo de niñero para las celebridades. Jackson Avery hacía mucho más que solo proteger celebridades, pero Linc no iba a perder la respiración diciendo mucho más. Monty no se veía como un hombre que quería que las personas lo corrigieran. En su lugar, Linc se concentró en el trabajo. — ¿Necesita que proteja a su hijo? ¿Ha habido alguna amenaza contra él? El senador rio. 7 —Oh, no. Nada de eso. Honestamente, la única amenaza contra mi hijo es él mismo. Él… bueno, es un malcriado, eso es lo que es. Mi esposa y yo, le dimos todo lo que quería porque perdimos nuestro primer niño cuando era muy pequeño. Ahora, él tiene la sensación que a Dios le importa un nabo. Necesito a alguien que mantenga un ojo sobre él durante los próximos seis meses. Un millón de preguntas aparecieron en la cabeza de Linc. Comenzó con el inusual y específico período de tiempo. — ¿Qué sucede en seis meses? —Día de elecciones. No puedo permitirme un escándalo ahora mismo. Mehe mantenido en este puesto por seis años, y me niego a perder frente a un treinta- y-algo, guitarrista y vegano que piensa que Bernie Sanders es el bendito mesías —Resopló —. Topher Arroyo quiere legalizar la marihuana y dejar que los gays corran por allí, y si pudiera ser un poco más pro-elección, dejaría que las mujeres ahogaran sus propios bebés antes del primer año. ¿Quién llama a su hijo Topher, de todas formas? Hippies, por supuesto —Terminó, con su voz alcanzando una impresionante nota alta. Linc apretó la mandíbula, pero su rostro permaneció impasible mientras observaba al punto muerto en el centro de la frente del tipo. Jack tenía razón. Este tipo era una basura. —Entonces, ¿quiere que yo… qué? ¿Haga de niñero con su hijo? No soy bueno con los niños. Una vez más, rio. —Mi hijo tiene veintidós años. Puede que actúe como un infante, pero le prometo que no tendrá que cambiar pañales. Necesito que mantenga su nombre fuera de los tabloides. Linc arrugó el ceño. —No se ofenda, pero se da cuenta que está pagando una cifra de seis dígitos por cuidar de un hombre adulto, ¿verdad? —Diez minutos con mi hijo y se dará cuenta de que lo he robado —Monty estiró la mano sobre el escritorio y agarró algo de la primera gaveta. Arrojó una pila de fotografías hacia Linc. Él las atrapó mientras se esparcían sobre la superficie brillante. Linc las tomó todas. Al principio, no entendió muy bien qué era lo que, pero entonces, se dio cuenta que se trataba de un accidente de auto. Los restos de un Maserati blanco descansaban estropeados en lo que parecía ser una autopista. Era de noche, a pesar de la luz artificial flotando en las imágenes. Mientras se deslizaba entre las fotografías, notó que la mayor parte de ellas eran del automóvil tomadas de diferentes ángulos. —Este fue su primer accidente dos años atrás. Se libró del choque sin un rasguño. 8 — ¿Su primer accidente? El rostro de Monty colapsó en un ceño fruncido, haciéndolo parecer mucho más viejo de lo que era. —Hmm. Ha estado en otros tres después de ese. — ¿Estuvo bajo influencia? —No la primera vez. Solo fue estúpido e insensato. Convencimos al juez de que tenía un ataque, y lo dejaron ir. “Claro que lo hicieron”. Linc pensó, permitiéndose poner los ojos en blanco mentalmente. Linc continuó avanzando a través de las fotos. A medio camino del bulto, las imágenes cambiaron. Primero, los remantes de un BMW negro serie 2 envuelto alrededor de un poste de luz seguido de un Lincoln Navigator mitad dentro y mitad fuera de lo que parecía ser una piscina comunitaria. Las imágenes finales mostraban lo que parecía que antes había sido un pequeño deportivo blanco. El frente del auto terminaba en el asiento del conductor, y el vehículo en sí mismo estaba doblado por todas partes, como si un gigante lo hubiera aplastado con los puños. —Ese fue su accidente más reciente. Tuvo una fractura en el hueso orbital, el fémur roto, seis dientes destrozados, y un brazo lacerado. Mi esposa tuvo que estar medicada contra el estrés por semanas. “Estrés, no miedo”, Linc no pudo evitar notarlo. Él supo que no era un error en las palabras escogidas. La última foto mostraba a un muchacho en una camilla con una máscara de oxígeno ocultándole la mitad baja del rostro. Sangre y sudor aplastaban el cabello rubio del chico contra la frente, el ojo izquierdo inflamado estaba cerrado. El ojo derecho estaba abierto y miraba hacia la cámara. La desolación en su apariencia se sintió como una patada en el estómago. Linc agitó la cabeza, empujando las fotografías de vuelta sobre el escritorio, con excepción de una. —Los otros accidentes fueron lo suficientemente pequeños para solo pagar por daños de propiedad. Jesús. La manzana podrida obviamente no cayó muy lejos de un árbol podrido. —Pero este último de hace ocho meses, mi hijo destrozó su Porsche por ir a cientos de millas por hora a través de la I-95. Perdió el control del auto, se salió de la autopista, y de nuevo, chocó contra una barrera de concreto. Dicen que la única razón por la que salió con vida es porque estaba tan malditamente intoxicado que salió expulsado del vehículo. Es un milagro que esté vivo — Murmuró, sonando más como si fuese un inconveniente y no algo milagroso. 9 —Parece haber sufrido heridas bastante serias —Linc agregó, incapaz de apartar la mirada de la fotografía del chico. —No lo suficientemente serias —Monty murmuró. Eso captó la atención de Linc. Ante la ceja levantada de Linc, los hombros del tipo se desplomaron —. No quise decir eso. Solo estoy frustrado. Es un buen chico. Él solo está… Confundido. Le falta disciplina. Reglas. Orden. Es por eso que Jackson cree que serás adecuado. No va a encandilarte como a los otros. —Lo siento si no es adecuado, pero su hijo tiene veintidós años. No puedo simplemente mudarme a su casa y cuidarlo contra su voluntad. —Al diablo si no puedes. Mi hijo está actualmente en arresto domiciliario, el cual recibió después de haber fallado en su prueba de alcoholemia exigida por la corte. Puede que sea un adulto de acuerdo a la ley, pero depende de mí para vivir. Antes de este accidente, estaba terminando su último año en la Universidad de Florida antes de entrar a la escuela de derecho. Tuvo que tomarse un año completo para cumplir con su sentencia, pero él sabe que me pertenece. Él definitivamente no tiene ni las habilidades ni la ambición necesaria para valerse por sí mismo. Hará lo que sea que yo le diga que debe hacer. Hará lo que tú le pidas. Los ojos de Linc bajaron nuevamente hacia la imagen, su polla intrigada por la noción del niño de ojos verdes haciendo cualquier cosa que Linc le pidiera. Él apartó los pensamientos lejos. —Señor, si él está en arresto domiciliario, ¿qué necesita de mí? Si tiene un monitor en el tobillo, ¿no significa que la policía le tiene un ojo encima? —Salió de la propiedad dos veces a pesar de tener el condenado monitor. Le quedan dos semanas de arresto domiciliario, y entonces las multas de Miami lo liberarán de nuevo en la sociedad. Necesito que lo mantengas fuera de problemas de manera que no extiendan su sentencia, y también necesito que mantengas su nombre fuera de los tabloides por los próximos cinco meses. Es un condenado milagro que haya mantenido el arresto domiciliario en secreto. Monty de verdad parecía amar usar la palabra “milagro”. Linc sospechaba que el senador realmente no entendía el significado de la palabra. —La única cosa buena de ese niño Topher —Continuó Monty, inconsciente del monólogo interno de Linc —. Está determinado a llevar una “campaña limpia”, así que no ha intentado sacar ningún trapo sucio. Solo quiere debatir los “problemas”. Linc no confiaba en nadie que usara citas de aire tanto como lo hacía este tipo. —Entonces, no soy un niñero. ¿Soy un guardia de prisión? 10 —Si consideras que vivir en un penthouse de setecientas hectáreas sobre Biscayne Bay, es una prisión, entonces seguro, eres el guardia más afortunado y bien pagado del mundo. Estas personas eran todo lo que Linc odiaba del mundo. —De acuerdo, entonces. Estoy dentro. El rostro del senador se iluminó, y una vez más, se puso de pie extendiendo un su brazo. —Excelente —Una vez que su mano estaba alrededor de la de Linc, él la apretó con fuerza —. Déjame ser franco. No necesito hacer hincapié en la importancia de ser discretos, ¿verdad? —Firmé un acuerdo de no divulgación cuando tomé el trabajo con Elite. —Excelente. Supongo que no te importará firmar a tu salida otro acuerdo que mi abogado preparó. Linc arrugó el ceño, pero asintió. —Supongo que no. Estaría bien. —Entonces no hay nada más que decir que bienvenido abordo. Una vez que juntes tus cosas, mi conductor estará feliz de llevarte a la casa —Linc tenía una mano en el picaporte cuando el senador habló de nuevo—. No olvide que trabaja para mí, Sr. Hudson. No importa lo que mi hijo diga. Linc cerró la puerta tras él, un dolor de cabeza golpeándolo detrás del ojo izquierdo. Esperaba que este trabajo valiera la pena. 11 Dos Wyatt Wyatt frotó la correa esposada a su tobillo derecho. Debajo de ella, la piel se veía en carne e irritada, pero se consoló a sí mismo imaginando la expresión del rostro de su papá si pudiera verlo tomando el sol en la piscina, con una botella del mejor bordeaux del viejo a su lado. Ni siquiera estaba tomando, solo la tenía abierta en caso de que su querido y viejo padre se presentara sin anunciarse. No era como si su padre lo hubiese hecho o siquiera fuera a hacerlo. Él siempre ponía sus esfuerzos en las cosas que amaba, y Wyatt no había sido una de las cosas de las que Montgomery Edgeworth se preocupara desde que tenía seis, por si acaso. Presión se inflamó detrás de las costillas de Wyatt, pero él la obligó a retroceder, mordiéndose el interior de la mejilla hasta que el sabor a metal llenó su boca. Como sea. Se dejó caer de nuevo sobre el sillón verde, lanzando una última mirada a su tobillera emitida por el gobierno antes de cerrar los ojos, dejando que el calor del sol y el dolor de su mejilla palpitante empujaran lejos el sentimiento enfermizo que él no quería reconocer. No había visto a su padre en meses, no desde que el juez dio a Wyatt una clase severa sobre responsabilidad y lo sentenció a seis meses de arresto domiciliario. No había razón para pensar que su padre iba a ensombrecer su puerta, aunque Wyatt haya espantado a otro perro guardián. Sin abrir los ojos, Wyatt levantó la botella de Chateau Latour Pauillac 3 y la olisqueó para después tomar un trago tentativo y hacer una mueca. Sabía a ciruelas y mugre, y le recordaba a virutas de madera. Tomó otro trago más generoso. Quizás si estaba lo suficientemente borracho, podía pretender que el sonido blanco de la aspiradora de Graciela era de la playa, y que los latidos de la música latina que sonaban en sus parlantes Bose eran del concierto de alguna banda en el bar de una pequeña isla. Hoy no le tocaba a Graciela limpiar. Ella solo tenía turno los miércoles, pero desde su encarcelamiento en la “casa de culo-apretado”4, ella había estado viniendo todos los días pretendiendo limpiar. A cambio, Wyatt pretendía que no notaba que no le tocaba ese día. A él le gustaba la compañía, aunque sospechaba que su madre enviaba a Graciela bajo la esperanza de que ella podía contarle los 3 Casa vinera en Francia. 4 Literalmente llama a su casa: tightass. 12 secretos de Wyatt. No podía culpar a Graciela por pretender que lo hacía. Su madre les pagaba a sus espías sumas generosas. Pero Graciela era una de las dos personas que eran fieles a Wyatt por sobre cualquier otra persona. A pesar del ruido, Wyatt no tuvo problemas en escuchar el desagradable tintineo del timbre de entrada mientras sonaba la quinta sinfonía de Bethoveen. Él se quedó dónde estaba, pero se forzó en abrir los ojos de nuevo. — ¡Graciela! ¡La puerta! La ama de casas movió la mirada en dirección a él, entonces, deliberadamente le dio la espalda, moviendo las amplias caderas al son de la música. —Esto se verá reflejado en tu bono navideño, señora —Prometió mientras pasaba de ella al caminar. —Oh, y yo que estaba ansiosa por esos quince dólares —Graciela sonrió, sus palabras acentuadas goteaban sarcasmo. Él sonrió ampliamente y palmeó su grisáceo moño desaliñado. No se molestó en ponerse pantalones, en su lugar abrió la puerta de golpe usando solamente sus bóxers color negro. Que gran error. — ¿Wyatt Edgeworth? Wyatt estaba seguro que su boca se abrió. Quedó boquiabierto ante la masa de más de seis pies 5 de puro músculo parado en su puerta, pero no pudo evitarlo. No era frecuente que cada fantasía que alguna vez hayas tenido tomara vida y golpeara a tu puerta. El hombre frente a él tenía una mandíbula amplia y con rastrojo, preciosos ojos miel, y espeso cabello castaño pincelado con plata que Wyatt decidió tenía el largo perfecto para tirar de él. Era mayor. Fácilmente en sus cuarenta. Tenía arrugas que se formaban a los costados de sus ojos y líneas pronunciadas en su frente, pero eso no restó méritos a las largas y espesas pestañas y a su muy besuqueable boca. Una boca que estaba apretada en una línea dura como si estuviera irritado. Mierda. Wyatt miró sobre su hombro. —Oye, Graciela. ¿Contrataste a un stripper? —Ah sí. Déjalo que entre, llega tarde —Ella gritó sobre el ruido agitando la mano de forma desdeñosa —. No, chico tonto. Tu padre envió a otro niñero. Espero que este sea más inteligente que el último. Los labios del hombre temblaron como si intentara contener una sonrisa, y Wyatt intentó ignorar el revoloteo en su estómago. ¿Podría ser su padre tan cruel como para enviar al hombre más hermoso que Wyatt había visto para cuidar de él por 5 Más de 1.82 cm de altura aproximadamente. 13 los próximos seis meses? La respuesta era sí. Qué jodido bastardo. ¿Qué se suponía que iba a hacer con este tipo? —Podrías dejarme entrar. Jesús, ¿había dicho eso en voz alta? —Uh, ven y entra, creo. El hombre arrugó el ceño hasta que Wyatt se percató que le estaba bloqueando el acceso. Dio un rápido paso hacia atrás, intentando recobrar el equilibrio. “Recomponte, imbécil. Es sólo otro carcelero”. —Así que eres el último súper soldado de papá, ¿ah? Graciela tiene razón. El último tipo era un idiota. Espero que seas un poco más inteligente, G.I. Joe6. —Es Lincoln, pero puedes llamarme Linc. Wyatt quería llamarlo de un montón de maneras, pero tenía que bajarle a la mierda. —No voy a llamarte de ninguna forma. En efecto, voy a pretender que no existes. Deberías hacer lo mismo. Mantente fuera de mi camino y yo estaré fuera del tuyo y daremos lo mejor para afrontar los siguientes seis meses. ¿De acuerdo? El hombre —Linc— resopló antes de cerrar el pequeño espacio que había entre ellos, forzando a Wyatt a dar varios pasos hacia atrás o a tener la nariz enterrada en el pecho del hombre alto. Incluso con algo de distancia, Wyatt podía olerlo, podía sentir el calor de su cuerpo, y eso no estaba muy bien porque él olía como a alguna colonia de hombre de vieja escuela, como Old Spice7, que a Wyatt le gustaba demasiado para un chico que solo llevaba unos apretados calzoncillos tipo bóxer. Si Linc notó el predicamento de Wyatt, no lo dijo. Se inclinó más cerca, su voz como un gruñido bajo. —Escúchame, niño. No sé cómo funcionaban las cosas con tus últimos niñeros y me importa una mierda. Presta atención. Cuando yo hable, me reconocerás, y cuando te diga que hagas algo, lo harás porque yo abro la boca por una razón justa. Puedo oler el licor en tu respiración, y eso parará ahora mismo. Si estás en las drogas, eso se detiene también. Te despertarás a una hora razonable todos los días, te pondrás algo de maldita ropa, y comerás algo sano porque parece que te estás consumiendo. Harás algo productivo con tu tiempo, y las luces se apagarán a media noche y ningún minuto después. ¿Fui lo suficientemente claro? La garganta de Wyatt sonó mientras tragaba, su boca se secó y su polla se endureció como roca. 6 Película de acción. 7 Marca de productos de higiene masculina. 14 “No mires abajo, no mires abajo”. Cantó silenciosamente mientras se debatía en cubrirse la erección con ambas manos. ¿Pero que le pasaba? Debía ser la falta de opción. Tenía que serlo. Su padre —Y el sheriff departamental— lo tenían cautivo en ese lugar por meses sin ningún hombre a la vista, y los dos intentos que él tuvo de aventurarse afuera con el monitor en su tobilloencendido, terminó con él siendo recapturado antes de llegar al lobby. Él solo necesitaba jalársela y estaría bien. No estaba seguro de que hubiese una forma no-humillante de escapar de esa situación. Demasiado tarde, se le olvidó que el hombre esperaba por su respuesta. —Sí… sí, por supuesto. Lo que tú digas, G.I. Joe. Estamos bien —Con eso, se giró sobre los talones y se marchó hacia el corredor, sus pies pegados a las baldosas de mármol —. Graciela te mostrará los alrededores —Dijo sobre su hombro antes de entrar a su habitación y azotar la puerta tras él. Una vez dentro, se recostó contra la puerta como si el hombre lo fuese a seguir. —Santa mierda —Murmuró, deslizando la mano dentro de su ropa interior y envolviéndola alrededor de su polla, apretando con fuerza para evitar la repentina excitación. Tomó unas cuantas respiraciones profundas, intentando domar su cuerpo y relajarlo, pero estaba demasiado ido. Wyatt jamás había tenido una reacción tan visceral ante otro ser humano. La voz de Linc era brusca y gruñona, y golpeó un acorde bajo en el estómago de Wyatt. Incluso con la tela voluminosa de la barata chaqueta negra del traje de Linc, Wyatt no pudo evitar notar el tamaño masivo de sus brazos. Él sabía que esos brazos podrían atraparlo con tanta fuerza como para dejar marca, podrían arrojarlo donde fuera, hacer que Wyatt se sometiera a sus deseos. Se giró, apoyando la frente contra la puerta antes de dejar que su mejilla descansara sobre la superficie. Joder. Se mordió el labio inferior para retener un gemido mientras movía su mano sobre su polla, la fricción seca era dolorosa y justo lo que necesitaba. Imaginó el rostro de Linc, imaginó su peso contra la espalda de Wyatt, su voz grave contra la oreja. Lo imaginó sujetándolo y follándoselo. Usándolo. “Si te digo que hagas algo, lo harás”. Su pecho se apretó, su respiración dejándolo en ráfagas apretadas mientras se masturbaba más rápido. Deseaba a ese hombre. Deseaba sus manos, sus palabras y sus demandas. ¿Qué hubiese pasado si Wyatt lo hubiese desafiado? ¿Linc lo habría castigado? Él mordió un gemido ante el pensamiento. “¿Fui lo suficientemente claro?”. —Joder, joder —Susurró, derramándose sobre su mano mientras las olas de éxtasis rodaban sobre su cuerpo y pintaban la parte de atrás de la puerta con su corrida. Se quedó en ese lugar, jadeando, los ojos cerrados con fuerza mientras recuperaba su respiración. 15 — ¿Qué mierda? —Susurró. Después de un minuto, se sacó la ropa interior y caminó hacia el baño. Quizás una ducha fría era justo lo que necesitaba. Se decidió por una ducha tibia. Mientras lavaba su cuerpo con eficiencia clínica, Wyatt frunció el ceño. ¿Pero quién se creía este tipo? Él no tendría a algún hombre viejo ordenándole como si fuese un niño. Tenía casi veintitrés años. No se iba a inclinar ante algún súper-soldado que quería ponerle hora para dormir. Cerró la válvula del agua lo suficientemente fuerte como para que chillara en protesta. Una vez fuera de la ducha, se secó con una toalla y se giró para encarar a su reflejo en el espejo, examinando su cuerpo desnudo. Él no se estaba “consumiendo”. Seguro, quizás estaba más delgado de lo usual, pero eso era porque subsistía con lo que Graciela le traía de comer y no sabía cómo cocinar. Se inclinó hacia adelante, entrecerrando los párpados ante la visión de los círculos azulados bajo los ojos. ¿Desde cuándo tenía esos? No es como si tuviera problemas para dormir. Demonios, había dormido doce horas completas el día de ayer. ¿Qué otra cosa había que hacer? Los rizos rubios estaban ahora pegados a su cuero cabelludo, haciéndolo ver un poco demacrado, pero no era como si estuviera en huelga de hambre. Era más como una limpieza, frutas y vegetales pasadas con café y bebidas energéticas. Él comía cuando tenía hambre. Solo que ya nunca se sentía realmente hambriento, no por comida al menos. Cuando sus ojos bajaron hasta los muslos, miró hacia otro lado, todavía no estaba listo para reconocer las cicatrices allí. En su lugar, empujó con el dedo su vientre plano, examinándose de cerca. ¿Estaba muy delgado? —Que se joda ese tipo —Dijo a nadie en particular. ¿Por qué estaba dejando que un hombre que había conocido por cinco minutos se metiera en su cabeza? “Quizás porque lo quieres dentro de tus pantalones?” —Tú también cállate —Se dijo a sí mismo mientras apuñalaba con un dedo al reflejo en el espejo. 16 Tres Linc Linc dejó caer su bolso en la cama tamaño King y agitó la cabeza mientras miraba alrededor. Jamás había visto una habitación así de grande. El techo elevado, y toda la mueblería tenían un escaso aspecto moderno que hizo que Linc se sintiera como si hubiese entrado un museo de arte. Una biblioteca de metal cubría la totalidad de la pared a su derecha y dos sillas negras curvadas de aspecto incómodo reposaban ante un mueble frente a la ventana que formaban dos paredes de su habitación. Todo era negro o blanco o acromatizado, pero la cama lucía lo suficientemente confortable para Linc, y eso era todo lo que le importaba. Tiró de su corbata hasta aflojar y la dejó caer sobre la cama, seguido de la chaqueta, la camisa y los pantalones. El senador no estableció ningún código de vestimenta particular y Linc se negaba a usar traje para cuidar de un malcriado niño rico en un condominio de diez millones de dólares. Se deslizó en una camiseta y un par de jeans azul pálido antes de caminar hacia la ventana y observar hacia la lejana y bulliciosa ciudad. Linc no estaba seguro que era lo que esperaba cuando Wyatt abrió la puerta, pero no era a un hosco ángel caído con brillantes ojos verdes y alborotados rizos rubios. Era todo músculo pulcro y bordes afilados, era ágil como si esos músculos los hubiese obtenido haciendo natación en la piscina, y no levantando pesas en el gimnasio. Sus rasgos eran casi… delicados. Pómulos altos y una mandíbula perfecta. Él era… Él era lindo. Hermoso, incluso. Los escultores trabajaban toda una vida para crear esa clase de perfección. Sacudió el pensamiento fuera de su cabeza. Wyatt era un niño, dieciocho años menor que él. No podía pensar en él como algo distinto a trabajo. Él era solo trabajo. Un cheque que realmente necesitaba. Si pensaba que sería problemático, un chico que necesitaba una mano firme y la corrección que su padre decía, entonces las cosas podrían salirse de control. Linc sabía perfectamente lo que había que hacer con chicos que necesitaban disciplina, y eso definitivamente no podría pasar. Nunca. Sin importar cuán atractiva le pareciera la idea. Tiró las cosas de la maleta y las empujó en el armario para mantener su cabeza fuera del chico que se hallaba tras la puerta. Quince minutos después, un suave golpe se escuchó. Él se detuvo y abrió la puerta de un solo golpe. Graciela estaba de pie del otro lado con un sándwich gigante y un vaso de leche. —Creí que podrías tener hambre —Dijo con una sonrisa plácida en el rostro. 17 —Oh, uh, gracias —Tomó la ofrenda mientras ella observaba al interior de la habitación —. Uh, ¿quieres entrar? —Preguntó. No es como si fuese impropio; la habitación era del tamaño del apartamento de alguien más. Había una sala de estar, por el amor de dios. —Sí, por favor, solo un momento. Eso sería maravilloso. Él dio un paso atrás, haciendo un gesto con el vaso de vidrio para que entrara. Ella caminó hacia una de las sillas negras de forma extraña y tomó asiento. No era una mujer joven como pensó a primera vista. Su rostro era un mapa de arrugas y no usaba ni una gota de maquillaje. Podía ver que su cabello una vez negro había cedido hace tiempo al color plata, incluso aunque estaba atado en lo alto de su cabeza. Tomó asiento en la silla negra opuesta a ella y le dio una mordida gigante al sándwich, intentando no gruñir de placer ante la combinación de jamón con mostazadulce. —Está genial. Muchas gracias —Dijo alrededor del mordisco. Ella le sonrió por unos instantes antes de que su rostro se tornara serio. — ¿El señor Monty te envió para que fueras el nuevo niñero del muchacho? Linc arrugó el ceño ante esas palabras. —Me envió para cuidar de él por los próximos meses, sí. Ella se sentó derecha, sus ojos afilados como los de un águila. — ¿Qué fue lo que dijo respecto al Sr. Wyatt? —Que ha estado en varios accidentes. Y que estuvo bajo influencia en el último, lo que lo llevó a acabar bajo arresto domiciliario. Dijo que él era… impulsivo, temerario. Malcriado. —Los últimos dos guardaespaldas que mandó apenas y eran poco más mayores que él, y fueron fácilmente manipulados —la especialidad de Wyatt— pero no creo que tú seas dirigido tan fácilmente. —Haré mi trabajo —Dijo. —Eso espero. Él es frágil. Está vagando, siempre vagando —Ella se golpeó la sien con uno de sus dedos —. Justo aquí. Linc no estaba seguro de que significaba eso. — ¿Frágil? —El Sr. Monty se niega a ver a Wyatt por quién es. Nunca se le ha dado lo que realmente necesita. Linc contempló las palabras dando otra mordida antes de decir: — ¿Qué crees que necesita? —Tiempo. Atención. 18 Linc resopló. —Está un poco viejo para actuar en búsqueda de atención, ¿no lo crees? La expresión de ella se tornó tormentosa. —Es un chico que fue criado por una nana tras otra nana desde el día que fue traído a casa desde el hospital. Carece de habilidades para vivir. Pero lo más importante, es que sus padres lo han tratado como algo de último momento. Un inconveniente desde el primer día. Sobre todo, su padre. Linc no tenía ni idea porque ella estaba contándole todo esto, pero asintió de todas maneras. Ella no había terminado. —Vengo todos los días y pretendo limpiar el suelo con la aspiradora solo para saber que él está bien. Para estar segura que no ha hecho alguna cosa estúpida. Pensé que tener a esos guardias alrededor serviría de algo, pero ellos no estaban interesados en ver la verdad. — ¿La verdad? —Solo tienes que ver debajo de sus palabras. —No entiendo. Ella le regaló una sonrisa triste y se puso de pie. —Sé que no lo haces, pero no eres el único que firmó ese estúpido papel. No puedo decirte lo que sé, pero estoy esperando que aun así puedas verlo. Disfruta de tu sándwich. Con eso último, ella lo dejó para que descifrara su mensaje. *** El sonido del vidrio quebrándose a la distancia levantó a Linc y lo puso en movimiento. Miró de reojo al reloj. La una y cuarenta de la mañana. Había logrado dormir menos de una hora. Calladamente abrió la puerta de la habitación y caminó descalzo hacia el sonido en algún lugar de la vecindad de la sala. Estudió la habitación oscurecida, pero nada se veía fuera de lugar. Entonces, notó las puertas del balcón lo suficientemente abiertas como para acomodar un cuerpo, pero la única luz era la del brillo del agua de la piscina. Linc empujó las puertas hasta abrirlas lo suficiente para caber entre ellas e inició el proceso de nuevo, estudiando la parte de atrás del porche localizando algún signo de vida. Su mirada recayó sobre una mancha color óxido, haciéndose más grande, ampliándose como sangre sobre las baldosas de travertino blanca. Se acercó, notando los trozos de vidrio repartidos a través del 19 charco y más allá, casi llegando al agua. No era sangre. Era vino. El sonido de algo roto debió haber sido la botella de vino. — ¡Hola, G.I. Joe! Justo a tiempo. ¿Puedes buscarme otra botella? Rompí la mía y estoy un poco atrapado aquí —Dijo en una risita. El corazón de Linc se detuvo. Justo arriba de la botella rota, Wyatt reposaba a través de la barandilla de concreto del balcón, mirando hacia Linc con ojos vidriosos. — ¿Qué haces allá arriba? —Preguntó Linc, manteniendo la voz calmada. —Estoy durmiendo. Bueno, estaba tratando de dormir, pero mi cerebro seguía y seguía, así que salí por un poco de aire. ¿No te parece que la luna está preciosa esta noche? Las dos de ellas —Alzó la mano hacia el cielo con una risa aguda. Antes de que Linc pudiera decir algo, Wyatt se sentó antes de perder el balance y casi caerse hacia atrás por el balcón. —Oops. Nop —Dijo, mirando hacia el océano —, eso estuvo cerca —La sangre corría por los oídos de Linc. Monty Edgeworth tenía razón; su hijo era un imprudente. Linc tomó el camino largo alrededor de la piscina para evitar el vidrio, y cuando estuvo lo bastante cerca como para alcanzar la rodilla de Wyatt, el chico lo miró y le sonrió —. Oh, hola, Joe —Dijo como si no hubiesen tenido una conversación sesenta segundos atrás. —Voy a adivinar que mi regla sobre nada de bebidas y drogas no penetró8—Gruñó mientras miraba sobre el borde de la barandilla hacia otra piscina dieciocho pisos más abajo. Wyatt resopló. —Dijiste “penetrar” —Linc rodó los ojos, jalando cuidadosamente a Wyatt en una posición sentado. Wyatt miró hacia abajo, a él y le dio una sonrisa bobalicona —. Estás viejo. Cómo, muchísimo más viejo que yo e incluso más viejo que los otros “supersoldados” que mi papá contrató para que me cuidaran. —Gracias —Dijo Linc apretando los dientes mientras tiraba de Wyatt de su percha antes de girarse y depositarlo en el suelo, cuidadosamente lejos del vidrio. Wyatt se lanzó hacia adelante, sus suaves manos recorriendo el vello del pecho de Linc y sus pezones. Linc debió haberse puesto una camiseta antes de salir a investigar. No cometería ese error de nuevo. Esperó a que el chico bajara las manos, pero, en su lugar, él deslizó las palmas hacia abajo, trazando los surcos de sus músculos abdominales, alejando las manos justo antes de que las puntas de los dedos se deslizaran debajo de la banda elástica del pantalón de pijama de Linc. Jesús. 8 Se refiere a que la idea no quedó clara. 20 Wyatt lo observó debajo de las pestañas con curiosidad. — ¿Cómo puedes ser tan viejo y estar tan caliente? Apuesto a que las chicas hacen fila para ti, ¿eh? Incluso las de mi edad probablemente desean que seas su sugar daddy 9 ¿Puedes ser un sugar daddy sin tener dinero? Linc luchó por formar algún pensamiento coherente. Toda su sangre se precipitó de su cerebro hacia su polla en el momento en que Wyatt lo tocó. —No tengo idea. No es realmente mi área. ¿Estaba el chico intentando distraer a Linc? ¿Hacerlo enojar? ¿Confundirlo? ¿Estaba Wyatt confundido? Linc caminó con él de regreso alrededor de la piscina, las manos sobre ambos brazos, apresándolos a ambos lados en caso de que el niño tuviera la idea de manosearlo de nuevo. Linc no estaba seguro de ser tan fuerte. Wyatt se detuvo, forzando a Linc a hacer lo mismo. —Que mal, serías un excelente daddy. La polla de Linc palpitó, pero él solo empujó a Wyatt de regreso a la casa. Una vez dentro, el chico se sacudió del agarre de Linc y tropezó hacia la cocina. —Muero de hambre. Wyatt jaló una lata de crema batida del refrigerador, agitándola y rociando el contenido dentro de su boca para gemir obscenamente después. Linc rodó los ojos, arrebatándole la lata y devolviéndola a su lugar. —Eso no es comida. Siéntate y te preparé algo. Una sombra extraña se cruzó en el rostro del niño antes de que le diera una sonrisa desequilibrada. —G.I. Joe puede cocinar —Dijo en un jadeo falso —. Plot twist10 Linc ni siquiera se molestó en responder. Abrió el refrigerador, escrutando el contenido. Había fettuccini en uno de los estantes y espinaca cruda en el cajón de verduras. Explorando un poco más encontró crema, mantequilla y parmesano; era todo lo que necesitaba. Gastó otros diez minutos intentando encontrar las especias y las ollas y sartenes para la carne. Calentó la mantequilla en la sartén y dejó caer la espinaca dentro. Cuando se dio vuelta, Wyatt se estaba entreteniendo al sacar las almendras de un boly estaba arreglándolas para formar figuras. —Ven aquí. 9 El término es utilizado para referirse a hombres que se encuentran en una relación transaccional (dan dinero, regalos, etc) con una persona mucho menor que él. El término Baby (bebé) y Daddy, es también usado en juegos de rol sexuales. 10 Giro Argumental, es considerado un cambio inesperado en la cadena de acontecimientos de una trama. 21 Wyatt parpadeó hacia él. — ¿Qué? —Puedes ayudar. No soy tu cocinero. Wyatt se levantó, caminando hacia él con miedo, como si fuera alguna farsa elaborada. Linc le tendió la espátula de madera. —Solo revuélvela en la sartén para que no se quemen, ¿de acuerdo? Wyatt arrugó la frente pero asintió, mirando hacia la sartén con la misma concentración que si estuviera desmantelando una bomba. Linc sonrió. No pudo evitarlo. Abrió la crema y ralló el parmesano antes de regresar a la sartén. Tan pronto como se acercó, Wyatt empujó la espátula hacia él. —Toma. —Uh-uh. Tú eres el chef. Yo soy el maestro. Es fácil, solo agrega esto —Linc le tendió la crema. Wyatt la observó estúpidamente antes de tomarla y verterla en la sartén con la finura de un infante. La crema siseó al tocar el calor, y Wyatt se sobresaltó, mirando con ojos enormes hacia Linc —. Está bien. Ahora, vas a envolver el parmesano lentamente mientras agitas, ¿entiendes? Wyatt no respondió, simplemente sacudió el parmesano dentro de la salsa. “No está mal”. Pensó Linc. Agregó la pasta en el agua hirviendo y sacó dos platos del gabinete. Cuando sirvió la pasta, llenó dos vasos de agua y los colocó junto a los platos. Wyatt se subió sobre el taburete al lado de Linc y tomó el cubierto. —No. El agua primero. Bebe todo el vaso, y después podrás comer —Wyatt observó fijamente el fettuccini con anhelo antes de tomar el vaso de agua y vaciarlo —. Buen chico. Las palabras dejaron la boca de Linc antes de que pudiera detenerlas. Podía sentir la mirada de Wyatt arder contra el lado de su rostro, pero se negó a mirarlo. En su lugar, se deslizó del taburete y rellenó el vaso de Wyatt. —Come, o se enfriará. —Ok —Wyatt murmuró. Comieron en silencio. Una vez que habían terminado de cenar, Linc enjuagó los trastes y los apiló en el lavabo. —Hora de dormir —Dijo Linc, empujando al muchacho hacia el corredor —. Vamos. Wyatt se movió, sin hablar todavía. Cuando llegaron a su habitación, se giró hacia Linc. 22 — ¿Le dirás a mi papá que estuve bebiendo? —Linc lo examinó, intentando no perderse en esos luminosos ojos verdes. — ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres que le diga que has estado bebiendo así tendrá otra razón para estar enojado contigo? El rostro de Wyatt cayó y sus mejillas ardieron. —Buenas noches, Linc. Gracias por la pasta. 23 Cuatro Wyatt Dos disparos tuvieron a Wyatt enderezándose en su cama. No podía ver. El sabor del metal llenó su boca, electricidad sacudiendo a lo largo de su columna vertebral. Estaba ciego. — ¡Levántate y brilla! Las palabras explotaron en su cabeza como esquirlas de una bomba sucia. Sus manos volaron a su rostro, alivio recorriéndolo mientras se daba cuenta que usaba una máscara de seda para los ojos y el sexy-como-la-mierda soldado gritándole no le había, de hecho, disparado y cegado. Los fuertes golpes debieron haber sido el puño de Linc golpeando su puerta antes de entrar. Su alivio duró poco mientras se quitaba la máscara y el sol chamuscaba un hueco a través de su ya adolorido cerebro. No pudo evitar el gemido que se le escapó. — ¿Por qué? —Fue todo lo que pudo decir. Su lengua se sentía como si la hubiera arrastrado a través de miles de alfombras sucias. ¿Qué había pasado la noche anterior? Él no quería saber. Deslizó la máscara devuelta a su sitio antes de rodar y acurrucarse más profundo en el edredón atrapado debajo de él. Hubo un momento en que el mundo se enderezó antes de que su estómago se agitara y el colchón comenzara a subir y bajar como si estuviera cabalgando las olas de un mar embravecido. — ¿Por qué la cama se está moviendo? —Gimió. Una risa baja sonó desde la proximidad de la entrada. —No lo está. Tienes resaca. — ¿Por qué... estás... gritando? —Preguntó en un susurro desesperado. —No estoy gritando ¿Por qué estás desnudo? —No estoy des… —Empezó. Excepto que él sí lo estaba. Totalmente desnudo y tendido sobre los cobertores como si se estuviera presentándose a sí mismo a Linc. Oh, Dios. Su ya dolorida polla palpitaba. Estaba agradecido de estar acostado sobre su estómago. Pero eso lo dejaba en un extraño predicamento ¿Sólo se quedaba allí, trasero arriba, hasta 24 que Linc se fuera? ¿Se cubría y actuaba como si fuese alguna escandalizada doncella? Otro pensamiento envió un estremecimiento a través de él ¿Estaba Linc mirándolo?... Chicos militares... Todos ellos tenían novias y esposas. Incluso aquellos que eran gays estaban tan metidos en el armario que se divertían con las criaturas del bosque en Narnia. ¿Qué demonios estaba mal con él? Todo. Jodidamente todo. “Serías un excelente Daddy”. Calor inundó el rostro de Wyatt. Jesús, en realidad le había dicho esas palabras a Linc anoche. Había mirado esos cálidos ojos color whisky y le había dicho a G.I. Joe que sería un buen Daddy ¿Qué carajos? A Wyatt no le quedaba de otra más que quedarse acostado allí con resaca, cachondo y sólo esperar a estar hambriento hasta finalmente morir. Él nunca más podría volver a mirar a los ojos a Linc. Como ¿Quién podría decir mierda como esa? No chicos rectos. Y definitivamente no a otro chico recto. Él no podría salir de esta sin una explicación “no homo”. Él esperaba que su humillación de alguna manera disminuyera su erección. Aparentemente, Wyatt tenía todo tipo de fetiches ¿Linc se había ido? ¿Estaba él mirándolo? Dios, el pensamiento de Linc mirándolo lo tenía queriendo arquearse, empujar sus caderas en el aire, presentarse ante él ¿Le gustaría lo que veía? ¿Querría más? ¿Cómo sería más con alguien como Linc? Quería saberlo más de lo que quería su siguiente respiro. Más de lo que quería que su resaca desapareciese. Linc dejó salir una estrangulada tos y luego se aclaró la garganta. —Te lo dije ayer. No dormirás todo el día. Levántate y métete en la ducha. Te haré algo de comer. Wyatt tragó. —Sólo necesito otra hora, mi cabeza está palpitando. —Hay una botella de agua al costado de tu cama y algo de ibuprofeno, toma las pastillas, bebe toda la botella y luego métete en la ducha —Cuando Wyatt no se movió, Linc ladró —. Ahora. —Estoy un poco desnudo aquí. Linc bufó. —Si tuvieses algo que nunca antes hubiese visto, le tiraría un dólar — Prometió, su voz mucho más grave de lo que Wyatt recordaba. Era claro que Linc no se estaba yendo… nunca. 25 —Sí, bien. Una vez más, se quitó la máscara de ojos, pero esta vez cuando se dio la vuelta hasta sentarse, se llevó los cobertores con él, incluso si parecía un poco ridículo. Luchó para mantener el contenido de su estómago en su sitio mientras el mundo lo atacaba por todas partes. Linc lucía fresco y limpio en su par de jeans y su camisa color oliva. Wyatt había estado en lo cierto, los brazos de Linc eran enormes. Él era enorme ¿Era enorme en todas partes? Wyatt se forzó a alejar el pensamiento antes de comenzar a tapar las sábanas. Linc miró a Wyatt con una extraña mirada cautelosa. Wyatt hizo un show lanzando las pastillas hacia atrás y succionando las doce onzas de agua antes de dar vuelta a la botella vacía así Linc vería que le había hecho caso. Linc bufó y sacudió la cabeza, pero no dijo nada. Buen chico. Linc le había dicho eso anoche. Él prácticamente lo había ronroneado ¿Fue eso real? No podía ser. Ni siquiera veinticuatro horas con este tipo y Wyatt ya estaba listo para un manicomio ¿Cómo iba a sobrevivir los siguientesseis meses con este hombre? Su jodido padre idiota finalmente había encontrado el castigo perfecto. Una vez Linc se fue, Wyatt prácticamente se arrastró hacia el baño. Puso el agua caliente y se sentó en el piso de la ducha hasta que alguna de las telarañas en su cerebro finalmente se desvanecieron. Él no confiaba en sí mismo para estar cerca de una rasuradora. Se cepilló los dientes y se puso un par de joggers negros y la primera camiseta que su mano tocó, una camisa cuello V color blanco con el logo de Chanel en letra negra. No trató de domar sus rizos húmedos. Estaba demasiado ocupado tratando de navegar caminando y respirando a la misma vez. ¿Cuánto siquiera había tomado la noche anterior? Cuando él trastabilló hasta la cocina, encontró a Linc inclinado contra la encimera de la cocina con una taza de café en sus manos mientras leía un periódico doblado ¿Quién lee periódicos hoy en día? Todas esas cosas podrían ser encontradas en línea. En Facebook, incluso. Las personas mayores aman Facebook. Sobre la encimera estaba un plato con dos piezas de tostadas con mantequilla y una taza de café negro. Esto detuvo a Wyatt en frío, su pecho contrayéndose dolorosamente. Tragó fuerte, parpadeando repentinas lágrimas de sus ojos. Para alguien que no sabía nada acerca de él, ese prácticamente extraño parado en su cocina podría ser su esposo, quien le había preparado a Wyatt el desayuno. Linc estaba descalzo, por el jodido amor de Dios. Wyatt no sabía por qué eso importaba—porqué algo de esto importaba. La frustración lo tenía queriendo voltearse y correr, pero sus pies parecían pegados en su lugar. Linc miró hacia arriba. —Bien, por fin. Siéntate. Come todo. 26 Wyatt se frotó los ojos con probablemente más fuerza de la necesaria. — ¿Estás bien? —La preocupación en la voz de Linc era como una mano contra su tráquea. Succionó en un respiro tembloroso. —Seh, el olor del café acaba de revolver mi estómago. Hizo a mis ojos aguarse. Eso es todo. Linc gruñó pero no respondió. Wyatt estaba agradecido. Estaba demasiado crudo para que alguien le preguntara sobre algo. Se sentó en el bar y mordisqueó su tostada, ignorando el café. Él prefería un poco de café con su crema y azúcar, pero no parecía poder permitirse abrir la boca y pedir por ello. Dios, él era un jodido desastre. Afortunadamente, Linc lucía contento de pararse allí y leer su periódico ¿Se había ido y conseguido un periódico o se lo habían entregado? Wyatt nunca había notado uno antes. Él no sabía por qué esto importaba—porqué algo de esto importaba. Solo necesitaba algo inocuo en qué ocupar su cerebro en lugar del hombre a seis pies de distancia. Él iba a preguntar—sólo para llenar el silencio—cuando un extraño chirrido vino del bolsillo de Linc. Él sacó su celular y frunció el ceño al identificador de llamadas. Linc movió sus ojos hacia Wyatt. —Tengo que contestar. Come —Dio la vuelta a la esquina, pero Wyatt aún podía escuchar cada palabra —. Hey, corazón ¿Todo bien? Una vez más, la extraña presión en el pecho de Wyatt regresó. Por supuesto que tenía una novia, quizás incluso una esposa. Muchos militares no usan anillos. Él tomó otra tentativa mordida a su tostada, forzándose a masticar y tragar. —Lo sé. Diles que estoy trabajando en ello — ¿Qué exactamente había dicho “corazón”? ¿Trabajando en qué? —. Está bien, bueno, los llamaré dentro de poco, trata de conseguirnos un poco más de tiempo —Otra pausa, y un enorme suspiro. —Mira, lo sé ¿A qué hora es la cita con el doctor? —De quién era la cita con el doctor. Wyatt gritó silenciosamente —. Asegúrate de darte una hora para tenerlo listo. Él estuvo luchando el otro día. Quiere hacer todo él mismo, pero no puede. Jesús ¿Una esposa y un hijo? Wyatt empujó su plato lejos, pastillas, agua y la mitad de un pedazo de tostada agitando su estómago. —Sí. Lo sé. Llámame cuando dejes la oficina. Te amo también. 27 Wyatt levantó su café y miró dentro de éste de manera triste. Linc fruncía el ceño cuando regresó de la vuelta de la esquina, mirando fijamente al plato aún lleno de Wyatt. —Dije que todo. Wyatt bajó su café y se inclinó hacia atrás contra el respaldo de hierro fresco del taburete de la barra. —No puedo. Vomitaré. Linc acechó hacia adelante, empujando el plato hacia él. —Tú puedes y lo harás. Esto no es negociable. Un diminuto estremecimiento recorrió a lo largo de la columna de Wyatt, sus pezones se pusieron duros por el tono severo de Linc. Pero él sacó la barbilla. —Dije que no puedo. Linc se inclinó en su espacio hasta que su aliento sopló contra su mejilla. Él olía a café y sándalo. —Escucha, niño, tengo todo el día. Si se necesitan los próximos seis meses para que te comas dos malditas tostadas, entonces eso es lo que tomará. Pruébame. Wyatt lamió sus labios, pensando en que no había nada en el mundo que le gustaría más que probar a Linc. Él trató de no dejar caer su mirada a las mangas estiradas sobre los bíceps musculosos que lo dirigían a unos antebrazos perfectos cubiertos con pelo oscuro. Wyatt estaba tan jodido. Empujó sus pensamientos lejos, burlándose del hombre mayor. —Bien, pero si vomito sobre el mostrador, tú se lo vas a explicar a Graciela. Linc levantó una gruesa ceja. —Si vomitas en el mostrador tú vas a limpiarlo, mocoso. Tienes veintidós años. Es tiempo de actuar como tal. Algo estalló en el estómago de Wyatt. —Lo siento, pero ¿Quién diablos eres tú? Eres solo un jodido guardaespaldas. No eres mi jodido entrenador de vida. Esa chica renunció hace como seis meses atrás. Me comeré tu estúpida jodida tostada, pero puedes dejar de actuar como si dieras una mierda acerca de mí. Nos conocimos ayer —En el minuto en que las palabras salieron de su boca, Wyatt quiso succionarlas de 28 regreso. Quería inventar una máquina del tiempo y retroceder treinta segundos y no sonar como el patético perdedor que realmente era en el fondo. Se quedó mirando su plato durante un minuto antes de atreverse a mirar hacia arriba de nuevo. Linc lo examinó, la frente surcada pero los ojos suaves... Casi como si sintiera pena por él. Eso hizo que Wyatt quisiera tirar algo, beber algo, hacer un salto de cisne desde el balcón. Cualquier cosa para alejarse de la mirada compasiva de Linc. Cogió la segunda tostada sin tocar, la dobló y se la metió toda en la boca, luchando contra la urgencia de vomitar mientras la masticaba desafiante. Linc sonrió y el corazón de Wyatt dejó de latir, toda la sangre de su cuerpo entero dirigiéndose al sur. Su mirada siguió a Linc mientras caminaba alrededor del mostrador. Por un momento, Wyatt pensó que estaba viniendo hacia él, pero luego él caminó pasándolo a través de la sala de estar hacia el pasillo. Dejó salir un suspiro tembloroso, la decepción y el alivio inundaron su sobre estimulado sistema en igual medida. Un calor repentino floreció contra su espalda y el mundo se inclinó sobre su eje cuando el rostro de Linc apareció repentinamente junto al suyo, sus labios lo suficientemente cerca como para presionar sus palabras contra la piel de Wyatt. —Buen chico. Wyatt se mordió el labio inferior, luchando contra el impulso de inclinarse hacia las palabras, pero Linc ya estaba caminando lejos de nuevo. —Jódete —Susurró Wyatt para sí mismo. —No pienses que vas a pasar el día descansando junto a la jodida piscina todo el día. Vas a hacer de ti mismo alguien útil —Dijo Linc desde algún lugar del pasillo. ¿Cómo diablos Wyatt iba a hacer eso? 29 Cinco Linc Linc se encerró en su habitación y fue derecho al baño. Se salpicó el rostro con agua fría y se maldijo a sí mismo por ser un maldito idiota. Ni siquiera tenía cuarenta y ocho horas en el trabajo y ya estaba jugando a la gallina 11con un chico de la mitad de su edad. Él era una edición limitada de “jodidamente estúpido”. Wyatt era mimado,osado y dañado de mil maneras diferentes, pero mierda si la polla de Linc no se ponía firme cada vez que el malcriado lo miraba fijamente, suplicando que Linc lo hiciera obedecer. Wyatt era perfecto en cada aspecto. Hermoso, hosco, terco… lo suficientemente roto como para no importarle que la guerra hubiera dejado a Linc jodido de maneras que ni siquiera podría empezar a describir con palabras. La mirada en la cara del chico cuando Linc se había ido sin alabarlo por hacer lo que se le había dicho… Mierda ¿Cómo podría no volver? ¿No decirle las palabras por las que él había estado tan desesperado? Linc era sólo humano. Pero él tenía que hacer su jodido trabajo, lo necesitaba más que nada. Personas contaban con él. No se podía distraer. Él no podía ser lo que Wyatt necesitaba. Se miró fijamente al espejo ¿Por qué estaba siquiera contemplando esto? Ellos ni siquiera se conocían. Necesitaba tener control de sí mismo y sus perversiones. Pero Wyatt lo quería. El muchacho era un enorme vacío succionándolo y Linc no quería nada más que llenarlo todo, una y otra vez, darle lo que él tan desesperadamente quería. Pero Linc sería un monstruo por ceder. Wyatt era una gran herida abierta, desesperado por alguien que fuera todas las cosas que su padre no era y Linc no podía hacer eso, no de la forma en la que el muchacho lo necesitaba, no de la forma en la que nadie lo necesitaba. Había algo mal con él; un cable se había cruzado y ahora ya no habría vuelta atrás. Se tenía que masturbar y jodidamente olvidarse de ello. Poner todos estos pensamientos en una caja y colocarlos en un estante y simplemente hacer su maldito trabajo. Nunca debió haber entrado en la habitación de Wyatt anoche. Había sobrepasado los límites de sus deberes. Pero después de verlo sobre esa barandilla, a una fuerte ráfaga de viento o a un torpe paso ebrio de la muerte, la 11 "Playing chicken" es un juego mental donde se espera que la otra persona se rinda antes que tú, básicamente tratando de probar quién es el más cobarde. 30 tristeza prácticamente radiando de él… Linc sabía que no podría dormir sin antes revisar y asegurarse de que él estaba bien. No había esperado encontrarlo con los ojos vendados, desnudo y expuesto como una ofrenda. Toda esa piel pálida cremosa contra el negro puro de los edredones había dejado a Linc duro y goteando, el sólo imaginarse todas las cosas que le podría hacer. Incluso había contemplado deslizar sus manos dentro de su sudadera y masturbase mientras miraba al muchacho dormir antes de que pudiera entrar en razón. Sería demasiado fácil tomar al muchacho, hacerlo suyo. Serías un buen Daddy. Eso es lo que había dicho Wyatt. Daddy. La palabra había estado en la cabeza de Linc toda la noche mientras se empujaba contra su puño apretado, ojos fuertemente cerrados, imaginándose a Wyatt montando su polla, con su cabeza inclinada hacia atrás, rojos labios llenos semiabiertos mientras jadeaba, suplicándole a su Daddy que le diera lo que necesitaba. Mierda, Linc quería eso. Él quería hacerlo rogar. Quería escuchar las súplicas desesperadas salir de esos perfectos labios pecaminosos. Quería saber cómo luciría Wyatt inclinado hacia delante y cubierto con las huellas de las manos de Linc. Mierda. Linc estampó sus puños contra el mostrador. Él era un maldito soldado, y este niño era un trabajo. También era el hijo de un poderoso senador conservador que no tenía reparos en tratar a su propio hijo como un criminal. De la nada, los comentarios del senador sobre su oponente hicieron ruido en su cabeza. Los gays se descontrolarían. ¿Habría este gilipolla contratado a Linc para asegurarse de que su hijo se quedara firmemente dentro del clóset? Se sacudió la cabeza. No podía envolverse en drama familiar político. Él no podía ser lo que Wyatt necesitaba, sin importar lo mucho que la idea lo atraía. —Contrólate, estúpido. Linc necesitaba desahogarse. Se cambió y se puso unos shorts negros de deporte, encaminándose hacia el pasillo que llevaba al gimnasio incorporado en casa que Graciela le había señalado en el tour rápido que le había dado el día anterior. Justamente iba cruzando el umbral cuando lo escuchó. Un quejido agudo, seguido de un ahogado sonido angustiado y luego a Wyatt repitiendo: —No, no, no, no, no, no. Linc se dio la vuelta, regresando de vuelta hacia la cocina, frunciendo el ceño al escuchar sonidos de golpes y choques frenéticos. Ya estaba casi llegando a la sala de estar cuando Wyatt gritó su nombre. — ¡Linc! Él había pasado demasiadas horas la noche anterior imaginándose todas las maneras en las que podría hacer a Wyatt gritar su nombre, pero ninguna de ellas 31 lo había preparado para la imagen del chico de pie en la cocina siendo lentamente invadido por un mar de espuma blanca. Los ojos de Wyatt en seguida se posaron en él, sus labios mojados y su pecho agitado. Cristo, era una maravilla incluso cuando estaba en pánico. — ¿Qué estás haciendo? —. Linc preguntó, con una voz serena. —Tratando de ayudar —. Gritó él. Linc no dejó pasar el tono acusatorio de su voz. Mientras Linc analizaba lo que estaba pasando sin problemas, no estaba listo todavía para rescatar a Wyatt. — ¿Cómo, exactamente? —Estaba lavando los trastes —. Replicó con indignación. Linc no pudo evitar sonreír mientras las burbujas crecían, regándose más allá de la isla. Wyatt estaba adorablemente aturdido, con una mirada fulminante y señalando hacia el desastre blanco como si este le hubiera hecho algo malo. Linc respiró profundo y les dijo adiós a sus zapatillas deportivas favoritas antes de meterse cuidadosamente de lleno en la hazaña. Hizo una mueca cuando las burbujas se aferraron a sus piernas descubiertas y el agua se impregnaba en sus zapatos y medias. Creyó que Wyatt se iba a hacer a un lado mientras él se acercaba, pero este ignoró a Linc mientras apuñalaba furiosamente los tantos botones que tenía el dispositivo. En defensa del niño, Linc había visto plataformas de lanzamiento de misiles con menos botones ¿Era esto un lavaplatos o un transformers? —Muévete —. Le ladró. Wyatt lo miró sobre su hombre antes de intentar hacer lo que se le pedía. Se movió a un lado, aterrizando su pie descalzo en las zapatillas de Linc, haciéndolo tropezar. Las manos de Linc se dispararon, cerrándose alrededor de la cintura de Wyatt, agarrándolo firmemente, jalándolo de vuelta contra su pecho con más fuerza de la necesaria. La respiración brusca de Wyatt le provocó una sacudida eléctrica a largo de la piel de Linc, sus dedos clavándose entre los surcos de la estrecha cintura del muchacho a través de la delgada capa de algodón. Por un momento ambos se quedaron congelados. Wyatt se sentía bien entre sus brazos; encajaba perfectamente, sus alborotados rizos descansando justo debajo de la barbilla de Linc. Sus manos flexionadas mientras el aliento de Wyatt salía en pequeños jadeos. Linc quería jalar de esos rizos angelicales para mover su cabeza a un lado, morderlo hasta que tuviera moretones a lo largo de su cuello, marcarlo para que todo el mundo lo pudiera ver. El impulso de arrastrar sus dientes sobre toda esa piel pálida tenía su polla levantada con atención y no había manera de que el niño no pudiera sentir su excitación presionando contra él. 32 Wyatt no se movió, no lucho para apartarse. Estaba rígido en los brazos de Linc, esperando- esperando las órdenes de Linc. El niño haría lo que sea que Linc quisiera, lo sabía de una manera en la que nunca podría explicar a ninguna otra alma. Wyatt era de él: suyo para besarlo, suyo para follarlo, suyo para proteger y disciplinar. Cristo, nada de esto tenía sentido, pero Linc sabía que él no estaba equivocado. Si él le bajaba la sudadera al muchacho ahí y ahora mismo, Wyatt lo permitiría. Linc se podría deslizar dentro del calientecanal de Wyatt y follarlo doblado contra la isla de la cocina, manos alrededor de su cuello mientras Wyatt jadeaba por aire, tomando sólo lo que Linc le permitiera. Él tenía que parar esto, dejarlo ir. En lugar de eso, envolvió sus brazos aún más alrededor de la cintura del niño, acurrucándolo contra su pecho mientras se inclinaba hacia delante y presionaba el botón de apagado. La montaña de espuma paró de derramarse de los lados de la máquina, pero no ayudó en nada a disminuir el desastre que ya estaba ahí. El lavaplatos se quedó en silencio, la luz verde apagándose. Linc podía sentir el tenso vientre de Wyatt subiendo y bajando contra la amplia extensión de sus dedos mientras se quedaban ahí paralizados por lo que sea que esto fuera. Wyatt se sentía tan cálido contra él y olía como a especias y flores. — ¿Qué hiciste? —. Murmuró Linc, tratando desesperadamente de romper el hechizo. — ¿Qué? —. Balbuceó Wyatt, distraído. Linc soltó una risa entre dientes, su barbilla descansando encima de la cabeza de Wyatt. — ¿Qué usaste como jabón? Haciendo un gesto indefenso, la espuma flotando alrededor de sus dedos y aterrizando en su mejilla. —No soy estúpido, usé jabón para trastes —. Arrebató la botella del líquido púrpura viscoso y le señaló las palabras “jabón para trastes” antes de mirar sobre su hombro a Linc. — ¿Ves? Linc se quedó sin aliento ante la desesperación en los ojos de Wyatt. Él quería la aprobación de Linc, su reconocimiento, incluso para algo tan simple como esto. Linc estaba jugando con fuego, pero joder si no era un sentimiento embriagante. —El jabón para trastes se usa en el lavabo. El detergente va en el lavaplatos —. Dijo Linc con gentileza. La luz en la mirada de Wyatt se apagó, su boca perfecta doblándose hacia abajo en las comisuras mientras se alejaba de Linc. Tendría que haberlo dejado ir, pero lo sostuvo firmemente. —Fue un error honesto. Fue un buen intento. —Claro, seguro. Como sea —. Wyatt dijo, agachando la mirada de vuelta a la botella. 33 Dios, este niño era tan abierto, tan frágil. Linc entrelazó sus dedos sobre los rizos de Wyatt, tirando para atrás su cabeza, obligándolo a conectar su mirada. —Oye, no hagas eso. La polla de Linc se paró con atención cuando Wyatt se estremeció contra él, sus labios abriéndose. Linc bajó la cabeza. Un ruido fuerte resonó como si una mano invisible estuviera golpeando un gong en algún lugar cercano a la puerta, y luego de repente una chica de rizos castaños alborotados entró a la sala de estar con una enorme bolsa en un brazo y su teléfono en el otro. — ¡Wyatt! Te necesito ¿Mi día ha sido un completo desas…tre? —. Se fue apagando, quedándose corta mientras los miraba fijamente a los dos. Linc dejó caer sus brazos, tomando dos pasos hacia atrás. La chica alzó ambas cejas, sonriendo con satisfacción. —Oh, bueno, hola ahí. Linc carraspeó. —Creo que ya está todo bien. Por qué no te vas con tu amiga y yo… yo me encargaré del desastre. El lavaplatos probablemente estará fuera de servicio por un tiempo. Wyatt tragó duro, dándole a Linc una última mirada anhelante antes de voltearse donde la chica. — ¿Qué te dije sobre irrumpir aquí? Ella se arrugó la cara. —Joder si lo sé ¿Estaba sobria? Se burló, tirando de su brazo y llevándola por el pasillo. — ¿Alguna vez lo estás? —Cierto. Linc regresó de vuelta al desastre a sus pies. Eso estuvo cerca. Es posible que esa chica le acabara de salvar la vida. 34 Seis Wyatt Wyatt arrastró a Charlemagne Hastings a través del pasillo con mucha más velocidad y agresividad de lo que una chica tambaleándose en tacones de cinco pulgadas estaba probablemente acostumbrada, pero necesitaba poner algo de distancia entre él y G.I. Joe de vuelta a la cocina. Una pequeña parte de Wyatt se sentía culpable por dejar el hombre para limpiar su desastre, pero la otra parte de él todavía estaba pensando en la erección del susodicho soldado presionada contra su espalda. Wyatt podría apostar su fondo fiduciario completo a que Linc había estado a dos segundos de besarlo antes de que Charlie irrumpiera en la cocina como el desorden caliente y descuidado que era, y Wyatt estaba cien por ciento seguro que lo hubiese dejado hacerlo y setenta y cinco por ciento seguro de que era la peor idea de la historia. Dios, ¿que se supone haría Wyatt con Linc? El tipo estaba casado, con un niño. Incluso si era gay, no estaba disponible, y Wyatt podría ser un montón de cosas, pero no era un rompe hogares. Al menos, nunca lo había sido. Una vez entraron a su habitación, él cerró la puerta. En un momento de locura, él contempló la idea de deslizar una silla bajo el picaporte. Tomó aire profundamente y lo dejó ir, tratando de calmar sus nervios desgarrados. Pero entonces un pensamiento se formó, como si estuviera en casa dentro de su cerebro. Linc y él estaban juntos y atrapados por los próximos seis meses. Seis jodidos meses de lo que sea y jodido fuera de lo que pasó en la cocina, o que casi pasó, o lo que sea. ¿Cómo iba a Wyatt aguantarlo? No era lo suficientemente fuerte para decir que no. Wyatt no sabía si debía reír o llorar. Este problema en particular nunca debió pasársele por la cabeza a su padre mientras contrataba a Linc. Su viejo no era capaz de imaginar un mundo donde alguien como Linc pudiera mirar a alguien como Wyatt y no viera algo diferente a alguien patético y débil. Wyatt tampoco podía haberlo sospechado, pero no se había imaginado los dedos de Linc hundiéndose en su carne o su respiración contra el cuello, o su polla dura como roca presionada cómodamente contra la parte baja de la espalda de Wyatt. Charlie se giró de la nada, sacándolo de sus pensamientos antes de que hubiese podido lidiar con su inconveniente erección. Ella hundió una afilada uña color ciruela contra su pecho. 35 —Ok, cara de bebé. Háblame. ¿Qué estaba pasando allá fuera contigo y con el Sr. Sexo-andante? Se veía como si estuviera a punto de montarte contra el mesón de la cocina. —Cállate —Dijo, pero no pudo tragarse sus palabras. —Está bastante viejo, ¿no? No le respondió, solo hizo rodar los ojos. El día de ayer, él podría haber llamado a Linc viejo, pero hoy, pensaba que solo era lo suficientemente mayor. Wyatt dio una mirada hacia sus joggers y camiseta empapados, y brevemente consideró cambiarse de ropa, pero apartó la idea. Quizás la fría y apretada tela lo mantendría lo bastante incómodo para que dejara de revivir los últimos quince minutos en la cocina. —Por favor, tienes que darme algo. ¿Estaban ustedes dos a punto de bautizar las preciosas encimeras de mármol de tu madre? Wyatt suspiró. No tenía idea de que habría pasado si Charlie no hubiese aparecido, y honestamente no estaba seguro de querer saberlo. Había algo en la manera en que Linc lo miró, como si pudiese ver a través de él de alguna forma. Dejó a Wyatt nervioso y trastornado. Si Linc al observarlo lo dejaba sin aliento y tembloroso, ¿qué diablos pasaría si lo besaba… o algo más? Wyatt no era exactamente virgen, pero Linc lo hacía sentir como uno. —Enserio, boo-boo. ¿Qué pasa contigo y el extraño de la cocina? Pensé que tu padre todavía te tenía bien metido en el armario. Si me perdí de tu fiesta de salida12, voy a estar muy enojada. El estómago de Wyatt se desplomó, y la amargura llenó el tono de su voz. —No te has perdido de nada. Todavía sigo en el closet, lo prometo. Charlie dejó caer su bolsa del tamaño de un maletín en la cama y caminó hacia la silla alta ubicada frente del tocador. Ella se deslizó en el asiento de cuero negro, alisando el vestido tipo camiseta hacia abajo sobre sus largas piernas bronceadas. —Qué mal. La vieja rivera de allí afuera definitivamente quería follarte hasta el cansancio. Su rostro enrojeció, la frustración retorciéndose en su interior. —Por dios, Charlie. ¿Alguna vez te detienes